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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U><FONT size=5>boletín informativo - red
solidaria de revistas</FONT></U><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa<BR></EM></FONT>Año IV - 21 de marzo 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Argentina</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>La gente de la
tierra<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Osvaldo Bayer</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Página/12, Buenos Aires,
17-3-07</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Llegamos a la cárcel de Marcos Paz. Vamos a visitar a seis
presos. Campesinos paraguayos. Trabajadores de la tierra. Presos en la
Argentina.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Una sociedad no debe jamás ignorar sus cárceles. No como
se hacía antes: se los mandaba a Ushuaia, la Siberia argentina. Para olvidarlos
allá y ya está. Rasgo de una sociedad sobona y violenta.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Entramos al salón de visitas con sus paredes desnudas. Ni
cuadros ni flores. Bueno, no exageremos, Blumberg no lo hubiera permitido. La
espera siempre melancólica: presos. Sabemos lo que es eso. Entran seis
paraguayos, humildes, hijos de la tierra. Gente de campo, de los que plantan
semillas, cabalgan distancias, ordeñan lo que siembran. Para lo cual deben
inclinar la espalda en la Edad Media eterna.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero éstos no. Seis paraguayos que luchan para que la
tierra sea de los que trabajan o de la acción mancomunada de la cooperativa. En
Paraguay, que siempre lleva el signo de Stroessner. Ahora seguridad de Duarte
Frutos y Bush. La mescolanza que da la seguridad de que nada va a cambiar. El
agua, ahora, como antes el oro y el petróleo. El agua, señores, hay que asegurar
su futuro. Y los fuertes asegurarse el agua de los débiles dependientes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Bush, republicano. La palabra república ya cambió de
significado desde aquél de la Revolución Francesa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Antes de llegar a la cárcel hemos leído todos los papeles
de la justicia. De los dos lados. Los ochenta años que uno ha vivido no han
pasado en vano. Por lo menos en eso. No, no, ingenuidades no. La palabra
terrorista ha pasado a usarse con la misma multiplicidad que republicano. Un
republicano puede ser tan terrorista como un terrorista, republicano.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Con nosotros están los seis campesinos paraguayos, hablan
la castilla pero también el guaraní. Palabra por palabra nos relatan la
tragedia. Más de un año presos en cárceles argentinas. Sus familias, allá. Pero
tres de sus mujeres han venido hasta Buenos Aires para poder visitarlos.
Trabajan aquí como sirvientas. Sirvientas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Nada menos que Blumberg, el inmaculado, acompaña a la
línea oficial paraguaya. Ha reafirmado con su presencia las acusaciones contra
los proletarios de la tierra. Sí, Blumberg acompaña personalmente la acusación
contra la gente campesina. Una acusación inverosímil. El gobierno paraguayo los
acusa de haber secuestrado y luego asesinado a la hija del ex presidente Cubas.
Un hecho que otras fuentes han atribuido a la lucha entre organizaciones
mafiosas del narcotráfico. Pero, claro está, la policía aprovecha para acusar a
los campesinos que quieren su tierra, para sacárselos de encima y, de paso,
proteger las organizaciones de la droga que pululan los estrados oficiales
paraguayos. Cuando comenzó la persecución los hombres del campo se presentaron
ante la embajada argentina pidiendo protección. Porque habían oído que la
Argentina, después de la era de la desaparición, se había convertido en la
Tierra del Asilo. Se trasladaron a Buenos Aires para, desde esta latitud,
demostrar su absoluta inocencia. Pero el Cepare (Comité de Elegibilidad para
Refugiados) no atendió sus razones. Blumberg sonrió satisfecho. Los perseguidos
recurrieron a la Justicia y, en primera instancia, el juez Lojo rechazó el
pedido de manera que los dejó sin defensas para ser extraditados hacia el país
que los persigue.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El tema está ahora ante la Corte Suprema de Justicia. Ahí
está ahora la esperanza de estos luchadores de la tierra. Hasta ahora, la
Argentina en vez de refugio les dio cárcel.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un hecho que hubiera movido a Emile Zola a escribir un
segundo tomo del Yo acuso. Sería muy noble que todos los hombres de leyes que
tienen conciencia de la diaria injusticia con los indefensos leyeran la
resolución del juez Lojo que podría resumirse en algo así como: “Bueno, si el
gobierno paraguayo los pide, hay que entregárselos”. Y no exagero. Me gustaría,
justo por lo que se juega aquí, es decir, la vida de seis luchadores por la
dignidad, invitarlo al juez argentino Lojo a una mesa redonda pública a discutir
uno por uno los documentos de su fallo. Porque, nos repetimos: está la vida de
por medio, la verdadera vida.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Demostraríamos que hemos aprendido de nuestro sórdido
pasado si todos los organismos de derechos humanos de nuestro país tomaran a su
cargo la defensa de estos campesinos, víctimas de esta nueva Operación Cóndor.
