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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - Nº 9348 - Febrero 12 - 2006 -
Redacción: </FONT></FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Islam y resistencia
anticolonial</FONT></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify></FONT><FONT face=Arial><STRONG>Caricaturas
teológico-políticas<BR><BR>John Brown</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Viento
Sur</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://www.nodo50.org/viento_sur/"><STRONG>http://www.nodo50.org/viento_sur/</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
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<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><EM>“¿Acaso os habéis preguntado por qué no es Suecia el país
que hemos atacado?”. <BR>Osama Ben Laden, Mensaje al pueblo americano
/1.</EM><BR><BR>Es difícil sentir la más mínima solidaridad con las turbas
religiosas que reclaman censura y hasta la pena de muerte contra los blasfemos
que han publicado caricaturas del Profeta. La libertad de expresión es algo
sagrado y en una democracia, un régimen cuyo único fundamento en teoría es la
autónoma acción constitutiva de los hombres, debe ampararse la blasfemia y la
propaganda atea del mismo modo que la expresión religiosa lícita. Un Estado
laico nada debe temer de la blasfemia ni del ateismo, pues sus fundamentos no
son teológicos. Por ello mismo, la tolerancia hacia los actos lícitos de los
diversos cultos religiosos no debe ser distinta de la que debe amparar otras
opiniones, en particular las contrarias a la religión o a una forma de religión
en particular. Ninguna religión merece protección contra lo que considere ella
misma como una blasfemia: la blasfemia, a diferencia del delito es una falta de
ámbito estrictamente privado y cuya definición obedece a criterios internos a
cada confesión. Si la blasfemia se incluyera en el ordenamiento jurídico, se
estaría con ello otorgando competencia legislativa en materia penal a una
instancia privada como es una confesión religiosa. Si todas las confesiones
religiosas tuvieran esta potestad, la lógica interna de la persecución de la
blasfemia conduciría a la prohibición de todo culto religioso. Y es que cada una
de las religiones constituye por sí misma la más espantosa blasfemia contra las
demás. ¿Acaso no resulta blasfemo rendir a Dios cultos idólatras o inmorales o
profesar sobre El opiniones heterodoxas? Considerar, como hace el Talmud, que
Cristo es un falso Mesías hijo de la peluquera Miriam y del legionario romano
que lleva el curioso nombre de Panthera, o, como afirma el cristianismo desde
hace siglos, que los judíos son deicidas o que el Profeta del Islam es un falso
profeta son constantes y necesarios actos blasfemos de una religión contra otra.
¿Acaso puede aceptar una religión que cree basarse en la verdad revelada que
otras pretendan lo mismo sin considerarlas blasfemas?<BR><BR>Sentado este
principio, los acontecimientos que se han venido desarrollando a partir de la
publicación por el diario danés Jylland Posten de una serie de caricaturas del
Profeta del Islam, se inscriben en un marco histórico que las hace
particularmente odiosas, a ellas y al conjunto de reacciones que han amplificado
su eco, por motivos estrictamente políticos. En primer lugar, vale la pena
fijarse en la caricatura que ha tenido más publicidad: la del Profeta tocado de
un turbante que culmina en la mecha de una bomba. Por mucho que insistan los
musulmanes o los expertos occidentales en integrismo en que aquí el problema
radica en que el Islam prohibe la representación del Profeta (en realidad de su
rostro: las ilustraciones persas y turcas de la Vida de Muhammad lo representan,
pero con el rostro en blanco), lo que está realmente en juego es otra cosa, la
calificación del Islam como religión “terrorista”.<BR><BR>No es de extrañar que
en la Palestina que acaba de elegir triunfalmente a un movimiento islámico de
resistencia incluido en la lista de organizaciones terroristas de la UE, las
reacciones hayan sido particularmente vivas. ¿Acaso no están hartos los
Palestinos de que se los acuse de terrorismo por resistir a un enemigo que desde
hace más de 60 años viene expulsándolos progresivamente de su propio país? El
colmo es que se considere que la violenta y constante resistencia que oponen a
la ocupación de su país tiene que ver con una particular idiosincrasia religiosa
sin la cual caracería de motivo. El Islam es hoy, entre otras muchas cosas, una
expresión política de un movimiento anticolonial cuyas manifestaciones laicas
han fracasado. La operación ideológica y política en que se inscriben las
