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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><FONT size=4><STRONG><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 28 de enero
2007 - Redacción: </STRONG></FONT><A href="mailto:germain5@chasque.net"><FONT
size=4><STRONG>germain5@chasque.net</STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Guerra global</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>¿Viene el fascismo energético?
</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>La carrera energética global y sus
consecuencias<BR></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Michael T. Klare
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Sin permiso</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><A
href="http://www.sinpermiso.info"><STRONG>www.sinpermiso.info</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Traducción de Camila
Vollenweider</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>Una vez más se ha puesto de moda,
para los pocos seguidores de la guerra de Irak de Bush, hacer hincapié en el
peligro del “Islamofascismo” y en la supuesta intención de los seguidores de
Osama Bin Laden de establecer un régimen talibán monolítico –un “Califato”- que
se extienda desde Gibraltar a Indonesia.<BR><BR>El mismo presidente ha empleado
este término en algunas ocasiones (<A
href="http://www.whitehouse.gov/news/releases/2005/11/20051114-3.html">http://www.whitehouse.gov/news/releases/2005/11/20051114-3.html</A>)
utilizándolo para describir los esfuerzos de los extremistas musulmanes para
crear un “imperio totalitario que suprima toda libertad política y religiosa”. A
pesar que podrían existir tal vez cientos, o aun miles, de individuos
trastornados y suicidas que comparten esta visión ilusoria, en realidad el mundo
se enfrenta a una amenaza más sustancial y universal, que podría denominarse
fascismo-energético, o la militarización de la lucha global por las siempre
menguantes fuentes de energía. A diferencia del Islamo-fascismo, el
fascismo-energético, tarde o temprano afectará de cerca de cada persona del
planeta.<BR><BR>O bien nos veremos obligados a participar o a financiar guerras
extranjeras para asegurar fuentes vitales de energía, como el actual conflicto
en Irak; o estaremos a merced de quienes controlan las fuentes de energía, como
los clientes del monstruo energético ruso en Ucrania, Bielorrusia y Georgia (<A
href="http://www.gazprom.com">http://www.gazprom.com</A>) </FONT><FONT
face=Arial size=2>; o, más temprano que tarde, nos encontraremos bajo un estado
de supervivencia constante, por miedo a consumir más de nuestra porción asignada
de combustible, o comprometernos en el comercio ilícito de energía. Esto no es
solamente una delirante pesadilla de futuro, sino una realidad potencial cuyas
características básicas, en gran medida desapercibidas, se están desarrollando
hoy.<BR><BR>Estas incluyen:<BR><BR>*La transformación del ejército
estadounidense en un servicio mundial de protección del crudo, cuya misión
principal es defender las fuentes ultramarinas de crudo y gas natural, mientras
patrulla los principales oleoductos y gasoductos del mundo y proporciona otras
rutas.<BR><BR>*La transformación de Rusia en un superpoder energético con
control sobre los principales suministros de crudo y gas natural euroasiáticos y
su determinación de convertir esos activos en una creciente influencia política
sobre los Estados vecinos. <BR><BR>*Una carrera despiadada entre los grandes
poderes por el petróleo restante, el gas natural y las reservas de uranio de
África, América Latina, Medio Oriente y Asia, acompañada por intervenciones
militares recurrentes, la constante instalación y reemplazo de regímenes
clientelares, corrupción sistémica y represión, y el continuo empobrecimiento de
la gran mayoría de quienes tienen la desdicha de habitar en las regiones
energéticamente ricas. <BR><BR>*Una creciente intromisión del Estado en, y
vigilancia de, la vida pública y privada como corolario del aumento de la
dependencia del poder nuclear, acarreando con ello una creciente amenaza de
sabotajes, accidentes y el desvío de materiales fisionables hacia las manos de
propagadores nucleares ilícitos.<BR><BR>En conjunto, este y otros fenómenos
relacionados constituyen las características básicas de un fascismo-energético
global emergente. Aunque puedan parecer disparatados, todos comparten una
característica común: una creciente implicación del Estado en la obtención,
transporte y asignación de suministros energéticos, acompañada de una mayor
