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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=5>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR>Año III - 6 de septiembre 2006 - Redacción: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT
size=3>Imperialismo</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>¿Guerra justa?
Difícilmente <BR><BR>Noam Chomsky</FONT></STRONG> </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Znet y La
Haine</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><STRONG>Traducido por Jain Alkorta y revisado por Daniel
Silberman</STRONG> <BR><BR></DIV></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>Alentado por estos tiempos de
invasiones y evasiones, el debate de la “guerra justa” ha resurgido entre los
expertos e incluso entre los que se ocupan de crear políticas.
</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Pero, discusiones aparte, los hechos en el </FONT><FONT
face=Arial size=2>mundo real con demasiada frecuencia refuerzan la máxima de
Thucydides de que "El poderoso hace lo que puede, mientras que el débil sufre lo
que debe” – lo cual, además de ser indiscutiblemente injusto, constituye, en la
actual fase de la civilización de la humanidad, una amenaza literal para la
supervivencia de la especie.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>En sus celebradas reflexiones sobre la guerra justa
Michael Walzer describe la invasión de Afganistán como “un triunfo de la teoría
de la guerra justa”, colocándola en el mismo plano que la “guerra justa” de
Kosovo. Por desgracia, en ambos casos, como en muchos otros, sus argumentos se
basan principalmente en premisas tales como “parece plenamente justificado...”,
“creo que...”, o “seguramente”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los hechos, incluso los más obvios, se ignoran. Veamos
Afganistán. En el momento en el que comenzaron los bombardeos en octubre de
2001, el Presidente Bush advertía a los afganos de que los ataques no cesarían
mientras no entregaran a las personas a las que los Estados Unidos consideraba
sospechosas de terrorismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El término "sospechosas" es importante. Ocho meses
después de lo que a buen seguro debió de ser una de las cruzadas más intensas de
la historia, el máximo responsable del FBI Robert S. Mueller III declaraba ante
los redactores de The Washington Post: “Creemos que los cerebros de los ataques
(del 11 de septiembre), la cúpula de Al-Qaeda, estuvieron en Afganistán. Los
instigadores – los actores principales, llegaron juntos a Alemania y cabe que
también a otros lugares".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo que aún seguía siendo incierto en junio de 2002
difícilmente pudo haberse sabido con certeza en octubre del año anterior, por
pocos que fueran los que cuestionaran su veracidad en el momento. Yo tampoco
dudé en un principio; pero la presunción y la prueba son dos cosas bien
distintas. Y, al menos, podemos asegurar que las circunstancias han puesto en
entredicho que el bombardeo contra los afganos fuera un claro ejemplo de “guerra
justa”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los argumentos de Walzer van dirigidos a grupos
indeterminados – como por ejemplo, a colectivos universitarios “pacifistas”.
