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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 31 de marzo 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT
size=3>Imperialismo</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>¿La nueva política de la
Administración está beneficiando a nuestros enemigos en la guerra contra el
terrorismo?<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>El cambio de
dirección <BR><BR>Seymour M Hersh<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>The New
Yorker</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.newyorker.com/"><STRONG>http://www.newyorker.com/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducido por Yudelkis
Domínguez y revisado por Ana María Acosta, del Equipo de Traductores de
Cubadebate y Rebelión<BR></STRONG><BR><BR>En los últimos meses, debido al
deterioro de la situación en Iraq, el gobierno de Bush ha cambiado su estrategia
con relación al Oriente Medio de manera significativa, tanto en su diplomacia
pública como en sus operaciones encubiertas. El “cambio de dirección”, como
algunas personas en la Casa Blanca denominan la nueva estrategia, ha provocado
que los Estados Unidos estén a punto de un enfrentamierento abierto con Irán y,
en algunas partes de la región, los ha lanzado a un creciente conflicto sectario
entre chiítas y sunitas. <BR><BR>Para socavar a Irán, donde predominan los
chiítas, el gobierno de Bush ha decidido, de hecho, reorganizar sus prioridades
en el Oriente Medio. En el Líbano, la Administración ha colaborado con el
Gobierno de Arabia Saudita, que es sunita, en operaciones clandestinas que
pretenden debilitar al Hezbolá, organización chiíta que cuenta con el apoyo de
Irán. Los Estados Unidos, además, han participado en las operaciones
clandestinas contra Irán y su aliado Siria. Una consecuencia de estas
actividades es el fortalecimiento de grupos extremistas sunitas que propugnan
una visión militante del Islam, son hostiles a los Estados Unidos y apoyan a Al
Qaeda. <BR><BR>Un aspecto contradictorio de la nueva estrategia es que, en Iraq,
la violencia insurgente contra el Ejército estadounidense, proviene
principalmente de fuerzas sunitas y no chiítas. Así y todo, desde la perspectiva
de la Administración, la consecuencia estratégica más profunda -e imprevista- de
la guerra iraquí es la potenciación de Irán. Su presidente, Mahmoud Ahmadinejad,
ha hecho desafiantes declaraciones sobre la destrucción del derecho de Israel y
de su país a continuar con su programa nuclear. Por otro lado, la pasada semana
su líder religioso supremo, Ayatollah Ali Khamenei, afirmó en la televisión
estatal que “la realidad en la región demuestra que el frente arrogante,
dirigido por los Estados Unidos y sus aliados, será el principal perdedor en la
región”. <BR><BR>Después que la revolución de 1979 llevó al poder a un gobierno
religioso, los Estados Unidos rompieron con Irán y estrecharon sus relaciones
con los líderes de los Estados árabes sunitas, tales como Jordán, Egipto y
Arabia Saudita. Esa artimaña se tornó más compleja tras los ataques del 11 de
septiembre, sobre todo con respecto de los Sauditas. Al Qaeda es una
organización sunita, y muchos de sus agentes proceden de círculos religiosos
extremistas en Arabia Saudita. Antes de la invasión a Iraq, en 2003,
funcionarios gubernamentales, influenciados por ideólogos neoconservadores,
dieron por sentado que la instauración de un gobierno chiíta en ese país, podría
proporcionar a los extremistas sunitas un equilibrio a favor de los Estados
Unidos, pues la mayoría de los chiítas de Iraq había sido víctima de la opresión
durante el mandato de Saddam Hussein. Los funcionarios soslayaron las
advertencias de la comunidad de inteligencia acerca de los vínculos entre los
líderes chiítas iraquíes e Irán, donde algunos habían vivido en el exilio
durante años. Ahora, para preocupación de la Casa Blanca, Irán ha establecido
estrechas relaciones con el gobierno del primer ministro Nuri al-Maliki,
dominado por los chiítas. <BR><BR>La nueva política estadounidense, en general,
ha sido objeto de debate público. En un testimonio ante el Comité de Relaciones
Exteriores del Senado en enero, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice,
declaró que existe “una nueva alineación estratégica en el Oriente Medio”, que
divide a los “reformadores” y “extremistas”. Se refirió a los estados sunitas
como centros de moderación y dijo que Irán, Siria y Hezbolá estaban “del otro
lado de la línea divisoria”. (La mayoría de los sunitas sirios está bajo el
dominio de la secta Alawi.) Irán y Siria “han hecho su elección y su elección es
desestabilizar", afirmó.<BR><BR>Sin embargo, algunas de las principales tácticas
del cambio de dirección no se han hecho públicas. Según actuales y antiguos
funcionarios cercanos a la Administración, en algunos casos, las operaciones
clandestinas se han mantenido en secreto al dejar la ejecución y el
financiamiento a los sauditas, o al buscar otras maneras de influir en el
proceso normal de asignaciones del Congreso. <BR><BR>Un importante miembro del
Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes me dijo que había
escuchado algo acerca de la nueva estrategia, pero creyó que él y sus colegas no
habían sido debidamente informados. “No hemos recibido ninguna información al
respecto. Preguntamos si ocurre algo y ellos contestan que no”, dijo. “Por
demás, cuando hacemos preguntas específicas ellos responden, ‘Nos pondremos en
contacto con usted’. Es muy frustrante”.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Las piezas claves tras el cambio de dirección son el
vicepresidente Dick Cheney, el asesor asistente de Seguridad Nacional Elliott
Abrams, el embajador saliente en Iraq (y candidato a embajador ante las Naciones
Unidas), Zalmay Khalilzad y el príncipe Bandar bin Sultan, consejero saudita de
seguridad nacional. En tanto Rice ha estado sumamente enfrascada en la
definición de la política pública, antiguos y actuales funcionarios han dicho
que la clandestinidad ha sido dirigida por Cheney. (El despacho de Cheney y la
Casa Blanca se rehusaron a hacer comentarios acerca de esta historia. El
Pentágono no respondió las preguntas específicas, pero dijo: “Los Estados Unidos
no están planificando entrar en guerra con Irán”.)</DIV>
<DIV align=justify><BR>El cambio en la política ha traído consigo una alianza
estratégica entre Arabia Saudita e Israel, principalmente porque ambos países
ven en Irán una amenaza existencial. Han estado inmersos en conversaciones
directas, y los sauditas, quienes piensan que una mayor estabilidad en Israel y
Palestina representará menos influencia de Irán en la región, están más
enfrascados en negociaciones entre árabe-israelíes. <BR><BR>La nueva estrategia
“es un cambio de gran importancia en la política estadounidense: es un cambio
substancial”, afirmó un asesor del Gobierno estadounidense estrechamente
relacionado con Israel. Agregó que los Estados sunitas “estaban aterrorizados
ante un resurgimiento chiíta, y hubo un creciente resentimiento hacia nuestro
proceder, que ponía en riesgo a los chiítas moderados en Iraq. No podemos
invertir el aumento de los chiítas en Iraq, pero podemos detenerlo”.<BR>Vali
