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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U><FONT size=5>boletín informativo - red
solidaria de revistas</FONT></U><BR><EM><FONT color=#800000
size=6>Correspondencia de Prensa</FONT></EM><BR>Año IV - 15 de noviembre 2006 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Economía</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>¿Qué tan progresista es Stiglitz?
<BR> <BR>Eduardo Gudynas </STRONG></FONT></DIV>
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<DIV><FONT face=Arial><STRONG>Globalización.org</STRONG></FONT></DIV>
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href="http://www.globalizacion.org/"><STRONG>http://www.globalizacion.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><BR></FONT><FONT face=Arial size=2>La figura del economista
Joseph Stiglitz aparece cada vez con más frecuencia como referencia y fuente de
inspiración para muchos que defienden nuevas políticas de desarrollo. Estamos en
una situación donde un economista tradicional aparece como figura invocada desde
los más diversos movimientos alternativos. Hay algo raro en todo esto: Stiglitz
no deja de ser un economista convencional, no es el defensor de ningún cambio
radical ni revolucionario en la economía del desarrollo, por el contrario sus
posiciones casi siempre están ancladas en la tradición liberal. <BR> <BR>Es
cierto que Stiglitz ha atacado duramente varias posturas económicas actuales.
Pero es necesario poner sus cuestionamientos en perspectiva. Su figura cobró
notoriedad por sus agudas críticas al Fondo Monetario Internacional (FMI), y en
especial a cómo se aplicaban algunas recetas del ajuste estructural. Si bien su
libro más popular, “El malestar en la globalización”, publicado en 2002, apela a
un título que invoca una revisión de todos los procesos globales actuales, lo
que en realidad prevalece en sus páginas son cuestionamientos y denuncias sobre
el comportamiento del FMI. Hay mucho de rencillas y celos personales propios de
la comunidad internacional de Washington. <BR> <BR>Stiglitz parte de una
visión estrecha de la globalización. La define como un proceso económico
entendido como la “supresión de las barreras al libre comercio y la mayor
integración de las economías nacionales”, donde su “potencial” es el
“enriquecimiento de todos, particularmente los pobres”. Esta es una
globalización esencialmente económica, que en sí misma tiene una potencialidad
positiva que no está en discusión, sino que el debate debería centrarse en la
forma de “gestionarla”. A partir de esas ideas, en “El malestar en la
globalización”, carga especialmente contra el FMI. Casi todo lo que allí se dice
es cierto; desde la miopía en la aplicación de instrumentos hasta la arrogancia
de sus funcionarios presionando por reformas estructurales. <BR> <BR>Pero
Stiglitz no avanza en cuestionamientos similares sobre la institución hermana
del fondo, el Banco Mundial. Recordemos que este economista estuvo en un alto
cargo en ese banco desde 1997 a enero de 2000. Stiglitz tiene una visión
bastante simplista del Banco Mundial, ya que lo presenta como una institución
que depende de las decisiones del FMI, y no aborda adecuadamente su papel como
promotor de las cartas y programas de desarrollo, bajo los cuales se diseñaban
desde las reformas de la seguridad social a las inversiones en infraestructura.
Si bien son menos conocidas que las famosas cartas de intención y los programas
de ajuste estructural del FMI, los acuerdos con el banco, tanto bajo la forma de
programas de desarrollo como de préstamos estructurales, fueron los responsables
de la profundización de las reformas de mercado hasta hace pocos años atrás. En
los años de Stiglitz no se registraron mejoras sustanciales para revertir los
impactos sociales y ambientales de los proyectos financiados por el banco,
tampoco mejoraron las condiciones de transparencia y acceso a la información.
<BR> <BR>Los reportes del Banco Mundial, y en especial sus informes anuales
sobre el desarrollo mundial, siguieron la misma prédica. Es cierto que el
volumen sobre la pobreza (2000/2001) estuvo en el centro de una cierta polémica,
con la participación de Stiglitz, pero de todas maneras el acento estaba puesto
en las reformas de “segunda generación”. En los años de Stiglitz en el Banco
Mundial también se completó la serie de propuestas de reformas estructurales
para América Latina, lideradas desde a oficina del economista jefe para la
región. En esos años apareció el conocido trío de publicaciones de Shahid, J.
