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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0></FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=4>Año III - 16 de julio
2006 - Redacción: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
<DIV align=center>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Femicidio</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Tumbas al ras de la
tierra</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Entrevista a Sergio González
Rodríguez</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Ciudad Juarez, matadero de
mujeres</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3><STRONG>Elena Poniatowska</STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify></FONT><FONT face=Arial size=2><STRONG>Desde 1993, la ciudad
mexicana de Juárez es escenario de uno de los casos más atroces y oscuros del
crimen: la desaparición de 4500 mujeres y la aparición en el desierto de casi
500 asesinadas. El caso ha despertado la movilización de numerosas
organizaciones feministas, múltiples expresiones artísticas que ayudan a
difundirlo y pedidos de justicia que llegan a lo más alto del poder. Pero El
desinterés del gobierno es flagrante y las muertes no se detienen. Sergio
González Rodríguez, el autor de Huesos en el desierto (*), la brillante
investigación sobre el tema que le costó amenazas, golpes e internaciones,
explica cómo la hizo y por qué las autoridades no resuelven un misterio más
sencillo de lo que parece.<BR><BR></DIV></STRONG>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Martín Pérez</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Suplemento Radar</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Página/12, Buenos Aires,
16-7-06</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Para muchos lectores de este lado del mundo, Sergio González
Rodríguez es antes un personaje de 2666, la última meganovela póstuma de Roberto
Bolaño, que el autor de un libro llamado Huesos en el desierto. Aparece casi
exactamente en la mitad de esa obra maestra contenida en más de 1100 páginas –en
la página 470, para ser más precisos– como un enviado de un periódico del DF a
la ciudad que Bolaño llama Santa Teresa, pero que es en realidad Ciudad Juárez.
“Normalmente no hubiese aceptado el encargo, pues él no era un periodista de
crónica policial sino de las páginas de cultura. Hacía reseñas de libros de
filosofía, que por otra parte nadie leía, ni los libros ni sus reseñas”, escribe
Bolaño del tal Sergio González, el personaje de ficción. Desde México DF, vía
e-mail, Sergio González Rodríguez, ensayista, narrador y crítico (tal como
consta en la contratapa de Huesos en el desierto), cuenta que conoció a Bolaño
hacia el año 2000, dos años antes de la publicación de la primera edición de su
investigación, y cuatro años antes de 2666. “Se enteró por comentarios de amigos
en común, como Jorge Herralde y Juan Villoro, que yo elaboraba un libro acerca
del femicidio juarense, y se puso en contacto conmigo por correo electrónico.
Quería conocer detalles muy específicos de la vida delincuencial en Ciudad
Juárez. Estaba muy enterado de los asesinatos en serie, conocía el tema en
profundidad, pero quería que lo pusiera al tanto de cosas como las armas, los
calibres, los vehículos que usaban los narcotraficantes, o me solicitaba que le
transcribiera actas judiciales donde se describían los homicidios. Incluso
intercambiábamos puntos de vista acerca de las opiniones de los criminólogos y
criminalistas. Era un auténtico obseso del tema, un detective salvaje. Y el
resultado de sus saberes es estremecedor.”</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Cuándo se enteró de que iba a ser un personaje
de su novela?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–Cuando fui a Barcelona en el 2002 lo conocí en persona,
y en tal ocasión me hizo saber que yo aparecía como protagonista de su libro con
mi propio nombre. “Me he plagiado la idea de Javier Marías, quien ya te puso
como personaje en su novela Negra espalda del tiempo...”, me dijo. Sonreía y
fumaba, divertidísimo, mientras yo lo escuchaba, hundido en la ambigua sensación
