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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 30 de enero 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>América
Latina</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Progresistas eran los de
antes<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Roberto
Gargarella *</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG>Sin Permiso</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><A
href="http://www.sinpermiso.info/"><STRONG>http://www.sinpermiso.info/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Varios gobiernos de América latina, para reemplazar las
políticas neoliberales, intentan caminos alternativos hacia la equidad. Sin
embargo, éstos poco tienen que ver con el pensamiento realmente igualitario de
siglos anteriores. <BR><BR>La Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador,
Uruguay, Venezuela han reafirmado, a través de procesos electorales más o menos
recientes, su compromiso con gobiernos de desafío frente a las políticas que
predominaran en los años 90.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Pero ¿cómo evaluar —más allá de las obvias diferencias
que separan entre sí a tales gobiernos— la corriente "progresista" que parece
agruparlos? Uno podría realizar ese análisis desde la pura teoría; o prestándole
atención a las acciones de las socialdemocracias europeas; o tomando en cuenta
las propias promesas electorales realizadas por los líderes electos o
reelectos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Aquí quisiera llevar a cabo esa evaluación desde otro
lugar, esto es, desde el punto de vista de la fragmentada, débil, pero aún así
viva tradición radical-igualitaria que emergiera en América durante la época
fundacional de su vida constitucional, hace más de dos siglos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La tradición igualitaria que aquí se considera es la que
supieron tejer, desde la doctrina, la tribuna o la práctica política, figuras
como Santiago Arcos y Francisco Bilbao en Chile; Manuel Murillo Toro en
Colombia; Juan Montalvo en Ecuador; Thomas Jefferson en los Estados Unidos;
Ignacio Ramírez, Ponciano Arriaga, o Melchor Ocampo en México; González Vigil en
Perú. <BR><BR>Esta tradición puede distinguirse por su adhesión a cinco ideales
básicos, desde los cuales supo confrontar al pensamiento liberal-conservador
entonces también dominante. El primero de estos ideales tenía que ver con una
noción peculiar de libertad, asociada con las ideas de no-dominación o
no-explotación, con la que disputaban a la propuesta liberal del laissez-faire
—una propuesta que identificaba la libertad con la ausencia de todo
intervencionismo estatal. Para los igualitarios, en cambio, el ideal de la
libertad sólo quedaba satisfecho cuando, en palabras de Francisco Bilbao,
"ningún hombre dependía de ningún otro".</DIV>
<DIV align=justify><BR>En segundo lugar, esta tradición reivindicaba una idea de
igualdad que también iba más allá de la noción formal de igualdad que atribuían
al pensamiento dominante. Fue en virtud de dicha mirada sobre la igualdad que,
por ejemplo, estos pensadores no se mostraron satisfechos con la abolición de la
esclavitud o del tributo indígena: era necesario asegurar, ante todo, las
condiciones materiales o sustantivas de esa igualdad formal —para no consagrar
una situación <BR>de simple "esclavitud sin cadenas".</DIV>
<DIV align=justify><BR>En tercer lugar, estos primeros igualitarios
reivindicaron formas de asociacionismo y colectivismo que se oponían al tipo de
individualismo "egoísta" que predicaban entonces Juan B. Alberdi en la
Argentina, José Químper en Perú, o José María Samper en Colombia. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos tres principios básicos aparecían atados a dos
intuiciones fundamentales, relacionadas con el diseño institucional. La primera
de tales intuiciones decía que ninguna reforma política podía ser realmente útil
si no venía acompañada de una profunda reforma económica. De allí que Ponciano
Arriaga sostuviera que la reforma constitucional —en la que él estuvo
directamente comprometido, en México— no tenía el mínimo sentido si no se
acompañaba de una radical reforma de la propiedad ("La Constitución —decía
Arriaga— debe ser la ley de la tierra"). De allí también que Murillo Toro
—responsable de la adopción del sufragio universal en Colombia— afirmara que las
innovaciones en materia de sufragio no cambiarían nada, sin el acompañamiento de
sustanciales reformas en la propiedad de la tierra.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La segunda intuición fundamental se vinculaba con una
postura fuertemente antipresidencialista que —en algunos casos, como en el del
radical Francisco Bilbao— implicó una postura directamente contraria a "toda
representación". Esta vocación antipresidencialista es la que los llevó a
proponer "Ejecutivos de tres cabezas" (porque "tres no se unen para oprimir")
contra los deseos de Simón Bolívar, en Perú o Venezuela. Esta misma vocación es
la que los llevó a proponer —y conseguir— mandatos presidenciales de sólo dos
años y organizaciones territoriales ultrafederalistas, como en Colombia. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sea cual sea el modo en que hoy queramos describir al
"progresismo" latinoamericano de nuestro tiempo, parece claro que —salvo
aparentes excepciones— él tiene muy poco que ver con la tradición igualitaria
que los actuales líderes podrían estar interesados en reivindicar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Contra aquella tradición, el actual "progresismo" tiende
a ser agresivamente presidencialista; promueve el asistencialismo paternalista
más que el asociacionismo cívico; suele descuidar la reforma política (salvo la
que se orienta a preservarlo en el poder); y tiende a mantener índices
históricamente insólitos de desigualdad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lamentablemente, en esta trayectoria, muchos de los
líderes regionales son acompañados por pensadores, tanto oficialistas como
críticos, que aún hoy —insólitamente— se empeñan en enfatizar los aspectos de
decisionismo y liderazgo que, según nos dicen, constituirían un componente
indispensable de la política regional. A ellos cabría decirles que, en países
fragmentados como los nuestros, el decisionismo y el liderazgo pueden ayudar a
las políticas del orden, pero nunca —como ya lo hemos visto durante siglos de
historia— a las políticas por una genuina igualdad.<BR><BR></DIV>
<DIV align=justify>* Roberto Gargarella es profesor de Derecho Constitucional en
la Universidad de Buenos Aires y en el Instituto Di Tella. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>