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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - Nº 9334 - Febrero 9 - 2006 -
Redacción: </FONT></FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Palestina<BR><BR>Reflexiones sobre la
victoria electoral de Hamas<BR><BR>Gilbert Achcar *</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>La
Breche/Alencontre</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://www.alencontre.org/"><STRONG>www.alencontre.org/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción al castellano de
Alberto Nadal para Viento Sur</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://www.nodo50.org/viento_sur/"><STRONG>http://www.nodo50.org/viento_sur/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2> </DIV>
<DIV align=justify>“La gestión catastrófica de la política estadounidense, bajo
la dirección de Bush, en Medio Oriente- coronando decenios de decisiones
imperiales plenas de miopía y de “torpezas”- no ha dejado de proporcionar todos
estos amargos frutos”. <BR><BR>1) La aplastante victoria electoral de Hamas no
es sino uno de los productos de la contínua utilización –desde los años 1950-
hecha por los Estados Unidos, en el mundo musulmán, del integrismo islámico como
arma ideológica contra, a la vez, el nacionalismo progresista y el comunismo
(los PCs estalinistas).<BR><BR>Todo ello ha sido hecho en colaboración estrecha
con el reino saudí que es, de hecho, un protectorado de los Estados Unidos casi
desde su fundación. La promoción de la interpretación más reaccionaria de la
religión islámica –explotando creencias religiosas profundamente enraizadas en
capas populares- ha llevado a que esta ideología llenase el vacío dejado por el
agotamiento –durante los años 1970- de las dos corrientes ideológicas que ha
servido para combatir. <BR><BR>El camino estaba, por tanto, preparado en el
conjunto del mundo musulmán para la transformación del integrismo islámico en
una expresión preponderante de las amarguras y desilusiones de las masas
populares por las decepciones en los terrenos nacionales y sociales. Esto se
produjo ante el desconcierto de Washington y de su protectorado: la Arabia
saudí. La historia de las relaciones de Washington con el integrismo islámico es
la ilustración moderna más llamativa de la metáfora del aprendiz de brujo /1.
<BR><BR>2) La escena palestina no fue una excepción en esta arquitectura
regional de conjunto, aunque el proceso se efectuara con una cierta distancia en
el tiempo.<BR><BR>Inicialmente, el movimiento de guerrilla palestino ocupó el
primer plano como consecuencia del agotamiento del nacionalismo árabe más
tradicional y en tanto que expresión de una radicalización. Sin embargo, el
movimiento conoció una muy rápida burocratización estimulada por una inyección
impresionante de petrodólares. Alcanzó niveles de corrupción sin equivalente en
la historia de los movimientos de liberación nacional. Sin embargo, mientras
este movimiento permaneciera representando bajo los rasgos de la OLP
(Organización de Liberación de Palestina) –lo que puede ser descrito como un
“aparato de estado sin estado a la búsqueda de un territorio”-, el movimiento
nacional palestino podía seguir dando cuerpo a las aspiraciones de la amplia
mayoría de las masas palestinas, a pesar de los numerosos giros y traiciones a
sus compromisos que jalonan su historia.<BR><BR>Sin embargo, cuando una nueva
generación palestina se implicó en la lucha a finales de los años 1980, con la
(primera) Intifada que comenzó en diciembre de 1987, su radicalización se
dirigió cada vez más por la vía del fundamentalismo islámico. Esto fue
facilitado por el hecho de que la izquierda palestina –que era la fuerza
dirigente en los primeros meses de la Intifada- desaprovechó esta última
posibilidad histórica alineándose ella misma una vez más tras la dirección de la
OLP, asegurando de esta forma su propia derrota. <BR><BR>A una escala más
pequeña, Israel jugó también su propia versión de aprendiz de brujo apoyando al
movimiento islámico fundamentalista como rival de la OLP, antes de esta
(primera) Intifada. <BR><BR>3) Los Acuerdos de Oslo de 1993 inauguraron la fase
final de la degeneración de la OLP, cuando su dirección –o, más exactamente, el
núcleo dirigente de su dirección que pasó por encima de los órganos dirigentes
oficiales- vió que se le ofrecía una tutela sobre la población palestina de
Cisjordania y de Gaza. Eso se efectuó a cambio de lo que equivale a una
capitulación: la dirección de la OLP abandonó las condiciones mínimas requeridas
hasta entonces por los negociadores palestinos del interior de los territorios
ocupados (en adelante, los Territorios), ante todo el compromiso israelí de
