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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=5>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR>Año IV - 7 de octubre 2006 - Redacción: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><FONT size=3><STRONG>Bolvia </STRONG></FONT></FONT></DIV>
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face=Arial size=2>
<DIV align=justify><FONT size=3><STRONG>El boom minero dinamitó la paz
social</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El sangriento enfrentamiento entre mineros
sindicalizados y cooperativistas dejó un saldo de al menos 16 muertos, le costó
el puesto al ministro de Minería y rompió la alianza que había de los
cuentapropistas con el gobierno nacional. Los sectores progresistas piden una
nacionalización similar a la del sector energético. Tras la pelea entre los
grupos mineros, las casas de los cooperativistas en Huanuni fueron destrozadas
por los sindicalistas.<BR> <BR>Pablo Stefanoni,
desde La Paz</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Página/12, Buenos Aires, 7-10-06</STRONG></DIV>
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<DIV align=justify><BR>Un día después de los violentos choques entre mineros
asalariados y cooperativistas en la localidad de Huanuni, por el control de la
mina Posokoni, aún estaba en duda la cifra oficial de muertos y heridos. Los
medios de comunicación locales llevaron el número de fallecidos a 16 y el de
heridos a 50 o 70. Las pantallas televisivas arrojaron a lo largo de la jornada
imágenes dantescas de esta localidad de Oruro, con decenas de heridos por la
dinamita, cadáveres en las laderas de los cerros y mujeres mineras buscando
desesperadamente los cuerpos de sus esposos en la morgue. Desde muchos sectores
se responsabilizó al gobierno por la tardanza en desplegar fuerzas policiales y
militares para separar a ambos bandos enfrentados y pacificar la zona. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Los uniformados recién retomaron ayer el control del poblado
y la mina, pero, pese a la firma de un acta de paz, había una tensa calma.
Anoche el presidente Evo Morales echó al ministro de Minería, Walter Villarroel,
quien ocupaba el sillón gracias a un acuerdo corporativo entre la Federación
Nacional de Cooperativas Mineras (Fencomin) y el MAS de Evo Morales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Después de la masacre, en lugar de poner paños fríos, el
funcionario había salido a acusar a los mineros estatales de haber provocado los
incidentes. Morales designó como su reemplazante a Guillermo Dalence, un
dirigente de extracción sindical.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El conflicto entre mineros de la estatal Corporación
Minera de Bolivia (Comibol) y los cooperativistas está latente desde hace siete
meses, pero el jueves pasó a mayores cuando los segundos planificaron el asalto
al cerro Posokoni, la mayor reserva de estaño de Bolivia, dividido casi
salomónicamente entre ambos bandos: Comibol controla la parte más rica –niveles
-120, -160 y -200–, para lo cual el Estado invirtió en infraestructura, mientras
que los cooperativistas explotan la parte más próxima a la superficie (-80 hasta
el cielo abierto) sin haber realizado ninguna inversión.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La ofensiva cooperativista encontró una férrea
resistencia de los mineros sindicalizados, con una tradición de más de medio
siglo de enfrentar al ejército enviado por las sucesivas dictaduras militares a
acallar sus reclamos. La dinamita de los atacantes –incluidos neumáticos llenos
de explosivo lanzados por el cerro contra las fuerzas enemigas– fue respondida
con más dinamita –y con armas de fuego– por los afiliados a la Federación
Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (Fstmnb), y Huanuni se volvió el
escenario de una guerra sin tregua. Ni la radio local, propiedad de los mineros
sindicalizados, se salvó de los temblores: su antena fue dinamitada y dejó de
transmitir. El hospital del pueblo fue superado y un gran apagón afectó a toda
la región.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los sindicatos mineros fueron uno de los principales
actores de la política boliviana en los últimos cincuenta años y tuvieron un
papel central en la revolución de 1952 y en el sostenimiento del Estado
nacionalista revolucionario que la sucedió. Sus luchas con casco y “cachorros”
de dinamita forman parte de la mística del movimiento popular boliviano. Pero en
1985, en medio del derrumbe internacional de los precios del estaño, el gobierno
neoliberal del presidente Víctor Paz Estenssoro redujo casi hasta el cierre a
Comibol, lo que conllevó el despido de más de 20.000 mineros y la extinción del
llamado “marxismo minero”, nacido en los socavones entre panfletos y obras de
Lenin y Trotsky. Muchos migraron a la ciudad de El Alto y se convirtieron en
cuentrapropistas, otros devinieron cultivadores de coca en el trópico de
Cochabamba, y una parte de ellos conformaron cooperativas para hacerse de
yacimientos que explotan a destajo como microempresarios. Son estos
cooperativistas los que hoy reclaman pedazos de las minas estatales en un
contexto de reactivación de la industria por el aumento de los precios
internacionales de los minerales, como el estaño, cuyo precio fue arrastrado
casi al doble por el incremento de la demanda china. En Huanuni hay 4000
cooperativistas frente a unos 1000 mineros estatales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos últimos acusan a las cooperativas de depredar las
riquezas minerales y denuncian que mientras los dirigentes de las cooperativas
se enriquecen con las comisiones, los trabajadores de base –incluso niños y
adolescentes– bajan hasta el interior de las minas sin el equipamiento ni las
medidas de seguridad necesarias. Proponen un “plan minero-metalúrgico con visión
estratégica”, es decir, incluir a la minería en la política nacionalizadora
aplicada a los hidrocarburos que hoy parecen la única preocupación oficial. “Lo
que debería ser una bendición (el aumento de los precios) se volvió una
maldición”, dijo el vicepresidente Alvaro García Linera. Ahora la alianza entre
el gobierno y los cooperativistas parece rota.
<HR>
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size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
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