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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U><FONT size=5>boletín informativo - red
solidaria de revistas</FONT></U><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 3 de marzo 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT
size=3>Imperialismo</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Entrevista con Roger Burbach
*</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Entre la zanahoria y el garrote...<BR>
<BR>La política de Bush hacia América Latina<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Sally Burch</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=+0><FONT face=Arial size=2><STRONG>ALAI,
2-3-07</STRONG></FONT></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=+0><A href="http://alainet.org/"><FONT face=Arial
size=2><STRONG>http://alainet.org/</STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT><BR><BR><FONT face=Arial
size=2>La próxima visita de George W. Bush a América Latina, del 8 al 14 de
marzo, es considerada por muchos comentaristas como un intento tardío por
remendar las relaciones con una región que ha estado rezagada entre las últimas
prioridades de la agenda de su administración y que a todas luces se le resbala
de las manos. Mientras tanto, el cambio reciente a una mayoría demócrata en
ambas Cámaras del Congreso de EE.UU. está levantando interrogantes en cuanto a
la posibilidad de que provoque cambios en las políticas hacia la
región.<BR><BR>ALAI entrevistó a Roger Burbach (1) sobre la evolución última de
la política de EE.UU. hacia América Latina. Él comentó que a los recientes
cambios políticos que atraviesan la región, -bajo la iniciativa de gobiernos
inclinados hacia la izquierda y de movimientos populares que han conducido al
auge de una agenda reformista opuesta al neoliberalismo y al militarismo
estadounidense-, no se les ha respondido en forma tan agresiva como EE.UU. solía
hacerlo en el pasado. El analista considera que este hecho se debe no tanto a un
cambio en la política hacia la región, sino al fuerte involucramiento del
gobierno Bush en las guerras, primero en Afganistán y ahora en Irak. "La
administración Bush ha estado tan ocupada y obsesionada con sus guerras
imperiales en esos países, que no ha podido dedicar los mismos recursos, como lo
ha hecho históricamente cuando se siente amenazado, incluso por gobiernos
reformistas, del estilo de Evo Morales y ahora del gobierno de Rafael Correa"
(en Bolivia y Ecuador, respectivamente).<BR><BR>En años recientes, se ha visto
una línea política relativamente moderada hacia la región. No obstante, desde
febrero de este año, hay muestras de un nuevo giro en la política, desde que
John Negroponte asumió como Secretario de Estado Adjunto. "Como sabemos,
reciente e históricamente, Negroponte ha adoptado una línea muy dura e
intervencionista hacia todo lo que se percibe como amenaza para el sistema
estadounidense, en América Latina. Él ayudó a orquestar la guerra de los
"contras" en los años 80, contra los sandinistas en Nicaragua". De 2005 a 2007,
Negroponte fue Director de Inteligencia Nacional, y antes de ello, embajador en
Irak. "En recientes declaraciones, ha indicado que está asumiendo una línea
implacable frente a Hugo Chávez", comenta el analista
norteamericano.<BR><BR>Burbach ubica dos fases en la política de la
administración de Bush hacia el hemisferio: inicialmente, fue controlada
principalmente por los neoconservadores, bajo la figura dominante de Otto Reich,
nominado en 2002 como Subsecretario del Departamento de Estado para Asuntos
Hemisféricos, y luego (cuando su nombramiento fue rechazado por el Congreso),
como Emisario Especial para Iniciativas del Hemisferio Occidental, en la
Presidencia. "Reich adoptó una actitud de mano dura contra Chávez, y es probable
que haya contribuido a orquestar la participación de EE.UU. en el golpe contra
Chávez en 2002", asevera el historiador.<BR><BR>Después de que Reich dejara su
cargo en el Departamento de Estado, en 2003, bajo una lluvia de críticas, se
produjo un cambio cuando Thomas Shannon asumió la conducción de los asuntos
hemisféricos, y en 2005 fue confirmado como Subsecretario del Departamento de
Estado para Asuntos Hemisféricos, puesto que aún mantiene. Shannon "introdujo
