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<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U><FONT size=5>boletín informativo - red
solidaria de revistas</FONT></U><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 8 de febrero 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Mujeres</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Debate en la izquierda crítica de
Italia...</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>El feminismo de la izquierda
anticapitalista<BR> <BR>Lidia Cirillo *</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Revista Viento Sur</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A href="http://www.nodo50.org/viento_sur/"><FONT
size=3><STRONG>http://www.nodo50.org/viento_sur/</STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Traducción de Andreu
Coll</FONT></STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Hace ya algunas semanas que empezó la discusión para redactar
un manifiesto feminista de las mujeres de Sinistra Crítica (Izquierda Crítica),
la asociación que organiza a una de las minorías del Partido Refundación
Comunista (PRC, Rifondazione Comunista). El texto que sigue transcribe una
parte de los apuntes de las primeras dos reuniones.<BR><BR><STRONG>1. El
feminismo y las corrientes democráticas, progresistas y
revolucionarias<BR></STRONG><BR>Feminismo se declina en plural, feminismos,
porque las mujeres pertenecen a clases y culturas diversas y tienen distintos
referentes políticos. Existe, por ejemplo, un feminismo de parlamentarias de la
derecha y de mujeres que hacen carrera, que reivindican su parte de poder con
los argumentos tradicionales del feminismo, lamentando las dinámicas de
exclusión y de marginación y pidiendo medidas antidiscriminación.<BR><BR>Sin
embargo, el feminismo nace y renace siempre en la izquierda, junto a las
tendencias revolucionarias, democráticas o progresistas: en los márgenes de la
revolución de 1789, en las revoluciones nacionales de la primera mitad del siglo
XIX, en el seno del movimiento por la abolición de la esclavitud en los Estados
Unidos, junto al movimiento obrero, en la radicalización de los años sesenta y
setenta, en el movimiento altermundialista... El feminismo de derechas solo y
siempre ha sido el efecto de un reflejo de ideas nacidas en la izquierda, una
suerte de fall-out cultural que con anterioridad ha subvertido (y posteriormente
sigue subvirtiendo) la sociedad en su conjunto. El fenómeno se da por la razón
obvia de que ha sido más fácil (o menos difícil) para las mujeres ejercer
presiones en nombre de la liberación sobre hombres de la izquierda, poniéndoles
en contradicción y utilizando su lenguaje y sus esquemas de pensamiento. Las
nociones de igualdad, autodeterminación, liberación, diferencia, revolución,
etc., no son otra cosa que la feminización de ideas elaboradas por las
corrientes políticas a cuyo lado han nacido o renacido los diversos feminismos.
Esta constatación no consiente la existencia de visión idílica alguna sobre las
relaciones entre feminismo y tendencias revolucionarias, democráticas y
progresistas masculinas. La resistencia de los hombres al feminismo ha sido
tenaz, unas veces explícita y vulgar, otras sutil o incluso inconsciente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El movimiento socialista de los orígenes ha conocido
hombres feministas como Saint-Simon o Fourier y misóginos incalificables como
Proudhon y Lasalle. Engels echó las bases conceptuales de un feminismo
anticapitalista, comparando a las mujeres con el proletariado y a los hombres
con la burguesía y situando en la producción y la reproducción las bases de la
organización social de la especie humana; pero esas instituciones se han perdido
en las teorías y las prácticas. Se podría escribir una verdadera historia de la
misoginia y del antifeminismo en el movimiento obrero, pero aquí sólo podremos
mencionar los dos enfoques más difundidos hoy en la izquierda
anticapitalista.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En general, pocos hombres son tan toscos como para no
rendir los debidos homenajes al feminismo y no plantear un futuro proletario,
feminista y ecologista. Sin embargo, el reconocimiento casi siempre viene
acompañado de un desinterés: siguen siendo desconocidas las vicisitudes, las
diferencias y las complejas elaboraciones teóricas del feminismo y se ignora
hasta qué punto el género puede representar una clave interpretativa para la
