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<DIV align=center><FONT size=4><STRONG><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 3 de diciembre 2006
- Redacción: </STRONG></FONT><A href="mailto:germain5@chasque.net"><FONT
size=4><STRONG>germain5@chasque.net</STRONG></FONT></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Irak</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>¿Sabe alguien en Washington o
Londres lo que ocurre realmente en Iraq?<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Se acerca al
“momento de Saigón” <BR><BR>Patrick Cockburn *</FONT><BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Counterpunch</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><A
href="http://www.counterpunch.org/"><STRONG>http://www.counterpunch.org/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><FONT size=3><STRONG>Traducido del
inglés para Rebelión por Germán Leyens</STRONG><BR></FONT><BR><BR>Iraq se está
despedazando. Los signos del colapso están por todas partes. En Bagdad la
policía recoge a menudo más de 100 cuerpos torturados y mutilados en un solo
día. Los ministerios gubernamentales se hacen la guerra. Una nueva y siniestra
etapa en la desintegración del Estado iraquí sobrevino este mes cuando comandos
de la policía del Ministerio del Interior controlado por los chiíes secuestraron
a 150 personas del Ministerio de Educación Superior dirigido por suníes en el
corazón de Bagdad.<BR><BR>Iraq puede estarse acercando a los que los
USamericanos llaman ‘el momento de Saigón,’ la ocasión en la que se hace
evidente para todos que el gobierno expira. “Dicen que los asesinatos y los
secuestros son realizados por hombres en uniformes de la policía y con vehículos
policiales,” me dijo este verano el Ministro de Exteriores iraquí, Hoshyar
Zebari, con una sonrisa desesperanzada. “Pero todos en Bagdad saben que los
asesinos y secuestradores son verdaderos policías.”<BR><BR>La cosa se pone peor.
El ejército y la policía iraquíes no son leales al Estado. Si el ejército de USA
decide enfrentar a las milicias chiíes, puede encontrarse con unidades militares
chiíes del ejército iraquí que cortan la principal ruta de suministro
USamericana entre Kuwait y Bagdad. Un convoy fue detenido este mes en un puesto
de control supuestamente falso cerca de la frontera con Kuwait y capturaron a
cuatro encargados de la seguridad USamericanos y un austriaco.<BR><BR>La
posición de USA y Gran Bretaña en Iraq se parece mucho más a una casa construida
sobre arena de lo que comprenden en Washington o Londres, a pesar de los
desastres de los últimos tres años y medio. El presidente Bush y Tony Blair
muestran una singular incapacidad de aprender de sus propios errores, en gran
parte, para comenzar, porque no quieren admitir que han cometido algún
error.<BR><BR>La guerra civil se desencadena en todo Iraq central, donde vive un
tercio de los 27 millones de habitantes del país. Mientras chiíes y suníes huyen
los unos de los vecindarios del otro, Iraq se convierte en un país de
refugiados. La Alta Comisión para Refugiados de la ONU dice que 1,6 millones
están desplazados dentro del país y otros 1,8 millones han huido al extranjero.
En Bagdad, distritos vecinos suníes y chiíes han comenzado a dispararse con
morteros. El día en que Sadam Husein fue condenado a muerte, llamé por teléfono
a un amigo en un área suní de la capital para preguntarle qué pensaba del
veredicto. Respondió, impaciente, que: “Esta mañana me despertó la explosión de
un obús de mortero sobre el techo de la casa de mi vecino de al lado. Estoy más
preocupado de sobrevivir que de lo que le pasa a Sadam.”<BR><BR>Amigos iraquíes
solían tranquilizarme diciendo que no habría guerra civil porque tantos chiíes y
suníes están casados los unos con los otros. Ahora sus familias obligan a esas
parejas mixtas a divorciarse. “Amo a mi esposo, pero mi familia me obligó a
divorciarme porque somos chiíes y él es suní,” dijo Hiba Sami, madre de cuatro
hijos, a un funcionario de la ONU. “Mi familia dice que ellos [la familia del
esposo] son insurgentes y que vivir con él es una ofensa a Dios.” Miembros de
matrimonios mixtos establecieron una asociación para protegerse mutuamente
