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<DIV align=center><EM><STRONG><FONT size=4>
<HR>
</FONT></STRONG></EM></DIV>
<DIV align=center><EM><STRONG><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></STRONG></EM></DIV>
<DIV align=center><EM><STRONG><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - 23 de abril 2006 - Redacción:
</FONT></FONT></STRONG></EM><A
href="mailto:germain@chasque.net"><EM><STRONG><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></STRONG></EM></A></DIV>
<DIV align=center>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3><STRONG>Imperialismo</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3><STRONG>La contención de China <BR><BR>Michael
T. Klare</STRONG></FONT><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Znet</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.zmag.org/"><STRONG>http://www.zmag.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducido del inglés para
Rebelión y Tlaxcala por Bárbara Maseda ** y revisado por Caty
R.</STRONG><BR><BR><BR>Lenta pero certeramente está siendo desvelada la gran
estrategia de la administración Bush. Una estrategia que no está precisamente
dirigida a la derrota del terrorismo mundial, ni a la desactivación de “Estados
villanos”, o a esparcir la democracia en el Medio Oriente. Puede que estos
puntos dominen el escenario retórico y sean el centro de preocupación inmediata,
pero no determinan las decisiones clave respecto a la asignación a largo plazo
de recursos militares. El objetivo verdaderamente imponente, la razón oculta de
los presupuestos y despliegues de tropas, es la contención de China. Este
objetivo determinó la planificación de la Casa Blanca durante los primeros siete
meses de la administración Bush en el poder y se puso a un lado sólo por la
obligación adquirida de resaltar el antiterrorismo después del 11 de septiembre;
pero ahora, a pesar de la obsesión de Bush con Iraq e Irán, la Casa Blanca está
también recalcando su primordial interés en China, arriesgándose en una nueva
carrera armamentista asiática con consecuencias potencialmente catastróficas.
</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>El presidente Bush y sus principales ayudantes ingresaron
en la Casa Blanca a principios de 2001 con un objetivo estratégico claro:
resucitar la doctrina de la dominación permanente explicada detalladamente en la
Orientación de Planificación de la Defensa (DPG) para los años fiscales 1994-99,
la primera declaración formal de objetivos estratégicos estadounidenses en la
era post-soviética. Según la versión oficial inicial de este documento, según se
filtró en la prensa a principios de 1992, el objetivo primario de la estrategia
estadounidense sería obstruir el surgimiento de cualquier competidor futuro que
pudiera desafiar la aplastante superioridad militar de Estados Unidos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>“Nuestro primer objetivo es prevenir el resurgimiento de
un nuevo rival... que represente una amenaza del tipo que anteriormente fue la
Unión Soviética”, planteaba el documento. Por lo tanto, "intentaremos [es
obligatorio] por todos los medios impedir que ningún poder hostil domine una
región cuyos recursos, bajo un control consolidado, fueran suficientes para
proporcionarles poder global." <BR>Cuando esta doctrina fue hecha pública
inicialmente, recibió la condena de los aliados de Estados Unidos y de muchos
líderes nacionales, por ser inaceptablemente imperial e imperiosa, lo cual
obligó al primer presidente Bush a suavizarla; pero la meta de perpetuar el
estatus de Estados Unidos como superpotencia exclusiva nunca ha sido rechazada
por los estrategas de la administración. De hecho, se volvió inicialmente al
abarcador principio de la política militarista estadounidense cuando el Bush más
joven asumió la presidencia en febrero de 2001. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El objetivo: China</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando la doctrina de dominación permanente fue enunciada
por primera vez en 1992, no se especificaba en ella la identidad de los futuros
retadores cuyo levantamiento debía ser prevenido mediante acciones coercitivas.
