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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - 11 de abril 2006 - Redacción:
</FONT></FONT></EM><A href="mailto:germain@chasque.net"><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></A></STRONG></DIV><STRONG><FONT size=3>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Bolivia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Entrevista a Raquel Gutiérrez
Aguilar</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Movimientos sociales y gobiernos
progresistas en América Latina...</STRONG></FONT></DIV></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Ganamos pero
perdimos</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>LaVaca</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.lavaca.org/"><STRONG>http://www.lavaca.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR><BR>Bolivia ante Evo Morales.
México, con la campaña zapatista. La Argentina de Kirchner. ¿Dónde se paran los
movimientos sociales frente al progresismo que restaura el poder? ¿Esos
gobiernos son un triunfo, o una derrota de los movimientos? Raquel Gutiérrez
Aguilar, mexicana con vasta experiencia en Bolivia, visitó Buenos Aires para
conversar de esos temas con movimientos locales, y también con lavaca . Una
profunda mirada para ver al continente en su propio espejo.</FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Raquel Gutiérrez Aguilar es una mujer pequeña e intensa.
Formada académicamente en las matemáticas y la sociología, su curriculum, sin
embargo, se erige sobre las arenas movedizas de la práctica política
latinoamericana. Comenzó en su México natal con los salvadoreños del FMLN en el
exilio y a las 20 años continuó en Bolivia, donde fue detenida en abril del 92
bajo los cargos de alzamiento armado y otra chorrada de delitos, por integrar el
Ejército Guerrillero Tupac Katari (EGTK). En la redada, cayó junto a sus
compañeros, entre los cuales estaban Felipe Quispe, líder actual del Movimiento
Indígena Pachacutik-MIP, y Alvaro García Linera, flamante vicepresidente electo
de Bolivia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Raquel recién salió de la cárcel el 25 de abril de 1997,
gracias a una huelga de hambre que forzó su situación judicial y a un sinfín de
reclamos internacionales que presionaron por su liberación. En el 2001 regresó a
México, donde vive actualmente y trabaja junto a un grupo de mujeres ex presas
políticas. Es lógico entonces que su tarea actual sea la de hilvanar procesos
tan diferentes entre sí como los protagonizados por los movimientos sociales
mexicanos y bolivianos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Con esta historia sobre sus espaldas prácticamente
desconocida en la Argentina, Raquel llegó a Buenos Aires para compartir una
ronda de charla y mate en la recuperada imprenta Chilavert, con integrantes de
diferentes experiencias sociales locales. Gente del MTD de Solano, del MTD
Maximiliano Kosteki de Guernica, de la Escuela Creciendo Juntos de Moreno, del
Grupo de Arte Callejero, de la UTN de Avellaneda y varios sueltos de aquí y de
allá la rodearon para compartir durante casi tres horas un intercambio sobre la
situación de tres países distintos que comparten un mismo desafío: qué hacer de
aquí en más. Los anfitriones del encuentro fueron los integrantes del Colectivo
Situaciones, responsables de tejer estos lazos y sembrar estos
interrogantes.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>"Ganamos pero perdimos"</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Raquel recién aterrizaba -literalmente- de unas jornadas
realizadas en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz, con movimientos
indígenas e intelectuales de la Argentina, Chile, Ecuador, Guatemala, México y
Bolivia. Así que con una libreta de apuntes en la mano, comenzó su crónica sobre
lo que allí había procesado. Comenzó citando la frase que más le impactó,
pronunciada por el dirigente de la confederación de Nacionales Indígenas de
Ecuador (CONAIE), Miguel Guatemal:</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Lo que nos ha venido pasando es que triunfamos, pero
perdimos; o perdimos, pero ganamos".</DIV>
