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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=5>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR>Año III - 23 de agosto 2006 - Redacción: </FONT></EM><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><EM><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></EM></A></STRONG></DIV><FONT size=3><STRONG>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></STRONG>
<DIV align=justify><FONT size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Líbano</STRONG></DIV>
<DIV><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV><STRONG>La "continuación de la guerra por otros medios" ha comenzado ya con
fuerza...</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La guerra de los 33 días y la resolución 1701 del
Consejo de Seguridad<BR> <BR>Gilbert Achcar
*</STRONG></FONT></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Viento
Sur</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG> </STRONG><A
href="http://www.vientosur.info"><STRONG>www.vientosur.info</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG><FONT size=2>Traducción de Alberto
Nadal</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2><BR></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2>La resolución adoptada por el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas el 11 de agosto de 2006 no ha satisfecho ni a
Israel ni a Washington ni a Hezbollah. Esto no significa que sea "justa y
equilibrada", sino sólo que es la expresión temporal de un impasse militar.
Hezbollah no ha logrado infligir una derrota militar mayor a Israel, posibilidad
excluida de todas formas por la desproporción de las fuerzas en presencia, igual
que había sido imposible a la resistencia vietnamita infligir una derrota
militar decisiva a los Estados Unidos. Pero Israel tampoco ha logrado infligir a
Hezbollah una derrota militar importante o, en realidad, ni siquiera una derrota
militar. En este sentido, Hezbollah es sin duda alguna el verdadero vencedor en
el terreno político e Israel el verdadero vencido de esta guerra de 33 días
desencadenada el 12 de julio, y ningún discurso de Ehud Olmert o de George W.
Bush podrá contradecir esta verdad flagrante /1.<BR><BR>A fin de comprender lo
que está en juego, hay que resumir los objetivos de la ofensiva de Israel,
asumidos por los Estados Unidos. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2><BR>El objetivo central que buscaba el ataque
israelí era, por supuesto, la destrucción de Hezbollah. Israel intentó
alcanzarlo mediante la combinación de tres medios principales. <BR><BR>El primer
medio consistía en asestar un golpe fatal a Hezbollah llevando a cabo una
campaña de bombardeo "post-heroico", dicho de otra forma, de una gran cobardía,
sacando provecho de la "superioridad aplastante y asimétrica" de la fuerza de
choque israelí. La campaña intentaba cortar a Hezbollah de sus líneas de
reavituallamiento, destruir una buena parte de su infraestructura militar (stock
de misiles, lanza misiles, etc.), eliminar un gran número de sus combatientes, y
decapitar el movimiento asesinando a Hassan Nasrallah y otros dirigentes de la
organización. <BR><BR>El segundo medio utilizado consistía en volver contra
Hezbollah a su base de masas entre los chiítas libaneses, designando para ello a
Hezbollah como responsable de su tragedia, por medio de una campaña frenética de
guerra psicológica. Esto suponía, por supuesto, que Israel infligiera a los
chiítas libaneses un desastre a gran escala por medio de una campaña extensiva
de bombardeos criminales arrasando deliberadamente pueblos y barrios en su
totalidad, y matando a centenares y centenares de civiles. No era la primera vez
que Israel recurría a este tipo de estratagema, que constituye un crimen de
guerra clásico. Cuando la OLP estaba activa en el Líbano sur, en lo que se
llamaba el "Fatahland" antes de la primera invasión israelí en 1978, Israel
tenía por costumbre machacar con fuerza las zonas habitadas alrededor de los
puntos desde donde eran lanzados proyectiles contra su territorio, incluso si
éstos eran lanzados desde terrenos muy amplios. En aquella época, esta
estratagema había logrado alienar a la OLP una parte importante de la población
del Líbano sur, facilitado por el hecho de que direcciones reaccionarias
representaban aún una fuerza importante en la región y que los combatientes
palestinos podían fácilmente ser rechazados como intrusos, debido a su
comportamiento generalmente desastroso. Esta vez, dado el estatus
incomparablemente mejor de que goza Hezbollah entre la población chiíta, Israel
ha pensado que podía alcanzar el mismo resultado sencillamente aumentando de
forma espectacular la extensión y la brutalidad del castigo colectivo.
