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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 28 de noviembre
2006 - Redacción: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Francia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>No hay nada que
festejar</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV><FONT face=Arial>
<DIV align=justify><FONT size=2><STRONG> “El capitalismo remundializado
golpea y somete, aumenta la explotación, impone privatizaciones, reduce los
espacios de libertad, de igualdad y de fraternidad, devora conquistas de las
generaciones precedentes, genera el racismo y, en contrapartida, un repliegue
comunitarista retrógrado. Esto se traduce en una crisis social generalizada, una
pérdida de brújula y de identidad. Sin una fuerte resolución de resistencia y un
proyecto unitario de todas las fuerzas de izquierda y progresistas, será muy
difícil en los próximos tiempos contener la poderosa ofensiva del capital y de
sus representantes políticos. No hay, pues, mucha razón para festejar la
victoria de Ségolène Royal, ni la transformación del PS en un partido
social-liberal, estilo británico o demócrata
norteamericano”</STRONG></FONT></DIV><STRONG>
<DIV align=justify><BR></DIV></STRONG></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Hugo Moreno *</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG>Revista Sin Permiso</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.sinpermiso.info/"><STRONG>http://www.sinpermiso.info/</STRONG></A><BR><FONT
size=2> <BR><BR>El panorama político francés se agitó con el
pronunciamiento casi plebiscitario de los socialistas por la candidatura de
Ségolène Royal. La presidenta de la región Poitou-Charente obtuvo poco más del
60 % de los votos emitidos, contra el 20,81 % de Strauss-Kahn y el 18,58 % de
Laurent Fabius, sobre un total de 218.000 electores, de los cuales votó más del
80 % (45 % lo son desde la campaña de reclutamiento, vía internet, entre marzo y
junio de este año: también una novedad).<BR><BR>El ex-ministro de economía,
Strauss-Kahn, que levantó la bandera de una “socialdemocracia moderna”, y el
ex-primer ministro, Laurent Fabius, que se destacó por su virage (tardío) “a la
izquierda” al frente de la corriente del “No” en el referendum de 2005 sobre la
constitución europea, resultaron los perdedores en esta pugna interna. El
primero se inscribe decididamente en la corriente socialdemócrata liberal; el
segundo, como es sabido, en su labor como primer ministro no se diferenció mucho
de la derecha tradicional. Ambos, por otra parte, considerados ente los
“elefantes” del PS, manifestaron de entrada un tal desprecio por Ségolène Royal,
al límite del machismo, que no les jugó en su favor. Pagaron caro el “¿quién se
va a ocupar de los niños?”...<BR><BR>A pesar de algunas diferencias, ninguno de
los tres se pronunció claramente sobre los principales problemas: la
desocupación, la caída del nivel de vida, la pobreza material y cultural, la
marginalización de grandes sectores y la consiguiente tendencia a la
polarización de la estructura social, la crisis de identidad nacional y social,
el aumento de la xenofobia y del racismo cotidiano, la política internacional,
la concepción de la Europa. La pobreza intelectual y política de los
espectáculos televisados fue consternante. Sus divergencias fueron técnicas, y
no políticas. Por si algo faltaba, reiteraron repetidamente su amistad profunda
con el Estado de Israel, considerado como “víctima”, nada menos que unas semanas
después de los 34 días de la guerra contra el Líbano, y del siempre criminal
bloqueo y represión contra los palestinos, una de las grandes tragedias de
nuestro tiempo.<BR><BR>¿Qué hará pues esta izquierda frente a los grandes
desafíos económicos, sociales y políticos de nuestros tiempos? ¿Cuál será la
opción frente a los conflictos internacionales que se ciernen en el horizonte?
¿Será capaz y está dispuesta esta izquierda socialista a enfrentar al
imperialismo americano en su cruzada guerrera actual y la que seguirá, con
republicanos o demócratas controlando la Casa Blanca y el Pentágono?<BR><BR>La
victoria de Ségolène Royal, plebiscitada también por los medios de comunicación
–a excepción de L’Humanité— ha sido en realidad una victoria anunciada.
Ganó olímpicamente, reflejando, por un lado, el giro a la derecha de una opinión
más preocupada por los problemas de la “seguridad” y el “orden” que de las
causas que generan los graves problemas que atraviesa la sociedad. Royal hizo
suyos estos temas, que eran patrimonio del discurso de Nicolás Sarkozy, y
compitió en el terreno de éste. Por otra parte, operó también el “síndrome” del
21 de abril 2002, cuando el PS pagó caros sus errores con la derrota de Lionel
Jospin. El pánico de la izquierda, salvo honrosas excepciones, llevó entonces a
investir a Chicac de una legitimidad que estaba lejos de alcanzar: casi el 80 %
contra Le Pen (cuando hubiera ganado con la suya propia, sin recibir ese cheque
en blanco). Finalmente, hay otro elemento fundamental: el aparato
socialista. La “modernidad” asistió a los viejos métodos, combinándolos
con las técnicas más recientes.<BR><BR>El PS adoptó por primera vez el modelo
“americano”, reemplazando por los sondajes y la televisión el debate político.
