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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - 24 de abril 2006 - Redacción:
</FONT></FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT size=4><A
href="mailto:germain@chasque.net"><FONT
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Estados Unidos</FONT></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>El síndrome Crash: clase obrera e
inmigración <BR><BR>Andy Robinson *</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Sin
Permiso</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://www.sinpermiso.info/"><STRONG>http://www.sinpermiso.info/</STRONG></A></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><BR>En las últimas tres décadas el número de inmigrantes en
la población activa de Estados Unidos ha pasado de representar un 2,6% al 13%,
lo que convierte este factor en clave estructural del sistema laboral. Los
choques y tensiones recogidos en el cine a través de la aclamada película Crash
esconden un trasfondo económico de extrema vigencia.<BR><BR>Crash, la mejor
película del año según Hollywood, es una denuncia de la insolidaridad
interétnica en Los Ángeles: los asiáticos desprecian a los hispanos, los
centroamericanos se indignan por ser confundidos con los mexicanos y los
afroamericanos insisten en que los latinos hablen inglés. El único punto de
contacto entre todas estas comunidades, son los accidentes de automóvil
(crash).El síndrome crash, según se percibe en Los Ángeles y otras regiones del
país, es una de las claves del mercado de trabajo de Estados Unidos, en el que
los sueldos no suben y los beneficios sí. <BR><BR><STRONG>Los
Angeles</STRONG><BR><BR>Tras las movilizaciones de protesta de la semana pasada
en defensa de los inmigrantes indocumentados, escolares hispanos discutieron con
jóvenes afroamericanos que se consideran perjudicados por la mexicanizacion de
la metrópoli californiana - el 46% de la población procede de México- y por la
irrupción masiva de indocumentados en sectores como la construcción, la
agricultura, la hostelería, la limpieza y el mantenimiento de edificios. Los
salarios reales de los trabajadores no cualificados - muchos de ellos
afroamericanos- no levantan cabeza en este ciclo expansivo, pese a que el
porcentaje de los beneficios en la economía bate récords desde 1968. Muchos en
Los Ángeles culpan de ello a los sin papeles. Los mexicanos, por su parte,
dirigen su ira contra los afroamericanos por la nueva legislación que
criminalizará a los sin papeles. "Nosotros somos muy trabajadores, pero los
negros no quieren trabajar", afirma una camarera de un restaurante del barrio
hispano de Maywood.<BR><BR><STRONG>Nueva Orleans</STRONG><BR><BR>Una gasolinera
a las ocho de la mañana del día siguiente al Mardi Gras es uno de los puntos de
encuentro de quienes buscan trabajo en las tareas de desescombro y
reconstrucción de la ciudad tras el Katrina. Hay afroamericanos, mexicanos,
puertorriqueños, cubanos y guatemaltecos y cada grupo se mantiene separado.
Pasan camionetas y vehículos 4x4 conducidos por los jefes de obra -blancos y
negros- que recogen a seis o siete hombres para llevarlos a los barrios en
reconstrucción. "Poco después del Katrina cobrábamos 20 dólares la hora", dice
un inmigrante mexicano de Toluca, de 29 años. "Luego vinieron los
puertorriqueños y los guatemaltecos y ahora sólo cobramos 7,5". Dos
puertorriqueños se acercan enfurecidos e insultan a los mexicanos, mientras un
tercero acusa a los afroamericanos de actitudes "racistas con los latinos". Los
afroamericanos se quejan de que los hispanos indocumentados se han aprovechado
de la ausencia de hasta el 80% de la población negra para acaparar el empleo en
construcción y servicios baratos. "Los mexicanos hacen lo que hizo la gente
negra", dijo Yvonne Warren, afroamericana procedente de Chicago.
