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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=5>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=5><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR></FONT><FONT size=4>Año III - 25 de agosto 2006 - Redacción:
</FONT></EM></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Mujeres</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Aborto, Derechos, Subjetividad y Poder
<BR><BR>María Luisa Femenías (*)</FONT></STRONG><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Red Informativa de Mujeres de
Argentina (RIMA)</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.rimaweb.com.ar/"><STRONG>http://www.rimaweb.com.ar/</STRONG></A><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Ponencia presentada en el
Seminario Internacional realizado en Buenos Aires, 3 y 4 de agosto
2006</STRONG><BR><BR><BR>Si tomamos como punto de partida la relación sujeto y
poder, como se consigna en la convocatoria de esta reunión, y si aceptamos, en
principio con Foucault, que la política determina la ontología debemos
preguntarnos por la emergencia histórica de las mujeres como sujeto (en
principio, restringido) y del tema del aborto como una cuestión de Estado. Desde
esta perspectiva, es posible mostrar cómo epocalmente el tema adquiere
visibilidad hasta tornarse en centro de un debate sobre el cuerpo de las
mujeres; pero, sobre todo sobre su capacidad plena de decisión. Estas
líneas serán a grandes rasgos los ejes fundamentales de las reflexiones que
siguen.<BR> <BR><STRONG><FONT size=3>1- El punto de partida: el
Sujeto</FONT></STRONG><BR> <BR>Mi punto de partida es la concepción de
“sujeto”. Me interesa fundamentalmente revisar qué características entendemos
que le son intrínsecas para mostrar cómo históricamente se ha privado a las
mujeres de todas o de alguna de ellas; situación aún no revertida por completo.
Como sabemos, en la actualidad, se enuncia la existencia legítima de un
“sujeto-mujer” pero no se le garantizan las condiciones plenas de su ejercicio.
En tanto se les niega la propiedad sobre (valga la redundancia) su propio cuerpo
y la libertad de conciencia necesarias para tomar las decisiones que en tanto
sujeto les competen, el ejercicio de la mentada “autonomía de sujeto” les es
limitado.</FONT></DIV><FONT size=2>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>En esa línea, me interesa compartir con
Ustedes ciertas correlaciones que, en principio, llamaron mi atención. Para
ello, realizo un somero recorrido de cómo se ha ido enriqueciendo el concepto
“sujeto” y de cuáles son sus implicancias fundamentales. Al menos para las
culturas occidentalizadas, provisoriamente sostendré que históricamente parece
seguirse una inversión: a mayor reconocimiento de la racionalidad y de la
autonomía de las mujeres, mayor intervención estatal en cuestiones vinculadas a
su cuerpo propio, de la que la cuestión del aborto obviamente no es ajena.
</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Revisaré primero a grandes trazos la
noción de “sujeto”. Se la entiende, al menos, en dos sentidos amplios: en
términos ontológicos y en términos de inscripción discursiva. Dentro del primer
caso, incluyo aquellas concepciones que apelan a la noción de esencia o suponen
una suerte de yo sustantivo. Las concepciones más tradicionales de la filosofía
-incluidas las corrientes aristotélico-tomistas, cartesianas, heideggerianas,
etc.- pueden ubicarse dentro de este conjunto. En el segundo grupo, ubico
las posiciones nominalistas, la construcción lingüística del sujeto humeniano,
las nuevas corrientes surgidas del giro lingüístico, como el modelo
foucaultiano, como los más relevantes. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Ahora bien, independientemente del tipo
de concepción ontológica de sujeto que se sostenga, histórica y materialmente,
en la mayoría de esas posiciones se excluye entender a las mujeres en
condiciones simétricas o equivalentes a la de los varones.[1] También
independientemente de la concepción de sujeto que se sostenga, y de la exclusión
de las mujeres a que de lugar, el aborto ha recibido diferentes tratamientos,
constituyéndose en tema de debate ético sólo en tiempos históricos recientes.
