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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR>Año III - 16 de julio 2006 - Redacción: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Estados
Unidos</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El fracaso propio y
ajeno</STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Noam Chomsky</STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Suplemento
Ñ</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Clarín, Buenos Aires,
15-7-06</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR><STRONG><EM>Según una clasificación ya canónica en
los Estados Unidos para justificar el uso de la fuerza en el plano mundial, los
estados fracasados no pueden lidiar con su seguridad, su economía y la
democratización de sus instituciones. Chomsky refuta este
concepto.</EM></STRONG> <BR><BR>La selección de temas que deberían ocupar los
primeros lugares en la agenda de preocupaciones por el bienestar humano y por
sus derechos es, naturalmente, un asunto subjetivo. Pero hay unas pocas opciones
que parecen inevitables, ya que se ligan con las expectativas de una
supervivencia decente. Entre ellas se encuentran al menos estas tres: la guerra
nuclear, un desastre ambiental y el hecho de que el gobierno del principal poder
mundial actúa de tal modo que aumenta la probabilidad de estas
catástrofes.<BR><BR>Es importante enfatizar el "gobierno", porque la población
está en desacuerdo. Esto lleva a mencionar un cuarto tema que debería preocupar
profundamente a los estadounidenses, y al mundo: la marcada división entre la
opinión pública y la política pública, una de las razones del temor, que no
puede dejarse de lado, de que "el ''sistema'' estadounidense en su totalidad
sufre un problema real que augura "el fin de sus históricos valores de igualdad,
libertad y democracia con sentido", como observa Gar Alperovitz en America
Beyond Capitalism.<BR><BR>El "sistema" está comenzando a tener algunos de los
rasgos de los estados malogrados, para adoptar una noción actualmente de moda,
aplicada por lo general a los estados considerados una amenaza potencial a
nuestra seguridad (como Irak) o necesitados de nuestra intervención para
rescatar a la población de una amenaza interna grave (como Haití). La definicion
de estados malogrados es mínimamente científica. Pero todos estos estados
comparten ciertos atributos primarios. Son incapaces o no quieren proteger a sus
ciudadanos de la violencia y tal vez aun de la destrucción. Se consideran a sí
mismos más allá del alcance de la ley nacional o internacional, por lo tanto
libres de concretar actos de agresión y de violencia. Y si tienen formas
democráticas, sufren de un serio "déficit democrático" que priva a sus
instituciones de sustancia real.<BR><BR>Una de las tareas más arduas que
cualquiera puede emprender, y una de las más importantes, es mirarse
honestamente al espejo. Si nosotros lo hiciéramos, tendríamos muy poca
dificultad en encontrar los rasgos de los estados malogrados directamente en
nuestro país. Ese reconocimiento de la realidad debería ser causa de gran
preocupación para quienes se desvelan por sus países y por las generaciones
futuras —"países" en plural—, primero a raíz del enorme alcance del poder de los
Estados Unidos, pero también porque los problemas no están localizados en el
espacio y el tiempo, aun cuando haya importantes variaciones, de particular
relevancia para los ciudadanos de los Estados Unidos.<BR><BR>El "déficit
democrático" estuvo claramente ilustrado en las elecciones del 2004. Los
resultados llevaron a la exaltación en ciertos círculos, a la desesperación en
otros y a una gran preocupación sobre una "nación dividida". Colin Powell
informó a la prensa que el "presidente George W. Bush ha ganado un mandato del
pueblo estadounidense para continuar su ''agresiva'' política exterior". Esto
está muy alejado de la verdad. Está también muy alejado de lo que la población
cree. Después de las elecciones, Gallup preguntó si Bush "debía enfatizar los
programas que apoyan los dos partidos" o si "tiene un mandato para avanzar con
la agenda del partido republicano", como Powell y otros sostuvieron. El 63 por
ciento eligió la primera opción, el 29 por ciento la última. Las elecciones no
confirieron un mandato para nada. De hecho, prácticamente no tuvieron lugar, en
el verdadero sentido del termino "elección".<BR><BR>La historia ha dado muchas
pruebas de la falta de atención de Washington a las leyes y normas
internacionales, que alcanza hoy nuevas alturas. Concedámoslo: siempre hubo
pretextos, pero eso vale para cualquier estado que recurre a la fuerza a
voluntad. <BR><BR>Durante los años de la Guerra Fría estuvo disponible el marco
de referencia de la "defensa contra la agresión comunista" para movilizar el
apoyo nacional e incontables intervenciones en el exterior. Al final, el recurso
a la amenaza comunista se empezó a desgastar. Alrededor de 1979 "los soviéticos
estaban influyendo" más allá de sus fronteras, "solamente al 6% de la población
