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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - 30 de marzo 2006 - Redacción:
</FONT></FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
<DIV align=center>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Mercosur</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Un proyecto de las clases
dominantes</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Claudio Katz [1]</FONT></STRONG>
</DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>El futuro del MERCOSUR está sujeto al giro que procesan las
clases dominantes de Sudamérica. Los grupos capitalistas locales que emergieron
con mayor poder de las últimas crisis intentan amoldar la asociación a sus
intereses específicos. Agrupan a las fracciones concentradas del empresariado
regional, mantienen fluidas conexiones con las grandes empresas extranjeras y
ejercen una significativa influencia en las finanzas y la agroexportación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos sectores buscan adecuar el MERCOSUR a sus
prioridades. Promueven un desarrollo hacia afuera que jerarquiza la
especialización en materias primas e insumos industriales, porque pretenden
compensar con exportaciones la contracción de los mercados internos. Como
aspiran a conseguir un lugar en la competencia global han archivado el viejo
esquema de sustitución de importaciones e industrialización hacia adentro.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estas orientaciones explican la actitud de las clases
dominantes frente al libecomercio y el endeudamiento externo. Pero plantean un
serio conflicto de intereses con Estados Unidos, colocan a Brasil ante un
inédito rol y empujan a los gobiernos del MERCOSUR hacia una intervención
política más directa en la región.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>EL DOGMA DEL LIBRECOMERCIO</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El giro exportador de las clases capitalistas se expresa
en su defensa del librecomercio y la aplicación de este criterio para construir
internamente el MERCOSUR. Por un lado, propician acuerdos de reducción
arancelaria con otros bloques (Europa, China, Sudeste Asiático) y conciben la
protección consensuada como una medida transitoria hacia el comercio global
irrestricto. Por otra parte, convocan a erradicar los aranceles entre países de
la región estimando que servirá para especializar a cada economía en sus
ventajas comparativas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este apego al librecomercio contrasta con las tesis
proteccionistas que alentaban hasta los años 70 las clases dominantes de la
región. La idea de construir industrias nacionales resguardadas frente a la
competencia externa ha perdido peso frente a la prioridad de encontrar mayores
beneficios en el intercambio comercial liberalizado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este viraje resucita la vieja tradición librecambistas de
las oligarquías latinoamericanas. La idea de forjar acuerdos con Estados Unidos
y Europa para ingresar exportaciones a los mercados metropolitanos se ha
impuesto nuevamente como gran criterio de la política comercial. Pero como los
gobiernos del MERCOSUR ya conocen el riesgo de una masiva invasión de
importaciones foráneas, tratan de aplicar con mayor cautela los esquemas de
librecomercio. No olvidan la nefasta experiencia de los 90.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Durante la década pasada rigió el neoliberalismo
comercial extremo. Los gobiernos sancionaron un recorte de los aranceles que
redujo la protección promedio en Latinoamérica del 40 al 11%. Estas podas se
instrumentaron con brutales rebajas, en breves períodos de dos o tres años. Por
eso la dispersión de las tarifas cayó del 30% (mitad de los 80) al 9% (fines de
los 90). Bajo el estandarte del “regionalismo abierto” y la promesa de alcanzar
un nivel de prosperidad semejante al Primer Mundo se introdujo un nivel de
apertura superior al prevaleciente en los países avanzados[2].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta desprotección acentuó el impacto de las crisis,
afianzó el retroceso de la región en el mercado mundial y multiplicó las
deformaciones de la estructura fabril. La relación industria-PBI se ha mantenido
en los niveles de los 80, la creación de empleo formal fue bajísima, el
crecimiento de las exportaciones fue erosionado por un incremento superior de
las importaciones y la tasa de inversión no asegura la expansión sostenida del
producto[3].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este fracaso obedece en parte a la propia falacia del
librecomercio. Los tratados nunca sancionan el intercambio irrestricto, sino la
combinación de liberalización y proteccionismo que requieren las economías
dominantes. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea promueven reducciones de
tarifas en los segmentos que les interesa (servicios) y preservan altos
aranceles en los sectores que necesitan proteger (acero, agro).</DIV>
<DIV align=justify><BR>El librecomercio otorga libertad a las grandes potencias
para descargar sus excedentes sobre los países pobres. Reafirma la libertad de
las grandes empresas para lucrar con fuerza de trabajo abaratada y afianza la
libertad de los bancos para especular con monedas, títulos y acciones[4]. Como
acertadamente subrayó un novelista, la división internacional del trabajo define
que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Y en esta asignación
de roles, América Latina se ha especializado en perder desde los tiempos más
remotos[5].</DIV>
<DIV align=justify><BR>El intercambio con menores aranceles favorece a las
grandes corporaciones del centro y a sus socios de la periferia, pero golpea a
la población de ambas regiones. No produce las ventajas de la especialización
complementaria, ni tampoco permite la satisfacción de necesidades recíprocas.