Dado el tiempo de que se dispone, sólo me puedo remitir a unos pocos ejemplos,
que considero, sin embargo, paradigmáticos. <BR> <BR><STRONG><FONT
size=3>2- “Nacer” se dice de muchas maneras</FONT></STRONG><BR> <BR>El
problema de la reproducción puede enfocarse desde diversos puntos de vista no
excluyentes ni exclusivos. Uno de ellos -y así lo entendieron tanto la
antigüedad clásica como los modelos totalitarios, incluidos los del siglo XX- ve
la reproducción en términos de la posibilidad material del Estado, siendo la Ley
su posibilidad formal. Dicho rápida y quizá burdamente, el problema de la
reproducción de la especie se constituye en términos del problema de la
preservación del cuerpo social del Estado.[2] En estos casos, se presupone un
modelo político de tipo organicista que trata la reproducción como una cuestión
de Estado. Aún así, los modos de control de la población y de la planificación
demográfica, indispensables para el desarrollo ideológico político del modelo,
son variados.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Por un lado, celosamente se suele
guardar no sólo la cantidad poblacional, sino –en muchos casos, y prefiero
obviar ejemplos por todos conocidos- la calidad de la población, en términos
claramente eugenésicos; donde los modos de definir “eugenesia” se encuentran en
estrecha relación con el modelo político en juego y sus instrumentaciones
históricas. Sobre la antigüedad clásica, por ejemplo, existe una numerosísima
bibliografía que da cuenta de que en esa época no existía ninguna construcción
del aborto en términos éticos.[3] Paradigmáticamente, ni en la Política, ni en
las Éticas, ni en las obras biológicas de Aristóteles (filósofo ineludible en
cualquier revisión de la ética y de la política occidental) se considera el
aborto una cuestión ética. Ocasionalmente se lo trata como una cuestión médica;
por ejemplo, cuando se conjetura que la edad avanzada de los padres redundará en
un hijo deficiente.[4] </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>En la mayoría de los casos, simplemente
se lo considera una cuestión de economía privada. Así, Aristóteles presupone
–tal como era costumbre en su época- un padre de familia facultado para decidir
si se cría o no al niño/a recién nacido. Como muy bien lo dice Cèlia Amorós, se
reconoce un nacimiento del orden de la carne (es decir, gracias a la mujer que
pare un niño/a) y un nacimiento de orden simbólico (es decir, gracias al
reconocimiento del niño/a por parte del padre). El primero es un nacimiento
“natural” (de ahí la denominación de “hijo natural” cuando sólo se identifica a
la madre). El segundo, un nacimiento al lógos implica la inscripción del niño/a
en el orden simbólico de la familia, el clan, la sociedad. Este segundo
nacimiento es potestad del padre que reconoce al niño/a como “legítimo”. Es
decir, en condición de ser criado. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>¿Qué pasa cuando el padre no reconoce a
ese hijo/a? Es decir, cuando no lo inscribe en las redes socio-simbólicas. Por
diversas fuentes sabemos que la práctica de la “exposición” y/o venta de
niños/as (para diversos fines: prostitución, circos si tenían malformaciones,
etc.) estaba muy extendida aunque no hay información precisa sobre quién recaía
la responsabilidad del reconocimiento: ¿el padre?, ¿el abuelo?, ¿el jefe del
clan?. Sea como fuere, queda bastante claro que la opinión de la madre no tenía
mayor peso. Dado que criar un niño/a era un problema económico, probablemente la
decisión la tomara el jefe de familia. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Contrario a la práctica de exposición y
venta de niños/as, Aristóteles sugiere como paliativo el aborto en los primeros
meses de gestación.[5] No hace ninguna consideración de tipo ético o legal sobre
el estátus del feto. A veces, siguiendo a las escuelas médicas, hace referencias
sobre su necesidad para preservar la salud de la madre y con fines eugenésicos.
Poco se sabe de las condiciones generales de los abortos en esa época, sólo que
incluso los escritos hipocráticos ofrecen recetas abortivas. En general, parece
entenderse que se trata de una “cuestión de mujeres”, donde las aborteras o las
mujeres más experimentadas de la familia se “encargaban” de ello. Claro que, si
hemos de juzgar a partir del índice actual de muertes (o de secuelas
irreversibles) debidas a abortos clandestinos, es altamente probable que el
índice de mortalidad entre las mujeres fuera elevado. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Sea como fuere, los especialistas
acuerdan en que el aborto y la exposición de niño/as tendían a preservar un
número estable de habitantes en tiempos de paz. En tiempos de guerra, las cosas
cambiaban. A los efectos de preservar la calidad de vida, fundamentalmente, de
los ciudadanos propiamente dichos, los Estados regulaban cuidadosamente sus
poblaciones por medio de los varones responsables de las familias, los
casamientos, los reconocimientos de legitimidad y las exclusiones por bastardía.
</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Esto implica que indirectamente el
Estado controlaba el cuerpo de las mujeres. En caso de gobiernos totalitarios,
ese papel suele ser explícitamente entendido como parte de la política de
Estado, por lo general bajo argumentos eugenésicos o de tipo malthusiano. En
pocas palabras, los límites de lo público-privado están regidos por un
mecanismo ideológico común: el modelo patriarcal que implica la exclusión de las
mujeres de las instancias generales de decisión y particulares sobre sus propios
cuerpos. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>En el modelo organicista de Aristóteles,
la dicotomía público / privado se resuelve en una analogía muy ilustrativa: el
padre de familia es analogado al planeta Tierra entorno al cual (recordemos que
rige todavía un sistema geocéntrico) giran todos los habitantes de la casa.[6]