mundial y al 5% del GNP mundial", según el Center for Defense Information. La
imagen central se estaba haciendo más difícil de evadir. El gobierno también
enfrentaba problemas a nivel nacional: especialmente el efecto civilizador del
activismo de la década del 60, que tuvo muchas consecuencias, entre ellas menor
voluntad para tolerar el recurso a la violencia. Bajo la presidencia de Ronald
Reagan, la administración buscó manejar los problemas con fervientes
pronunciamientos sobre el "imperio del mal" y sus tentáculos, a punto de
estrangularnos.<BR><BR>Pero se necesitaban nuevos recursos. Los partidarios de
Reagan declararon su campaña mundial para destruir el terrorismo internacional
apoyado por un estado que el secretario de Estado de Reagan, George Shultz,
denominó una "plaga diseminada por los depravados opositores a la civilización
misma" que intentan "un retorno de la barbarie en la epoca moderna". La lista
oficial de los estados que patrocinaban el terrorismo, iniciada en el Congreso
en 1977, fue elevada a un lugar prominente en la politica y en la
propaganda.<BR><BR>En 1994, el presidente Clinton amplió la categoría de
"estados terroristas" para incluir los "estados delincuentes". Unos pocos años
más tarde se agregó al repertorio otro concepto: los estados malogrados, frente
a los cuales nosotros debemos protegernos, y a los que debemos proteger, a veces
destruyéndolos.<BR><BR>Más tarde llego el "eje del mal" del presidente George W.
Bush, al que, para defendernos, debemos destruir, siguiendo la voluntad del
Señor tal como es transmitida a este humilde servidor, escalando mientras tanto
la amenaza del terror y de la proliferación nuclear. <BR><BR>Pero la retórica
siempre genera dificultades. El problema básico es que bajo razonables
interpretaciones del término, aun bajo definiciones oficiales las categorías son
demasiado amplias.<BR><BR>Hace falta disciplina para no reconocer los elementos
de verdad en la observación del historiador Arno Mayer, inmediatamente después
de los ataques terroristas del 11 de setiembre, de que, desde 1947, "Estados
Unidos ha sido el principal autor del estado terrorista que ataca primero", y de
innumerables otras acciones ''delictivas'' que han causado un inmenso daño
"siempre en nombre de la democracia, la libertad y la justicia".<BR><BR>Después
de que Bush asumió la presidencia, la corriente dominante entre los expertos
comenzó a afirmar como un hecho que Estados Unidos "ha asumido muchos de los
propios rasgos de las ''naciones delincuentes'' contra las cuales ha batallado"
(David C. Hendrickson y Robert W. Tucker, Foreign Affairs, 2004).<BR><BR>La
categoría estado malogrado fue invocada de manera reiterada por los
autodenominados "estados iluministas" en la década del 90. Eso los autorizaba a
recurrir a la fuerza con el supuesto objetivo de proteger a las poblaciones de
los estados malogrados, delincuentes y terroristas de un modo que podía ser
"ilegal pero legítimo", frase usada por la Comisión Independiente sobre Kosovo.
<BR><BR>Cuando los temas principales del discurso político cambiaron de la
"intervención humanitaria" a la "guerra al terrorismo", tras el 11 de setiembre,
se le dio al concepto estado malogrado un alcance más amplio a fin de incluir a
países como Irak, que amenazaban supuestamente a los Estados Unidos con armas de
destrucción masiva y con el terrorismo internacional.<BR><BR>Con este uso más
amplio, los estados malogrados no necesitaban ser débiles, cosa que tiene mucho
sentido. La Alemania nazi y la Rusia estalinista eran escasamente débiles, pero
con estándares razonables merecían la designación de estados malogrados como
ninguno en la historia. El concepto gana muchas dimensiones, incluyendo el
fracaso en proveer seguridad para la población, para garantizar los derechos en
el país y en el exterior, o para mantener en funcionamiento (no simplemente de
manera formal) las instituciones democráticas. El concepto debe con seguridad
incluir "estados proscriptos", que desechan con desprecio las reglas del orden
internacional y de sus instituciones, cuidadosamente construidas a lo largo de
los años, inicialmente por iniciativa de los Estados Unidos.<BR><BR>El gobierno
está eligiendo políticas que tipifican a los estados bandoleros, que ponen
seriamente en peligro a la población dentro del país y en el exterior y socavan
una democracia sustantiva. En aspectos cruciales, la adopción de Washington de
los atributos de los estados malogrados y bandoleros se proclama con orgullo. No
hay esfuerzo alguno por ocultar "la tensión entre un mundo que todavía quiere un
sistema legal internacional justo y sostenible, y una superpotencia única que
apenas parece preocuparse de que se halla al nivel de Birmania, China, Irak y
Corea del Norte en términos de su adhesion a una concepción absolutista de la
soberanía" por sí misma, mientras desecha como anticuada la soberanía de otros,
señala Michael Byers en War Law: Understanding International Law and Armed
Conflict. <BR><BR>Estados Unidos es muy parecido a otros países poderosos.
