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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U><FONT size=5>boletín informativo - red
solidaria de revistas</FONT></U><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 24 de marzo 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Colombia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Memorias de un para
</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial>
<DIV align=justify><FONT size=2></FONT><BR></FONT><FONT face=Arial
size=2><STRONG><FONT size=3>Escalofriante diario íntimo de uno de los jefes más
antiguos de las AUC</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT
size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Una historia
escrita con sangre</FONT></STRONG> </FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify>
<DIV align=justify><FONT size=2><FONT face=Arial><STRONG>Hace año y medio, uno
de los paramilitares más antiguos de las AUC se movilizaba en una lujosa
camioneta último modelo por una de las principales vías de Meta. Iba acompañado
de su esposa, sus hijos y dos escoltas. Estaba escapando de la que durante años
había sido una zona bajo su mando. Otros jefes paramilitares, que en el pasado
habían sido sus aliados y compañeros de armas, habían dado la orden de
asesinarlo. Un grupo de sicarios, con ayuda de miembros de la Fuerza Pública,
habían sido designados para aniquilarlos. Después de varias horas de viaje, la
camioneta se acercó hasta un cruce de caminos. Allí estaba planeada la
emboscada. Sin embargo, la experiencia y los años que llevaba en la guerra le
permitieron al paramilitar sospechar que en esa intersección encontraría la
muerte. Detuvo el vehículo e hizo que los ocupantes bajaran. Escaparon de sus
asesinos por entre la maleza y dejaron abandonada la camioneta. En su interior
quedaban cuatro fusiles de asalto y un cuaderno escrito a mano. Este cuaderno
era nada más y nada menos que el diario íntimo del paramilitar. Sus revelaciones
son espeluznantes. SEMANA publica fragmentos de esta impresionante radiografía
sobre la vida paramilitar desde adentro. Una historia llena de muerte,
narcotráfico y traiciones.</STRONG> </FONT></FONT></DIV></DIV><FONT size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT face=Arial>Revista
Semana</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial>Bogotá,
17-3-07</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial>“Cuando ingresé a las autodefensas,
caminamos por espacio de dos días hasta un campamento en el Nudo de Paramillo,
lo que más tarde sería la escuela La 35, un centro de entrenamiento para los
mandos de las AUC. Al día siguiente nos levantaron temprano para ir a formar. En
total éramos 20 hombres sin armamento, sin en qué dormir. A mí me dieron una
escopeta calibre 16 con 10 cartuchos. Después nos dijeron que nos iba a hablar
el jefe, un hombre de 35 a 40 años, 1,70 metros de estatura: era Fidel Castaño.
Más adelante, él mismo me enseñó a disparar los fusiles M14, M1 y un G-3 que le
habíamos quitado a la guerrilla en una casa de campesinos.<BR> <BR>“En ese
entonces no teníamos dinero para comida, vestuario, medicamentos y menos para
municiones. Un día cualquiera pasamos por una finca y le pedimos al encargado
que nos regalara un queso o algo para comer. Nos dijo que ese día no tenía nada,
pero que podíamos volver al día siguiente. Así lo hicimos. Al otro día,
Monoleche’ (paramilitar hoy detenido en Itagüí que en 2004 mató a Carlos
Castaño) les dijo a dos patrulleros, el ‘Indio’ y Germán, que bajaran a la finca
con un revólver y un costal porque nos iban a dar plátanos y yuca. Pasaron las
