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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - 24 de junio 2006 - Redacción:
</FONT></FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Cuba</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Entrevista con Enrique Ubieta Gómez
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>“En Cuba existen
dos corrientes, dos tendencias sociales”</FONT></STRONG> <BR><BR></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Sudestada y La
Haine</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.lahaine.org/"><STRONG>http://www.lahaine.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV><FONT face=Arial
size=2>
<DIV align=justify><BR>"Una Revolución es el proceso mediante el cual las masas
empiezan a conformar colectividades de individuos. En la medida en que ese
proceso se complete o deshaga, triunfa o fracasa una Revolución. Pero pensar que
es posible una sociedad universal de clase media capitalista es una anti-utopía
reaccionaria" </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>En su discurso del 17 de noviembre de 2005, Fidel
Castro señala que fue un error creer que alguien sabía como se construía el
socialismo. ¿Le parece que el camino elegido por la Revolución cubana carece de
referencias dentro de la historia del socialismo y se transforma, en ese caso,
en un proceso inédito diferenciado de las experiencias
anteriores?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Nada en la vida carece de referencias, ni es
absolutamente inédito. Recuerdo que un profesor de filosofía que tuve repetía
que el pintor más audaz, más creativo, no podía trazar ni siquiera una línea en
el espacio que previamente no conociera. El profesor iba más lejos: el objeto
que la Humanidad todavía no conoce, que aún no ha nombrado, no existe para el
individuo, y éste ni siquiera puede verlo, aunque físicamente lo tenga frente a
sus narices. Los dioses y los ET que la imaginación humana ha construido tienen
aspecto humano, están hechos de referencias humanas. La verdadera creatividad
nada tiene que ver con la supuesta ausencia de referencias, de antecedentes, de
conocimientos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Por otra parte, aspirar a la novedad pura, incontaminada
de pasado, es un contrasentido: algo es ‘nuevo’ porque existe un referente
‘viejo’. Si pretende hacer una revolución, debe aprender de las demás, de las
suyas --las que hubo antes en su país--, y de las otras, las que son referentes
mundiales. Desde luego, que uno no toma todas las referencias del pasado como
punto de partida. Siempre se produce una elección, conciente o no, que responde
por igual a factores de índole histórica y biográfica. ¿Por qué Fidel declaró en
el juicio del Moncada que Martí era el autor intelectual de aquel acto de
rebeldía? ¿Por qué nuestros revolucionarios eligieron las montañas del Oriente
del país para establecer los frentes guerrilleros? ¿Por qué la guerra de
guerrillas? ¿Por qué concibieron una invasión de Oriente a Occidente? ¿Por qué
se procuró la unidad nacional de todas las fuerzas revolucionarias? Todas esas
preguntas tienen respuesta en la historia de Cuba. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Otro referente insoslayable para una revolución social
del siglo XX era la Revolución de Octubre: cuando triunfa la Revolución cubana
nadie pensaba en ‘modelos’, pero existía un ‘campo socialista’, un mundo
bipolar, y una ‘guerra fría’ que se calentaba a ratos. Y en el traspatio de
Estados Unidos, todos los intentos reformistas del siglo fueron clasificados de
inmediato como ‘comunistas’: Cárdenas, y Árbenz, antes del 59, Bosh, Velasco
Alvarado, Allende, Bishop, después. Por otra parte, el comunismo no era como
quieren hacer ver ‘una doctrina importada’: en Cuba (y en América Latina)
existía una tradición que se comunicaba con el independentismo más radical del
XIX, y pensadores de la envergadura de Julio Antonio Mella (de Mariátegui, de
Ponce, y después de Fidel y del Che). </DIV>
<DIV align=justify><BR>La guerra por la sobreviviencia frente a las agresiones
imperialistas (bloqueo económico, aislamiento internacional, sabotajes, etc.)