<BR><BR>El tercer medio consistía en perturbar masiva y gravemente la vida del
conjunto de los libaneses, tomándoles como rehenes por medio de un bloqueo
aéreo, marítimo y terrestre a fin de incitar a la población, en particular a las
comunidades que no son chiítas, contra Hezbollah y crear así un clima propicio a
una acción militar del ejército libanés contra la organización chiíta. Es la
razón por la que, al comienzo de la ofensiva, los responsables israelíes han
declarado que no deseaban ver ninguna fuerza, exceptuado el ejército libanés,
desplegarse en el Líbano sur, rechazando en particular la perspectiva de una
fuerza internacional y denigrando la que estaba ya en pie: la FINUL. Este
proyecto era, de hecho, el objetivo perseguido por Washington y Paris desde que
habían trabajado conjuntamente para producir la resolución 1559 del Consejo de
Seguridad de la ONU en septiembre de 2004, que llamaba a la retirada de las
tropas sirias del Líbano y al "desmantelamiento y desarme de todas las milicias
libanesas y no libanesas", es decir Hezbollah y las organizaciones palestinas en
los campos de refugiados. <BR><BR>Washington creyó que una vez retiradas las
tropas sirias del Líbano, el ejército libanés, equipado y formado principalmente
por el Pentágono, sería capaz de "desmantelar y desarmar" Hezbollah. El ejército
sirio se retiró efectivamente del Líbano en abril de 2005, no debido a la
presión de Washington y París, sino a causa de las conmociones políticos y de la
movilización de masas que habían resultado del asesinato, en febrero del mismo
año, del antiguo primer ministro libanés Rafik Hariri, un aliado muy cercano de
la clase dirigente saudita. El equilibrio de las fuerzas en presencia en el
país, a la luz de las manifestaciones y contramanifestaciones gigantescas que el
asesinato había provocado, no permitió a la coalición aliada a los Estados
Unidos contemplar una resolución de la cuestión de Hezbollah por la fuerza. Se
vio incluso obligada a participar en las elecciones parlamentarias del mes de
mayo siguiente en el marco de una gran coalición que comprendía a Hezbollah y a
gobernar luego el país con un gobierno de coalición que incluía dos ministros
miembros de la organización chiíta. Este decepcionante resultado decidió a
Washington a dar luz verde a Israel para su intervención militar. Solo quedaba
por encontrar un pretexto adecuado, que fue proporcionado por la operación
llevada a cabo por Hezbollah el 12 de julio al otro lado de la frontera.
<BR><BR>En relación con el objetivo central y los tres medios descritos antes,
la ofensiva israelí ha sido un fracaso total y flagrante. Lo más evidente, es
que Hezbollah no ha sido destruido,ni de lejos. El partido ha mantenido lo
esencial de su estructura política y de su fuerza militar, ofreciéndose incluso
el lujo de bombardear el norte de Israel hasta el último momento anterior al
alto el fuego de la mañana del 14 de agosto. No ha sido cortado de su base de
masas, logrando más bien extenderla considerablemente, no sólo entre los chiítas
libaneses, sino también en el seno de las demás comunidades religiosas
libanesas, sin hablar del inmenso prestigio que esta guerra le ha otorgado,
sobre todo en la región árabe y en el resto del mundo musulmán. Y para completar
el cuadro, todo esto ha conducido a una evolución de la balanza de las fuerzas
en el Líbano en una dirección exactamente contraria a lo que Washington e Israel
deseaban: Hezbollah ha salido de la batalla mucho más fuerte y más temido aún
por sus adversarios declarados o no declarados, los amigos de EE UU y del reino
saudita. El gobierno libanés ha optado en lo esencial por Hezbollah durante los
combates, haciendo de la protesta contra la agresión israelí su prioridad /2.