entre el honor y el horror. Aún no me repongo del impacto de leerme como
protagonista lateral en semejante tragedia.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Al atravesar las páginas del segmento de 2666
dedicado más específicamente a los crímenes de Ciudad Juárez, uno llega a sentir
vergüenza de ser hombre... ¿Cómo fue para usted, que se sumergió en ese
infierno?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–La magistral novela de Bolaño añade una densidad trágica
que permite leer la realidad desde una cercanía que los hechos, por su efecto
traumático, a veces esconden. Y al tratar con ellos creo que hay que mantener un
equilibrio que evite caer en la extrema susceptibilidad. Lo que se registra como
hecho, resulta insoportable como ficción.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Cómo fue que apareció por primera vez ante usted
el caso de los crímenes de Juárez?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–Hacia 1995, la prensa mexicana comenzó a divulgar la
existencia de homicidios de mujeres en Ciudad Juárez, algo que parecía, y a la
postre resultaría cierto, un caso de asesinatos seriales. Era la época de la
publicidad de tal término, en particular, debido a la película de Jonathan
Demme, El silencio de los inocentes. Me pareció necesario indagar hasta qué
punto los sucesos en la frontera mexicana eran realidad o efecto de la fantasía
fílmica o literaria. En cuanto llegué a Ciudad Juárez, en la primavera de 1996
para hacer un reportaje que publicaría el periódico Reforma, supe que me
enfrentaría al drama del verdadero México profundo, el de la impunidad y la
violencia extrema. A partir de entonces inicié una investigación, que a la fecha
continúa.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Elena Poniatowska lo describe a usted como un
intelectual, un creador y un crítico literario, y se pregunta por qué razón
decidió salir de ese campo para escribir algo como Huesos en el
desierto...</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–En efecto, si bien la violencia, los fenómenos extremos,
la crueldad, el secreto son temas presentes en lo que he escrito o buscado como
fuente de estudio, la pesquisa sobre el femicidio en Ciudad Juárez era una
suerte de reto intelectual y ético que debí enfrentar. En México es una
constante el problema de la injusticia y la corrupción institucionales, y en mi
primer viaje a la frontera Norte supe que, en la trama llena de claroscuros,
existía un asunto trágico del que casi nadie quería hablar: la connivencia de la
autoridad con delincuentes.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Cuándo se dio cuenta de que los sucesivos
artículos que había ido realizando podían convertirse en un
libro?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–En 1999 sufrí un asalto, secuestro y amenazas que me
arrojaron al hospital. Esto aconteció en la víspera de publicar una nota en la
que mencionaba la injerencia de gente de poder policíaco y político en el
femicidio en Ciudad Juárez. En el 2000 decidí que tendría que escribir un libro
al respecto, puesto que los acontecimientos tendían a hacerse cada vez más
complejos. Un libro les daría orden.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Por qué razón, a pesar de haber sido amenazado,
siguió escribiendo sobre el tema?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–La memoria de las víctimas, su muerte vil lleva a
insistir en busca de justicia. Uno quisiera el castigo para los verdaderos
culpables y que nunca volvieran a suceder estos crímenes. Esta es una de las
funciones que llega a cumplir la literatura en todo tiempo y lugar.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Para hacer algo como Huesos en el desierto hace
falta un método. ¿Cuál fue el suyo?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–La lectura de la realidad como si ésta fuera un libro
está en el fondo de Huesos en el desierto. Y viceversa: si me resulta legible el
femicidio en Ciudad Juárez es porque hay una lectura/escritura de por medio que
ha tratado de relatar los sucesos desde su propia emergencia pública, con sus
voces, contrastes, versiones, anomalías y diversidad de narrativas convergentes.