Nasr, experto del Consejo de Relaciones Exteriores, quien ha escrito mucho sobre
los chiítas, Irán e Iraq, me comentó: “Parece que ha tenido lugar un debate en
el seno del Gobierno acerca de quién es el mayor peligro, Irán o los radicales
sunitas. Los sauditas y algunas personas en el Gobierno alegan que la mayor
amenaza es Irán y que los radicales sunitas son enemigos menos peligrosos. Esta
es una victoria para la línea saudita”.<BR><BR>Martin Indyk, alto funcionario
del Departamento de Estado durante el Gobierno de Clinton, y quien fue además
embajador en Israel, dijo que “el Oriente Medio se encamina hacia una Guerra
Fría de grandes proporciones entre sunitas y chiítas”. Indyk, director del
Centro Saban para la Política del Oriente Medio en la Institución Brookings,
añadió que, en su opinión, no estaba claro si la Casa Blanca era del todo
consciente de las consecuencias estratégicas de su nueva política. “La Casa
Blanca no sólo está doblando la apuesta en Iraq. Está doblando la apuesta en
toda la región. Esto podría complicarse mucho. Todo está patas arriba”,
dijo.<BR><BR>La nueva política del Gobierno dirigida a detener a Irán, parece
complicar su estrategia para ganar la guerra en Iraq. Sin embargo, Patrick
Clawson, experto en estudios iraníes y director adjunto de investigaciones en el
Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente, adujo que lazos
más fuertes entre los Estados Unidos y los sunitas moderados o incluso radicales
pudieran “infundir” miedo al gobierno del primer ministro Maliki y “hacer que le
preocupe la posibilidad de que los sunitas realmente ganen las guerra civil en
Iraq. Según Clawson, esto podría servir de acicate para que Maliki colabore con
los Estados Unidos en la eliminación de las milicias chiítas radicales, tales
como el ejército Mahdi de Moqtada al-Sadr. <BR><BR>Así y todo, por el momento,
los Estados Unidos continúan dependiendo de la colaboración de los líderes
chiítas iraquíes. Tal vez el ejército Mahdi se muestre abiertamente hostil a los
intereses estadounidenses; sin embargo, otras milicias chiítas figuran entre los
aliados de los Estados Unidos. Tanto Moqtada al-Sadr como la Casa Blanca apoyan
a Maliki. A finales del pasado año, Stephen Hadley, asesor de seguridad
nacional, escribió un memorando en el que propuso que el Gobierno tratara de
separar a Maliki de sus aliados chiítas más radicales creando su base entre
sunitas moderados y kurdos. Hasta el momento, no obstante, las tendencias han
ido en dirección contraria. Entre tanto el ejército iraquí sigue fracasando en
sus enfrentamientos con los insurgentes, el poder de las milicias chiítas sigue
aumentando gradualmente. <BR><BR>Flynt Leverett, ex funcionario del Consejo de
Seguridad Nacional del gobierno de Bush, me comentó que "no hay nada fortuito ni
irónico” acerca de la nueva estrategia respecto de Iraq. “El Gobierno está
tratando de hacer creer que Irán es más peligroso y provocador para los
intereses estadounidenses en Iraq que los insurgentes sunitas, cuando, si se
tiene en cuenta el número de bajas reales, el castigo impuesto a los Estados
Unidos por parte de los sunitas es mayor en magnitud”, dijo. “Todo esto es parte
de la campaña de acciones provocadoras con el objetivo de incrementar la presión
sobre Irán. La idea es que en algún momento los iraníes van a responder y luego
el Gobierno tendrá vía libre para atacarlos”. <BR><BR>En un discurso pronunciado
el 10 de enero, el presidente George W. Bush explicó este enfoque de manera
parcial. “Estos dos regímenes”, Irán y Siria, “están permitiendo que los
terroristas e insurgentes utilicen su territorio para entrar en y salir de ese
país”, manifestó Bush. “Irán está proporcionando ayuda material para los ataques
contra los soldados estadounidenses. Obstaculizaremos el ataque contra nuestras
fuerzas. Bloquearemos el flujo de apoyo desde Irán y Siria. Además, buscaremos y
destruiremos las redes que proporcionan armamentos avanzados y entrenamiento a
nuestros enemigos en Iraq". <BR><BR>En las semanas siguientes, hubo una olada de
acusaciones por parte del Gobierno acerca de la participación de los iraníes en
la guerra en Iraq. El 11 de febrero, a algunos periodistas les mostró
dispositivos explosivos de técnica avanzada, encontrados en Iraq, que el
Gobierno aseguraba provenían de Irán. En esencia, de acuerdo con el mensaje del
Gobierno el sombrío panorama decía que la difícil situación en Iraq era el
resultado, no de sus fracasos respecto de la planificación y ejecución, sino de
la injerencia de Irán. <BR><BR>Además, el ejército estadounidense ha arrestado e
interrogado a cientos de iraníes en Iraq. Según un ex oficial superior de
inteligencia, se dio a conocer la orden el pasado agosto, de que el ejército
capturara tantos iraníes en Iraq como era posible. “Tenían quinientos encerrados
a la vez. Estamos trabajando con ellos y sacándoles información. El objetivo de
la Casa Blanca es hacer creer que los iraníes han estado promoviendo la
insurgencia y que lo han venido haciendo desde el primer momento- que Irán está,
de hecho, apoyando la matanza de estadounidenses”. El asesor del Pentágono
confirmó que las fuerzas estadounidenses han capturado a cientos de iraníes en
los últimos meses. Sin embargo, me dijo que ese total incluye muchos
trabajadores de asistencia humanitaria que son “apresados y liberados en un
corto período” luego de ser interrogados.<BR><BR>“No estamos planificando una
guerra con Iraq”, declaró Robert Gates, nuevo secretario de Defensa, el 2 de
febrero, y aun así la atmósfera de enfrentamiento se ha intensificado. De
acuerdo con los actuales y ex oficiales de inteligencia y militares de los
Estados Unido, las operaciones secretas en el Líbano han estado acompañadas de
operaciones clandestinas dirigidas contra Irán. El ejército y los equipos de
operaciones especiales de los Estados Unidos han intensificado sus actividades
en Irán para recopilar información y, según un asesor del Pentágono sobre el
terrorismo y el ex oficial superior de inteligencia, también han atravesado la
frontera en busca de agentes iraníes en Iraq.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En una comparecencia de Rice ante el Senado en enero, el
senador demócrata por Delaware, Joseph Biden, le preguntó deliberadamente si los
Estados Unidos planificaban cruzar la frontera de Irán o de Siria durante la
búsqueda. “Evidentemente, el Presidente no descarta la posibilidad de proteger
nuestras tropas, pero el plan es destruir estas redes en Iraq” dijo Rice y
añadió: “sí creo que todos lo comprenderán: el pueblo estadounidense y yo
suponemos que el Congreso espera que el Presidente haga lo necesario para
proteger nuestras fuerzas”.<BR><BR>La ambigüedad de la respuesta de Rice suscitó
una reacción por parte del senador republicano por Nebraska, Check Hagel, quien
ha criticado al Gobierno: <BR><BR>Algunos de nosotros recordamos 1970, señora
Secretaria. Y eso fue Camboya. Por demás, cuando nuestro gobierno mintió al
pueblo estadounidense y dijo: “No cruzamos la frontera hacia Camboya”, de hecho,
lo hicimos. <BR><BR>Por casualidad sé algo al respecto, como algunos en este
comité. De manera que, señora Secretaria, si usted pone en marcha el tipo de
política a que el presidente se refiere aquí, será muy, muy peligroso.
