<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.2600.0" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - Nº - Febrero - 2006 - Redacción:
</FONT></FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Haití</FONT></STRONG></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Contradicciones del lejano y del
cercano Norte</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Para las cancillerías de Brasil y Chile, las
elecciones del martes fueron un factor clave de la ecuación que busca superar la
crisis haitiana. La participación de esos dos países en el anillo de legitimidad
colocado alrededor de los comicios, se suma al rol protagónico de sus fuerzas
armadas en la Misión de Paz de las Naciones Unidas en Haití. Criticada como
funcional a Estados Unidos o defendida como una oportunidad para el
multilateralismo, la MINUSTAH abre la posibilidad de un debate sobre el alcance
y las limitaciones de las potencias regionales.<BR><BR>Roberto López
Belloso</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Semanario Brecha</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Montevideo, 10-206</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.brecha.com.uy/"><STRONG>http://www.brecha.com.uy/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Los primeros resultados de las elecciones presidenciales y
legislativas de Haití dan como ganador a René Preval, aunque persistía la duda
sobre si será necesario realizar una segunda vuelta el 19 de marzo. Considerado
por sus rivales como un continuador de las políticas del derrocado presidente
Jean-Bertrand Aristide, esa cercanía con el controvertido líder de Lavalas puede
haber sido el secreto de su buena votación. Sin embargo Preval, que ya fue
primer ministro y que adquirió notoriedad como opositor a la dictadura de Jean
Claude Duvalier en los tempranos años ochenta, dice no querer ser identificado
con nadie más que consigo mismo. Si se confirman los resultados, este
experimentado político de 63 años deberá gobernar el país más pobre de América,
donde la crisis social se une a la polarización política. La expectativa de que
su elección permita comenzar a resolver al menos el problema de la polarización,
se reflejaba el miércoles en las declaraciones de satisfacción emitidas por las
cancillerías de Brasil y de Chile. En toda elección que se realiza en contextos
críticos, sobre todo si se registran hechos aislados de violencia como ocurrió
en Haití, las declaraciones de actores internacionales de primer orden son un
factor importante de legitimación de los resultados. En ese sentido, la
actuación de Brasilia y Santiago de Chile parece haber estado ligada al
convencimiento de que estas elecciones ayudarán al éxito de la MINUSTAH, y a la
intención de hacer notar que si se pudo votar fue gracias a la presencia de esa
misión. “Para Chile esta es una jornada donde comienzan a verse los frutos de un
trabajo intenso”, fue el mensaje del comunicado del servicio exterior
trasandino. Que el núcleo del contingente de cascos azules esté formado por
ejércitos de países que tienen gobiernos de centroizquierda, en especial Brasil
y Chile, y que el origen de la crisis haitiana sea el derrocamiento de un
presidente constitucional por parte de Estados Unidos, son dos elementos que,
combinados, vuelven polémica una misión que dice tener el objetivo de generar un
contexto de seguridad para que Haití “retorne al camino de la democracia”. Por
un lado el éxito de la MINUSTAH podría disimular los efectos de lo que muchos
consideran que fue una intervención más de Estados Unidos en los asuntos
internos haitianos, y por esa razón sus críticos consideran que los cascos
azules resultan funcionales a Washington. Pero por otra parte, quienes defienden
el rol protagónico de los militares brasileños en la misión aseguran que ese
mismo éxito podría servir para fortalecer los esfuerzos que Brasil y otras
potencias medianas (como India y Sudáfrica) vienen realizando para modificar el
actual orden internacional unipolar.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>EL PECADO ORIGINAL</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Más allá de las causas profundas y del encadenamiento de
circunstancias que llevaron a la crisis de gobernabilidad de la mitad más pobre
de la isla La Española, es inocultable que las tropas de paz están en Haití para
zurcir las heridas que quedaron luego de la intervención estadounidense que
derrocó al presidente constitucional Bertrand Aristide en febrero de 2004. En el
mejor de los casos la MINUSTAH logrará generar condiciones de estabilidad que
permitan ir hacia la reorganización política del país o, en la que podría ser la
peor de las hipótesis, habrán colocado un amortiguador de responsabilidades que
dificulte vincular los problemas actuales con la intervención de Estados Unidos
ocurrida hace dos años. Un punto de partida tan cargado de connotaciones para el
debate de la política latinoamericana que puede hacer olvidar, por ejemplo, que
las situaciones en las que se necesita la presencia de cascos azules son, por
regla, situaciones creadas por la acción directa o indirecta de poderes internos
o externos que actuaron agrediendo a los sectores más vulnerables.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el análisis del caso haitiano, y en el debate que
genera dentro de los países que participan de la fuerza de paz, esta zona de
complejidad inicial está condimentada por un elemento en apariencia paradójico:
el país que lidera la MINUSTAH es Brasil. Un actor de la escena internacional