llamada Unión por la Paz en Iraq, pero pronto fueron obligados a disolverla,
después del asesinato de varios miembros fundadores.<BR><BR>Todo Iraq está
dominado por lo que solíamos llamar en Belfast “la política de la última
atrocidad.” Las tres comunidades iraquíes – chiíes, suníes y kurdos – se ven
como víctimas y rara vez se conduelen de las tragedias de otros. Cada día trae
nuevos horripilantes descubrimientos. Este mes visité Mosul, la capital del
norte de Iraq con una población de 1,7 millones, de los cuales unos dos tercios
son árabes suníes, y un tercio kurdos. No es la ciudad más peligrosa de Iraq,
pero a pesar de ello es un sitio plagado por la violencia. Un líder tribal local
llamado Sayid Tewfiq, de la vecina ciudad de Tal Afar, me habló de un lugareño
que fue a recuperar el cuerpo torturado de su hijo de 16 años. El cadáver estaba
atado a explosivos que estallaron y mataron al padre, así que los dos cuerpos
fueron enterrados juntos.<BR><BR>Khasro Goran, el eficiente y muy efectivo
vicegobernador de Mosul, dijo que todavía no hay guerra civil en Mosul, pero que
podría ocurrir fácilmente. Agregó que 70.000 kurdos ya han huido de la ciudad
debido a los asesinatos. Es extraordinario cómo en Iraq la carnicería, que sería
noticia de primera plana en cualquier otra parte del mundo, pronto parece formar
parte de la vida normal. El día que llegué a Mosul, la policía había encontrado
11 cuerpos en la ciudad, lo que habría sido poco en Bagdad.<BR><BR>Hablé con
Duraid Mohammed Kashmula, gobernador de Mosul, cuya oficina está decorada con
fotos de sonrientes jóvenes de caras frescas que resultaron ser su hijo y cuatro
sobrinos, todos asesinados por insurgentes. Su propia casa, junto con sus
muebles, fueron quemados totalmente hace dos años. Agregó, de pasada, que el
señor Goran y él son objetivos principales para asesinatos en Mosul, un hecho
que fue probado dramáticamente el día después cuando insurgentes hicieron
estallar una bomba junto a su convoy – por suerte él no estaba presente cuando
ocurrió – matando a uno e hiriendo a varios de sus guardaespaldas.<BR><BR>Por el
momento, Mosul está mejor controlada por fuerzas pro-gubernamentales que la
mayor parte de las ciudades iraquíes. Es porque USA tiene poderosos aliados
locales a través de los kurdos. Las dos divisiones del ejército en la provincia
son primordialmente kurdas, pero los 17.000 policías en Nineveh, la provincia de
la que Mosul es la capital, son casi todos suníes y su lealtad es dudosa. Uno
fue despedido el día del juicio del Sadam por colocar una foto del antiguo
dirigente en la ventana de su coche. En noviembre de 2004 toda la fuerza
policial de Mosul abandonó sus comisarías a los insurgentes, los que capturaron
armas por un valor de 40 millones de dólares.<BR><BR>“Los terroristas no
controlan un solo distrito en Mosul,” afirma orgullosamente el general Wathiq
Mohammed Abdul Qadir al-Hamdani, jefe de policía de Nineveh. “Los desafío a
pelear cara a cara.” Pero la situación es muy frágil. Fuimos a ver la sala de
operación de la policía en la que un oficial gritaba por un micrófono: “¡Hay un
atacante suicida en un coche en la ciudad! ¡No dejen que se les acerque, ni a
ninguno de nuestros edificios!” Había motivos para tener miedo. En camino a
Mosul había visto los muros de hormigón destrozados de la central del partido de
la Unión Patriótica de Kurdistán, uno de los dos grandes partidos políticos
kurdos. En agosto, dos hombres en un coche repleto de explosivos se habían
abierto paso a tiros por el puesto de guardia exterior y luego se habían hecho
volar por los aires matando a 17 soldados.<BR><BR>El equilibrio de fuerzas en
Nineveh entre USamericanos, árabes, kurdos, turcomanos, suníes y chiíes es
complicado incluso según estándares iraquíes. El poder está fragmentado. Sayid
Tewfiq, el líder tribal chií de Tal Afar, resplandeciente en su amplia túnica,
admitió: “Yo no duraría 24 horas en Tal Afar, sin el apoyo de la Coalición
[USA]” “Probablemente sea cierto,” confirmó el señor Goran, explicando que la
tribu turcomana chií de Sayid Tewfiq está rodeada por tribus suníes. Antes le
había escuchado mientras invitaba confiadamente a todo el consejo provincial de
Nineveh a visitarlo en Tal Afar. Nadie pareció entusiasmado por la oferta.