En ese momento, los estrategas estadounidenses se preocupaban por una mezcla de
rivales potenciales, que incluía a Rusia, Alemania, la India, Japón y China;
cualquiera de éstos, se pensaba, podría surgir en décadas venideras como
posibles superpotencias, y por lo tanto habría que disuadir a todos de tomar tal
dirección. Sin embargo, cuando la segunda administración Bush asumió el poder,
en el pensamiento élite el grupo de rivales potenciales se había reducido a sólo
uno: la República Popular China. Sólo China, se determinó, poseía la capacidad
económica y militar para desafiar a Estados Unidos en calidad de aspirante a
superpotencia; y por lo tanto, la perpetuación del predominio global de EEUU
dependía de la contención del poder chino. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El imperativo de frenar a China fue expuesto por primera
vez en detalle de una manera sistemática por Condoleezza Rice cuando ejercía
como asesora de política exterior del entonces Gobernador George W. Bush,
durante la campaña presidencial del año 2000. En un artículo hipercitado en las
Relaciones Exteriores, ella sugirió que la RPCh, como un ambicioso poder en
ascenso, desafiaría inevitablemente los intereses vitales de EEUU "China es una
gran potencia con intereses vitales irresueltos, particularmente en lo que
respecta a Taiwán”, escribió. "A China también le molesta el papel de Estados
Unidos en la región Asia-Pacífico.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Por estas razones declaró: "China no es una potencia
“statu quo”, sino una que desearía alterar el equilibrio de fuerzas en Asia en
su propio favor. Solamente eso la convierte en un competidor estratégico, no es
un ‘compañero estratégico’ como la definió la administración Clinton en una
ocasión." Era esencial, argumentó ella, adoptar una estrategia que previniese el
surgimiento de China como poder regional. En particular, "Estados Unidos debe
profundizar la cooperación con Japón y Corea Sur y debe mantener su dedicación a
una férrea y robusta presencia militar en la región. Washington también debe
prestar mayor atención al papel de la India en el equilibrio regional”, e
involucrar a ese país en un sistema de alianza anti-china. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Si se mira hacia atrás, es sorprendente cómo este
artículo transformó esa doctrina de no-permitir-competidores, introducida en el
DPG de 1992, en la mismísima estrategia que actualmente implementa la
administración Bush en el Pacífico y en el sur de Asia. Muchas de las políticas
específicas por las que aboga en su artículo, desde el fortalecimiento de los
lazos con Japón hasta los acercamientos hacia la India, se están llevando a cabo
hoy. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, durante la primavera y el verano de 2001, el
saldo más significativo de este centro de atención estratégico fue la
distracción de Rice y de otros altos funcionarios de la administración respecto
a la amenaza creciente de Osama bin Laden y Al Qaeda. Durante sus primeros meses
en la oficina como asesora principal del presidente en asuntos de seguridad
nacional, Rice se dedicó a llevar a cabo el plan que había expuesto en
Relaciones Exteriores. Sus principales prioridades en esa primera etapa fueron
disolver el Tratado de Misiles Antibalísticos con Rusia y reunir a Japón, Corea
del Sur y Taiwán en un sistema conjunto de defensa antimisiles que, se esperaba,
evolucionaría finalmente hacia una alianza anti-china afín al Pentágono. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Richard A. Clarke, el asesor mayor de la Casa Blanca en
la guerra contra el terrorismo alegó que esta preocupación de Rice por Rusia,
China, y otros países poderosos, acarreó la subvaloración de los avisos de un
posible ataque de Al Qaeda contra Estados Unidos y así descuidó el inicio de
acciones defensivas que podrían haber evitado los hechos del 11 de septiembre.