horas y los muchachos no regresaron. Entonces Fidel dijo que bajáramos a
buscarlos.<BR> <BR>“‘Monoleche’ entró a la finca y vio una escena
asquerosa. Al ‘Indio’ lo habían picado a machete y sus partes estaban regadas
por todo el patio. A Germán lo había amarrado al tronco de una cerca con la
cabeza cortada. ‘Monoleche’ le hizo una señal a Fidel para que entrara hasta la
casa, pero apenas comenzó a andar le salieron unos 10 hombres de las Farc y
empezaron a disparar.<BR> <BR>“Fidel maniobró y sin que los guerrilleros se
dieran cuenta les llegó por la parte de atrás y dio de baja a siete
‘guerrillos’. Los tres que quedaban emprendieron a correr, pero llegaron al
sitio donde yo estaba con mi grupo. Dimos de baja a dos y el otro al verse solo
decidió no oponer resistencia. Fidel dio la orden de amarrarlo para sacarle
información sobre el enemigo. La orden de Fidel era matarlo, pero primero que le
doliera por lo que nos había hecho. El tipo nos confesó que era el administrador
de la finca y que les había informado a los guerrilleros que nosotros íbamos a
bajar a buscar comida. <BR>“Mientras tanto yo le pedí a Fidel que me dejara
revisar si había cosas de valor en la finca. “¡Autorizado!”, me dijo. Ese día
fue definitivo, pues el ideal de no robar se acabó. Entré con unos muchachos a
la casa. Nos llevamos 300.000 pesos, unas prendas de oro, ropa, hamacas, un
revólver y cartuchos para escopetas, y toda la comida que encontramos. Volví
donde Fidel y le comenté que había mucho ganado. Le propuse que nos lo
lleváramos para venderlo. “Encárguese usted de todo eso”, me dijo. Sin saber que
así estaba empezando la primera comisión de finanzas. Finalmente matamos al
administrador y quemamos la finca.<BR> <BR>“En 1994 las cosas estaban
mejorando. Había armamento nuevo, radios de comunicación y más gente. Fidel se
fue y nunca lo volvimos a ver. En su lugar quedó su hermano Carlos, un hombre
tímido, que hablaba poco. Con él seguimos consolidando el trabajo en
Urabá.<BR> <BR>“Hubo un ganadero de la región que nos apoyó mucho. Con la
ayuda de este señor logramos que las fincas nos pagaran por protegerlos de la
guerrilla. También nos pagaban los dueños de las plataneras, buses, camiones,
incluso las empresas exportadoras de banano. Así les fuimos cogiendo confianza y
ellos a nosotros. Comenzamos a traer armamento de afuera en los barcos
bananeros. <BR><BR>“Hasta que un día, Elías, un ‘traqueto’ que traía droga de
Puerto Raudal y Valdivia, dos pueblos del Bajo Cauca de Antioquia, nos dijo que
estaba interesado en sacarla por el golfo de Urabá. Que estaba dispuesto a
pagarnos un porcentaje si llegábamos a un acuerdo. El pacto consistía en que la
que nos correspondía a nosotros, él nos la daba en armamento. Nos pareció buena
oferta y aceptamos. En poco tiempo podíamos decir que habíamos sacado la
guerrilla y sus colaboradores de la región. El negocio con Elías iba por buen
camino. Un día el ‘Alemán’, que ya era jefe de las autodefensas en una parte de
Urabá, le propuso a Elías que se hicieran socios. Que enviaran conjuntamente la
droga y se partieran las ganancias. A los 10 días se fueron los primeros
embarques de coca. Como al mes regresó Elías y nos trajo tres millones de
dólares. Esta cantidad era demasiada, increíble, no sabíamos qué hacer con toda
esa plata. Pero para ese momento yo tenía mis roces con el ‘Alemán’. La
situación estaba tan difícil entre él y yo, que el Estado Mayor acordó mandarme
para Meta. Me dijeron que eso estaba lleno de guerrilla y que allá se necesitaba
un líder como yo. <BR><BR>Hace dos semanas el CTI de la Fiscalía encontró,