Mi idea fue reconstruir el extenso proceso del que proviene un fenómeno extremo
como éste.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Qué referentes periodísticos tuvo a la hora de
hacer su libro?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–Desde luego, A sangre fría de Truman Capote, Los
ejércitos de la noche y La canción del verdugo de Norman Mailer, El caso Moro de
Leonardo Sciascia, Yo, Pierre Riviere... de Michel Foucault, entre otros. Aparte
de que soy lector admirativo de escritores mexicanos que han escrito sobre casos
violentos o policíacos, como Martín Luis Guzmán, José Revueltas, Jorge
Ibargüengoitia, Carlos Monsiváis.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Antes de Huesos en el desierto usted escribió Los
bajos fondos, donde se aproximó al comportamiento proclive a la noche de las
elites artísticas... ¿Qué vínculo tiene Los bajos fondos con Huesos en el
desierto, si es que tiene alguno?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–Los bajos fondos rastrea conductas de las elites
artísticas mexicanas en el XIX y el XX vinculadas con la vida prostibularia, la
sexualidad, la “bohemia”. Y forma parte de un interés por rastrear ciertas
anomalías que se producen a contracorriente de la vida “normal”, como la
búsqueda de libertades del cuerpo. El hilo que vincularía Los bajos fondos con
Huesos en el desierto se refiere a la existencia cultural del secreto y el papel
que éste llega a jugar en ciertos episodios.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Usted ha dicho que el femicidio en Ciudad Juárez
ha despertado una riqueza creativa en la cultura mexicana que no se veía desde
el movimiento estudiantil del ’68 o la rebelión de Chiapas en el ’94... ¿Por qué
cree que sucede algo así?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–El tema se ha vuelto un emblema de la lucha contra la
impunidad, y en los gremios de creadores y artistas se ha convertido en una
fuente para inspirar denuncias y despertar la imaginación contra la barbarie. En
buena parte se trata de reivindicaciones feministas y críticas al machismo
imperante, o a la corrupción de las autoridades de diversos partidos
políticos.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Al leer sobre los crímenes sin fin de Ciudad
Juárez, es imposible no ceder a la tentación de imaginar una novela policial que
se multiplica hasta el infinito... ¿Cuál es el mayor mérito de Huesos en el
desierto?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–Creo que con Huesos... me he aproximado bastante a la
eliminación de las percepciones acerca del misterio insondable. He señalado
diversos factores e incluso he denunciado personas que deberían ser investigadas
por las autoridades. En todo caso, el único misterio, que no lo es tanto, se
llama protección o complicidad, es el de las autoridades mexicanas que se niegan
a actuar y detener a los verdaderos homicidas de al menos un centenar de mujeres
que permanecen impunes. En este sentido, Huesos en el desierto es una suerte de
memorial o registro puntual que desea impedir la amnesia y la propaganda
gubernamental que proclama que todo aquello es un “mito”.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El género policial ha vivido obsesionado por el
crimen perfecto, y hay quien ha dicho que la guerra es simplemente el crimen
masivo perfecto. Entre uno y otro extremo bien podría estar Ciudad Juárez. ¿Cómo
definiría usted lo que sucede allí?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–Imagínese a un depredador en un campo de exterminio.
Aterrador, ¿no? Hay algo peor: autoridades que son cómplices de los asesinos de
mujeres, personas prominentes de una localidad que participan o callan ante
estos crímenes. Esto ha sido el femicidio en Ciudad Juárez. La impunidad por
conveniencia de los poderosos.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Conoce usted el caso María Soledad? ¿Qué
similitudes o flagrantes diferencias encuentra con los asesinatos de Ciudad
Juárez?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–Conozco a grandes rasgos el caso de María Soledad y, en
efecto, es posible encontrar en éste ciertas analogías respecto del asunto de
Ciudad Juárez. Por ejemplo, en el modus operandi criminal, la victimología,
etcétera. Pero la reacción de una comunidad que exige justicia y tiene éxito es
algo inexistente en el caso mexicano. Tanto el Estado como los gobiernos y toda
la sociedad en México han actuado tarde y mal para reaccionar con energía y
demandar justicia.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Usted señaló que la sociedad mexicana, reconocida
por su realismo, vanguardia y modernidad, se ha degradado hasta ser una sociedad
desigual y tragada por el narcotráfico... ¿Cómo es que se ha llegado a