Cómo las empresas metropolitanas cuentan con mayor nivel de productividad,
industrialización y desenvolvimiento tecnológico, obtienen en el mercado mundial
beneficios extraordinarios, a costa de sus frágiles competidores de la
periferia. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Estas ganancias no provienen de la localización, los
atributos del suelo o las peculiaridades de cada población. Surgen de las
brechas de productividad que caracterizan al capitalismo contemporáneo. El
librecomercio renueva la vieja fractura internacional entre países exportadores
de insumos básicos y economías productoras de bienes elaborados. Si las clases
dominantes de Sudamérica propagan la ideología del librecomercio a pesar de
estos resultados, es porque esperan obtener algún espacio comercial dentro de un
esquema que afecta a la mayoría popular[6].</DIV>
<DIV align=justify><BR> Los líderes actuales del MERCOSUR defienden este
modelo con mayores prevenciones que en la década pasada. Afirman que aprendieron
la lección y prometen no reproducir el librecambismo ingenuo de los 90. Postulan
una versión pragmática de esta doctrina, advirtiendo que imitarán la conducta de
sus pares de Estados Unidos y Europa. Pero en este juego de liberalización
hipócrita las cartas están desigualmente distribuidas, porque el librecambismo
periférico tiene escasa capacidad de acción en una economía mundial dominada por
las potencias centrales.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>CONVALIDACIÓN DE LA DEUDA</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El problema de la deuda está omitido en la agenda del
MERCOSUR. Los gobiernos no encaran conjuntamente el tema, ni discuten medidas
colectivas para atenuar esta carga financiera. Han naturalizado el pasivo, como
un dato de la realidad que cada país debe afrontar individualmente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las razones de esta actitud son evidentes. Las burguesías
locales propician honrar el pasivo porque no pagan la factura y además, son
acreedoras de una porción de la hipoteca, que solventa la mayoría popular. Esta
conducta se ha reforzado al cabo de una crisis que empobreció a la población,
aumentó el poder de los prestamistas y agravó el endeudamiento de los
estados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La idea de resistir en bloque el pago de ese tributo ha
sido abandonada incluso por sectores de centroizquierda que en el pasado
promovieron cierta resistencia. Algunos funcionarios lamentan el endeudamiento y
otros objetan su manejo precedente, pero todos asumen la carga como un dato de
la realidad. Por eso han sepultado todas las sugerencias favorables a la
constitución del frente de los deudores que se debatieron en los años 80.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para los capitalistas locales es indispensable cumplir
con los compromisos de la deuda para mantener aceitada su integración al
circuito financiero internacional. Estos grupos participan activamente de ese
sistema como depositantes de rentas y como perceptores de intereses. Reciclan
una porción significativa de sus ingresos hacia el exterior y mantienen parte de
su patrimonio fuera de sus países de origen. El resultado de esta integración es
particularmente perverso. Mientras las capas dirigentes de Latinoamérica
apuntalan financieramente al estado norteamericano (comprando bonos del tesoro),
la población de la región solventa la gran transferencia de fondos al exterior
que impone el pago de la deuda pública[7].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las naciones periféricas mantienen colocados en los
bancos de los países centrales grandes montos de efectivo. Estos depósitos
duplican las sumas de los préstamos que esas entidades giran a las regiones
subdesarrolladas. Los gobiernos de estas zonas también acumulan reservas
multimillonarias en divisas y bonos del Tesoro y destinan parte del ahorro local
a sostener las monedas y los títulos de las principales potencias[8]. Este tipo
de asociación no podría perdurar si los países periféricos resolvieran declarar
una moratoria de la deuda externa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las clases dominantes de Sudamérica preservan el pago de
la hipoteca para asegurarse también el cobro de los bonos que han suscripto con
sus propios estados. Cierta porción de la deuda externa y el grueso de la deuda
interna están en manos de este sector capitalista, que incrementó sus acreencias
en las últimas crisis mediante la conversión de muchos pasivos a moneda
nacional. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Este proceso aumentó la gravitación de la deuda interna
en desmedro de la externa sin generar ningún beneficio para los países. El costo
financiero de la hipoteca no se reduce y la vulnerabilidad de las finanzas
públicas persiste. Pero al reforzar su papel de acreedor del estado, las clases
dominantes también han ampliado su capacidad para exigir disciplina fiscal y
lograr el cobro puntual de sus préstamos. Por eso se han generalizado en toda la
región el nuevo dogma del superávit fiscal, que compromete a los estados a
realizar ahorros forzosos para garantizar el pago de intereses. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En este terreno los gobiernos actuales de centroizquierda
son más ortodoxos que sus antecesores derechistas. Por un lado, extreman los
ajustes para cumplir con las acreencias corrientes y por otra parte, generan
excedentes suplementarios para reducir los pasivos con los organismos
multilaterales. Lula y Kirchner han comandado este anticipo de pagos y por eso
dispusieron la cancelación total de las obligaciones con el FMI. Esta decisión
obliga a reforzar el ajuste y la solvencia fiscal.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Aunque se ha presentado esta decisión como un acto
soberano, es evidente que la medida empalma con la pretensión del Fondo de
reducir su exposición financiera. Pero el principal objetivo de la medida ha
sido aliviar los controles que ejercen esos organismos sobre el rumbo cotidiano
de la política económica de cada país. Por esta vía se busca incrementar la
autonomía de los negocios que realizan las clases dominantes sudamericanas. Pero
este reforzamiento de los grupos capitalistas locales también deteriora el
