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<DIV align=center><FONT face=Arial color=#800000 size=4><STRONG><EM>Boletín
informativo - Red solidaria de la izquierda
radical</EM></STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=center><FONT size=4><STRONG><EM><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - Nº 9369 - Febrero 18 - 2006 -
Redacción: </FONT></EM></STRONG></FONT><A
href="mailto:germain@chasque.net"><FONT color=#000080
size=4><STRONG><EM>germain@chasque.net</EM></STRONG></FONT></A></DIV>
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<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial><STRONG>Haití</STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Las elecciones
haitianas: revelaciones de fuentes diplomáticas a Clarín<BR><BR>Historia secreta
del acuerdo que logró salvar a Haití del incendio <BR><BR>Lo negociaron los
chilenos Insulza y Valdez. Hubo presión de Argentina, Brasil y los EE.UU. El
objetivo era remover la oposición del establishment, eliminar el ballottage y
que se proclame a René Preval</FONT></STRONG><BR><BR><STRONG>Pablo Biffi,
enviado especial a Puerto Príncipe</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Clarín, Buenos Aires,
18-2-06</STRONG><BR><BR><BR>El helicótero de Naciones Unidas levantó vuelo en
Puerto Príncipe rumbo al norte. Era el martes pasado y su destino era una finca
de Marmelade en Artibonita, una zona agrícola y la más rica del país. Allí
esperaba el ex presidente, ex premier y candidato más votado en las elecciones
del 7 de febrero, el agrónomo René Preval, de 63 años de edad. Apenas tocó
tierra lo abordó para viajar a la capital. En el aeropuerto Toussiant Loverture
lo esperaban el secretario general de la OEA, el chileno Miguel Insulza y el
jefe de la misión de paz en Haití, su compatriota, Juan Gabriel
Valdés.<BR><BR>En esa reunión que se prolongó por poco más de una hora comenzó a
destrabarse el complicado recuento de votos que, hasta entonces, colocaban a
Preval con el 48,7% frente al 11,7 de Leslie Manigat, quien reclamaba, furioso,
la celebración del ballottage tal como lo establece la ley.<BR><BR>Esa no sería
la única reunión que Insulza y Valdés tendrían ese día, según pudo reconstruir
Clarín en base a fuentes diplomáticas: también se encontraron con Manigat para
buscar una fórmula que evitara la segunda vuelta. El argumento era muy sencillo:
Preval estaba a menos de un punto y medio de superar la barrera de 50% y la
diferencia entre ambos era de 37 puntos. Demasiado para que la incertidumbre se
extendiera por semanas. Un muerto en las calles y las masivas movilizaciones a
favor de Preval hacían temer lo peor a la comunidad internacional, en un país en
donde las diferencias políticas se escriben con sangre.<BR><BR>En esas
reuniones, Preval se mostró dispuesto a llamar a la calma a su gente e introdujo
una fórmula para destrabar la crisis: que los votos nulos y en blanco, alrededor
del 5%, no se contaran, con lo cual podría superar la barrera de la mitad más
uno. <BR><BR>Manigat, en tanto, estaba colérico. Rechazó el plan y esgrimía una
razón de peso: había que respetar la ley electoral y los resultados, algo por lo
que luchó la comunidad internacional en un país en el que sólo en 1994, cuando
fue electo Jean Bertrand Aristide por primera vez, se celebraron elecciones
limpias.<BR><BR>Por cierto su actitud no era por pureza institucional. Sino por
intereses concretos. Manigat contaba con el apoyo de los empresarios e,
indirectamente, de Francia —país con gran influencia como ex potencia colonial—
que tiene un histórico encono con Preval y todo lo que huela a
Aristide.<BR><BR>Fuentes diplomáticas confiaron a Clarín que Insulza y Valdés
advirtieron que no podrían contar con Manigat para un acuerdo político o para
lograr que se "bajara" del ballottage, apoyado en su posición por el "Grupo de
los 184", empresarios y organizaciones sociales clave en la caída de Aristide. Y
por el G-9, un acuerdo de candidatos ligados al establishment que se prometieron
apoyo recíproco en un ballottage y hacer todo lo posible para evitar el triunfo
de Preval, a quien acusan de estar ligado al Partido Lavalas, la organización
del ex cura de los pobres y por lo tanto no confiable para sus intereses. De
hecho, Preval sucedió a Aristide en 1996 y fue primer ministro durante su
presidencia.<BR><BR>La presión internacional, entonces, confiaron las fuentes,
debía ir al Consejo Electoral, el único organismo que podía tomar una decisión
política, pero apoyado de alguna manera en la "legalidad". Allí, vino otra
batalla.<BR><BR>El Consejo está formado por nueve miembros y un director
general. Lo integran "independientes", representantes de lo que en Haití llaman
la "sociedad civil" —lease los empresarios y el establishment— y ningún
partidario del Partido Lavalas de Aristide. Este Consejo ya había retrasado
cuatro veces las elecciones alegando falta de seguridad. En realidad —dijo a
Clarín una fuente diplomática— el Consejo estaba haciendo todo lo posible para
evitar las elecciones, dado que el triunfo de Preval parecía inevitable. Y la
rica aristocracia haitiana no estaba dispuesta a "soportar" a un aliado de
Aristide sentado en el blanco y señorial palacio presidencial, construído en
1914.<BR><BR>Cuando el gobierno de Boniface Alexandre y el premier Gerard
Latortue advirtieron que la presión internacional iba en serio, el Consejo
despejó el camino a las elecciones. Igual ocurrió con el recuento de votos. El
martes el gobierno le hizo saber al Consejo que el jueves quería anunciar el
ganador, es decir Preval, y que buscaran la fórmula para hacerlo en el marco de
la "legalidad". <BR><BR>Las discusiones en el organismo fueron salvajes. "En una
reunión, un miembro le dijo al otro: "¿Sabés?, anoche soñé que una bala entraba
en tu cabeza", contó a Clarín un miembro de la misión de la ONU presente en el
encuentro. Presionados por el gobierno, por Insulza, Valdés, y la comunidad
internacional —en particular Brasil, con perfil más bajo que Argentina y, con
más bajo aún, los EE.UU-.-, el Consejo tomó una decisión. Y recurrió a lo que
llaman el "sistema belga": los votos blancos y nulos se cuentan, pero se
distribuyen proporcionalmente entre todos los candidatos. Así, del 48,7% que
tenía sin contar esos sufragios, Preval pasó a tener el 51,15%, suficiente para
evitar el ballotage.<BR><BR>Esa decisión se tomó el miércoles, mientras Valdés e
Insulsa volvían a reunirse con Preval y Manigat, por separado. En ese encuentro,
Manigat dejó abierta una puerta: si el Consejo terminaba de contar los votos y
daba las cifras finales, "yo analizaré el escenario", les dijo.<BR><BR>En verdad
—aseguran aquí— Manigat no contaba con la variante belga y esperaba que Preval
no llegara al 50%. "En Haití, la foto es importante. Y Manigat quería aparecer
como el hombre que hace un renunciamiento en favor de la democracia, bajándose
del ballottage pero negociando algo a cambio. La variante belga le cambió el
escenario. Por eso sigue furioso. No pudo salir en la foto". A las 3 de la
mañana del jueves, cuando todos los haitianos dormían, el gobierno anun ció el
triunfo de Preval. Manigat, claro, aún sigue furioso.
<HR>
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