una línea un tanto distinta. Él prácticamente aceptó como un hecho la elección
de Evo Morales en Bolivia, así como las victorias electorales sucesivas de Hugo
Chávez en Venezuela. Al mismo tiempo, durante los últimos 18 meses, EE.UU. ha
bajado el tono de su discurso frente a Chávez, por lo menos en el Departamento
de Estado", destaca Burbach, a la vez que reconoce que las voces disidentes
desde el Consejo de Seguridad Nacional y la Casa Blanca, han estado presionando
por una línea más firme. Estos sectores buscan distinguir entre la "mala
izquierda" y la "buena izquierda" en América Latina: la \'mala izquierda\'
incluiría particularmente a Chávez y hasta cierto punto a Morales, y por
supuesto a Cuba como siempre; la \'buena izquierda\' sería la de Brasil con Lula
y de Argentina con Kirchner; y entonces tratan de abrir una brecha" entre estas
dos tendencias<BR><BR>La llegada de Negroponte como Secretario de Estado Adjunto
tenderá a consolidar esas posiciones, y con el rango de segundo a bordo de
Condoleezza Rice, él tiene el poder de imponer su perspectiva por sobre la de
Shannon, en la política hacia América Latina. Controla todas las oficinas
regionales, con un manejo más directo que la propia Rice, puesto que ella se
ocupa principalmente del Oriente Medio y los Estados del Golfo, y conoce muy
poco sobre América Latina, según comenta el analista, quien agrega que: "mi
expectativa, dada la experiencia histórica de Negroponte, es que pronto
controlará los Asuntos Latinoamericanos dentro del Departamento de Estado, e
impondrá una línea política mucho más dura que Shannon". Incluso se especula
que, dadas las diferencias políticas, Shannon preferiría cambiarse de puesto o
renunciar.<BR><BR><STRONG>El viaje de Bush: en busca de nuevas
alianzas</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Es en este contexto que Bush visitará cinco países
latinoamericanos. Roger Burbach estima que detrás del viaje se encuentra la
visión de ensanchar la brecha entre la "mala izquierda" y la "buena izquierda".
"Bush va a Brasil y Uruguay, que representan los gobiernos de la nueva
izquierda, luego visitará a aliados más tradicionales, como Colombia, Guatemala
y México. Así intenta forjar una alianza diferente, para tratar de utilizar a
los aliados tradicionales de EE.UU., en la esperanza de conseguir que hagan
gestiones ante el gobierno de Brasil, y en cierto grado ante Argentina y
Uruguay, para conseguir que colaboren con EE.UU. y para abrir un mayor espacio
para que los regímenes más neoliberales puedan actuar sin ser marginados, dado
el auge masivo de la nueva izquierda a través de América Latina. Creo que ese es
el papel estratégico del viaje de Bush a América Latina: intentar lograr
acuerdos separados, intentar engatusar a estos gobiernos, alejarlos de cualquier
alianza y colaboración potencial con Chávez, Morales y ahora Correa".<BR><BR>De
esta forma, dependiendo de los resultados del viaje, el analista vaticina que su
país adoptará una línea más dura hacia Chávez, por lo menos en el plano del
discurso, aunque, como dice, "todo esto tiene que ser visto en el contexto de
EE.UU. obsesionado con la guerra que están perdiendo en los Estados del Golfo".
Y agrega: "yo estoy seguro que ya se están realizando actividades encubiertas
contra el régimen de Chávez, de muchos tipos, para desestabilizarlo, así como lo
hicieron con el gobierno del Salvador Allende en los años \'70. No tengo ninguna
duda que EE.UU. está haciendo todo lo que puede para seguir provocando la
desestabilización económica del país, y ello podría lograrse a través del
sistema financiero -incluso a través de los sistemas financieros privados- para
tratar de trastornar las finanzas del país. En ese plano, actuará con mayor
confianza bajo Negroponte. Es claramente su ámbito de acción: él conoce todas
las palancas del ámbito de la inteligencia, y sabe manipularlas, financiera,
económica y políticamente".<BR><BR>En cuanto al gobierno boliviano, Burbach
precisa que el punto principal de la tensión con EE.UU. no sólo son sus
relaciones con Chávez, sino también su participación en el programa contra el
narcotráfico. Morales ha impuesto sus propios términos para participar en el
plan, y se ha incrementado la cuota de coca que puede ser cultivada legalmente.