ingreso popular y bloquea cualquier modalidad de redistribución.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El cambio en la coyuntura financiera internacional ha
reducido las tensiones creadas por la administración de la deuda que
prevalecieron en los últimos años. Actualmente predominan tasas de interés bajas
y una corriente de afluencia de capitales hacia la región. Pero este cuadro es
problemático, porque la drástica liberalización del movimiento de capitales que
implementó el neoliberalismo ha reforzado la dependencia del ciclo regional del
vaivén de ingresos y salidas del capital especulativo externo. Cuándo la
rentabilidad decrece en los circuitos bancarios o bursátiles de las economías
avanzadas estos fondos arriban a la zona. Pero cuándo se revierte la tendencia,
los mismos capitales retornan abruptamente a sus lugares de origen, provocando
agudas turbulencias.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Actualmente no se percibe gran preocupación por estas
oscilaciones. Prevalece el ingreso de capital, la estabilidad económica y la
recuperación del PBI. La tasa de crecimiento en la región fue 5,7% en el 2004,
4,2% en el 2005 y se espera otro incremento semejante durante año en
curso.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero bajo la superficie de esta calma, la deuda externa
continúa creciendo en forma descontrolada y este aumento crea las condiciones
para recrear la imposibilidad de continuar los pagos. Cuándo las condiciones
vuelvan a tornarse adversas, el monumental default que protagonizó la Argentina
podría repetirse en otros países de la región.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El cumplimiento con los acreedores acentúa en lo
inmediato el sufrimiento popular, porque algunos gobiernos de centroizquierda
hacen lo imposible para congraciarse con los banqueros. El ejemplo de Lula es
contundente, ya que con las sumas que ha destinado a cumplir con la deuda se
podría haber garantizado en Brasil vivienda para 15 millones de familias y
tierra para 4 millones de asentados o duplicado el gasto en salud y
educación[9]. Situaciones semejantes se registran en otros países del MERCOSUR.
El pago de la deuda es una penuria popular que convalidan las clases dominantes
para gestar el tipo de integración regional que favorece sus negocios.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>LA CONTROVERSIA AGRÍCOLA</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Con actitudes de librecomercio pragmático y conductas de
buen pagador de la deuda, las clases dominantes de Sudamérica encaran la
intrincada negociación de los subsidios norteamericanos al agro. Estos auxilios
constituyen el punto de mayor conflicto entre el MERCOSUR y han bloqueado todas
las iniciativas norteamericanas para sumar a los países del Sur al proyecto del
ALCA.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El choque creado por estas subvenciones es muy severo
porque este apoyo estadounidense afecta la competitividad de las exportaciones
que Argentina y Brasil realizan sin ningún sostén estatal. Distintos
gobiernos norteamericanos han propuesto contrapartidas a la aceptación de estas
subvenciones. Pero ninguna compensación contrarrestaría las pérdidas que le
ocasiona a Argentina y Brasil rivalizar con una potencia que solventa sus
exportaciones con fondos públicos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El mismo choque se extiende también a los aranceles,
porque a pesar de su discurso librecambista Estados Unidos recurre a fuertes
tarifas para proteger de la competencia externa distintos cultivos locales. Esta
situación ha provocado el estancamiento de las negociaciones del MERCOSUR con
los funcionarios estadounidenses. Los representantes norteamericanos exigen
legitimar una concurrencia desigual que los gobiernos del Sur no pueden
aceptar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Todas las administraciones del Norte han compartido esta
dura posición en el tema agrícola. Este sector representa solo el 8% de las
exportaciones y el 2% del PBI, pero cuenta con una influencia económica y
política enorme. Por eso consigue asegurar la continuidad de subvenciones que
son acaparadas por las grandes compañías. La protección estatal alcanza
proporciones mayúsculas, porque los mismos productos subsidiados gozan además de
altos aranceles. Este doble auxilio abarata las exportaciones y encarece las
importaciones[10].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mientras que los aranceles son crecientes en función del
grado de elaboración de cada producto, los subsidios han sido sucesivamente
incrementados por disposiciones gubernamentales (Fair Act de 1996 y Farm Bill
del 2002). Los gobiernos norteamericanos exaltan las virtudes del librecomercio,
pero aplican esta descarada protección. Esa dualidad revela hasta que punto las
propuestas de integración comercial que plantean el ALCA y los convenios
bilaterales son coberturas de un proyecto de pura dominación[11].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estados Unidos argumenta que no puede remover los
subsidios mientras sus rivales europeos conserven el mismo tipo de auxilios. Por
eso proponen que los países sudamericanos acepten transitoriamente esta
restricción, mientras se batalla en común por la reducción paulatina y
concertada de todas las subvenciones. Los gobiernos norteamericanos sugieren que
Argentina y Brasil serían los grandes beneficiarios de un bloque de presión
conjunta sobre Europa, conformado junto a otros países exportadores que
enfrentan la misma adversidad, como Australia y Canadá.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero los países del MERCOSUR nunca tendrán voz ni voto en
las tratativas agrícolas que realizan los dos grandes bloques. Estados Unidos y
Europa manejan los hilos de estas negociaciones. En las últimas conversaciones
de la OMC, por ejemplo, este debate giró en torno a una propuesta
norteamericana de bajar 90% los aranceles y 60% los subsidios, frente a la
contrapropuesta europea de reducir exclusivamente las protecciones aduaneras en
un 60%. Lo que se discuten son porcentajes de disminución de los auxilios
estatales y no la eliminación de los subsidios que reclama el MERCOSUR.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las clases dominantes de Sudamérica siempre han oscilado
