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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><FONT size=4><STRONG><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 11 de noviembre
2006 - Redacción: </STRONG></FONT><A href="mailto:germain5@chasque.net"><FONT
size=4><STRONG>germain5@chasque.net</STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Marxismo y Familia</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Sobre los orígenes, los roles y
estereotipos, el trabajo doméstico, etc.<BR><BR>Andrea D’Atri
</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG>La Verdad Obrera (Argentina)</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><A href="http://www.pts.org.ar"><STRONG><FONT
size=3>www.pts.org.ar</FONT></STRONG></A> </FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2> </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Parte I: Los orígenes</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando nos hablan de “familia” –en la tele, en la
escuela, en la Iglesia y en la propia familia- enseguida relacionamos esto con
amor, comprensión, cuidados y cariño. A pesar de los problemas de la
convivencia, de que no todas las familias son iguales e, incluso, a pesar de la
existencia de la violencia doméstica, nadie se atrevería a cuestionar que el
fundamento de la familia es el amor y, mucho menos, cuestionaría su existencia
en todos los tiempos, desde “que el hombre es hombre”. ¿Pero esto es realmente
así? ¿Cuáles fueron los fundamentos de la organización familiar en sus orígenes?
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hasta la época de los antiguos griegos y romanos, los
seres humanos se habían organizado de diferentes maneras para la reproducción y
producción de sus vidas, predominando las formas de relación basadas en los
lazos sanguíneos de línea materna. Las mujeres, enaltecidas por su posibilidad
de engendrar vida y el misterio que esto encerraba para los seres humanos,
ocupaban un lugar privilegiado en las sociedades primitivas. Una de las razones
por la cual, también, nos encontramos con numerosas diosas y otras divinidades
femeninas en este período.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Luego se descubrieron la técnica de la agricultura, la
fundición de metales y la domesticación de animales, entre otras cosas. Todos
estos grandes descubrimientos permitieron aumentar las riquezas sociales y
entonces, ya no fue necesario que todos los miembros de la comunidad trabajaran
para garantizar su supervivencia: mientras la mayoría trabajara, un sector
minoritario podía eximirse de esta carga y ser mantenido por los productores. Se
originan, así, las clases en las cuales se divide la sociedad y la propiedad
privada. Pero no sólo se descubrieron las técnicas que permitieron aumentar la
productividad del trabajo, sino que también se descubrió la relación que existía
entre el coito y la reproducción, lo que permitió entender el papel que tenía el
varón en la procreación. “Así quedaron abolidos la filiación femenina y el
derecho hereditario materno, sustituyéndolos la filiación masculina y el derecho
hereditario paterno”, dice Engels y agrega: “El derrocamiento del derecho
materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El
hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada,
convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple
instrumento de reproducción.” [destacado en el original].</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si sólo nos detenemos a analizar el término “familia”,
descubrimos que, en latín, quiere decir “conjunto de esclavos”. Es que la
familia, entre los romanos, remitía a la esposa, los hijos y los esclavos que
poseía un ciudadano. Como este conjunto de esclavos era un objeto de propiedad
del padre, el mismo tenía derecho de vida y muerte sobre la familia (patria
potestad) y la cedía en herencia a través de un testamento, a sus hijos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>De pronto, las mujeres eran una fuente de riqueza igual
que los esclavos, la tierra o el ganado, porque eran las que permitían aumentar
la cantidad de hijos de una familia, es decir, la cantidad de fuerza de trabajo
disponible para aumentar aún más las riquezas de su propietario. Su papel
independiente en la producción social, pasó a un segundo plano: lo que se
requería primordialmente de ellas era su capacidad reproductiva. Y poseer el
dominio sobre esta capacidad, garantizaba que la descendencia fuera “legítima”,
por eso –dicen los marxistas-, la monogamia en el matrimonio se estableció como
una obligación para las mujeres, pero no para los varones. “La monogamia nació
