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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 4 de abril 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Malvinas</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El crimen, la guerra y el simulacro,
25 años después <BR><BR><FONT size=2>Carlos Abel Suárez
</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG><FONT size=2>Sin Permiso y La
Haine</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2>Los 25 años transcurridos desde aquel 2 de abril
de 1982 no han sido suficientes para hacer un balance compartido por la mayoría
de los argentinos sobre la guerra de Malvinas. </FONT></FONT></DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Más todavía: no hay un consenso para examinar, a la
distancia, las posiciones y las actitudes del progresismo frente al
acontecimiento. Guerra absurda, guerra inútil. Aventura criminal. Todos,
calificativos posibles.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Con su aguda ironía, no siempre feliz en los temas
políticos, decía Jorge Luis Borges pocos meses después de la capitulación de las
tropas argentinas que “la de Malvinas fue una guerra entre dos calvos que se
disputaban un peine”. Y agregaba: “los militares argentinos que gobiernan
actualmente son ignorantes e incompetentes, y mucho más peligrosos para sus
compatriotas que para el enemigo”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin disputa, Malvinas fue un crimen, como toda guerra, y
una aventura criminal, según quedó demostrado en todos los procesos abiertos
posteriormente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las consecuencias de Malvinas fueron numerosas y tuvieron
réplicas como las de un terremoto durante los últimos 25 años.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La primera fue el rápido desmoronamiento de la dictadura
genocida y una apresurado retorno a la vigencia de la Constitución con las
elecciones que consagraron a Raúl Alfonsín –contra todo pronóstico– en las
elecciones de 1983.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las Fuerzas Armadas, responsables primeras pero no únicas
de la guerra absurda y criminal, comenzaron un acelerado proceso de desgaste,
divisiones internas y búsquedas de chivos expiatorios, limitadas a defender con
ahínco el secreto (el pacto mafioso) de las acciones aberrantes y de las
desapariciones de miles de personas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En realidad, en los años noventa culmina un ciclo de la
historia del Ejército, y por arrastre, de la de sus colegas de la Marina y la
Fuerza Aérea. El Ejército argentino moderno nació en dos guerras infames: la de
la Triple Alianza, que descuartizó el Paraguay –último sobreviviente del antiguo
Virreinato de la Plata, que había buscado un camino independiente de los
imperios– y la de la mal llamada “conquista del Desierto”, que no fue otra cosa
que la extinción sistemáticamente planificada de los pueblos originarios. En los
dos casos se buscaba la extensión territorial, a fin de repartir las tierras
entre los dueños del poder. Este fue el Ejército real, y no aquel de las
leyendas escolares, que habría nacido del pueblo en la verdadera gesta de lucha
contra las invasiones Inglesas, y luego, en las guerras por la Independencia.
Ése, el de la epopeya, murió en los años 20, cuando se dejó a San Martín
abandonado en Guayaquil, renunciando a la Patria Grande, mientras el resto se
exterminaba en las guerras civiles.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El Ejército moderno, que tuvo su bautismo de fuego en el
exterminio de paraguayos e indios, se forjó en la represión de los primeros de
Mayo a comienzos del siglo pasado, en la Semana Trágica; en la Patagonia Rebelde
–fusilando a los peones laneros—; en la matanza de los quebrachales, para
proteger los intereses de la Forestal; en los golpes de Estado, los
fusilamientos de anarquistas, de obreros, en los bombardeos aéreos a los civiles
en Plaza de Mayo, en Trelew, en la Triple A. Y como broche de esa sangrienta
trayectoria, en la masacre sistemática, planificada hasta en sus mínimos
detalles, que comenzó en la madrugada del 24 de marzo de 1976. Allí
transformaron a la Nación en su propio botín de guerra. Secuestrar, torturar,
violar, robar los bebés a sus madres en cautiverio, para después asesinarlas.
Finalmente, el fango de las peleas internas (cara blancas y caras pintadas) en
diciembre de 1990, y su adicción incurable al contrabando de armas y otros
ilícitos menores a lo largo de un cuarto de siglo. Todo fue posible. Pero
también hay que decir que fue posible porque esas Fuerzas tenían mandantes.