<BR><BR>No es necesario insistir más en el fracaso flagrante de Israel: basta
con leer la avalancha de comentarios críticos muy reveladores que emanan de
fuentes israelíes. Uno de las críticas más vivas ha sido expresada por Moshe
Arens, tres veces ministro de "Defensa" de Israel, experto incontestable en la
materia. Ha escrito un pequeño artículo en Haaretz que dice mucho a este
propósito: </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2>"Ellos (Ehud Olmert, Amir Peretz y Tzipi
Livni) han tenido algunos días de gloria cuando han creído que el bombardeo del
Líbano por el ejército del aire israelí haría saltar en pedazos a Hezbollah y
nos traería una victoria casi sin trabajo. Pero cuando la guerra que han
dirigido tan mal se agotaba... se han desinflado progresivamente. Aquí y allí,
han hecho aún algunas declaraciones belicosas, pero han comenzado a buscar una
puerta de salida -un medio de salir del giro tomado por los acontecimientos que
han sido manifiestamente incapaces de controlar. Han intentado aferrarse a una
quimera, y qué mejor quimera que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Ninguna necesidad de alcanzar una victoria militar contra Hezbollah. Que las
Naciones Unidas declaren un alto el fuego, y Olmert, Peretz y Livini podrán
simplemente declarar victoria, se crea o no... La guerra que, según nuestros
dirigentes, iba a restablecer la capacidad de disuasión de Israel, ha logrado
destruirla en un mes" /3. <BR><BR>Arens tiene razón: cuando Israel se ha
mostrado cada vez más incapaz de alcanzar cualquiera de los objetivos que se
había fijado al comienzo de su nueva guerra, ha comenzado a buscar una puerta de
salida. Mientras compensaba su fracaso mediante una escalada en su furor
destructivo y vengativo sobre el Líbano, sus comanditarios americanos cambiaron
de actitud en la ONU. Tras haber ganado tiempo para Israel bloqueando toda
tentativa de formular una resolución del Consejo de Seguridad llamando a un alto
el fuego -uno de los casos más graves de parálisis de la institución
intergubernamental en sus 61 años de existencia- Washington decidió tomar el
relevo continuando la guerra de Israel por medios diplomáticos. <BR><BR>Al
cambiar de actitud, Washington se ha acercado de nuevo a Paris sobre el
expediente libanés. Teniendo en común con los Estados Unidos, sus competidores,
el deseo de sacar provecho de la riqueza de los sauditas, principalmente
vendiéndoles material militar /4, Paris toma regularmente y de forma oportunista
el partido de los sauditas cada vez que emergen tensiones entre los proyectos de
Washington y las preocupaciones de sus más antiguos clientes y protegidos de
Oriente Medio. La nueva guerra llevada a cabo por Israel en el Líbano ha
proporcionado una ocasión: en cuanto la agresión criminal de Israel se ha
mostrado contraproductiva desde el punto de vista de la familia reinante
saudita, aterrorizada por la perspectiva de una desestabilización creciente de
Oriente Medio que podría ser fatal para sus intereses, los sauditas han
reclamado el cese del conflicto y la búsqueda de soluciones de recambio.
<BR><BR>París se ha pronunciado inmediatamente a favor de esta actitud y
Washington ha acabado por seguirle, pero sólo tras haber dado a la agresión
israelí algunos días más para intentar marcar algunos puntos y salvar su cara en
el terreno militar. El primer proyecto de resolución preparado por las dos
capitales ha circulado en las Naciones Unidas el 5 de agosto. Era una tentativa
flagrante de lograr diplomáticamente lo que Israel no había logrado en el
terreno militar. A la vez que proclamaba un "apoyo firme" a la soberanía del
Líbano, el proyecto llamaba sin embargo a la reapertura de sus puertos y
aeropuertos solo "para fines estrictamente civiles de forma verificable" y
preveía la instauración de un "embargo internacional sobre la venta o el
suministro de armas o de material conexo al Líbano, exceptuado lo que esté
autorizado por su gobierno", en otros términos, un embargo a Hezbollah.