<BR><BR>La preocupación del Gobierno en cuanto al papel de Irán en Iraq guarda
relación con su vieja inquietud por el programa nuclear de Irán. El 14 de enero,
Cheney advirtió, en Fox News, de la posibilidad, en unos pocos años, “de la
existencia de un Irán con armas nucleares, asido fuertemente al suministro
mundial de petróleo, capaz de perjudicar a la economía mundial, listos para
utilizar organizaciones terroristas y/o sus armas nucleares para amenazar a sus
vecinos y otras naciones de todo el mundo". Además, dijo: “Si vas y conversas
con los Estados del Golfo, o con los sauditas, o con los israelitas, o los
jordanos, toda la región se preocupará. Irán representa una amenaza
creciente.<BR><BR>En estos momentos el Gobierno investiga una oleada de nueva
información sobre los programas armamentistas de Irán. Según me comentaron
actuales y antiguos funcionarios estadounidenses, la información, proveniente de
agentes israelitas que operan en Irán, incluye una afirmación en el sentido de
que Irán ha desarrollado un misil intercontinental de tres fases y combustible
sólido, capaz de lanzar varias pequeñas ojivas, cada una con precisión limitada,
en Europa. Aún se debate la validez de esta información.<BR><BR>El preludio de
la invasión a Iraq fue el resultado de un argumento similar acerca de la amenaza
inminente que representaban las armas de destrucción en masa, y de las
interrogantes en torno a la información que se utilizó para formular dicho
argumento. Muchos en el Congreso acogieron las afirmaciones sobre Irán con
recelo. El 14 de febrero, Hillary Clinton dijo en el Senado: “Todos hemos
aprendido lecciones del conflicto en Iraq, y tenemos que aplicarlas a cualquier
acusación que se haga con relación a Irán. Porque, señor Presidente, lo que
estamos escuchando nos es muy familiar y debemos estar alerta para que nunca más
tomemos decisiones sobre la base de información que resulte ser
falsa”.<BR><BR>Así y todo, el Pentágono continúa elaborando un plan intensivo
con vistas a un posible bombardeo a Irán, proceso que comenzó el pasado año,
bajo las instrucciones del Presidente. En meses recientes, el ex oficial de
inteligencia me dijo que en las oficinas del Estado Mayor Conjunto se estableció
un grupo especial de planificación, que tendría la responsabilidad de crear un
plan de contingencia para bombardear a Irán, que pueda ejecutrase en 24 horas, a
las órdenes del Presidente. <BR><BR>El mes pasado, un asesor en selección de
objetivos de la Fuerza Aérea y el asesor sobre terrorismo del Pentágono me
dijeron que al grupo de planificación de Irán se le asignó una nueva misión:
identificar objetivos en Irán que pudieran estar involucrados en el suministro o
la ayuda a militantes en Iraq. Anteriormente, la atención se centraba en la
destrucción de las instalaciones nucleares de Irán y en un posible cambio de
régimen. <BR><BR>En estos momentos, dos grupos de choque de portaaviones, el
Eisenhower y el Stennis, están en el Mar Arábigo. De acuerdo con varias fuentes,
uno de los planes consiste en relevar a los grupos a principios de la primavera,
pero al ejército le preocupa que se dé la orden de permanecer en la zona tras la
llegada de los nuevos portaaviones. (Entre otras inquietudes, los juegos de
guerra han demostrado que los portaaviones podrían ser vulnerables a la táctica
del enjambre que utiliza un gran número de pequeñas embarcaciones, técnica que
los iraníes practicaban en el pasado. Los portaaviones han limitado la
maniobrabilidad en el Estrecho de Hormuz, en la costa sur de Irán.) El ex
oficial superior de inteligencia dijo que los actuales planes de contingencia
prevén una orden de ataque para esta primavera. Añadió, sin embargo, que
oficiales superiores del Estado Mayor Conjunto confiaban en que la Casa Blanca
no sería “tan tonta para hacerlo en la cara de Iraq, y en que ello ocasionaría
problemas a los republicanos en el año 2008”. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El juego del príncipe Bandar</STRONG><BR><BR>Los
esfuerzos del Gobierno para reducir la autoridad iraní en el Oriente Medio han
dependido en gran medida de Arabia Saudita y el príncipe Bandar, asesor de
seguridad nacional saudita. Bandar fue embajador en los Estados Unidos durante
22 años, hasta 2005, y ha mantenido relaciones de amistad con el presidente Bush
y el vicepresidente Cheney. En su nuevo cargo, continúa reuniéndose con ellos en
privado. Recientemente, altos funcionarios de la Casa Blanca han realizado
varias visitas a Arabia Saudita, algunas de ellas de forma secreta. <BR><BR>El
pasado noviembre, Cheney viajó a Arabia Saudita para una reunirse por sorpresa
con el rey Abdullah y Bandar. The Times informó que el Rey advirtió a Cheney que
Arabia Saudita apoyaría a sus amigos sunitas en Iraq si los Estados Unidos se
retiraban. Un oficial de inteligencia europeo me dijo que el encuentro se
centró, además, en los temores más generales de los sauditas relacionados con
“el ascenso de los chiítas”. En respuesta, “Los sauditas han comenzado a
utilizar su influencia: el dinero”.<BR><BR>En una familia real en la que reina
la competencia, Bandar ha construido, con los años, una base de poder que se
sostiene en buena medida en su estrecha relación con los Estados Unidos, lo que
es decisivo para los sauditas. A Bandar le sucedió en el cargo como embajador el
príncipe Turki al Faisal. Turki dimitió luego de 18 meses y fue sustituido por
Adel A. al-Jubeir, burócrata que ha trabajado con Bandar. Un ex diplomático
saudita me comentó que durante el ejercicio de su cargo Turki se enteró de las
reuniones privadas sostenidas entre Bandar y funcionarios superiores de la Casa
Blanca, además de Cheney y Abrams. “Supongo que Turki no estaba contento con
eso”, dijo el saudita, pero añadió: “No creo que Bandar se vaya por su cuenta”.
A pesar de que a Turki le desagrada Bandar, dijo el saudita, compartía su
objetivo de detener la propagación del poder chiíta en el Oriente Medio.
<BR><BR>La separación entre chiítas y sunitas se remonta a una enconada disputa
ocurrida en el siglo XVII, sobre quién debía suceder al Profeta Mahoma. Los
sunitas dominaban el califato medieval y el Imperio Otomano. Los chiítas,
tradicionalmente, han sido considerados como intrusos. En el mundo, el 90 por
ciento de los musulmanes son sunitas, pero los chiítas son la mayoría en Irán,
Iraq y Bahrein, y son el mayor grupo musulmán en el Líbano. Su concentración en
una región inestable y rica en petróleo ha suscitado preocupaciones en Occidente
y entre los sunitas por el surgimiento de una “media luna chiíta,” sobre todo
teniendo en cuenta el aumento de la importancia geopolítica de Irán.