de la concentración de grandes riquezas en unas mismas manos –las de un hombre-
y del deseo de transmitir esas riquezas por herencia a los hijos de este hombre,
excluyendo a los de cualquier otro. Para eso era necesaria la monogamia de la
mujer, pero no la del hombre; tanto es así, que la monogamia de la primera no ha
sido el menor óbice para la poligamia descarada u oculta del segundo.” A este
dominio del varón adulto en las relaciones sociales para la reproducción de la
especie, los marxistas lo denominaron “patriarcado”. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Claro que los modos de producción fueron cambiando, desde
aquellos tiempos remotos en que surgieron las clases sociales: amos y esclavos,
señores y siervos, burgueses y proletarios... Y en cada modo de producción y en
cada clase social, los mecanismos patriarcales también fueron distintos. No
obstante, podemos decir que las relaciones patriarcales existen en todos los
modos de producción, aunque las formas específicas que asuman sean
diferentes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Qué función cumple la familia, entonces, en nuestros
días? </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Parte II: Casados con hijos</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Parece que, desde que se instituyó la familia en los
tiempos de la Antigüedad, el padre se convirtió en una figura indiscutible de
poder sobre esposa e hijos. ¡Cuántas veces escuchamos o dijimos “en casa mando
yo”, “ya vas a ver cuando venga tu padre” y otras frases por el estilo! Y si no
hay un varón adulto en la familia, también se habla de “quien lleva los
pantalones” ¡Hasta en las encuestas y los planes se habla de “jefes” y “jefas”
de hogar! Como si en la familia existieran las mismas jerarquías que en la
fábrica, en la empresa y en otras instituciones de la sociedad... ¿Por qué
existen estos roles dentro de la familia? </DIV>
<DIV align=justify><BR>Con más o menos amor, de maneras más explícitas o
sutiles, a veces brutales, la familia ayuda a moldear el carácter de niños y
niñas, desde la infancia, educándolos en la obediencia a la autoridad,
imponiéndoles disciplina y castigando la rebeldía. En la familia se aprende lo
que es correcto y lo que no, para la vida social. </DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Y quién decide lo que es correcto y lo que no? En
general, todos los comportamientos que permitan adaptarse y desenvolverse en
esta sociedad, serán estimulados, mientras que los comportamientos que choquen
con las normas y las costumbres sociales, serán reprimidos. Por eso, antes que
en la escuela, en la familia se enseña cuáles son los comportamientos
“adecuados” para un varón o para una mujer. La familia educa a las niñas desde
temprano para que después sean esas “buenas esposas y madres” que se espera de
ellas y a los niños les enseñará que “los hombres no lloran” y que deben
comportarse como machos fuertes, protectores o autoritarios. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Decíamos que Engels hablaba de la monogamia sólo como una
obligación para las mujeres, mientras los varones gozan del “privilegio” de
“hacer lo que quieran”. ¡Esa conducta basada en la desigualdad todavía se ve en
nuestros días! Sucede que las mujeres, consideradas sólo en su capacidad
reproductiva, son un preciado tesoro para la reproducción de la fuerza de
trabajo; su sexualidad sólo interesa siempre y cuando se asocie a la
reproducción. ¡Qué importa su deseo! Por eso también resulta que un varón que
hace gala de sus “conquistas” (¡vaya término!) es estimado por sus congéneres;
pero una mujer que hiciera lo mismo sería calificada negativamente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por eso, esta sociedad fundada en la explotación del
trabajo asalariado, también reprime la sexualidad que no está ligada
estrictamente con la función reproductiva, como por ejemplo, la homosexualidad,
el lesbianismo, etc. Y en esto, la familia cumple un papel importantísimo,
“amoldando” a los pequeños a lo que la sociedad “espera de ellos”. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y aunque hay padres más permisivos que otros, o madres
que crían solas a sus hijos, el ejemplo que todavía nos transmiten en la
escuela, en la Iglesia y en los programas de televisión se parece mucho a este
tipo de familia “modelo”, que ya está bastante en crisis en estos tiempos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mientras tanto, el mismo sistema capitalista que
reproduce estos estereotipos de sumisión y obediencia para las mujeres y control
