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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2><STRONG><EM><FONT
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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=5>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR>Año III - 25 de agosto 2006 - Redacción: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
<DIV align=center>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify></FONT><FONT face=Arial><STRONG>Mujeres del
Islam</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial>Afganistán...</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Más allá del horror del
"burka"</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><FONT size=3><STRONG>El matrimonio forzado, la violencia
doméstica y la falta de trabajo, principales preocupaciones de las
afganas<BR></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3><STRONG>Georgina Higueras</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>El País, Madrid, 20-8-07</STRONG> <BR><BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>"En la tradición pashtún, la mujer sólo sale de casa dos
veces. Una, cuando deja la casa del padre para entrar en la del marido. La otra,
después de muerta"</DIV>
<DIV align=justify><BR>Casi un quinquenio después de que las tropas
norteamericanas, al frente de una coalición internacional, derrocaran al régimen
talibán -supuestamente, entre otros motivos, para liberar a las afganas de la
opresión-, la mayoría de las mujeres de Afganistán siguen enclaustradas bajo el
burka. Miles de fotografías de mujeres ocultas bajo un manto azul o blanco que,
a la altura de los ojos no deja que penetre la luz más que a través de un
bordado de diminuto calado, dieron la vuelta al mundo como símbolo de la
barbarie del Gobierno del mulá Omar, protector de Osama Bin Laden.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Todo hacía presagiar, o así lo daban a entender los
funcionarios estadounidenses, que el odioso burka se erradicaría tan pronto como
los soldados del Pentágono entraran en Kabul. Cinco años después, sin embargo,
esos mismos funcionarios miran a otro lado cuando un burka se cruza en su camino
y la gran mayoría de las afganas ha perdido la esperanza de tener acceso a la
sanidad, la educación y el trabajo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En abril pasado, en una entrevista para EL PAÍS con la
entonces ministra de Asuntos de la Mujer, Masuda Yalal, esta médica de profesión
culpó a las tropas extranjeras de haber olvidado su compromiso con la mujer
afgana. Yalal responsabilizó a Occidente del abandono en que viven la mitad de
los 25 millones de afganos, ya que, como financiadores del Gobierno de Hamid
Karzai, "debían exigirle que cumpliese con la Constitución afgana",
recientemente aprobada.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Igualdad utópica</FONT></STRONG>
</DIV>
<DIV align=justify><BR>La nueva Carta Magna no es violada en ningún artículo con
tanta impunidad como en el que establece la igualdad entre el hombre y la mujer.
La tan cacareada democracia de Afganistán apenas ha logrado beneficiar a un
puñado de mujeres. La gran mayoría sigue inmersa en unas tradiciones que la
esclavizan y la dejan indefensa frente a todo tipo de abusos y violaciones de
los derechos humanos, desde la violencia doméstica al matrimonio forzado,
pasando por poder ser compradas, vendidas o transmitidas como parte de una
herencia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Habiba Sarabi, actual ministra de Asuntos de la Mujer,
que es también vicepresidenta de HAWCA (Asistencia Humanitaria para Mujeres y
Niños de Afganistán), está empeñada en la reconstrucción de escuelas, convencida
de que la educación de la mujer es fundamental para promover su liberación.
Pero, con una población rural que asciende al 80% del total, se enfrenta a
tremendas dificultades porque en el campo la tradición tiene un peso mayor y en
muchos casos son las mismas mujeres las que se oponen a que sus hijas vayan a la
escuela.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La situación más aberrante la padecen las pashtunes,
etnia mayoritaria a la que pertenece el 50% de la población afgana y que puebla
también la llamada Provincia Fronteriza del Noroeste (NWFP) de Pakistán. Nada
explica mejor su drama que las palabras que en 1988 me dijo en Peshawar, la
capital de NWFP, un taxista para explicar que no se viera una sola mujer por las
calles de esa ciudad, que ya tenía un millón de habitantes. "Nosotros somos
pashtunes y en la tradición pashtún la mujer sólo sale de su casa dos veces.
Una, cuando al casarse abandona la casa del padre para entrar en la del marido.