<BR><BR>El proyecto franco-americano reafirmaba la resolución 1559, a la vez que
llamaba a otra resolución que habría autorizado "en virtud del capítulo VII de
la Carta, el despliegue de una fuerza internacional mandatada por las Naciones
Unidas para ayudar a las fuerzas armadas y al gobierno del Líbano a establecer
un entorno seguro y contribuir a la puesta en práctica de un alto el fuego
permanente y de una solución a largo plazo". Esta formulación es tan vaga que no
podía sino designar, en realidad, una fuerza internacional autorizada a
emprender operaciones militares (capítulo VII de la Carta de la ONU) con vistas
a la aplicación de la resolución 1559 por la fuerza, en alianza con el ejército
libanés. Además, ninguna disposición limitaba esta fuerza a la zona al sur del
río Litani, que, según el proyecto de resolución, debía ser una zona sin
armamento de Hezbollah, la zona que Israel ha reivindicado como espacio de
seguridad tras haber fracasado en desembarazarse de Hezbollah en el resto del
Líbano. Esto significaba que la fuerza de las Naciones Unidas habría podido ser
llamada a intervenir contra la organización chiíta en el resto del
Líbano.<BR><BR>Este proyecto, sin embargo, no podí basarse, en absoluto, en lo
que Israel había podido lograr sobre el terreno y quedó desbaratado. Hezbollah
se opuso a él firmemente haciendo saber claramente que no admitiría ninguna
fuerza internacional diferente de la FINUL, la fuerza de la ONU desplegada a lo
largo de la frontera de Líbano con Israel (la "línea azul") desde 1978. El
gobierno libanés se hizo eco de la oposición de Hezbollah y demandó la
modificación del proyecto, apoyado a coro por los Estados árabes, incluidos los
clientes de los Estados Unidos. Washington no tuvo entonces otra opción que
revisar el proyecto, que, de todas formas, no habría sido avalado por el Consejo
de Seguridad. Además, el aliado de Washington en este asunto, Jacques Chirac,
cuyo país se consideraba que iba a proporcionar la mayor parte de la fuerza
internacional y la dirigiría, había declarado públicamente dos semanas después
del comienzo de los combates que ningún despliegue sería posible sin acuerdo
previo con Hezbollah /5.<BR><BR>El proyecto fue pues revisado y renegociado,
mientras Washington demandaba a Israel esgrimir la amenaza de una ofensiva
terrestre mayor y comenzar a ejecutarla como presión para que Washington pudiera
obtener las mejores condiciones posibles de su punto de vista. A fin de
facilitar un acuerdo que llevara a un alto el fuego que se hacía cada vez más
urgente por razones humanitarias, Hezbollah aceptó el despliegue de 15.000
soldados libaneses en el sur del Líbano y flexibilizó su posición general. Así
la resolución 1701 ha podido ser aprobada en el Consejo de Seguridad del 11 de
agosto.<BR><BR>La concesión principal hecha por Washington y Paris ha consistido
en abandonar el proyecto de crear una fuerza multinacional ad hoc regida por el
capítulo VII. En su lugar, la resolución autoriza "el aumento de la fuerza de la
FINUL hasta un máximo de 15.000 soldados", reorganizando así y aumentando
considerablemente la fuerza existente. La astucia principal consistía, sin
embargo, en redefinir el mandato de esta fuerza de forma que pudiera "asistir a
las fuerzas armadas libanesas tomando medidas" para "el establecimiento entre la
línea azul y el río Litani de una zona libre de todo personal armado,
equipamiento o armamento diferente de los del gobierno libanés y de la FINUL".
La FINUL puede ahora, también, "emprender toda acción necesaria en las zonas de
despliegue de sus fuerzas y según lo que considera depender de sus capacidades,
para asegurar que su zona de operaciones no es utilizada para actividades
hostiles de cualquier naturaleza que sea". <BR><BR>Combinadas, las dos
formulaciones precedentes se acercan mucho a un mandato bajo el capítulo VII o,
en cualquier caso, podrían fácilmente ser interpretadas de esa forma. Además, el
mandato de la FINUL es extendido de hecho por la resolución 1701 más allá de sus
"zonas de despliegue" puesto que puede ahora "ayudar al gobierno libanés bajo su
demanda" en sus esfuerzos por "asegurar sus fronteras y otros puntos de entrada
a fin de impedir la entrada en Líbano de armas o de material conexo" -una frase
que no se refiere ciertamente a las fronteras del Líbano con Israel, sino
claramente a su frontera con Siria, que se extiende del norte al sur del país.
