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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 3 de febrero 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Darfur</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>El Genocidio del Siglo XXI <BR><BR>María
Victoria Diez </FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Puede decirse que este es un
enfrentamiento multicausal, en el cual intervienen múltiples factores, así como
la larga y trágica historia de un pueblo desgarrado por el colonialismo, la
guerra y la pobreza. Si tanto se han movilizado las poblaciones del mundo en
contra de la guerra de Irak o de la guerra entre judíos y palestinos, ¿cómo es
que aún no lo han hecho por el pueblo sudanés? ¿Es que acaso ellos sí merecen
ser sometidos, exterminados o desplazados? </FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Observatorio de Conflictos, Argentina
</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>La Haine</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A href="http://www.lahaine.org/"><STRONG><FONT
size=3>http://www.lahaine.org/</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR><STRONG>INTRODUCCIÓN</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La crisis que actualmente atraviesa a la República de
Sudán, desangrada por el violento conflicto en el estado de Darfur, ha puesto a
este país del norte de África en la primera plana de las noticias
internacionales durante los últimos meses. Sin embargo, nada de esto es nuevo
para los sudaneses. Los propios conflictos en Darfur se desataron hace ya tres
años, en tanto que este país ha vivido en medio de sangrientas guerras civiles
desde su independencia, en 1956, y sólo interrumpidas por un período de 11 años,
que va desde 1972 a 1983.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mientras algunos afirman que Darfur es una continuación
de la guerra civil que ha enfrentado durante 50 años al norte con el sur por los
recursos naturales del país, y que se había dado por concluido con el histórico
tratado de paz firmado en 2004 entre el Gobierno sudanés y los grupos rebeldes,
otros hablan de un conflicto de raíces étnico-religiosas, que enfrentaría al
norte árabe y musulmán contra el sur africano, cristiano y animista. Por otra
parte, habría una tercer versión que estaría hablando de un plan de “limpieza
étnica” orquestado por el gobierno de Jartum con el fin de vaciar las tierras
del sur del país, ricas en agua y petróleo, y proceder a su explotación.
<BR>Ninguna de estas versiones se aleja de la realidad, pero tampoco son,
individualmente, la causa de la lucha. Para tratar de entender qué es lo que
está pasando en Sudán actualmente habría que conjugar estas tres visiones, pues
puede decirse que este es un enfrentamiento multicausal, en el cual intervienen
múltiples factores, así como la larga y trágica historia de un pueblo desgarrado
por el colonialismo, la guerra y la pobreza. De modo que sí, puede afirmarse que
lo que actualmente acontece en la región de Darfur tiene sus raíces en la guerra
civil sudanesa; pero, asimismo, esta guerra puede encontrar sus razones en las
condiciones históricas en que Sudán nace como un país independiente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La intención de este trabajo es realizar un breve resumen
de la historia de Sudán, a fin de hallar un proceso si bien no uniforme, sí con
elementos comunes entre la guerra civil post independencia y los sucesos
actuales que aquejan al estado de Darfur. Pero también sería importante resaltar
los factores distintivos que intervienen en esta lucha, que ha sido calificada
por Naciones Unidas como la mayor crisis humanitaria del siglo XXI.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>SUDÁN: UN PAÍS DE COLONIALISMO
“REFORZADO”:</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La República de Sudán es el país más grande de todo el
continente africano, con una superficie de unos dos mil quinientos millones de
kilómetros cuadrados y una población cercana a los 39 millones de habitantes
(1). Este país está situado en un punto estratégico, pues constituye la bisagra
principal entre el mundo árabe y el África negra. Sudán limita con Egipto por el
norte; al este se encuentra el Mar Rojo, Eritrea y Etiopía; al sur limita con
Kenia, Uganda y la República Democrática del Congo; y, al oeste linda con la
República Centroafricana, Chad y Libia. El país consta de tres regiones
naturales: al norte, el desierto; en el centro se encuentra el sahel, vasta zona
semiárida compuesta de estepas y modestas elevaciones; por último, hacia el sur
se abre una región dominada por ciénagas y selvas tropicales, rica en recursos
hídricos (principalmente en el sudeste) gracias al paso de los ríos Nilo, Nilo
Blanco y Nilo Azul, así como sus afluentes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Del mismo modo que el resto de los países africanos,
Sudán también ha sido víctima de la invasión de potencias extranjeras, que
hicieron de estos pueblos colonias al servicio de sus propios intereses,
llevándose las riquezas naturales de la región a cambio de un futuro miserable
para su gente. Aún así, la particularidad del Sudán consistió en estar sometido
a un doble dominio colonial: el de Egipto, su vecino más fuerte, y el de Gran
Bretaña, la gran potencia imperialista del siglo XIX.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sudán ha sido desde siempre influido por su gran vecino,
Egipto, ya desde tiempos de las grandes dinastías faraónicas cuando el norte de
la actual república sudanesa era el lugar de asiento de los egipcios procedentes
de Nubia. Más tarde, la región fue ocupada por una gran variedad de reinos
independientes, que en muchos casos establecieron sultanatos tal como fue el
caso de la dinastía Keira, de la etnia fur. Históricamente, las diversas tribus
que habitaban Sudán convivieron en paz, a excepción de períodos donde las luchas
