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<DIV align=center><FONT size=4><STRONG><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas<BR></U></FONT><FONT color=#800000><FONT
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR></FONT>Año IV - 11 de
diciembre 2006 - Redacción: </STRONG></FONT><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><FONT
size=4><STRONG>germain5@chasque.net</STRONG></FONT></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Chile</FONT></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>La muerte del
tirano</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Marcos Roitman Rosenmann
</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>La Jornada, México,
11-12-06</FONT></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify>Un sabor agridulce queda por encima de la muerte del tirano.
No será la justicia quien dicte sentencia frente a uno de los personajes que
menos ha merecido el cargo de general en jefe de las fuerzas armadas chilenas y
de presidente constitucional gracias a los acuerdos de la transición.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si hacemos memoria, su fama no es propia, sino ajena. Fue
bajo un discurso anticomunista y de fe católica, en medio de la guerra fría,
cuando logro concitar en su entorno a miles de bienintencionados e ingenuos
cuyas mentes seguían a pies juntillas los esloganes de la propaganda de la
derecha política. Muchos de ellos, gobernando Salvador Allende, se unieron a la
cruzada de creer que el marxismo era una doctrina comeniños cuyo objetivo era
convertir el país en provincia de la Unión Soviética. Ante semejante futuro
creían necesaria una respuesta. El prototipo de golpe de Estado se generalizó
tras el triunfo de la revolución cubana. Valga como ejemplo, la publicidad
electoral que me tocó vivir siendo niño durante la campaña presidencial de
Eduardo Frei Montalva en 1964 y que guardo en el recuerdo. Se trata de un
montaje publicitario ­la mentira en política no es nueva­: un cartel,
donde guerrilleros fusilan a un sacerdote en cuclillas con una frase
sobrepuesta: ¡Chileno, esto ocurre en Cuba, no permitas que suceda en Chile!
Tenía nueve años y cuando llegue a casa mi imaginación ya había construido un
mundo en Cuba y en Chile. Desde luego no quería otra Cuba. Mi padre, viejo
republicano español, escuchó y deshizo el entuerto. Pero el cebo era para haber
mordido y tragado todo el anzuelo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Seis años más tarde, durante el gobierno de la Unidad
Popular, comprendí la eficacia de tal mentira. Había calado hasta los huesos en
la sociedad chilena. Y además mostraba el camino a seguir en caso de triunfo de
los rojos: el alzamiento nacional y el golpe de Estado. La España de progreso
del general Francisco Franco daba luz. Caudillo por la gracia de Dios. Esos
argumentos se escucharán en Chile durante tres años (1970-1973), obteniendo
carta de ciudadanía y verosimilitud, se transforman en opción política. Estaban
en boca de mucha gente que lentamente se decantó por la desestabilización. Fue
el método para sabotear al gobierno y más tarde justificar el golpe militar, con
el apoyo de Estados Unidos. Nixon y Kissinger fueron los interlocutores para los
socios criollos, la democracia cristiana, el Partido Nacional y sectores de las
fuerzas armadas. Entre ellos buscaron los mecanismos para destruir la ciudadanía
republicana y la vía chilena al socialismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tal vez un tercio de la población creyó que Chile sufría
el cáncer del comunismo, la injerencia cubana y de un plan destinado a matar a
los chilenos contrarios a la Unidad Popular que pasó a llamarse Z. Ante tan
negro futuro, faltaba encontrar en las fuerzas armadas los iluminados, los
redentores de la patria. La trama civil del golpe se urde sobre bases concretas.
Son Patricio Aylwin, Zaldívar, Frei, entre otros, junto a dirigentes del Partido
Nacional quienes ponen en contacto a militares por medio de reuniones privadas
en sus casas. Los convites de asados, parrilladas y cumpleaños son la excusa.
Así se reconocen y organizan el complot: acabar con el gobierno de la Unidad
Popular. No existía un nombre. Era indiferente el personaje. La construcción de
la identidad de Pinochet es a posteriori. Su protagonismo le obligará a eliminar
a sus iguales. Destruir toda prueba que descubra su relato. Por ese motivo
asesina a dos generales, Oscar Bonilla y Augusto Lutz, este último jefe de los
servicios de inteligencia el 11 de septiembre. Verdaderos artífices de la trama
pre golpe. El simplemente sintetiza una opción. Más tarde acabará destituyendo
al general Leigh de la junta militar y ejerciendo él mismo como presidente de la
junta militar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este personaje oscuro, sin ideas propias ni principios
éticos, con deseos de grandeza, termina aislado como Hitler en el búnker
familiar, presa de sus delirios y vitoreado por unos cuantos cientos de
fanáticos. No serán muchos los que sientan su muerte. Los otros, los compañeros
de viaje en 1973, los más representativos, los anticomunistas de guerra fría y
de los sectores medios lo tildan corrupto y de haberse lucrado durante su
mandato. Ser un traidor a sus ideales. Ese tercio de chilenos, que lo apoyaron,
lo vitorearon, lo tiran a la cuneta. Ese es el peor castigo al cual Pinochet se
enfrentó en vida. Saberse al mismo tiempo instrumento de otros para destruir el
orden democrático y no poder terminar como héroe ni siquiera para una derecha
que lo desconoce e incluso lo escupe. El general ya atisba su futuro una vez
muerto. No habrá funeral de Estado y pasará a la historia en los libros de texto
como asesino, responsable de crímenes de lesa humanidad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tal vez debería haber sido juzgado y condenado. De esa
manera se haría justicia. Pero la estatura de la magistratura y la elite
política chilena no estuvo a la altura de sus víctimas y
detenidos-desaparecidos, a quienes sigue perteneciendo la dignidad de la lucha
por la democracia. Pero vale la pena señalar que con la muerte de Pinochet sigue
abierto el juicio por crímenes de lesa humanidad, ya que las responsabilidades
de ministros, asesores y funcionarios políticos civiles que participaron en su
gobierno los hace cómplices y los compromete directamente con la violación de
los derechos humanos. La justicia internacional seguirá sin archivar la
causa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por último, no podemos olvidar la escasa talla
intelectual del finado. Ambición de poder, amor al dinero, el lujo, el derroche
y la ostentación. Cualidades que reflejan cobardía y corrupción de carácter que
destruyen el mito de heroicidad y patriotismo que con tanto esmero se dedicó a
construir para justificar la infamia del 11 de septiembre de 1973. Sin embargo,
el descubrimiento de sus cuentas secretas y sus múltiples actos de corrupción
demuestran que rompió con la dignidad de militar y el deber de soldado. Era un
ejecutor de la doctrina del enemigo interno y un creyente de tres dogmas: la
familia, Dios y anticomunismo. Su trabajo consistió en aniquilar el proyecto
cultural, la condición humana y la vida, por tanto, en mandar a matar y
asesinar. Si su muerte concita un solo día de duelo o las fuerzas armadas lo
entierran con honores militares constituirá un oprobio para las víctimas de la
tiranía, un desprecio a las instituciones y una señal de que la democracia no
funciona en Chile.
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>