Washington renovó recientemente su ayuda financiera para el programa, pero
solamente en forma provisional, por seis meses, luego de lo cual habrá una
revisión. "Morales acaba de decir que él no hará ninguna concesión al plan de
EE.UU.", señala el entrevistado, un hecho que podría conducir a ese país a
suspender una nueva ayuda al programa. Este hecho, a su vez, podría desencadenar
repercusiones para otras formas de ayuda bilateral estadounidense, así como
presiones hacia las agencias multilaterales: "entonces esperaría un impulso más
agresivo de la política de EE.UU. hacia Morales. Hasta ahora, con Shannon, los
embajadores han utilizado un tono suave, han estado dispuestos a conversar sin
levantar la voz, ni amenazar a Morales. Es previsible que esto cambiará muy
rápidamente con Negroponte como Secretario de Estado
Adjunto".<BR><BR><STRONG>Las "amenazas" a los intereses de EE.UU.</STRONG>
<BR><BR>Considerando que los "regímenes neo-reformistas", como los de Ignacio
Lula da Silva y Néstor Kirchner, al no hacer ninguna reforma real en el plano
financiero o monetario, han aceptado en gran parte la agenda neoliberal, Burbach
señala que ellos son vistos como menos amenazantes para los intereses de EE.UU.,
que los gobiernos más radicales. Aún así, Washington demuestra inquietud frente
a algunas de sus políticas, y no solamente los sectores neoconservadores: "Creo
que la derecha y los neoconservadores consideran que la norma ideal en América
Latina son la serie de regímenes y gobiernos que asumieron el poder después de
las dictaduras, con políticas y seudo-democracias neoliberales: democracias
formales con políticas que Bill Robinson llama "poliarquía"(2), con la
minimización del papel del Estado."<BR><BR>De hecho, advierte este historiador
económico, "todos los gobiernos de la nueva izquierda, aunque no rompen con el
endeudamiento, sí rechazan la mayoría de las políticas neoliberales, comenzando
con los acuerdos comerciales. También creen en un papel más enérgico del Estado
en los asuntos económicos. Dicen que el desarrollo de los países asiáticos
(tales como Corea y Taiwán), en el período de la pos II Guerra Mundial, no se
debía al libre comercio, sino a una fuerte intervención del Estado. En la
práctica, se está resucitando lo que se llama el \'neoestructuralismo\', en la
línea de la escuela de Raúl Prebisch, que está siendo restablecida por gobiernos
desde la Argentina hasta al Perú. Aún cuando no puedan romper con el control
financiero y la carga de la deuda, están introduciendo todo un nuevo arsenal de
políticas económicas, que se diferencian de lo que se considera neoliberalismo".
Así, para Washington, "hasta cierto punto esto se considera una amenaza. Y al
romper con las privatizaciones, el papel de las multinacionales será más
limitado, lo cual es considerado por los sectores dominantes en Washington (que
podrían contar con algunos aliados entre los demócratas), como una política
desfavorable, porque intenta poner ciertos frenos al papel de las corporaciones
multinacionales. Por ejemplo, los acuerdos bilaterales entre PDVSA y
Petroecuador son anatema para Washington, y aún un gobierno demócrata
cuestionaría eso, porque afecta intereses corporativos
estadounidenses".<BR><BR>En este sentido, Burbach identifica una nueva política
económica que está emergiendo en América Latina: "no es socialista en ningún
sentido de la palabra, pero sí implica un mayor rol del Estado y en muchos
países le asigna al Estado un poder económico redistributivo, que representa una
ruptura con el neoliberalismo y con el modelo de desarrollo desde arriba hacia
abajo". En el contexto mundial, se está viendo a América Latina como un ejemplo:
"por primera vez en la historia, realmente se está presentando una alternativa
en el escenario mundial a la típica política neoliberal. Se lo ve como un signo
de esperanza, en un mundo atrapado cada vez más en guerras e intervenciones
masivas de EE.UU.".<BR><BR>En cuanto a presiones posibles hacia el gobierno
Bush, por parte de la mayoría demócrata en el Congreso, tendientes a modificar
su política hacia América Latina, Burbach vaticina nada más que protestas leves.