–una de las tareas y los compromisos internacionales básicos de toda revolución
es conservar el poder y sólo quienes nunca lo han conquistado, carecen de un
pensamiento de construcción estatal--, nos condujo por caminos que no siempre
fueron elegidos por ser ideales o por creer que lo eran. ¿Alguien quiere saber
si, a pesar de todo, repetimos errores ajenos y copiamos importantes aspectos
del ‘modelo’ soviético, aún pendientes de extirpar? Sí, por supuesto, y no
debemos avergonzarnos de ello: igual o más importante es saber que la nuestra
fue una de las revoluciones que más ha innovado, que más influencia ha ejercido
en el mundo contemporáneo (siendo un país tan pequeño desde el punto de vista
geográfico); una revolución que en sus momentos de momentánea pérdida del
sentido de la orientación, conservó la pequeña llama que evitó el congelamiento.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>En ello jugó un papel decisivo el genio de Fidel. En
ninguno de los estados socialistas de Europa perduró como en Cuba la relación
directa, el entendimiento, la conexión emocional y racional del pueblo con sus
dirigentes, y la comprensión quijotesca, ajena a intereses geopolíticos, del
internacionalismo, del que recibíamos y del que dábamos. Quizás en muchos de
esos estados no existía tampoco una relación sólida entre aquel presente
socialista y el pasado nacional. En el llamado bloque socialista, éramos un
estado insubordinado, rebelde, original, que sabía ser leal a los amigos, a los
aliados, y conservar los principios. Era natural que se pensara que los estados
socialistas ‘mayores’, aquellos que habían hecho su revolución antes que
nosotros, habían abierto caminos por los que podíamos transitar. Hoy sabemos que
muchos ‘caminos’ eran callejones cerrados, que los sabios padres no sabían
realmente cómo construir el socialismo, y que –ya acomodados, cuando no
corruptos--, ni siquiera querían saberlo. Si no hubiesen existido otros
referentes nacionales, es decir, si la revolución cubana no hubiese tenido
raíces profundas en su historia nacional y regional, si no hubiésemos contado
con un liderazgo excepcionalmente creativo, conectado al pueblo, no habríamos
sobrevivido a esa certeza.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿En qué aspectos generales sintetiza las
fortalezas de la Revolución hoy?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Las fortalezas están implícitas en lo anteriormente
dicho. Puedo señalar, entre otras: 1. La revolución cubana tiene hondas raíces
en la historia nacional; 2. La coherencia histórica del discurso revolucionario
cubano, especialmente el de su máxima dirigencia, aún cuando pueda admitirse la
existencia de diferentes etapas, y la transparencia de ese discurso; 3. La
consecuencia en los principios, y la certeza popular de que existe una
conciencia ética vigilante en la máxima dirección del país; 4. El capital humano
creado por la revolución: médicos, ingenieros, científicos, creadores de las
ciencias y las artes, especialistas en deportes; 5. La cultura política de las
masas, que se sustenta en una comprensión clara de sus derechos sociales.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿En dónde marcaría los principales defectos del
presente político en Cuba? ¿Cuáles son los aspectos de mayor conflictividad hoy
en la isla a nivel económico?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La tensión social entre los intereses individuales y los
colectivos, que es en mi criterio el punto neurálgico, no resuelto, del
socialismo, alcanzó su mayor dramatismo en la Cuba de los noventa: la graduación
de miles de nuevos profesionales –las generaciones más numerosas de la historia
del país, los nacidos en los primeros sesenta--, coincidió con el desplome del
referente socialista este europeo, y la contracción económica del país,
consecuencia de la abrupta desaparición de todos los acuerdos económicos
solidarios con el antiguo mundo socialista, y el endurecimiento del bloqueo
estadounidense. Se aplicaron políticas económicas de sobrevivencia: la prioridad
ya no era la construcción del socialismo (que por demás, había que rediseñar,
aunque se proclamaba y se conservaba en sus principios rectores), sino la
defensa de las conquistas alcanzadas. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El socialismo no es, según pienso, el triunfo de los
intereses colectivos sobre los individuales, sino el triunfo del humanismo
revolucionario: la nuevas generaciones de cubanos poseen una individualidad más
