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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - 8 de marzo 2006 - Redacción:
</FONT></FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Día Internacional de la
Mujer</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR></FONT><FONT face=Arial
size=2><STRONG><FONT size=3>Amina Lawal, símbolo de la lucha de los derechos de
la mujer</FONT></STRONG><BR><BR></FONT><FONT face=Arial size=2><STRONG>Hace casi
tres años,una campaña mundial impidió que la lapidaran por haber tenido una hija
después de divorciada. Icono de la lucha por los derechos de las mujeres, hoy
vive pobre y enferma en Kurami, su aldea natal, al Norte de
Nigeria.</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Revista Viva</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Clarín, Buenos Aires, 5-3-06</STRONG></DIV>
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<DIV align=justify>Débil, enferma y sin posibilidades de alimentar a sus hijas.
Así vive hoy Amina Lawal, la mujer que hace dos años y medio conmovió y movilizó
a millones de personas en una campaña internacional sin precedentes que evitó su
lapidación.<BR><BR>Amina volvió a su pueblo, tiene otra hija, Mariam, a la que a
duras penas está amamantando, y depende de la ayuda de sus familiares con los
que convive en una choza de barro.<BR><BR>“Estoy triste porque estoy sola y no
puedo cuidar bien de mis dos niñas. Tampoco me siento bien. Estoy enferma, pero
son los problemas con los niños los que me hacen estar así. No tengo con qué
alimentarlos”, le dijo al diario español El País.<BR><BR>Como en setiembre de
2003, cuando su rostro sereno llegó a los diarios y los televisores de todos los
continentes, Amina sigue viviendo en Kurami una aldea agrícola y pobrísima.
Entonces, un tribunal islámico la había condenado a morir apenas destetara a
Wasila, su tercera hija, concebida fuera del matrimonio y cuando ya estaba
divorciada. Enterramiento hasta las axilas y apedreamiento hasta morir. Esa es
la pena para el adulterio prevista en la sharía, el sistema jurídico basado en
una interpretación ortodoxa del Corán vigente en 12 de los 18 estados del Norte
de Nigeria.<BR><BR>¿Cómo es que llegó a eso? Amina, la menor de 13 hermanos, se
casó por primera vez a los 14. De ese matrimonio de 12 años nacieron dos hijos.
Se divorció y volvió a casarse, aunque por poco tiempo: “Estuvimos casados diez
meses, porque yo sufría hemorragias y él no quería pagar mis medicamentos”, les
contó a los periodistas que seguían su juicio. Después de ese segundo divorcio
vino el nudo de la pesadilla: Yahaya Mohamed, sobrino lejano de su segundo
marido comenzó a cortejarla. El noviazgo duró once meses. “Cuando fue evidente
que que su familia no lo dejaría casarse conmigo, me sedujo y mantuvimos
relaciones sexuales dos veces. Eso es todo”, contó incrédula. Cuando se enteró
del embarazo, el padrastro de Amina fue a quejarse al jefe del pueblo. El
seductor aceptó su responsabilidad y prometió mantener a la beba, llamada
Wasila. Muy poco después incumplió su promesa y Amina fue arrestada. El mismo
juez que la condenó a muerte, exoneró a su amante. La Corte de Apelaciones de
Katsina invalidó ese dictamen y otro que en segunda instancia lo había
confirmado.<BR><BR>El fallo fue interpretado como el resultado de la
impresionante campaña internacional a la que se sumaron millones de firmas a los
pedidos de celebridades. El revuelo hizo que el mismo presidente de Nigeria,
Olusegun Obasanjo, cristiano nacido en el sur, anunciara la suspensión de las
lapidaciones. Con su beba Wasila siempre a upa, y dando muestras de un
estoicismo fuera de lo común, Amina se convirtió en ícono de la lucha por los
derechos de las mujeres, sobre todo de las más pobres.<BR><BR>A los 34
años,Amina no parece poder despertar de la pesadilla: “Cuando me dejaron libre
volví a Kurami. Todos me reciben siempre muy bien en esta aldea. Es mi casa. Me
buscaron un marido que no me gustaba. Me casé y tuve otra niña, Mariam, a la que
estoy amamantando todavía. Mi marido me abandonó a los seis meses de casarnos.
Estoy sola otra vez”, contó al medio español.<BR><BR>El capítulo resumido así
por la protagonista tiene sus particularidades. Después de ser absuelta y
mientras todavía residía en Katsina, ciudad donde fue juzgada, la asociación
encargada de su defensa le organizó un casting de maridos. El hecho es curioso e
inusual incluso en Nigeria, donde la mayoría de los matrimonios son concertados,
pero mediante métodos más convencionales. En este caso WRAPA (Avance y
Protección Alternativa para los Derechos de la Mujer, según sus siglas en
inglés) llamó a concurso público y luego se dedicó a entrevistar a los
candidatos que aparecieron. Hoy, las integrantes de WRAPA reconocen que la
iniciativa fue un error, pero alegan que sólo buscaban la estabilidad económica
de Amina. Tras mucho buscar, la casaron con un hombre que vivía en Abuya (la
capital de Nigeria) y que, si bien ya tenía una mujer, estaba dispuesto a
hacerse cargo de ella.<BR><BR>El fracaso de ese matrimonio expuso la tragedia de
su biografía y la de las tantas otras. Hoy, abandonada, pobre y enferma, Amina
no tiene siquiera la libertad de recorrer la distancia mínima de su aldea.
Ninguna mujer puede andar sin el permiso de su marido y el acompañamiento de un
hombre de confianza. Cuando finalmente lo hacen, deben vestir una túnica que
sólo deja ver sus caras. La cara extrañamente serena de la que no logra
despertar de un mal sueño.
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080>La información contenida en el boletín es de
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color=#000080>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>