eran originadas por una disputa por los recursos naturales entre tribus nómadas
o seminómadas y aquellas que se dedicaban a la agricultura de subsistencia; no
obstante su frecuencia, eran de poca importancia pues siempre era factible
llegar a un acuerdo para lograr una convivencia sana entre los habitantes del
lugar y las poblaciones itinerantes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A principios de la década de 1820 Egipto, que en esa
época era parte del Imperio Otomano, invade Sudán y pone fin a una larga
tradición de autonomía regional. La mayor parte del territorio de Nubia se
convirtió entonces en una provincia egipcia, conocida como el Sudán egipcio;
pero el dominio de Egipto se extendió también hacia el sur. Sin embargo, el
sultanato de Darfur, ubicado en la zona oeste del país, logró conservar su
independencia hasta bien entrado el dominio británico. Inglaterra ingresa en
este territorio hacia mediados del siglo XIX, convirtiéndolo en un punto
estratégico para sus intereses económicos y comerciales, pero también políticos,
pues la gran potencia se veía amenazada por Francia, que cada vez estaba
adquiriendo mayor peso en el continente africano, gracias a sus posesiones
coloniales. A partir de 1880, Egipto y Gran Bretaña llegaron a un acuerdo en el
cual acordaron compartir el dominio sobre el territorio de Sudán. Sin embargo,
las poblaciones autóctonas opusieron una gran resistencia contra la dominación
colonial, e incluso una rebelión logró vencer a las tropas egipcias y proclamó
la independencia del país en 1885, estableciendo allí un Estado islámico. La
flamante nación, no obstante, fue abatida por los ejércitos británicos en 1898 y
Sudán volvió a ser la colonia que era.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, el momento de liberarse de Egipto y Gran
Bretaña llegaría. Durante la segunda postguerra, la tensión entre las dos
potencias había ido en aumento; al mismo tiempo, Sudán se sumó a los movimientos
por la independencia que comenzaron a surgir en varios países africanos al
promediar el siglo XX. Frente al punto muerto al que habían llegado las
negociaciones entre británicos y egipcios para dirimir cuestiones referentes al
gobierno, en 1953 se firma un acuerdo que garantizaba la independencia de Sudán
tras un período de transición de tres años, denominado “proceso de
sudanización”, mediante el cual se celebrarían elecciones en el país y los
sudaneses irían relevando a todos los extranjeros tanto de los cargos políticos
como de los militares.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>EL COSTO DE SER INDEPENDIENTES</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero la paz y el crecimiento no llegarían de la mano de
la independencia. Los conflictos étnico-religiosos comenzarían a pesar en la
distribución de la riqueza del país. Si bien más de un 70 por ciento de la
población profesa la religión musulmana aún perviven tradiciones religiosas
autóctonas y hay un pequeño porcentaje cristiano. Al mismo tiempo, Sudán cuenta
con una mayoría de población de origen africano (compuesta por una gran variedad
de grupos tribales) que se ubica alrededor del 60 por ciento, en tanto que la
población árabe llega a un 40 por ciento del total. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos no son datos anecdóticos, ya que estas diferencias
de etnias y religiones se verán reflejadas en la distribución geográfica de las
poblaciones a lo largo y ancho del país: mientras que los árabes musulmanes
predominan en el norte de Sudán, los africanos cristianos y animistas lo hacen
en el sur. La región del norte, que no es precisamente la más rica en recursos
pero sí el asiento del poder político (que desde la independencia ha sido
monopolizado por gobiernos árabes musulmanes), ha marginado permanentemente a
las poblaciones del sur y presionado siempre a favor de sus propios intereses.
Es en esta diferenciación donde se halla el origen de la guerra civil que, en su
primer período, va desde 1955 a 1972. A ello hay que sumarle la constante lucha
por acaparar los recursos naturales, la mayoría provenientes del sur del
país.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La historia independiente del Sudán no dista mucho de la
del resto de los países africanos, e incluso, de la historia de América Latina.
Son países en los cuales sus recursos naturales, principalmente los
alimenticios, podrían sostener ampliamente a toda su población, pero que debido
a los voraces intereses de las grandes potencias hegemónicas mundiales (primero
Inglaterra, luego Estados Unidos y ahora también China) aliadas con los
gobiernos locales de turno, corruptos e ineficaces, han caído en la miseria, la
marginación en todos los ámbitos y, en este caso, en la violencia extrema.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los gobiernos de Sudán han nacido, en su gran mayoría, de
golpes de estado militares que se han afincado en el poder. Una y otra vez, los
intentos democráticos se han visto frustrados por la intervención las Fuerzas
Militares, y todo esto en medio de una guerra civil que ha enfrentado al norte
con el sur; los del norte, en su mayoría árabes musulmanes, son partidarios de
la imposición del islamismo en todo el territorio, en tanto que los pueblos del
sur defienden la diversidad étnica y religiosa, pero también exigen la
redistribución del poder político y de los recursos económicos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 1972, el entonces presidente de Sudán, Yaffar
al-Numeiry, negoció con los grupos rebeldes un acuerdo de paz para poner fin a
los enfrentamientos. El tratado de paz de Addis Abeba (Etiopía) establecía la
tan ansiada autonomía del sur. Al mismo tiempo, Numeiry logró promulgar una
Constitución en 1973. Parecía que los días de guerra estaban llegando a su fin.
Pero hacia fines de esa década y comienzos de la siguiente, la tensión fue cada
vez más en aumento. En 1983 se abre el segundo período de estas luchas civiles.