comprensión de la lógica de las relaciones humanas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El otro enfoque, bastante más escepcional a decir verdad,
es el paternalismo de los hombres que pretenden enseñar el feminismo a las
mujeres, dirigir su trabajo y sus discusiones. Naturalmente, no se puede
descartar la posibilidad de que un individuo de sexo masculino sepa y comprenda
más que un individuo de sexo femenino incluso de política de las mujeres y de
feminismo. Sin embargo, el feminismo nace, se consolida y se renueva solo a
través de un recorrido de autonomización intelectual y psicológica de las
mujeres, a veces lento y tortuoso, pero irrenunciable. A falta de autonomía
también el feminismo de las mujeres de la izquierda anticapitalista se reduce a
fall-out, a recaída en eso que fue pensado y practicado en los ambientes del
separatismo. Este feminismo se ha demostrado capaz de una elaboración
independiente y de una lectura más pertinente de las relaciones de poder
fundadas en el género. A su vez, ha representado a menudo deseos y puntos de
vista de capas académicas o, al menos, de ambientes femeninos poco interesados
en los conflictos de clase y siempre expuestos a la tentación de representar los
propios intereses particulares como los intereses de las mujeres en
general.<BR><BR><STRONG>2. Las estructuras
patriarcales</STRONG><BR><BR>Comprender el feminismo significa en primer lugar
comprender la naturaleza de las relaciones de poder entre hombres y mujeres.
Existe hoy un posfeminismo que niega la existencia misma de una opresión, al
menos en las áreas del mundo en las que se ha alcanzado una igualdad formal. La
fórmula “opresión específica” les ofrece un pretexto y por ello –aunque no sólo–
estaría superada. Es preferible decir que las sociedades humanas, todas sin
excepción, están atravesadas por estructuras patriarcales manifiestas o latentes
que, de modos diversos, discriminan, excluyen, oprimen y ejercen violencia sobre
las mujeres. El patriarcado en el sentido literal del término es un sistema de
relaciones en el que la propiedad y la posición social se transmiten del padre
al hijo varón, y casi siempre al primogénito. Es evidente que en las sociedades
noroccidentales (pero también en otras) ya no existe este tipo de reproducción
de las posiciones sociales y la realidad es menos explícita y más compleja. Sin
embargo, la lógica de la genealogía masculina del poder, por lo demás todavía
evidente más allá de los aspectos jurídicos y formales, tiene una dimensión
antropológica que dos siglos de luchas por la emancipación todavía no han podido
superar. Las cuatro conferencias de la ONU sobre las mujeres han proporcionado
datos que a su vez han sorprendido incluso a las teóricas más pesimistas de la
opresión, revelando, por ejemplo, que el porcentaje de mujeres propietarias de
tierras y de inmuebles en el mundo no supera el 3 o 4%. Los datos de Amnistía
Internacional sobre la violencia contra las mujeres también han sido una amarga
sorpresa o una confirmación. Pero el modo más simple de comprender qué son las
estructuras patriarcales es seguir el hilo de la existencia de una mujer europea
desde el nacimiento hasta la muerte.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En sociedades distintas de las nuestras se da el aborto
selectivo y la muerte por malnutrición de niñas más que de niños, en nuestras
sociedades las estructuras patriarcales empiezan a operar más tarde. En los
primeros años de vida, la niña, en su difícil recorrido hacia la feminidad, se
tropieza con un fenómeno que Freud llamó “castración”, es decir, el
descubrimiento de que está privada de pene, que le produciría una sensación
dolorosa de inferioridad y condicionaría su capacidad intelectual y el modo de
percibirse y de ser percibida. En un primer momento, el feminismo respondió a la
tesis de la castración que Freud sobreponía su propio punto de vista masculino a
lo femenino, pero posteriormente la cuestión se ha revelado mucho más
compleja.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si Freud, como algunas habían sospechado, hubiera
simplemente intercambiado el punto de vista de la niña con el del niño, habría
incurrido en un grave equívoco. Por tanto, no explicaremos las razones de su
gran influencia en el pensamiento occidental y no solo en el occidental. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La tesis de la castración está ligada a experimentos