esto?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–Las sociedades contemporáneas en América latina viven en
medio de la simulación democrática y la barbarie. Mientras esta subcultura
política no cambie, habrá crímenes como los de Ciudad Juárez.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>¿Qué es para usted, en su vida personal, el caso
de los asesinatos de Ciudad Juárez?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–Escribir y publicar un libro acerca de un drama como el
femicidio en Ciudad Juárez implica cierta predestinación que hay que asumir, una
experiencia que acompaña toda la vida. Un intento por estar a la altura de las
circunstancias con mi bagaje intelectual y formativo. Estudié Letras y me he
ganado la vida en el profesorado, el periodismo cultural, la crítica.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Por último: si Huesos en el desierto en vez de
una investigación periodística fuese una novela policial... ¿cómo debería
terminar?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>–Con el castigo de algunos de los culpables, mientras
otros, los que viven en la sombra del poder, permanecen impunes.</DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>* Huesos en el desierto, Sergio González Rodríguez, Anagrama,
2006, 378 páginas.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Ciudad Juárez: matadero de
mujeres</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Elena
Poniatowska</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>En una entrevista reciente, el poeta David Huerta declaró muy
espontáneamente y con toda razón a propósito de las muertas de Juárez: “Esos
crímenes son un absoluto y total escándalo”. Sergio González Rodríguez lo
corrobora con una frase a la que le dio un giro extraordinario, el de “las
muertas sin fin de Ciudad Juárez”. En esa misma entrevista, David Huerta acusó a
Fox y lo tildó de incapaz, así como “al estúpido gobernador de Chihuahua”, y
concluyó: “Tienen que resolver estos crímenes, si no, este país no vale la
pena”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde luego el libro de Sergio González Rodríguez vale la
pena. Huesos en el desierto nos enseña a un gobierno que cierra los ojos, a un
país de culpables, y nos abofetea con la indiferencia (y también la indefensión)
de 400 mil mujeres, casi la mitad de la población de Juárez, Chihuahua, que
cuenta con un millón de habitantes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Asimismo nos advierte que entre 1993 y 1995 los cadáveres
de 30 mujeres asesinadas se encontraron casi en el mismo lugar, que en 1995 la
ciudad padeció 1302 delitos sexuales de los que el 14,5 por ciento fue por
violaciones. Un año después, el número de delitos había aumentado 35 por ciento
respecto de 1995. Los cuerpos estrangulados y violados encontrados en la arena
del desierto pertenecían a muchachas pobres, morenas, de cabello largo,
delgadas, bonitas (como son todas las jóvenes), que por lo general sostenían a
su familia al trabajar en maquiladoras, farmacias o tiendas de
autoservicio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Señorita extraviada, el ahora célebre documental de
Lourdes Portillo, filmado en el año 2000, afectó a todos sus espectadores y
reavivó la indignación en contra de este crimen múltiple. Le dio además
proyección internacional. Con Huesos en el desierto, Sergio González Rodríguez
viene a unirse a la campaña de apoyo a los familiares que se enfrentan a la
indiferencia total del gobierno de Chihuahua desde hace más de diez años, a lo
largo de los cuales casi 300 mujeres han sido asesinadas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Por qué Sergio González Rodríguez escribió Huesos en el
desierto? Por lo general, los intelectuales no se aventuran a temas tan
sórdidos. Sergio es un creador, un crítico literario, un escritor que opina
sobre temas de alta cultura, como suele llamársele. Es un hombre que vive entre
libros y se rodea de revistas y suplementos culturales. Su ámbito es la
investigación y la biblioteca. ¿Por qué abandonó sus amados documentos para
hurgar en la basura? ¿Por qué se lanzó, como apunta Christopher Domínguez, a un
periodismo duro, a una geografía del peligro, por qué escogió un “ecosistema del
mal”? ¿Por qué puso en riesgo su propia integridad?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Como cuenta González Rodríguez en su epílogo, sus razones
para escribirlo fueron personales. Primero publicó reportajes para el periódico
Reforma. Por ello lo asaltaron en un taxi el 15 de junio de 1999, lo golpearon,
lo hirieron con un picahielos en las piernas y dos meses más tarde, al sentirse
mal y darse cuenta de que se le trababa la lengua, terminó en el hospital, donde
le diagnosticaron un hematoma en el cerebro, producto de los golpes del asalto.