El principal detonante, esta vez, fue la imposición de la shaira (ley islámica)
en todo el país, que recaía incluso sobre las poblaciones no musulmanas. Al
mismo tiempo, la economía se vio sumida en una terrible crisis provocada por una
serie de catástrofes naturales, sumadas a la terrible presión ejercida por el
Fondo Monetario Internacional (FMI) por una deuda prácticamente impagable. El
resultado fue el esperado: nuevos enfrentamientos entre norte y sur, al tiempo
que la autonomía sureña ya no sería reconocida por el gobierno de Jartum.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es en este contexto donde entra en escena el Ejército
Popular de Liberación del Sudán (EPLS), un movimiento revolucionario liderado
por Jhon Garang, un cristiano del sur perteneciente a la tribu dinka (ganaderos)
y ex integrante de las Fuerzas Armadas de Sudán, entrenado en los Estados
Unidos. El del EPLS fue un movimiento cuyo primer objetivo era el derrocamiento
de Numeiry, y gracias a ello atrajo a todos los opositores del presidente.
Finalmente, en abril de 1985, luego de una gran revuelta en la capital del país
(Jartum) y de un golpe de Estado, el gobierno de Numeiry fue derrocado y la
Constitución por él promulgada, suspendida.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Luego de 18 años sin elecciones democráticas, el pueblo
sudanés fue llevado a las urnas (aunque a medias, ya que por los enfrentamientos
se hizo imposible votar en 37 distritos meridionales), dándole la victoria a
Sadiq al-Mahdí, dirigente del partido Umma. Pero el nuevo gobierno se vio
prontamente debilitado a consecuencia de una acuciante carencia de alimentos, a
los enfrentamientos con la guerrilla, la deuda externa del país y el
faccionalismo existente al interior del propio gobierno de Jartum. La economía
quedo totalmente paralizada; la terrible situación derivó en una abierta guerra
civil, que fue aprovechada por el general Omar Hasán Ahmad al-Bashir para
perpetrar un nuevo golpe de Estado y alzarse con el poder.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>EL RÉGIMEN DE OMAR AL-BASHIR</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Un nuevo golpe de Estado había terminado con el régimen
democráticamente electo de al-Mahdí, y en su lugar Omar al-Bashir se
autoproclamó presidente de Sudán, gobierno que a partir de entonces se definiría
como de corte absolutamente islámico. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Entre algunas de las medidas más controversiales del
gobierno de al-Bashir se cuenta la reimplantación de la shaira en todo el país
(lo cual fue una causa más para los rebeldes en su enfrentamiento con el norte)
y la sanción de una Constitución que en 2001 le permitió llamar a elecciones,
las primeras desde su golpe de Estado. Sin duda, las mismas no tuvieron nada de
democráticas y sólo fueron una simple pantalla para proporcionarle al presidente
un nuevo mandato. Así, perpetrándose en el poder desde entonces, y con el apoyo
de ciertos sectores políticos de gran fuerza, Omar al-Bashir logró hacer
desaparecer cualquier vestigio de libertad que hubiera quedado vivo e implantar
el Islam por la fuerza a todos los habitantes. Al mismo tiempo, basó su
estrategia de poder en la deportación masiva de la población negra hacia las
regiones más desérticas del país, a fin de “liberar” los territorios que
sirvieran para posibles negociados. No obstante la dureza que impuso el régimen
dictatorial de al-Bashir, una variada alianza de grupos y tribus continuaron su
desafío al gobierno en defensa no sólo del derecho a la diversidad religiosa,
sino, principalmente, por una más justa redistribución del poder político y de
los recursos económicos. Y en esta lucha, el ELPS lideró la oposición contra
Jartum.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin dudas, y ante un levantamiento rebelde de
considerable magnitud como el existente en Sudán (sobre todo en los primeros
años del régimen), el gobierno tuvo sus aliados claves. Una de las principales
figuras que sostuvo a al-Bashir durante toda la década de 1990 fue el líder
religioso Hasán al-Turabi, fundador del Frente Nacional Islámico (FNI), la
fuerza política más importante en el país. Conocido como el “Maquiavelo de
Sudán”, Turabi ha sido el ideólogo del gobierno, mentor de al-Bashir y principal
promotor del islamismo extremista en este país. Ha estado detrás del gobierno de
Sudán, siendo el principal propulsor de la reimplantación de la shaira en todo
el territorio, así como de varias medidas políticas y económicas que han sido
aplicadas (2). No obstante, la idílica relación entre Turabi y al-Bashir no
sería eterna. Las crecientes tensiones entre ambos líderes terminaron en la
salida de Turabi del gobierno en 2001, quien inmediatamente se dio a la tarea de
fundar un nuevo partido político, el Congreso Nacional Popular (CNP), heredero
del FNI pero, al mismo tiempo, opuesto a éste desde que era monopolizado por
al-Bashir y su gente. Pero el presidente sudanés no permaneció inmóvil ante esta
afrenta de su antiguo mentor. Acusados de alta traición al gobierno, Turbai y
varios intelectuales y militantes del CNP fueron encarcelados por las fuerzas
militares; según el presidente, el partido de Turbai estaría prestando apoyo al
Movimiento por la Justicia y la Igualdad (MJI), un grupo armado rebelde que
había nacido en Darfur a principios de 2003 y que aboga por la autonomía de la
región. Sin dudas, el nexo entre Turbai, el CNP y el MJI es real; pero parece
claro que al gobierno no le agrada nada este nuevo frente opositor que, para
colmo, está liderado por Turbai, quien a pesar de ser un fundamentalista
religioso, tiene un gran público que lo sigue.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La situación cada vez se complicaba más para Jartum, ya
que debía hacer frente no sólo a la guerrilla rebelde y a los nuevos frentes
políticos opositores, como el de Turabi, sino también a Estados Unidos y sus
aliados. Y no era para menos. Sudán le había abierto las puertas nada menos que