y dominación para los varones, expone los cuerpos femeninos como objetos de
consumo y disfrute para los demás. Y no es casualidad, entonces, que la
violencia doméstica sea ejercida, en la inmensa mayoría de los casos, por los
varones contra las mujeres. No se trata de ninguna predisposición congénita
maligna, sino de uno de los productos más aberrantes de esta sociedad que –desde
la más tierna infancia- nos inculca estos papeles, estos roles, estas normas y
reglamentos: “que ella me engaña con otro”, “que se vistió con ropas
provocativas”, “que no cuida a los chicos y no se queda en casa todo el día”,
“que no me hace caso”, “que así va a saber quién manda”...</DIV>
<DIV align=justify><BR>Como señalaba Engels, la familia es la institución de
esta sociedad de clases que determinó y mantiene la opresión de las mujeres. En
las familias trabajadoras y de sectores populares, las mujeres y las niñas son,
mayoritariamente, las que se encargan de las tareas domésticas: uno de los
aspectos principales que adquiere esa opresión. En la mayoría de los casos, esas
mujeres que realizan las tareas del hogar, además trabajan en fábricas,
empresas, hospitales, escuelas o en los hogares de otras familias. Por eso, los
marxistas, hablamos de la doble opresión de las mujeres trabajadoras. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Parte III: Amas de casa desesperadas</STRONG>
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Decíamos que la familia es la institución de esta
sociedad de clases que determinó y mantiene la opresión de las mujeres. Sin
embargo, la familia no cumple esta función del mismo modo entre las clases
dominantes que entre las clases subalternas. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Para la pequeñoburguesía (los pequeños comerciantes,
propietarios de pequeñas parcelas de tierra, etc.), la familia es una unidad
productiva en la que todos sus miembros cooperan. Para los explotadores, la
familia es, fundamentalmente, aquella institución a través de la cual transmiten
hereditariamente su riqueza de una generación a otra.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero los capitalistas obtienen otros beneficios de la
familia... ¡de los trabajadores!: la familia del obrero es el mecanismo básico
por el cual, el empresario, se exime de garantizar la reproducción social de
aquellos cuya fuerza de trabajo explota. ¡Es un mecanismo muy barato para la
burguesía! Por eso, los capitalistas nos siguen inculcando la idea de que cada
familia debe hacerse responsable por la vida de sus integrantes. La familia es
responsable del cuidado de todos aquellos que no están en condiciones de ser
explotados y “ganarse el pan con el sudor de su frente”: niños, ancianos y
enfermos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Además, a través de la familia, se garantiza la
reproducción de la fuerza de trabajo con las tareas domésticas gratuitas que
permiten a los trabajadores volver a la fábrica, al día siguiente, para seguir
vendiendo su fuerza de trabajo al capitalista. Si los trabajadores tuvieran que
comprar su comida hecha o tuvieran que comer siempre en restaurantes, si
tuvieran que recurrir todos los días del año a los lavaderos automáticos y las
tintorerías, si tuvieran que pagar modistas, niñeras y personal de limpieza para
el aseo de la casa... ¡tendrían que cobrar salarios mucho más altos que los que
cobran! Por eso el capitalismo, aunque no “inventó” la opresión de las mujeres,
se aprovecha de ella en gran escala, fomentando los prejuicios de que las
mujeres tienen que estar en la casa fregando, mientras los varones trabajan para
“traer el sustento”. </DIV>
<DIV align=justify><BR>¡Pero, al mismo tiempo, el capitalismo empujó a las
mujeres a la producción social! Incorpora su fuerza de trabajo a fábricas,
talleres y empresas; pero no las exime de las tareas domésticas. Por eso, los
marxistas hablamos de la doble jornada laboral de las mujeres trabajadoras: por
un lado, vende su fuerza de trabajo al patrón –como el resto de los obreros–;
pero, además, usa el tiempo libre restante en las tareas domésticas que no son
consideradas “horas de trabajo” por la patronal, aunque le resulten altamente
beneficiosas. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El resultado para las mujeres está claro: stress,
abatimiento, embrutecimiento y múltiples enfermedades y accidentes producidos
por la excesiva fatiga. Es lógico que el amor familiar, entonces, se vea
trastocado por la discordia, el malhumor, el desgano y la irritabilidad. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Los reaccionarios de toda laya dicen que los marxistas