clínicos, a la verificación de que también las mujeres se perciben castradas,
carentes y privadas de algo. La castración tiene, por tanto, la función propia
de la ideología: es el punto de vista de quien en una relación de poder está
“encima”, interiorizado y apropiado por quien está “debajo”. La tesis de la
inferioridad no es pues un prejuicio masculino, es una realidad del inconsciente
femenino. Esta realidad opera siempre que entra en juego la diferencia, la real
y no la presunta, la diferencia de posiciones respecto al poder. De hecho, las
mujeres envidian, no el pene, sino el falo, es decir, el poder en sus formas
diversificadas y múltiples y el pene solo es el fetiche del falo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Otro ejemplo. La violencia contra las mujeres tiene unas
dimensiones y una extensión que los datos de Amnistía Internacional han hecho
finalmente evidentes. Sin embargo, todavía puede suceder que una mujer no sufra
en su vida ningún tipo de violencia más allá de las que la naturaleza le inflige
con las enfermedades y la muerte.<BR>De todos modos, su vida estará
profundamente condicionada por ellas, ya que la violencia posible se traduce en
precaución, estilos de vida y actitudes psicológicas. La paradoja de la
criminalización de las víctimas demuestra hasta qué punto el mundo está hecho a
la medida del hombre. Las estructuras patriarcales que atraviesan la sociedad
hacen de la violencia posible una de las principales razones de la segregación
de las mujeres, en particular de las mujeres jóvenes. Los ejemplos también
podrían ser muy numerosos. El doble trabajo de las mujeres, es decir, la
asunción de tareas hasta hace poco solo femeninas y la ausencia de cualquier
reciprocidad. Parece que en Italia entre las jóvenes generaciones algo esté
cambiando. La hipertrofia de lo masculino en la esfera pública que constriñe a
las mujeres en tiempos y modos disonantes con los de la propia existencia. Las
imágenes normativas de la feminidad construidas y cristalizadas en milenios de
monopolio masculino de la tradición simbólica. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Otros efectos de estas estructuras latentes son más
complejos, más difíciles de identificar y de definir. Si es verdad que también
se piensa con el sexo, aunque quizás menos de lo que supone el psicoanálisis; si
es verdad que los hombres han tenido durante milenios el monopolio de la
cultura, entonces se vuelve posible una hipótesis inquietante. La hipótesis es
que cada vez que una mujer penetre en los campos del conocimiento
particularmente estructurados y formalizados deberá atravesar una jungla de
signos y de símbolos masculinos con los que tendrá mayores dificultades para
orientarse.</DIV>
<DIV align=justify><BR>También los modos en los que se manifiesta la presencia
de las mujeres en la política son consecuencia de la existencia de estructuras
patriarcales. Con sus silencios, con su limitada presencia, su inseguridad, las
mujeres ejercen una crítica de cada uno de los lugares de la política. Cuanto
mayor es la presencia y la dominación masculina en un organismo político
determinado tanto más tiene que ver ese organismo con las lógicas del poder. Se
podría enunciar un teorema o formular una ecuación al respecto. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Las instituciones políticas, el ejército, el clero, etc.,
son los ambientes más masculinos porque también son las más implicadas en el
ejercicio del poder. Por razones distintas estas instituciones pueden cooptar a
las mujeres: para sustraerse a la denuncia y a la evidencia, para recuperar
credibilidad o porque tienen necesidad de una relación con el cuerpo social. El
ejemplo más significativo de la distribución de lo masculino y lo femenino es
justamente la Iglesia católica. Una institución que se liga a vastos sectores
populares, incluso dando de comer de vez en cuando a los hambrientos y de beber
a los sedientos, ha dependido necesariamente de la energía de las mujeres y de
su tendencia a verse como las adictas al cura. Si una iglesia aparta lo
femenino, donde sus articulaciones se sumergen en la sociedad, se levanta la
cúpula de una jerarquía de poder rígidamente cerrada a las mujeres, expresión de
esa capacidad de conservar las relaciones humanas más arcaicas propia de las
religiones. <BR><BR><STRONG>3. Tres temas para una feminismo anticapitalista en