rica, más diversa, menos homogénea y nuevas necesidades, pero éstas no pueden ni
deben ser satisfechas en el sentido burgués tradicional; hasta el momento,
ninguno de los estados socialistas pudo construir una alternativa al concepto
burgués de calidad de vida. Una Revolución es el proceso mediante el cual las
masas empiezan a conformar colectividades de individuos. En la medida en que ese
proceso se complete o deshaga, triunfa o fracasa una Revolución. Pero pensar que
es posible una sociedad universal de clase media capitalista es una anti-utopía
reaccionaria (anti-utopía, digo en este caso, porque funciona como freno, como
distracción y desvío de la utopía revolucionaria): ni la naturaleza resiste el
nivel de explotación que presupone esa meta, ni la sociedad de consumo puede
prescindir de la explotación de las mayorías por las minorías. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sobre los cubanos se cierne un peligro que atañe a esa
dinámica esencial, así sea porque el acorralamiento al que es sometido el país
no permite momentáneamente otra alternativa: las décadas de limitaciones
materiales, por una parte, y las vidrieras ahora llenas de productos en moneda
libremente convertible, así sea nacional, para la que no existe un acceso
económicamente natural, por la otra, intensifican el ansia contenida de consumo.
No olvidemos que todo el sentido de la llamada cultura moderna nos induce hacia
el consumismo. El capitalismo tiene su expresión cultural en el consumismo, es
decir, en la máxima fetichización de la mercancía (el individuo no como sujeto,
sino como objeto del consumo) y consecuentemente, en la enajenación
humana.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“La nueva sociedad en formación tiene que competir muy
duramente con el pasado –había escrito el Che--. Esto se hace sentir no sólo en
la conciencia individual, en la que pesan los residuos de una educación
sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también en el
carácter mismo de este período de transición con persistencia de las relaciones
mercantiles” (21). Pero el combate ahora no es sólo contra el pasado: hay un
presente de injusticias no estructurales en el interior de Cuba y de injusticias
estructurales en el exterior, que se cierne tentador y desestabilizador sobre la
conciencia individual. El Poder Global –y su sistema capitalista de valores--
penetra y corrompe el poder local que intenta una vía alternativa. Porque para
el socialismo, como decía el Che, “no se trata de cuántos kilogramos de carne se
come o de cuantas veces por año pueda ir alguien a pasearse en la playa, ni de
cuántas bellezas que vienen del exterior puedan comprarse con los salarios
actuales. Se trata, precisamente, de que el individuo se sienta más pleno, con
mucha más riqueza interior y con mucha más responsabilidad” (22). </DIV>
<DIV align=justify><BR>El freno que impone la sociedad para que el nuevo rico
–no se trata de grandes fortunas, sino de repentinas acumulaciones de dinero que
marcan una diferencia social que no se funda en el consabido ‘a cada quien según
su trabajo’--, no se convierta en nuevo propietario, es decir, para que ese
grupo social no se constituya en una nueva clase social, exacerba sus ansias de
consumo y de igualación a los parámetros miamenses (de reafirmación personal
mediante el consumo exhibicionista), y alimenta el espejismo de que sólo la
existencia del estado revolucionario impide su tránsito definitivo al Paraíso
del Capital. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En realidad, los caminos filo marginales de acumulación
en las condiciones de Cuba existen únicamente en virtud de la excepcionalidad
del contexto: los llamados cuentapropistas (variante privada legal pero no
céntrica de trabajo y en este sentido sólo parcialmente moral, contradicción que
tiende a desdibujar los límites de lo moral y lo inmoral) o los que actúan de
forma francamente no legal en negocios minúsculos pero lucrativos, existen
porque no enfrentan la competencia de un mercado regido por las trasnacionales,
obtienen por lo general la materia prima a costa del sector estatal y reciben
sin distinción los beneficios sociales de la Revolución y el pequeño pero
importante apoyo de la cuota alimenticia subsidiada por el estado. En otro
contexto latinoamericano serían barridos, u obtendrían apenas lo suficiente para
la sobrevida.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La pertenencia al sistema incluye la aceptación de sus