–cuando denunciamos esto– queremos destruir a la familia. ¡Pero es el mismo
sistema capitalista el que, al mismo tiempo que glorifica la unidad familiar,
hunde en esta situación a las familias proletarias! </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Parte IV: Las superpoderosas </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>A pesar de lo que venimos sosteniendo, la familia es
defendida por la mayoría de los trabajadores y trabajadoras, porque es el único
lugar en el que se intentan satisfacer algunas necesidades humanas, como el
amor, la compañía, etc. ¡Quien desintegra a la familia, trayendo sufrimiento y
soledad, no es el marxismo sino el propio sistema capitalista! </DIV>
<DIV align=justify><BR>El sistema capitalista ha moldeado enormes
contradicciones: nos dice que las mujeres debemos quedarnos en el hogar al
cuidado de los niños, pero nos obliga a trabajar fuera de la casa, porque con un
salario no alcanza para sostener a la familia; nos dice que los varones tienen
que proveer el sustento, pero después azota a los trabajadores con el látigo de
la desocupación, provocando depresión y angustia junto con la miseria. En el
capitalismo, nos dicen que debemos criar a nuestros niños, pero ni el Estado ni
los capitalistas nos proveen de guarderías gratuitas en nuestros trabajos, para
estar cerca de ellos, que quedan en manos de otras trabajadoras –si podemos
pagar este servicio- o al resguardo de sus hermanas mayores, de las abuelas u
otros familiares. ¡Incluso nos despiden cuando quedamos embarazadas!</DIV>
<DIV align=justify><BR>A los jóvenes se les dice que deben ser libres,
independizarse de sus padres y progresar, pero después se encuentran con el
trabajo precario, la flexibilización, los sueldos de miseria y la inestabilidad
de los contratos temporales... ¡Así que tienen que quedarse a vivir con los
padres hasta muy grandes! Nos dicen que debemos soñar con el amor romántico,
pero después nos imponen los turnos americanos, los horarios rotativos, el
trabajo nocturno... ¿Y cuándo nos vemos con nuestra pareja?</DIV>
<DIV align=justify><BR>También nos dicen que las mujeres somos débiles, pero
cada vez son más los hogares mantenidos por mujeres solas. Pero además, cuando
el capitalismo descarga sus grandes crisis sobre las familias obreras, ¡las
mujeres están en la primera fila de la lucha y son de temer para los patrones,
para los jueces, para las fuerzas represivas y para los políticos del régimen!
Trotsky decía que “la crisis social, con su cortejo de calamidades, gravita con
el mayor peso sobre las mujeres trabajadoras. Ellas están doblemente oprimidas:
por la clase poseedora y por su propia familia.” Pero agrega: “Toda crisis
revolucionaria se caracteriza por el despertar de las mejores cualidades de la
mujer de las clases trabajadoras: la pasión, el heroísmo, la devoción.” Así lo
mostraron las mujeres pobres de París, en 1789, cuando se movilizaron contra los
precios del pan y dieron inicio a la gran Revolución Francesa. Así lo mostraron,
también, las obreras textiles de San Petersburgo, en 1917, cuando se movilizaron
reclamando “pan, paz y libertad” y dieron el puntapié inicial de la primera
revolución proletaria triunfante, la Revolución Rusa. Pero también así lo
mostraron, más recientemente, las obreras de Brukman y las mujeres de los
movimientos de desocupados, enfrentando la crisis del 2001. Y en estos últimos
meses vimos cómo las jóvenes de la Comisión de Mujeres de Jabón Federal
estuvieron al frente de la lucha por la reincorporación de los despedidos,
imprimiéndole su fuerza, como apoyo moral de sus compañeros. Ellas dijeron que
no eran las “chicas superpoderosas”. Sin embargo, su compañía y su fortaleza
fueron indispensables para que la patronal no quebrara el ánimo de los
trabajadores.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las mujeres, durante la dictadura militar, fueron las que
encabezaron las denuncias contra el terrorismo de Estado. Y también son mujeres
las que siempre están adelante en las movilizaciones contra el gatillo fácil,
convirtiendo su dolor en una lucha contra las fuerzas represivas, la corrupción
y la impunidad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por eso, creemos que un análisis materialista del origen
histórico y del rol que cumple la familia en la sociedad capitalista y una
visión marxista de la opresión de la mujer en la sociedad de clases son
esenciales para desarrollar un programa revolucionario que se plantee desplegar
esta enorme energía de las mujeres trabajadoras y de los sectores populares en
la lucha por la revolución social y la emancipación de todos los oprimidos.