Italia</STRONG><BR><BR>Las estructuras patriarcales condicionan la vida de las
mujeres y construyen el género en modos bastante diversos entre ellos en el
tiempo y en el espacio. La multiplicidad de las demandas –recogidas por ejemplo
en la plataforma de la Marcha Mundial de Mujeres de 2000– muestra la amplitud de
los problemas irresueltos a nivel global. Es evidente que las mujeres en
Afganistán tienen problemas distintos a los de las mujeres francesas o alemanas
y que los temas que están hoy en el centro de atención en Italia no son los
mismos que los de los decenios a caballo entre los siglos XIX y XX, que fueron
testigos de la primer gran oleada de movimientos feministas. Es evidente que en
ambientes sociales distintos, en las diversas generaciones y en las variadas
aspiraciones femeninas, los obstáculos que deben superar las mujeres no son los
mismos. Todavía es necesario renunciar a la ilusión cronológica y no creer que
tenemos la emancipación a nuestras espaldas. Si bien es verdad que, donde se ha
conquistado la igualdad formal, tareas más complejas esperan al feminismo,
también es cierto que batallas ya ganadas, problemas aparentemente ya resueltos
y reacciones arcaicas vuelven a plantearse de nuevo. La violencia contra las
mujeres constituye el ejemplo más claro y su mayor visibilidad tiene
explicaciones diferentes y complementarias. Las mujeres denuncian hoy más a
menudo lo que ayer soportaban; la opinión pública se escandaliza cada vez más
ante lo que ayer absolvía; los hombres reaccionan, como sucede a menudo en las
relaciones de poder, con una combinación de retrocesos y de violencias
punitivas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El feminismo de una izquierda anticapitalista no puede
referirse solo a las necesidades y a las aspiraciones de las mujeres
proletarias, sino que debe hacerse suyas las aspiraciones de las mujeres en su
conjunto. Naturalmente, puesto que nuestra intervención se orienta hacia ciertos
ambientes, es obvio que se van a privilegiar las demandas de las trabajadoras,
de las inmigradas, de las desempleadas, de las estudiantes, de las mujeres de
partidos de izquierdas, movimientos y sindicatos. Estos son algunos ejemplos de
temas sobre los que hemos trabajado en los últimos años y que también deberían
ser prioritarios en el futuro inmediato.<BR><BR><STRONG>a) La crítica de la
guerra, del militarismo y de la violencia</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>La política de las mujeres dispone de los instrumentos para
una crítica específica de la deriva militar-viril producida por la guerra
permanente, sin contraponerle la naturaleza pacífica de las mujeres y la
no-violencia femenina. La no-violencia es el contraaltar de la violencia: una y
otra presuponen la inmutabilidad de las relaciones de poder. La segunda como
fuerza de disuasión permanente hacia quien quiera ponerla en cuestión, la
primera porque solo es capaz de desarmar a una de las partes, es decir, a
aquella que en la relación de poder se encuentra “debajo” y sufre la opresión,
la explotación o el expolio neocolonial. La prueba más evidente de ello la
constituyen en Italia los defensores de la no-violencia: intransigentes al
enfrentarse a la violencia de los oprimidos y luego constreñidos a votar en el
parlamento la refinanciación de la misión militar italiana en Afganistán.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El feminismo más sagaz ya ha explicado que la presunta
naturaleza pacífica de las mujeres está en gran parte ligada a la exigencia de
interiorizar una agresividad que la relación de poder con los hombres no ha
consentido que se manifestara. La crítica del militarismo y de la violencia (y
en primer lugar de la que se ejerce contra las mujeres) se basa en algo muy
distinto de la idealización de la subalternidad y de la opresión. Las mujeres
pueden ejercitarla en primer lugar porque no tienen necesidad de alinearse con
los estereotipos sobre los que se funda la construcción de la masculinidad. No
tienen la exigencia de exhibir la dureza o la fuerza, que son fantasmas ligados
a la sexualidad masculina. Más hombres padecen los efectos devastadores de las
relaciones humanas en las que domina la violencia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Nuestro feminismo contrapone a la violencia sobre la que
se fundan las relaciones de poder (entre los sexos, entre las naciones, etc.) en
primer lugar una sociedad en la que ese tipo de relaciones haya sido abolido.