Persigue los intereses económicos y estratégicos de los sectores dominantes de
la población local, con una impresionante retórica sobre su excepcional
dedicación a los más altos valores. Esto es casi un universal histórico, y es la
razón por la cual la gente sensata presta poca atención a las declaraciones de
las nobles intenciones de los líderes, o a los elogios de sus seguidores.
<BR><BR>Uno escucha comúnmente decir que los criticones se quejan por lo que
está mal, pero no presentan soluciones. Hay una traducción certera para esta
acusación: "Ellos presentan soluciones, pero a mí no me gustan". Aquí hay unas
pocas simples sugerencias para los Estados Unidos: <BR><BR>1) aceptar la
jurisdicción del Tribunal Internacional de Justicia y de la Corte
Internacional;<BR><BR>2) firmar y cumplir los protocolos de Kyoto;<BR><BR>3)
dejar que las Naciones Unidas lideren las crisis internacionales;<BR><BR>4)
apelar a medidas diplomáticas y económicas antes que a las militares cuando se
confronten amenazas graves de terror;</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>5) mantenerse dentro de la interpretación tradicional de la
Carta de las Naciones Unidas: el uso de la fuerza es legítimo solamente cuando
es ordenado por el Consejo de Seguridad o cuando el país está bajo la amenaza de
un ataque inminente, de acuerdo con el Artículo 51;<BR><BR>6) renunciar al poder
de veto en el Consejo de Seguridad, y tener "un respeto decente por la opinión
de la humanidad", tal como aconseja la Declaración de la Independencia, incluso
cuando los centros del poder no están de acuerdo;<BR><BR>7) reducir
drásticamente los gastos militares y aumentar los gastos en salud, educación,
energía renovable y cosas similares.<BR><BR>Para la gente que cree en la
democracia, éstas son sugerencias muy conservadoras: parecen ser la opinión de
la mayoría de la población de los Estados Unidos, en muchos casos de la
abrumadora mayoría, que se opone radicalmente a la política pública; en la
mayoría de los casos, en ambos partidos.<BR><BR>Otra sugerencia cautelosa y útil
es que los hechos, la lógica y los principios elementales de la moral deben ser
importantes. Los que se tomen el trabajo de adherir a esta sugerencia se verán
rapidamente conducidos a abandonar una buena parte de la doctrina oficial,
aunque seguramente es mas fácil repetir invocaciones que sirven a nuestros
exclusivos intereses.<BR><BR>Y hay otras simples verdades. De ningún modo dan
respuesta a todos los problemas. Pero nos hacen tomar cierta distancia para
desarrollar respuestas mas específicas y detalladas. Aun más importante, ellas
abren la puerta para implementarlas, pues son oportunidades que están a nuestro
alcance si podemos liberarnos de las ataduras de la doctrina y las ilusiones
impuestas.<BR><BR>Aunque es natural que los sistemas doctrinarios intenten
inducir el pesimismo y la desesperación, la realidad es diferente. Ha habido un
progreso sustancial en los últimos años en la interminable cuestión de justicia
y libertad, dejando un legado que fácilmente puede ser llevado a un plano más
alto que antes.<BR><BR>Las oportunidades para educación y organización abundan.
Como en el pasado, no es probable que autoridades benevolentes garanticen los
derechos, o que éstos provengan de acciones intermitentes, por participar de
alguna manifestación o por el hecho de apretar una palanca a la hora de las
elecciones, como si en eso consistiera exclusivamente la "política
democrática".<BR><BR>Como siempre en el pasado, las tareas requieren un
compromiso diario para crear y recrear las bases destinadas al funcionamiento de
una cultura democrática. Hay muchos medios para promover la democracia en el
país, llevándola a nuevas dimensiones. Las oportunidades son muchas, y es
probable que el fracaso en captarlas tenga repercusiones ominosas: para el país,
para el mundo y para las generaciones futuras.
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080>La información contenida en el boletín es de
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