<BR><BR>Frederic Hof, oficial militar retirado, experto en el Oriente Medio, me
dijo: “Aún los sauditas ven el mundo como en los días del Imperio Otomano,
cuando los musulmanes sunitas estaban en el poder y los chiítas eran la clase
inferior”. Añadió que si se consideraba que Bandar provocaría un cambio en la
política estadounidense en favor de los sunitas, su posición dentro de la
familia real mejoraría. <BR><BR>Los sauditas temen que Irán pueda desviar el
equilibrio de fuerza no sólo en la región sino en su propio país. Arabia Saudita
tiene una gran minoría de chiítas en su Provincia Oriental, región con
importantes yacimientos de petróleo. Las tensiones sectarias son fuertes en esta
región. Según Vali Nasr, la familia real considera que los agentes iraníes, que
colaboran con los chiítas locales, están detrás de muchos ataques terroristas
perpetrados en el reino. “En estos momentos, los Estados Unidos han destruido el
único ejército capaz de detener a Irán”: el Ejército iraquí. Ahora nos
enfrentamos a un Irán, que podría tener capacidad nuclear y que cuenta con un
ejército permanente de cuatrocientos cincuenta mil soldados". (Arabia Saudita
tiene setenta y cinco mil soldados en su ejército permanente.)<BR><BR>A
continuación Nasr afirmó: “Los sauditas poseen considerables recursos
financieros, y mantienen fuertes lazos con la Hermandad Musulmana y los
salafíes,” los sunitas extremistas que veían a los chiítas como apóstatas. “La
última vez que Irán fue una amenaza, los sauditas lograron movilizar lo peor de
los radicales islámicos. Una vez que los sacas de la caja, no puedes ponerlos
dentro de nuevo”. <BR><BR>Sucesivamente, la familia real saudita ha sido
patrocinadora y blanco de los extremistas sunitas, quienes se oponen a la
corrupción y la decadencia existente entre los miles de príncipes de la familia.
Los príncipes confían en que no serán derrocados mientras continúen apoyando las
escuelas religiosas y las obras de beneficencia vinculadas a los extremistas. La
nueva estrategia del Gobierno depende en gran medida de este trato. <BR><BR>Nasr
comparó la situación actual con el período en el que surgió Al Qaeda. En los
años ochenta y principios de los noventa, el Gobierno saudita se ofreció a
subvencionar la guerra indirecta de la CIA estadounidense contra la Unión
Soviética en Afganistán. Cientos de jóvenes sauditas fueron enviados a las zonas
fronterizas de Pakistán, donde instauraron escuelas religiosas, bases de
entrenamiento e instalaciones de reclutamiento. A la sazón, como ahora, muchos
agentes remunerados con dinero saudita eran salafíes. Por supuesto, entre ellos
estaba Osama bin Laden y sus adeptos, quienes fundaron Al Qaeda en 1988.
<BR><BR>Esta vez, el asesor del Gobierno estadounidense me dijo que Bandar y
otros sauditas han asegurado a la Casa Blanca que "mantendrán una estricta
vigilancia sobre los religiosos fundamentalistas. Su mensaje dirigido a nosotros
decía. ‘Hemos creado este movimiento y podemos controlarlo. No se trata de que
no queremos que los salafíes lancen bombas, sino de quiénes sino los objetivos:
Hezbolá, Moqtada al-Sadr, Irán, y a los sirios, si continúan colaborando con
Hezbolá e Irán.<BR>El saudita declaró que, su país opinaba que corría un riesgo
político al unirse a los Estados Unidos en el enfrentamiento contra Irán. En el
mundo árabe, ya se considera que Bandar está demasiado vinculado con el gobierno
de Bush. “Tenemos dos pesadillas, que Irán obtenga la bomba y que los Estados
Unidos ataquen Irán. Preferiría que los israelitas bombardearan a los iraníes,
de manera que podamos culparlos. Si los Estados Unidos lo hacen, nos atribuirán
la culpa”, me dijo el diplomático.<BR><BR>El año pasado, los sauditas, los
israelitas y el gobierno de Bush elaboraron una serie de entendimientos
oficiosos acerca de la dirección de su nueva estrategia. El asesor del Gobierno
estadounidense me comentó que al menos se incluyeron cuatro elementos
esenciales. En primer lugar, debía convencerse a Israel de que su seguridad era
primordial y de que Washington, Arabia Saudita y otros Estados sunitas
compartían su inquietud respecto de Irán. <BR><BR>En segundo lugar, los sauditas
debían instar a Hamas, el Partido Islámico palestino que cuenta con el apoyo de
Irán, a detener su agresión contra los israelitas e iniciar conversaciones
serias acerca del ejercicio de un liderazgo colectivo con Fatah, grupo palestino
más secular. (En febrero, los sauditas actuaron de intermediarios, en la Meca,
en un acuerdo entre las dos facciones Aun así, Israel y los Estados Unidos han
expresado su desacuerdo con los términos). <BR><BR>El tercer elemento consistía
en que el gobierno de Bush trabajaría directamente con las naciones sunitas con
el objetivo de contrarrestar la supremacía de los chiítas en la región.
<BR><BR>En cuarto lugar, el Gobierno saudita, con el consentimiento de
Washington, suministraría los fondos y la ayuda logística necesariospara
debilitar al gobierno del presidente Bashir Assad de Siria. Los israelitas
consideran que ejercer presiones de esa índole sobre el gobierno de Assad lo
hará más conciliatorio y abierto a las negociaciones. Siria es un importante
conducto de armas para Hezbolá. Además, el Gobierno saudita está en conflicto
con los sirios por el asesinato de Rafik Hariri, ex primer ministro libanés, en
Beirut, en 2005, por lo que se cree que el gobierno de Assad fue el responsable.
Hariri, multimillonario sunita, tenía estrechos vínculos con el régimen saudita
y el príncipe Bandar. (Una investigación de la Naciones Unidas indica claramente
que los sirios estaban involucrados, pero no aportó ninguna prueba directa.
Existen planes de realizar otra investigación por parte de un tribunal
internacional.) <BR><BR>Patrick Clawson, del Instituto de Washington para la
Política del Cercano Oriente, definió la colaboración de los sauditas con la
Casa Blanca como un avance importantísimo. Clawson me dijo: “Los sauditas saben
que si quieren que el Gobierno haga un ofrecimiento político más generoso a los
palestinos, deben convencer a los Estados árabes para que hagan un ofrecimiento
más generoso a los israelitas”. El nuevo enfoque diplomático, añadió, “muestra
un gran esfuerzo y sutileza así como habilidad para manejar los asuntos, lo cual
no siempre es inherente a este Gobierno. ¿Quiénes están corriendo el riesgo
mayor? ¿Nosotros o los sauditas? En un momento en que la posición de los Estados
Unidos en el Oriente Medio es extremadamente inferior, en realidad los sauditas
nos están acogiendo. Debemos dar gracias por lo que tenemos". </DIV>
<DIV align=justify><BR>El asesor del Pentágono tenía un punto de vista
diferente. Afirmó que el gobierno tenía a Bandar como “reserva”, pues se había
dado cuenta de que la fracasada guerra en Iraq podía dejar al Oriente Medio
“disponible”. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Jihadis en el Líbano</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>El centro de atención de la relación entre los Estados
Unidos y los sauditas, después de Irán, es el Líbano, donde los sauditas han
tenido gran participación en los esfuerzos del Gobierno por respaldar al
Gobierno libanés. El primer ministro Fouad Siniora está luchando por permanecer
en el poder contra la persistente oposición dirigida por Hezbolá, organización
chiíta, y su líder el jeque Hassan Nasrallah. Hezbolá posee una amplia
infraestructura: unos dos a tres mil soldados activos y miles de miembros
adicionales. <BR><BR>Hezbolá ha formado parte de la lista de terroristas del
Departamento de Estado desde 1997. La organización estuvo implicada en el
bombardeo de un cuartel de la Marina, ocurrido en 1983 en Beirut, que ocasionó
la muerte de doscientos cuarenta y un hombres. También fue acusado de
complicidad en el secuestro de estadounidenses, entre ellos el jefe de la
estación de la CIA en el Líbano, quien murió en cautiverio, y de un coronel de
la Marina al servicio de una misión de las Naciones Unidas para el mantenimiento
de la paz, que resultó muerto. (Nasrallah niega que el grupo haya participado en
estos incidentes.) Muchos ven a Nasrallah como un terrorista acérrimo, que
considera que Israel es un Estado que no tiene derecho a existir. Sin embargo,
muchos en el mundo árabe, especialmente los chiítas, lo ven como un líder de la
resistencia que se enfrentó a Israel en una guerra que duró 33 días el pasado
verano. A juicio de Siniora, es un político débil que cuenta con el apoyo de los
Estados Unidos, pero que fue incapaz de convencer al presidente Bush para que
pusiera fin a los bombardeos de Israel contra el Líbano. (Fotografías de Siniora
besando a Condoleezza Rice en la mejilla en una visita durante la guerra,
estaban expuestas muy a la vista en las protestas en las calles de Beirut).