inclinación a emplear la fuerza contra aquellos que resisten las prioridades del
Estado en esos asuntos. Como en el fascismo clásico del siglo XX, el Estado
busca asumir un mayor control sobre todos los aspectos de la vida pública y
privada en procura de lo que, dicen, es el interés nacional fundamental: la
adquisición de energía suficiente como para mantener el funcionamiento de la
economía y la gestión de los servicios públicos (incluido el
ejército).<BR><BR><STRONG>El rompecabezas de la
Demanda/Oferta</STRONG><BR><BR>Trayectorias poderosas, con la potencialidad de
alterar tendencias planetarias, no ocurren en el vacío. El surgimiento del
fascismo-energético puede ser extrapolado hasta dos fenómenos predominantes: un
inminente choque entre demanda y oferta de energía, y el traslado histórico del
centro de gravitación de la producción energética planetaria desde el norte
hacia el sur. Durante los últimos 60 años, la industria energética internacional
tuvo bastante éxito en la satisfacción de la siempre creciente sed de energía
del mundo en todas sus formas. Cuando esta sed se refiere a petróleo
exclusivamente, la demanda global saltó de 15 a 82 millones de barriles diarios
entre 1955 y 2005; un incremento del 450%. El producto mundial aumentó en una
cifra semejante en esos años.<BR><BR>Se espera que la demanda total siga
creciendo a este ritmo, si no más rápido, en los años próximos –impulsada en
gran medida por el gran crecimiento de China, India y otras naciones en
desarrollo. No obstante, no hay esperanza de que la producción global pueda
continuar avanzando al mismo ritmo. Más bien lo contrario: un creciente número
de expertos creen que el crecimiento global del crudo (líquido) alcanzará su
máximo tan sólo en 2010 o 2015 –y luego comenzará a declinar irreversiblemente
(http://www.peakoil.net). Si este es el caso, ninguna cantidad de arena
alquitranada canadiense, petróleo de esquisto bituminoso, u otras fuentes “no
convencionales” prevendrán una catastrófica escasez de combustible líquido
dentro de una década, generando un trauma económico generalizado. No es de
esperar que se contraiga tan rápidamente la demanda global de otros combustibles
primarios, incluyendo gas natural, carbón y uranio, pero todos estos materiales
son finitos y finalmente escasearán. El carbón es el más abundante de los tres;
si se sigue consumiendo a los niveles actuales, es probable que dure sólo 150
años más. Aunque si es utilizado para reemplazar al petróleo (frente a varios
procedimientos de transformación de carbón a líquido) desaparecerá mucho más
rápidamente.<BR><BR>Esto, por supuesto, no tiene en consideración la
desproporcionada contribución del carbón al calentamiento planetario; si no hay
un cambio en la forma en que se quema en las centrales eléctricas, el planeta
será inhabitable mucho antes de que las minas de carbón se extingan. El gas
natural y el uranio sobrevivirán al petróleo una década o dos, pero ellos
también alcanzarán finalmente un tope de producción y comenzarán a disminuir. El
gas natural simplemente desaparecerá, como el petróleo; cualquier escasez futura
de uranio puede ser superada en algún grado mediante una utilización mayor de
“reactores regeneradores” que produzcan plutonio; esta sustancia puede,
sucesivamente, ser usada como combustible reactor por derecho propio. Pero
cualquier incremento en el uso de plutonio aumentará enormemente el riesgo de
proliferación de armas nucleares, convirtiendo al mundo en un lugar mucho más
peligroso y el correspondiente requerimiento de mayor vigilancia
gubernamental de todos los aspectos del comercio y la producción nuclear. Tales
posibilidades de futuro están generando una gran ansiedad entre los funcionarios
de las principales naciones consumidoras de energía, especialmente los Estados
Unidos, China, Japón y los poderes europeos.<BR><BR>Todos estos países han
emprendido en los últimos años importantes revisiones en su política energética,
y todos han arribado a la misma conclusión: no se puede confiar más en las
fuerzas del mercado para satisfacer las necesidades energéticas nacionales
esenciales, por lo que el Estado debe asumir responsabilidades crecientes para
llevar a cabo esta tarea. Esta fue, por ejemplo, la principal conclusión de la
Política Energética Nacional adoptada por la administración Bush el 17 de mayo
de 2001 (<A
href="http://www.whitehouse.gov/energy">http://www.whitehouse.gov/energy</A>)</FONT><FONT
face=Arial size=2> y servilmente seguida desde entonces; similar es la