Tuvo que someterse a una peligrosa operación, desde luego mucho menos peligrosa
que la violencia a la que lo habían expuesto los dos sujetos armados que lo
atacaron, porque Sergio inició una investigación a fondo sobre Ciudad Juárez y
sus muertas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lejos de amedrentarlo, la violencia ejercida en su contra
le dio razones aún más poderosas para inclinarse sobre la violencia que se
ejerce contra los demás. Después de varios reportajes, decidió adentrarse en la
herida atroz, sanguinolenta, fresca y siempre renovada del asesinato en serie de
las mujeres de Juárez. Así, como lo dice Christopher Domínguez, González
Rodríguez se convirtió en un “escritor civilizatorio”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El problema de las muertas de Juárez es de impunidad y de
misoginia, como deja muy claro González Rodríguez. Mujeres de 14 y 15 años han
sido encontradas muertas en Ciudad Juárez sin que el gobierno se preocupe por
esos asesinatos, convirtiéndolos en los más despiadados de México.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Por qué no hay reacción? ¿Por qué siguen libres los
victimarios de las mujeres?</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 1985, después del terremoto del 19 de septiembre, las
últimas en ser rescatadas fueron las costureras de las fábricas de San Antonio
Abad. ¿Por qué? Porque eran mujeres, trabajaban sin seguro social en talleres
clandestinos y las consideraban igual que basura. Lo mismo sucede con las
muertas de Juárez.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Las mujeres no valen nada, puede matarlas cualquiera”,
concluyen las autoridades, como corrobora el libro Huesos en el desierto. Como
un kleenex, un vaso de plástico de usar y tirar, un plato desechable, la vida de
300 muchachas se ha ido por el caño. Estas jovencitas no eran basura:
estudiaban, tenían esperanza, amigos, novio; una de ellas enseñaba catecismo,
otra a reconocer las letras a parvulitos, y ahora que han muerto no se da ningún
valor a lo que fueron cuando tenían vida. Al contrario, las autoridades parecen
decir: “Se lo buscaron”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Como dije al principio, los intelectuales, salvo escasas
y honrosas excepciones, no suelen preocuparse, ni mucho menos tratar temas
escabrosos. Los derechos humanos son prioridad de Amnistía Internacional y de
otros organismos, no de individuos enmarcados por el bastidor de la literatura.
Sólo José Revueltas se pasó la vida en la cárcel por defender a sus congéneres.
Sergio González Rodríguez lo hizo por un imperativo moral y su libro habla bien
de él no sólo porque es un buen texto sino porque nos muestra a un hombre para
quien la condición humana tiene el valor que hizo de André Malraux un gran
escritor y un ser humano excepcional.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=3><STRONG>Otros casos
similares</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=3><STRONG>Sergio González
Rodríguez</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Una situación similar y tan grave como la que se vive en
Chihuahua es la que sufren las mujeres de Centroamérica, si bien los casos
tienen mucha menos difusión. Del 2001 a mayo del 2005 aparecieron asesinadas
1780 en Guatemala, 462 en Honduras, 117 en Costa Rica, alrededor de cinco al mes
en El Salvador. No hay datos de Panamá, Belice y Nicaragua; pero, por ejemplo,
se sabe que en Nicaragua cada diez minutos hay una situación de maltrato
familiar: en el 2003 se denunciaron 51 mil casos de abuso a niñas y mujeres en
un país de poco más de 5 millones de habitantes. Las autoridades suelen acusar a
las “maras”, pandillas de jóvenes delincuentes involucrados en todo tipo de
actividades, pero las activistas creen que, como en Juárez, se señala a este
“culpable” puntual sólo para encubrir una trama mayor, política y económica.
Según un informe de Amnistía Internacional, Agencia Cerigua y portal
mujereshoy.com, Guatemala ya ocupa el segundo lugar mundial donde más mujeres
son asesinadas –el primero le corresponde a la Federación Rusa–: en los primeros
meses del 2006, el número ascendía a 50. A pesar de la gravedad de la situación,
sólo se ha investigado el 9 por ciento de las muertes. El 40 por ciento sólo se
archiva.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><STRONG><EM><FONT color=#000080>La información contenida en
el boletín es de fuentes propias, sitios web, medios periodísticos, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones políticas de izquierda. Los
artículos firmados no comprometen la posición editorial de Correspondencia de
Prensa. Suscripciones, Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>