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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - Nº 9354 - Febrero 16 - 2006 -
Redacción: </FONT></FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Irak</FONT></STRONG></FONT></DIV><FONT
face=Arial></FONT>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial><STRONG>Después de esta guerra
</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Howard Zinn</FONT></STRONG> </DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>La Jiribilla</STRONG></DIV>
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href="http://www.lajiribilla.co.cu/"><STRONG>http://www.lajiribilla.co.cu/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>En portugués</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Resistir info</STRONG></DIV>
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href="http://resistir.info/"><STRONG>http://resistir.info/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>La guerra contra Irak, el asalto a sus gentes, la ocupación
de sus ciudades llegará a un final más temprano o más tarde. El proceso ha
empezado ya. Los primeros signos de rebelión están apareciendo en el Congreso.
Los primeros editoriales pidiendo la retirada de Irak han empezado a surgir en
la prensa. El movimiento contra la guerra ha ido creciendo, despacio pero sin
pausa, por todo el país. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Las encuestas de opinión pública muestran ahora un país
tajantemente en contra de la guerra y de la Administración Bush. Las duras
realidades se han hecho visibles. Las tropas tendrán que volver a casa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y mientras trabajamos con una determinación creciente
para que esto ocurra, ¿no deberíamos pensar más allá de esta guerra? </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>¿No deberíamos empezar a pensar, incluso antes de que esta
vergonzosa guerra acabe, en acabar con nuestra adicción a la violencia masiva y
utilizar la enorme riqueza de nuestro país para las necesidades humanas? Quiero
decir, ¿no deberíamos empezar a hablar de acabar la guerra, no solo esta guerra
u otra cualquiera, sino la guerra en sí misma? Quizás ha llegado el momento de
acabar con las guerras y llevar a la humanidad por una vía saludable y
reconfortante.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un grupo de figuras conocidas internacionalmente y
aclamadas tanto por su talento como por su dedicación a los derechos humanos
como Gino Strada, Paul Farmer, Kart Vonnegut, Nadine Gordimer, Eduardo Galeano y
otros están a punto de lanzar una campaña a nivel mundial para reclutar a
millones de personas en un movimiento de renuncia a las guerras, con la
esperanza de alcanzar un punto en el que los gobiernos, enfrentados a una
resistencia popular, encontrarán difícil si no imposible hacer la guerra. Puede
ser que haya llegado la hora de poner en práctica esta idea.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay un argumento persistente contra esta posibilidad que
he estado oyendo de personas que vienen de todos los sectores del espectro
político: nunca podremos suprimir la guerra porque está en la naturaleza del
hombre. La respuesta más convincente a este argumento está en la historia: Nunca
hemos encontrado gente que espontáneamente se haya lanzado a la guerra contra
otros. Lo que sí nos encontramos es con que los gobiernos deben hacer un
esfuerzo tremendo para movilizar a los ciudadanos para que vayan a la guerra.
Deben atraer a los soldados con promesas de dinero y educación; deben ofrecer a
la gente joven, cuyas posibilidades en la vida son muy escasas, una oportunidad
para alcanzar respeto y estatus. Y si estos incentivos no funcionan, el gobierno
debe usar la coacción, tienen que reclutar gente joven, forzarlos a que cumplan
el servicio militar y amenazarles con la cárcel si no obedecen.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Además el gobierno tiene que persuadir a la gente joven y
a sus familias de que aunque el soldado puede morir, aunque puede perder los
brazos y las piernas o quedarse ciego, todo es por una noble causa, por Dios,
por la patria. Si analizamos la interminable serie de guerras de este siglo no
encontraremos a la gente exigiendo la guerra sino mas bien resistiéndose a ella
hasta que se les bombardea con exhortaciones que apelan no a un instinto asesino
sino a un deseo de hacer algo bueno como extender la democracia y la libertad o
derrocar a un tirano.<BR><BR>Woodrow Wilson se encontró con una ciudadanía tan
reacia a meterse en el matadero de la primera guerra mundial que en su campaña
presidencial de 1916 prometió no entrar en ella: “Existe una nación que tiene la
dignidad de no luchar”. Pero una vez elegido, pidió y recibió del Congreso la