entre el endurecimiento y la resignación frente a la supremacía estadounidense y
la gravitación europea en las negociaciones agrícolas. El fracaso provocado por
la indulgencia de los años 90 ha dado lugar actualmente a una postura más
crítica. Esa actitud se verifica en el apoyo que el establishment argentino
brindó a los cuestionamientos planteados por Kirchner a Bush en Mar Plata. Este
mismo aval capitalista recibe Lula cuándo reclama la reducción de las
subvenciones.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero los gobiernos de centroizquierda buscan alguna
salida a este conflicto, para intentar un mayor ingreso de sus exportaciones al
mercado norteamericano. Esperan retomar en algún momento las tratativas para
lograr un acuerdo continental del librecomercio. Las subvenciones al agro traban
estas negociaciones e impiden la confluencia del MERCOSUR con el
ALCA[12].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es importante registrar que las divergencias del MERCOSUR
con el ALCA giran en torno a esos subsidios para tomar nota del tipo de
discrepancias en juego. Bastaría que se acordara un horizonte de reducción de
esas subvenciones para abrir una convergencia. Los funcionarios actuales en
Brasil y Argentina no plantean la eliminación total de los auxilios estatales,
sino garantías de un recorte progresivo. Esta visión ha sido explícitamente
enunciada por un ex canciller argentino[13].</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>LA POLITICA DEL MERCOSUR</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El perfil comercial de Sudamérica, la evolución del
endeudamiento regional y el curso de las tratativas agrícolas también dependen
de la capacidad que exhiban los gobiernos del MERCOSUR para asegurar la
estabilidad política de la zona. Por eso las clases dominantes del Cono Sur
ensayan una intervención directa y coordinada en la región. No solo hay cumbres
presidenciales y declaraciones conjuntas. También se desarrollan acciones
compartidas basadas en un principio de padrinazgo de los países grandes sobre
los chicos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta ingerencia es un resultado del propio curso de los
negocios. Para garantizar las inversiones de las grandes empresas, el MERCOSUR
se vio obligado a comprometerse desde principios de los 90 en las crisis
institucionales que afectaron a varios países[14]. Frente a estas conmociones,
Argentina y Brasil actuaron en común buscando imponer cierto orden desde el
exterior. Ambos países intervinieron coordinadamente primero en Paraguay (crisis
del general Oviedo) y luego en Ecuador y Bolivia. La caída de varios presidentes
bajo el impacto de grandes levantamientos populares los indujo a tomar medidas
más contundentes para recomponer los sistemas políticos colapsados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta intervención ha introducido un cambio en comparación
a la época de la ALALC o la ALADI. En los últimos años se han incorporado al
MERCOSUR “cláusulas democráticas” que legitiman esta interferencia. A través del
“Grupo de Río” los ministros de la asociación discuten líneas de acción frente a
cada crisis. También evalúan formar nuevas instituciones políticas zonales –como
la Comunidad Sudamericana de Naciones- para otorgarle mayor legalidad a
participación. Algunos presidentes tratan de crear una válvula de seguridad
permanente, que permita una acción preventiva externa anticipada de las crisis e
impida el estallido institucional que se ha observado en varias naciones.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este tipo de acciones no representan actos de solidaridad
con las luchas populares. Tampoco se traducen en socorros humanitarios
significativos en las situaciones de emergencia. La principal función de estas
intervenciones ha sido doblegar (o enfriar) las rebeliones sociales que
desbordaron a las clases dominantes locales. Lo que moviliza a los jefes del
MERCOSUR es la amenaza que perciben a la continuidad de sus negocios.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La prensa suele describir esta reconstrucción externa del
poder político con fórmulas elegantes. Describe como se “contrarrestan la
crisis”, se “estabilizan los sistemas políticos” y se “recomponen las
instituciones”. Pero siempre oculta que la función de estas acciones es
perpetuar la opresión social. Las clases dominantes de Sudamérica amplían su
radio de acción para afirmar su poder. Su intervención auxilia a gobiernos
frágiles y defiende los privilegios de las grandes empresas. Pero también apunta
a otro objetivo: exhibir capacidad de acción política autónoma frente al gran
patrón norteamericano.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>ESTADOS UNIDOS Y BRASIL</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El gobierno de Bush mantiene una reacción contradictoria
de incomodidad y satisfacción frente a las acciones políticas del MERCOSUR. Por
un lado preferiría liderar directamente las operaciones en su patio trasero para
recrear la vieja función virreinal de la embajada norteamericana. Pero por otra
parte, la administración estadounidense ha perdido influencia directa y
presencia inmediata en esta región y por eso aprueba el rol de estabilizador que
cumplen otros estados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En un momento de aislamiento diplomático, carencia de
aliados y escasa capacidad de respuesta militar, Bush se congratula del papel
sustituto que han asumido los principales gobiernos centroizquierdistas. Ha
visto como las tropas de Argentina y Brasil sustituyeron en Haití a los marines
en la custodia de un gobierno creado por la CIA. Y también observa como los
presidentes del Cono Sur atemperaron la sublevación popular en Bolivia,
morigeraron el colapso gubernamental de Ecuador e intentan moderar la
radicalización de Chávez. El mantenimiento del status quo transita actualmente
ese camino.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero las piezas del ajedrez geopolítico se están moviendo
velozmente y Brasil intenta aprovechar la coyuntura para convertirse en el líder
indiscutido del MERCOSUR. Busca manejar todas las cartas de la diplomacia
regional, a través de la creación de la Comunidad Sudamericana de las Naciones.