Así, el jefe de familia es el único que, por un lado, participa del espacio
público, en calidad de par entre pares, ciudadano con capacidad deliberativa y
derecho de voz y voto en las decisiones que competen al Estado y, por otro, pero
al mismo tiempo, del espacio privado, donde es jefe de familia, esposo, padre y
amo. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Las mujeres entendidas sólo como madres
quedaban restringidas al papel de re-productoras del cuerpo social,
convenientemente seleccionado y definido por los varones, a quienes les cabría
recurrir a los métodos que consideraran oportunos para alcanzar el diseño de
Estado que, en su condición de ciudadanos, se hubieran propuesto. Así, por
ejemplo, el Derecho Romano reconocía que, una mujer embarazada condenada a
muerte, no era ejecutada hasta el nacimiento. Incluso, cuando el padre del
nonato era senador, al nacer éste de ser varón heredaba sus privilegios aún
cuando el padre ya hubiera muerto. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Cuando colapsa el modelo greco-latino y
se extiende el nuevo paradigma teo-moral judeo-cristiano, encontramos que el
debate o bien se circunscribe a los círculos médicos (claramente helénicos) o
debate los problemas vinculados al ingreso del alma al cuerpo, puesto que ahora
más que nunca, el elemento definitorio de la vida humana era el alma, y el mayor
problema, su salvación. No corresponde a este espacio entrar en las espinosas
disputas entorno al alma, simplemente, recordemos que en el Antiguo Testamento
no hay rastros del tema y que su origen es platónico y neoplatónico. De modo que
en el Antiguo Testamento la creencia y la obediencia en Dios están por encima de
la vida. Sólo los denominados Padres de la Iglesia (y estamos en un contexto
exclusivamente cristiano debatieron el problema del ingreso del alma al cuerpo,
dividiéndose en un alto número de posiciones entre las que prevaleció la
denominada creacionista: Dios crea las almas y las insufla (como soplo divino)
en<BR>el feto. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Así, depende de que se trate de un
futuro varón o de una futura mujer el que lo haga a los cuarenta u ochenta días
de la concepción según algunos o los tres o cuatro meses según otros (por
ejemplo, Tomás de Aquino). Además, en consonancia con las tesis
médico-aristotélicas –que toman muchas veces de Averroes u otros médicos
judeo-árabes-,[7] el alma se dividía en tres funciones, siendo la del nous o
razón (directamente vinculada a la noción cristiana de alma) la última en
manifestarse. En todo caso, antes de este último nivel de alma no hay –en
sentido estricto- homicidio (aceptándose una distinción de la versión griega de
Exodo 21:22-23). De ahí el debate encarnizado acerca de si los “infieles” tenían
o no este último nivel de alma. Y de ahí también que el Derecho Canónico no
condenara éticamente como “homicidio” deshacerse de un feto todavía no formado
(= forma = nous). </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>En síntesis, la concepción de sujeto que
prima es ontológica, aunque sólo los varones (algunos) ejercen en sentido pleno
su autonomía y su libertad. La razón de Estado Cristiano y el patriarcado se
presentan como solidarios. El feto carece de estátus propio por lo menos hasta
el tercer o cuarto mes de embarazo; por ende el aborto se inscribe en el
discurso médico-político, nunca ético, al menos antes de ese término. El feto,
en la medida que no es subsistente per sé, y no está formado carece de estátus
ético-ontológico. Los abortos se recomiendan por cuestiones médicas, vinculadas
a la salud de la madre, a la salud de los potenciales vástagos, por razones
económicas o de Estado. En general, las políticas demográficas, dependen de
cuestiones económicas o políticas, donde la incidencia de hecho de las mujeres
es en muchos reinos alta, aunque su reconocimiento formal es facultativo de las
cúpulas religioso-políticas.<BR> <BR><STRONG><FONT size=3>3- Derecho
sobre el cuerpo propio</FONT></STRONG> <BR><BR>Veamos someramente qué pasa en la
modernidad, con su exaltación del sujeto igualitario y la ficción del Contrato
como punto de anclaje político. Apelo a un pasaje clásico de John Locke, que
suele entenderse como alegato anti-esclavista: Aunque la tierra y todas las
criaturas inferiores pertenecen en común a todos los hombres, cada hombre tiene,
sin embargo, una propiedad que pertenece a su propia persona; y a esa propiedad
nadie tiene derecho excepto él mismo.[8] La propiedad a la que se refiere es el
propio cuerpo y los productos que se derivan del trabajo del mismo.
</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Más allá de que muchos vean en este
pasaje un antecedente directo del marxismo, a mí me interesa llamar la atención
sobre (a) el reconocimiento de que la primera propiedad de las personas es el
propio cuerpo y, luego, como consecuencia, (b) la propiedad sobre el producto de
su trabajo. Sin embargo, cuanto menos cabe una observación: esta potestad no se
cumplía para las mujeres en un doble sentido: ni sobre sus cuerpos (que por
contrato matrimonial pertenecían al marido) ni sobre el “producto” de sus
cuerpos, es decir los hijos. Como muy bien lo ha estudiado Carole Pateman (y
sería demasiado extenso desarrollar ahora sus argumentos), dado que las mujeres
no podían ejercer poder, ni libertad, ni autonomía en sentido pleno (solo
influencia), tampoco pudieron ejercerlas sobre sí mismas (lo que obviamente
incluye sus cuerpos).[9] En consecuencia, dependieron de padres, esposos, hijos
varones mayores, tutores, etc. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Aún así, sólo tardíamente en el siglo
XVII, probablemente a raíz del despoblamiento que se había producido por las
guerras, con su secuela de pestes y hambrunas, el infanticidio comenzó a ser
penado con la horca. Se incluyó también en los Códigos como delito de
infanticidio la negativa (o abandono) de las madres de la crianza de sus hijos.