Aunque Rice sobrevivió al duro interrogatorio de la Comisión 11/9 sin admitir
cuan exactas eran las acusaciones de Clarke, cualquier historiador cuidadoso en
busca de respuestas acerca del inexcusable fracaso de la administración Bush en
la toma de atención a las alertas sobre un potencial ataque terrorista en ese
país, debe empezar por su gran atención dedicada a la contención de China
durante ese período crítico. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>China en segundo plano</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Después del 11 de septiembre, habría sido inapropiado
para Bush, Rice y otros altos funcionarios de la administración precipitar sus
planes sobre China y entonces cambiaron el centro de atención rápidamente hacia
un objetivo largamente abrazado por los neoconservadores: el derrocamiento de
Saddam Hussein y la proyección del poder estadounidense a lo largo del Medio
Oriente. Así la “guerra global contra el terrorismo” (o GWOT, en jerga del
Pentágono) se volvió su principal punto de discusión y la invasión a Iraq su
primordial centro de atención. Pero la administración nunca perdió de vista
completamente su interés estratégico en China, incluso cuando había poco que
pudiera hacer respecto al asunto. De hecho, la guerra relámpago contra Iraq y la
posterior proyección del poder estadounidense en el Medio Oriente fueron
pensadas, al menos en parte, como una advertencia a China del abrumador poderío
del ejército estadounidense y de la inutilidad de desafiar la supremacía de
EEUU.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Durante los dos años siguientes, mientras tantos
esfuerzos se dedicaban a reconstruir Iraq a imagen y semejanza de EEUU y a
aplastar una inesperada y potente insurrección iraquí, no se pasaba por alto el
incremento de la inversión china en modernas capacidades militares y su
creciente alcance económico en el Sudeste Asiático, África y América Latina, la
mayor parte de éste vinculado a la obtención de petróleo y otros artículos
vitales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para la primavera de 2005, la Casa Blanca ya estaba
retornando a la gran estrategia global de Rice. El 4 de junio de 2005, el
Secretario de Defensa Donald Rumsfeld dio un muy publicitado discurso en un
congreso en Singapur, donde marcó lo que vendría a ser un nuevo énfasis en la
formulación de políticas de la Casa Blanca, al condenar la acumulación
militarista china en proceso y advirtió de la amenaza que esto representaba para
la paz y la estabilidad regional.</DIV>
<DIV align=justify><BR>China, declaró, estaba “expandiendo sus misiles,
permitiéndoles alcanzar objetivos en muchas áreas del planeta (y) perfeccionando
sus capacidades para proyectar poderío” en la región de Asia-Pacífico. Entonces,
con una falta de candidez sublime, agregó: "Ya que ninguna nación amenaza a
China, uno debe preguntarse: ¿Por qué esta inversión creciente? ¿Por qué estas
grandes y continuas compras de armas? ¿Por qué estos fuertes despliegues
continuos?" Aunque Rumsfeld no dio respuesta a sus preguntas, era obvia la
inferencia: China estaba andando en una ruta que la llevaría a ser un poder
regional, y por tanto amenazaba con representar un día un desafío para Estados
Unidos en Asia, en inaceptables condiciones de igualdad. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta primera señal dada por un aumento de la retórica
anti-china vino acompañada por actos de una naturaleza más concreta. En febrero
de 2005, Rice y Rumsfeld organizaron un encuentro en Washington con altos
funcionarios japoneses en el cual fue firmado un acuerdo para mejorar la
cooperación en asuntos militares entre los dos países. Conocido como
“Declaración Conjunta del Comité Consultivo de Seguridad EEUU-Japón”, el acuerdo
instaba a una mayor colaboración entre las fuerzas estadounidenses y japonesas
en la conducción de operaciones militares en el área que se extiende desde el
nordeste de Asia hasta el Mar de China Meridional. También apelaba a estrechas
consultas sobre las políticas respecto al Taiwán, una indirecta implícita de que
Japón estaba listo para ayudar a Estados Unidos si se diera un enfrentamiento
militar con China, que se desataría en caso de una declaración de independencia
por parte de Taiwán.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esto sucedió en un momento en que Pekin ya estaba
expresando su considerable alarma acerca de movimientos pro-independentistas en
Taiwán, y acerca de lo que China consideró como una reanimación del militarismo
en Japón, evocando así recuerdos dolorosos de la Segunda Guerra Mundial, cuando
Japón invadió China y cometió enormes atrocidades contra los civiles chinos.
