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<DIV align=center><EM><STRONG><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></STRONG></EM></DIV>
<DIV align=center><EM><STRONG><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - Lunes 27 de febrero 2006 - Redacción:
</FONT></FONT></STRONG></EM><A
href="mailto:germain@chasque.net"><EM><STRONG><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></STRONG></EM></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Historia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Una oportunidad histórica
frustrada...</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>En el 50 aniversario del “Informe
Secreto” de Kruschev</FONT></STRONG> <STRONG><FONT
size=3>*</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Jaime Pastor </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Corriente(a)lterna</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.espacioalternativo.org/"><STRONG>http://www.espacioalternativo.org/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><BR>Quienes lean hoy por primera vez el Informe de Kruschev,
cincuenta años después de que se diera a conocer a los delegados del XX Congreso
del PCUS, pueden no dar mucha relevancia a su contenido teniendo en cuenta todo
lo que se ha ido desvelando desde entonces, sobre todo tras la apertura de los
archivos del extinto régimen soviético. Sin embargo, el alcance histórico
que, pese a su carácter inicialmente “secreto”, tuvo ese discurso fue enorme
puesto que se trataba de la primera ocasión en la que un máximo dirigente del
Partido-Estado soviético hacía un juicio crítico de la era post-leninista,
aunque fuera para recaer toda la responsabilidad de los crímenes cometidos en
Stalin.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En realidad, ese Informe contenía pocas cosas que no se
supieran ya y que no se hubieran denunciado por parte de “los veteranos de la
lucha socialista contra el stalinismo”, tal como afirmaba la presentación que
del mismo hizo el POUM en lo que fue su primera edición en castellano. Es cierto
que las torturas, “confesiones” y asesinatos de los años treinta, la deportación
de pueblos enteras tras la Segunda Guerra Mundial, la paranoia que generó la
noción de “enemigo del pueblo” o la constante fabricación publicitaria de
“centros antisoviéticos” a los que había que exterminar, aparecían descritas y
denunciadas por el nuevo Secretario General. Pero todo eso era sólo una parte de
la historia de la represión stalinista, ya que quedaban fuera no sólo muchas de
las víctimas de los años veinte y cuarenta sino también los principales
dirigentes de la “vieja guardia bolchevique” y muchos militantes y dirigentes de
partidos comunistas y organizaciones disidentes en el mundo a los que alcanzó
esa política, entre ellos el dirigente del POUM Andreu Nin. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La relativa novedad del Informe estaba en las
descripciones tan detalladas que hacía de algunos aspectos del comportamiento
vanidoso y los métodos autoritarios de Stalin, acompañados por la constante
falsificación que hacía de los hechos, para así poder desmitificar ante los
delegados la imagen que éste se había ido creando en torno a su papel como
“padre de los pueblos” o como “genio militar” durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero la tendencia a resaltar esos rasgos era precisamente lo que revelaba la
principal debilidad del Informe: reducir toda la responsabilidad de la política
represiva en Stalin y su personalismo extremo era caer en una interpretación
completamente ajena no sólo al marxismo -del que se reclamaba todavía
formalmente Kruschev- sino a toda explicación racional. Porque era evidente que
el “culto a la personalidad” había llegado a extremos grotescos, pero esto era
sólo, como escribiría Wilebaldo Solano entonces, “una de las manifestaciones
patológicas del sistema basado en la expropiación de los trabajadores por la
burocracia”. Había que ir, por tanto, a las raíces materiales de esa paranoia
del nuevo grupo social que se había ido consolidando con el stalinismo y no
considerar que, desaparecido su principal actor y portavoz, fuera a extinguirse
espontáneamente. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Por eso mismo la pregunta que queda sin respuesta en el
Informe es por qué no se había rebelado ningún miembro del máximo órgano
dirigente del Partido durante todo ese tiempo, pese a haber sabido de primera
mano lo que en 1956 se reconocía. Y era inevitable que no la hubiera, ya que en
el fondo todos ellos compartían los mismos intereses que Stalin en mantener el
monopolio del poder político y los privilegios sociales y materiales que se
derivaban del mismo, como se pudo comprobar en noviembre de ese mismo año con la
intervención militar soviética en Hungría contra el movimiento de consejos
obreros que se desarrollaba en ese país. Pero, más allá de esa complicidad
generalizada, lo que quedó en evidencia es que a partir de entonces no iban a
poder impedir que ese mismo discurso se convirtiera en el primer precedente de
una nueva etapa en la que sería ya imposible atribuir sólo a
“contrarrevolucionarios trotskistas” o a la burguesía internacional la denuncia
de la era stalinista. <BR><BR>* Artículo publicado en la Sección Internacional
del diario El Mundo el domingo 26 de febrero de 2006.
<HR>
<STRONG><FONT color=#000080><EM>La información contenida en el boletín es de
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color=#000080><EM>germain@chasque.net</EM></FONT></STRONG></A>
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>