declaración de guerra. La arremetida de lemas patrióticos empezó, se aprobaron
leyes para encarcelar a los disidentes y los Estados Unidos se unieron a la
matanza que estaba ocurriendo en Europa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En la segunda guerra mundial había sin duda un imperativo
moral que todavía resuena entre la mayoría en este país y que mantiene la
reputación de que la segunda guerra mundial era “una guerra buena”. Había una
necesidad de derrotar al monstruoso fascismo. Y esta fue la creencia que me hizo
enrolarme en las Fuerzas Aéreas y volar en misiones de bombardeo en
Europa.<BR>Me empecé a cuestionar el decoro de la moralidad de la cruzada cuando
la guerra ya había acabado. Arrojando bombas desde una altura de cinco millas no
veía seres humanos, no oía gritos, no veía a los niños destrozados. Pero ahora
tenía que pensar sobre Hiroshima y Nagasaki, las bombas incendiarias de Tokio y
Dresde, la muerte de 600 000 civiles en Japón y un número similar en
Alemania.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Llegué a una conclusión sobre mi propia psicología y la
de otros combatientes: Una vez que habíamos decidido que nuestro lado era el
lado bueno y el contrario el malvado; una vez que habíamos hecho ese cálculo tan
sencillo y simplista no tuvimos que pensar en nada más. Podíamos cometer los
crímenes más innobles ya que todo estaba bien.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Empecé a pensar acerca de los motivos de las potencias
occidentales y de la Rusia stalinista y me preguntaba si lo que les importaba
era el fascismo o mantener sus propios imperios, su propio poder, y si esa era
la razón por la cual sus prioridades militares eran tan sublimes que no podían
bombardear las vías del tren que llevaban a Auschwitz. De los seis millones de
judíos asesinados en los campos de exterminio (¿dejados asesinar?), sólo 60.000
se salvaron por la guerra, un uno por ciento. Un artillero de otra tripulación,
profesor de historia con el que había entablado amistad me dijo un día: “Sabes,
esta es una guerra imperialista. Los fascistas son malvados pero nuestro bando
no es mucho mejor”. No pude aceptar la idea entonces pero se me quedó
grabada.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La guerra es indudable que crea de manera insidiosa una
moral común para todos los bandos. Envenena a todo el que se compromete con ella
por muy distintos sean unos de otros; les convierte en asesinos y torturadores
como vemos en la actualidad. Simula preocupación por derribar tiranos, y de
hecho puede hacerlo, pero la gente que mata son las víctimas de esos tiranos. Da
la impresión de limpiar el mundo de malvados pero esta impresión no perdura
porque su propia naturaleza engendra más maldad. Concluí que la guerra, como
toda clase de violencia, es una droga. Provoca una euforia rápida, la emoción de
la victoria, pero se pasa pronto y entonces se convierte en desesperación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Todo lo que podamos decir sobre la segunda guerra mundial
para entender su complejidad, la situación que la siguió, Corea, Vietnam, estaba
tan lejos de la clase de amenaza que Alemania y Japón habían supuesto para el
mundo que esas guerras sólo podían justificarse mediante el uso del reclamo de
“una guerra buena”. Una histeria contra el comunismo nos llevo al macartismo en
casa y a las intervenciones en Asia e Hispanoamérica – de manera abierta o
encubierta- justificadas por “ la amenaza soviética”, exagerada lo suficiente
para movilizar a la gente a la guerra.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Vietnam, sin embargo, demostró ser una experiencia
aleccionadora en la que la opinión pública estadounidense, durante un periodo de
varios años, empezó a comprender a través de las mentiras que le habían contado
para justificar todo aquel derramamiento de sangre. Los Estados Unidos fueron
obligados a retirarse de Vietnam y el mundo no se acabó. La mitad de un pequeño
país en el sureste de Asia ahora se había unido a su otra mitad comunista y
58.000 vidas estadounidenses y millones de vietnamitas se habían desperdiciado
para evitarlo. La mayoría de los estadounidenses habían llegado a oponerse a la
guerra en lo que constituyó el mayor movimiento antibélico en la historia de la
nación. Cuando la guerra de Vietnam acabó, la gente odiaba la guerra. Creo que
el pueblo estadounidense, una vez que se había levantado la niebla de la
propaganda, regresó a una situación más normal. Las encuestas de opinión pública
mostraban que la gente en Estados Unidos se oponía a enviar tropas a cualquier
parte del mundo por motivo alguno. Las clases dirigentes estaban alarmadas. El