a Osama Bin Laden a principios de los años noventa. Bin Laden financió en Sudán
la construcción de varias obras públicas de gran envergadura, y que fueron de
gran utilidad para la población. Pero la estadía brindada a este personaje,
junto con el alineamiento de Jartum con Irán para salir del aislamiento
político, le costó a al-Bashir que la comunidad internacional tildara a su
gobierno, y al país en su conjunto, de promotor del terrorismo. Incluso, durante
la presidencia de Hill Clinton, Estados Unidos envió un ataque aéreo contra la
única fábrica de medicamentos existente en el país. La razón alegada fue que se
habían recibido informes de que en ese lugar se estaban fabricando armamentos
químicos, y también en represalia por los ataques terroristas a las embajadas
norteamericanas de Kenia y Tanzania, en las cuales el gobierno norteamericano
suponía a Sudán como implicado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Todo esto, sumado a la inmensa deuda externa que se había
contraído con el FMI y otros organismos internacionales, llevó a Sudán a una
crisis económica muy intensa, y a ser blanco de las sanciones internacionales
dictadas por la ONU, pero promovidas por Washington. Finalmente, Sudán decidió
la expulsión de Bin Laden, a fin de evitar mayores conflictos con los Estados
Unidos y sus aliados.Por otro lado, la comunidad internacional y varios
organismos comenzaron a presionar al gobierno sudanés para que pusiera un fin a
una guerra que ya llevaba casi medio siglo en el país. Así, se comenzó a
trabajar en un acuerdo de paz entre el gobierno de Jartum y los rebeldes del
sur, principalmente las fuerzas aglutinadas en el ELPS. Las negociaciones se
iniciaron en 2002 en Nairobi, capital de Kenia. En octubre de ese mismo año se
pactó un alto el fuego para demostrar la buena voluntad de ambas partes en
solucionar el conflicto. El alto el fuego se respetó durante casi todo el año
2003, pero luego hubo un breve período en que la violencia recrudeció. Sin
embargo, el 9 de enero de 2004 el vicepresidente de Sudán, Alí Osman Mohamed
Taha, y el líder del Ejército Popular de Liberación de Sudán, John Garang,
firmaron un acuerdo que daba por concluida la guerra civil iniciada en 1956.
Entre otras cuestiones, el acuerdo firmado en Nairobi (Kenia) preveía un período
de transición de seis años a partir de julio de 2004, durante el cual las partes
implicadas en el conflicto formarían un gobierno de unidad, y donde se
establecía la autonomía para el sur del país, lugar donde no regiría la ley
islámica, así como la repartición de los beneficios económicos entre norte y
sur, generados por la producción de petróleo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero las negociaciones de paz se vieron opacadas por una
nueva lucha: la de Darfur. Un conflicto que, si bien está relacionado con la
guerra civil, tiene razones muy distintas. Quizá por esta razón, muchos
analistas poco informados confunden las causas que originaron la guerra civil
(conflicto norte-sur) con las causas de la lucha en Darfur.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>DARFUR: LA MAYOR CRISIS HUMANITARIA DEL
PLANETA</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Darfur, “la tierra de los fur”, es un estado ubicado al
oeste de Sudán, y en el que residen unas seis millones de personas. Su extensión
es tan grande como Francia, pero es una zona muy árida y pobre, hogar de una
treintena de tribus diversas, algunas dedicadas a la agricultura y otras a la
ganadería y al pastoreo. En 1994, el gobierno central dividió al estado de
Darfur en tres regiones (norte, sur y oeste), que a su vez fueron subdivididas
en distritos y consejos locales. Esta medida llevó aparejada la reasignación de
tierras a favor de las tribus árabes, minoritarias en esa región, y sin tener
debidamente en cuenta las complejas relaciones inter-tribales, con lo cual se
generaron ciertas disputas por la obtención de recursos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las sequías comenzaron a agravar la situación de los
habitantes de Darfur hacia fines de los ochenta y principios de los noventa.
Sumadas a la interminable guerra civil entre el norte y el sur del país, estas
catástrofes naturales generaron un descenso en las producciones agrícolas (ya de
por sí bastante pobres debido a la aridez propia de este tipo de suelos) que
desembocan en una crisis de hambre entre las poblaciones, principalmente en
aquellas más pobres dedicadas a la producción para la subsistencia. Las
condiciones de pobreza siempre fueron una característica de Darfur; desde
tiempos inmemoriales existió allí una lucha por los recursos naturales. Pero
desde la llegada de Omar al-Bashir al gobierno, esta región se había visto cada
vez más marginada del reparto de recursos económicos, y sus habitantes, de
origen africano en su mayoría, fueron cada vez más relegados, e incluso
trasladados a regiones aún más improductivas, en claro beneficio para las
minorías árabes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En este contexto, en febrero de 2003 se desata un
estallido de violencia en Darfur, sostenido por esas poblaciones que se sentían
excluidas de toda participación en la distribución tanto de los recursos
económicos como del poder político. Las tribus africanas se organizaron para dar
pelea al gobierno de Jartum: por un lado, el Ejército de Liberación del Sudán
(ELS) y, por otro, el Movimiento por la Justicia y la Igualdad (MJI). Al iniciar
la lucha, ambos grupos no pudieron ponerse de acuerdo para coordinar sus
acciones; el ELS recibió inicialmente el apoyo del ELPS, en tanto que el MJI
tenía ciertas vinculaciones con sectores disidentes del Congreso Nacional
Popular de Turabi.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El ELS, nacido en 2001 y liderado por Andel Wahid Mohamed
Ahmed Nur, es producto de la cooperación de dos grupos: uno integrado por las
tribus fur y massaleit oriundas de la región sur y oeste de Drafur, y otro
proveniente del norte de Darfur, compuesto por tribus zaghawa y meidoub; ambos
grupos acordaban en la idea de que Jartum había perpetuado la hegemonía de la