<DIV align=justify><BR>El desconcierto que genera ese ganar y perder, todo junto
y al mismo tiempo, fue uno de los hilos conductores de la mirada de Raquel sobre
el candente proceso latinoamericano. "Hemos ido avanzando, los movimientos
sociales han logrado objetivos, logros concretos, pero dentro de esos triunfos
se esconden derrotas".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo dicho para explicar la emergencia social en Ecuador
resuena igual en Bolivia, tras los cimbronazos que comprometieron su
institucionalidad, resquebrajándola hasta abrir una grieta suficiente como para
dejar colar por ella al primer presidente indígena, Evo Morales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Luego de resumir, con variados detalles, el proceso que
llevó a este desenlace, Raquel explicó en qué consiste el llamado a la Asamblea
Constituyente que tiene ese gusto a derrota tan agria para los movimientos
sociales que la concibieron, forjaron y lucharon por ella. Explica Raquel: la
ley de convocatoria a la Asamblea Constituyente recompone el sistema
institucional. Al autorizar solo a los partidos políticos y agrupaciones
ciudadanas a participar en él, se han quedado fuera nada menos que las
organizaciones sociales que le dieron sudor y sangre a este proyecto, soñado con
una instancia de reformulación del pacto social, capaz de parir a una nueva
Bolivia más justa e integrada. En esas mismas jornadas de La Paz, Raquel escuchó
un alarido aymará (la comunidad que dio origen a todo un torbellino de
revueltas) que sintetiza el momento actual:</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Nosotros que dimos el inicio a todo esto, nos vamos a
quedar afuera, ladrando como perros a los muros".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Así las cosas, el debate mismo que se está cocinando a
llama intensa en esta misma semana en toda Bolivia es si entrar o no en ese
juego.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Entrar significa para muchas organizaciones sociales
pactar con alguna de las insignias electorales autorizadas para participar de la
Constituyente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Quedarse afuera representa realizar el esfuerzo de
organizar otra Constituyente y hacer visible la división dibujada desde el
poder.<BR>No hay mucho tiempo para tomar la decisión donde se juega el futuro de
la tensión boliviana de los próximos tiempos: en abril es necesario oficializar
las listas. Así de tirano es el cronograma electoral, por cierto una creación de
un antiguo camarada de Raquel: el ahora vicepresidente Alvaro García
Linera.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La estrategia del gobierno de Evo está salpicada de
recursos que aquí suenan conocidos: darle aire económico y, con ello
visibilidad, a organizaciones sociales menores, para empequeñecer a las más
autónomas. Raquel lo caracteriza como "un intento sistemático de Evo de
apaciguar la disidencia autónoma para hacer del MAS un instrumento político
consolidado", lo cual significa -entre otras cosas- que Evo no llegó al poder
como el líder un partido reconocido por todos los movimientos como un espacio
propio, sino como el emergente de un movimiento social que confluyó en el MAS
con desconfianzas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>También, y sobre todo, los movimientos tienen la
percepción de que los márgenes se dificultan porque la suerte del gobierno de
Evo es la de todos. "Si a Evo le va mal, quedamos mal nosotros". La pregunta que
brota entonces es desde dónde enfrentarlo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Luego de un intercambio sobre la situación argentina y un
breve recreo para darle respiro a la invitada, Raquel dio vuelta la página y
avanzó sobre la actualidad del zapatismo. El tema, por supuesto, fue La Otra
Campaña, esa caravana nacional con la que el zapatismo sale a conversar con
aquellos sectores sociales que estén dispuestos a hacerlo, con las condiciones
que ellos fijaron en la Sexta Declaración. Se trata, simplificando, de hablar
sobre qué hacer, siempre que lo que se converse sea sobre hacer otra cosa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo primero que cuenta Raquel es el punto de partida de