<BR><BR>El gobierno de Bush prometió públicamente al gobierno de Siniora mil
millones de dólares de ayuda desde el verano pasado. Una conferencia de donantes
celebrada en enero en París, que los Estados Unidos ayudaron a organizar, generó
promesas de contribuciones por valor de casi ocho mil millones de dólares más,
además de la promesa de más de mil millones por parte de los sauditas. La
promesa de contribución de los Estados Unidos es de más de doscientos millones
de dólares en ayuda militar y cuarenta millones de dólares para la seguridad
interna. <BR><BR>De acuerdo con el ex oficial superior de inteligencia y el
asesor del Gobierno estadounidense, los Estados Unidos también han ofrecido
apoyo clandestino al gobierno de Siniora. “Estamos planeando incrementar la
capacidad de los sunitas para hacer frente a la influencia chiíta, y estamos
repartiendo tanto dinero como podemos. El problema consiste en que ese dinero
"siempre va a parar a más bolsillos de lo que se cree”, dijo. “En este proceso,
estamos financiando a muchos tipos malos, lo que acarreará algunas posibles
consecuencias graves no previstas. No tenemos la capacidad para determinar y
obtener los comprobantes de pago firmados por las personas que nos agradan y
evitar a las personas que no. Es una empresa de muy alto
riesgo.<BR><BR>Funcionarios estadounidenses, europeos y árabes con quienes he
conversado me dijeron que el gobierno de Siniora y sus aliados habían permitido
que parte de la ayuda financiera terminara en manos de incipientes grupos
radicales sunitas en el norte del Líbano, el Valle de Bekaa y alrededor de los
campos de refugiados palestinos en el sur. Estos grupos, aunque pequeños, son
vistos como parachoques de Hezbolá. A su vez, tiene vínculos ideológicos con Al
Qaeda. <BR><BR>Durante una conversación conmigo, el ex diplomático saudita acusó
a Nasrallah de intentar “robar al Estado”, pero, además, se opone al respaldo de
jihadistas sunitas en el Líbano por parte de libaneses y sauditas. “Los salafíes
son morbosos y odiosos. Estoy totalmente en contra de la idea de relacionarme
con ellos. Odian a los chiítas, pero más odian a los estadounidenses. Si tratas
de burlarte de ellos, ellos se burlarán de nosotros. Será horrible”,
dijo.<BR><BR>Alastair Crooke, quien estuvo cerca de treinta años en M16,
servicio de inteligencia británico, y ahora trabaja al servicio gabinete
estratégico en Beirut, me dijo: “El Gobierno libanés está haciendo espacio para
estas personas. Podría ser muy peligroso”. Crooke manifestó que el grupo
extremista sunita Fatah al-Islam se había separado de su grupo matriz en favor
de los sirios Fatah al-Intifada, en el campo de refugiados Nahr al-Bared, al
norte del Líbano. En ese momento, el número de miembros era menos de doscientos.
“Me dijeron que en 24 horas, algunas personas que se dieron a conocer como
representantes de los intereses del Gobierno libanés, les ofrecieron armas y
dinero, supuestamente para enfrentarse a Hezbolá", dijo Crooke. <BR><BR>El grupo
más numeroso, Asbat al-Ansar, se ubica en el campo de refugiados palestinos Ain
al-Hilweh. Asbat al-Ansar ha recibido armas y suministros de parte de las
fuerzas de seguridad interna y las milicias libanesas vinculadas al gobierno de
Sinora.<BR><BR>En 2005, según un informe del International Crisis Group radicado
en los Estados Unidos, Saad Hariri, líder de la mayoría sunita del Parlamento
libanés e hijo del fallecido ex Primer Ministro (Saad heredó más de cuatro mil
millones de dólares luego del asesinato de su padre), pagó 48 mil dólares de
fianza a favor de cuatro miembros de un grupo militante islámico de Dinniyeh.
Los hombres habían sido detenidos cuando trataban de establecer un mini estado
islámico al norte del Líbano. El Crisis Group apuntó que muchos de los
militantes “se habían entrenado en los campamentos de Al Qaeda en Afganistán”.
<BR><BR>De acuerdo con el informe del Crisis Group, más tarde Saad Hariri se
valió de su mayoría en el Parlamento con el objetivo de obtener amnistía para 22
islamistas de Dinniyeh, así como para siete militantes sospechosos de tramar la
colocación de una bomba en las embajadas de Italia y Ucrania en Beirut el año
anterior. (Además, consiguió un indulto para Samir Geagea, líder de la milicia
cristiana maronita, quien ha sido condenado por cuatro delitos políticos,
incluido el asesinato, en 1987, del primer ministro Rashid Karami.) Hariri
calificó sus acciones de humanitarias ante los reporteros. <BR><BR>En una
entrevista en Beirut, un alto funcionario del gobierno de Siniora reconoció que
había jihadistas sunitas operando en el Líbano. “Hemos adoptado una actitud
liberal que permite a Al Qaeda tener algunos representantes aquí”, dijo.
Relacionó este hecho con la preocupación en el sentido de que Irán o Siria
decidan convertir al Líbano en un “teatro de conflicto”. <BR><BR>El funcionario
indicó que su gobierno no tenía posibilidades de ganar. Sin un arreglo político
con Hezbolá, dijo, el Líbano podría "avanzar lentamente hacia un conflicto”, en
el que Hezbolá luchara abiertamente contra las fuerzas sunitas. Las
consecuencias podrían ser terribles. Sin embargo, si Hezbolá llegara a un
acuerdo aunque mantuviera un ejército dividido, teniendo como aliado a Irán y a
Siria, “el Líbano pudiera convertirse en blanco”. En ambos casos, nos
convertimos en un objetivo”. <BR><BR>El gobierno de Bush ha descrito su apoyo al
gobierno de Siniora como un ejemplo de la creencia del Presidente en la
democracia, y su deseo de evitar que otras potencias interfieran en el Líbano.
Cuando en diciembre Hezbolá dirigió las manifestaciones en Beirut, John Bolton,
quien a la sazón era embajador de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas,
los llamó “parte de un golpe de inspiración sirio-iraní". <BR><BR>Leslie H.