postura oficial del régimen comunista chino. Cuando encuentran resistencia a
tales intentos, además, los funcionarios del gobierno sólo ejercen el poder del
Estado más regularmente y con mano más dura para alcanzar sus objetivos, sea a
través de bloqueos comerciales, embargos, arrestos y confiscaciones, o el
abierto uso de la fuerza. Esto es parte de la explicación de la emergencia del
fascismo-energético.<BR><BR>Esta emergencia también está siendo provocada por la
geografía cambiante de la producción energética. En un momento, la mayoría de
las principales fuentes de petróleo y gas natural del mundo se localizaban en
Norteamérica y sectores europeos del Imperio Ruso. Esto no era accidental. Las
principales empresas de energía preferían operar en países hospitalarios que
estuvieran al alcance de la mano, relativamente estables y poco inclinados a
nacionalizar los depósitos privados de energía. Pero estos depósitos han sido
agotados y las únicas áreas aun capaces de satisfacer la creciente demanda
mundial están en África, Asia, América Latina y Medio Oriente. Los países que se
encuentran en esas regiones estuvieron sujetos hasta hace poco bajo el yugo
colonial y abrigan una profunda desconfianza hacia la participación extranjera;
muchos de ellos también albergan grupos étnicos separatistas, insurgentes o
movimientos extremistas que los hacen especialmente inhóspitos para las
compañías petroleras extranjeras.<BR><BR>La producción de petróleo en Nigeria
(<A
href="http://www.eia.doe.gov/emeu/cabs/Nigeria/Background.html">http://www.eia.doe.gov/emeu/cabs/Nigeria/Background.html</A>)</FONT><FONT
face=Arial size=2>, por ejemplo, ha sido bruscamente disminuida en los últimos
meses por una insurgencia en el empobrecido Delta de Níger (<A
href="http://www.csmonitor.com/2006/0307/p04s01-woaf.html">http://www.csmonitor.com/2006/0307/p04s01-woaf.html</A>).</FONT><FONT
face=Arial size=2> La han dirigido miembros de grupos tribales pobres que
han sufrido terriblemente las secuelas medioambientales causadas por las
operaciones de empresas petroleras, mientras recibían pocos beneficios palpables
de las ganancias resultantes; la mayor parte de la renta que permanece en el
país es apropiada por elites políticas en Abuja, la capital. Combinando esta
especie de resentimiento local con la falta de seguridad y a menudo con
gobiernos débiles, resulta poco sorprendente que los líderes de las
principales naciones consumidoras hayan tomado estos asuntos entre sus manos
–estableciendo acuerdos petroleros preventivos con funcionarios locales
complacientes y proporcionando protección militar, donde se necesite, para
garantizar entregas seguras de petróleo y gas natural.<BR><BR>En muchos casos,
esto ha originado el establecimiento de relaciones forjadas por el petróleo, del
tipo patrón-cliente, entre las principales naciones consumidoras y sus más
importantes proveedores, parecidas a las que tiene el protectorado
norteamericano sobre Arabia Saudita y las que ha creado recientemente con Ilham
Aliyev, presidente de Azerbaiyán (<A
href="http://en.wikipedia.org/wiki/Ilham_Aliyev">http://en.wikipedia.org/wiki/Ilham_Aliyev</A>).</FONT><FONT
face=Arial size=2> Ya tenemos los comienzos del equivalente energético de
la clásica carrera armamentista, conjuntamente con muchos de los elementos del
“Gran Juego” del que una vez participaron los poderes coloniales en algunas de
las mismas partes del planeta. Militarizando las políticas energéticas de las
naciones consumidoras y aumentando las capacidades represivas de los regímenes
clientes, los cimientos para un mundo fascista-energético han sido
colocados.<BR><BR><STRONG>El Pentágono: un servicio mundial de protección del
petróleo</STRONG><BR><BR>La expresión más significativa de esta tendencia ha
sido la transformación del ejército estadounidense en un servicio de protección
petrolera (http://www.tomdispatch.com/index.mhtml?pid=1888) cuya función
principal es vigilar las fuentes energéticas ultramarinas así como sus sistemas
de distribución mundial (oleoductos, buques petroleros, y rutas). Esta misión
principal fue articulada en un principio, por el presidente Jimmy Carter en
enero de 1980, cuando describió al caudal petrolero del Golfo Pérsico como un
“interés vital” para los EE.UU., y afirmó también que este país debería emplear
“cualquier medio que sea necesario, incluyendo la fuerza militar” para enfrentar
cualquier intento por parte de un poder hostil de bloquear ese caudal. Cuando
Carter emitió este edicto, inmediatamente apodado “Doctrina Carter”, los EE.UU.