congelar la construcción de las implantaciones de colonización de sus
territorios como paso previo a su desmantelamiento. Las condiciones mismas de
esta capitulación –que condenaba los acuerdos de Oslo a un fracaso trágico como
con razón predecían sus críticos desde el comienzo- no podían más que acelerar
el cambio de orientación política de la mayoría popular. <BR><BR>El estado
sionista utilizó a su favor la tregua en los Territorios, y el orden impuesto
por la Autoridad Palestina (AP) que, por su parte, cumplía con su papel de
fuerza de policía que Israel le había concedido por procuración. El estado
sionista intensificó fuertemente la colonización y la construcción de una
infraestructura que apuntaba a facilitar su control militar sobre estos
Territorios. En consecuencia, el descrédito de la AP aumentó de forma
inexorable. Esta pérdida de apoyo popular limitó cada vez más su capacidad de
reprimir al movimiento islámico fundamentalista palestino, lo que le había sido
demandado (por el estado sionista) y como había intentado hacer desde 1994. Esta
fragilización de su base no podía más que hacer aún más difícil el objetivo de
marginar al movimiento islámico en los terrenos político e ideológico. Además,
el desplazamiento de la burocracia de la OLP del exilio al interior de los
Territorios –como aparato dirigente dedicado a la tarea de control de la
población que había hecho la Intifada- condujo muy rápidamente a que la
corrupción alcanzara enormes cotas. La población de los territorios pudo
constatar directamente esta corrupción por primera vez.<BR><BR>Al mismo tiempo,
Hamas, como la mayoría de los movimientos integristas islámicos de masas –y a
diferencia del “sustituísmo” de organizaciones estrictamente terroristas, de las
que al-Quaeda se ha convertido en el ejemplo más espectacular- se preocupaba por
ofrecer respuestas concretas a las necesidades esenciales de las capas
populares, organizando servicios sociales, cultivando a la vez una reputación de
austeridad en su comportamiento y de incorruptibilidad. <BR><BR>4) El ascenso
irresistible de Ariel Sharon a la cabeza del estado israelí fue el resultado de
la provocación de septiembre de 2000 /3, provocación que desencadenó la “Segunda
Intifada” . A causa de su militarización, este segundo levantamiento no poseía
los rasgos más positivos de la dinámica popular de la primera Intifada. La AP,
dada su naturaleza, no podía apoyarse en la autoorganización de las masas;
entonces no podía sino comprometerse en la vía que le era más familiar
reforzando así la militarización del levantamiento. <BR><BR>El ascenso de Sharon
era también el producto del callejón sin salida al que había llevado el “proceso
de Oslo”: es decir la incompatibilidad entre, por un lado, la interpretación
sionista del marco de Oslo –una versión puesta al día del “plan Alon” de 1967,
según el cual el estado israelí abandonaría las regiones más habitadas de los
territorios ocupados a una administración árabe, a la vez que mantenía la
colonización y el control militar de porciones estratégicas de los Territorios
–y, por otra parte, la de la AP que contemplaba recuperar el conjunto, o casi,
de los Territorios ocupados en 1967; sin lo que sabía que perdería lo que le
quedaba de influencia en la población palestina. <BR><BR>La victoria electoral
del criminal de guerra Sharon, en febrero de 2001 –un acontecimiento tan
“chocante” al menos, según el lenguaje mediático, como la victoria de Hamas-
reforzó inevitablemente al movimiento integrista islámico, su equivalente desde
el punto de vista de la radicalización de las posiciones sobre un fondo de
compromiso histórico nacido muerto. Todo esto fue acentuado, evidentemente, por
el acceso (resistible pero al que no se hizo resistencia) a la presidencia de
los Estados Unidos de George W. Bush, acompañada del desencadenamiento de las
ambiciones imperiales más desenfrenadas tras los ataques del 11 de septiembre de
2001. <BR><BR>5) Ariel Sharon ha jugado hábilmente la dialéctica entre él y su
verdadero equivalente palestino, Hamas. Su cálculo era sencillo: a fin de
realizar en la práctica, de forma unilateral, su propia versión dura de la
interpretación sionista de un arreglo con los palestinos, tenía necesidad de
reunir dos condiciones: 1ª, reducir al mínimo la presión internacional que se
pudiera ejercer sobre él –en particular la de los Estados Unidos, la única que
importa en Israel; 2ª, hacer la demostración de que no había ninguna dirección
palestina con la que Israel pudiera tratar. <BR><BR>Con este objetivo, debía
poner en relieve la debilidad de la AP y desacreditarla como interlocutora,
atizando la expansión del movimiento integrista islamista sabiendo
pertinentemente que este último está anatemizado por los estados occidentales.