reglas de juego: lo que es legal y lo que no lo es, por ejemplo, pero también o
sobre todo, lo que es moral y lo que no lo es. Este es precisamente el plano
decisivo. Si la marginalidad como forma de vida se convierte en una posibilidad
moralmente válida, su recurrencia a la ilegalidad es insignificante. Si el
sector no céntrico deja de percibirse y de ser percibido como marginal –y como
inmoral--, acabará conformando un centro alternativo capaz de aniquilar los
valores socialistas. La solidaridad internacionalista y la solidaridad nacional
son el antídoto moral que el Estado cubano --dueño de los medios de
producción--, establece para la conservación y la reproducción de los valores
socialistas. <BR>La marginalidad –la corrupción es una de sus manifestaciones--,
es un producto natural del capitalismo que, debidamente controlada, fortalece
sus bases: es un resultado del individualismo salvaje que se reproduce en nuevas
formas de individualismo salvaje. En el socialismo es siempre un resultado no
deseado y disolvente. Si en los últimos años del siglo XIX –después de las
advertencias martianas-- ya era tardía la admiración incondicional hacia el
modelo norteamericano, esa actitud es definitivamente reaccionaria y
antinacional en los primeros años del siglo XXI. No por casualidad esa
admiración al modo de vida yanqui se ha transformado en admiración al modo de
vida miamense. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Miami es la ciudad más reaccionaria de Estados Unidos en
un sentido literal: sus coordenadas ideológicas se definen en la recuperación
del pasado perdido –cubano, nicaragüense, venezolano, etc.--, en la
glorificación abierta, descarada, de los valores más conservadores,
antinacionales y en el enriquecimiento parásito que propicia la politiquería (la
corrupción política). Es la ciudad de los derrotados por la Historia, y su
adoración al sistema –carente ya de la fe primigenia en el ideal burgués-- es
esencialmente cínica. En Cuba existen dos corrientes, dos tendencias sociales,
la central, que conserva y defiende los valores socialistas, y sobrepone formas
de realización personal ajenas al ‘sálvese quien pueda’ dominantes en el mundo
contemporáneo, y la marginal, que sin mucha teorización ni una clara conciencia,
pero basada en el escepticismo cínico del individualismo burgués, prefiere
‘resolver’ su bienestar material. Muchos, la mayoría, enfrenta retos cotidianos
en el plano material, y en su solución invierte un tiempo precioso, pero la
distinción que hago no se refiere a las condiciones de vida, sino a las
condiciones de mente, de espíritu, de cada individuo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El futuro de Cuba depende de qué tendencia triunfe; yo
vivo, lucho, trabajo por la socialista. La absorción de Cuba por Miami, la
miamización de Cuba, sería la mayor derrota histórica del proyecto martiano de
nación. Y hay conciencia de la magnitud del peligro. La llamada batalla de ideas
impulsada por Fidel en los últimos años se concentra en esas coordenadas:
rescate de sectores juveniles que no habían continuado los estudios
universitarios, combate frontal a los focos de corrupción, asistencia a las
capas más humildes y frágiles del país, abastecimiento a precios asequibles de
productos de uso casero que eleven el nivel de vida y en relación con esto,
revolución energética, etc. Una de las más audaces y revolucionarias acciones
fue la revitalización de un concepto que parecía destinado a desaparecer con el
siglo: el del internacionalismo. Sobre esto hablaré más adelante.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Le preocupa la certeza de imaginar un futuro sin
Fidel Castro?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>De cierta forma, esa es una preocupación implantada en
Cuba desde el exterior. Existe fuera de Cuba una expectativa morbosa sobre el
qué pasará cuando Fidel no esté, y no dudo que algunos hasta tengan sus
apuestas. Es más fácil vivir sin la mala conciencia, sin el desafío intelectual,
de saber que otro mundo mejor es posible: ya que Cuba sobrevivió al desplome del
llamado socialismo, y persiste, quizás todo se deba a la incansable actividad de
un ‘genio malvado’. Es un reconocimiento implícito a la genialidad política de
Fidel, el inderrotable. Pero los cubanos, ¿qué creemos? En primer lugar, sabemos
que Fidel es insustituible. No en el sentido que quisieran los enemigos de la
Revolución, no como jefe de estado. Los grandes hombres son insustituibles.