esta campaña: la necesidad de salir de las comunidades, del territorio. Esta
necesidad se origina en algo bien concreto: las comunidades zapatistas habían
decidido cortar cualquier tipo de ayuda proveniente del Estado mexicano y esto
significó un sinfín de consecuencias prácticas y graves. Entre ellas, sobrevivir
con una economía de mera subsistencia. A partir de estas limitaciones y del
nacimiento de luchas de resistencia en otros territorios mexicanos, el zapatismo
sale a la búsqueda de apoyo y aliento para una batalla que sabe larga, pero cada
vez menos solitaria. "La Otra Campaña tiene como principal mérito visibilizar el
antagonismo", resume Raquel. En un año electoral, con un Fox derritiéndose como
un helado al fuego de su propia torpeza política, el horizonte anuncia la
llegada de un López Obrador que con un discurso de izquierda, se acerca al poder
por su capacidad para sumar por derecha.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Raquel rescata esa joya que a la resistencia
latinoamericana le ha regalado el zapatismo: su noción del tiempo. La Otra
Campaña es más de eso mismo: "vamos a montarnos de un tiempo propio para armar
la cartografía de los dos México".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por último, Raquel se atreve a un trazar un posible
vínculo entre las diversas experiencias que ha relatado. Recurre entonces a una
frase que ha escuchado en la Bolivia revuelta:</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Resistimos porque queremos seguir siendo lo que somos,
pero luchamos porque no queremos quedarnos donde nos colocan".</DIV>
<DIV align=justify><BR>El segundo de los tres días que Raquel dedica a Buenos
Aires, la charla con lavaca ya es frente a un grabador y en un viejo café
porteño.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Inaugurando modos de vivir</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Desde aquí, las noticias que recibimos de Bolivia
son difíciles de analizar si uno recurre a la memoria larga. Es decir, a ese
recuerdo de la Bolivia insurreccional de los mineros, a esta indígena. ¿Cuáles
serían las grandes diferencias de estos dos momentos históricos?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Siento que hay un proceso que es comparable con las cosas que
conozco de la Argentina. El minero con cartucho de dinamita en la mano, como
ejército disciplinado del capital, que podía pasar perfectamente de ser un
ejército de extracción de riquezas del subsuelo a ser un ejército de combate
porque las pautas de comportamiento y relacionamiento eran similares, se acabó.
Porque se acabó ese mundo, ese tipo de trabajo estable, prolongado, con contrato
para toda la vida. Especialmente el de las minas, con sus características
particulares, porque se trataban de campamentos, es decir, de poblaciones
pequeñas donde solo los trabajadores vivían y, por lo tanto, eran fácilmente
convertibles en cuarteles generales a partir de los cuales se planificaban las
acciones colectivas. Eso se acabó como se acabó aquí. Quedan algunos resabios,
no sé si aquí, pero sí en México, donde persisten bajo otras pautas y formas de
control. Entonces, ¿qué hace esa gente? Esos mineros, que son relocalizados a
partir del 85, se asientan y se organizan en otros lugares, entreverándose con
otros. Básicamente esos mineros van, los más al Alto, otros pocos al Chapare, a
sembrar coca y otros pocos van hacia occidente. ¿Y qué ponen en práctica, qué
despliegan en esos lugares? Su experiencia. Una experiencia sensible, que no es
solo intelectual, sino una forma de vida. Y a partir de ella vuelven a armar sus
roles sociales básicos. En todos los lugares a los que llegan, son pobladores
que están inaugurando modos de vivir. Se me hace, aún considerando que Bolivia y
Argentina son realidades bien distintas, que no es diferente el proceso que el
que se llevó a cabo en esos territorios donde afloraron los movimientos
piqueteros. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Se trata de gente que ha tenido que inventar su forma de vida
de nuevo, tal como retrata Raúl Zibechi en su libro ("Dispersar el poder- Los
movimientos como poderes antiestatales", Editorial Tinta Limón, del cual Raquel