Entonces, como es comprensible, el acuerdo sólo podría interpretarse por parte
de la dirigencia china como una expresión de la determinación de la
administración Bush de edificar un sistema de alianza anti-china. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El Nuevo Gran Tablero de Ajedrez</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Por qué la Casa Blanca escogió este momento en
particular para revivir su esfuerzo de contener a China? Sin duda muchos
factores influyeron en este viraje, pero ciertamente el más significativo fue la
percepción de que China había emergido finalmente como un poder regional mayor
por derecho propio y había empezado a competir con la prolongada supremacía de
EEUU en la región de Asia-Pacífico. Hasta cierto punto esto fue manifestado —así
lo señaló el Pentágono— en términos militares cuando Pekin empezó a reemplazar
las armas tipo soviético de la guerra-vendimia coreana por modelos rusos más
modernos (pero aún lejos de ser de última generación).</DIV>
<DIV align=justify><BR>No fueron sin embargo, los movimientos del ejército chino
los que alarmaron realmente a los políticos estadounidenses —la mayoría de los
analistas profesionales es perfectamente consciente de la calidad todavía
inferior del armamento chino— sino el éxito de Pekin para establecer lazos
amistosos con tradicionales aliados de EEUU, tales como Tailandia, Indonesia y
Australia a través del uso de su poder adquisitivo y voracidad de recursos.
Debido a que la administración Bush había hecho poco para enfrentarse a esta
tendencia mientras estaba centrada en la guerra en Iraq, los rápidos progresos
de China en el Sudeste Asiático comenzaron finalmente a hacer sonar señales de
alarma en Washington. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Al mismo tiempo, los estrategas republicanos aumentaban
su preocupación respecto a la creciente presencia china en el Golfo Pérsico y en
Asia Central —áreas consideradas de importancia geopolítica vital para Estados
Unidos debido a las inmensas reservas de petróleo y gas natural allí
localizadas-. Estos estrategas perseguían contrarrestar los avances chinos,
siguiendo mayormente las ideas de Zbigniew Brzezinski cuyo libro de 1997, The
Grand Chessboard: American Primacy and Geostrategic Imperatives (El Gran Tablero
de Ajedrez: la primacía Norteamericana e Imperativos geoestratégicos) señalaba
en primer lugar la importancia suprema de Asia Central. Aunque el mismo
Brzezinski ha sido excluido ampliamente de los círculos de elite Republicanos
debido a su asociación con la muy despreciada administración Carter, su
concepción de un avance coordinado de EEUU para dominar los territorios
orientales y occidentales fronterizos de China, ha sido aplaudida por los
principales estrategas de la administración. </DIV>
<DIV align=justify><BR>De esta forma, la preocupación de Washington por la
influencia china en aumento en el Sudeste Asiático, ha venido a entrelazarse con
el esfuerzo estadounidense por la hegemonía en el Golfo Pérsico y Asia Central.
Esto ha dado a la política de China una significación aún mayor en Washington, y
contribuye a explicar su apasionada reaparición a pesar de las aparentemente
abrumadoras preocupaciones de la guerra en Iraq. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Cualquiera que sea el equilibrio exacto de factores, la
administración Bush está ahora evidentemente inmersa en un esfuerzo sistemático
coordinado por contener el poder chino e influir en Asia. Este esfuerzo parece
tener tres amplios objetivos: convertir las relaciones existentes con Japón,
Australia, y Corea Sur en un fuerte e integrado sistema de alianza anti-china,
atraer a otras naciones, sobre todo a la India, a este sistema y extender las
capacidades militares estadounidenses en la región Asia-Pacífico. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde que la campaña de la administración para reforzar
los lazos con Japón comenzó hace un año, los dos países han estado reuniéndose
continuamente con el objetivo de crear protocolos para la aplicación de su
acuerdo estratégico de 2005. En octubre, Washington y Tokio lanzaron el Informe
de Transformación y Reordenación de la Alianza, que guiará la venidera extensa
integración de las fuerzas estadounidenses y japonesas en el Pacífico y la
reestructuración simultánea del sistema de bases estadounidenses en Japón.