elite del norte y centro del país a costa de la marginalización de regiones
periféricas, como Darfur. Se cree que el ELS está ideológicamente vinculado con
el Frente Nacional Islámico de Turabi y militarmente con el EPLS, quienes
aparentemente colaborarían con la provisión de armamentos y entrenamiento
militar. </DIV>
<DIV align=justify><BR>De todos modos, tanto el ELS como el MJI tienen objetivos
específicamente gubernamentales en sus ataques, sin atacar a la población civil
de ninguna región. Sus éxitos militares han sido bastante importantes; han
llegado a controlar no sólo regiones del estado de Darfur, sino también de otros
estados del centro y sur del país. Frente a la incapacidad de las fuerzas
armadas sudanesas de hacer frente a las tropas rebeldes, el gobierno central
decidió financiar, como ya antes lo había hecho, milicias parapoliciales a fin
de aplastar la guerrilla insurgente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estas tropas parapoliciales, en extremo violentas, están
compuestas, en su mayoría, por árabes nómades de Darfur y Chad. Su “trabajo”
consiste en una sistemática persecución de las poblaciones de Darfur; queman
aldeas y pueblos enteros, roban ganados, violan mujeres y, según los informes de
Naciones Unidas (UN) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR), estarían implicados en el secuestro y tráfico de personas
para el comercio de esclavos. Las declaraciones de las víctimas de estos
mercenarios son escalofriantes: “Los janjawid habían rodeado nuestros pueblos, y
cuando intentamos volver, dispararon contra nosotros. En los pueblos mataron a
todos los hombres que pudieron. En los días siguientes, volvieron en repetidas
ocasiones, y cada vez se apoderaban de más cosas, hasta que no quedó nada que
valiera la pena quitarnos (3). “Están aterrorizadas…Los hombres no pueden salir
de los campamentos (de Darfur) porque los matan. La única manera de que (las
familias) puedan obtener algún ingreso es que salgan las mujeres, pero sufren
violaciones o agresiones sexuales” (4). El resultado del accionar de estos
grupos es de más de 70 mil muertos civiles, casi 2 millones de desplazados (5)
(que migran a otras regiones de Sudán o hacia Chad –uno de los diez países más
pobres del mundo-) y la amenaza de más muertes, a razón de la carestía de
alimentos para los afectados, que se podría agudizar si se producen nuevos
desastes naturales, como las sequías.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los organismos internacionales, tales como Naciones
Unidas o el ACNUR, piden respuesta al gobierno de al-Bashir frente a esta
“limpieza étnica” que los Janjawid están cometiendo entre las poblaciones
negras, no sólo en el estado de Darfur sino también en la frontera con Chad y en
los campamentos del ACNUR. Jartum reconoce haber movilizado “milicias de
autodefensa” luego de los primeros ataques rebeldes en Darfur, pero niega
cualquier tipo de vínculo con las milicias Janjawid. Mientras tanto, los únicos
perjudicados son los civiles, sobre todo mujeres y niños. La situación es
alarmante. Y el gobierno de Sudán no sólo no está haciendo nada para impedir
esta masacre, sino que además es bastante reticente a la presencia de organismos
humanitarios internacionales que presten ayuda a los civiles afectados (sobre
todo en cuanto a medicamentos y alimentos) y no ha estado dispuesto a la
intervención de extranjeros en el conflicto, a excepción de la Unión Africana
(UA), que ya había colaborado con el gobierno sudanés en la firma del tratado de
paz entre norte y sur.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>LA PARTICIPACIÓN INTERNACIONAL: MOTIVACIONES E
INTERESES</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>En los últimos meses, los acontecimientos de Darfur han
tomado notoria relevancia en el ámbito internacional. Por una parte, los
organismos de Derechos Humanos han puesto presión a la comunidad internacional
para que dirija su atención a la situación de las decenas de miles de afectados
por esta terrible crisis humanitaria que se vive en la región; entidades tales
como las Naciones Unidas, el ACNUR y Human Rights Watch exigieron al Consejo de
Seguridad de la ONU que condene las acciones del gobierno sudanés y solicite el
desarme y la disolución de las milicias de Janjawid que están acabando con las
poblaciones negras, principalmente en la región occidental de Darfur y en el
este de Chad, hasta el punto que se está hablando de genocidio y limpieza
étnica. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En un informe publicado por Human Rights Watch en mayo de
2004, se documenta cómo las fuerzas del gobierno local han participado
activamente en masacres, ejecuciones sumarias y despoblaciones de amplias
extensiones de tierras habitadas por grupos étnicos autóctonos. Así mismo, el
informe muestra cómo los Janjawid han asesinado no sólo a estas poblaciones
negras, sino también a líderes religiosos musulmanes, incendiando mezquitas y
profanando el Corán. “No cabe duda de la culpabilidad del gobierno sudanés por
los crímenes contra la humanidad en Darfur –señaló meter Takirambudde, director
ejecutivo de la División de África de Human Rights Watch- El Consejo de
Seguridad de la ONU no debe ignorar estos hechos brutales”(6). </DIV>
<DIV align=justify><BR>Por otro lado, Estados Unidos ha venido presionando cada
vez más para conseguir el desarme de las milicias árabes y por un compromiso por
parte del gobierno sudanés de buscar una solución para la región occidental del
país. Pero, ¿qué intenciones puede tener Estados Unidos al intervenir en este
conflicto?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es difícil saberlo realmente; pero lo cierto es que se
barajan ya varias hipótesis. Algunos hablan de que hay un sector muy poderoso y
cercano a Washington, el de los cristianos evangelistas, que ha presionado a la
Administración Bush para que impida que el sur de Sudán (con algún porcentaje de
poblaciones cristianas) siga siendo masacrado por las tropas Janjawid y el