Siempre que se quiso prolongar la estela creativa de un genio político se le
disecó en fórmulas muertas: eso fue, de cierta forma, el leninismo, el maoísmo y
los mausoleos de mármol que erigieron sobre sus cuerpos embalsamados. Quizás
Martí y el Che tuvieron ‘la suerte’ de haber muerto antes de iniciarse el
período de construcción estatal, o muy al principio. En un artículo que escribí
hace unos años decía a propósito de Martí, e indirectamente de Fidel:</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Los políticos geniales como él son creadores. Trabajan
siempre sobre las más impredecibles y en ocasiones efímeras coyunturas, sin
dejarse atrapar en sus redes, sin repetir soluciones, porque diferentes son cada
vez los problemas. ¿Quién ha pedido el manual salvador?, ¿el libro imposible
donde el Apóstol describiera las soluciones futuras de su República? La muerte
de los grandes políticos deja siempre un vacío irreparable: no hubo ni habrá
manuales de comportamiento que sustituyan el instante de creación. En política
no hay recetas. Entonces, ¿qué nos deja? Principios, horizontes, ejemplos de
conducta, caminos andados y por andar, metas y análisis históricos que deben
estudiarse como se abordan las partidas ajedrecísticas de los maestros,
sabedores de que sobre el tablero nunca volverán a repetirse exactamente las
mismas fichas y posiciones. </DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Es poco? De ninguna manera. Cuba tiene el privilegio de
contar con el apostolado fundador de un hombre que supo trazar sobre las
coordenadas de la naciente modernidad, un camino alternativo que integrara la
justicia, la belleza y la verdad. La primera enseñanza de nuestro fundador es su
propia condición de revolucionario. De radical, es decir, de hombre que va a las
raíces. De creador, de político que no acepta el dictamen de las apariencias. No
podía señalar soluciones posibles precisamente porque no aceptaba el imperio de
lo posible, que suele ser lo aparente, lo irreal, lo verdaderamente
imposible”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Quiero decir que Fidel es insustituible, y que su
desaparición física provocará un vacío en nuestra vida política –qué digo, en la
vida política del mundo contemporáneo--, que no podrá ser llenado por otro
Fidel. A veces, lo confieso, la idea de su posible desaparición, me parece un
desafío enorme que los cubanos y los terrícolas, deberemos enfrentar. Eso sí,
podrá morir en combate como Martí, si fuese necesario, pero nunca lo hará en
Santa Marta, abandonado a su suerte. Por otra parte, estoy convencido de que no
será el fin de la historia. La famosa frase de Fukuyama sirvió sobre todo para
entender que la historia no termina, me refiero (y Fukuyama también) a la
historia de los anhelos humanos por un mundo mejor. Pienso que hay líderes
jóvenes capaces. De hecho, hoy por hoy, de la generación del centenario –la que
hizo la Revolución--, sólo quedan en el gobierno cubano dos o tres
personalidades, contando al propio Fidel y a Raúl. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La sociedad cubana no es perfecta, no es homogénea,
presenta las contradicciones propias que el subdesarrollo genera entre el nivel
de instrucción y el nivel cultural, entre las aspiraciones individuales de sus
hijos más preparados y las posibilidades reales, materiales, de satisfacción de
esas nuevas necesidades; un subdesarrollo, que el bloqueo ahonda, sostiene,
prolonga. Pero es una sociedad políticamente culta, que posee reservas
suficientes para enfrentar cualquier reto político. Después de Fidel, y más allá
de Raúl, apenas cinco años menor, no hay nombres, no porque no haya hombres y
mujeres, sino porque, en mi opinión, importará más la estructura partidista y
las instituciones del Estado revolucionario que el liderazgo personal. Esto
puede parecer un contrasentido: en un mundo en el que los partidos políticos
viven una crisis terminal de descrédito, yo abogo por el fortalecimiento del
Partido de la Revolución cubana como alternativa de triunfo. Un Partido fuerte,
es también un partido que promueve, que alienta la discusión interna y pública.