Ciertamente, "desde que los demócratas tomaron el control del Senado y de la
Cámara de Representantes, hay nuevas voces particularmente en el Senado, por
ejemplo en el Comité de Relaciones Exteriores y el Subcomité de Asuntos
Hemisféricos, que articulan una política diferente a la que Bush ha estado
siguiendo. Christopher Dodd, entre otros, quien se ocupa particularmente de
América Latina, dice que la administración Bush ha incurrido en equivocaciones
al no colaborar con las políticas reformistas de varios gobiernos
latinoamericanos, y que debe haber una apertura hacia Cuba, por
ejemplo".<BR><BR>Y de hecho, los demócratas están planteando algunas
interrogantes, particularmente sobre la política hacia Cuba. "Antes del cambio
en el Congreso en enero, una delegación de congresistas -republicanos y
demócratas- fue a Cuba. Hay republicanos que representan los estados granjeros,
que desean ampliar sus exportaciones agrícolas. Y hay los demócratas que
claramente apoyarían la línea de Shannon, de negociar las diferencias, dialogar
con los gobiernos latinoamericanos, no adoptar un discurso duro". No obstante,
América Latina "no representa un área central de preocupación de la política
demócrata. No van a apostar su capital político en la región, y dudo que vayan a
plantear una alternativa formal a las políticas de Bush, más allá de criticar
esporádicamente las políticas que él emprende; y es que la guerra en Irak y la
guerra potencial con Irán tienen tan obsesionados a todos los sectores de ambas
partidos, que no están en medida de ocuparse de una política coherente hacia
América Latina, ni de cuestionar o restringir la política agresiva de la actual
administración". En cuanto a la propia administración Bush, ella "oye solamente
a su propio consejo interno y principalmente el de los \'neocons\', con relación
tanto a América latina como al Oriente Medio".<BR><BR><STRONG>EE.UU.-México: una
visión común</STRONG><BR><BR>Desde la perspectiva de la administración Bush,
Burbach cree que la única muestra de esperanza, durante el último año, ha sido
la elección fraudulenta de Felipe Calderón en México. "Calderón es básicamente
un apologista neoliberal a ultranza, y es especialmente apreciado en la Casa
Blanca. Él hace y dice todo lo que la Administración quiere que haga o diga; y
los sectores intransigentes en el Departamento de Estado y la Casa Blanca, lo
pretenden utilizar como un frente para desafiar y actuar agresivamente contra
los gobiernos izquierdistas, el de Chávez en particular. Por su parte, y es
sorprendente, Calderón está siguiendo la línea del gobierno de EE.UU. en la
guerra antinarcóticos. Ha tomado medida enérgicas en Tijuana, y allanamientos en
el D.F. en los barrios ligados al tráfico de drogas".<BR><BR>En cuanto a la
política de inmigración, el analista observa una coincidencia entre Bush y
Calderón en la mayoría de aspectos. "Ambos desean establecer un programa de
braceros, para permitir que una cierta cantidad de mexicanos puedan entrar a
EE.UU. La política que el propio Bush está proponiendo es para que un cierto
número de trabajadores sean autorizados a llegar a EE.UU., para luego volver a
sus países después de un período de algunos años, combinado con un programa de
amnistía, donde trabajadores que se encuentran en EE.UU. puedan regresar a su
país, y tener prioridad para inscribirse para regresar bajo este sistema". Toda
vez, "la pregunta es si Bush puede lograr una nueva política de inmigración para
América Latina -incluso con el control demócrata en el Congreso-, con un Partido
Republicano que se opone radicalmente a su política de
inmigración".<BR><BR>Quizás la única área de conflicto entre los dos presidentes
es la muralla en la frontera. "A fin de intentar apaciguar a la derecha dentro
del Partido Republicano, Bush ha aceptado esta gran muralla electrónica y
física, y está invirtiendo miles de millones de dólares para construirla. Está
decidido de seguir adelante con este proyecto. Ése es un tema de desacuerdo.
Pero parece que Calderón está dispuesto a aceptarlo si consigue su nuevo
programa de braceros; si obtiene una cierta regularización de la migración
mexicana y latinoamericana a EE.UU.", aunque no hay garantías por ahora que ello
ocurrirá. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Roger Burbach tiene un doctorado en historia económica
latinoamericana. Analista político sobre América Latina. Es director del Center
for the Study of the Americas, basado en Berkeley, California. Ha escrito varios
trabajos sobre América Latina, incluyendo, “The Pinochet Affair: State Terrorism
and Global Justice.” Es también co-autor con Jim Tarbell de: “Imperial
Overstretch: George W. Bush and the Hubris of Empire.”</DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información
difundida por Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios,
redes alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda.
Suscripciones, Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A> </DIV>
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