Gelb, ex presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, indicó que la política
de el Gobierno estaba más a favor de la seguridad nacional estadounidense que de
la democracia. El hecho es que sería terriblemente peligroso que Hezbolá
dirigiera el Líbano". Según Gelb, la caída del gobierno de Siniora se
consideraría “en el Oriente Medio como una señal de la decadencia de los Estados
Unidos y la supremacía de la amenaza terrorista. Además, de esta manera, los
Estados Unidos tendrán que oponerse a cualquier cambio en la distribución del
poder político en el Líbano, y tenemos una justificación para ayudar a cualquier
partido no chiíta que oponga resistencia a ese cambio. Debemos decirlo
públicamente en vez de hablar de democracia". <BR><BR>Así y todo, Martin Indyk,
del Centro Saban, afirmó que los Estados Unidos “no poseen tanta influencia como
para evitar que los moderados en el Líbano se relacionen con los extremistas”.
Añadió: “El Presidente ve la región dividida entre moderados y extremistas. Sin
embargo, nuestros amigos en la región la ven dividida entre sunitas y chiítas.
Los sunitas que vemos como extremistas son considerados por nuestros aliados
sunitas sencillamente como sunitas.<BR><BR>En enero, luego de un arranque de
violencia en las calles de Beirut por parte de seguidores del gobierno de
Siniora y Hezbolá, el príncipe Bandar voló a Teherán para analizar el
estancamiento político en el Líbano y para reunirse con Ali Larijani, negociador
iraní en asuntos nucleares. De acuerdo con un embajador del Oriente Medio, la
misión de Bandar también tenía el objetivo de “crear problemas entre iraníes y
sirios, misión que, según el embajador, fue aprobada por la Casa Blanca. Habían
existido tensiones entre ambos países debido a las conversaciones de Siria con
Israel, y el objetivo de los sauditas era fomentar un distanciamiento. Aun así
el embajador afirmó: “No funcionó. Siria e Irán no se van a traicionar
mutuamente. Es muy poco probable que la misión de Bandar tenga
éxito".<BR><BR>Walid Jumblatt, líder de la minoría Druze en el Líbano y un firme
seguidor de Siniora, ha agredido a Nasrallah por considerarlo agente de Siria,
y, en varias ocasiones, ha revelado a periodistas extranjeros que Hezbolá está
bajo el control directo del liderazgo religioso de Irán. En una conversación que
sostuvo conmigo el pasado diciembre, calificó a Bashir Assad, el presidente
sirio, como un “asesino en serie”. Nasrallah, dijo, era “culpable moralmente”
del asesinato de Rafia Hariri y, el pasado noviembre, del asesinato de Pierre
Gemayel, miembro del Gabinete de Siniora, debido a su apoyo a los sirios.
<BR><BR>Entoces Jumblatt me dijo que, el pasado otoño, se había reunido con el
vicepresidente Cheney en Washington para debatir, entre otras cosas, la
posibilidad de socavar a Assad. Jumblatt dijo que él y sus colegas comunicaron a
Cheney que, si de hecho los Estados Unidos trataran de llevar a cabo alguna
acción contra Siria, “tendrán que hablar” con los miembros de la Hermandad
Musulmana Siria . <BR><BR>La Hermandad Musulmana Siria, facción de un movimiento
sunita fundado en Egipto en 1928, se dedicó durante más de una decenio a
oposiciones violentas contra el régimen de Hafez Assad, padre de Bashir. En
1982, la Hermandad tomó el control de la ciudad de Hama; Assad bombardeó la
ciudad durante una semana y ocasionó la muerte de seis mil a veinte mil
personas. En Siria, los miembros de la Hermandad están condenados a muerte. La
Hermandad es, además, un enemigo declarado de los Estados Unidos e Israel. Sin
embargo, Jumblatt indicó: “Dijimos a Cheney que el enlace entre Irán y el Líbano
era Siria. Además, para debilitar a Irán se necesita abrir las puertas a una
oposición efectiva contra Siria. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Existen pruebas de que la estrategia de cambio de
dirección del Gobierno ya ha beneficiado a la Hermandad. El Frente de Salvación
Nacional de Siria es una coalición de grupos de oposición, cuyos miembros
principales forman una facción dirigida por Halim Khaddam, ex Vicepresidente
sirio que desertó en 2005, y la Hermandad. Un oficial superior de la CIA me
dijo: “Los estadounidenses han proporcionado tanto apoyo político como
financiero”. Los sauditas llevan la delantera en el apoyo financiero, pero hay
participación estadounidense”. Dijo que Khaddam, quien en estos momentos vive en
Paris, estaba obteniendo dinero de Arabia Saudita, con el conocimiento de la
Casa Blanca. (En 2005, de acuerdo con informes de prensa, una delegación de
miembros del Frente se reunió con funcionarios del Consejo de Seguridad
Nacional.) Un ex funcionario de la Casa Blanca me manifestó que los sauditas
habían facilitado documentos de viaje a los miembros del Frente.<BR><BR>Jumblatt
dijo que sabía que el asunto era delicado para la Casa Blanca. “Dije a Cheney
que a algunas personas en el mundo árabe, principalmente los egipcios”, cuyo
liderazgo sunita moderado ha estado luchando contra la Hermandad Musulmana
Egipcia durante decenios, “no les gustará que los Estados Unidos ayude a la
Hermandad, per si no te enfrentas a Siria estaremos cara a cara con Hezbolá en
el Líbano, en una larga lucha; una lucha que tal vez que no ganemos”.