Un Partido que no se concentre en la burocrática vida interna, sino en la
construcción ideológica revolucionaria. Fidel lo planteó públicamente ahora,
porque ahora toca hablar de ello: las revoluciones no son irreversibles (tampoco
la nuestra), per se; son los hombres y las mujeres los que pueden o no hacerla
irreversible. Todo depende de nosotros.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿En qué aspectos podría detectar la vigencia del
pensamiento del Che Guevara en la realidad cubana actual?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Quizás en Cuba los jóvenes usen menos camisetas, gorros o
afiches del Che, que en otros países de nuestra América y del mundo. O quizás se
use igual, sólo que tratándose de Cuba, alguien pudiera pensar que su uso
debiera ser mayoritario. Eso sería no entender el significado social de su
imagen. En el mundo, portar al Che es una señal de rebeldía, de esperanza, de
compromiso individual. El mercado no pudo desvirtuar su sentido; incluso
aquellos que un día lo portaron como moda –o que ahora mismo lo portan sin saber
con claridad quién es el hombre--, intuyen que es un desafío, un Quijote
moderno, catalogado como aquel de loco, y seguramente cuerdo, como aquel. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Los cubanos no necesitan exhibir su pertenencia al bando
de los que creen, de los que luchan. Los revolucionarios cubanos jugamos en la
novena del Che (uso el lenguaje del béisbol). Pero los médicos cubanos que
cumplen misiones internacionalistas, como él, suelen situar en sus consultorios,
o en sus habitaciones, una bandera cubana y una foto del Che. El Che es para
nosotros, antes que todo, la Revolución cubana, y después, la Revolución
latinoamericana y mundial. Es un héroe incorrupto y ya definitivamente
incorruptible. Fabelo, un gran pintor cubano, dibujó su rostro con una corona de
espinas: es un Cristo contemporáneo. Sé que esa es una imagen que repugna a
ciertos teóricos, preocupados porque los héroes no se conviertan en mitos. Pero
los pueblos, que son sabios, asignan funciones insospechadas a sus mártires. Y
los enemigos históricos de la Revolución, que son por supuesto, los enemigos del
Che, quieren destruir los símbolos revolucionarios, quieren que desaparezcan los
héroes, que desaparezca el heroísmo, y tratan, infructuosamente, de señalarle
defectos, errores, e incluso, perversidades. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El Che no es Dios hijo, podría ser en todo caso un Dios
griego, o un semi-dios, de los que triunfan después de caer, de los que terminan
la batalla enfangados, heridos, maltrechos, un semi dios asmático, que tiene que
vencerse primero a sí mismo, que se equivoca, que rectifica, que exige y se
exige mucho. El Che es el corazón ético de la Revolución cubana. Pero no es su
única tarea. Nos legó también una obra de pensamiento que adquiere con el tiempo
más actualidad. Sus reflexiones sobre lo individual y lo colectivo en el
socialismo son imprescindibles. Hay un punto en el que la vida y la obra
escrita, el pensamiento del Che se funden; si bien es cierto que no existe un
camino hacia el socialismo, pienso en cambio que sólo existe un punto mágico,
una puerta pequeñísima abierta, por la que podemos entrar a ese otro mundo
posible, y ese punto físico, espiritual, es la fusión de la vida y la obra del
Che.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Cuáles creé que deben ser las tareas ineludibles