escribió el prólogo). Y que a partir de eso se ha inventado también una nueva
forma de luchar, que luego tiene mucho que ver con esa forma disciplinada con la
que se enfrentaba al capital cuando era un obrero estable, cuando se decía que
la forma de enfrentarlo era tomar el lugar de producción, para luego llegar a la
huelga general que nos llevaría a la toma del poder y todo ese rosario de cosas
que se hilvanaban a partir de esa identidad. Bueno: eso empezó a no ser así
porque la gente tenía que vivir de otra manera, tenía que armar su vida, su
cotidianeidad y crear otras formas de lazos con su comunidad. Así aparecen en
Bolivia otras formas de lucha y de algo que yo también encuentro símil con la
Argentina, aunque quizá más urbano: a partir de un gran despojo. Un despojo a
partir del cual se genera un sentido común que dicta: eso ya no. ¡Eso ya no! Es
un basta que está hecho del mismo material que el "basta" zapatista. Es decir,
el romper elegido. En Bolivia es muy claro. Es claro en el No a la privatización
del agua, por ejemplo. Basta y punto. Y ese tejido social que lo grita se
politiza de una manera diferente, en el sentido que irrumpe en el ámbito de lo
público para disputar la prerrogativa de decidir, que estaba monopolizada por el
gobierno neoliberal. Por supuesto que estoy tratando de trazar líneas muy
generales, que van a tener el defecto de obviar la particularidad, pero me veo
tratando de trazar puentes, de traducir cosas, para que se puedan entender estas
experiencias.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Cómo se da este proceso en el interior de las
comunidades indígenas que fueron tan protagonistas de las
revueltas?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> En el Antiplano se da el mismo proceso. Se trata de
comunidades muy desangradas por las políticas del neoliberalismo. Por ese rollo
de la libre importación que le partió el queso al mercado interno. Lo cual
significó para esas comunidades quedarse sin la posibilidad de intercambiar lo
poco que tenían para obtener un poco de moneda, quedándose reducidas a una
economía absolutamente doméstica, pequeña, pero -a la vez- absolutamente
eficiente si se tiene en cuenta que deben producir a 4.000 metros de altura. El
inicio de la lucha indígena es también, el inicio de la lucha contra la Ley de
Agua, y allí se funden diferentes luchas que aparecen como grandes bloqueos que
terminan por botar gobiernos. Aquí es donde veo el hilo de continuidad, en la
base material para la lucha. Y por eso insisto en esa formulación que citaba
ayer: la gente resiste para seguir siendo lo que es y lucha para moverse del
lugar en donde la han dejado colocada. Resistencia y lucha son dos caras de esa
misma moneda. Dos momentos de la misma vida. Y si lo analizamos en la medida de
esos grandes tiempos que tu mencionabas, se trata de esos mismo mineros y de sus
hijos que tuvieron esa experiencia de lucha los que emergen en el momento de la
confrontación como herramientas disponibles para la resistencia. Y no se trata
tan solo de estrategias, sino de experiencia de vida en general. Esa voluntad de
convertir la lucha en algo colectivo, esa voluntad de enlazamiento. Eso, el
proletariado minero ya lo tenía.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Las radios y las minas</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Mencionabas ayer, al pasar, el rol que han tenido
las radios comunitarias en este proceso de enlazamiento ¿cómo lo
describirías?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Eso también es algo que viene de la memoria de lucha
minera. Por las vías de las radios se enlaza y crece la posibilidad de
articulación del movimiento social. Las radios arman coreografías grandes, las
hacen audibles. Pero hay ahí algo importante, que es la voluntad nacional que
tiene estas luchas. No estatal, sino nacional. Ese sentido que le da el saber
algo: "Tengo que apelar a otros como yo, que sé que existen y por aquí, por el
micrófono que le da mi voz al éter, me puedo enlazar. Lo sé, porque así eran en
las minas". Y así era, porque si bien todos los mineros pertenecían a la misma
empresa, se encontraban dispersos de norte a sur, atravesando todo Bolivia.