Pero también que lo hicieran todas las iglesias y las asociaciones de abogados y
juristas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Creemos en la independencia actual de la Corte Suprema
pero hay que respaldarla con argumentos legales, humanos y principalmente de la
defensa de la libertad de los ciudadanos, por más que éstos sean pobres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y los presentamos: Gustavo Lezcano Espínola: “Mi familia
es campesina; tengo ocho hermanos. Comencé a trabajar a los ocho años en la
agricultura. Somos de creencia religiosa y nunca pertenecí a una agrupación
política. A los 19 años hice durante dos años el servicio militar. Y luego
preparamos con los vecinos un grupo de sin tierra para la ocupación de un campo
improductivo de 5000 hectáreas, pero fuimos desalojados dos veces, una por la
policía y otra por el ejército. Fue el desalojo más cruel por los garrotazos en
todas partes del cuerpo boca abajo corriendo encima de nuestras cabezas y
tirando con fusiles. Había mujeres embarazadas y ellos decían que ahí mismo
tenían que producir el parto con garrotes y machetes. Hasta ahora hemos sufrido
seis desalojos: con maltratos, garrotazos; baleados, muertos. El 2 de marzo
entramos a la Argentina legalmente para solicitar refugio, porque ya era
insostenible la persecución. Recurrimos ante el Cepare para denunciar lo
ocurrido pero ni siquiera se analizó el caso. Fui detenido por la Gendarmería
argentina. Hace diez meses que estamos presos. El 14 de diciembre el juez
argentino Ariel Lojo resolvió conceder la extradición nuestra al
Paraguay”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Basiliano Cardozo Jiménez: nacido en Caaguazú de una
familia campesina y humilde. “Comencé a trabajar a los 10 años. A los 15 me
incorporé a la tarea religiosa como catequista, donde aprendí a ser solidario
con los más débiles y amar a los oprimidos. Tuve que ausentarme de mi hogar por
las permanentes amenazas de secuestro y muerte que hacían los escuadrones de la
muerte del partido del gobierno. He recurrido al tratado internacional buscando
protección, solicitando refugio político al gobierno argentino. Fui detenido por
la policía argentina llevando ya ocho meses en Devoto y ahora en Marcos Paz. Mi
detención sólo puede ser explicada por mi coherencia en la lucha por una
sociedad sin oprimidos ni opresores.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Arístides Vera Silguera: “A los 12 años comencé a conocer
el trabajo campesino. A los 17 participé del curso de formación para líderes
parroquiales en el seminario de Maá Cupé”. Se casó y tiene seis hijos. Vivieron
en una colonia llamada San Carlos, en donde las necesidades y el abandono son
impresionantes. Sin calles, sin electrificación, sin puestos de salud, sin agua
potable. Las luchas campesinas se agudizaron a medida que crecía la organización
de lucha y la pobreza. Por las persecuciones siguió el mismo camino a la
Argentina que sus compañeros hoy presos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Simeón Bordón Salina: Se crió en un hogar campesino de 16
hijos. Desde los 16 años fue catequista católico, de la Teología de la
Liberación, con el padre Braulio Maciel, quien fue perseguido y asesinado en
1976. Inauguraron una comunidad y el 8 de febrero de 1976 fueron atacados por
militares al mando del mayor Grau. “Arrancó el tiroteo y el llanto de nuestras
madres, el gemido de dolor de nuestros padres. Nuestra comunidad pasó así, en
una noche, de vivir en el Edén a experimentar el infierno. Los hombres que no
fueron muertos, fueron detenidos. La vida seguirá así. Estoy casado con cinco
hijos. Ahora soy un perseguido político, desposeído total y encarcelado en 2006
en la Argentina.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Roque Rodríguez: casado, nueve hijos. Agricultor.
Fundador del Movimiento Agrario Popular. Y del Frente Nacional por la Soberanía
y la Vida, ante el avance de la agricultura empresarial, donde estaban en
peligro el medio ambiente, las comunidades y el arraigo como herramienta de
lucha y resistencia. En 2006 abandonó Paraguay por la persecución política.
Desde el 2 de marzo del año pasado estuvo preso en Devoto y ahora en Marcos
Paz.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Agustín Acosta González, de 34 años. Familia campesina de
nueve hermanos. Integró el Movimiento Juvenil Franciscano. En 1992 llegó a un
asentamiento campesino donde “fue una de las experiencias que más me conmovió,
experimenté la impotencia ante tanta injusticia. Este hecho me dejó marcado
porque ésta era la realidad paraguaya: niños desnudos sin nada que comer, sin
vivienda, sin cama, sin camino, sólo selva y agua del lago artificial de la
represa de Acaray”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estas son las vidas de quienes los gobernantes del
Paraguay piden su entrega y el juez argentino Ariel Lojo quiere entregar. Nos
hacen acordar los episodios del tiempo de la Ley de Residencia, aquella aprobada
por Roca, por la cual se expulsaron centenares de luchadores sociales por poseer
“ideologías extrañas al ser nacional”. Sus familias quedaron aquí, sin sustento.
Una crueldad argentina. Este calvario de los seis luchadores guaraníes de la
tierra tiene que llamarnos a la acción y al debate. Si los entregamos pasaremos
a la historia como entregadores. El más vergonzoso papel que puede ejercer un
ser humano.
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
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<DIV align=justify><BR></FONT> </DIV></BODY></HTML>