Autonomizadas por momentos, siempre respondieron cuando la dominación del poder
hegemónico se veía amenazada.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Malvinas fue una aventura, pero no una
improvisación</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Entre 1977 y 1982, la Argentina compró armas por unos
2.000 millones de dólares. Aviones Dagger (versión israelí del Mirage 5),
tanques Kurassier, 6 fragatas misilísticas a Alemania. Helicópteros. Aviones
franceses y misiles de Estados Unidos. En 1982, los bombarderos Super Etendard a
Francia. Y durante la misma guerra de Malvinas –cuando estaba vigente el bloqueo
a la venta de armas dispuesto por los aliados de Gran Bretaña– se gastaron
centenares de millones de dólares en la compra de armas a Israel, mediante una
operación de triangulación con el Banco Ambrosiano (del cadenal Marzincus) como
intermediario.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“No había mejor opción que el uso de la Fuerza para
llevar a la Gran Bretaña a la mesa de negociaciones”, aseguró el ex comandante
de la Armada y ex Almirante Jorge Isaac Anaya, ante el Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas que juzgó a los jefes de Malvinas. Y agregó: “En el año 1978 el
almirante Massera propuso a los comandantes del Ejército y la Fuerza Aérea la
ocupación de Malvinas. Tenía conocimiento de que el Comando de Operaciones
Navales tenía planes secretos sobre cómo había que hacer para ocuparlas”. En la
estrategia misma de superviviencia de la dictadura estaba, desde el inicio,
algún conflicto territorial. Estuvieron a punto de llegar al enfrentamiento
bélico con Chile, que hubiese significado pérdidas materiales en vidas humanas
muy superiores a las de la guerra de Malvinas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No se trataba, pues, de la ocurrencia de un general
borracho, a quien en un delirio alchólico viniera la idea de ocupar las Islas. A
Churchill le gustaba tanto el whisky como a Fortunato Galtieri, y ésa no fue la
causa de la segunda Guerra Mundial, como no lo fue la “locura” de Hitler.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El sociólogo e historiador Vicente Palermo acaba de
publicar el libro Sal en las heridas (Sudamericana, Buenos Aires, 2007), en
donde desarrolla una interesante y necesaria polémica sobre Las Malvinas. No es
un mero ensayo académico sobre la guerra, sino una verdadera provocación, en el
mejor sentido del término: busca el significado de Malvinas en relación con la
cultura de los argentinos. (Una entrevista a Palermo realizada por Mario
Wainfeld reproducimos en esta misma entrega.)</DIV>
<DIV align=justify><BR>Palermo no solamente echa sal en las partes de la herida
de Malvinas aún abiertas, sino que reabre cicatrices ya cauterizadas para
aumentar el escociente efecto de su sal. Compartiendo buena parte de su eficaz
empeño desmitificador, me permitiré apuntar aquí algunas discrepancias.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Diría que Palermo subestima el paro y la movilización del
30 de marzo de 1982. Ciertamente, como él señala, eran unos pocos miles. Pero el
carácter simbólico de ser el primer paro general de una central obrera apenas
reconstituída tras la mayor masacre y derrota de la historia de los trabajadores
argentinos –la de 1976—, no puede ser ignorado. Se manifestó en varias
provincias, y hubo dos muertos. En la Capital, la columna que marchó con la
bandera de Paz, Pan y Trabajo fue reprimida en una notable operación de la
policía Federal, con empleo de gases de última generación. Los mismos, para
quienes puedan haber olfateado sus efectos, que se tiraron la noche del 19 de
diciembre, cuando comenzó la implosión del gobierno de Fernando de la Rúa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La consigna de Paz, ese 30 de marzo, no fue casual:
estaba en el ambiente que se preparaba una operación, la que se concretó el 2 de
abril. Ya en febrero, un columnista de La Prensa, muy enterado de los
entretelones de las operaciones de “inteligencia”, lo adelantó sin
eufemismos.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Resistencias a la guerra</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Palermo considera también irrelevante el rechazo a la
guerra, en esos días, por una minoría de la sociedad argentina. Pero esa
resistencia existió, silenciosa y silenciada, y produjo trabajos, documentos,
testimonios importantes a la hora de un balance histórico.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A fines de abril comenzó a circular un pequeño folleto,
¿La verdad o la mística nacional?, firmado por el Círculo Espacio Independiente.