caricaturas de Mahoma y la consiguiente agitación de los sectores interesados en
promover una “guerra de civilizaciones” tiene como principal resultado una
radical despolitización de las resistencias árabes e islámicas, la reducción de
los motivos y objetivos enteramente políticos de su acción a una obcecación
ideológica con derivaciones violentas.<BR><BR>Es conocida la anécdota de
Alejandro y el pirata que relata San Agustín en la Ciudad de Dios: “/Con tanto
donaire como verdad respondió un pirata apresado a Alejandro Magno. Preguntado
este hombre por el mismo rey, si le parecía bien tener el mar infestado con sus
piraterías, el pirata le consultó con insolente contumacia: “Lo mismo que te
parece a tí tener infestado el orbe: sólo que yo porque pirateo con un pequeño
bajel, me llaman ladrón y a tí, que con una armada imponente pirateas, te
aclaman Emperador.” El resistente que carece de tanques y aviones es un pirata o
en términos más actuales, un “terrorista” por utilizar medios mucho más
limitados que quien lo oprime. No hay ninguna otra diferencia entre ambos, salvo
la legitimidad que da la fuerza. Dando la vuelta a la famosa definición
weberiana del Estado como monopolio de la fuerza legítima, puede afirmarse que
lo que hace legítima la fuerza es el propio monopolio...que lo que hace de
Alejandro un Emperador es el monopolio efectivo de la fuerza o de la piratería.
Esta curiosa idea que para San Agustín resultaría aberrante, pues la legitimidad
del poder se basa según él en la justicia, se ha convertido en una verdad de
sentido común en nuestra época que confunde el monopolio de la fuerza con la paz
y ve en esta paz un bien absoluto. De ahí que la resistencia, que no reconoce la
bondad de esa paz quede excluida del consenso universal. Su inspiración no puede
ser de este mundo: el resistente, denominado “terrorista” sólo lo es como
consecuencia de una afiliación religiosa fanática, no porque reaccione de manera
bastante comprensible a la ocupación y destrucción de su país y de sus gentes.
Como siempre en toda operación ideológica el efecto se hace pasar por la causa:
la carencia material de una resistencia que debe recurrir a medios primitivos
como el cinturón de explosivos para vencer el monopolio de la violencia se
convierte en “terrorismo” y este se considera exclusivamente explicable mediante
una etiología religiosa. Pero el terrorismo es el otro nombre de la escasez de
recursos militares y el fanatismo expresa la liquidación del espacio público en
que los problemas políticos pueden dirimirse políticamente /2.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Observaba Osama Ben Laden en una de sus cartas encíclicas
posteriores al 11 de septiembre que nadie se preguntaba por qué no habían
atacado los militantes islámicos a Suecia sino a los Estados Unidos. Con la
misma falsa ingenuidad cabe preguntarse por qué los militantes de las facciones
armadas palestinas atacan a Israel y no a Mónaco o a Noruega. El furor musulmán
ante la blasfemia sería mucho más limitado y sólo afectaría a cuatro beatos con
callo de la oración en la frente, si no tuviera como telón de fondo la agresión
permanente de las potencias occidentales contra las zonas del mundo árabe y
musulmán que no aceptan la subordinación neocolonial. Ante la evidencia de esta
agresión resulta cínico condenar las distintas respuestas como manifestaciones
más o menos violentas de fanatismo religioso. Aún lo es más hacerlo desde la
invocación del principio de libertad de prensa y de expresión contrapuesto al
fanatismo. Sería mucho más digno de crédito el recurso a este principio si la
misma prensa que ahora lo esgrime tuviera la libertad de contarnos lo que está
ocurriendo en Iraq, o en Palestina o en Guantánamo, en vez de silenciarlo o
distorsionarlo sistemáticamente. Tendría más credibilidad en general la
invocación del derecho si se exigiera su cumplimiento en Iraq o en Palestina y
se condenara a los Estados criminales que con poderosísimos recursos lo violan,
en nombre, por cierto de la misión providencial de Israel o de los Estados
Unidos en la que tanto cree un fanático cristiano como Bush.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo que lleva la paradoja y el cinismo de la actual
política europea y norteamericana a un límite difícimente alcanzable son las
distintas condenas de la blasfemia contra Mahoma procedentes de los principales
autores de la agresión contra Iraq y destacadísmos cómplices del etnocidio
palestino: George W. Bush y Tony Blair. También resulta significativa la
eficacia despolitizadora de toda esta campaña: la gente en Iraq y Palestina se
manifiesta contra los impíos daneses y franceses contribuyendo así a dar pábulo