<BR><BR><STRONG>Carolina del Sur</STRONG><BR><BR>En las siniestras plantas de
carne del sur del estado, cerca de la base militar de Fort Bragg, la mitad de
los 26.000 trabajadores que despedazan cerdos y pollos son hispanos, el 30% son
negros y el resto son indígenas locales -de la tribu lumby- y blancos. Aquí
también los afroamericanos culpan a los hispanos de la caída en picado de los
sueldos; la remuneración por hora de un trabajador de los mataderos oscila entre
los 6 y los 8 dólares la hora en estos momentos, una tercera parte de lo que se
cobraba hace treinta años, cuando las plantas de carne aún se ubicaban en los
alrededores de Chicago y la fuerza de trabajo tenía representación sindical.
Trabajadores mexicanos de la planta de Smithfield, donde 6.000 trabajadores
matan y descuartizan a un cerdo cada dos segundos, acusan de vagos a los
afroamericanos. "Los prietos son pendejos", dice Alberta Lagunas, 68 años, de
Guerrero (México), cuyos hijos indocumentados trabajan en Smithfield y en la
cercana planta de pollos. En Smithfield, según el sindicato UFCW, existe una
jerarquía étnica del trabajo: los supervisores son blancos, los trabajadores de
almacenes son lumby, y los mexicanos y afroamericanos -como se percibe por las
heridas en sus dedos- manejan los cuchillos. <BR><BR>El peor trabajo lo hacen
indígenas guatemaltecos, dice Dennis Treacy, reportero local: "Limpian las
plantas durante la noche, a veces con sangre hasta las rodillas", añade. La
compañía Smithfield, que en el 2004 compró un 22% de Campofrío, es el líder
mundial de producción de carne y no permite organización sindical en su seno.
<BR><BR>El síndrome crash parece ser el resultado de un mercado de trabajo
escasamente regulado, en combinación con una constante ampliación de la oferta
de mano de obra por medio de la inmigración, en gran parte indocumentada. Hay
discrepancias entre economistas respecto al impacto de la inmigración sobre los
salarios en general, pero parece claro que, ausentes sindicatos y con escasa
legislación laboral, el aumento de oferta de mano de obra de baja calificación
abarata al factor trabajo en sectores como construcción, industrias de bajo
valor añadido y la hostelería. El porcentaje de inmigrantes en la población
activa en Estados Unidos ha subido del 2,6% en 1970 al 13% en el 2003. George
Borjas, de la Universidad de Harvard, cree que es responsable de una reducción
del 9% del sueldo medio de los trabajadores de baja calificación nacidos en
Estados Unidos, muchos de ellos afroamericanos. La afiliación sindical ha caído
del 24% del empleo al 14% desde 1980. Se agrava el síndrome crash.<BR><BR>Sin
embargo, donde se supera la insolidaridad étnica y los sindicatos se refuerzan,
la inmigración ha coincidido con subidas de salarios incluso en trabajos de baja
calificación. En Los Ángeles, una campaña del sindicato SEIU con varias huelgas
ha podido frenar la caída de los salarios de los porteros de inmuebles. El
desplome se produjo en los ochenta por la sustitución de trabajadores
afroamericanos sindicados por inmigrantes centroamericanos indocumentados. Tras
caer desde siete dólares la hora a menos de cuatro, los sueldos han vuelto a
subir en los últimos años pese a la mayor presencia de sin papeles en la ciudad
californiana. Asimismo, el origen del descenso de los salarios en la industria
de la carne no era la inmigración, sino la decisión de las empresas de
desplazarse desde el Medio Este al Sur en los setenta y ochenta huyendo de los
sindicatos. Ahora son los latinos en Carolina los que encabezan las campañas de
organización sindical de la UFCW. Varias plantas ya tienen representación
sindical y han subido los salarios. Smithfield, sin embargo, sigue
rentabilizando el síndrome crash.<BR><BR>* Andy Robinson corresponsal en EEUU.
Artículo publicado en el diario La Vanguardia, Barcelona, 6-4-06. </DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><EM><FONT color=#000080>La información contenida en
el boletín es de fuentes propias, sitios web, medios periodísticos, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones políticas de izquierda. Los
artículos firmados no comprometen la posición editorial de Correspondencia de
Prensa. Suscripciones, Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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