aun no poseían ninguna fuerza capaz de desempeñar ese papel en el Golfo
(<A
href="http://en.wikipedia.org/wiki/Carter_Doctrine">http://en.wikipedia.org/wiki/Carter_Doctrine</A>)</FONT><FONT
face=Arial size=2>. Para llenar ese espacio, Carter creó una nueva entidad, la
Fuerza Conjunta de Tareas de Desplegamiento Rápido (Rapid Deployment Joint Task
Force-RDJTF), un conjunto de fuerzas designadas para ser empleadas en Medio
Oriente (<A
href="http://www.centcom.mil/sites/uscentcom1/Shared%20Documents/History.aspx">http://www.centcom.mil/sites/uscentcom1/Shared%20Documents/History.aspx</A>)</FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>En 1983, el presidente Reagan transformó la RDJTF en
Comando Central (Centcom), nombre que aun se mantiene (<A
href="http://www.centcom.mil">http://www.centcom.mil</A>). El Centcom
ejerce la autoridad sobre todas las fuerzas de combate norteamericanas
desplegadas en el área del Golfo Pérsico incluyendo Afganistán y el Cuerno de
África. Actualmente, el Centcom está fundamentalmente preocupado por las guerras
en Irak y Afganistán, pero nunca ha renunciado a su rol original de guardián de
los caudales petroleros del Golfo Pérsico, en consonancia con la Doctrina Carter
(<A
href="http://www.nytimes.com/2007/01/14/weekinreview/14kifn.html?_r=1&oref=slogin&pagewanted=print">http://www.nytimes.com/2007/01/14/weekinreview/14kifn.html?_r=1&oref=slogin&pagewanted=print</A>).</DIV>
<DIV align=justify><BR>El mayor peligro para el petróleo del Golfo Pérsico
parece provenir de Irán, que ha amenazado con cortar todos los envíos de crudo
que pasen por el estratégico estrecho de Hormuz (el angosto paso en la boca del
Golfo) en el caso de un ataque aéreo norteamericano sobre sus instalaciones
nucleares (http://www.tomdispatch.com/index.mhtml?pid=92161). Anticipándose a
tal maniobra, el Pentágono recientemente ha ordenado fuerzas navales y aéreas
adicionales en el Golfo y reemplazado al Comandante del Centcom -General John
Abizaid, partidario del compromiso diplomático con Irán y Siria (<A
href="http://www.centcom.mil/sites/uscentcom1/CENTCOM%20Leadership/GeneralJohnAbizaid.aspx">http://www.centcom.mil/sites/uscentcom1/CENTCOM%20Leadership/GeneralJohnAbizaid.aspx</A>)-
por el Almirante William Fallon (<A
href="http://www.pacom.mil/leadership/j0/j0bio.shtml">http://www.pacom.mil/leadership/j0/j0bio.shtml</A>), jefe
del Comando Pacífico (Pacom) y un experto en operaciones navales y aéreas
(http://www.thenation.com/doc/20070122/klare). Fallon llegó al Centcom justo
cuando el presidente Bush, en un discurso televisado el 10 de enero (<A
href="http://www.columbian.com/news/APStories/AP01142007news92474.cfm">http://www.columbian.com/news/APStories/AP01142007news92474.cfm</A>),
anunció el despliegue en el Golfo de un grupo adicional de batalla y advirtió
sobre una dura acción militar contra Irán si no detenía su apoyo a los
insurgentes en Irak y su política de enriquecimiento de uranio.<BR><BR>Cuando
fue promulgada en 1980, la Doctrina Carter apuntaba principalmente hacia el
Golfo Pérsico y sus aguas circundantes. Sin embargo, en los últimos años los
políticos estadounidenses han concluido que los Estados Unidos deben extender
este tipo de protección a cada región productora de petróleo del mundo en
desarrollo. La lógica de una Doctrina Carter a escala global fue deletreada en
un informe de un comité de trabajo bipartidista “La geopolítica de la energía”,
publicado por el Centro para los Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS)
en noviembre de 2000 (<A
href="http://www.csis.org">http://www.csis.org</A>). Debido a que los
Estados Unidos y sus aliados han visto incrementada su dependencia energética
respecto de inestables países ultramarinos, el informe concluyó que “los riesgos
sociopolíticos en relación a la disponibilidad energética no parecen
disminuir”.<BR><BR>Bajo estas circunstancias, “Estados Unidos, como la única
superpotencia mundial, debe aceptar sus especiales responsabilidades para
proteger el acceso a las fuentes mundiales de energía”. Esta clase de
pensamiento –al que adhieren tanto dirigentes Republicanos como Demócratas-
parece haber regido el pensamiento estratégico norteamericano desde finales de
los 90. Fue el presidente Clinton quien hizo efectiva esta política, extendiendo
la Doctrina Carter a la cuenca del Mar Caspio. Fue Clinton quien originalmente
declaró que el flujo de petróleo y gas desde el Mar Caspio hacia el oeste son
una prioridad para la seguridad norteamericana, y quien, sobre esta base,
estableció vínculos con los gobiernos de Azerbaiyán, Georgia, Kazajstán,
Kirguizistán y Uzbekistán. El presidente Bush ha afianzado esos lazos – lo cual
fue la fase preparatoria para la presencia permanente del ejército
estadounidense en la región- pero es importante considerar esto como un esfuerzo
bipartidista en consonancia con la creencia compartida de que la protección de
las fuentes de crudo mundial es, cada vez más, no sólo una de las funciones
vitales del ejercito norteamericano, sino su función vital.<BR><BR>Más
recientemente, el presidente Bush ha extendido el alcance de la Doctrina Carter
al África occidental, ahora una de las principales fuentes americanas de
petróleo. Un énfasis particular se ha puesto sobre Nigeria, donde los disturbios
en el Delta (que contiene la mayoría de los campos petroleros en tierra firme
del país) han provocado una disminución sustancial en la producción de crudo.