Son estos puntos los que representan las principales trampas contenidas en la
resolución 1701, y no la formulación concerniente a la retirada del ejército de
ocupación israelí, sobre la que se han concentrado muchos comentarios, puesto
que esta retirada está determinada en cualquier caso por la fuerza disuasiva de
Hezbollah y no por ningún tipo de resolución de la ONU.<BR><BR>Hezbollah decidió
dar luz verde a la aprobación por el gobierno libanés de la resolución 1701.
Hassan Nasrallah pronunció un discurso el 12 de agosto, en el que explicó la
decisión del partido de dar su acuerdo para el despliegue mandatado por las
Naciones Unidas. Su discurso comprendía una evaluación de la situación mucho más
sobria que en algunos de sus discursos precedentes, así como una buena dosis de
sabiduría política. "Hoy, dice Nasrallah, estamos ante los resultados naturales
razonables y posibles de la gran firmeza que los libaneses han expresado a
partir de sus diversas posiciones". Esta sobriedad era necesaria, pues una
reivindicación presuntuosa de victoria, como las que han hecho los aliados de
Hezbollah en Damasco o Teherán, habría obligado a Nasrallah a añadir, como el
rey Pirro de la Grecia antigua, "otra victoria como ésta y estaría perdido". El
jefe de Hezbollah prudente y explícitamente ha rechazado entrar en una polémica
sobre los resultados de la guerra, subrayando que "nuestra verdadera prioridad"
es frenar la agresión, recuperar los territorios ocupados y "lograr la seguridad
y la estabilidad en nuestro país, así como la vuelta de los refugiados y de las
personas desplazadas". <BR><BR>Nasrallah definió la posición de su movimiento
como sigue: respetar el alto el fuego, cooperar plenamente con "todo lo que
pueda facilitar la vuelta de los refugiados y personas desplazadas a su país, a
sus casas y todo lo que pueda facilitar las operaciones humanitarias y de
socorro". Al mismo tiempo, afirmó que su movimiento está dispuesto a proseguir
el combate legítimo contra el ejército israelí mientras éste permanezca en
territorio libanés, a la vez que proponía respetar los acuerdos de 1996, en
virtud de los cuales las operaciones de los dos campos serían restringidas a los
objetivos militares y evitarían los civiles. Sobre este punto, Nasrallah ha
insistido en que su movimiento no ha comenzado a bombardear el norte de Israel
más que como reacción a los bombardeos israelíes sobre el Líbano tras la
operación del 12 de julio, y que hay que acusar a Israel por haber sido el
primero en extender la guerra a las poblaciones civiles. <BR><BR>Nasrallah
expuso luego una posición sobre la resolución 1701 que podría ser descrita de la
forma más precisa como una aprobación con muchas reservas, a la espera de su
verificación en la práctica. Expresó una protesta contra el carácter injusto de
la resolución, que se ha abstenido en sus preámbulos de condenar a Israel por su
agresión y sus crímenes de guerra, añadiendo sin embargo que habría podido ser
bastante peor aún y manifestando su aprecio por los esfuerzos diplomáticos que
han permitido evitar eso. Su argumento central fue subrayar que Hezbollah
considera numerosos problemas tratados por la resolución como asuntos internos
libaneses que deben ser discutidos y arreglados por los propios libaneses. Puso
el acento, en este tema, en la preservación de la unidad y de la solidaridad
nacionales libanesas. <BR><BR>En las circunstanciáis dadas, la posición de
Nasrallah era la más correcta posible. Hezbollah ha debido hacer concesiones
para facilitar el fin de la guerra. Como toda la población libanesa estaba
tomada como rehén por Israel, toda actitud intransigente habría tenido
consecuencias humanitarias desastrosas además de resultados espantosos de la
furia asesina y destructiva de Israel. Hezbollah sabe perfectamente que lo
verdaderamente importante está mucho menos en los términos de una resolución del
Consejo de Seguridad que en su interpretación y su aplicación efectivas, y que
son la situación y la correlación de fuerzas en el terreno los determinantes a
este respecto. En respuesta a las fanfarronadas de Georges W. Bush y de Ehud
Olmert sobre que su victoria estaría traducida, para ellos, en la resolución
1701, basta con citar la respuesta anticipada de Moshe Arens en el artículo ya
mencionado: <BR><BR>"La retórica apropiada ha comenzado a llover. ¿Qué importa
si el mundo entero ve este arreglo diplomático, al que Israel se ha sumado
cuando recibía aún su dosis cotidiana de misiles, como la derrota infligida a
Israel por algunos miles de combatientes de Hezbollah?. Y, ¿qué importa si nadie