a abordar en el corto plazo y cuál es el papel que les corresponde a los más
jóvenes en este proceso?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El papel de los jóvenes como siempre es decisivo. El
futuro se gana o se pierde en la juventud. Y no creo en ninguno de los
estereotipos clásicos: los jóvenes de hoy no son peores que los de ayer –esta
juventud, ‘no está perdida’, como suelen decir los que ya empiezan a sentirse
viejos, creo que fue en los Diálogos de Platón donde leí por primera vez la
frase--; si acaso me veo obligado a hacer comparaciones, siempre falsas, diría
que son mejores en algunas cosas y quizás peores en otras. O mejor, diría que
los años sesenta fueron diferentes a los noventa, o a la primera década del
nuevo siglo. Pero, ¿qué hay del hombre nuevo? Según mi interpretación, la
concepción guevariana del hombre nuevo nada tiene que ver con la anulación
definitiva de todos los sentimientos humanos catalogados como negativos: el
hombre nuevo no siente celos, envidia, odio, ira, etc. No, por favor. No creo
que el Che pensara en un robot nuevo, y no concibo un ser humano que no albergue
los más variados y contradictorios sentimientos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Tampoco creo que el Che imaginaba al hombre nuevo como el
hombre o la mujer ‘perfectos’: amante de la música de concierto, quinto dan de
karate do, conocedor de tres o cuatro lenguas extranjeras, y científico
eminente. Pienso que se refería sobre todo a relaciones sociales nuevas, de las
que derivan comportamientos inusuales en el viejo régimen, que ya es el
capitalista. Si un individuo rechaza la oferta de hacerse millonario por no
traicionar la confianza de sus compañeros, por representar los colores de su
patria o por contribuir con su grano de arena a la edificación de una nueva
sociedad, ¿acaso no es un hombre nuevo?; si es capaz de compartir las precarias
condiciones de vida de otros seres humanos, de arriesgar incluso la suya, en
misiones internacionalistas cuyos beneficios en términos materiales son
comparativamente insignificantes, ¿no se trata de un hombre, de una mujer
nuevos? Bueno, usted siempre puede encontrar ejemplos de altruismo en cualquier
sociedad, pero se trata de precisar cuál es la orientación, el sentido, de las
dos alternativas sociales que tiene ante sí la humanidad: el capitalismo y el
socialismo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Volviendo a mi tema preferido: se trata de construir una
relación diferente entre lo individual y lo colectivo, mecanismos de
enriquecimiento y realización individuales no burgueses, que incluyan la plena
libertad individual. No digo que hemos hallado la fórmula, al contrario: es una
meta todavía por alcanzar. Por eso me parece tan errado, tan peligroso, además
de inviable, proponer –como han hecho algunos teóricos supuestamente desde la
izquierda--, que Cuba intente ofrecerle a sus jóvenes el estándar de vida clase
media de los países del Primer Mundo. El problema es otro, diametralmente
opuesto, no porque debamos intentar perpetuar la pobreza (espero que mis
lectores no saquen deducciones tan simplificadoras, el confort no es per se
burgués, pero su centralidad en el proyecto de vida sí): el problema es atenuar
la influencia corrosiva del mercado, y abrir las compuertas de la libertad
individual sobre la base del compromiso, de la responsabilidad social. En la
Cuba de hoy se interrelacionan todas las generaciones. El debate es colectivo.