(Algunas de estas bases, sobre todo las de Okinawa, se han vuelto una fuente de
fricción en las relaciones EEUU-Japón, por lo que ahora el Pentágono está
considerando la manera de reducir las instalaciones más perturbadoras).
Funcionarios japoneses y estadounidenses también están comprometidos en un
estudio conjunto de “interoperabilidad”, dirigido a allanar el camino a la
interfaz de los sistemas de comunicación y combate entre EEUU y Japón. “Una
cercana colaboración para la defensa antimisiles también está en marcha”,
informó el almirante William J. Fallon, Comandante en Jefe del Comando
Norteamericano del Pacífico (PACOM). </DIV>
<DIV align=justify><BR>También se han dado pasos en la campaña actual para
anexionar a Corea del Sur y a Australia más sólidamente a la alianza EEUU-Japón.
Corea del Sur ha estado durante largo tiempo renuente a trabajar junto a Japón
debido a la brutal ocupación por parte de ese país de la península coreana entre
1910 y 1945 y a persistentes temores hacia el militarismo japonés; ahora, sin
embargo, la administración Bush está promoviendo lo que denomina “cooperación
militar trilateral” entre Seúl, Tokio, y Washington. Como indicó el almirante
Fallon, esta iniciativa tiene una dimensión explícitamente anti-china. Los
vínculos de EEUU con Corea del Sur deben adaptarse al "variable ambiente de
seguridad” que representa la "modernización del ejército de China”, expresó
Fallon al Comité de Servicios Armados del Senado el 7 de marzo. Al cooperar con
EEUU y Japón, continuó, Corea del Sur cambiará su atención fijada en Corea del
Norte hacia "una visión más regional de seguridad y estabilidad". </DIV>
<DIV align=justify><BR>Incluir a Australia en esta red anti-china en
construcción ha sido una prioridad esencial de Condoleezza Rice, quien pasó
varios días allí a mediados de marzo. Aunque diseñada mayormente para reafirmar
los lazos EEUU-Australia (enormemente descuidados por Washington en los últimos
años), el propósito principal de su visita era organizar una reunión con altos
funcionarios de Australia, EEUU y Japón para desarrollar una estrategia común
que frenara la influencia creciente de China en Asia. No se anunció ningún
resultado formal, pero Steven Weisman del New York Times informó el 19 de marzo
que Rice convocó el encuentro para “profundizar una alianza regional de tres
direcciones dirigida en parte a equilibrar el aumento de la presencia china."