gobierno de Jartum. Existirían, además, presiones en contra de las persecuciones
a las comunidades negras de Sudán, provenientes de los sectores afroamericanos,
que componen un 11 por ciento del electorado norteamericano que al gobierno de
Bush no le gustaría perder (7).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al mismo tiempo, Estados Unidos apoyaría la creación de
un estado negro no musulmán en el Sur de Sudán. Esta idea estaría en conexión
con la estrategia general norteamericana de “democratizar el mundo árabe” como
medio de desactivar las raíces del integrismo (8). Pero esta política en apoyo
de la independencia del sur chocaría con otros intereses. Por un lado Egipto,
uno de los principales aliados de EEUU en la región, se opone a esta
independencia ya que le sería mucho más difícil controlar a Sudán como un país
dividido que como uno unificado. Por otra parte, la intervención norteamericana
tanto en la guerra entre norte-sur como, ahora, en las luchas de Darfur, ha
generado que la Liga Árabe apoye incondicionalmente a Jartum en contra de los
intereses de Washington; el problema es que Estados Unidos necesita el apoyo y
el favor de estos países árabes en su “cruzada” en contra del terrorismo
internacional y en la “democratización” que está llevando a cabo tanto en
Afganistán como en Irak, y en la crisis que su intervención está generando en
ambos países.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por último, pero no por ello menos importante, están los
intereses económicos que esta región despierta en Estados Unidos y en otros
varios países, y que están directamente ligados a la explotación de la
producción petrolífera. Sudán es rico en petróleo. Ya desde fines de los años
ochenta o principio de los noventa, comenzó a explotarse su producción. No
obstante, sigue siendo uno de los países más pobres del mundo, y su población
aún hoy padece de hambrunas. Quienes se benefician de estos recursos son, en
primer lugar, las empresas extranjeras, pero también el gobierno de Jartum. Lo
triste es que los ingresos que genera la producción de petróleo son, casi en su
totalidad, aplicados a las masacres de las poblaciones del sur, ya que el
gobierno sudanés intercambia petróleo por armamentos, principalmente con
China.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“La promesa de grandes cantidades de crudo fácil de
extraer en Sudán (y por la misma razón, muy barato) ha despertado las ambiciones
de las compañías occidentales…” (9). Pero no sólo los países de Occidente tienen
sus intereses puestos en Sudán. La petrolera estatal china es la principal
explotadora del crudo sudanés. Cuando todas las compañías occidentales fueron
presionadas para abandonar Sudán -en ese momento acusado por EEUU de estado
terrorista por el asilo prestado a Osama Bin Laden- China no dejó pasar su
oportunidad. “China, con una economía que crece a un ritmo cercano al 10 % anual
y con índices de importación de crudo que crecieron en un 21 % el año pasado, no
se lo pensó dos veces y jugó sus cartas: negoció con el gobierno islamita de
Jartum petróleo a cambio de armas e instrucción para luchar contra el sur. El
resultado es que su industria petrolera, la estatal China National Petroleum
Corporation, es la principal explotadora del crudo sudanés, con presencia en
cuatro de los seis mayores yacimientos y con una participación del 40 % en la
compañía estatal sudanesa” (10). Pero, según la opinión de diversos analistas,
lo importante no es lo que China está sacando actualmente de estos yacimientos
(sólo un 10 por ciento del crudo que importa), sino lo que puede llegar a sacar
en un futuro, gracias a los nuevos descubrimientos en la región de Darfur.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Frente a esto, Estados Unidos está utilizando todo su
poder para evitar que China acapare estas reservas. Cuando se recrudeció la
violencia en Darfur, el entonces secretario de Estado, Colin Powell, denunció
rápidamente estos hechos como genocidio por parte del gobierno de Jartum hacia
las poblaciones negras, y abogó por la intervención de Naciones Unidas en el
conflicto. Pero China no iba a permitir tan fácilmente la intervención
norteamericana. Como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU tiene
poder de veto, y advirtió que “bloqueará cuantas resoluciones impliquen
sanciones a la producción petrolera” (11). De hecho, ya ha utilizado este poder
de veto en 2005 cuando frenó la ampliación del embargo de armas de los grupos
que operan en Darfur, incluidas las fuerzas del gobierno y las tropas
parapoliciales de Janjawid. De esta manera, la intervención de la ONU en este
conflicto quedó presa de la rivalidad entre Estados Unidos y China por acaparar
los recursos petroleros del planeta. Mientras tanto, el pueblo sudanés sigue
sufriendo la guerra, el hambre, las pestes y los desplazamientos masivos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por otra parte, se hace muy difícil la ayuda humanitaria
en la región ya que el gobierno de al-Bashir se resiste a su intervención; sólo
ha permitido que algunos observadores de la ONU se establezcan en el lugar del
conflicto, pero no acepta que las tropas internacionales tomen cartas en el
asunto. Del mismo modo, Jartum no ha hecho nada para impedir los recurrentes
ataques de Janjawid en las zonas donde se han asentado los campamentos de ACNUR
para los desplazados, que ya de por sí son bastante precarios por la falta de
seguridad, alimentos y, principalmente, agua.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“El ACNUR está extremadamente preocupado por los ataques
continuos de la milicia Janjawid en el este de Chad y por la posibilidad de que
haya más desplazamientos internos de chadianos locales. Esta continua
inseguridad también representa una amenaza para 213.000 refugiados sudaneses de
Darfur, que se encuentran en una docena de campamentos administrados por ACNUR
en esta lejana región situada a lo largo de la frontera con Sudán…Equipos del
ACNUR han entrevistado a muchos desplazados en asentamientos temporales.