El futuro también.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Resulta profundamente conmovedor leer las
crónicas del trabajo de la misión médica cubana en Pakistán por la prensa. ¿En
qué otros gestos cotidianos o avances solidarios observa rasgos destacables del
internacionalismo cubano?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El internacionalismo médico cubano –que en Venezuela y
Bolivia ha incluido a maestros alfabetizadores, asesores de programas de
seguimiento educacional--, es uno de los actos sociales y políticos más
revolucionarios, más innovadores de la contemporaneidad, que debemos a la
genialidad política de Fidel. Primero, porque es una acción inobjetable,
profundamente humanista, que no se sustenta en el dinero; segundo, porque es una
enseñanza de las capacidades del socialismo, de la diferencia que marca la
voluntad política, que llega directamente a la conciencia de las masas, por
encima de cualquier campaña mediática; tercero, porque es una escuela de
recapacitación científica, política y humana para los médicos
internacionalistas. Cuba está reciclando a sus revolucionarios. No mediante
becas de estudio en escuelas del primer mundo, sino situando a sus especialistas
en los barrios más pobres, y en las zonas más intrincadas del tercer mundo.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Revitalizar el internacionalismo es una clave importante
de nuestra sobrevivencia. Las revoluciones de Cuba, Venezuela, Bolivia y de
cualquier otro país, con sus propias características, solo tienen una
alternativa: tejer una red de apoyos internacionalistas que combata la red de
apoyos trasnacionales del poder imperialista. Introducir a los pueblos dentro de
los pueblos: porque esta nueva forma de colaboración es entre pueblos, aunque
los acuerdos se firmen entre gobiernos. Revitalizar el internacionalismo es
revitalizar la solidaridad, el humanismo revolucionario, base indiscutible del
socialismo. Mientras el mundo parece moverse hacia la puja individualista entre
personas y naciones, surgen unas paradójicas guerrillas del siglo XXI integradas
por médicos y maestros que se mueven por aquí y por allá, que aparecen en las
comunidades guaraníes del Paraguay y reaparecen entre los musulmanes
paquistaníes. Los médicos cubanos jamás se piensan a sí mismos como parte de una
clase superior o inferior. Tocan a los pacientes con las manos, no están
apurados para irse, y conversan con ellos como simples vecinos o amigos. En
realidad lo son, porque cargan el agua juntos, ayudan en tareas colectivas y
están dispuestos a pasar la noche en vela junto al enfermo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En otras palabras: no reciben o visitan pacientes, sino
seres humanos, a los que tratan de igual a igual. Agreguemos que son buenos
especialistas, y que no cobran. Esos médicos han derribado las naturales
aprehensiones culturales de sociedades históricamente marginadas. Son bien
recibidos en las más intrincadas aldeas de Benin, Argelia, Guatemala, o
Paraguay; en países y pueblos musulmanes o cristianos; mayas o guaraníes.
Demuestran con su presencia que no existe un irremediable conflicto cultural o
de civilizaciones entre los seres humanos. El conflicto que sí existe, y que se
agudiza cada día, es el de clase. De alguna manera, manifiestan con su actitud
virtudes del sistema social que los formó. Muchos de ellos sirvieron primero en
las montañas de Cuba, en zonas apartadas del país. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La sociedad cubana alberga grandes reservas de
solidaridad. Lo demostró durante el llamado Período Especial, y nuestra tarea
política es estimular el crecimiento de esa solidaridad. Desde aquellos años
noventa se instauró la costumbre en La Habana de pedir y dar ‘botella’, es
decir, aventones, o colas, según se dice en otros países latinoamericanos,
porque la situación del transporte público se tornó crítica; hay choferes que se
resisten, alegan que la gasolina está cara, o prefieren llevar a muchachas
bonitas, pero yo creo firmemente –y a veces cuando digo esto la gente sonríe,
pero yo lo digo muy seriamente--, que cada vez que alguien pide una ‘botella’ y
el conductor accede, se produce un pequeño triunfo del socialismo, y cada vez
que surge una negativa aparece el rostro peludo del capitalismo. Por eso, cuando
manejo trato de llevar gratuitamente la mayor cantidad de pasajeros; y cuando no
manejo, pido ‘botella’, para salvar a todos los choferes, porque los que son
trasladados –contrario a lo que puede suponerse--, le hacen un gran favor al
chofer: le dan la oportunidad de ser solidarios.<BR><BR><BR>* Enrique Ubieta
Gómez (La Habana, 1958) es ensayista e investigador. Autor de los libros Ensayos
de identidad (1992), De la historia, los mitos y los hombres (1999) y La utopía
rearmada (2002). Compiló y prologó el libro Vivir y pensar en Cuba. 16
ensayistas cubanos nacidos con la Revolución reflexionan sobre el futuro de su
país (2004). Fundador y director de la revista de pensamiento Contracorriente
(1995 -2004). En 2002 recibió la Distinción por la Cultura Nacional.
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080>La información contenida en el boletín es de
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