Entonces tenías un marco geográfico que ocupaba más de 1.000 kilómetros bordado
de norte a sur por la cadena de emisoras mineras. Lo cual le permitía al
movimiento minero moverse de forma totalmente coordinada. Y ahora mismo, las
radios -desde las más exitosas hasta las más chiquitas- están enlazadas y han
sido un poco el vehículo del alzamiento, apoyándose en esa voluntad de avanzar
en forma unificada.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿De dónde nace ese espíritu de
unidad?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Una posible explicación es que Bolivia es un estado
central. No está organizado ni como México ni como Argentina. Eso hace que no
existan muchas mediaciones, porque tu tienes -por ejemplo- una lucha local cuyo
primer interlocutor es el gobierno central. En cambio, en una organización con
escalones municipales, provinciales y federales, hay más instancias donde diluir
con el juego administrativo. En Bolivia, en cambio, con su organización tan
centralizada, cualquier conflicto, por pequeño que sea, es una confrontación
directa con el Estado central. El prefecto -que hasta esta última elección no se
elegía por voto- era un persona nombrada por el Estado central. Calco de la
estructura colonial. Es esa estructura estatal la que de alguna manera obliga a
que la lucha se configure nacional.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Mi hija no es tu sirvienta</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Desde aquí, para muchos, la figura de Evo Morales
representa un líder de los movimientos sociales y, por lo que contabas ayer, no
es así percibido por los propios movimientos que están atravesando un momento de
profundo desconcierto ante su llamado a la Asamblea Constituyente ¿Cómo
sintetizarías ese escenario actual, teniendo en cuenta el panorama general
latinoamericano donde se repite este modelo de reconstrucción del poder a partir
de la apropiación de la agenda de los movimientos sociales?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El escenario de la Asamblea Constituyente significa para
mi, sin ninguna duda, el diseño institucional, organizativo y político para la
contención del avance de los movimientos sociales. Es una búsqueda desesperada
de la cicatrización de las grietas que abrió la insurrección social. Siguiendo
con la serie de metáforas que estábamos usando para trazar puentes, pensemos que
entre el 98 y el 2005 hubo una serie de quiebres en todo el continente, con
diferentes intensidades y formas, pero que fueron construyendo este gran
desgarrón, que avanza en su profundidad, diferente en cada lugar, pero que
muestra una fractura de lo que hizo el neoliberalismo: construir en cada país
dos países, cuando menos. El de los despojados y el de los despojadores. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>En Bolivia, siento yo, la fractura es más profunda porque es
la más larga en el tiempo y por las características nacionales, que como
explicaba antes, ha tenido. Cuando comenzó, en el 2000 y 2001, la fractura era
profunda. Estaba representada por aquel grito que representaba Felipe Quispe
diciendo: "yo me levanto porque no quiero que mi hija sea tu sirvienta". Eso se
va atenuando, pero se va expandiendo. Tanto territorialmente como socialmente.
Quizá tenga ese momento alguna sintonía con esa consigna del "piquete y la
cacerola". Ese momento donde otros segmentos sociales se suman al decir: ya no.
Obviamente son los aliados que se van a ir más pronto, pero que son importantes
para revelar la energía de ese corte profundo. Finalmente, para el 2005 ya
estábamos frente a una convulsión generalizada de toda la nación. Y así como los
países se fueron volviendo una llaga abierta a partir del 2001 o 2002, también
comenzó a gestarse una voluntad de restañar eso. Y esa voluntad estabilizadora
es contraria a la voluntad de los movimientos que produjeron el quiebre, pero
que al mismo tiempo cayeron en un hueco del cual no supieron aún cómo salir.
Gritaron "que se vayan todos" aquí, y en otros lados gritamos otras cosas
bastante similares y luego dijimos: ¿ahora qué hacemos? Y salieron líneas.
Líneas que quizá están mucho más reflexionadas aquí en la Argentina. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>En ese sentido, lo que yo veo -si nos pensáramos como una
especie de cuerpo- es que a la Argentina le ha tocado ser una especie de
laboratorio de reflexión de estas nuevas líneas. Aquí están las cuestiones
teóricas más interesantes acerca de la horizontalidad, aquí está la crítica más
clara que yo he leído acerca de las formas de representación, aquí está todo lo
relacionado a la reivindicación de lo asambleario. En otras lados nos fuimos
moviendo de manera más intuitiva. Pero lo cierto es que al fin, unos y otros nos
quedamos. Si bien es cierto que ustedes analizaron las líneas para que quede
escrito por dónde había que ir, nadie pudo contestar qué hacemos después de
pararles el coche. No pudimos contestarlo. Cada quien hizo lo que pudo, pero la
pregunta aún no se resolvió. Siento que es un buen momento para volver a
preguntarnos qué hacemos, porque los otros sí tuvieron un plan. Y el plan que
tuvieron fue restañar el desgarrón, zurcir lo rasgado. Y lo empezaron a hacer.