a esa monstruosa fabulación que es la “guerra de civilizaciones”. Como si
quisieran desmentir la sensatísima observación de Osama Ben Laden que encabeza
nuestro texto.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estas maniobras de diversión no impiden que los objetivos
anticoloniales de la resistencia, expresados en lenguaje islámico o laico,
siguen siendo objetivos políticos. Así la victoria de Hamas, no es
fundamentalmente la de un partido islamista, sino la de un movimiento de
resistencia que no se avergüenza de serlo. Los miembros de la corriente
mayoritaria de Al Fatah siempre se esforzaron por demostrar que no eran
terroristas sino amantes de la paz y lo único que consiguieron fue dejar claro
ante su propio pueblo que habían renunciado a la resistencia, a la lucha por los
derechos legítimos de Palestina reconocidos por el derecho internacional. Lo
terrible de Hamas para Israel y sus aliados no es que hable un lenguaje
religioso, sino que ha desenterrado algo mucho más peligroso aún que es el
lenguaje del derecho internacional. Y está dispuesto a defenderlo, incluso
mediante una violencia cuya legitimidad no se pone en duda en ese propio
derecho. Algo muy distinto del régimen de Al Fatah que acertadamente comparara
Edward Said con el gobierno colaboracionista de Vichy y que desde el primer
momento fue aceptado por los israelíes a cambio de que pusiera orden en los
territorios ocupados y terminara con la primera Intifada.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Frente a la situación de Palestina y de Iraq, la prensa y
la clase política occidentales pasan por alto “detalles” tales como que existe
el pueblo palestino y tiene derechos sobre su propia tierra (entre ellos el de
resistir a su ocupación); que también existe el pueblo iraquí y ha sido víctima
del más grave crimen que reconoce el derecho internacional, la guerra de
agresión, y también resiste valientemente a la ocupación angloamericana. Lo
único que ven nuestros medios de comunicación y la aplastante mayoría de
nuestros “representantes” es terrorimo y fanatismo religioso, jamás situaciones
de ocupación colonial y resistencia, situaciones de este mundo y no del más allá
marcadas por un antagonismo político. En el mejor de los casos, gobiernos
progresistas como el de Zapatero, proponen un diálogo de civilizaciones para
calmar los ánimos, sin pensar que lo que nos acercaría a una situación más
pacífica sería que se aplicase el derecho internacional en Iraq y
Palestina.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para gozar pacíficamente de la libertad de opinión y de
expresión que hoy predican nuestros modernos filisteos de la prensa y de las
clases políticas occidentales, no sólo es necesario que esta se reconozca
legalmente, también es necesario que se den una serie de condiciones políticas:
en primer lugar que esta libertad no se utilice en el marco de una guerra contra
los movimientos de resistencia a las nuevas formas de colonialismo. La lucha por
la libertad de expresión no debe estar fundamentalmente dirigida contra el
fundamentalismo religioso, sino contra las situaciones de injusticia y de
opresión que a través de él se expresan. Tomar por enemigo de la libertad al
islamismo olvidando que lo que la amenaza aquí, en Bagdad y en Ramallah es la
agresión imperial es algo tan estúpido como el reflejo especular consistente en
que los musulmanes iraquíes y palestinos consideren que el enemigo es la
Dinamarca blasfema e incluso encuentren algún bálsamo a su desolación religiosa
en las palabras de consuelo y solidaridad de Bush y de Blair.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Notas</U></STRONG><BR><BR>1. Citado en el, por lo
demás sumamente esclarecedor, libro de François Burgat, /L’Islamisme à l’heure
d’Al Qaida/, La Découverte, París, 2005<BR>2. Quienes profesan esta lógica,
desgraciadamente mayoritaria en los medios de comunicación y entre nuestros
“representantes” políticos deben considerar que los Tigres de Liberación del
Eelam Tamul (marxistas de cultura hindú), que inventaron el cinturón de
explosivos o el propio héroe de Cascorro eran “integristas” musulmanes.
<HR>
<STRONG><FONT color=#000080>La información contenida en el boletín es de fuentes
propias, sitios web, medios periodísticos, redes alternativas, movimientos
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comprometen la posición editorial de Correspondencia de Prensa. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></STRONG><A
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color=#000080>germain@chasque.net</FONT></STRONG></A>
<HR>
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