“Podrá tener 3.000 combatientes de su tribu, pero él mismo no puede visitar la
mayor parte de Tal Afar,” dijo otro miembro del consejo llamado Mohammed
Suleiman al declinar la invitación. Unas pocas horas antes, antes de que alguien
tratara de asesinarlo, el gobernador Kashmula me dijo que “la seguridad en Mosul
es la mejor en Iraq, aparte de las provincias kurdas.” Es una medida de la
violencia, que es un punto discutible. Khasro Goran dijo que “la situación no es
perfecta, pero es mejor que en Anbar. Baquba y Diyala." Lo puedo confirmar. En
Iraq, siempre cuando las cosas van mal, siempre hay un sitio donde van
peor.<BR><BR>Es obviamente muy difícil para un periodista descubrir lo que
ocurre en las provincias más violentas de Iraq sin ser asesinado. Pero a fines
de septiembre viajé al sur a lo largo del lado iraquí de la frontera con Irán,
pasando por aldeas kurdas para tratar de llegar a Diyala, una provincia mixta
suní-chií al noreste de Bagdad, donde había habido violentos combates. Es una
carretera en la que una curva equivocada puede ser fatal. Condujimos de
Sulaimaniyah por las montañas, pasamos por el túnel Derbandikhan y luego tomamos
la ruta que pasa junto al río Diyala, su valle, una franja vívida de verde
exuberante en el semidesierto de color beige. El área es un paraíso para
contrabandistas. Por la noche, camiones conducen sin luces por el desierto; los
conductores encuentran su camino utilizando anteojos de visión nocturna. No está
claro qué cargas llevan – probablemente armas o drogas – y nadie se atreve a
preguntar.<BR><BR>Nos habían advertido que era esencial doblar a la izquierda
después del desmoronado pueblo kurdo Kalar, antes de llegar a la aldea mixta
árabe-kurda de Jalula. Cruzamos el río por un largo y desvencijado puente,
partes del cual habían caído a las arremolinadas aguas, y pronto llegamos al
baluarte kurdo de Khanaqin en la provincia Diyala. Si hubiera concebido alguna
idea de seguir camino a Bagdad, la dejé de lado al ver en un rincón del patio
del cuartel de policía local, el resto de un vehículo policial azul y blanco
desgarrado por una bomba. “Cinco policías murieron cuando lo volaron en una
intersección en As-Sadiyah hace dos meses,” me dijo un policía. “Sólo sobrevivió
su comandante, pero le amputaron las piernas.”<BR><BR>Los funcionarios en
Khanaqin no tenían dudas sobre lo que ocurría en su provincia. El teniente
general Ahmed Nuri Hassan, comandante, de aspecto agotado, de la policía
federal, dijo: “Aquí hay una guerra civil sectaria y se pone peor cada día. El
jefe del consejo local calculó que matan a 100 personas por semana. En Baquba,
la capital provincia, los árabes suníes están expulsando a los chiíes y a los
kurdos. El ejército y la policía están divididos por líneas sectarias. La única
división del ejército iraquí en Diyala es predominantemente chií y sólo arresta
a sunies. El día después de mi partida, policías suníes y kurdos se enfrentaron
con fusiles en Jalula, la aldea a la que me habían advertido que no penetrara.