Todavía nada se dice del aborto, pero la prohibición de ejercicio de la medicina
a quienes no estuvieran matriculados, y paralelamente la prohibición de
matriculación a comadronas y médicas, que siguió en Europa a la reforma de las
Universidades a partir del siglo XVI, hizo el resto. Así, la Medicina como
Ciencia desposeyó a las mujeres de sus conocimientos empíricos -acumulados
durante siglos- sobre la maternidad, el parto (y obviamente el aborto), e
intervino científicamente sobre el cuerpo de las mujeres. El igualitarismo
moderno privó -una vez más- a las mujeres de derechos sobre sus propios cuerpos
(y sus productos) como hará más</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>adelante la Revolución Francesa con sus
derechos políticos de ciudadanía. Sin embargo, todavía el feto carece de estátus
independiente y el aborto no es tema de debate ético; en todo caso recibe
tratamiento médico. El Estado o la Iglesia sólo intervienen cuando se potencian
cuestiones vinculadas a la sucesión real, el poder, o la demografía. Sobre la
plebe hay, para bien y para mal, poco o ningún control.
</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>En síntesis, la concepción de sujeto que
prima sigue siendo ontológica y, a pesar de las promesas de la igualdad, los
varones siguen siendo los que en sentido pleno ejercen su autonomía y su
libertad. Las normativas que se dictan para “todos los hombres” (en términos de
todos los seres humanos) se restringen a los varones, quienes siguen ejerciendo
su potestad pública y privada sobre las mujeres; las que pierden incluso algunas
zonas de libertad y de conocimiento desarrollados durante el Medioevo tardío.
Con todo, el feto no tiene aún un estátus propio ni es sujeto de derechos; se
mantiene en el oscuro círculo de “las prácticas”. Por ende, el aborto se sigue
inscribiendo en la zona ambigua de las prácticas de aborteras y comadronas
–ahora ilegalizadas por la Academia Médica. Un conjunto de acontecimientos
(guerras, pestes, hambrunas, unificación y fortalecimiento de los Estados)
confluyen en políticas de tipo malthusiano que convergen primero en
la<BR>prohibición del infanticidio, no para preservar los derechos de los niños
o en atención a la criminalidad del acto en sí mismo, sino puramente debido al
brusco descenso de la población, lo que influía directamente sobre las bases
económicas y defensivas de los Reinos. <BR> <BR><STRONG><FONT
size=3>4- El reciente derecho a la vida</FONT></STRONG> <BR><BR>Las
expectativas que las mujeres depositaron en los modelos igualitaristas modernos
se vieron nuevamente frustradas: no se constituyeron ni en sujetos políticos, ni
en sujetos de derechos, ni en sujetos de conocimiento, salvo -y escasamente-
como figuras anómalas o de ruptura. Sólo en tiempos muy recientes, se fueron
poco a poco alcanzando esas reivindicaciones. Mientras tanto, la racionalidad
política siguió desarrollándose como una racionalidad patriarcal, y excluyó a
las mujeres. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Así, a lo largo del siglo XVIII muchos
Reinos crearon leyes que convertían el aborto en una cuestión de competencia
legal; casi en términos de privación de súbdito al monarca absoluto. Si hasta
entonces había constituido una práctica privada, cuyos límites estaban dados por
las creencias de los involucrados/as, a partir de mediados del siglo XVIII, el
aborto adquiere el carácter de cuestión de Estado y pasa a ser condenado
legalmente. Para su fortalecimiento, los Estados absolutos realizaron un
sinnúmero de alianzas de las que la Iglesia no fue ajena; buena parte de los
argumentos canónicos incorporada al aparato legal de los Estados. Todo hace
pensar que factores de tipo económico, como la Revolución industrial, que
requiere de grandes masas de obreros, las despoblaciones masivas producto de las
guerras y sus consecuentes epidemias, las despoblaciones de los campos,
testificadas por todos los historiadores, generaron políticas demográficas de
“protección” a la vida, a las que contribuyeron los argumentos tradicionales de
la Iglesia, ahora laicizados. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>En ese marco, los discursos
eclesiásticos y ciertos discursos políticos y hasta médicos se potenciaron,
fusionando sus argumentos. Durante su largo Pontificado (1846-1878), Pío IX
condena el laicismo moderno a través del Syllabus y del Concilio Ecuménico
Vaticano I, proclamando la infalibilidad del Papa. Hacia finales del siglo XIX,
el Papa León XIII, consideró que los hijos son “algo” de los padres y están
amparados por su potestad, condenando la destrucción del feto en términos de
pecado mortal.[10] Pero, sobre todo a partir de 1930, cuando el nazismo
comenzaba su auge en Europa central, en la Enciclíca Casti Connubii de Pío XI,
la Iglesia censura fuertemente el aborto, aún el justificado por razones basadas
en la salud de la madre. Incluso se optaba, en casos extremos, por la vida del
feto en detrimento de la vida de la madre. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Más recientemente, a la luz de las
investigaciones embriológicas, la doctrina de la Iglesia Católica Apostólica
Romana declara que el embrión es Persona desde el momento mismo de la
concepción, considerando, en consecuencia, al aborto como un asesinato
(homicidio).[11] Posición de la que muchos gobiernos se hacen eco, no por