<BR><BR>Así, cada vez que una especie de tregua, negociada por la AP, era
concluida con las organizaciones islamistas, el gobierno de Sharon llevaba a
cabo alguna “ejecución extrajudicial” –es decir, un asesinato- a fin de provocar
a esas organización para que llevaran a cabo represalias, con los medios que son
sus “especialidades”, sus F-16 como dicen: los atentados suicidas. <BR><BR>Esto
tenía la doble ventaja de subrayar la incapacidad de la AP para controlar a la
población palestina y de aumentar la popularidad de Sharon en Israel. En verdad,
la victoria electoral de Hamas (en enero de 2006) es el resultado que la
estrategia de Sharon buscaba, como diversos observadores perspicaces no han
dejado de subrayar. <BR><BR>6) Hasta el fin de sus días Arafat pudo utilizar lo
que le quedaba de su propio prestigio histórico. Al contrario de lo que
numerosos analistas han afirmado, el encierro (reclusión forzosa) de Arafat por
Sharon durante los últimos meses de su vida no “desacreditó” al dirigente
palestino. En realidad, la popularidad de Arafat estaba históricamente en su
punto más bajo antes de su reclusión; se recuperó tras su “encarcelamiento”.
<BR><BR>De hecho, la dirección de Arafat estuvo siempre directamente alimentada
por la diabolización de que era objeto por parte de Israel. En consecuencia su
popularidad aumentó de nuevo cuando se convirtió en el prisionero de Sharon. Esa
es la razón por la que el candidato de Israel y de los Estados Unidos a la
dirección palestina, Mahmoud Abbas, no era capaz de tomar efectivamente las
riendas mientras Arafat viviera. <BR><BR>Esa es también la razón por la que,
tanto la administración Bush como Sharon no querían dejar a los palestinos
organizar nuevas elecciones, que Arafat no dejaba de reclamar, en el momento en
que su representatividad era puesta en cuestión (por Israel y los Estados
Unidos) de forma hipócrita invocando la necesidad de poner en marcha,
anteriormente, “reformas democráticas” de la AP. La naturaleza misma de los
“demócratas” sostenidos por Washington e Israel –demócratas certificados por ese
calificativo- es encarnada de forma ejemplar por Muhammad Dahlan, el muy
corrupto dirigente de uno de los aparatos de “seguridad” rivales que Arafat
guardaba bajo su control, según el modelo tradicional de los regímenes
autocráticos árabes. <BR><BR>7) La victoria electoral de Hamas constituye una
bofetada sonora para la administración Bush. Es la última ilustración de la
política de aprendiz de brujo llevada a cabo por los Estados Unidos en el Medio
Oriente. Es la estocada final a la retórica demagógica y falsa, de inspiración
neoconservadora, sobre llevar la “democratización” del “Gran Medio Oriente”. Es
ciertamente demasiado pronto para hacer predicciones fundadas sobre lo que
ocurrirá sobre el terreno. Sin embargo es posible emitir algunas observaciones y
adelantar algunos pronósticos. <BR><BR>1º. Hamas no tiene motivación social para
colaborar en el marco de la ocupación llevada a cabo por Israel, al menos nada
comparable a la del aparato de la AP originario de la OLP. El movimiento
integrista islámico se encuentra actualmente en un cierto desconcierto bajo el
efecto de su victoria: Habría ciertamente preferido la posición mucho más
confortable de ser la principal fuerza de oposición parlamentaria a la AP. A
partir de ahí, hace falta mucho autoengaño y votos piadosos para creer que Hamas
se adaptará a las condiciones dictadas por los Estados Unidos e Israel. Una
colaboración es tanto menos probable debido al hecho de que el gobierno israelí,
bajo la dirección del nuevo partido Kadima, fundado por Sharon, continuará su
política, utilizando a fondo el resultado de las elecciones que tanto conviene a
sus planes, haciendo así imposible un compromiso con Hamas. En fín, Hamas debe
hacer frente a un rival que le quiere desbordar: la “Yihad islámica” que ha
boicoteado las elecciones. <BR><BR>2º. A fin de intentar salvar la componente