Apoya pues las resistencias, las luchas y los proyectos de transformación
radical.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Está contra la guerra, el militarismo, los ejércitos y su
organización jerárquica. No cree que a la violencia se responda necesariamente
con violencia, considera la vida de cualquier persona un bien precioso y no solo
está contra la pena de muerte, sino contra la crueldad y los excesos también de
una autodefensa legítima. No teoriza, sin embargo, la no-violencia, porque
reconoce el derecho de los sujetos de liberación a defender sus propios
recorridos. Nuestro feminismo también responde a la violencia contra las mujeres
con la lógica de la autodefensa, no naturalmente con la autodefensa armada de
las mujeres contra los hombres, porque las relaciones entre los sexos se regulan
de un modo muy distinto. No cree que el problema pueda resolverse mediante un
recrudecimiento de las penas, incluso considerando la tutela del Estado
necesaria y por el momento no sustituible por otra. Se deben entender por
autodefensa las iniciativas de mujeres para crear y financiar centros
antiviolencia, para que las denuncias no se vuelvan contra las víctimas y la
vida metropolitana se organice fundamentalmente a la medida de las mujeres,
desde el momento en que las mujeres pagan más que nadie su irracionalidad y su
violencia manifiesta o latente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Recuerda, en fin, que la política de las mujeres ha sido
no armada solo en apariencia, ya que las dinámicas de liberación a menudo se han
apoyado en las armas de los hombres de tendencias democráticas, progresistas o
revolucionarias. Sin ir más lejos, la Resistencia al nazifascismo a su vez
contenía también en su seno una importante puesta en juego para el feminismo y
para las mujeres.<BR><BR><STRONG>b) Por la laicidad y por la autodeterminación,
contra el integrismo católico</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Vivimos en un país que la Iglesia católica todavía considera
la entidad estatal en la que ejercitar su poder temporal: nunca se ha resignado
a la laicidad del Estado y la sigue combatiendo con todos los medios a su
disposición. En los últimos años el ascenso de las derechas y los sistemas
electorales que incrementan el poder de chantaje de las fuerzas políticas
católicas han hecho todavía mayor la ceguera del clero con sus implicaciones
patriarcales y homófobas. Se ha vuelto a poner en cuestión de varias maneras la
posibilidad del aborto legal y asistido, se ha impedido la experimentación del
aborto farmacológico, se ha aprobado una ley horrible que convierte en sujeto de
derecho al embrión desde el momento mismo de su concepción; se ha manifestado, a
menudo de un modo agresivo y racista, una oposición durísima contra cualquier
forma de reconocimiento de las parejas gays y lesbianas. Han concluido estos
días, con el acto de desobediencia civil de un médico, las vicisitudes de
Piergiorgio Welby, un enfermo de distrofia muscular en fase terminal. Welby
pidió durante meses ser desconectado de la máquina que le obligaba a una
dolorosa supervivencia y le habría impuesto a corto plazo una muerte todavía más
dolorosa. Su demanda se ha convertido en un caso político clamoroso en el que la
burocracia vaticana ha entrado con toda su fuerza de presión e intimidación
sobre jueces y médicos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El integrismo católico (como, por lo demás, todos los
integrismos) no solo representa una amenaza para las mujeres y para las personas
homosexuales, sino para cualquier proceso de liberación, más allá de las
apariencias y de los envoltorios humanitarios y pacifistas de la acción política
de la jerarquía eclesiástica. Estos han tomado posición contra la guerra, pero
posteriormente han avalado la idea de la “misión de paz” del ejército italiano.