La clase dominante brasileña sabe que para ocupar un lugar en el Consejo de
Seguridad de la ONU tiene que mostrar capacidad de control efectivo sobre alguna
porción del planeta.</DIV>
<DIV align=justify><BR> La ocupación de Haití constituye un test de este
proyecto. Brasil comanda las tropas sudamericanas en la isla para demostrar que
puede ejercer un mando militar en el cumplimiento de una “responsabilidad
regional”. Qué este operativo se haya instrumentado con el aval de Estados
Unidos y legitimando un golpe de estado, no constituye una gran preocupación
para el gobierno de Lula. La supremacía de los capitalistas brasileños dentro
del MERCOSUR exige no solo predominio comercial, habilidad financiera y
preponderancia industrial. También requiere capacidad política, protagonismo
político, presencia militar y peso estatal a escala regional[15].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Otro ejemplo del liderazgo ambicionado por la clase
dominante del principal país sudamericano se observó en el rol jugado por Brasil
en las últimas reuniones de la OMC. Allí actúo como mediador de las
presiones imperialistas sobre el conjunto de la periferia. El gobierno
centroizquierdista de Lula profundiza en este terreno la orientación que han
seguido todas las administraciones que lo precedieron. Esta estrategia apunta a
lograr que el control brasileño del MERCOSUR facilite otro tipo de negociaciones
del ALCA con Estados Unidos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Algunos analistas estiman que la diplomacia brasileña
reproduce en el Cono Sur el rol que juegan Sudáfrica y la India en sus
respectivas regiones. Estiman que este predominio es factible porque el país
reúne al 49% de la población sudamericana, la mitad de su PBI y mantiene un
gasto militar equivalente al resto de la región[16]. Pero la proyección
internacional de Brasil depende de la estabilización del MERCOSUR y esta
consolidación a su vez requiere que las clases dominantes locales se afiancen
frente a sus socios y rivales extranjeros. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>LOCALES Y TRASNACIONALES</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Un retrato de las 50 mayores compañías de Latinoamérica
revela que los grandes grupos capitalistas de Latinoamérica buscan ocupar
los nichos que dejan sus competidores del centro en el mercado internacional.
Apuestan a la exportación y a contar con financiación metropolitana. Su objetivo
es alcanzar el status de pequeñas o medianas multinacionales, adquiriendo
empresas menores en su radio fronterizo. Las 20 compañías brasileñas de este
ranking confirman este perfil[17].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las empresas argentinas se especializan enimentos,
cereales, soja, tubos de acero, pero solo han logrado una penetración
internacional significativa en pocos sectores[18]. En México han conformado
multinacionales de tamaño medio adquiriendo pequeñas compañías de Centroamérica
o hispanas de Estados Unidos y actúan en los pocos sectores que pueden afrontar
la rivalidad global (bebidas, alimentos, farmacia). Aglutinan al segmento que
sobrevivió a la crisis financiera de mitad de los 90 (“tequila”) y que han
podido absorber el terrible impacto que produjo la apertura comercial que
acompañó al NAFTA[19]. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Las empresas con inversiones regionales y orientación
exportadora conforman los grupos hegemónicos de las clases dominantes
latinoamericanas. Estos sectores constituyen burguesías locales, pero ya no
nacionales en la acepción clásica del término. No privilegian la producción
destinada al mercado doméstico, ni la acumulación endógena que predominó durante
la posguerra en la periferia. Tampoco jerarquizan los negocios asociados a la
mejora del poder adquisitivo de la población.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En Sudamérica los grupos capitalistas locales mantienen
su vieja asociación con las corporaciones transnacionales instaladas en la zona.
