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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=5>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR>Año III - 9 de septiembre 2006 - Redacción: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Bolivia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El paro opositor se sintió en las
grande ciudades</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Intimidaciones de los dos
bandos</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Evo sintió el desafío del
autonomismo</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El primer paro general contra el gobierno de
Morales parecía el reino del revés: mientras la derecha cortaba calles y
provocaba disturbios, la izquierda pedía que se respeten el derecho al libre
tránsito y las instituciones públicas. Los autonomistas dijeron que fue un
éxito, pero para el oficialismo “no hubo convicción
ciudadana”.<BR> <BR><BR>Pablo Stefanoni, desde La Paz</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Página/12, Buenos Aires, 9-9-06</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Los incidentes entre oficialistas y opositores marcaron el
paro de actividades de los departamentos autonomistas de la denominada
“medialuna” contra el gobierno indígena de Evo Morales. Fue la imagen invertida
de la Bolivia de los últimos años: quienes siempre criticaron los bloqueos
bloqueaban y quienes siempre defendieron el “derecho a la protesta” llamaban a
respetar la libertad de los que querían trasladarse hasta sus lugares de
trabajo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El paro cívico de 24 horas que comenzó y terminó ayer fue
decretado por una confluencia de movimientos cívicos, organizaciones
empresariales y partidos conservadores de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando para
protestar ante lo que consideran una “aplanadora” del gobierno en la Asamblea
Constituyente. Aducen que el rechazo del Movimiento al Socialismo (MAS) a la
aprobación por dos tercios de los artículos de la nueva Constitución traduce la
voluntad oficialista de redactar una Carta Magna a su medida y que el carácter
plenipotenciario de la convención es la antesala de una dictadura de Evo
Morales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde la madrugada, grupos de la Unión Juvenil Cruceñista
(UJC) se apostaron en las rotondas de Santa Cruz de la Sierra, una ciudad
construida como una sucesión de anillos concéntricos, para persuadir a quienes
desoyeron la convocatoria político-regionalista. Y escenas similares se vieron
en el resto de los departamentos díscolos al gobierno socialista. El apoyo
empresarial –que declaró una especie de lockout patronal– y el bloqueo de calles
con camiones, micros y automóviles contribuyeron a dar una imagen de desolación
a las capitales departamentales. Pero en los barrios periféricos, las ciudades
intermedias y los pueblos rurales la contundencia fue menor. Y llegó a ser nula
en las localidades pobladas por migrantes collas o indígenas locales que
adhieren al MAS.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La evaluación del paro fue parte de la guerra mediática.
Para el presidente del comité cívico cruceño, Germán Antelo, la medida “fue un
éxito rotundo”. Mientras que para el ministro de la presidencia, Juan Ramón
Quintana, la huelga funcionó “en base a intimidación, sin convicción ciudadana”.
Obreros del Parque Industrial cruceño denunciaron en el Canal 7 que algunos
empresarios los hicieron trabajar a puertas cerradas, fingiendo que estaban
cumpliendo la huelga.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En varios puntos, especialmente en Santa Cruz y Tarija
–dos regiones en las que ganó el MAS pero también el sí a las autonomías el
pasado 2 de julio–, hubo enfrentamientos entre militantes oficialistas y grupos
autonomistas radicalizados. En barrios cruceños como Pampa de la Isla, Villa 1º
de Mayo o la ex terminal de buses se registraron balaceras entre comerciantes y
jóvenes de la UJC que los obligaron –persuadieron dicen ellos– a cerrar sus
comercios, y la misma escena pudo verse en los mercados campesinos. En la
madrugada, desconocidos arrojaron dos bombas molotov contra la sede cruceña del
canal estatal sin causar mayores daños. Algunos canales de televisión mostraron
a jóvenes cruceñistas ebrios bloqueando calles y cobrando “peaje” a quienes
circulaban con salvoconductos del comité cívico. La ministra de Gobierno, Alicia
Muñoz, denunció que médicos cubanos fueron amedrentados por “unionistas” que
escribieron en sus domicilios “Evo dictador”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El barrio Plan 3000 de los suburbios de Santa Cruz de la
Sierra, donde la presencia del MAS es mayoritaria, fue una especie de zona
liberada del antiautonomismo: los vecinos pobres rechazaron a los piquetes de la
UJC que intentaron ingresar y ambos bandos se enfrentaron con palos y piedras.
También las barras bravas contribuyeron a la parálisis de actividades: el
regionalismo juntó a las archienemigas hinchadas de Oriente Petrolero y Blooming
para pinchar llantas, romper vidrios y desanimar con su sola presencia –entre
banderas verdes y blancas– a quienes pensaran circular por las avenidas
cruceñas. En los otros departamentos los incidentes fueron de menor
envergadura.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Es la primera vez que hay resistencia organizada a un
paro decretado por el comité cívico de Santa Cruz, muchos lo vieron como un paro
político, pero mientras los sectores populares están protegidos en sus barrios
contra los grupos violentos, las clases medias no tienen mecanismos para
expresar su disconformidad sin ser agredidos, no se animan a salir a la calle,
viven el paro como un secuestro en sus propias casas”, le dijo telefónicamente a
Página/12 la activista social cruceña Gabriela Montaño. “La lucha de clases está
llegando a Santa Cruz. Por un lado hay una rearticulación conservadora contra la
política de cambio de Evo Morales y por el otro la consolidación del movimiento
social en el oriente. Es un momento de resquebrajamiento del poder
político-empresarial en esa región de Bolivia”, dijo un funcionario del círculo
íntimo del presidente boliviano. Sin embargo, todos reconocen que las elites
locales aún conservan el control de los resortes del poder regional y una
influencia no despreciable en la población, con lo que la pelea no será un
camino de rosas para Evo Morales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde Santa Cruz, voceros de la huelga como el cívico
Germán Antelo o el presidente de los empresarios privados, Branko Marinkovic,
sostuvieron que con esta medida se ha dado un claro mensaje contra la vía
totalitaria que estaría transitando el gobierno socialista. Nadie les saca de la
cabeza que Hugo Chávez es el espejo en el que Evo Morales se mira cada mañana y
que su objetivo es cerrar el espacio político a cualquier manifestación
opositora. Ayer, a los bloqueos del oriente se sumaron los del occidente: la
carretera entre La Paz y Copacabana –pueblo turístico en la orilla del lago
Titicaca– seguía sembrada de piedras: los campesinos reclaman el control de una
hostería propiedad de los padres franciscanos. Argumentan “derechos
ancestrales”.
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información contenida en el boletín es
de fuentes propias, sitios web, medios periodísticos, redes alternativas,
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size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
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