No me atrevo a analizar el caso de Lula, pero sí decir que ese proceso de
restauración lo comenzó a hacer Kirchner, de manera muy anómala Lucio Gutiérrez
en Ecuador y lo están haciendo de alguna forma Evo Morales y Alvaro García en
Bolivia. Distinto, pero similar. Es cierto que no acabo de entender la figura de
Kirchner, de dónde salió, por qué está haciendo lo que hace ahora, ni si hay un
hilo de continuidad con lo que ha hecho antes. Me gustaría leer una biografía de
él. Pero en el caso de Bolivia, es claro pensar que de un desgarrón tan brutal
tuvo que salir un representante más radical y más popular.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>¿Eso representa Evo?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Hasta hace cinco meses, Evo Morales tenía muy en claro
que no podía mandarse solo, aunque se notaba que eso quería, porque él solo no
era nada y porque la estructura del MAS no era nada. Era simpático a los
movimientos sociales, principalmente en Cochabamba, pero no tenía más fuerza que
esa: la simpatía de algunos movimientos sociales. Ahorita ha variado eso. Ahora
es el presidente del país y tiene toda la estructura del Estado para construir
otra cosa.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El capítulo estelar de la
telenovela</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Esa es la tensión actual?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Esa es la tensión que nos hace pelear con la lecturas
cerradas. Con esos artefactos teóricos que nos hacen decir: bueno, aquí hay un
cierre, en la elección de Kichner hay un cierre. Y ni madre: en realidad la
elección de Kichner es un momento del tango y es el momento en el que a la chava
la brincan hasta acá (hace el gesto de acostar sobre la pierna a una silueta)
Pero no terminó el baile. Seguimos bailando. Esa es un poco mi pelea en Bolivia.
Me niego a que no admitamos que estamos atravesando un momento gozoso. Ahorita
nadie nos va a matar. Ahorita nadie nos va a meter presos. Mañana tal vez sí.
Pero ahorita, marzo de 2006, no van a venir porque están ahí los que están,
porque quisimos y porque pudimos. Y seguramente van a hacer alguna monada, pero
ahorita vamos ganando. Estamos logrando revolucionar lo existente en un proceso
que no tiene una nota final.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Esa nota final que representaba el modelo de la toma
del poder...</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>De hecho tendremos que ir desembarazándonos de esos
relatos bíblicos, para poder ir pensando en una historia abierta, una historia
sin final, sin dirección y sin necesariedad. Es decir, tenemos que
desembarazarnos de los paradigmas básicos de la modernidad. ¿Qué cuáles son?