Sostienen la necesidad de la acogida ante los inmigrantes, pero luego apoyan a
los gobiernos de la derecha autoritaria y sus leyes discriminatorias y
represivas contra las migraciones. Tampoco se puede olvidar que la Iglesia
católica fue una de las instituciones que favorecieron el ascenso del fascismo,
del que fue posteriormente un pilar durante más de veinte años. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Evidentemente, la paz, la acogida y la democracia son
para el clero católico preocupaciones mucho menores que las que la inducen a
privilegiar su relación con la derecha, es decir, el control de la vida
cotidiana, no solo de los fieles, sino de todo el país sobre el que desea
ejercer su poder temporal. En los últimos años, el movimiento feminista y el
movimiento queer han sido los únicos protagonistas de la resistencia al
integrismo católico. En lo que respecta al feminismo, se ha tratado durante
mucho tiempo de una resistencia débil debido a su desorientación. En el momento
más delicado, cuando se empezó a confeccionar y posteriormente fue aprobada por
el gobierno de derecha la ley sobre las técnicas de reproducción, organizaciones
y grupos feministas se enfrascaron en una discusión en la que se hacía evidente
la presión de los argumentos más sofisticados de los católicos o bien las
preocupaciones por los detalles inquietantes de la investigación científica. El
fantasma del científico creador de Frankenstein, temores arcaicos sobre la
pérdida del poder femenino sobre la reproducción, inquietudes fundadas sobre los
límites de la investigación científica o sobre el papel de las multinacionales
en el tráfico de embriones se mezclaron y representaron un freno a la
iniciativa, que sobre ese tema no consiguió trascender en mucho a los
debates.</DIV>
<DIV align=justify><BR>También por esto se perdió el referéndum por la
derogación de la ley. Mejor dicho, se perdió por dos razones. La primera fue la
bajísima afluencia a las urnas, que no permitió reunir el quorum necesario: la
materia de la contienda era compleja y la experiencia directa (contrariamente al
aborto) comprometía a un número muy limitado de personas. La segunda es que,
mientras el referéndum sobre la ley que despenalizaba el aborto en los primeros
tres meses de embarazo tenía a sus espaldas un trabajo de años de experiencias y
de enraizamiento de los argumentos a favor de la autodeterminación, el
referéndum por la ley sobre las técnicas de reproducción se decidió en los pocos
meses que precedieron al voto y, en ese contexto, eran los medios de
comunicación los que tenían las de ganar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ataques directos tardíos a la posibilidad de aborto
legal, en los que se puede reconocer su substancia misógina y regresiva, han
vuelto a poner en marcha al movimiento de las mujeres y, durante el mes de enero
de 2006, una manifestación de centenares de miles de mujeres en Milán constituyó
una respuesta eficaz. El mismo día se manifestaron en Roma por los PACS/1 las
principales organizaciones del movimiento llamado LGBTQ, es decir, lesbianas,
gays y transexuales. Y el 2006 ha sido en su conjunto un año de manifestaciones,
iniciativas y luchas sobre temas relacionados con la laicidad y la
autodeterminación.<BR><BR><STRONG>4. La defensa de los derechos de las
trabajadoras</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Paradójicamente, las derrotas del trabajo asalariado y la
globalización han abierto nuevas posibilidades de empleo a las mujeres. Sin
embargo, no se trata de una paradoja, sino de algo en parte ya visto en la
historia de las relaciones de clase.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Se ha preferido a las mujeres en las economías que se han
enfrentado por primera vez al mercado mundial, porque estas han apostado por la
producción intensiva en fuerza de trabajo y han hecho palanca sobre los bajos
salarios, sobre los límites de la organización sindical y sobre la grave
carencia de derechos. También en Europa un movimiento obrero todavía débil tuvo
que afrontar, a su vez, el problema de la competencia femenina ante la fuerza de
trabajo masculina, y este fenómeno explica al menos en parte los aspectos
misóginos del movimiento obrero de los orígenes. La defensa de la trabajadoras
también ha tenido pues el móvil de reducir el interés patronal por contratar a
mujeres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Se prefiere a las mujeres en las economías de los países
más desarrollados, en los que ha crecido la componente de los servicios y los
derechos del trabajo asalariado han sufrido drásticos recortes, sobre todo a