Manifestaron que los ataques (de los que son víctima) son realizados por las
milicias Janjawid que vienen de Sudán…Instamos a las autoridades de Chad y Sudán
a que refuercen la seguridad en las regiones fronterizas para evitar otros
ataques y desplazamientos, y solicitamos un mayor compromiso internacional para
hacer frente a la cada vez mayor inestabilidad e inseguridad” (12).</DIV>
<DIV align=justify><BR>La terrible guerra que se desarrolla en la zona
occidental de Sudán no parece encontrar una solución duradera. Mucho tiene que
ver en esto la negativa de al-Bashir a la intervención de la ONU, pero también
falta compromiso por parte de la comunidad internacional. Países como Estados
Unidos y Gran Bretaña podrían hacer un mayor esfuerzo para conseguir la
pacificación de la región; no obstante, para ello se verían obligados a
renunciar a parte de sus intereses, tal como la participación en la explotación
del petróleo sudanés. Otros países como Francia y China directamente descartan
la intervención de la comunidad internacional para salvaguardar sus inversiones
en la región. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La Unión Europea (UE) ha tenido un papel muy criticable,
al menos desde la perspectiva de ciertas declaraciones: algunos sectores han
negado que en Darfur se esté produciendo un genocidio, tal como lo denunció
Naciones Unidas, sino que en Darfur lo que se está dando es “una matanza
sileciosa de amplias proporciones”(13). El analista Carlos Ruiz Miguel afirma
que el informe de los expertos de la UE desestima la posibilidad del envío de
tropas para proteger a la población civil, y considera más “realista” que sea el
propio ejército sudanés (el mismo que viene financiando a las milicias Janjawid)
el que asuma la protección de los civiles.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La intervención de la Unión Africana (UA), presidida por
Nigeria, ha sido valiosa en la mediación entre Jartum y los grupos rebeldes de
Darfur. No obstante sus buenas intenciones para lograr la pacificación, carece
del suficiente poder como para obligar a Jartum al desarme, tanto de los
rebeldes como de las milicias Janjawid y de sus propias tropas. En este sentido,
la ONU, con un poder de presión mucho mayor, ha reaccionado bastante tarde ante
la crisis de Darfur, y lo ha hecho a instancias de Estados Unidos. En julio de
2004 se firmó un acuerdo entre la ONU y el gobierno de al-Bashir, mediante el
cual Jartum se comprometía a desarmar a las milicias, facilitar el acceso a las
organizaciones humanitarias y proporcionar seguridad a las poblaciones negras
perseguidas. No obstante, el gobierno sudanés incumplió el pacto. La presión
sobre la ONU siguió en aumento, hasta que a fines de ese mismo mes de julio se
adoptó la Resolución 1556 del Consejo de Seguridad de la ONU, donde se insta al
gobierno de Sudán a cumplir con lo pactado, pues de lo contrario se le
impondrían sanciones económicas. Pero gracias al respaldo proporcionado por el
gobierno Chino, Jartum no se ha visto en la obligación de tener que
cumplir.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Para muchos Estados vecinos de Sudán –Egipto o Arabia
Saudita- y otros distantes –Estados Unidos o Gran Bretaña- los cibajes
étnico-religiosos que desgarran al país son, al mismo tiempo, mecanismos
privilegiados de intervención en sus asuntos internos. De ahí que el Norte y el
Sur no hayan tenido nunca fuerza –política y militar- suficiente para imponerse
a su adversario en una guerra civil…” (14). Es decir, si norte y sur aún no han
logrado resolver sus diferencias, si la violencia ha sido una constante a lo
largo de 50 años de vida independiente, si la religión aún sigue siendo un punto
de conflicto al igual que la etnia, si la miseria y el hambre aquejan a la gran
mayoría de su población…en fin, si las esperanzas son muy pocas para el pueblo
sudanés, todo ello no se debe únicamente al alto grado de corrupción e
intolerancia de su clase gobernante. Más bien, es producto de la intencionada y
maliciosa indiferencia de la comunidad internacional, guiada por los países
hegemónicos que tienen intereses económicos muy importantes en la región, y a
los cuales no les conviene la pacificación. Es el viejo dicho de “divide y
reinarás”.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>CONCLUSIONES</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El conflicto en Darfur se desató en febrero de 2003; es
decir que han transcurrido más de tres años hasta la actualidad. Pero recién
ahora que la situación está incontrolable, que miles y miles de civiles han
muerto y que varios millones han tenido que abandonar sus hogares, la prensa
internacional le ha dado un lugar en las noticias. La guerra, vende. Si bien el
Tercer Mundo, y sobre todo África, ha protagonizado innumerables episodios
bélicos a lo largo del siglo XX, la limpieza étnica que se está cometiendo en la
región de Darfur trae a la memoria de muchos el genocidio padecido por Ruanda
hace más de diez años atrás. Por eso hoy las miradas del mundo se posan sobre
Sudán.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La guerra de Darfur está, sin dudas, vinculada a la
guerra que Sudán padeció durante años entre el norte y el sur. Los gobiernos
pro-árabes han venido marginando a las regiones periféricas del país desde la
independencia de 1956; la riqueza del sur se ha explotado desde entonces en
beneficio de esa elite dirigente del norte, árabe y musulmana, en detrimento de
las poblaciones negras del sur, cada vez más pobre y marginada de las decisiones
políticas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero en Drafur también intervienen nuevos elementos: el
petróleo. La guerra entre las grandes potencias por la obtención de recursos
petrolíferos, y el afán de Jartum en su explotación y exportación, es una de las
claves de esta lucha. Y es, al mismo tiempo, una de las razones por las cuales
aún no se ha llegado a una pacificación de la región. Hoy, frente al temor
planetario de una crisis de desabastecimiento de energía, el petróleo es uno de
los recursos más buscados por los países hegemónicos, y es la causa principal de
muchos de los conflictos del nuevo siglo. Darfur tiene bajo su suelo nuevas y
enormes reservas de oro negro, que obligan al gobierno sudanés, títere de las
grandes compañías extranjeras, a vaciar la región para facilitar su explotación.