Entre otros, el de la historia lineal, progresiva y ascendente. Tendremos que
aprender a trabajar sin eso, a hilar fino, aprender la incertidumbre. Y no
preguntarnos: esto es un avance o un retroceso. Sino a entender que no cabe esa
pregunta.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El problema es que plantearse no tomar el poder
significó no volver a plantearse el tema del poder...</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Es que ese era un primer problema. Una premisa. Es decir:
escribir en el primer renglón "no podemos plantearnos estrategias como en los 70
de toma de poder para cambiar este mundo". Premisa uno. Lo pendiente es la
premisa dos. Y sigue pendiente. Sigue pendiente el problema teórico de cómo se
aborda el problema del poder. Entonces, tenemos por descarte que por ahí no es
el camino, pero eso no sustrae el problema del poder. El poder como relación
social, como sistema de creencias y como sistema institucional y normativo. El
poder es un problema. Y creo que hacia ahí vamos. Si tomamos esta historia
actual de América Latina como una telenovela, nos queda por ver el capítulo
estelar donde comenzamos a abordar ese problema.<BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>La cáscara institucional</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿La forma de organización asamblearia puede haber
detenido ese debate, al transformarse en una herramienta para accionar sin
necesidad de resolver el problema del poder? Es decir, se pudo seguir haciendo,
aunque no se resolviera el problema del poder a otra escala.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Es que dentro del problema del poder, en esa teoría que
aún nos falta escribir, debemos incluir un acápite que se titule "el problema
del Estado". Sobre el que ahorita lo único que es hemos dicho es: qué feo, qué
feo. Y hemos trabajado en las cosas más prácticas, más del hacer. Pero hay otros
problemas, como el del Estado, como el de la articulación de lo local, lo
nacional y lo global, como el de otra forma de intercambio. Eso que sucedió aquí
con un grupo de gente que en un determinado momento utilizó una moneda propia de
intercambio...eso es un chingonería (se refiere a la experiencia del trueque)
Ese es un emblema de una capacidad colectiva de intentar ir resolviendo un
problema de un modo propio. Ahí se quedó, pero también ahí está como
experiencia. Lo que yo veo es que frente al desgarrón del que hablabámos, ¿qué
hicimos los activistas? Pues nos pusimos a analizar el desgarrón y a tratar de
contribuir de todas las maneras posibles a que el desgarrón fuera lo más
profundo que pudiéramos. Y creo que eso estuvo bien. Pero no alcanza. Porque el
capital, las clases dominantes o lo que fuera que representa hoy al poder,
también lo vieron y también empezaron a pensar como restañarlo. Y vieron que ya
no podían restaurarlo de la misma manera. Entonces, trataron -creo yo- de jugar
el juego de admitir una parte, para estabilizarse. Y esto pasó a través de
elecciones democráticas donde ganaron los candidatos que sí esta vez pudieron
ganar, pero que una vez que se metieron adentro de la cáscara institucional
tratan de componerlas a cómo de lugar.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Parecería que el viejo truco de las elecciones
sigue siendo una gran instancia de restauración del poder, sobre el cual los
movimientos sociales no saben qué respuesta dar.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Es que el momento electoral - y cito ahora a Luis Tapia-
es el momento de mayor irradiación de lo estatal sobre la sociedad. Ahora bien:
si estamos frente a un momento de pelea de la sociedad trabajadora frente al
Estado y el capital, digamos que estamos en guerra, como nos dicen los
zapatistas. Y que nos conviene guiarnos por Tsu Zu. Cuando el enemigo avanza,
retrocedemos; cuando el enemigo retrocede, avanzamos. Cuando el enemigo se
pasma, lo ofendemos; cuando el enemigo ofende, nos protegemos. En fin: esto es
una danza. Cuando hablaba con Oscar Olivera (referente de los movimientos
sociales bolivianos) en plena época de campaña, le decía: vete de vacaciones, a
la playa, corretea, baila, lee las novelas que nunca leíste. Es el momento de la
fiesta de ellos. No nos invitaron y no queremos ir. Vámonos de vacaciones a
reponer fuerzas.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Es difícil imaginar a Oscar Olivera de vacaciones y
eso es parte del problema...</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero es harto desgastante sufrir el proceso electoral.