Salvo esta ficción, no hubo confrontación democrática alguna, pues los afiliados
–el PS tiene pocos militantes— quedaron como observadores de una partida
limitada entre los tres postulantes a la candidatura de la candidatura. En todo
caso, quienes se situaban a la derecha, sea el “blairismo” declarado por Royal,
sea la “socialdemocracia moderna” preconizada por Strauss-Kha—, ambos se
pronunciaron rotundamente por el “Si” a la constitución liberal europea y, vale
recordarlo obtuvieron más del 80 % de los votos. Eso es realmente
significativo.<BR><BR>¿Se trata entonces del desquite de los partidarios del
“Si” contra la izquierda antiliberal, comprendida una parte importante del PS?
¿Será que una gran mayoría de la base socialista no vislumbra otro horizonte más
allá de una “gestión sana” del capitalismo?¿Se está dando el paso que
transformó, bajo otras formas por cierto, el antiguo Labour Party en el New
Party de la “tercera vía” de Tony Blair?<BR><BR>Si esto fuera así, la victoria
de Ségolène Royal significa el fin del PS que renació, en 1972, con François
Mitterrand –cualquiera sea la opinión que se tenga del personaj— preconizando un
programa de reformas avanzado y la Unión de la izquierda. Es decir, una
transformación política que haría de la principal fuerza de la izquierda
francesa un partido aún más potable para las clases dominantes y la gestión del
capitalismo en su forma actual. Pues el telón de fondo es, precisamente, la
profunda crisis global de la sociedad capitalista bajo todas sus formas,
económica, política, cultural, identitaria.<BR><BR>Los fenómenos políticos
tienen siempre causas sociales. Una parte de la población, sectores obreros,
populares y de clase media, hace rato que se derechiza, o, no pocos, se
constituyen en ese “partido abstencionista” de los jóvenes que descreen de la
política, desprecian a sus representantes e ignoran las instituciones estatales.
Algunos sectores importantes van aún más lejos, favoreciendo al Frente Nacional
de Le Pen, xenófobo, racista y fascista, reintegrado en el espectro
político como un respetable partido “como los otros”, que se presenta
demagógicamente como antisistema y hasta nacionalista antiamericano. Eso
explica, en parte, los primeros “éxitos” de Sarkozy, con su discurso
securitario, la afirmación de un Estado de tipo policial, la
criminilización de la juventud marginada, la ecuación extranjero=delincuente,
pescando en el terreno de la extrema derecha, rompiendo con el gaullismo
tradicional, proclamando su proamericanismo, ¡ nada menos que a los Estados
Unidos de George W. Bush ! <BR><BR>Sin embargo, Nicolás Sarkozy, candidato
anunciado de la derecha, se confronta a una fronda importante en su propio
campo. Su fuerza política, que es el giro a la derecha de buena parte de la
sociedad francesa, encuentra dificultades en el enfrentamiento con Chirac y sus
seguidores. Pero ni el primer ministro Dominique Villepin, ni la ministra de la
defensa Michèle Alliot-Marie, tienen la menor oportunidad. Eso lo sabe Chirac, a
quien la tentación de socavar el piso a Sarkozy puede conducir a aventuras
sorprendentes, como lo hizo en el pasado.<BR><BR>El desencanto de la política,
el descrédito de las instituciones, de los partidos, del sistema en su conjunto,
no cesa de aumentar. En resumen, lo que está en cuestión es la Va República, esa
invención del general De Gaulle para asegurar la dominación con un Estado fuerte
y un poder político semejante al de una “monarquía republicana”. El
planteamiento de Raymond Aron –teórico de una derecha lúcida y cultivada— cuando
trataba de establer el límite en las democracias constitucionales pluralistas,
como él decía, entre los “regímenes sanos” y los “corruptos” resulta pertinente.
El régimen político actual se acerca mucho a la clasificacion aroniana de los
segundos : el Estado descompuesto de la Va República chiraquiana. Basta ver el
seudo respeto de las libertades individuales, la xenofobia imperante, la
criminalización de los pobres, el poder de la oligarquía dominante completamente
separada del pueblo, la violación permanente de la soberanía popular, los
affaires escandalosos que salpicaron a buena parte de la derecha.<BR><BR>El PS
no logró recuperarse de la derrota de 2002, hasta ahora al menos. Pero tampoco
la izquierda antiliberal y/o anticapitalista logró construir una alternativa.
Los serios esfuerzos de militantes políticos y sindicales, provenientes de
distintos horizones políticos y asociativos, así como del PCF, que aunque muy
debilitado constituye la fuerza principal para un reagrupamiento de una
izquierda radical, están empantanados, sin que los comités unitarios
antiliberales concreten una candidatura única. La persistencia de Marie-George
Buffet, responsable nacional del PCF, para imponer su propia candidatura, no
contribuye a encontrar una solución, como tampoco la posición de la LCR, que se
margina lamentablemente con argumentos falaces.<BR><BR>Esta situación es
favorable al PS, pues el “voto útil” desde el primer turno no deja de tener su
atractivo para sectores de la izquierda, de los jóvenes, de los ciudadanos/as
que quieren evitar a todo precio un eventual duelo entre Sarkozy y Le Pen.