en el corregimiento La Cooperativa, Meta, una fosa común en la que estaban
enterrados 21 cuerpos, presuntamente de miembros de las autodefensas. En el
diario, el paramilitar cuenta cómo ese lugar fue el escenario de una batalla
campal entre el bloque de Miguel Arroyave y el grupo de las autodefensas
campesinas del Casanare -Acc- de Martín LLanos <BR> <BR>El paramilitar
cuenta en su diario cómo fue reclutado y entrenado por Fidel Castaño. Narra cómo
desde el comienzo mismo de las AUC ese grupo acudió al narcotráfico para
financiar la guerra <BR><BR>“A comienzos del 95 me trasladé para Meta. Llegué a
San Martín con dos de mis hombres de confianza: Belisario y Otoniel, ambos
reinsertados del EPL. En seguida me puse en contacto con ‘Jorge Pirata’, que era
desde hacía muchos años un jefe de las autodefensas en el Llano. Lo primero que
nos advirtió es que la zona estaba muy fea y que para quedarse allí había que
tener pantalones para pelear con las Farc. <BR>“Nos ubicamos en una vereda de
San Martín llamada La Mesa. Lo primero que hicimos fue organizar la ‘urbana’,
así se llamaba el grupo que estaba en los pueblos y que se dedicaba a los
ajusticiamientos y a conseguir finanzas. Empezamos a cobrarle impuesto a todo lo
que generara plata. Comenzamos a dar con los ‘traquetos’ que llevaban los
insumos para el procesamiento de la coca; les decomisamos lo que llevaran y para
entregárselos les cobrábamos impuesto. Hicimos empalme con otros grupos de la
zona como Los Buitragos, al mando de Héctor Buitrago y su hijo ‘Martín Llanos’,
que estaban en Puerto López. También con Los Casanareños, en Casanare; Los
Carranceros, al mando de Guillermo Torres en Puerto Gaitán y Vichada. Pero estos
grupos estaban más “pelaos” que nosotros. <BR><BR>“Las finanzas en estos grupos
se recaudaban de la siguiente manera: en el casco urbano las tiendas, almacenes,
restaurantes, hoteles, carnicerías, billares, discotecas y joyerías debían pagar
entre 50.000 y 100.000 pesos mensuales como impuesto. Estaciones de servicio y
gasolineras, entre 100.000 y 200.000 pesos. Fincas ganaderas, entre 500.000 y
700.000 pesos, dependiendo de la extensión de la finca, y 10.000 pesos por
hectárea, durante el tiempo de cosecha. <BR><BR>“Los camiones cada vez que
cruzaban debían cancelar 50.000 pesos. Los ‘traquetos’ cuando mandaban insumos,
1’000.000 de pesos y cuando sacaban coca, 5’000.000 de pesos. A los alcaldes se
les decía a quién debían asignarle los contratos y al contratista se le quitaba
el 30 por ciento, el 10 para el alcalde y el 20 para las AUC, y así
sucesivamente. Al comienzo todo funcionó bien. <BR><BR>“La urbana tenía tres
frentes de trabajo: el primero eran los ‘cazcones’, encargados de ajusticiar a
quienes creíamos enemigos. El segundo era el de inteligencia, encargado de
analizar a la gente del pueblo. Como tercer frente estaban los de logística,
encargados de hacer contacto con los militares y policías para saber dónde se
ubicaban las tropas en el área, para evitar enfrentamientos con ellos. A cambio
les dábamos plata, en promedio 10 millones mensuales a cada jefe de Batallón o
Estación. <BR><BR>“Los carros se le pedían a un tipo que los compraba, los
aseguraba y nos los vendía más baratos y luego los reportaba como robados y
cobraba el seguro. De esta forma se llegó a comprar entre 100 y 120 camionetas.
<BR><BR>“Pero como todo en la vida da reversa, me hice dizque amigo de un tal
Miguel Arroyave, que gracias a mis gestiones se reunió en el Nudo de Paramillo
con Carlos Castaño y cuando volvió, ya era comandante de Meta y Guaviare.
