<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.2600.0" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - 7 de julio 2006 - Redacción:
</FONT></FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
<DIV align=center>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Palestina</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Dramática
situación humanitaria en Gaza <BR><BR>Vivir casi sin luz ni alimentos, con los
hospitales al borde del colapso <BR></FONT></STRONG><BR><STRONG>En Gaza hay
1.400.000 palestinos al borde de la desesperación. Los negocios están vacíos y
la gente sobrevive con comida que les da la ONU.<BR><BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Telma Luzzani, enviada
especial <BR>Clarín, Buenos Aires, 7-7-06</STRONG><BR><BR><BR>Decenas de
familias huían ayer hacia la capital de Gaza. Escapaban de la guerra y de lo que
fue el día más sangriento desde que Israel decidió reinvadirla. En Jerusalén,
las noticias que llegaban del frente era malas —"un soldado israelí muerto en
Beit Lahya y 24 palestinos muertos en un raid al norte de Gaza"— pero el ritmo
de la ciudad no fue alterado. En cambio en la Franja, hay 1.400.000 personas
conscientes de estar al borde de una situación desesperada. <BR><BR>El
miércoles, el solazo del mediodía obligaba a los vecinos del campo de refugiados
Al Shati, en Gaza, a buscar reparo en la sombra o en las esquinas visitadas por
la brisa del mar.<BR><BR><STRONG>Los negocios estaban
vacíos</STRONG><BR><BR>"¿Nadie compra más comida por temor a la guerra?".
Bassam, el dueño del puesto miró resignado: "Señora, la gente no tiene trabajo
desde la segunda intifada (2001), otros hace 5 meses que no cobran sueldo por el
bloqueo. Acá la gente, si puede, compra lo del día. Y si no, espera que venga
ayuda de Naciones Unidas."<BR><BR>Las cifras oficiales en Gaza son terroríficas:
según la Organización Internacional del Trabajo, el 41% de la gente está sin
trabajo y dos tercios viven en la miseria. <BR><BR>En el campo de refugiados de
Al Shati (el mismo donde vive el primer ministro Ismail Haniyeh) estos
porcentajes son mayores.<BR><BR>El barrio es grande como un poblado, enrevesado
como un laberinto y pobre como una villa miseria. Dos cosas llaman la atención
en el campo de Al Shati: la cantidad de basura y que todos los chicos, aún los
que sonríen, tienen siempre el entrecejo fruncido, es decir, tienen un raro
aspecto de vejez.<BR><BR>En medio de la curiosidad de todo el barrio, Clarín
llegó a la casa de Mahmud Ahmed (36), su esposa Majah (34) y sus 7 hijos de 16 a
2 años. Su caso es típico: "Hace 5 meses que estoy desempleado. Trabajaba en una
peluquería pero ahora ¿quién se va a cortar el pelo?", dice. Los 9 viven con los
3 ó 4 dólares que los varones mayores (de 13 y 15) hacen vendiendo golosinas en
los semáforos. "Trabajan 8 horas para sacar ese dinero. Dejaron la escuela. Yo
también la tuve que dejar a los 15 años para ir a trabajar", dice
Mahmud.<BR><BR><STRONG>—¿Y si usted va a vender y los chicos
estudian?</STRONG><BR><BR>—No. Ese es un trabajo humillante para un adulto como
yo.<BR><BR><STRONG>—¿Y las mujeres?</STRONG><BR><BR>—Aunque me muriera de
hambre, no dejaría que trabajen.<BR><BR>La esposa Majah en la cocina friega y
friega. Imposible decir una palabra, su marido siempre responde por ella: "Acá
está la comida que nos da la ONU", y señala dos bolsas de harina, una de arroz,
azúcar y aceite todo etiquetado con la bandera de la UE.<BR><BR>Los muebles de
la casa de Mahmud pueden contarse con los dedos de una mano: dos roperos, dos
sillas y, en el dormitorio de los padres, una mesita donde se apoya el DVD y el
televisor, únicos lujos de una casa que no tiene ni heladera ni lavarropas. En
el piso de los cuartos hay alfombras, colchones y almohadones, según la
costumbre musulmana.<BR><BR>Con 35 grados, el ventilador es de todos los
artefactos el que se ve más inútil: desde que Israel bombardeó la central
eléctrica en Al Shati hay luz solo 4 horas del día de 3 a 7 de la
mañana.<BR><BR>Aunque no pueden darle a sus hijos estudios ni comida, Mahmud y
la mayoría de los padres en Gaza, dicen que gracias a su fe en Alá, no
desesperan ni sufren.<BR><BR>Otra cara de esta dura realidad la ofrece el
director del Hospital Central de Gaza, el doctor Nazen Al Alul. "Cada vez
tenemos más casos de desnutrición. Sobre todo por falta de hierro", dijo a
Clarín al averiguar la situación de los chicos. "Pero también los adultos
sufren. Por el bloqueo que tenemos desde que ganó Hamas en enero, no hay filtros
ni catéteres para las diálisis, ni drogas para las quimioterapias. Usamos
material descartable más de una vez. Tampoco Israel nos deja sacar fuera de la
fronteras a los enfermos críticos. La situación es
desesperante".<BR><BR><STRONG>—¿Y con la electricidad?</STRONG><BR><BR>—Ahora
empeoró todo porque consumimos 5.000 litros de combustible por día para mantener
los generadores y ahora hay escasez. Terapia intensiva, incubadoras,
respiradores, monitores, todo funciona a electricidad. La situación es crítica:
nos queda combustible sólo para algunos días.<BR><BR>Lo que el doctor no dice
por pudor es que él y 450 médicos y 400 enfermeras no cobran desde hace 5 meses,
aunque no dejan de ir por eso al hospital.<BR><BR>Gaza está casi abandonada a su
suerte. Con la mitad del gabinete preso; con la dirigencia en Gaza que duerme
una noche en cada lado y tiene oficinas rotativas para no arriesgarse a ser
exterminado por un misil; con una Legislatura que desde enero no puede sesionar
porque Israel impide a los diputados de Cisjordania juntarse con los de Gaza,
¿qué queda del gobierno de la Autoridad Nacional Palestina?. Sólo el presidente,
Mahmud Abbas, terriblemente debilitado. Con este escenario de precariedad, los
palestinos enfrentan hoy una guerra con uno de los ejércitos más poderosos del
mundo.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><STRONG><EM><FONT color=#000080>La información contenida en
el boletín es de fuentes propias, sitios web, medios periodísticos, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones políticas de izquierda. Los
artículos firmados no comprometen la posición editorial de Correspondencia de
Prensa. Suscripciones, Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>