Ségolène Royal, con sus declaraciones de “pragmatismo” y “modernidad”, rompiendo
con el discurso tradicional y jugando con su carisma femenino, se presenta así
como una posible barrera contra la derecha. Es un dato nuevo de la realidad
política francesa. Y en caso de ganar, sería bueno, mal que les pese a los que
no saben hacer la diferencia entre la derecha y la izquierda, por más light que
ésta sea. Otra cosa es hacerse la menor ilusión.<BR><BR>Las grandes luchas
populares, el movimiento contra el Contrato de Primer Empleo (CPE) hace apenas
un año, lograron frenar la ofensiva violenta del capital y del gobierno más
derechista que ha tenido Francia desde 1945, pero sin parar la ola de fondo
reaccionaria de la sociedad francesa. El sabor amargo de esta victoria
escamoteada aún persiste, así como los problemas que hicieron estallar, en el
otoño caliente de 2005, la revuelta violenta e incontrolada de la juventud de
los barrios-ghettos, donde están confinados buena parte de los
excluídos.<BR><BR>El capitalismo remundializado golpea y somete, aumenta la
explotación, impone privatizaciones, reduce los espacios de libertad, de
igualdad y de fraternidad, devora conquistas de las generaciones precedentes,
genera el racismo y, en contrapartida, un repliegue comunitarista retrógrado.
Esto se traduce en una crisis social generalizada, una pérdida de brújula y de
identidad. Sin una fuerte resolución de resistencia y un proyecto unitario de
todas las fuerzas de izquierda y progresistas, será muy difícil en los próximos
tiempos contener la poderosa ofensiva del capital y de sus representantes
políticos. No hay, pues, mucha razón para festejar la victoria de Ségolène
Royal, ni la transformación del PS en un partido social-liberal, estilo
británico o demócrata norteamericano.<BR><BR>¿Podrá el PS de Ségolèle Royal
mobilizar un amplio frente de la izquierda, si mantiene su perfil encuadrado en
el social-liberalismo? ¿Se puede modificar algo, por otra parte, sin cambiar
profundamente el sistema político actual, sin abrir el paso a una democracia
representativa y participativa real, sin enterrar el corsé de la Va República?
¿Será capaz la izquierda antiliberal reagrupada en los comités unitarios de
presentar una candidatura viable, sobrepasando sectarismos y mezquindades
varias, presentándose como una fuerza política real? ¿Es posible defender
una política de frente único, incluído el Partido Socialista, aún con su
fisionomía actual? ¿Habrá llegado la hora en que la izquierda socialista, que
aún subsiste, se decida a romper y constituir un auténtico partido
socialista?<BR><BR>Nada está definitivamente decidido. Pero la necesidad
imperiosa es derrotar a la derecha reaccionaria, a Sarkozy, a Le Pen y su banda,
y a sus semejantes. Es el desafío que enfrentan todas las izquierdas. Además, un
deber político y un imperativo moral para los que siguen convencidos de que otro
mundo es posible, de que los valores de la república social siguen vigentes y de
que hay que defenderlos, como nunca, con uñas y dientes. La izquierda radical
tiene, en ese sentido, una responsabilidad mayor. Entre tanto, hay que contar
también con el movimiento social que no dejará de marcar su impronta por afuera
y por debajo de las organizaciones políticas. Es la condición para preparar una
alternativa de cambio social, la única que puede salvar a Francia y a Europa de
una catástrofe. No hablo de socialismo, sino de parar la barbarie.<BR><BR>“Niños
del mundo/ si cae España – digo, es un decir-/ si cae/ del cielo abajo su
antebrazo que asen/ en cabestro, dos láminas terrestres,/ niños, ¡qué edad la de
las sienes cóncavas!/ ¡qué temprano en el sol lo que os decía!/ ¡qué pronto en
vuestro pecho el ruido anciano!/ qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!”, nos cantó
el gran poeta peruano César Vallejo en aquellos terribles años 30, cuando la ola
reaccionaria parecía todo destruir y llevó al mundo a la guerra total. Hay que
resistir y derrotar a la derecha y a la extrema derecha amenazantes a nivel
nacional y mundial. Otra alternativa no nos queda y es la única manera de
preparar el porvenir.- París, 21 de noviembre 2006.<BR><BR></FONT></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>* Hugo Moreno, profesor de Ciencias
Políticas en la Universidad de Paris 8, es miembro del Consejo Editorial de Sin
Permiso.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
<STRONG><FONT color=#000080 size=3><EM>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </EM></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT color=#000080
size=3><EM>germain5@chasque.net</EM></FONT></STRONG></A>
<HR>
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