La lucha comenzó cuando la policía kurda se negó a aceptar a un nuevo jefe de
policía suní y a sus seguidores. Aquí en Diyala, en miniatura, era posible ver a
Iraq despedazándose. La provincia está gobernada por sus escuadrones de la
muerte. La policía dice que han sido asesinadas por lo menos 9.000 personas y
después de un baño de sangre semejante es difícil ver cómo suníes y chiíes en la
provincia podrán llegar a volver a vivir juntos algún día.<BR><BR>En gran parte
de Iraq rodamos hace tiempo por los rápidos que llevan de la crisis a la
catástrofe, aunque sólo en los últimos seis meses esos dramáticos hechos han
comenzado a ser aceptados en el extranjero. Durante los primeros tres años de la
guerra, los republicanos en USA afirmaron regularmente que los medios liberales
ignoraban los signos de paz y progreso en Iraq. Algunos derechistas incluso
colocaron sitios en la Red dedicados a difundir las noticias de los logros
USamericanos en este país arruinado. Recuerdo a un equipo de un canal noticioso
USamericano que vivía en mi hotel en Bagdad y que se quejaba, mientras se ponían
su blindaje corporal y sus cascos, que una vez más sus mandamases en Nueva York,
que por su parte eran presionados por la Casa Blanca, exigían que “salieran y
encontraran algunas noticias buenas e informaran sobre ellas.”<BR><BR>Los
tiempos han cambiado en Washington. La dimensión del desastre en Iraq es
admitida por casi todos, a excepción del presidente Bush. Incluso antes de la
victoria de los demócratas en las elecciones al Congreso del 7 de noviembre, la
revista Vanity Fair comentó agriamente que “en este momento, el único grupo en
el campo de Bush, es la gente que espera pacientemente noticias de las armas de
destrucción masiva y que sigue creyendo que Sadam y Osama fueron un día
amantes.” Antiguos partidarios de la guerra muestran un apuro embarazoso por
repudiar sus convicciones pasadas y por convertirse en críticos vueltos a nacer
de la Casa Blanca.<BR><BR>Estos días, sólo en Gran Bretaña, y más
específicamente en la sede del primer ministro, siguen teniendo una audiencia
políticas ahogadas en sangre en Iraq en los años después del derrocamiento de
Sadam Husein. Volví este mes de Mosul a Londres justo a tiempo para escuchar a
Tony Blair cuando habló en el banquete del Alcalde de Londres. Fue una
presentación mucho más extraordinaria de lo que apreció su público. Mientras
hablaba el primer ministro, con su acostumbrado encanto a la Hugh Grant, quedó
claro que no había aprendido nada ni olvidado nada en tres años y medio de
guerra.<BR><BR>Un error conceptual tras el otro salía de sus labios.
Contrariamente a las opiniones de sus propios generales y de todos los sondeos
de la opinión iraquí, ignoró la idea de que la resistencia armada en Iraq es
alimentada por la hostilidad a los ocupantes extranjeros. En su lugar, ve a
fuerzas oscuras que se alzan en el este, dedicadas como Sauron en el Señor de
los Anillos a principios de mal puro. El enemigo, en este caso, se “basa en una
interpretación totalmente retorcida del Islam, que es fanática y letal.” Incluso
según las pautas de las teorías conspirativas medio-orientales fue material
pueril. Blair veía por todas partes la acción de manos ocultas – “fuerzas fuera
de Iraq que tratan de crear el caos.” Un experto en política de Iraq y Líbano me
dijo hace poco: “El error más peligroso en Oriente Próximo en la actualidad es
creer que las comunidades chiíes en Iraq y Líbano son peones de
Irán.”<BR><BR>Pero eso es exactamente lo que cree el primer ministro. El que la
mayor milicia chií en Iraq – el Ejército Mahdi de Muqtada al- Sadr – sea
anti-iraní y nacionalista iraquí es convenientemente ignorado. Esos errores
conceptuales son importantes en términos de política práctica porque apoyan el
peligroso mito de que si USA y Gran Bretaña sólo atemorizan o ajustan las
cuentas a iraníes y sirios, todo se arreglaría porque sus instrumentos chiíes en
Iraq y Líbano se alinearían inevitablemente. De un modo muy británico [y desde
luego también USamericano. Los editores] los oponentes a la guerra en Iraq se
han concentrado no en los actuales eventos, sino en los pecados pasados del
gobierno al involucrarnos en la guerra. Sin duda, estuvo muy mal que el gobierno
pretendiera que Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva y constituía una
amenaza para el mundo cuando sabía que no era así. Pero este énfasis en los
orígenes de la guerra en Iraq ha distraído la atención del hecho de que, según
declaraciones oficiales, el gobierno británico no sabe más sobre lo que sucede
en Iraq en 2006 que lo que sabía en 2003. El cuadro de Iraq que pinta Blair
tiene pocas veces algo que ver con la realidad. Por ejemplo, dice que los
iraquíes “votaron por un gobierno explícitamente no-sectario,” pero todo iraquí
sabe que el voto en dos elecciones parlamentarias en 2005 siguió totalmente
líneas sectarias y étnicas. Las elecciones fueron el tiro de partida para el
comienzo de la guerra civil.<BR><BR>Blair se niega tenazmente a aceptar que la
oposición a la ocupación USamericana y británica de Iraq fue la principal causa
de la insurgencia. El comandante del ejército británico, general Sir Richard
Dannatt, casi fue despedido por haber señalado lo que era obvio: que “deberíamos
irnos dentro de cierto tiempo porque nuestra presencia exacerba el problema de
seguridad.” Iraq es un país tristemente célebre por lo complicado, pero la
manera más rápida de comprender las características más importantes de su
política es mirar las cifras del más reciente de una serie de sondeos de opinión
realizados por el grupo basado en USA WorldPublicOpinion.org a fines de
septiembre. Explican por qué Dannatt tiene razón y Blair se equivoca. El sondeo
muestra que un 92% de los suníes y un 62% de los chiíes – incrementado de un 41%
a comienzos del año – aprueban los ataques contra las fuerzas dirigidas por USA.