Porque estás harto de enojado y no importa lo que pase durante, hasta conocer el
resultado.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Poker zapatista</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Otra opción es la que contabas que estaba intentado
ahora el zapatismo con La Otra Campaña: crear otra instancia donde quede en
evidencia quiénes no participan de esa fiesta electoral.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Es una apuesta muy arriesgada. Y como decimos en México,
los zapatistas están ahí apostando su resto, como en el póker. De hecho los
zapatistas ya han ensayado las dos. En la anterior campaña no dijeron nada, se
fueron de vacaciones. En esta están diciendo: hay una fiesta, nosotros hacemos
otra. Y vamos a ver si podemos hacerla. Es otro modo de seguir profundizando el
desagarrón. Pero hay que tener en cuenta que en México recién va a pasar lo que
ya está pasando en la Argentina y lo que pareciera ser que está pasando en
Bolivia. No solo porque en el horizonte asoma un López Obrador, sino porque si
bien en México no se ha dado una lucha muy grande más allá del zapatismo, en
estos últimos tiempos hay una lenta pero consistente rearticulación de otras
resistencias.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Y los partidos de izquierda qué rol están
jugando en este proceso?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Qué partidos de izquierda? ¡Si es que no existen! Ellos
juegan sus juegos del mercado partidista, porque es todo un negocio participar
de la contienda, que se cotiza en recursos concretos que les sirve para mantener
los aparatos. En México, el zapatismo ha incluido a algunos partidos muy chicos,
que tienen raíces en el trotzkismo, que en algún momento han participado de las
elecciones, con los que han conversado durante las reuniones del Sexta y ahora
les están prestando algunos recursos necesarios para poder concretar La Otra
Campaña, la logística mínima para poder moverse fuera de sus comunidades. Creo,
de todas formas, que hay cierta intención aún apenas esbozada del zapatismo de
construir algún tipo de herramienta del tipo partidario, pero aún así la
participación de estos partidos de izquierda es absolutamente marginal. En
cuanto a Bolivia, ahora mismo se están escuchando bastante las voces estridentes
de los partidos trotzkistas, pero se escuchan porque no están hablando los
movimientos sociales. En cuanto comiencen los movimientos a decir algo, esas
voces dejan de escucharse.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Cuando Kirchner habla de los
genocidas</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Sin embargo, esas voces estridentes alcanzan para
llenar el vacío que están dejando los movimientos sociales, por ejemplo, cuando
se refieren a la continuidad del modelo. La pregunta es ¿alcanza la palabra
continuidad para definir este proceso en el que gobiernos que no abandonan
políticas neoliberales se apropian de discursos surgidos de los movimientos
sociales?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>En Bolivia, el procesamiento del momento es muy rápido. Y
eso descoloca muy rápido también. A mes y medio de asumir Evo fuimos a visitar a
una comunidad, y ya nos decían allí: "ahora no es momento de bloquear, porque
este es nuestro gobierno. Es que no puede irle mal al Evo, porque de última el
Evo está representando al indio, entonces no podemos hacer que le vaya mal, pero
no le podemos dejar hacer lo que quiera porque va a hacer cosas contra
nosotros". Aquí si bien es diferente, siento un poco lo mismo. No es fácil
decirle: "Kirchner hijo de la chingada" cuando dice que los militares fueron
unos genocidas. Te tienes que sentir reivindicado por eso, pero al mismo tiempo
tú sabes que es cierto que el Kirchner lo está diciendo con su mejor cara de
pingüino. Sabes que te va a mamar, que te va a dar gato por liebre. Con lo cual
te deja en una situación bien difícil. Porque en la coreografía general que es
un país es como si no supiésemos dónde pararnos. ¿Dónde me pongo? Es bien claro
en Bolivia con el tema de la Constituyente, porque si entendemos lo electoral
como el momento de mayor irradiación del Estado sobre la sociedad, la
Constituyente fue concebida como el momento de mayor irradiación de lo social
sobre el Estado. Y para no hacerlo, le pusieron unos diques. Ante eso ¿dónde me
paro? Yo acabaría con una frase que me quedó dando vueltas y dando vueltas desde
que la escuché hacer una semana en una asamblea, allá en El Alto. En un momento,
se para un muchacho y dice: "Es que el problema del gobierno es el problema del
MAS. Pero el problema del poder sigue estando aquí." A mí esa formulación me
parece totalmente valedera. Nuestro problema hoy es ponernos a debatir sobre el
poder, como segundo punto de aquel escrito que comienza diciendo: "no queremos
tomar este poder".
<HR>
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