que ha jugado las cartas más fuertes del multilateralismo en los últimos años,
aliado de otras potencias regionales como Sudáfrica e India. Una tríada incómoda
para el poder unilateral de Estados Unidos, ya que Brasil emerge como el líder
real de una América del Sur que ha virado a la centroizquierda, la Sudáfrica
mandelista es el contrapeso africano a otros actores menos comprometidos con las
“buenas causas”, como la polémica Nigeria, en tanto que India es el antagonista
histórico del principal aliado de los estadounidenses en esa región luego del 11
de setiembre (Pakistán). En cierta medida parecería que uno de los tres países
que han dado la mayor batalla para que el Sur tenga asientos permanentes en el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y cuya alianza con India y
Sudáfrica es un referente esencial cuando se habla de multilateralismo, está
siendo funcional, en el caso de Haití, a los intereses del poder hegemónico. A
menos que las apariencias engañen.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>LIDERAZGO REGIONAL</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Aunque las declaraciones de la secretaria de Estado de
Estados Unidos, Condoleezza Rice, califiquen como “un avance importante” tener
en Haití una misión de la ONU “encabezada por un líder regional como Brasil, y
además contar con la participación de varios países de la región”, a nadie
escapa que en Washington se está mirando con mayor interés que en otros casos el
desempeño brasileño en esta misión. Es que como dijo el canciller del gobierno
de Lula, Celso Amorim, “no es posible declararse en favor del multilateralismo y
no actuar en ese marco cuando la oportunidad se presenta”. ¿Qué ocurre si la
situación de Haití desemboca en un resultado positivo? Será una ocasión de
comprobar que los llamados “líderes regionales” pueden hacerse cargo de crisis
muy complejas sin necesidad de participación de los poderes globales. Si por el
contrario fracasa, la conclusión no será necesariamente la opuesta, ya que todo
dependerá del grado del fracaso. Si se trata de un fracaso ordenado, en el que
se cumplen algunos objetivos mínimos –como las elecciones del martes– y luego se
produce una salida gradual de las tropas de paz, al menos se habrá demostrado
que Brasil estuvo en condiciones de conducir una fuerza de paz con un importante
componente subregional.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si se analiza el peso real de Brasil en América del Sur,
y se lo compara con el de otras potencias regionales de otras partes del mundo,
se comprueba fácilmente que no hay rivalidad posible en esta zona del mapa, a
menos que se eleve la mirada hacia México (un actor complejo, que no
necesariamente debe ser visto como un seguidor incondicional de todas las pautas
que dicte Estados Unidos en política exterior). Pero si la mirada se queda en el
sur, el clásico Argentina versus Brasil es apenas una cuestión de balompié.
Brasil tiene el 49 por ciento de la población sudamericana, genera la mitad del
producto bruto y tiene un gasto militar igual al del resto de los países
sudamericanos sumados. En los mismos rubros, Argentina debe conformarse con un
11 por ciento, tanto de la población como del producto bruto, y con un 7 por
ciento del gasto militar. La relación es casi tan aplastante como la que tiene
India con Pakistán. En el África subsahariana, sin embargo, la oposición entre
Sudáfrica y Nigeria es mucho más equilibrada. Los sudafricanos son superados en
población (21 por ciento sobre 7) pero compensan con un mayor producto bruto (35
por ciento sobre 14). Así las cosas, si alguien se fortalece de un éxito en
Haití será Brasil mucho más que Argentina o Chile, y si alguien puede llevar la
región a la cancha grande del multilateralismo, también será Brasil.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>APOYO Y OPOSICIÓN</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Las particularidades de la forma en que Brasil está
encabezando la misión de paz en Haití no sólo se registran en términos de
paradojas geopolíticas, sino también en el modo en que se lleva adelante el
trabajo en el terreno. Uno de los hechos que pueden parecer más novedosos es el
rol que están teniendo las organizaciones no gubernamentales brasileñas. Viva
Rio, una de las más prestigiosas asociaciones civiles del país del cercano
norte, está involucrada en la campaña de desarme que se está llevando adelante
en los barrios más peligrosos de Puerto Príncipe, capital haitiana. Esta
organización, que aprovecha una experiencia ganada en las favelas de Rio de
Janeiro, se ha convertido en un importante factor de legitimidad de la misión de
paz brasileña ante una parte de la opinión pública de centroizquierda en ese
país. Uno de los referentes de Viva Rio, Rubem Cesar Fernandes, dijo en
diciembre que “el batallón brasileño logró pacificar Bel Air, barrio en guerra
del centro de Puerto Príncipe, haciéndolo con firmeza pero también con
inteligencia y respeto a la población local”. Dijo categóricamente haber sido
testigo directo de esa realidad durante un trabajo de campo en el que visitó el
lugar varias veces “conversando con agentes comunitarios y habitantes, viendo
que la gente reconocía el buen desempeño” de los cascos azules. En su opinión,
la acción que ha venido llevando adelante la MINUSTAH es raramente buena en el
contexto de las misiones de paz.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No todo son elogios dentro de Brasil. La voz más crítica