Finaliza así: “analice esta declaración, critíquela, hágala circular,
reprodúzcala por cualquier medio. En algún lugar de nuestro país tal vez nos
encontremos”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El trabajo, que había sido escrito por Carlos Alberto
Brocato, poeta, intelectual de larga trayectoria en la lucha sindical y
política, fue reproducido por el semanario judío Nueva Presencia. En ese número
del semanario se expresaban muchas de las ideas del progresismo de la época
sobre el conflicto. El editorial, firmado con las iniciales del director, HS,
propone “Ganar la guerra y retornar a la democracia”. En sus páginas interiores,
Raúl Alfonsín: “antes que nada hay que poner de manifiesto el resultado de una
acción que se inscribe en la vieja aspiración de los argentinos. Las Fuerzas
Armadas han producido un episodio que contó con el aval del pueblo. Se trata, en
esencia, de un hecho que puede significar un arranque para terminar
definitivamente con la decadencia” (Nueva Presencia, Nº 258)</DIV>
<DIV align=justify><BR>Página seguida, el trabajo del Círculo Independiente
(Brocato) denuncia que la mistificación de la “causa” Malvinas se montó sobre
tres falacias. La falacia de una soberanía nacional, que escondía la evidencia
de que el pueblo había sido despojado del ejercicio soberano del poder. Se
llamaba soberanía a una cuestión territorial. Aquellos que no se inmutaban ante
el remate del verdadero patrimonio nacional, y que habían llegado al poder
matando y sometiendo a todo aquel que se les oponía, se constituían en los
intérpretes y representantes de la soberanía. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Una segunda falacia se montaba en relación al
colonialismo. Aquí encontraba un argumento la izquierda malvinera. Se trata de
la dictadura de un país oprimido que enfrenta a un imperio colonial, ergo una
guerra justa; hay que aliarse a los hasta ayer genocidas torturadores. Aquí no
se establece diferencia alguna, indica el documento, entre una usurpación de la
soberanía nacional al estilo de la praticada por Francia en Argelia, por Bélgica
en el Congo, por Inglaterra en la India, con una dominación como la de Gran
Bretaña en el peñón de Gibraltar o la de los Estados Unidos en Guantánamo. Esto
último es Malvinas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y la tercera falacia es “que se nos acabó la paciencia”.
Que ya se habían agotado los tiempos de la negociación. “Hace ciento cuarenta
años que los ingleses no quieren entregarnos las islas; hace sólo catorce años
que le vienen dando largas a la resolución de las Naciones Unidas. ¿Por qué el 2
de abril de 1982 se ‘agotó la paciencia argentina’? Es una patraña. Una patraña
en la que, a conciencia, entra toda la dirigencia política argentina”</DIV>
<DIV align=justify><BR>A partir de la difusión de esta declaración se organizan
una serie de reuniones donde participan activistas que comenzaban a organizar
centros estudiantiles –particularmente de Ciencias Económicas y Ciencias
Exactas–, junto a viejos militantes sindicales y políticos de izquierda (como
José Lungarzo, Oscar “Miguel” Posse, Ignacio Moiragui, entre muchos otros),
Madres de Plaza de Mayo, movimientos vecinales. Una actividad que confluye con
el pronunciamiento pacifista de sectores cristianos, como el Servicio de Paz y
Justicia, y los obispos Novack, de Quilmes, y Jaime de Nevares, de Neuquén, que
van organizando reuniones en la línea de denunciar el engaño y la manipulación.
Una pequeña pero efectiva red de esclarecimiento y debate.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En paralelo, el 7 de mayo de 1982, se publica en Le Monde
una declaración que firman Julio Cortázar, Osvaldo Bayer, Osvaldo Soriano, entre
los más conocidos de cientos de exiliados políticos argentinos residentes en
París, Madrid y México, pronunciándose en términos similares a los de la
resistencia interior.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Dos trabajos, entre muchos, publicados al calor de los
acontecimientos dan cuenta de estas posiciones entre los exiliados argentinos.