cree que una FINUL "reforzada" desarmará a Hezbollah, y que Hezbollah, con miles
de misiles aún en su arsenal y verdaderamente reforzado por su victoria en un
mes contra el poderoso ejército israelí, va ahora en convertirse en un socio
para la paz?".<BR><BR>La "continuación de la guerra por otros medios" ha
comenzado ya con fuerza en el Líbano. Cuatro cuestiones principales están en
juego, expuestas aquí en orden inverso a su prioridad. </FONT></DIV><FONT
size=2></FONT>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2>La primera, en el plano interior libanés, es
la suerte del gobierno. La mayoría parlamentaria existente en Líbano es el
resultado de elecciones llevadas a cabo bajo la cobertura de una ley electoral
defectuosa y deformadora, impuesta por el antiguo régimen dominado por los
sirios. Una de sus consecuencias mayores ha sido la deformación de la
representación del electorado cristiano, con una fuerte subrepresentación del
movimiento conducido por el general Michel Aoun que, tras las elecciones, a
llegado a una alianza con Hezbollah. Además, la reciente guerra ha alterado
profundamente la moral política de la población libanesa y por ello la
legitimidad de la mayoría parlamentaria actual es muy discutible. Por supuesto,
un cambio de gobierno en favor de Hezbollah y de sus aliados alteraría
radicalmente el sentido de la resolución 1701 en la medida en que su
interpretación depende mucho de la actitud de gobierno libanés. Sobre esto, uno
de las principales preocupaciones es evitar el deslizamiento hacia una nueva
guerra civil en el Líbano: es lo que Hassan Nasrallah tenía en la cabeza cuando
subrayó la importancia de la "unidad nacional". <BR><BR>La segunda cuestión, que
concierne igualmente a los asuntos internos libaneses, es el esfuerzo de
reconstrucción. Hariri y sus aliados saudíes habían construido su influencia
política en el Líbano dominando los esfuerzos de reconstrucción tras la guerra
de quince años acabada en 1990. Esta vez, estarán enfrentados a una fuerte
competencia de Hezbollah, apoyado por Irán y con la ventaja de sus estrechos
lazos con la población libanesa chiíta, principal objetivo de la guerra de
venganza de Israel. Como el conocido analista militar Ze´ev Schiff ha escrito en
Haaretz: "Mucho dependerá también de quién ayudará a la reconstrucción del
Líbano sur. Si fuera Hezbollah, la población chiíta del Líbano sur quedaría
dependiente de Teherán. Habría que impedirlo" /6. Este mensaje ha sido recibido
claramente en Washington, Riad y Beirut y hoy mismo hay artículos que dan la
alarma sobre este tema en los principales periódicos de los Estados Unidos.
<BR><BR>La tercera cuestión es naturalmente la del desarme de Hezbollah en la
zona delimitada del Líbano sur para el despliegue del ejército libanés y de la
FINUL reorganizada. El máximo que Hezbollah está dispuesto a conceder sobre este
tema es "ocultar" sus armas en el sur del Litani, es decir evitar exponerlas, y
almacenarlas en lugares secretos. Todo paso más allá, sin siquiera mencionar el
desarme de Hezbollah en el conjunto del Líbano, está ligado por la organización
a una serie de condiciones que van de la recuperación por el Líbano de las
granjas de Chebaa, ocupadas por Israel desde 1967, a la existencia de un
gobierno y de un ejército capaces de defender la soberanía del país contra
Israel y determinados a hacerlo. Esta cuestión representa el primer problema
fundamental sobre el que la aplicación de la resolución 1701 podría dar un
traspiés, puesto que ningún país del mundo está actualmente en posición de
desarmar a Hezbollah por la fuerza, tarea en la que el más formidable ejército
moderno de Oriente Medio, y una de las principales potencias militares del
mundo, ha fracasado completamente. Esto significa que toda otra fuerza
desplegada en el sur del Litani, sea libanesa o mandatada por la ONU, deberá
aceptar la oferta de Hezbollah, con o sin disfraz. <BR><BR>La cuarta cuestión
es, por supuesto, la de la composición y la misión de los nuevos contingentes de
la FINUL. El plan inicial de Washington y Paris era repetir en el Líbano lo que
tiene lugar en Afganistán, donde una fuerza supletoria de la OTAN, con una hoja
de parra onusiana, lleva a cabo la guerra de Washington. Pero la resistencia
militar así como política de Hezbollah ha contrarrestado el plan. Washington y
Paris han creído sin embargo que podría ejecutarse gradualmente, bajo camuflaje,
hasta que las condiciones políticas estuvieran reunidas en el Líbano para una
prueba de fuerza que opusiera a la OTAN y sus aliados locales a Hezbollah.