es la del diputado del Partido de los Trabajadores Iván Valente, el mismo que
recientemente afirmara que el mandatario venezolano, Hugo Chávez, había
desplazado al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva como referente de
la izquierda regional. Ya en el momento inicial de la misión de paz Valente hizo
declaraciones contrarias al envío de efectivos, y en enero de 2005 volvió a
reclamar la salida de Brasil de un país caribeño al que calificó de “pantano”
para los cascos azules.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pese a esta oposición, el gobierno brasileño está
dispuesto a jugar todo su prestigio en el éxito de esta misión. La medida para
el éxito, bien lo sabe el país del cercano norte, está en el grado de
cumplimiento de sus objetivos iniciales. Celso Amorim los resumió “en tres
pilares interdependientes e igualmente importantes: el mantenimiento del orden y
la seguridad; el aliento al diálogo político con miras a la reconciliación
nacional; y la promoción del desarrollo económico y social”. Por eso señaló que
se deben conjugar los proyectos de impacto inmediato, “que devuelvan la
esperanza a los pobres y desocupados”, con la asistencia a las instituciones
haitianas para planificar una estrategia de largo plazo.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>DESDE ARGENTINA</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Una de las voces que se han levantado en contra de la
participación argentina en Haití es la del académico Juan Gabriel Tokatlián. En
un artículo publicado en junio de 2004 en el diario Página 12, el especialista
dio diez argumentos para sostener su posición. El noveno está directamente
relacionado con el eje de este artículo. Ante quienes opinan que es primordial
para Argentina operar con Chile y Brasil “en el despliegue conjunto de efectivos
en contextos de crisis en el hemisferio”, Tokatlián hace dos precisiones. Por
una parte, afirma que los motivos que impulsaron la decisión de enviar tropas
fueron distintos en los tres casos. “Brasil, con el aliento de Francia, concibe
la operación militar en Haití como una forma de proyección que legitime su
aspiración de acceder a un asiento permanente en el evento de una reforma del
Consejo de Seguridad de la ONU; Chile, con el respaldo de Canadá, opera más en
términos de persuasión para mostrar su disposición a usar la fuerza en el
hipotético caso de mayores conflictos cercanos, y Argentina, bajo demanda de
Estados Unidos, actúa por presión ante la creciente debilidad interna y
vulnerabilidad externa del país”, asegura. Tras esto se pregunta si este triple
entendimiento es un ensayo previo a lo que podría ocurrir con la participación
de las fuerzas armadas en el combate contra el narcotráfico en las favelas de
Rio de Janeiro o es, por ejemplo, el anticipo de una fuerza multilateral que
pueda responder a un pedido de Colombia para asistirla en el combate contra el
terrorismo. En síntesis, si bien opina que “es muy bueno que tres democracias
vecinas como Argentina, Chile y Brasil coordinen mejor alguna parte de sus
respectivas políticas de defensa”, acota que “no es tan claro que los tres
compartan metas ni que sea aconsejable que se conviertan en gendarmes
regionales”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al otro lado de los Andes, la posición oficial chilena
fue resumida el pasado 18 de diciembre por un vocero presidencial, Osvaldo
Puccio. Dijo que estar en Haití es para su país “un compromiso superior con
América Latina, con el sistema internacional”, y agregó que tiene que ver con
los compromisos más profundos de Chile “con el sistema multilateral y con las
Naciones Unidas en especial”. Otra vez esa palabra: multilateralismo. Su sombra
es, precisamente, la que impide que el caso haitiano pueda ser iluminado por la
brillante luz de los lugares comunes.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Características de la crisis</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>• La mitad de la población no accede al agua
potable.<BR>• La desocupación alcanza el 80 por ciento.<BR>• Más de la mitad de
la población está completamente inactiva.<BR>• El 65 por ciento de la población
urbana y el 80 por ciento de la rural vive con menos de un dólar por día.<BR>•
Dos tercios de los haitianos están por debajo de la línea de la pobreza.<BR>• La
esperanza de vida no llega a los 53 años.<BR>• La inseguridad alimentaria afecta
al 40 por ciento de los hogares.<BR>• 65 por ciento de los niños sufren
anemia.<BR>• 17 por ciento de los niños menores de 5 años tienen peso
insuficiente.<BR>• Haití tiene las mayores tasas mundiales de VIH/sida, sin
contar África.<BR>• Situación generalizada de violencia armada, inseguridad y
desprotección de los civiles.<BR>• Violaciones generalizadas de los derechos
humanos.<BR>• Acceso precario a los servicios sociales básicos.<BR>•
Dificultades de la población para acceder y reaprovisionarse de bienes
esenciales.<BR></DIV>
<DIV align=justify>Fuente: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
<HR>
<STRONG><FONT color=#000080>La información contenida en el boletín es de fuentes
propias, sitios web, medios periodísticos, redes alternativas, movimientos
sociales y organizaciones políticas de izquierda. Los artículos firmados no
comprometen la posición editorial de Correspondencia de Prensa. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><FONT
color=#000080>germain@chasque.net</FONT></STRONG></A>
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>