través de los procesos moleculares y amplios de precarización.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La otra cara de la moneda es que también la precariedad,
que afecta al conjunto del trabajo asalariado, prefiere a las mujeres, para
quienes la estabilidad en el puesto de trabajo parece haberse convertido en algo
casi imposible. Las leyes de protección de la maternidad actúan en este contexto
como un fuerte desincentivador de la contratación indefinida; no solo, pero en
una dinámica de carreras cada vez más competitivas, las mujeres están destinadas
al menos a quedarse en un segundo plano o a elegir entre carrera y maternidad. A
decir verdad, en la mayoría de los casos, la elección de la profesión puede
revelarse imposible, más allá de los proyectos personales de vida, porque para
una mujer estar en edad fecunda representa en todo caso un límite en la
posibilidad de cooptación o de contratación estable.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por lo demás, están en crisis salidas profesionales como
la enseñanza, que garantizaban salarios modestos, pero horarios de trabajo y
derechos compatibles con las opciones de vida de la mayoría de las
mujeres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Frente a problemas de esta naturaleza, el feminismo se ha
encontrado en el pasado ante la disyuntiva entre pedir derechos específicos para
las mujeres con el peligro de que se incrementaran las dificultades de
contratación o renunciar a esos derechos, planteándole tarde o temprano
contradicciones irresolubles. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La cuestión no se puede resolver solo desde un punto de
vista de género. Las tutelas hacen más difícil la contratación cuando las
relaciones sociales son desfavorables a las clases subalternas: no por
casualidad el fascismo fue un tutor convencido de la maternidad. Por eso no
bastan las leyes que permiten a las mujeres conciliar el trabajo con una
existencia distinta a la de los hombres, es necesario imponer también formas de
contratación que hagan imposible la discriminación. En Italia, durante los años
setenta, una reforma del empleo de duración breve obligaba a la patronal a dar
entrada a las fábricas a muchas más mujeres de lo que habría deseado. Pero
muchas otras medidas son posibles.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sobre los derechos también se hace necesario cambiar de
óptica y de filosofía. Se debería reivindicar lo menos posible derechos
específicos para las mujeres y pedir, en cambio, que sea la femenina y no la
masculina la medida de la igualdad. Desde esta óptica, hemos rechazado la
normativa europea que derogaba la prohibición del trabajo nocturno para las
mujeres, pidiendo que también se extendiera a los hombres, salvo en casos
excepcionales en los que el trabajo nocturno es absolutamente indispensable. O
bien en el caso de las jubilaciones anticipadas para las mujeres, ante las que
preferimos reivindicar los años sabáticos para las tareas de cuidado, a los que
podrían acogerse tanto mujeres como hombres, del mismo modo que preferimos las
bajas por maternidad-paternidad para las madres y para los padres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Obviamente, este criterio deja de operar cuando se viola
la diferencia irreductible del cuerpo. Derechos propios de las mujeres son, por
ejemplo, las bajas por embarazo y parto sin pérdida de salario, la posibilidad
de aborto legal y gratuito, el acceso de las mujeres de mayor edad a las
técnicas de reproducción asistida. En este caso, la diferencia debe operar hasta
el fondo. No se puede sostener la igualdad de derecho de los hombres a decidir,
porque son los cuerpos y las vidas de las mujeres los únicos comprometidos y
trastornados.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>* Nota de Correspondencia de Prensa:</STRONG> Lidia
Cirillo es una de las autoras italianas más influyentes en el ámbito del
feminismo político. Es Doctora en Filosofía Política, fundadora de la colección
"Quaderni Viola", y militante del PRC. Entre sus numerosos trabajos de
investigación y debate, destacamos: "Mejor huérfanas. Por una crítica feminista
al pensamiento de la diferencia". Anthropos Editorial, España 2002.
<BR><BR><STRONG><U>Nota del traductor</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>1. Patto Civile di Solidarietà, es una reivindicación que
defiende la aprobación en Italia de una legislación semejante a las leyes de
parejas de hecho que se han ido aprobando en diversos países europeos (N del T).
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
<BR><BR><BR><BR><BR> <BR><BR> </FONT></DIV></BODY></HTML>