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Parte V: Libres e iguales</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Decíamos que un análisis materialista del origen
histórico y del rol de la familia en la sociedad capitalista y una visión
marxista de la opresión de la mujer en la sociedad de clases son esenciales para
desarrollar un programa revolucionario, que se plantee desplegar esta enorme
energía de las mujeres trabajadoras y de los sectores populares en la lucha por
la revolución social y la emancipación de todos los oprimidos. ¿Qué debería
plantearse ese programa? </DIV>
<DIV align=justify><BR>A los marxistas muchas veces nos acusan de estar en
contra de la familia. A decir verdad, es el propio capitalismo el que destruye a
las familias proletarias con la superexplotación, la desocupación, la
marginación, el hambre, la miseria y todas las consecuencias de la
descomposición social. Lo que planteamos es que debe abolirse la familia como
estructura económica privada, sobre la que descansan las tareas relativas al
abastecimiento de alimentos, abrigo, comida y cuidados necesarios para la
reproducción de la fuerza de trabajo; para dar paso a relaciones establecidas
libremente, sin coerción económica ni de ningún tipo, y basadas en el amor. Pero
sabemos que esto no puede acontecer “por decreto”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para ello es necesario plantearse, en primer lugar, la
industrialización y socialización de las tareas necesarias para la reproducción.
Esto liberaría a las mujeres de lo que Lenin denominó la “esclavitud doméstica”
y permitiría que se incorporen a la producción socializada en las mismas
condiciones que los varones, sin cargar con las dobles cadenas que impone la
doble jornada laboral.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta enorme tarea es inseparable del derrocamiento de la
propiedad privada de los medios de producción. Sólo sobre la base de un estado
obrero, basado en los organismos de democracia directa de la clase trabajadora
que planifiquen la economía, se podrán dar estos primeros pasos para erradicar,
definitivamente, la opresión que pesa sobre las mujeres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero con esa perspectiva, sabiendo que esta emancipación
sólo puede conseguirse sobre las bases de una revolución socialista que acabe
con el dominio de una clase sobre otra, llamamos a la más amplia movilización de
las mujeres para luchar con un programa que permita desplegar la energía
revolucionaria de la clase trabajadora en alianza con el pueblo pobre y otros
sectores oprimidos. Exigimos un salario destinado al trabajo doméstico
necesario, en una familia, para su propia reproducción; denunciando que ese
trabajo “invisible” y no remunerado –que recae mayoritariamente en las mujeres
de la familia- es vital para el Estado y los capitalistas ya que, en nuestro
país, equivale a más del 33% del Producto Bruto Interno. Exigimos la inclusión
de guarderías pagadas por la patronal y el Estado en las fábricas, empresas y
demás lugares de trabajo. <BR>Con la incorporación de las mujeres a la
producción social, exigimos igual salario por igual trabajo, igualdad de
oportunidades en el empleo, contra la discriminación de las mujeres en cualquier
rama de la actividad económica y derechos especiales para las mujeres
embarazadas y que están amamantando. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Junto a esto, el derecho de las mujeres a decidir y tomar
control de su propio cuerpo, su sexualidad y sus funciones reproductivas. Por
eso luchamos por el derecho al aborto libre y gratuito, pero también por la
educación sexual y la distribución gratuita de anticonceptivos, al mismo tiempo
que defendemos el derecho a la maternidad elegida libremente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Consideramos que sólo la más amplia autonomía –desde la
independencia económica hasta el control del propio cuerpo- permitirá que las
personas se relacionen con libertad, amor y respeto mutuo, basándose
exclusivamente en sus deseos y no presionados por las necesidades acuciantes de
la supervivencia cotidiana.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para esto es necesario, también, enfrentar los prejuicios
que la clase dominante recrea entre las filas de los explotados. Sabemos que,
tampoco con decretos o “buenos deseos” se puede acabar con el machismo y la
opresión. El feminismo plantea la necesidad de desarrollar nuevas “culturas” y
“estilos de vida” que enfrenten las actitudes patriarcales de los varones. Para
los marxistas, por el contrario, la salida no es individual. Y no culpamos a los
varones de la opresión sexual, sino a la sociedad de clases y sus instituciones.
Es ésta la que reproduce y legitima estos comportamientos machistas entre los
sectores oprimidos, fortaleciendo el dominio de los explotadores. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, que no se trate de un problema de
“educación” o “estilo de vida”, no significa que los marxistas, los obreros
concientes y las mujeres que toman su destino en sus propias manos no debamos
enfrentar estas presiones y que, en ocasiones, nos conducen a reproducir las
peores miserias humanas que luchamos por desterrar. Parafraseando a Marx,
podemos decir que no puede liberarse quien oprime a otros. Por eso, ¡desterremos
el sexismo de nuestras filas! ¡Por la unidad de la clase trabajadora en lucha
contra la explotación y la opresión! ¡Paso a la mujer trabajadora!
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
<BR><BR></FONT></DIV></BODY></HTML>