Arroyave me dijo: “yo le puedo dar ya dos millones de dólares. Si quiere seguir
trabajando, bien; si quiere retirarse, no hay problema”. <BR><BR>“Con esta plata
compré dos haciendas ganaderas. Una en El Dorado y otra en San Martín y en mi
pueblo también invertí en fincas. ¡Ya era millonario! Tenía de qué vivir el
resto de mi vida. Pero pudo más la ambición. Me había acostumbrado a tener
subalternos y a que me llamaran señor. La decisión fue quedarme.
<BR><BR>“Después comenzaron los inconvenientes con los ‘traquetos’, pues Miguel
ya no quería el pago de impuesto por la coca que sacaran, sino que pretendía ser
socio en el envío de la droga a Estados Unidos y los países de Europa. Instaló
sus propias ‘cocinas’ e hizo una alianza con las Farc. <BR><BR>“Los verdes
empezaron a llegar y en gran cantidad. En una ocasión trajeron 70 millones de
dólares juntos y esto hacía que la ambición de Miguel creciera más. Quería
ejercer el dominio total sin que la cúpula de comandantes de Meta lo notara.
Empezó una guerra por el dominio de territorios. <BR><BR>“A esta fecha Miguel
tenía más de 500 carros legales con papeles al día. Infiltró, organizó y
manipuló la política en el Llano: Gobernación del Meta, Alcaldía de
Villavicencio, y las alcaldías de los demás municipios. Era él quien decidía
cómo se invertía el presupuesto y hasta las regalías del petróleo. Pero su
ambición no paraba allí. <BR><BR>“Arroyave les hizo saber a los Buitrago que
debían unificarse y que él estaba dispuesto a permitirles seguir mandando en su
zona, pero que todo debía ser manejado con su autorización. En pocas palabras,
se autoproclamó como el jefe único, con lo que ni Héctor Buitrago ni sus hijos
‘Caballo’ y ‘Martín Llanos’ estaban de acuerdo. No aceptaron esta orden y
decidieron que si tenían que morir para no permitir que esto pasara, estaban
dispuestos a entregar sus vidas. <BR><BR>“El disgusto de Miguel Arroyave no se
hizo esperar. En San Pedro de Armería reunió a todos sus aliados. Del Casanare
llegaron 500 hombres bajo mi mando; ‘Macaco’, el comandante del Bloque Central
Bolívar, le mandó 1.500 hombres; Guillermo Torres puso unos 200 carranceros, más
otros 200 de Meta y por el lado de Guaviare, cerraba ‘Cuchillo’ con 500 hombres.
<BR><BR>“Empezó la guerra con los Buitrago. Los combates cada día se agudizaban
más y más. En todos los frentes las bajas eran de lado y lado. Eran tantos los
muertos en un solo día, que era imposible contarlos. En el corregimiento de La
Jungla, en una pista aérea de los Buitrago, les quitamos dos toneladas de coca
lista para ser enviada al exterior y 300.000 dólares que fueron repartidos por
Miguel (Arroyave) entre los comandantes que estaban en la operación. La droga la
cogió para él. Después de recoger esto, se llamó a la ley para organizar una
operación rastrillo cuyo fin era acorralar en los alrededores del caserío de La
Cooperativa a los Buitrago y así acabar con ellos. Iniciamos lo que llamamos
Operación Punto Final. <BR><BR>“Empezamos a planear el combate. Yo les advertí
que si nos metíamos de frente, los Buitragos nos iban a dar muy duro. A
Belisario se le ocurrió una idea con la que según él podíamos entrar a La
Cooperativa sin correr el menor riesgo. Nos dijo que en San Martín había una
bruja muy buena, que debíamos mandar a traerla para que rezara a los hombres que
irían a combatir, para que el plomo no les entrara en el cuerpo. Sabíamos de
casos donde esto había servido bastante y se organizó la traída de la bruja.