Ambos sectores se han intercalado en la hegemonía del MERCOSUR y expandieron
conjuntamente su influencia durante el proceso de fusiones y adquisiciones que
se registró entre 1990 y 1998[20].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los capitalistas locales juegan un rol clave en el
MERCOSUR a partir de la alianza estratégica que han forjado con sus socios
extranjeros. Esta asociación guarda cierta semejanza con el acuerdo estratégico
que mantuvieron los terratenientes latinoamericanos y las empresas foráneas
hasta la primera mitad del siglo XX.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este enlace asume rasgos complementarios o
contradictorios en cada coyuntura, porque la desnacionalización de activos y la
gravitación de las burguesías locales suscitan coincidencias en ciertos períodos
y fuertes choque en otras circunstancias. Los dos procesos se afirmaron en la
última década. Por un lado la participación de los capitales extranjeros en las
500 mayores empresas de la región pasó de 31,8% (1990-92) a 46,6% (1998-2000),
pero por otra parte también se elevó la presencia de los grupos privados
nacionales de 52,8% a 55,8%. Ambos avances se produjeron a costa de la
retracción del peso de las firmas estatales, que cayeron de 17,4% a 7,6%[21].
Estos porcentajes confirman que junto a la extranjerización aumentó la
influencia de los grandes grupos capitalistas locales. Lo que decreció fue la
presencia del sector público.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La asociación del capital local y extranjero ha signado
tanto la historia latinoamericana como la rivalidad entre ambos grupos. Estos
conflictos se han expresado en la vigencia de períodos de mayor y menor
regulación estatal de la inversión foránea. Estas fases siempre coincidieron con
actitudes de reserva y entusiasmo hacia el rol de las corporaciones
multinacionales. Un termómetro de esta ambivalencia han sido las cambiantes
posturas de la CEPAL[22].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este vaivén no ha desaparecido, porque a pesar de su
creciente enlace con el capital extranjero, las clases dominantes nativas
mantienen intereses específicos y diferenciados de las compañías foráneas. Por
eso el término “transnacionalización” debe utilizarse con cuidado para describir
los cambios registrados en las burguesías locales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos sectores no se han disuelto en negocios globales.
Continúan operando desde sus países de origen y conforman un segmento distinto y
rival de las compañías metropolitanas. Han profundizado su asociación con el
capital extranjero, pero sin perder sus viejos cimientos territoriales. De esta
localización depende una parte significativa de sus beneficios y también los
subsidios que reciben los estados. Extraen privilegios de la influencia que
ejercen sobre el poder político de cada país y que no comparten con las empresas
metropolitanas. El avance de la mundialización no ha extinguido a las clases
dominantes de la periferia. Solo ha modificado el perfil y las prioridades de
este sector.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>LAS TENSIONES EN LA CÚSPIDE</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El MERCOSUR es un instrumento de las clases capitalistas
de Sudamérica para expandir su gravitación económica, su peso político y su
influencia social. Estos grupos encaran una nueva etapa del tratado luego del
ensayo de apertura y desregulación neoliberal que promovieron durante los 90.
Esta frustración ha inducido a una revalorización de la industrialización
desarrollista precedente. Nadie reivindica el modelo de protección aduanera y
producción centrada en el mercado interno, pero se habla de reindustrializar los
países, recrear el empresariado nacional y forjar el capitalismo regional.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Muchos promotores del MERCOSUR suponen que estos
objetivos pueden alcanzarse si las fuerzas políticas y los funcionarios
estatales disciplinan a las clases capitalistas y las involucran en un proyecto
de crecimiento sostenido y redistributivo. Pero olvidan que esta misma política
ya se ensayó en el pasado. Lo que demolió el modelo desarrollista no fue sólo el
espontáneo avance de la mundialización, ni la marea destructiva del
neoliberalismo. Estos procesos solo destruyeron un esquema que ya naufragaba,
por la resistencia de las burguesías nacionales a aceptar –en las condiciones de
acumulación de esa época- las demandas de expansión productiva y mejora del
poder adquisitivo que planteaba el poder político.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las clases capitalistas de los países periféricos
medianos lucraron con los subsidios estatales y la protección aduanera, pero
rechazaron cualquier recorte de sus beneficios e impidieron el control de sus
inversiones. Utilizaron el esquema desarrollista para socializar pérdidas y
apropiarse de altas ganancias y por eso el modelo colapsó, en un marco de agudos
desequilibrios internos y baja competitividad internacional.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El déficit fiscal, el endeudamiento externo y el
desbalance comercial sepultaron este esquema. Pero lo importante es observar que
el modelo desarrollista no se desplomó por exclusiva culpa de los funcionarios
del estado y las elites políticas. Los principales responsables de este fracaso
fueron los exponentes de la burguesía nacional[23]. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Es probable que el esquema industrialista actual en el
MERCOSUR repita la misma tensión entre elites, funcionarios y clases
capitalistas, que frustró el antecedente nacional de los años 50 y 60. La mayor
asociación internacional de las clases dominantes refuerza esta inestabilidad