<BR><BR><STRONG>El Jeque</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>En una cálida y clara noche a principios de diciembre, en
un barrio bombardeado que se encuentra a unas pocas millas al sur del centro de
Beirut, tuve un adelanto de cómo pudiera terminar la nueva estrategia del
Gobierno en el Líbano. El jeque Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá que ha estado
escondido, aceptó conceder una entrevista. Los preparativos de seguridad para la
reunión se hicieron en secreto y minuciosamente. Me llevaron, en el asiento de
atrás de un carro oscuro, hasta un garaje subterráneo en malas condiciones
situado en algún lugar de Beirut. Me registraron con un escáner de mano, me
montaron en un segundo carro para conducirme a otro garaje subterráneo en ruinas
debido a los bombardeos, y me trasladaron nuevamente. El verano pasado, según se
informó, Israel estaba tratando de asesinar a Nasrallah, pero las
extraordinarias precauciones no sólo obedecieron a esa amenaza. Los asistentes
de Nasrallah me dijeron que creen que él es blanco principal de los árabes,
principalmente los agentes de inteligencia jordanos, así como los jihadistas
sunitas quienes, según ellos creen, están afiliados a Al Qaeda. (El asesor del
Gobierno y un general retirado de cuatro estrellas afirmaron que la inteligencia
jordana está tratando de infiltrar grupos chiítas para trabajar en contra de
Hezbolá, con el respaldo de los Estados Unidos e Israel. El rey de Jordania
Abdullah II ha advertido que un gobierno chiíta en Iraq cercano a Irán podría
conducir al surgimiento de una media luna chiíta.) Se trata de un cambio
irónico: la batalla de Nasrallah con Israel el verano pasado lo convirtió, un
chiíta, en la figura más popular e influyente entre los sunitas y chiítas de
toda la región. En los últimos meses, sin embargo, muchos sunitas lo ven cada
vez más, no como un símbolo de unidad árabe sino como participante de una guerra
sectaria. <BR><BR>Nasrallah, vestido con un atuendo religioso como de costumbre,
esperaba por mí en un apartamento común y corriente. Uno de sus asesores dijo
que posiblemente no pasaría la noche allí. Ha estado de un lado para otro desde
que decidió, el pasado julio, ordenar el secuestro de dos soldados israelitas en
una asalto fronterizo ocurrido el día 33 de la guerra. Desde entonces, Nasrallah
ha dicho públicamente, y me lo ha repetido, que juzgó mal la respuesta
israelita. “Sólo queríamos capturar prisioneros con fines de intercambio, nunca
quisimos arrastrar la región hacia la guerra”, me dijo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Nasrallah acusó al gobierno de Bush de colaborar con
Israel para, de manera deliberada, provocar “fitna”, palabra árabe que se
utiliza en el sentido de “insurrección y fragmentación dentro del Islam”. “En mi
opinión, hay una enorme campaña en todo el mundo mediante los medios de difusión
para poner a todos contra todos”, dijo. “Creo que la inteligencia estadounidense
e israelita está detrás de todo esto". (No proporcionó ninguna prueba específica
de esto.) Dijo que la guerra de los Estados Unidos en Iraq ha aumentado las
tensiones sectarias; pero sostuvo que Hezbolá había tratado de evitar que se
desplegaran en el Líbano. (Los enfrentamientos entre sunitas y chiítas se
acrecentaron, unido a la violencia, en las semanas que siguieron a nuestra
plática.) <BR><BR>Nasrallah afirmó que creía que el objetivo del presidente Bush
era “diseñar un nuevo mapa de la región. Desean la división de Iraq. Iraq no
está a las puertas de una guerra civil. Hay una guerra civil. Hay una depuración
étnica y sectaria. Como preludio de la división de Iraq, la matanza y el
desplazamiento diarios están dirigidos a dividir el país en tres partes, que
serán sectarias y puras étnicamente. Dentro de uno o dos años como máximo, habrá
zonas de sólo sunitas, zonas de sólo chiítas y zonas de sólo kurdos. Incluso en
Bagdad, se teme que pueda ser dividido en dos zonas, una sunita y otra
chiíta".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Prosiguió: “Puedo decir que el presidente Bush miente
cuando dice que no desea que Iraq sea dividido. Todo lo que está ocurriendo
ahora en el terreno te hace jurar que está llevando a Iraq a la división.
Además, llegará el día en que dirá: ‘No puedo hacer nada si los iraquíes desean
la división de su país, y yo cumplo los deseos del pueblo de Iraq’.
”<BR><BR>Nasrallah dijo que pensaba que los Estados Unidos también querían
provocar la división del Líbano y de Siria. En Siria, dijo, el resultado sería
empujar al país “hacia el caos y las batallas internas como en Iraq”. En el
Líbano, “Habrá un estado sunita, un estado Alawi, un estado cristiano y un
estado Druze”. Sin embargo, dijo: “No sé si habrá un Estado chiíta”. Nasrallah
me comentó que sospechaba que uno de los objetivos del bombardeo de Israel
contra el Líbano el pasado verano era “destruir zonas chiítas y desplazar a los
chiítas del Líbano. La idea era hacer que los chiítas del Líbano y Siria
escaparan hacia el sur de Iraq, “el cual está dominado por chiítas. “No estoy
seguro, pero lo presiento”, me dijo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La división dejaría a Israel rodeado de “pequeños Estados
tranquilos”, dijo. “Le aseguro que el reino de los sauditas también será
dividido, y el problema trascenderá a los Estados del norte de África. Habrá
pequeños estados étnicos y confesionales”, dijo. “En otras palabras, Israel será
el Estado de la región más importante y fuerte que haya sido dividido en Estados
étnicos y confesionales, en armonía unos con otros. Este es el nuevo Oriente
Medio”. <BR><BR>De hecho, el gobierno de Bush se ha negado categóricamente a
hablar de la visión de Iraq, y su posición pública indica que la Casa Blanca ve
un futuro Líbano intacto, con un Hezbolá débil y desarmado que desempeñe, en el
mejor de los casos, un papel político insignificante. Tampoco hay pruebas que
respalden la creencia de Nasrallah de que los israelitas estaban tratando de
llevar a los chiítas hacia el sur de Iraq. Así y todo, la visión de Nasrallah de
un conflicto sectario mayor en el que los Estados Unidos estén implicados apunta
a una posible consecuencia de la nueva estrategia de la Casa Blanca.<BR><BR>En
la entrevista, Nasrallah hizo ademanes de calma y promesas que tal vez sus
oponentes juzgarían con escepticismo. “Si los Estados Unidos dicen que los
debates acerca de nuestras preferencia son útiles e influyentes para determinar
la política estadounidense en la región, no tenemos objeción en conversar o
reunirnos. Pero si su objetivo mediante esa reunión es imponernos su política,
será una pérdida de tiempo”, dijo. Indicó que la milicia de Hezbolá, a menos que
fuese atacada, sólo operaría dentro de las fronteras del Líbano, y prometió
desarmarla cuando el Ejército libanés lograra recuperarse. Nasrallah afirmó que
no tenía ningún interés en iniciar otra guerra con Israel. Sin embargo, añadió
que se estaba anticipando y preparándose para otro ataque israelí en una etapa
más avanzada de este año.<BR><BR>Nasrallah insistió además en que las
manifestaciones en las calles de Beirut continuarían hasta que el gobierno de
Siniora caiga o satisfaga las exigencias políticas de su coalición. “Hablando en
términos prácticos, este gobierno no puede gobernar”, me dijo. “Puede emitir
órdenes, pero la mayor parte del pueblo libanés no tolerará ni reconocerá la
legitimidad de este gobierno. Siniora continúa en el poder debido al respaldo
internacional, pero eso no quiere decir que Siniora pueda gobernar el Líbano".