La otra, después de muerta para que la entierren", afirmó ufano.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La terrible sentencia fue pronunciada con el orgullo de
quien explica la realidad de un pueblo tan arraigado a sus costumbres y a sus
creencias como a la tierra que defendió de invasores desde los tiempos de
Alejandro Magno. Los británicos no lograron conquistar esta encrucijada de
altaneras y peladas montañas entre Oriente y Occidente, pero trazaron a golpe de
tiralíneas una frontera que distribuyó a los pashtunes entre dos Estados
diferentes, aunque hasta ahora nadie ha logrado impedir que la crucen según su
conveniencia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El integrismo islámico que, según EE UU, había
enclaustrado a las afganas bajo el burka, no es sino un eslabón más de la cadena
de principios atávicos de las etnias y tribus de la zona. Pueblos que sin
quererlo se han visto expuestos a otras culturas, desde la comunista soviética a
la liberal occidental, y que han sido y son utilizados, primero por los
intereses de las grandes potencias y después por la misma globalización.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ahora, sólo en la capital se percibe una cierta
liberalización, aunque únicamente en los barrios en los que viven los
funcionarios que se enriquecen con la ayuda occidental, y en la universidad, a
la que han vuelto muchas jóvenes. Pero tanto las pashtunes como las tayikas
comentaban que, aunque en el campus se limitan a llevar un pañuelo para cubrirse
la cabeza, cuando vuelven a sus ciudades de origen, y con frecuencia en el mismo
Kabul, se ocultan bajo el burka "para no dar que hablar". Muchas consideran esta
vestimenta como una "barrera protectora" y no entienden la "obsesión de
Occidente" contra este manto. Al igual que Masuda Yalal, las jóvenes
entrevistadas dijeron sentirse mucho más preocupadas por la falta de
oportunidades y empleo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El Ejército Rojo se fue de Afganistán humillado, como un
siglo antes sucedió a las tropas del imperio británico. Los afganos son gente
dura, guerreros desde tiempo inmemorial que defienden con furia su tierra, pero
en los 10 años que los soviéticos permanecieron en Kabul, la vida en la capital
dio un giro de 180 grados. La revolución comunista introdujo a las afganas en el
mundo. Cuando el 15 de febrero de 1989 salieron de Kabul los últimos soldados
soviéticos, las afganas paseaban por las calles con faldas por la rodilla,
algunas conducían; había profesoras de universidad, de instituto o de escuela,
funcionarias, estudiantes, médicas y enfermeras. Algunas tenían sus propios
talleres textiles, otras iban de tiendas o restaurantes, solas o con su familia.
En fin, estaban relativamente integradas en la sociedad.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>La bomba integrista</FONT></STRONG>
</DIV>
<DIV align=justify><BR>En comparación con el Peshawar de entonces, aquella
normalidad parecía un milagro. Pero la obsesión de EE UU contra el comunismo
había puesto en marcha la bomba del integrismo islámico, y, en la radicalización
del islam, la mujer lleva la peor parte. De lo que aguardaba a las afganas bajo
el nuevo régimen daba una idea la entrevista a dos muyahidin que, tras años de
lucha en las montañas, fueron enviados a Peshawar a transmitir un mensaje al
mando político exiliado en esa ciudad paquistaní. Al preguntarles qué pensaban
hacer cuando acabara la guerra y entraran en Kabul, respondieron: "Violar a
todas las mujeres que nos encontremos, porque son comunistas y no se merecen
otra cosa".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Kabul se mantuvo prácticamente intacta. Los bombardeos
del Ejército Rojo y de las Fuerzas Aéreas afganas se hacían sobre las montañas
horadadas de guerrilleros y éstos no tenían capacidad más que para escaramuzas y
emboscadas en las carreteras, ya que aún no se habían puesto de moda los
atentados indiscriminados en el centro de las ciudades. Entonces no se veían
burkas más allá del gran bazar, el enorme mercado en cuyas estribaciones se
colocaban sentadas en el suelo del arcén, y con frecuencia rodeadas de varios
chiquillos costrosos, campesinas viudas y huérfanas de muyahidin que sobrevivían
de la caridad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Nada más irse los soviéticos, la capital afgana se
sumergió en un riguroso toque de queda, mientras el cerco muyahidin se
estrechaba y sus obuses hacían acto de presencia en los barrios periféricos.
Cuando, dos años después, los muyahidin entraron en Kabul y los que habían sido
socios de conveniencia se vieron en la tesitura de repartirse el poder -para lo
que se enzarzaron a cañonazos en las calles de la capital afgana-, se destruyó
la ciudad y se implantó la barbarie. Cientos de miles de mujeres aterrorizadas
por la situación recurrieron al burka como pantalla de protección, mientras por
doquier se radicalizaba el islamismo y se confundía religión y tradición. En
1996, los talibanes encontraron el terreno abonado para encerrar definitivamente
a las mujeres y concentrarse en poner orden entre los hombres. Lo hicieron en
nombre de Alá, pero podrían haberlo hecho en nombre de patria y cultura.
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> <STRONG><FONT
size=3><U>Afganistán básico</U></FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>- Territorio: 647.500 km2.<BR>- Población: 31.056.997.<BR>-
Hombres: 15.898.475.<BR>- Mujeres: 15.158.522.<BR>- Mortalidad infantil: 160,23
por 1.000.<BR>- Ingreso anual per cápita: 800 dólares.<BR>- Economía:
agricultura.<BR>- Régimen: República Islámica.<BR>- Voto: sufragio universal, a
partir de los 21 años. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información
contenida en el boletín es de fuentes propias, sitios web, medios periodísticos,
redes alternativas, movimientos sociales y organizaciones políticas de
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Correspondencia de Prensa. Suscripciones, Ernesto Herrera:
</FONT></EM></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080 size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A> </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>