porque torna más difícil el disciplinamiento estatal de los capitalistas,
mientras no se logre forjar una autoridad supranacional[24]. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿UN MERCOSUR SOCIAL?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La mayor parte de las discusiones sobre el MERCOSUR gira
en torno a la viabilidad de esta asociación. Pocas veces se debate su
conveniencia, a pesar de la mayor relevancia que tiene este segundo problema. La
factibilidad futura del tratado es un tema abierto y como todo pronóstico admite
muchas opiniones valederas. Pero esta ambigüedad es inaceptable al momento de
caracterizar si el proyecto es o no favorable a los intereses populares.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El MERCOSUR es el programa de clases dominantes y plantea
un programa adverso para las clases oprimidas. Una alternativa de integración
favorable a los intereses populares requiere concebir otro modelo de
convergencia zonal.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Existe la errónea creencia que el desarrollo de la región
necesariamente presupone la consolidación de los grupos capitalistas que
promueven el convenio[25]. Esta visión se basa en la errónea identificación del
bienestar de los pueblos con la prosperidad de las clases dominantes, como si
los beneficios de este sector no derivaran de la explotación de los
trabajadores. Este enfoque oculta que el MERCOSUR es un mecanismo de
reforzamiento de esta opresión.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las normas de librecomercio regional que introduce el
tratado multiplican el empobrecimiento y la desigualdad social. Las reglas
financieras del convenio favorecen a las grandes empresas en desmedro de los
campesinos y la pequeña producción. Los subsidios que contempla el acuerdo
aumentan las subvenciones a los capitalistas que ya controlan el poder económico
de Sudamérica.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El MERCOSUR no es un proyecto para revertir la explosión
de pobreza, miseria y precarización laboral que generó el neoliberalismo. Al
contrario, permite convalidar estos atropellos y facilita el aprovechamiento
patronal de las condiciones de explotación que ha legado la década del 90. Los
capitalistas lucran con la extensión de la miseria absoluta, que ya no afecta
sólo a los campesinos expulsados de sus tierras. Este padecimiento se ha
extendido a los obreros descalificados y los jóvenes desocupados. El MERCOSUR
legitima la tragedia social de Sudamérica y por eso omite la incorporación de
los derechos laborales que atenúen la opresión de los excluidos y la explotación
de los incluidos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los salarios mínimos han caído drásticamente en todos los
países de la región y los costos salariales han quedado reducidos a un sexto u
octavo de sus equivalentes en las naciones desarrollados. La informalidad
laboral se ha generalizado y el desempleo afecta a más personas durante períodos
más prolongados. Por eso la desigualdad social alcanza en la región proporciones
superiores a otras zonas del planeta. La pobreza se expandió durante los
períodos depresivos y la inequidad se afianzó en las fases de estabilización del
MERCOSUR.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es cierto que las propias clases dominantes están
descontentas con los resultados económicos del neoliberalismo y que ensayan un
replanteo de la asociación. El declive de los mercados internos, el dualismo
económico y la segmentación social desestabilizan el proceso de acumulación y
afectan sus beneficios. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero las burguesías locales no se disponen a revertir
estas pérdidas con mejoras del ingreso popular. Su proyecto es preservar las
contrarreformas sociales que perpetró el neoliberalismo para relanzar un modelo
de crecimiento exportador asentado en los bajos salarios. Todos los capitalistas
promueven este perfil opresivo de la integración regional y ni siquiera las
vertientes burguesas más críticas del MERCOSUR neoliberal contemplan un giro
hacia la redistribución del ingresos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este diagnóstico no se discute con nitidez en la
actualidad. En los movimientos sociales sólo existe la decisión de rechazar el
ALCA y sus variantes bilaterales, pero los cuestionamientos al MERCOSUR son
excepcionales. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Algunos militantes propugnan gestar un “MERCOSUR de
contenido social”, pero no aclaran el significado de este concepto. El tratado
vigente en Sudamérica tiene un basamento capitalista y este cimiento no
cambiará incorporando algunos derechos populares al convenio. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El ALCA es el proyecto del imperialismo y el MERCOSUR es
el programa de las clases dominantes del Cono Sur. No se puede mejorar el primer
proyecto mediante negociaciones y no se puede transformar al segundo a través de
la mera presión popular.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El MERCOSUR carece de legitimidad social. Ningún sector
popular lo percibe genuinamente como una institución favorable a sus intereses.
En el mejor de los casos es visto como una abstracción lejana o como una
preocupación de funcionarios y empresarios. La unificación desde abajo en
Sudamérica exige construir otra integración, con otro programa. Esta es la
alternativa que analizamos en nuestro estudio sobre el ALBA.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Buenos Aires,
26-3-06.<BR> <BR> <BR><U><STRONG>Notas</STRONG></U></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>[1]Economista, profesor de la UBA, investigador del Conicet.