palestina que es de importancia neurálgica para el conjunto de la política medio
oriental de los Estados Unidos –una política que Washington ha logrado llevar a
una situación desastrosa- la administración Bush va probablemente a tomar en
consideración tres posibilidades: <BR><BR>- La primera consistiría en llevar a
cabo un giro de gran calado en dirección a Hamas, un giro comprado y efectuado
gracias a la mediación de Arabia Saudí. Esto es sin embargo poco probable por
las razones mencionadas más arriba; y el proceso sería tan largo como inciertos
los resultados. <BR><BR>- Una segunda consistiría en estimular tensiones y
oposiciones a Hamas a fin de provocar nuevas elecciones en un futuro no muy
lejano. Esto podría hacerse utilizando la ventaja del amplio poder presidencial
que Arafat se había atribuído y que Mahmoud Abbas ha heredado, obien mediante su
dimisión y que se tuviera que llevar a cabo una elección presidencial. Para que
una operación de este tipo se viera coronada por el éxito, o tuviera algún
sentido, hay que disponer de una personalidad que pueda recuperar una mayoría en
favor de la dirección palestina tradicional. Pero la única personalidad que
dispone de un mínimo de prestigio requerido para un papel así es, hoy, Marwan
Barghouti, que –desde su prisión israelí- ha llevado a cabo una alianza con
Dahlan, de cara a las elecciones. Es ya una posibilidad que Washington ejerza
pronto una presión sobre Israel a fin de que Barghouti sea liberado. <BR><BR>-
Una tercera opción consistiría en poner en pie un “escenario argelino”. Hago
referencia a la interrupción del proceso electoral en Argelia, dictada por la
Junta militar en 1992. Esta opción es ya contemplada según diversos artículos de
la prensa árabe. Según este escenario, el aparato represivo de la AP llevaría a
cabo un ataque contra Hamas, impondría un estado de sitio y establecería una
dictadura militaro-policial. Evidentemente, una combinación de los dos últimos
escenarios es también posible, retrasando en el tiempo la represión contra
Hamas, hasta que las condiciones políticas existentes sean más propicias a la
última opción. <BR><BR>Toda tentativa de los Estados Unidos y de la Unión
Europea (UE) de someter por el hambre a los palestinos interrumpiendo la ayuda
económica que conceden conduciría a un desastre tanto en el plano humanitario
como en el plano político. Hay que oponerse a ello de la forma más
enérgica.<BR><BR>La gestión catastrófica de la política de los Estados Unidos,
bajo la dirección de Bush, en Medio Oriente –coronando decenios de decisiones
imperiales plenas de miopía y de “torpezas”- no ha dejado de proporcionar todos
estos amargos frutos. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>27 de enero 2006</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Gilbert Achcar, intelectual marxista de origen libanés,
profesor de ciencias políticas en la universidad Paris-VIII. Autor de diversos
libros entre ellos: Le choc des barbaries.Terrorismes et desordre mondial.
(Complexe, París 2002); L’Orient incandescent. Le Moyen-Orient au miroir
marxiste. (Editions Page Deux, Lausanne, 2003). Co-dirigió L`Atlas du Monde
Diplomatique, París 2003. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Notas</U></STRONG><BR><BR>1. Ver mi libro Le Choc
des barbaries, 10/18, 2004.<BR>2. Id.<BR>3. Ariel Sharon penetró en la explanada
de las Mezquitas en Jerusalén, con el objetivo de afirmar su posesión por el
estado de Israel.
<HR>
<STRONG><FONT color=#000080>La información contenida en el boletín es de fuentes
propias, sitios web, medios periodísticos, redes alternativas, movimientos
sociales y organizaciones políticas de izquierda. Los artículos firmados no
comprometen la posición editorial de Correspondencia de Prensa. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><FONT
color=#000080>germain@chasque.net</FONT></STRONG></A>
<HR>
<BR><BR><BR></FONT></DIV></BODY></HTML>