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un logro aún mayor desde el punto de vista de Washington,
sería la integración de la India en este emergente sistema de alianza, una
posibilidad sugerida por primera vez en el artículo de Rice sobre Relaciones
Exteriores. Este movimiento había sido largamente frustrado por las objeciones
del Congreso al programa de armas nucleares de la India y por su negativa de
suscribir el Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT). Bajo la ley
estadounidense, las naciones que como la India se niegan a cooperar con las
medidas de no proliferación, pueden ser excluidas de varios tipos de ayuda y
cooperación. Para superar este problema, el presidente Bush se reunió con los
oficiales indios en Nueva Delhi en marzo y negoció un acuerdo nuclear que
abriría los reactores civiles de la India a la inspección de la Organización
Internacional de Energía Atómica, dando así un ligero barniz de “cooperación con
la no proliferación” al programa armamentista nuclear de la India. Si el
Congreso aprobase el plan de Bush, Estados Unidos sería libre de proporcionar
ayuda nuclear a la India y, en el proceso, expandir significativamente sus ya
considerables lazos militares. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En la firma del pacto nuclear con la India, Bush no hizo
alusión al programa anti-chino de su administración, sólo dijo que el acuerdo
fijaría los cimientos para unas duraderas "relaciones defensivas”. Pero pocos se
han dejado engañar por esta imprecisa caracterización. Según Weisman del [NY]
Times, la mayoría de los legisladores estadounidenses ve el acuerdo nuclear como
una expresión del deseo de la administración de convertir a la India en "el
contrapeso de China". </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El Comienzo de la Escalada China</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Acompañando a todas estas iniciativas diplomáticas ha
estado un vigoroso, aunque grandemente imprevisto, esfuerzo del Departamento de
Defensa (DoD) para reforzar las capacidades militares estadounidenses en la
región Asia-Pacífico. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El amplio alcance de la estrategia estadounidense fue
desvelado por primera vez en la más reciente valoración de política del
Pentágono, el Resumen Cuatrienal de Defensa (QRD), dado a conocer el 5 de
febrero de 2006. En la discusión sobre las amenazas a largo plazo para la
seguridad de EEUU, el QRD comienza reafirmando el abarcador precepto articulado
en el DPG de 1992: que Estados Unidos no permitirá el surgimiento de una
superpotencia que le haga la competencia. Este país "intentará disuadir a
cualquier contendiente militar de desarrollar capacidades perjudiciales o que
pudieran generar un poder hegemónico regional o una acción hostil contra Estados
Unidos", plantea el documento. Y acto seguido identifica a China como el
competidor más peligroso de esta clase. "De las mayores potencias en
surgimiento, China tiene el potencial mayor para competir militarmente con
Estados Unidos y para desplegar tecnologías militares perjudiciales que podrían
con el tiempo equipararse a las tradicionales ventajas tecnológicas de EEUU"
–añadiendo entonces la sorprendente “ausencia de una ‘contraestrategia’
estadounidense.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según el Pentágono, la tarea de contrarrestar las futuras
capacidades chinas, implica en gran medida el desarrollo y adquisición de un
enorme sistema armamentista que aseguraría el éxito de los EEUU en cualquier
confrontación militar de envergadura. “Estados Unidos desarrollará capacidades
que enfrentará a cualquier adversario con desafíos complejos y
multidimensionales y consolidará esfuerzos de planificación ofensiva”, explica
el QDR. Esto comprende el incremento sostenido de dichas “duraderas ventajas de
EEUU” así como "un ataque de largo alcance, sigiloso, maniobras y mantenimiento
de las fuerzas de aire, mar y tierra a distancias estratégicas, dominación aérea
y guerra submarina.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Prepararse para la guerra contra China es, en otras
palabras, la futura gallina de los huevos de oro para las corporaciones
fabricantes de armas del complejo militar industrial. Será, por ejemplo, la
justificación primaria para la adquisición de costosos nuevos sistemas de armas,
como el F-22A Raptor, el Joint Strike Fighter, el destroyer DDX, el submarino
nuclear de ataque clase Virginia y un bombardero penetrador intercontinental,
armas que sólo serían útiles en un encuentro extremo con otro adversario de gran
poder, de una clase a la que sólo China podría llegar algún día.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Además de estos programas armamentistas, el QDR también