Miembro del EDI (Economistas de Izquierda). Su página Web es:
www.netforsys.com/claudiokatz<BR> <BR>[2]Una defensa de este librecomercio
plantea: Delvin Robert. “El área de libre comercio de las Américas. Expectativas
de largo plazo”. La integración económica y la globalización. Nuevas propuestas
para el proyecto latinoamericano. Plaza y Janes, México,
2003.<BR> <BR>[3]Puyana Alicia. “Introducción”. La integración económica y
la globalización. Nuevas propuestas para el proyecto latinoamericano. Plaza y
Janes, México, 2003.<BR> <BR>[4]O´Neall Siv. “Los acuerdos de libre
comercio. Hipocresía e ilusión”, BECM n 161, 15-1-06<BR> <BR>[5] Eduardo
Galeano .Las venas abiertas de América Latina. Introducción, Catálogos, Buenos
Aires, 2006.<BR> <BR>[6]Hemos analizado este problema en: Katz Claudio.
“Los efectos del libre comercio”. VII Encuentro internacional de economistas
sobre globalización y problemas del desarrollo”. ANEC, La Habana, 8 de febrero
de 2005. <BR> <BR>[7] Dumenil Gerard. “EEUU compró a las clases
dirigentes”. Página 12, 6-2-05, Buenos Aires.<BR> <BR>[8] Toussaint Eric.
“Entrevista”. El Economista de Cuba, reproducido por CP n 5039,
1-8-05.<BR> <BR>[9]Jubileo. Auditoria de la deuda-América Latina y el
Caribe. Folleto al FSM-Caracas enero 2006.<BR> <BR>[10]Morgenfeld describe
el carácter del conflicto entre el Cono Sur y Estados Unidos. Morgenfeld
Leandro. “ALCA: ¿a quién le interesa?”. Ediciones Cooperativas, Buenos Aires,
2006.<BR> <BR>[11]Estay detalla este problema. Estay Jaime, Sánchez Germán.
“Una revisión general del ALCA y sus implicaciones”. El ALCA y sus peligros para
América Latina, CLACSO libros, Buenos Aires, 2005. Estay Reyno Jaime. “América
Latina en las negociaciones comerciales multilaterales y hemisféricas”, en Estay
Reyno Jaime. La economía mundial y América Latina, Clacso libros, Buenos Aires,
2005. <BR> <BR>[12] Este análisis plantea: Gudynas Eduardo. “Regresa
la sombra del ALCA” Correspondencia de prensa n 9039, 10-11-05<BR> <BR>[13]
“No hay ningún impedimento o condicionamiento que nos haga imposible avanzar en
el ALCA, como no sea el desequilibrio (de los subsidios). Bielsa Rafael. “Un
ALCA con principios puede tener un buen final”, Clarín, 2-5-05.
<BR> <BR>[14] Guerrero Modesto Emilio. El MERCOSUR, Vadell Editores,
Caracas, 2005.<BR> <BR>[15]Camargo Sonia de. “Area de Livre Comercio das
Américas: o labirinto latino-americano”. América Latina y el (des) orden
neoliberal, FLACSO 2004.<BR> <BR>[16]López Belloso Roberto. “Haití:
contradicciones del lejano y del cercano norte”. Brecha, 10-206,
Montevideo.<BR> <BR>[17]La Nación 11-9-05. Ver también. Ceriotto Luis.
“Multilatinas, un club en el que mandan Brasil y México”. Clarín,
26-3-06.<BR> <BR>[18]Describimos este comportamiento en: Katz Claudio.
“Capitalismo imaginario, negocios reales”. Enfoques Críticos, año 1, n 1,
noviembre-diciembre 2005, Buenos Aires.<BR> <BR>[19]Garrido Celso. “Los
nuevos desafíos”. Ramírez Tamayo Zacarías. “El exportador de capitales”.
El Semanario, 29-9-05, México.<BR> <BR>[20] Las empresas de propiedad local
capturaron el 57% de estas operaciones. Cimadamore Alberto. “Crisis e
instituciones: hacia el MERCOSUR del siglo XXI”. Los rostros del MERCOSUR,
Clacso 2001.<BR> <BR>[21]Moro Alfonso. “Los intereses de las
transnacionales europeas en América Latina”. Cuadernos del Sur 38-39, mayo 2005,
Buenos Aires.<BR> <BR>[22]Un retrato de estas actitudes puede rastrearse
en: Kerner Daniel. “La Cepal, las empresas transnacionales y la búsqueda de una
estrategia de desarrollo latinoamericana”. Revista de la CEPAL 79, abril
2003.<BR> <BR>[23] Un análisis de las conductas de las burguesías
nacionales presenta: Chibber Vivek. “¿Reviviendo el estado desarrollista? El
mito de la burguesía nacional El imperio recargado, FLACSO,
2005.<BR> <BR>[24]Además, a diferencia de lo ocurrido en el sudeste
asiático durante los 80, el viraje hacia el modelo exportador se ensaya al cabo
de un largo y fracasado proceso de industrialización interna.<BR> <BR>[25]
Por ejemplo Schvarzer Jorge. “El MERCOSUR, un bloque económico con objetivos a
precisar”. Los rostros del MERCOSUR, Clacso 2001.
<HR>
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color=#000080>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
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</FONT></DIV></BODY></HTML>