Sólo los kurdos apoyan la ocupación. Cerca de un 78% de todos los iraquíes
piensan que la presencia militar de USA provoca más conflicto del que impide y
un 71% quiere que las fuerzas dirigidas por USA se vayan de Iraq dentro de un
año. La amenaza mayor y más amenazante de este año es la creciente hostilidad de
los chiíes de Iraq a la presencia USamericana y británica.<BR><BR>Solía decirse
que la ocupación extranjera por lo menos impedía una guerra civil, pero con
1.000 iraquíes asesinados cada semana, es bastante obvio ahora que no es así. Al
contrario, es la propia ocupación la que ayudó a provocar la actual guerra
civil. No quiero decir que alguien haya conspirado en Washington y Londres para
hacer que los iraquíes se degollaran los unos a los otros. Siempre fue verdad
que en Iraq post-Sadam habría fricción – probablemente involucrando violencia –
entre las comunidades chií, suní y kurda. Pero los iraquíes también fueron
obligados a decidir si estaban a favor o contra un invasor extranjero. La
comunidad suní siempre iba a combatir la ocupación, los kurdos a darle la
bienvenida y los chiíes a cooperar con USA y Gran Bretaña mientras estos últimos
sirvieran sus intereses. Se combinaron el patriotismo y el interés propio
comunal. Antes de 2003, un suní podía ver a un chií como miembro de una secta
diferente, pero una vez que comenzó la guerra comenzó a verlo como un traidor a
su país.<BR><BR>Desde luego, Bush y Blair arguyen que no hay ocupación. En junio
de 2004 devolvieron supuestamente la soberanía a Iraq. “Que reine la libertad,”
escribió Mister Bush en el trozo de papel que lo informó de la devolución
cuidadosamente coreografiada del poder a un gobierno iraquí en el corazón de la
Zona Verde. Pero la realidad del poder siguió estando firmemente en las manos de
USA y Gran Bretaña. El primer ministro iraquí Nouri al-Maliki dijo este mes que
no podía mover a una compañía de soldados sin pedir permiso a la Coalición (USA
y Gran Bretaña). Funcionarios en Mosul me confirmaron que no podían realizar una
operación militar sin el acuerdo de las fuerzas de USA.<BR><BR>Existe una
historia oculta de la ocupación de Iraq que ayuda a explicar por qué ha
resultado ser un desastre semejante. En 1991, después de la primera Guerra del
Golfo, un motivo crucial por el que el presidente George Bush padre no continuó
hacia Bagdad fue porque temía que el derrocamiento de Sadam Husein sería seguido
por elecciones que vendrían a ser ganadas por partidos religiosos chiíes
simpatizantes de Irán. En Washington no se podían imaginar un resultado peor de
la guerra. Después de la captura de Bagdad en 2003, USA enfrentaba el mismo
dilema. Gran parte de las contorsiones de la política de USA en Iraq desde
entonces han sido intentos encubiertos de evitar o diluir la dominación de la
mayoría chií de Iraq.<BR><BR>Durante más de un año el astuto enviado de USA en
Bagdad, Zalmay Khalilzad, trató de conciliar a los suníes: Poner a sus políticos
en el gobierno, modificar la constitución federal e iniciar conversaciones
secretas con la resistencia armada suní. Fracasó. Los ataques contra las fuerzas
de USA aumentaron. Los soldados muertos y heridos de USA totalizan ahora casi
1.000 por mes. Pero USA se prepara ahora para una lucha con el Ejército Mahdi,
la mayor milicia chií. Un gobierno iraquí sólo tendrá verdadera legitimidad y
libertad para operar cuando se hayan retirado las tropas de USA y Gran Bretaña.
Washington y Londres tienen que aceptar que si Iraq ha de sobrevivir tendrá que
ser una federación laxa dirigida por una alianza chií-kurda, porque juntos suman
un 80% de la población. Pero gracias a los errores de cálculo de Mister Bush y
de Mister Blair, el futuro no será decidido en negociaciones, sino en el campo
de batalla.<BR><BR> * Patrick Cockburn es autor de “The Occupation” (Verso)
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
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<HR>
<BR></FONT></DIV></BODY></HTML>