cuestiones de fe sino claramente por alineaciones políticas de mayor alcance. Se
instalan así, los “Derechos del gestado” o, como se tradujo en nuestro medio,
“del niño por nacer”, alegando que ya desde la concepción están dadas las
condiciones de la persona humana.[12] En este plano, los aportes de las
investigaciones de la embriología alcanzan sutilezas de amplia
variabilidad. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Con todo, hacia finales de la Segunda
Guerra Mundial, de la mano del Derecho al voto - que les fue reconocido a las
mujeres en casi todos los países industrializados- y de sus reclamos, las leyes
sobre el aborto se fueron liberalizando. Desde la década de los 50, la mayoría
de los países de Europa Central y del Este, lo consideraron legal si se lo
practicaba -a pedido de la mujer- durante los primeros meses embarazo. En la
mayoría de los países del mundo, se lo aceptaba en caso de que la vida de la
madre corriera peligro, y con fines eugenésicos. Incluso, en países como Japón o
China se lo aceptó en relación con políticas neo-malthusianas. Hacia finales de
la década de los 60 y durante los 70, la mayoría de los países desarrollados
despenalizaron el aborto o ampliaron las circunstancias en que se lo admitía. No
vale la pena añadir más ejemplos. Me interesa hacer una suerte de balance, con
algunos señalamientos que me permitan replantear el tema.<BR></FONT><FONT
face=Arial><STRONG><FONT size=3> <BR>5- ¿Cómo llegamos a la cuestión
ético-legal?</FONT></STRONG><BR> <BR>Antes de seguir adelante, conviene
llamar la atención sobre el hecho histórico de que la racionalidad política que
se ha desarrollado e impuesto a lo largo de la historia de las sociedades
occidentales –incluida la nuestra- es una racionalidad patriarcal. En términos
de Foucault, se enraizó primero en la idea de un poder pastoral y después, con
la modernidad, en la razón de Estado. Como sabemos (y lo hemos visto someramente
más arriba), el Estado -tanto clásico como moderno- se diseñó y operó tomando
como factor aglutinante y totalizador a individuos-sujetos. Pues bien, “sujeto”
puede usarse en diversos sentidos. En principio, de un sujeto se establecen
afirmaciones que pueden ser verdaderas o falsas (sujeto lógico); puede tratarse
de un sujeto de conocimiento, que tiene siempre como su correlato un objeto
conocido (sentido gnoseológico). En tanto que existe (y susbsiste) en sí y por
sí, se lo entiende como una sustancia separada (sentido ontológico). En su
calidad de ser</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>psicofísico dotado de un cuerpo
(sexuado), situado con inteligencia, voluntad, memoria individual o biografía,
suele entendérselo como un ser material y mental, sujeto de conciencia, de
derechos, ético, legal, etc. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Pero, en la pregunta filosófica por el
“sujeto”, se debe añadir que, en tanto racional, autónomo, autoconsciente y
libre, su carácter definitorio histórico-político es el de ser “varón”. Las
mujeres sólo lograron en tiempos muy recientes alcanzar la categoría de sujetos,
y sólo parcialmente. Es decir que, desde la antigüedad, se construyó un sujeto
masculino base y garantía de la gobernabilidad, la libertad, el conocimiento,
etc. Cuando la sociedad civil moderna se instauró, legitimada por el Contrato
Social, las mujeres se vieron limitadas -por lo que C. Pateman denominó Contrato
Sexual- al espacio doméstico bajo la tutela de los varones y careciendo de
derechos de ciudadanía.[13] </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>¿En qué medida, en las sociedades
actuales, dada la vigencia del modelo de contractualismo político, rige aún el
contrato sexual? En los actuales los sistemas políticos ¿en qué medida el brazo
paternal del tutelaje, políticamente normalizado y naturalizado en la
domesticidad del contrato sexual, rige aún el cuerpo de las mujeres y sus
productos? ¿No debería ser ese sistema el que facilitara su constitución en
sujetos-agentes plenos?. Para poder plantear esta pregunta debimos reconstruir
un itinerario que -desde la antigüedad hasta el presente- ha mostrado los
mecanismos de exclusión de las mujeres de la categoría de sujeto pleno, en
ejercicio de sus capacidades y en equivalencia con las de los varones. Si de la
revisión que precede este apartado algo queda plenamente en claro, es que
-independientemente de que se legisle a favor o en contra de los intereses de
las mujeres- tales políticas se dictaron, resolvieron, indujeron o impusieron
por grupos de poder patriarcal que las excluyeron como
sujetos-agente. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Independientemente de que se trate, en
palabras de Nancy Armstrong, de una “conspiración involuntaria” a la que
diferentes tipos de escritura contribuyeron, o que las “alianzas fraternales”
hayan derrotado de los ideales igualitaristas de la Ilustración, como señala
Geneviève Fraisse, o que las fuerzas regresivas del poder hayan primado sobre
las progresivas, las conceptualizaciones, desarrollos y análisis del sujeto
-involucren a filósofos, teólogos o médicos- proponen un sujeto que, sea
individual como en Descartes, trascendental como en Kant o colectivo como en
Hegel es, en principio y fundamentalmente, varón. Si autonomía, racionalidad y
libertad son características esenciales que posibilitan que este sujeto sea