<BR><BR>“Formamos la gente, los organizamos y la bruja empezó su ritual
rezándolos y rociándoles un agua que había traído preparada con hierbas y
aromas. Según ella, esta agua era la que tenía el poder de hacerlos inmunes a
las municiones. Luego dijo que cada uno debía coger un poco de tierra de
cementerio de la que ella había traído y meterla en una bolsa plástica negra y
después guardarla en los bolsillos del pantalón. Según ella, con esto ya
quedaban protegidos y no había bala o munición en la tierra que entrara en el
cuerpo. Belisario se sentía muy seguro de la bruja y volvió a sugerir que
entráramos de frente peleando de pie y echando pa’lante. <BR><BR>“Al otro día,
como a las 6 de la mañana, a unos 600 metros de la entrada a La Cooperativa, se
inició el combate. El comandante ‘Pólvora’ le dio la orden a ‘Voluntario’, el
segundo al mando, de que los hombres entraran disparando de pie, en la modalidad
que nosotros llamábamos encortinados. ‘Voluntario’ cumplió la orden, pero en
cuestión de minutos nuestros centros de enfermería, que habíamos adecuado dentro
de las matas de monte, estaban llenos de heridos y muertos. Para las 10 de la
mañana ya teníamos en nuestras filas 65 muertos y más de 48 heridos. Teníamos un
médico que llamábamos ‘Cabeza de marrano’ y había sido contratado por la
organización por su excelente trabajo y su destreza para hacer cirugías, muchas
veces sin contar con todos los elementos necesarios. Además de él había dos
enfermeros y una enfermera jefe llamada Jenny. Me acerqué y les pregunté qué
estaba pasando. “Están llegando muchos heridos, la mayoría ya muertos, hay más
de 100 bajas. Mi comando, si esto sigue así, no vamos a poder continuar, las
bajas son de todos los bloques, del Meta, del Central Bolívar, Carranceros y muy
pocos del otro lado, de los Buitragueños”, me dijo el médico. <BR><BR>“Les llamé
la atención a Belisario y al comando ‘Pólvora’: “¿cómo es posible que siendo
ustedes tan experimentados en esta vaina de la guerra permitan que pase esto?
¿Cómo se explican ustedes lo que están haciendo por estar creyendo en brujas?
¡Miren la cantidad de bajas que tenemos en tan poco tiempo! Si Miguel se llega a
enterar de esto, los manda a matar de inmediato. Vean a ver cómo remedian ese
error. ¡Y a lo que vinimos, porque no vinimos hasta acá para perder!”.
<BR><BR>“Después hice el reconocimiento de los muertos para saber a qué grupo
pertenecía cada uno. Me comuniqué por radio con Miguel y le informé de las bajas
sin comentarle que habían sido culpa de nosotros mismos por ponernos a creer en
brujas. Miguel me dijo que enterrara los que no fueran de Meta, que si era
necesario picarlos para que cupieran en una sola fosa, que lo hiciera.
<BR><BR>“Cuando salía a encontrarme con Miguel llegó Belisario en una camioneta
Hilux. Traía a la bruja. Entre rabia y burla le pregunté si iba a pagarle otra
vez para que rezara a la gente. Me respondió: “No, mi comando, esta h. p. la
traje para que mire lo que pasó por su culpa. Usted me autoriza y yo mato a esta
maldita para que aprenda que con nosotros no se juega”. <BR><BR>“Tomé mi escolta
y me fui sin saber qué hizo Belisario. Cuando me encontré con Miguel en la
finca, le expliqué lo de las bajas, teniendo mucho cuidado de no embarrarla
comentando lo que no debía. Me dijo: ”No se preocupe. Pida las coordenadas de
dónde están atrincherados esos perros. Ya un político amigo me hizo el favor de
coordinar con la Fuerza Aérea para que hagan un bombardeo”. <BR><BR>“Le pasé las
coordenadas a Miguel y me dijo: “Espere y verá. Estos h. p. están muy bravos y
no saben lo que se les viene encima”. Como a los 40 minutos después de que
Miguel llamó, llegaron dos aviones Tucano y cuatro helicópteros Arpía. Empezaron
a bombardear casi toda La Cooperativa. Se veían caer municiones de
ametralladora, bombas de 500 libras y cohetes. A eso de las 4 de la tarde me
llamó Belisario muy contento con los resultados: “Comandante, lo logramos. Ahí
no quedó nada de pie. Todos están muertos”. La alegría también invadió a Miguel.