Efectivamente, los países que se supone van a enviar los principales
contingentes son todos miembros de la OTAN: con Francia, Italia y Turquía son
esperados, mientras que Alemania y España son solicitados con insistencia para
seguirles. Sin embargo Hezbollah no se engaña. Está trabajando ya para disuadir
a Francia de ejecutar su plan de enviar tropas de élite, apoyadas por el único
portaviones que tiene en el Mediterráneo a lo largo de las costas libanesas.
<BR><BR>Sobre la última cuestión, el movimiento antiguerra en los países de la
OTAN podría ayudar mucho a la resistencia nacional libanesa y a la causa de la
paz en el Líbano movilizándose contra la expedición de fuerzas de países
miembros de la OTAN, contribuyendo así a disuadir a los gobiernos de esos países
de ayudar a Washington e Israel en su sucio trabajo. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2><BR>Lo que necesita el Líbano es de una fuerza
verdaderamente neutral de mantenimiento de la paz en su frontera sur y, sobre
todo, que le permita a su pueblo resolver sus problemas internos mediante medios
políticos pacíficos. Toda otra vía conduciría a la renovación de la guerra civil
libanesa en el momento en que Oriente Medio, y el mundo entero, tienen ya muchas
dificultades para enfrentarse a las consecuencias de la guerra civil de que
Washington ha desencadenado y continúa alimentando en Irak.<BR><BR>16 de agosto
de 2006</FONT></DIV>
<DIV><FONT size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2>* Gilbert Achcar nació en Líbano y enseña
ciencias políticas en la Universidad de París-VIII. Su libro más conocido es El
choque de las barbaries. Un libro de sus diálogos con Noam Chomsky sobre Oriente
Medio, Perilous Power, editado por Stephen R. Shalom, aparecerá pronto en
francés en las ediciones Fayard. </DIV>
<DIV align=justify><BR><BR><STRONG><FONT
size=3><U>Notas</U></FONT></STRONG><BR><BR>1/. Sobre las implicaciones
regionales y mundiales de estos acontecimientos, ver mi artículos “Los planes
imperiales de los EEUU son un barco que se hunde”, en
http://www.vientosur.info<BR><BR>2/ Como ha dicho un observador israelí en un
artículo de título muy revelador: “Fue un error pensar que la presión militar
podría generar un proceso que llevaría al gobierno libanés a desarmar a
Hezbollah”. Efraim Inbar, “Prepare for the next round”, Jerusalem Post, 15 de
agosto de 2006.<BR><BR>3/ Moshe Arens, “Let the devil take tomorrow”, Haaretz,
13 agosto 2006.<BR><BR>4/ Tanto los Estados Unidos como Francia han concluido
importantes contratos de armamento con los sauditas en julio.<BR><BR>5/
Entrevista concedida al periódico Le Monde, 27 julio 2006.<BR><BR>6/ Ze’ev
Schiff, « Delayed ground offensive clashes with diplomatic timetable », Haaretz,
13 de agosto de 2006.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información contenida en el boletín es
de fuentes propias, sitios web, medios periodísticos, redes alternativas,
movimientos sociales y organizaciones políticas de izquierda. Los artículos
firmados no comprometen la posición editorial de Correspondencia de Prensa.
Suscripciones, Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV></FONT></FONT></BODY></HTML>