Para ‘el, su "pacifismo" es un "pésimo argumento", dado que, a su juicio, la
violencia es legítima en algunas ocasiones. Cabe que estemos perfectamente de
acuerdo (yo lo estoy) en que hay ocasiones en las que la violencia es legítima,
si bien, su “creo que...” es un argumento de escasa solidez en lo que a estos
dos casos concretos del mundo real se refiere. Mediante la lógica de la "guerra
justa", del contraterrorismo y demás tipos de razonamiento, Estados Unidos se
exime del cumplimiento de los principios fundamentales del orden mundial en cuya
formulación e implantación ha jugado el papel estelar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tras la II Guerra Mundial se instituyó un nuevo orden
legal internacional cuyas disposiciones referentes al procedimiento en tiempos
de guerra están plasmadas en la Carta de las Naciones Unidas, en la Convención
de Ginebra y en los principios de Nuremberg, adoptados por la Asamblea General
de la ONU. La Carta proscribe la amenaza o el uso de la fuerza, salvo que la
autorice el Consejo de Seguridad, o que, en conformidad con el Artículo 51, se
utilice en defensa propia ante un ataque armado, hasta que actúe el Consejo de
Seguridad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 2004, un grupo de alto nivel de la ONU, en el que,
entre otros, se hallaba el antiguo Consejero de Seguridad Nacional
(estadounidense), Brent Scowcroft, concluía que "no era preciso ampliar ni
restringir la ampliamente concebida cobertura del Articulo 51... En un mundo
plagado de supuestas amenazas potenciales, el riesgo para el orden global y para
el principio de no-intervención en el que se basa dicho orden es sencillamente
excesivo, como para legalizar un principio de acción preventiva unilateral
distinto del principio de acción colectiva consensuada. Permitir ese tipo de
procedimiento a uno sería equivalente a permitírselo a todos”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La Estrategia de Seguridad Nacional (estadounidense) de
septiembre de 2002, ratificada en marzo en su mayoría, otorgó a los Estados
Unidos el derecho de librar lo que denomina “guerra preventiva”, lo cual no
significa disuadir el animo agresor del adversario, sino “tomar la delantera”
para ser el primero en atacar. Esto es, simple y llanamente, el derecho de
agresión.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según la tipificación del Tribunal de Nuremberg, la
guerra de agresión es "el máximo crimen internacional, y tan sólo difiere de
cualquier otro crimen de guerra en que constituye en sí mismo un compendio del
mal en su conjunto" — por ejemplo, todo el mal que la invasión que el binomio
Estados Unidos-Reino Unido ha implantado en la torturada tierra iraquí.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El concepto de agresión lo definía claramente el juez del
Tribunal Supremo de los EE.UU., Robert Jackson, quien actuara de fiscal jefe en
el Tribunal de Nuremberg en representación de su país. Su definición quedaba
formalmente recogida en una resolución firme de la Asamblea General: Un
"agresor”, proponía Jackson al tribunal, es cualquier estado que emprenda
acciones tales como “la invasión armada del territorio de otro estado, con o sin
una declaración de guerra".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tal es el caso de la invasión de Irak. Igual de
relevantes resultan las elocuentes palabras del Juez Jackson en Nuremberg: "Si
la contravención de tratados es constitutiva de delito, resulta irrelevante
quién la cometa, sean los Estados Unidos o Alemania, y no estamos dispuestos a
crear una legislación penal que juzgue conductas delictivas para el prójimo que
no estemos dispuestos a aplicarnos y acatar nosotros mismos”. En otra parte de
su ponencia dice: "Jamás debemos olvidar que los principios legales sobre los
cuales hoy juzgamos a los acusados serán los mismos a los que mañana recurra la
historia para juzgarnos a nosotros. Ofrecer un cáliz envenenado a estos acusados
equivaldría a ponerlo en nuestros propios labios”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para la dirigencia política el riesgo implícito en la
adherencia a estos principios —y al imperio de la ley en general — es
verdaderamente serio. O, lo sería, “si es que alguien se atreviera a plantar
cara a un “superpoder despótico sin parangón para el que no existe la ley, y el
cual pretende modelar el mundo conforme a su visión militarista del universo",
como lo expresara Reuven Pedatzur en Haaretz el pasado mayo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Permítanme exponer dos verdades elementales. La primera
es que los actos se miden sobre la base del alcance de sus posibles
consecuencias; la segunda es el principio de universalidad, es decir, que hemos
de aplicarnos las mismas reglas que imponemos a los demás, cuando no de forma
más estricta, si cabe.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Además de ser éstas dos máximas esenciales, estos
principios conforman los cimientos sobre los que se asienta la teoría de la
guerra justa, o, al menos, de cualquier versión de la misma digna de ser tomada
en serio.
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información contenida en el boletín es
de fuentes propias, sitios web, medios periodísticos, redes alternativas,
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firmados no comprometen la posición editorial de Correspondencia de Prensa.
Suscripciones, Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR></FONT> </DIV></BODY></HTML>