aboga por el fortalecimiento de las unidades de combate estadounidenses en Asia
y el Pacífico, con un énfasis particular en la Marina (la rama del ejército
menos utilizada en la presente ocupación y guerrea en Iraq). "La flota tendrá
una presencia mayor en el Océano Pacífico", señala el documento. Para lograr
esto, "la Marina planea ajustar la postura de sus fuerzas y bases militares para
abastecer por lo menos seis portaviones operacionalmente disponibles y
sustentables y el 60% de sus submarinos en el Pacífico para sustentar su
compromiso, su presencia y el desaliento". Ya que cada uno de estos portaviones
no es más que el núcleo de un despliegue de grandes de naves de apoyo y
aeronaves de protección, este paso traerá consigo un aumento verdaderamente
significativo de las capacidades navales estadounidenses en el Pacífico
Occidental y requerirá, naturalmente, la expansión sustancial del complejo de
bases militares estadounidenses en la región, un requisito que ya cuenta con la
cuidadosa atención del almirante Fallon y su personal del PACOM. Para cubrir las
demandas operacionales de dicha escalada, este verano la Marina estadounidense
efectuará las mayores maniobras en el Pacífico Occidental desde que finalizó la
Guerra en Vietnam, con cuatro grupos de combate con portaaviones, y se espera
que participen muchas naves de apoyo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Súmese todo esto y la estrategia resultante no puede
verse más que como una campaña sistemática de contención. Ningún alto
funcionario de administración puede decir esto en tantas palabras, pero es
imposible interpretar los recientes movimientos de Rice y Rumsfeld de cualquier
otra manera. Desde la perspectiva de Pekin, la realidad debe ser inequívoca: un
aumento estable del poder militar estadounidense a lo largo de las fronteras
este, sur y oeste de China. </DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Cómo responderá China a esta amenaza? Por ahora, parece
estar confiada en sus encantos y halagüeños beneficios económicos como medio
para aflojar los lazos australianos, surcoreanos e incluso los lazos indios con
los Estados Unidos. Hasta cierto punto, esta estrategia está teniendo éxito, ya
que estos países buscan beneficiarse de la extraordinaria explosión económica
que está teniendo lugar en China –propulsada en gran medida por el petróleo, el
gas, el hierro, la madera, y otros materiales proporcionados por los vecinos de
China en Asia-. Una versión de esta estrategia también está siendo empleada por
el Presidente Hu Jintao durante su actual visita a Estados Unidos. Como el
dinero de China está esparcido liberalmente entre empresas influyentes como
Boeing y Microsoft, Hu está recordándole al ala corporativa del Partido
Republicano que hay todavía inmensos beneficios económicos que obtener si se
sigue en una posición no amenazante hacia China. </DIV>
<DIV align=justify><BR>China, sin embargo, siempre ha respondido a las amenazas
de cerco con un estilo vigoroso y resuelto, por lo que debemos asumir que Pekin
complementará todo ese encanto con su propia escalada militar. Tal actitud no
llevará a China a la igualdad militar con los Estados Unidos —ésa no es una
condición a la que puede aspirar en términos reales durante las próximas
décadas-, pero dará justificaciones adicionales a aquellos que en Estados Unidos
buscan acelerar la contención de China, y por tanto generarán un bumerán de
desconfianza, competencia y crisis. Esto hará que el amigable convenio a largo
plazo del problema de Taiwán y del programa nuclear de Corea del Norte sea más
difícil, y aumente el riesgo de una escalada imprevista de la guerra
generalizada en Asia. No podrá haber vencedores en una conflagración tal. </DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>* Michael T. Klare es profesor de Estudios sobre paz y
seguridad mundial en el Hampshire College. Autor de Blood and Oil: The Dangers
and Consequences of America's Growing Dependency on Imported Petroleum (Owl
Books, 2005).</DIV>
<DIV align=justify><BR>** Bárbara Maseda es miembro de los colectivos de
Rebelión y Tlaxcala (<A href="http://www.tlaxcala.es">www.tlaxcala.es</A>), la
red de traductores por la diversidad lingüística. Caty R. es miembro del
colectivo de traductores de Rebelión. Esta traducción es copyleft.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><STRONG><EM><FONT color=#000080>La información contenida en
el boletín es de fuentes propias, sitios web, medios periodísticos, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones políticas de izquierda. Los
artículos firmados no comprometen la posición editorial de Correspondencia de
Prensa. Suscripciones, Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>