<BR><BR>Según Nasrallah, los repetidos elogios del presidente Bush con respecto
del gobierno de Siniora, “es el mejor servicio que puede brindar a la oposición
libanesa, porque debilita su posición contra el pueblo libanés y las poblaciones
árabes e islámicas. Están apostando a que nos cansaremos. No nos cansamos
durante la guerra, de manera que, ¿Cómo podríamos cansarnos en una
manifestación?” <BR><BR>Existe una marcada división de opiniones dentro y fuera
del gobierno de Bush acerca de la mejor manera de lidiar con Nasrallah, y si, de
hecho, él pudiera ser socio en un acuerdo político. El director saliente de la
Inteligencia Nacional, John Negroponte, durante una reunión de información ante
el Comité de Inteligencia del Senado durante su despedida, en enero, dijo que
Hezbolá “está en el centro de la estrategia terrorista de Irán. . . . Podría
decidir realizar ataques contra los intereses de los Estados Unidos en caso de
que sienta que su sobrevivencia o la de Irán están amenazadas. . . . Hezbolá en
el Líbano se considera a sí mismo socio de Teherán. <BR><BR>En 2002, Richard
Armitage, a la sazón subsecretario de Estado, denominó a Hezbolá “el equipo A”
de terroristas. En una entrevista reciente, sin embargo, Armitage reconoció que
el asunto se ha tornado más complicado de alguna manera. Armitage me comentó que
Nasrallah ha surgido como “una fuerza política de cierto renombre, que deberá
desempeñar un papel político en Líbano, si decide hacerlo”. Según Armitage, en
términos de relaciones públicas y astucia política, Nasrallah “es el hombre más
listo del Oriente Medio”. Aun así, añadió, Nasrallah “ha tenido que poner en
claro que quiere desempeñar el papel correcto como oposición leal. Para mí, aún
existe una deuda de sangre por pagar", haciendo referencia al coronel asesinado
y el bombardeo a los cuarteles de la Marina.<BR><BR>Robert Baer, quien fue
agente de la C.I.A. durante mucho tiempo en el Líbano, ha criticado duramente a
Hezbolá y ha advertido sobre sus relaciones con el terrorismo financiado por los
iraníes. Sin embargo ahora, me dijo, “tenemos a los árabes sunitas preparándose
para un conflicto catastrófico, y necesitaremos que alguien proteja a los
cristianos en el Líbano. Solían ser Francia y los Estados Unidos quienes lo
hacían, y ahora serán Nasrallah y los chiítas. <BR><BR>“La historia más
importante del Oriente Medio es la evolución de Nasrallah de callejero a líder,
de terrorista a estadista”, Baer añadió. “El perro que no ladró este verano”,
durante la guerra con Israel, “fue el terrorismo chiíta”. Baer se refería a los
temores de que Nasrallah, además de lanzar cohetes contra Israel y secuestrar a
sus soldados, pudiera desatar una oleada de ataques terroristas contra objetivos
israelitas y estadounidenses en todo el mundo. “Pudo haber apretado el gatillo,
pero no lo hizo,” Baer dijo. <BR><BR>La mayoría de los miembros de la
inteligencia y comunidades diplomáticas reconocen las actuales relaciones con
Irán. Sin embargo, existen diferencias en cuanto hasta qué punto Nasrallah
pondría a un lado los intereses de Hezbolá a favor de los de Irán. Un ex oficial
de la CIA quien además estaba al servicio del Líbano llamó a Nasrallah “fenómeno
libanés”, y añadió: “Sí, él recibe ayuda de Irán y Siria, pero Hezbolla ha ido
más allá”. Me comentó que hubo un período a finales de los años ochenta y
principio de los años noventa en que la estación de la CIA en Beirut podía
controlar, de forma clandestina, las conversaciones de Nasrallah. Definió a
Nasrallah como “un líder pandillero que era capaz de hacer tratos con las otras
pandillas. Mantenía contactos con todo el mundo”.<BR><BR><STRONG>Informes al
Congreso</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La dependencia del gobierno Bush en operaciones
clandestinas que no han sido informadas al Congreso, y sus relaciones con
intermediarios con dudosas agendas, han hecho recordar, a algunos en Washington,
un capítulo anterior de la historia. Hace dos decenios, el gobierno de Reagan
intentó financiar ilegalmente a los contras en Nicaragua, con la ayuda de ventas
secretas de armas a Irán. El dinero saudita estuvo involucrado en lo que se
conoció como el escándalo Irán-Contra, y algunos de los participantes en ese
entonces, en particular el príncipe Bandar y Elliot Abrams, están involucrados
en los tratos actuales.<BR><BR>El escándalo Irán-Contras fue el tema de un
debate oficiosos sobre las “lecciones aprendidas” hace dos años entre veteranos
del escándalo. Abrams dirigió del debate. Una de las conclusiones se refiere a
que, aunque finalmente el programa se descubrió, había sido posible ejecutarlo
sin informar al Congreso. En cuanto a la experiencia aprendida, en términos de
futuras operaciones encubiertas, los participantes determinaron: “Uno, no puedes
confiar en nuestros amigos. Dos, la C.I.A tiene que estar totalmente fuera.
Tres, no puedes confiar en el ejército uniformado, y cuatro, tiene que ser
dirigido fuera de la oficina del vicepresidente”, haciendo referencia al papel
de Cheney, comentó el ex oficial superior de
inteligencia.<BR><BR>Posteriormente, ambos asesores del Gobierno y el ex oficial
superior de inteligencia me dijeron que el eco del escándalo fue un factor que
influyó en la decisión de Negroponte de renunciar a la dirección de la
Inteligencia Nacional y aceptar un puesto de Subsecretario de estado en el
Subgabinete. (Negroponte se negó a hacer comentarios.<BR><BR>El antiguo oficial
superior de inteligencia me comentó, además, que Negroponte no quería repetir la
experiencia que vivió cuando era embajador en Honduras, durante el gobierno de
Reagan. “Negroponte dijo: ‘De ninguna manera. No tomaré ese camino de nuevo con
el Consejo de Seguridad Nacional llevando a cabo operaciones clandestinas, sin
obtener resultados.’” (En el caso de las operaciones encubiertas de la CIA, el
Presidente debe presentar por escrito los resultados e informar al Congreso.)
Negroponte se mantuvo como subsecretario de Estado ya que, “él considera que
puede tener una influencia positiva en el Gobierno”, añadió.<BR><BR>El asesor
del Gobierno dijo que Negroponte compartía las metas de la política de la Casa
Blanca, pero quería hacerlo “conforme a lo que está reglamentado.” El asesor del
Pentágono me dijo, además, que “al nivel de los rangos superiores se tenía la
impresión de que él no estaba de total acuerdo con las iniciativas clandestinas
más aventureras.” Dijo además que también era cierto que Negroponte “tenía
discrepancias con esta maquinaria de la política al estilo de Rube Goldberg para
solucionar los problemas del Oriente Medio.” <BR><BR>Añadió que una dificultad,
en cuanto a supervisión, era la contabilidad de los fondos encubiertos. “Existen
muchísimas fuentes oscuras de dinero dispersas en muchos lugares y utilizadas
por todo el mundo en diferentes misiones,” añadió. El caos en el presupuesto en
Iraq, donde miles de millones de dólares no se declaran, ha constituido un
vehículo para transacciones de este tipo, según el ex oficial de inteligencia y
el general retirado de cuatro estrellas. <BR><BR>“Esta situación se remonta al
conflicto Irán-Contra,” me dijo un ex asesor del Consejo de Seguridad Nacional.
“En buena medida lo que hacen es dejar fuera a la Agencia.” Aseguró que al
Congreso no lo habían informado completamente del alcance de las operaciones
EUA-Arabia Saudita. Añade que: “La CIA pregunta ‘¿qué está ocurriendo?’ Están
preocupados porque creen que es el momento de los aficionados.”<BR><BR>El tema
de la supervisión comienza a atraer más la atención del Congreso. En noviembre
pasado, el Servicio de Investigación del Congreso presentó un informe al
Congreso acerca de lo que describe como la falta de claridad, del Gobierno, en
cuanto a la diferencia que existe entre las actividades de la CIA y las que son
estrictamente militares, que no tienen los mismos requisitos para la
presentación de informes. El Comité de Inteligencia del Senado, dirigido por el
senador Jay Rockefeller, programó una audiencia, para el 8 de marzo, sobre las
actividades de inteligencia del Departamento de Defensa. <BR><BR>El senador
demócrata por Oregon, Ron Wyden, miembro del Comité de Inteligencia, me comentó:
“El gobierno de Bush ha fracasado con frecuencia al cumplir con su obligación
jurídica de mantener al Comité de Inteligencia completamente informado y
actualizado. El tiempo ha pasado y de nuevo la respuesta sigue siendo: ‘tengan
confianza en nosotros.’” Wyden afirmó: “Se me hace difícil confiar en el
Gobierno.”
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>