“Les ganamos a eso h. p. Ese general que me apoyó es la gente que necesitamos de
nuestro lado”. <BR><BR>“No había terminado Miguel de hablar cuando uno de mis
escoltas me pasó el radio y por otra frecuencia escuché al comando ‘Pólvora’ que
decía: “Esos h. p. de la Fuerza Aérea se nos torcieron, nos están dando es a
nosotros. Ya nos tiraron una zamba (una bomba) como del grande de una vaca y eso
hizo volar mierda pa’l zarzo. Yo voy embalao por la maraña con los pelaos que me
quedan, a ver cómo nos podemos salvar”. </FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT face=Arial>“De inmediato Miguel llamo por el
teléfono satelital a alguien que llamaba “Mi general” y al momentico pararon el
bombardeo. Reiniciamos la comunicación con el comando ‘Pólvora’ pidiéndole que
nos reportara sus novedades. Nos reportó 20 muertos de los nuestros, a causa de
ese bombardeo. De todas formas, las bajas de los Buitrago pasaban de los 300
hombres. <BR><BR>“Belisario también me llamó para darme el parte de guerra:
“Comandante, esos Buitrago ya están reventados, no creo que se paren más. Ahora
sí les dimos por donde era”. Me preguntó: “Jefe, ¿y qué hago con los muertos?”.
Yo le contesté: “Toca sacar una lista con los nombres y direcciones de los
hombres nuestros para entregársela a ‘Jorge Pirata’. A él se le asignó la tarea
de entregarlos a sus dolientes y darle a cada uno de los familiares seis
millones de pesos como especie de seguro, más los gastos funerarios, que también
corren por cuenta de la empresa (AUC). Con los muertos de los Buitrago encargue
la gente del (Bloque) Central Bolívar que hagan huecos y los entierren.
Indispensable que sea el Central Bolívar quienes hagan esto, ya que ellos no
conocen la zona y no van a saber dónde quedan las fosas, así nos curamos en
salud que de pronto vayan con la Fiscalía y nos avienten y después el problema
se nos viene encima”. <BR>“Para celebrar, Miguel preparó una fiesta y me encargó
conseguirle unas niñas a los pelaos. “A los comandos que más se hayan destacado
les dan una vieja, una botella de whisky y les pagan todo lo que se les deba”,
dijo. Wilson me llamó para comunicarme que no había podido conseguir sino 50
mujeres. Le respondí: “50 viejas son muy pocas porque a cada una le tocan como
20 manes más o menos. Y eso si no se nos pegan los del Central Bolívar porque
ahí sí que serían como de a 40 cada una”. Cuando llegaron las mujeres se armó el
alboroto. Nos tocó poner a un patrullero a que los controlara, y en forma de
rifa se dieron los turnos para estar con las viejas. <BR><BR>“Cuando llegó la
hora de pagarles a los comandantes escogimos los seis más sobresalientes para
entregarles sus premios. A ‘Voluntario’ se le entregó una camioneta Hilux; a
Belisario, un apartamento en Bogotá, y a ‘Pólvora’, una finca en Carepa, Urabá
antioqueño. A los demás también se les dieron camionetas. <BR><BR>“Terminada la
fiesta, me llamó Belisario para mostrarme a 25 de los Buitrago que se habían
entregado para que no los mataran. Belisario quería matarlos pero no se atrevía
sin mi autorización. Me paré al frente de ellos y les dije que a quiénes les
gustaría trabajar para nosotros. Como 15 dijeron de una que se quedaban con
nosotros y dos dijeron que preferían que los matáramos. Uno de ellos me llamó la
atención. Estaba muy mal herido, pero lo raro era que por donde le habían
entrado las balas no tenía ni una sola gota de sangre. Yo había mandado traer un
médico, pero el muchacho me dijo: “Señor, déjeme morir. Créame señor, no piense
que estoy loco o que soy un cobarde, pero le digo que me tengo que morir hoy. Le
voy a explicar. Lo que pasa es que hace ya un tiempo yo hice un pacto con el más
allá para obtener protección. A mí me rezaron en cruz y según la persona que lo
hizo, para que no me entrara el plomo yo tenía que obedecer algunas cosas que
las ánimas pedían que hiciera y hoy ya me dijeron que me había llegado la hora.