De igual manera, el negocio de las armas es, junto al de la droga, uno de los
que más dinero mueven en el mundo; y por esta razón las guerras no son vistas
por esta gran industria como conflictos que acaban con miles de vidas humanas,
recursos e incluso naciones enteras; no son más que un negocio y, como tal, debe
ser constantemente estimulado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tanto los organismos internacionales como las
organizaciones de Derecho Humanos deben ponerle coto a este conflicto de
proporciones desmedidas. Y la opinión pública internacional también debería
jugar un papel más relevante en el asunto. Si tanto se han movilizado las
poblaciones del mundo en contra de la guerra de Irak o de la guerra entre judíos
y palestinos, ¿cómo es que aún no lo han hecho por el pueblo sudanés? ¿Es que
acaso ellos sí merecen ser sometidos, exterminados o desplazados? Igualmente,
los medios de comunicación del mundo deberían ser más responsables en su tarea
de formadores de opinión. Tienen la obligación de informar y concientizar a las
personas sobre las atrocidades que se están cometiendo, no sólo en Darfur, sino
también en otros lugares del planeta. Y deberían ocuparse menos de las
declaraciones provocadoras de Chávez, o estar tejiendo hipótesis sobre si Fidel
Castro ha muerto o no, y ver un poco más las realidades de estas comunidades
que, si alguien no aboga rápidamente en su favor, serán condenadas a la
desaparición.<BR><BR><BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>1) Estimaciones para el año 2004 indicaban una población
de 39.148.162 habitantes; de todos modos, las cifras distan de ser exactas
debido a la alta tasa de mortalidad causada por la guerra. Datos extraídos de
ENCARTA 2005.<BR>2) SOSA, Rodrigo. “Papeles de cuestiones internacionales”, nº
86, Centro de Información para la Paz, Madrid, 2004.<BR>3) Declaraciones del
jefe del pueblo de Modaina (Darfur), “Chad/Sudán: Crónica de la situación”, en
www.es.amnesty.org/paises/sudan/pagina/chadsudan-cronica-de-la-situacion/ <BR>4)
Denuncia realizada por Louise Arbour, Alta Comisionada de la ONU para los
Derechos Humanos, sobre los sucesos de Darfur. “La Alta Comisionada de Derechos
Humanos de la ONU denuncia violaciones sitemáticas en Darfur”, en
www.acnur.org/index.php?id-pag=5080 <BR>5) Cifras reveladas por Naciones Unidas
en octubre de 2004, en GARCIA ENCINA, Carlota, Informe – Darfur: estado de la
cuestión, en
www.realinstitutoelcano.org/archivos/subsidios/informe%20Darfur-pdf.pdf <BR>6)
Informe publicado por Human Rights Watch el 7 de mayo de 2004, en
www.hrw.org/spanish/docs/2004/05/07/darfur8551.htm<BR>7) CONNEL, Dan, “Sudán y
EEUU. Guerra civil e intereses petrolíferos”, en
www.nodo50.org/csca/na/na45/na45-sudan.html y en RUIZ MIGUEL, Carlos,
“Implicaciones geopolíticas del conflicto de Darfur (ARI)”, en
www.realinstitutoelcano.org/analisis/575.asp <BR>8) RUIZ MIGUEL, Carlos,
op.cit.<BR>9) CICUTTIN, Jorge, “Darfur: hambre, muerte y petróleo”, en Revista
Veintitrés Internacional, Año 1, Nº 10, Julio/Agosto de 2006<BR>10) BERIAIN,
David y VIDEMSEK, Bostjan, “Darfur: petróleo y sangre”, en
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_3947000/3947721.stm<BR>11)
CICUTTIN, Jorge, op. cit.<BR>12) Datos aportados por el vocero de ACNUR Ron
Redmond durante una rueda de prensa del 6 de junio de 2006, en
www.acnur.org/index.php?id_pag=5154 <BR>13) RUIZ MIGUEL, Carlos. Op. cit.<BR>14)
AGULLO, Juan. Sudán: despedazar el infierno, artículo publicado en la pagina <A
href="http://www.mundoarabe.org/sudan.htm">www.mundoarabe.org/sudan.htm</A>
<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U></U></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Bibliografía </U></STRONG></DIV>
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<BR>CARPINETA, María Laura. “¿Nadie puede frenar la matanza en Darfur?”, en
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<DIV align=justify><STRONG><U></U></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Fuentes</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>ACNUR. “La Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU
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petroleras secretas en Darfur”, en ticulos/21317 </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información
difundida por Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios,
redes alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda.
Suscripciones, Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV></FONT></BODY></HTML>