cognoscente, agente de elecciones voluntarias y de responsabilidad moral y
legal, a las mujeres se les sigue privando de un estátus equivalente; donde el
recurso postmoderno de divolver la categoría de sujeto no parece una alternativa
conveniente y viable.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>La mirada panorámica que brindo en los
apartados anteriores mostró con claridad que la “gran ausente” del debate, de
las decisiones, de las políticas demográficas, de las guerras de extermino, de
las inferencias sobre el cuerpo propio, fueron las mujeres. Pero no fueron ni
son ajenas a las consecuencias. En contraste con el fondo ideológico de la razón
patriarcal (del paradigma de la mujer = madre como re-productora nata de la
especie), lo inesperado, lo anómalo, lo a-normal, lo que no se deja incluir
dentro de los cánones de lo previsible, lo que destaca contra ese fondo
político-ideológico dominante, rompiendo un orden establecido y naturalizado, es
la reivindicación de las propias mujeres de decidir por sí en tanto sujetos
plenos. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Desde este punto de mira, su reclamo
supone un des-orden a partir del cual podrían sentarse las bases de una nueva
normatividad. Pero, precisamente eso es lo que se ve con horror porque supone la
pérdida del poder de un conjunto de sectores mayoritarios. Desde su punto de
mira, la desestabilización del orden actual, de la ley, del ámbito normal de
moral normativa implicaría la aparición de un orden resignificado que haría de
las mujeres sujetos de decisión plena: esa es la posibilidad tan temida. Y digo
“tan temida” en un doble sentido. En principio, por quienes están históricamente
acostumbrados a decidir por y a través de ellas, en un ejercicio habitual de su
poder. Por otro, por muchas mujeres que -no acostumbradas a hacerse cargo de sus
propias decisiones- desplazan en el Estado o en la Iglesia la responsabilidad de
enfrentarse a sus propias decisiones y sus consecuencias. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Si recorremos nuevamente el camino
trazado en los apartados anteriores, vemos que el aborto y el infanticido fueron
indistintamente tema (o no) de debate tanto bajo modelos de sujeto ontológica o
narrativamente definidos; autorizado e invisibilizado por razones de exceso
poblacional (o carencia de alimentos); penalizado o restringido por falta de
individuos suficientes para las economías de guerras o para la industria. Donde
el sexo del feto es factor decisivo a la hora de un aborto, la selección (tal
como antiguamente sucedía con el infanticidio) queda librada a una variedad de
factores, en los que la complicidad de las leyes y de las costumbres de una
población, que el Estado no logra o no intenta modificar, son innegables.
</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Hasta ahora, tras nuestra revisión, el
único común denominador que encontramos es la instrumentación de la razón
patriarcal consolidada en el Estado, que selectiva u ocasionalmente se alía con
otras razones patriarcales, a los efectos de potenciar sus intrumentos. En pocas
palabras, la exclusión de las mujeres en tanto sujetos plenos de decisión es
constante y sistemática. Sólo se modeliza épocalmente el conjunto de mecanismos
que las excluyen de los lugares de poder decisional. Los argumentos éticos,
legales, religiosos, políticos, etc. parecen en consecuencia tener como origen
el no-reconocimiento de las mujeres como sujetos plenos con capacidad de
razonamiento y decibilidad equivalentes a las de los varones. El Estado (o
quienquiera que fuera) al intervenir sobre sus capacidades -una de las cuáles es
la reproductiva- interviene minusvalorando la calidad de persona y de sujeto de
las propias mujeres. Este es precisamente el punto que deseo
defender. <BR> <BR><STRONG><FONT size=3>6-
Residuos de minoridad y tutela estatal sobre los cuerpos de las
mujeres</FONT></STRONG><BR> <BR>Convengamos que de la prohibición del
aborto y de su penalización no se sigue línealmente su erradicación en las
prácticas.[14] Diversos factores confluyen en la generación de discursos
alternativos de distinto nivel: entre ellos, al menos, un discurso hegemónico
explícito de prohibición, atado a la Ley y a los aparatos de poder del Estado;
un discurso vinculado a la moralidad y a la religiosidad normativas, relacionado
a los aparatos de poder de las diversas ortodoxias religiosas y en
con(di)sonancia con el primero, que puede o no apelar a fundamentos científicos;
un discurso sotovoce sobre la franqueabilidad de las prohibiciones en virtud de
los recursos económicos de cada implicada, con apelación o no a otro tipo de
argumentos; un discurso mucho más reciente y precariamente instalado sobre los
DDHH de las mujeres y su calidad de sujetos. Inscribo mis palabras en este
último tipo de discurso. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT
face=Arial> <BR>Respecto de la
situación de decisión ante la penalización del aborto, conjeturo la siguiente
situación sólo apta para mujeres: si la hipotética mujer rechaza aspectos del
ejercicio de su plena condición de sujeto, puede aceptar el primer tipo de
discurso, que es intervencionista y limita su propia subjetividad. En ese caso
rescinde al menos en parte su condición de sujeto-agente. Caso contrario, si no
acepta esa limitación a su condición de sujeto, se ve empujada a la ilegalidad.