“Nigeria es el quinto proveedor de petróleo hacia Estados Unidos”, señaló el
Fiscal del Departamento de Estado, y el presupuesto del año fiscal 2007 de
Operaciones Extranjeras del Departamento de Estado se justificó frente a la
oficina presupuestaria del congreso declarando, “una interrupción del
aprovisionamiento del petróleo nigeriano representaría un gran golpe para la
estrategia de seguridad petrolera norteamericana”. Para prevenir tal situación,
el Departamento de Defensa esta aprovisionando el ejército nigeriano y las
fuerzas de seguridad interior destinadas a sofocar la violencia en la región del
Delta (<A
href="http://allafrica.com/stories/200605251026.html">http://allafrica.com/stories/200605251026.html</A>);
asimismo, el Pentágono está colaborando con fuerzas nigerianas regionales en el
esfuerzo de patrullaje y vigilancia que procura mejorar la seguridad en el golfo
de Guinea, donde yace la mayoría de los campos de gas y petróleo off-shore de
África occidental.<BR><BR>Por supuesto, los altos funcionarios y las elites
políticas extranjeras se resisten a reconocer tales motivaciones para la
utilización de la fuerza militar –ellos prefieren hablar de la extensión de la
democracia y de la lucha contra el terrorismo. Pero, de vez en cuando, algún
indicio del verdadero basamento energético de estas convicciones sale a la
superficie. Especialmente revelador es un informe de la fuerza de tareas del
Consejo de Relaciones Exteriores de noviembre de 2006, titulado “Las
consecuencias de la dependencia energética de los EEUU para la seguridad
nacional” (<A
href="http://www.cfr.org">http://www.cfr.org</A>). Co-presidido por el ex
Secretario de Defensa James Schlesinger y el ex director de la CIA, John
Deutsch, y respaldado por una elite de políticos empollones de ambos partidos el
informe exaltó sonoramente los habituales tópicos, destinados a ser ignorados,
sobre eficiencia energética y conservación, pero después contraatacó repitiendo
el tono militarista anunciado en el reporte CSIS de 2000 (que Schlesinger
también co-dirigió): “varias operaciones normales de las fuerzas americanas
regionalmente desplegadas [presumiblemente el Centcom y el Pacom] han hecho
importantes contribuciones para mejorar la seguridad energética, y la
continuidad de tales esfuerzos será necesaria en el futuro. La protección naval
estadounidense de las rutas marítimas por las que se transporta el petróleo son
de suprema importancia”.<BR><BR>El informe también pidió reforzar el compromiso
de la marina estadounidense en la costa nigeriana del Golfo de Guinea. Cuando se
expresan tales ideas, los políticos norteamericanos a menudo adoptan una postura
altruista, afirmando que Estados Unidos está haciendo un “bien social”
protegiendo las fuentes mundiales de petróleo en nombre de la comunidad mundial.