En Cuadernos Políticos, de México, Adolfo Gilly publica “La guerra del capital”,
un ensayo en donde se señala la confluencia de dos crisis, la de los militares y
la de Thatcher, como desencadenante de la guerra de Malvinas:</DIV>
<DIV align=justify><BR>“En términos precisos lo dijo, desde el lado de la
minoría británica que se opuso a la guerra colonial, el historiador Edward
Thompson:</DIV>
<DIV align=justify><BR>‘La guerra de las Falkland no es sobre los habitantes de
las islas. Es sobre `no perder la cara´. Es sobre la política interna. Es sobre
lo que sucede cuando uno le tuerce la cola a un león… es un momento de atavismo
imperial, mezclado con las nostalgias de quienes hoy llegan al final de su edad
madura’.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Como era fácilmente previsible para cualquiera menos
inepto e ignorante que los militares que gobiernan Buenos Aires, Thatcher no iba
a dejar pasar esta oportunidad de hacer una guerra, posiblemente costosa pero
seguramente ganada desde un comienzo, para unificar en su apoyo a la opinión
pública británica y subordinar a su política imperial a la oposición laborista,
jamás reacia a apoyar tales empresas”. (Gilly)</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tony Blair acaba de decir que él hubiese actuado igual
que la dama de hierro. ¡Luego de la invasión a Irak, qué duda cabe!</DIV>
<DIV align=justify><BR>En los documentos, ahora desclasificados, encontramos la
prueba de esos análisis.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Apenas unas horas antes del desembarco de las tropas
argentinas en Malvinas, se registra la siguiente comunicación telefónica, entre
el presidente norteamericano Ronald Reagan y Galtieri:</DIV>
<DIV align=justify><BR>Reagan … “estimo imprescindible continuar con las
negociaciones y buscar una alternativa al uso de la fuerza. Créame, señor
presidente, que tengo buenas razones para afirmar que Gran Bretaña respondería
con la fuerza a una acción militar argentina”.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Galtieri se niega a aceptar las indicaciones del
jefe de occidente</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Alejandro Dabat y Luis Lorenzano escriben “Conflicto
malvinense y crisis nacional” (Libros de Teoría y Política, México, 1982), en
donde realizan una exhaustivo análisis y una documentada investigación sobre la
crisis de la dictadura y de la sociedad argentina que desembocó en
Malvinas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Quedaron en desamparo, como bien lo señala Palermo, los
ex combatientes. No pudieron entender la parte que les tocó en esta trágica
opereta.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El capitán de infantería y paracaidista Carlos Arroyo
describió al tribunal de las FFAA que juzgó los hechos las marchas y
contramarchas del alto mando:</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Las raciones frías llegaban no a todas las posiciones.
Pero inconsumibles porque los alimentos se congelaban a temperaturas de 10 y 12
grados bajo cero y no contaban con calentadores para descongelarlas.
Inservibles. Falta de alimentación y de ropas adecuadas al frío. La movilidad
del enemigo superó todo lo esperado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El 50 por ciento de los soldados a su mando (150) o eran
conscriptos con solo dos meses de instrucción o reincorporados de la clase
anterior que habían hecho la colimba como cocineros, mozos, talabarteros,
peluqueros, etc.” (Página 12) </DIV>
<DIV align=justify><BR>A la hora de hacer su balance, el ex comandante del
Ejército en tiempos de Carlos Menem, el teniente general Martín Balsa, admitió
que “fuimos a un conflicto para el que no estábamos preparados…Se planificó
sobre dos supuestos: que Gran Bretaña no iba a reaccionar y que Estados Unidos
permanecería neutral. Ninguno de lo dos supuestos se dio”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A 25 años de la guerra, las Fuerzas Armadas no han dado
todavía a conocer oficialmente el informe de la comisión por ellos mismos
designada, presidida por el teniente general retirado Benjamín Rattembach, para
estudiar por qué perdieron la guerra. Sí se sabe que la comisión Rattembach
pidió la pena de muerte para todos los jefes militares que dirigieron la guerra
de las Malvinas.
<HR>
<EM><FONT color=#000080 size=3><STRONG>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </STRONG></FONT></EM><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><EM><FONT color=#000080
size=3><STRONG>germain5@chasque.net</STRONG></FONT></EM></A>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR></FONT> </DIV></BODY></HTML>