Si tiene dinero, la cuestión se cierra por ocultamiento, incluso con connivencia
de la profesión médica. Si no lo tiene, pone en riesgo su vida o al menos la
calidad de su vida futura.[15] Paradójicamente, sólo en el caso de que la
hipotética mujer tuviera dinero, podría actuar como sujeto pleno de decisiones
(ya lo había dicho Hegel, la economía limita la ciudadanía). </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Considero, en consecuencia, la
prohibición legal como una intervención estatal, residuo indeseado de una
sociedad estamental, clasista y sexista; donde las mujeres continúan siendo
consideradas menores de edad con necesidad de tutela. Ahora bien, el número
creciente de varones que comparten con sus compañeras su capacidad de decisión
lleva a que –a modo de reaseguro- la tutela ya no sea del orden de lo privado,
como cuando los esposos seleccionaban el número de hijos y les daban un
nacimiento simbólico en términos de reconocimiento. Ahora debe intervenir el
Estado, que ya no se fía de la patriarcalidad consecuente de sus varones. La
interdicción estatal sobre los cuerpos de las mujeres y el desplazamiento de la
tutela del orden privado al público nos retrotrae a los tiempos en que el Rey
era el dueño absoluto de las vidas y los bienes de sus súbditos. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Claramente, no estoy bregando por el
cambio de una tutela por otra. Reivindico la capacidad de las mujeres para
constituirse en sujetos plenos; una de sus capacidades es precisamente la de
decisión. Cualquier argumento pro-elección –como los que yo defiendo- requiere
de un sujeto-mujer en pleno ejercicio de su condición de tal, es decir, un
sujeto-agente. La agencia se resuelve, en el campo social, vislumbrado como
campo de fuerzas donde interactuar. En ese campo se configuran perfiles,
identidades y prospecciones, no cerradas, organizadas en estructuras dialógicas
consensuadas coyunturales y dependientes de prácticas concretas, creándose las
condiciones de su visibilidad como sujeto. En ese sentido, mujeres y varones no
se constituyen en una identidad indivisible, constante y estable de “conciencia”
sino, por el contrario, en un conjunto cambiante de posiciones, de encuentros
provisionales, del sujeto-agente con los códigos de su intersección histórica.
Así, sus decisiones se producen en continuo equilibrio inestable entre las
formaciones sociales y sus historias personales, siempre en consonancia con sus
identificaciones del yo y su proyecto de vida. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Llamo a este sujeto de decisiones “un
sujeto-agente”, donde la agencia es una práctica de rearticulación o de
resignificación inmanente al poder. No sólo al poder del Estado, sino también al
que cada sujeto tiene en términos de capacidad de acción, de disenso y de
resistencia. La agencia no es, pues, un atributo más de los sujetos, sino el
carácter performativo de un significante político.[16] Luego, la agencia está
entretejida en las relaciones mismas del poder con el que se tensa. Sólo en ese
sentido, produce modalidades alternativas que operan una suerte de contestación
política que no es mera oposición, sino trabajo de promoción de prácticas nuevas
aunque sean vacilantes y dolorosas. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>Promover performativamente la decisión y
la libertad de las mujeres (es decir su agencia) por fuera de todo tipo de
tutelajes es una de las (no tan nuevas) prácticas que nos convocan, en aras de
que cada mujer tome sus propias decisiones sobre su sexualidad y su proyecto de
vida. La discusión, el disenso, el acceso a información clara y completa, el
debate con relación a los aspectos médicos, legales, sociales, etc. es
fundamental. El ejercicio de la libre decisión respecto de sí, como asunto de
conciencia, no puede ser penado. Porque, No existe un valor moral tan absoluto
ni hay un principio único que de certezas absolutas a la profundidad de la
experiencia humana. Pretender que los valores morales humanos sean absolutos
acaba por desembocar en fundamentalismos contradictorios y
violentos.[17] En ese sentido, el objetivo es lograr que el
Congreso Nacional derogue las disposiciones que penalizan el aborto en Argentina
y sancione una nueva legislación que garantice que toda mujer que decida
interrumpir un embarazo tenga atención segura y gratuita en los hospitales
públicos y obras sociales de todo el país. Con el lema Educación sexual para
decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir sólo
atendemos los aberrantes índices de mortalidad materna, por todos conocidos.[18]
Nuestra libertad de conciencia, así nos lo exige.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify>
<P class=MsoNormal style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: justify"><SPAN><FONT
face=Arial><STRONG><FONT size=3>(*) Nota de Correspondencia de Prensa.</FONT>
</STRONG>María Luisa Femenías, doctora en Filosofía. Profesora del Departamento
de Filosofía de la Universidad Nacional de La Plata y ex-directora de la Carrera
de Filosofía en esa Universidad. Investigadora, dirige y participa de proyectos
nacionales e internacionales. Tiene numerosas publicaciones en cuestiones de