Por favor le pido que me mate”. Se levantó la camisa y me dijo: “Mire estas
heridas, yo ya estoy todo podrido”. Le vi las heridas que eran muy profundas,
algunas le atravesaban el cuerpo y la verdad es que eran muchas como para que
todavía estuviera vivo. Le comenté a Belisario y él me dijo que de verdad esas
cosas sí existían y que era mejor matarlo. Le dije que se encargara de eso y
mandó a dos de los combatientes más bravos que teníamos. Lo subieron al platón
de una de las camionetas y se lo llevaron para matarlo. Como a la media hora
llegaron los dos hombres y contaron que casi no lo pueden matar, que le dieron
todo el plomo que pudieron y no se moría y que para que se muriera lo tuvieron
que coger a machete y picarlo. <BR><BR>“Unos días después salí de Casibare rumbo
a San Martín y en un caserío que se llama Puerto Chisme me encontré con uno de
los hombres de ‘Jorge Pirata’, quien me contó que ‘Jorge’ había conseguido unos
lotes ahí en Puerto Chisme, que el gobernador de Meta le había colaborado con
unos subsidios para construir y repartir viviendas a los combatientes que
tuvieran familia y salieran favorecidos en un sorteo que él realizaría. Ahí
pensé que ‘Jorge’ había organizado una estrategia muy buena para ganarse a la
gente. Me despedí y me puse a atar cabos con la información que tenía y llegué a
la conclusión de que efectivamente ‘Jorge’ y ‘Cuchillo’, que era comandante en
el Guaviare, se iban a quedar con el poder en todos los Llanos orientales. Lo
que no me alcanzaba a imaginar era que lo iban a lograr matando a Miguel
Arroyave”. <BR><BR>Poco tiempo después de la muerte de Miguel Arroyave, el autor
del diario estuvo a punto de ser asesinado por sus antiguos aliados ‘Cuchillo’ y
‘Jorge Pirata’, quienes efectivamente se apoderaron de la región. ‘Pirata’ está
en la cárcel a la espera de acogerse a la Ley de Justicia y Paz. ‘Cuchillo’ está
prófugo y ha rearmado un enorme ejército en los llanos que hoy se enfrenta de
nuevo a los Buitragos, bajo el mando de ‘Martín Llanos’, y al nuevo Ejército que
están armando Vicente Castaño y Hernán Hernández, dos de los más importantes
jefes paramilitares que estuvieron en las negociaciones de Ralito. El autor del
diario nunca se desmovilizó y hoy hace parte de los grupos emergentes de la
región de Urabá. Hace dos semanas en La Cooperativa, donde se presentaron los
más cruentos combates entre los hombres de Miguel Arroyave y ‘Martín Llanos’, la
Fiscalía descubrió una fosa con 21 cuerpos. Posiblemente se trata de los
paramilitares que se enfrentaron en esa ocasión.
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG></FONT><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT face=Arial color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A><FONT face=Arial>
<HR>
</FONT></FONT></DIV></BODY></HTML>