Burki y Guillermo Perry, con la “larga marcha” de reformas que se debían aplicar
en América Latina, desde la apertura comercial a la descentralización y
municipalización del Estado. Muchas de estas propuestas han sido llevadas a la
práctica en varios países. <BR> <BR>Si bien Stiglitz criticó la nominación
de P. Wolfowitz a la presidencia del Banco Mundial (lo que le valió aplausos),
recordemos que sus candidatos eran el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo, el
ex presidente del Banco Central de Brasil, Arminio Fraga, y el ex vicepresidente
del propio Banco Mundial, Kemal Dervis (Turquía). Sus argumentos básicos eran
que tenían experiencia en desarrollo económico y mercados financieros, y que se
doctoraron o dictaban clases en las Universidades de Yale y Princeton, o que
contaban con una recomendación del periódico Financial Times (Stiglitz en El
País, Madrid, 12 marzo 2005). Ninguno de estos son argumentos muy convincentes
desde una perspectiva renovadora. <BR> <BR>Por cierto que Stiglitz dice
muchas cosas interesantes sobre economía, y por momentos tiene destellos
heterodoxos. Es muy bueno leerlo y pensar sobre sus puntos. También es cierto
que algunas de sus críticas, al porvenir del seno de la comunidad de tecnócratas
globales de Washington, tienen un fuerte impacto. Pero también hay que reconocer
que posee una visión simplista de la globalización ya que insiste en sus
aspectos económicos convencionales. Una de mis frases favoritas de Stiglitz para
ejemplificar su simplismo se encuentra en las conclusiones de “El malestar en la
globalización”, cuando afirma: “El mundo es complicado”. Se podría esperar que
brindara un análisis un poco más detallado, aunque nadie puede negar que el
mundo es complicado. Eso mismo lo vienen diciendo muchos otros economistas y
líderes sociales desde hace largo tiempo, y con bastante más detalle.
<BR> <BR>Es evidente que en la globalización operan también otros procesos,
tales como aquellos que van desde el campo de las ideologías políticas a los
patrones culturales de consumo. Stiglitz los menciona de tanto en tanto, a veces
los intuye, pero no los elabora en profundidad. Por ejemplo, no explora una
economía alternativa sobre el tema de la pobreza, no hay un diálogo con las
posturas de Amartya Sen, debería explorarse mucho más una reforma política para
una nueva economía, y así sucesivamente con varias cuestiones. En casi todos los
textos de Stiglitz se termina teniendo que falta avanzar en los problemas; se
anuncia un análisis interesante, se presume la profundización en una materia,
como el papel de la OMC o la renovación de las Naciones Unidas ... pero nos
quedamos en una superficie de la corrección administrativa y de las reformas por
medio de la gestión. Las propuestas alternativas de Stiglitz son casi una
revisión rápida, recargada de un cierto aire de superioridad, y por eso mismo
cae en los problemas de los recetarios. Es “otra receta”, con algunos aspectos
muy interesantes, pero de todas maneras es una receta. Posiblemente el ejemplo
más claro fue su texto “Hacia una nueva agenda para América Latina”, publicada
por CEPAL en 2003 y reproducida en muchos países. Buena parte de sus propuestas
son todavía muy genéricas, y no se diferencian sustancialmente a las “nuevas”
reformas que se discuten en CEPAL, BID y hasta el propio Banco Mundial.
<BR> <BR>Es inevitable ir un paso más allá, y preguntarse por qué hay
tantas personas encantadas con los escritos de Stiglitz. Parecería que los ejes
del debate se han corrido tanto hacia la derecha, que un economista liberal como
Stiglitz termina siendo catalogado como progresista. O bien seguimos atados a
buscar personas con prestigio, que cuenten con un premio Nóbel y una cátedra en
Estados Unidos. ¿No hay en el seno de los movimientos sociales economistas
alternativos que digan más o menos lo mismo? Sin duda que existen, aunque
concuerdo que José Luis Fiori tiene algo de razón cuando afirma que la izquierda
ha tenido muchas dificultades en generar sus propios programas económicos. Pero
por eso mismo es tiempo de no mirar exclusivamente a las cátedras económicas
universitarias del hemisferio norte para fomentar todavía más el diálogo y los
análisis económicos en el seno de los propios movimientos sociales.
</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>* E. Gudynas es analista de información en CLAES (Centro
Latino Americano de Ecología Social). Publicado en el No 16, de “Peripecias”,
semanario latinoamericano de análisis, el 27 de setiembre 2006. </DIV>
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<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
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