gobierno se propuso deliberadamente superar lo que se había llamado “el síndrome
de Vietnam”. La oposición a la intervención de las tropas fuera del país era una
enfermedad que tenía que ser curada. Por lo cual debían alejar al público
estadounidense de su insana actitud manteniendo bajo estrecho control la
información, evitando el reclutamiento, y metiéndose en guerras cortas y rápidas
contra oponentes débiles (Granada, Panamá, Irak) para no dar tiempo a que la
gente pusiera en marcha un movimiento antibélico.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Yo diría que el final de la guerra de Vietnam permitió al
pueblo de Estados Unidos sacudirse el síndrome de guerra, una enfermedad no
natural para el cuerpo humano. Pero podían contagiarse una vez más y el 11 de
septiembre le dio al gobierno esa oportunidad. El terrorismo se convirtió en la
excusa para la guerra. El terrorismo sigue siendo un fenómeno que aterroriza al
mundo entero. Pero la guerra no puede parar el terrorismo porque la guerra en sí
misma es terrorismo, reproduciendo el odio y la rabia como estamos viendo
actualmente. La guerra es una excusa para no llegar a las raíces del terrorismo
y Estados Unidos se está aprovechando de esto porque ocuparse de las causasen
lugar de los síntomas requeriría un cambio radical en su política.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La guerra en Irak ha sacado a la luz la hipocresía de “la
guerra contra el terrorismo”. No creo que nuestro gobierno sea capaz de hacer
una vez más lo que hizo después de la guerra de Vietnam: preparar a la población
para hundirse otra vez en la violencia y la infamia. Me parece que cuando la
guerra de Irak acabe y el síndrome de la guerra se haya curado entonces habrá
una gran oportunidad para que la curación sea permanente. Mi esperanza es que el
recuerdo de la muerte y la deshonra será tan intenso que la gente de Estados
Unidos será capaz de escuchar un mensaje que el resto del mundo, liberado de
guerras sin final, pueda también entender.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Podemos estar al borde del entendimiento a nivel mundial
de que la guerra, definida como una matanza indiscriminada de un gran número de
personas (teniendo en cuenta la posibilidad de intervenciones humanitarias para
prever atrocidades), no puede ser aceptada ya más por ninguna razón, porque la
tecnología de la guerra ha alcanzado un punto donde inevitablemente el 90% de
sus victimas son civiles y muchas de éstas son niños, por lo cual cualquier
guerra, no importa las palabras que se usen para justificarla, es una guerra
contra los niños.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El gobierno de los Estados Unidos, como los gobiernos de
cualquier parte, están siendo denunciados como poco dignos de confianza, es
decir, que no se les puede confiar la seguridad de los seres humanos, o la
seguridad del planeta, o la protección del aire, el agua y las riquezas
naturales, o el acabar con la pobreza, la enfermedad o el alarmante crecimiento
de los desastres naturales que son como una plaga para muchos de los seis mil
millones de habitantes de la tierra.<BR><BR>Es verdad que son los gobiernos los
que tienen el poder, los que monopolizan la riqueza, los que controlan la
información, pero este poder con todo lo abrumador que pueda ser, también es
frágil. Depende de la sumisión y la obediencia de la gente. Cuando esa
obediencia se les retira, las entidades más poderosas, los gobiernos más
armados, las corporaciones más ricas no pueden llevar a cabo sus guerras o sus
negocios. Huelgas, boicots, no cooperación puede convertir en impotente a la más
arrogante de las instituciones.<BR><BR>El gobierno más poderoso de la tierra, el
de Estados Unidos, tuvo que retirarse de Vietnam cuando ya no pudo contar con la
lealtad de sus militares y el apoyo de sus ciudadanos. Hay un poder mayor que
las armas y la riqueza. De vez en cuando, en la historia hemos podido contemplar
el cese de las guerras y el derrocamiento de tiranías. A lo mejor ha llegado el
momento de acabar con las guerras y llevar a la raza humana a un camino de
bienestar y curación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Quiero citar a Einstein quien reaccionó a los intentos de
“humanizar” la guerra diciendo: “la guerra no se puede humanizar, solamente se
puede abolir”. Esta clase de verdades valientes deben reiterarse hasta que se
fijen de manera que no se puedan erradicar de nuestras mentes; hasta que las
palabras se propaguen a otros; hasta que se conviertan en un mantra repetido en
todo el mundo; hasta que el sonido de esas palabras se vuelva ensordecedor;
hasta que silencien el ruido de las pistolas, los misiles y los aviones.
<HR>
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