filosofía clásica y en filosofía de género. Sobre esta área, ha publicado:
Inferioridad y Exclusión (1996), Sobre sujeto y género (2000), Judith Butler:
una introducción a su lectura (2003) y su versión abreviada, Judith Butler
(1956), Madrid, del Orto. 2003. Ha compilado, en colaboración, Mujeres y
Filosofía (1994 dos volúmenes). Actualmente está editando Perfiles del
Pensamiento Iberoamericano, del que ya ha publicado los vol. I (2002) y II
(2005), encontrándose en preparación el vol. III. Tradujo al castellano El
contrato sexual de Carole Pateman (1996) y numerosos artículos. Entre los años
2001-2005 ha sido editora responsable de la Revista de Filosofía y Teoría
Política de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad
Nacional de La Plata. Es co-editoria de la revista Mora de la Universidad de
Buenos Aires desde su fundación. <o:p></o:p></FONT></SPAN></P></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial></FONT><BR><STRONG><FONT face=Arial
size=3><U>Notas</U></FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>[1] Sobre la condición de sujeto de las
mujeres, me he referido extensamente en mi libro Sobre Sujeto y Género, Buenos
Aires, Catálogos, 2000. Se puede ver también mi trabajo “Releyendo los caminos
de exclusión de las mujeres” en Femenías, M.L. Feminismos de París a La Plata,
Buenos Aires, Catálogos, 2006, pp. 39-65.<BR>[2] Cf. mi libro Inferioridad y
exclusión: un modelo para desarmar, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano,
1996, pp. 44-47 especialmente.<BR>[3] Sobre el problema de exposición de niños y
el aborto pueden consultarse: Golding, M & Golding, R. “Population Politicy
in Plato and Aristotle: some value issues”, Arethusa, VIII.2, 1975; Dickinson,
S. “Abortion in Antiquity”, Arethusa, VI.1, 1973; Pomeroy, S. Diosas,
rmeras, esposas, esclavas: mujeres en la antigüedad clásica, Madrid, Akal, 1987,
quien aporta porcentajes aproximados de exposición para niños y niñas
(significativamente más elevados para estas últimas), pp. 102, 190-191.
Horowitz, M.C. “Aristotle and Woman”, Journal of the History of Biology, IX.2,
1976, quien relaciona el mayor número de niñas expuestas con la suposición de
que eran monstruosidades (teras) de la naturaleza. <BR>[4] Pol. 1335 b 21
ss.<BR>[5] Pol. 1334 b 29.<BR>[6] Metaf. 1075 a 15-25. <BR>[7] Averroes,
Comentario a la República de Platón, § 27. Para un médico materialista como Juan
Huarte de San Juan (sº XVI) el aborto es cuestión privada y, en todo caso,
meramente médica; no hay referencias éticas al respecto. <BR>[8] Segundo
Tratado sobre el Gobierno Civil, Cap 5 § 27.<BR>[9] Pateman, C. El
contrato sexual, Barcelona, Anthropos, 1995. <BR>[10] Encíclica de León XIII,
Rerum Novarum, 15 de mayo de 1981<BR>[11] Concilio Vaticano II, Constitución
Pastoral Guadium et Spes: “La vida humana desde su concepción ha de ser
salvaguardada con máximo cuidado... /.../ ... el aborto y el infanticidio son
crímenes abominables” (§. 51.). Cf. http://www.vatican.va/phome_sp.htm.
Todas las Conferencias Episcopales Católicas posteriores han mantenido esta
posición.<BR>[12] Tanto el judaísmo como el islamismo aceptan el aborto bajo
ciertas circunstancias, entre ellas el riesgo de vida de la madre. <BR>[13] Cf.
Nancy Armstrong, Deseo y Ficción doméstica, Madrid, Cátedra, 1991; Carole
Pateman, El Contrato sexual, Barcelona, Anthropos, 1995. <BR>[14] Código
Penal (1921), Título XII. Delitos contra la personalidad física y moral del
hombre; Cap. I. 318 § El aborto de la mujer ofendida; Cap. IV. 325 § Aborto con
consentimiento de la mujer; 325 bis § Del aborto efectuado con la colaboración
de un tercero con el consentimiento de la mujer; 325 ter.§ Aborto sin
consentimiento de la mujer; 326 § Lesión o muerte de la mujer; 327 §
circunstancias agravantes; Art. 85, 86, 87, 88. <BR>[15] Hay alternativas
similares respecto de otras situaciones que competen a la vida y el cuerpo de
cada cual, por ejemplo, el suicidio o la eutanasia. Pero contrariamente a lo que
sucede con el aborto, son decisiones que afectan a ambos sexos por
igual.
<BR>[16] Tomo esta noción de Judith Butler. Cf. mi libro Judith Butler: una
introducción a su lectura, Buenos Aires, Catálogos, 2003.<BR>[17] Alanís, M.
“Católicas en la campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y
gratuito” en Labrys, 8 (julio-diciembre de 2005) M.L.Femenías, compiladora del
dossier “Feminismos en la Argentina”, Universidad de Brasilía, Sitio:
http://www.unb.br/ih/his/gefem/labrys8/sumarioprincipal.htm <BR>[18] Femenías,
M.L. & Vidiella, G. “El derecho de las mujeres a la salud”, en Perspectivas
Bioéticas, 10, nº18, 2005, pp.123-143.
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información contenida en el boletín es
de fuentes propias, sitios web, medios periodísticos, redes alternativas,
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firmados no comprometen la posición editorial de Correspondencia de Prensa.
Suscripciones, Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG></FONT><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT face=Arial color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A><FONT face=Arial>
<HR>
<BR> </FONT></FONT></DIV></BODY></HTML>