Pero esta arrogante postura altruista ignora aspectos cruciales de la
situación.<BR><BR>*Primero, Estados Unidos es el principal consumidor de
gasolina, tragándose uno de los cuatro barriles de crudo consumidos diariamente
en el globo. <BR><BR>*Segundo, los oleoductos y vías marítimas -protegidos por
soldados y marines americanos que arriesgan sus vidas por ello- están en su
mayor parte orientados hacia los EE.UU. y cerca de sus aliados, como Japón y los
países de la OTAN. <BR><BR>*Tercero, a menudo las fuerzas militares
norteamericanas en el extranjero protegen específicamente a corporaciones
estadounidenses con operaciones ultramarinas, nuevamente, con el riesgo que esto
conlleva para el personal militar involucrado. <BR><BR>*Cuarto, el Pentágono es
por si mismo uno de los mayores consumidores mundiales de combustible –en 2005
consumió 134 millones de barriles de crudo, lo mismo que consumió Suecia.
<BR><BR>Entonces, si bien es verdad que otros países pueden llegar a obtener
algunos beneficios de las actividades del ejército norteamericano, los
principales beneficiarios son la economía americana y sus gigantescas
corporaciones; los principales perdedores son los soldados americanos que
arriesgan sus vidas a diario para proteger los oleoductos y refinerías, los
pobres de esos países, quienes perciben pocos o ningún beneficio de la
extracción de sus recursos naturales, y también el medioambiente como un
todo.<BR><BR>El costo de esta operación, tanto en sangre como en tesoros, es
enorme y sigue en aumento. Antes que nada, está la guerra en Irak, la cual debe
haber estallado por varios motivos, pero a fin de cuentas no puede ser separada
de la misión histórica, diseñada por Carter, para eliminar cualquier amenaza
potencial a la libre circulación del petróleo desde el Golfo Pérsico. Un ataque
sobre Irán podría también deberse a múltiples razones, pero en último término
debería vincularse a esta misma misión –aún si tuvo el efecto perverso de cortar
los suministros de crudo, elevar el precio de la energía y hacer caer en picada
la economía mundial. Y seguramente habrá más guerras alrededor del petróleo
después de ésta, con más heridos americanos y más víctimas de los misiles y
balas estadounidenses. El costo en dólares también será mayor. Aun si se excluye
de la cuenta la guerra de Irak, los EEUU gastan aproximadamente la cuarta parte
de su presupuesto de defensa, unos cien mil millones por año, en el Golfo
Pérsico y otros gastos relacionados –el precio anual aproximado para la
aplicación de la doctrina Carter. Uno podría preguntarse sobre qué porcentaje
del costo aproximado del billón de dólares de la guerra en Irak debería ser
agregado a esta cuenta (<A
href="http://www.msnbc.msn.com/id/11880954/">http://www.msnbc.msn.com/id/11880954/</A>), pero
seguramente estamos hablando, como mínimo, de cientos de miles de millones de
dólares sin final a la vista.<BR><BR>La protección de los oleoductos y las rutas
marítimas en el Océano Índico, el Pacífico, el Golfo de Guinea, Colombia y las
regiones del Mar Caspio agrega miles de millones adicionales a esta cuenta.
Estos costos serán como una bola de nieve en el futuro, cuando EEUU sea,
predeciblemente, más dependiente de la energía del hemisferio sur, cuando crezca
la resistencia a la explotación occidental de sus pozos, cuando se acelere la
carrera energética entre las emergentes China e India, y cuando las elites de la
política exterior norteamericana comiencen a depender más aun del ejército para
vencer esta resistencia. Eventualmente, la escalada de estos costos requerirá
impuestos nacionales más elevados o la disminución de beneficios sociales, o
ambas cosas; en algún punto, la creciente necesidad de fuerza de trabajo para
defender todos esos campos petroleros de ultramar, refinerías, gasoductos,
oleoductos y rutas marítimas de transporte supondría la reanudación del
reclutamiento militar.<BR><BR>Esto generará una amplia resistencia doméstica a
estas políticas –y ello, a su vez, podría disparar el tipo represivo de
enérgicas medidas gubernamentales que arrojarían una sombra aún más oscura de
fascismo-energético sobre nuestro mundo.<BR><BR></DIV><STRONG></STRONG>
<DIV align=justify><STRONG>* Nota de Correspondencia de Prensa:</STRONG> Michael
T. Klare, experto en seguridad internacional y analista en temas de defensa.
Dirige el Five College Program in Peace and World Security Studies con sede en
el Hampshire College en Amherst, Massachusetts. Autor de numerosos libros sobre
la naturaleza de los conflictos bélicos, entre ellos: Guerras por los recursos.
El futuro del conflicto global. Ediciones Urano-Tendencias, España, 2003. .
</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><BR><BR><BR></DIV></FONT></BODY></HTML>