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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U><FONT size=5>boletín informativo - red
solidaria de revistas</FONT></U><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 14 de abril 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Colombia </FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El testigo del holocausto
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><BR><STRONG>Por primera vez, 21 años después
de los hechos, un testigo cuenta en un video cómo torturaron y desaparecieron a
las personas que salieron vivas de la cafetería del </STRONG></FONT><FONT
face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Palacio de Justicia.</FONT>
</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Revista Semana</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Bogotá, 7-4-07</STRONG><BR></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>"Aquí se trata simplemente de reafirmar que el personal de la
cafetería salió vivo. Que fue llevado y torturado. Que fueron asesinados y
fueron escondidos". Así, Ricardo Gámez, un ex informante del Ejército, relató en
un video su testimonio de cómo ocurrieron los hechos del Palacio de Justicia en
noviembre de 1985. El video fue grabado el 9 de diciembre de 2006 por los
familiares de los desaparecidos y fue obtenido en exclusiva por
SEMANA.<BR><BR>Para los que han investigado a fondo el holocausto del Palacio de
Justicia, Ricardo Gámez siempre ha sido una incógnita, desde cuando radicó una
declaración en la Procuraduría General de la Nación el primero de agosto de
1989. Allí Gámez, un desconocido, afirmó haber sido testigo de las torturas y
las desapariciones de varios civiles por parte de la Fuerza Pública. Gámez, un
ex policía que dijo ser informante de las Fuerzas Militares, salió exiliado del
país con la ayuda de ONG internacionales. Aunque su versión fue desechada en su
momento por la Procuraduría General delegada para las Fuerzas Militares, al no
encontrar veraces sus afirmaciones, y por la Fiscalía durante varios años, para
algunos siempre ha sido considerado el eslabón perdido, el hombre que podría dar
luz a dos de los grandes misterios del Palacio: ¿cuántas personas salieron vivas
y luego fueron desaparecidas? y ¿dónde están enterrados sus cuerpos?<BR><BR>Pero
desde cuando contó su versión de los hechos, hace ya 17 años, Gámez se esfumó
del mapa. No dejó rastro. En cada aniversario, o en libros sobre la tragedia,
salían a relucir sus declaraciones. Pero nada más. Era un testigo sin cara ni
voz. Hasta ahora.<BR><BR>En octubre de 2006, de manera sorpresiva, Gámez
contactó a uno de los familiares de los desaparecidos y manifestó su interés de
colaborar con la investigación penal abierta por la Fiscalía de Mario Iguarán.
Luego se puso en contacto con la fiscal del caso, quien se mostró muy interesada
en recibir su declaración. Inicialmente, Gámez propuso que fuera en la oficina
de un diputado del Parlamento Europeo en Bruselas, pero la fiscal explicó que
para que tuviera validez jurídica, se tendría que realizar en un consulado
colombiano. Se hicieron todos los preparativos, incluida la provisión de una
seguridad especial. Antes de que la fiscal viajara, a principios de diciembre,
Gámez pidió que garantes internacionales asistieran a la diligencia y la fiscal
explicó que no era posible legalmente. <BR><BR>Unos días después, el 9 de
diciembre, Gámez, en una reunión con un familiar de las víctimas, solicitó que
se le filmara su declaración. En un video de 32 minutos, Gámez ratifica sus
denuncias y agrega detalles inéditos. Dice tener pruebas documentales. SEMANA
conoció que existe un video que mostraría a varios de los desaparecidos siendo
reseñados en la Casa del Florero.<BR><BR>Ricardo Gámez comienza su relato
contando cómo días antes de la toma del Palacio de Justicia, todo el personal de
Inteligencia fue acuartelado bajo la advertencia de que algo iba a ocurrir y ya
se había montado un comando operativo en la Casa del Florero. Como se sabe, un
mes antes, dos guerrilleros fueron detenidos merodeando el Palacio y tenían en
su poder planos de la edificación. Las autoridades militares habían encontrado
también, en un allanamiento en una residencia al sur de Bogotá, un casete que
contenía la proclama que impartía el grupo guerrillero M-19 que se debía dar a
conocer en el momento de la toma. Frente al plan descubierto por inteligencia
militar, la seguridad del Palacio fue reforzada para proteger las vidas de los
más altos dignatarios de la justicia en el país. Durante 21 días se mantuvo la
protección especial, pero el 6 de noviembre de 1985 fue desmontada.
<BR><BR>Relata el testigo que sobre las 5:30 de la mañana del primer día de la
toma, él y varios agentes de inteligencia fueron ubicados en la carrera séptima
cerca del Parque Santander, a la espera de lo que iba a pasar. Posteriormente,
dice, cuando se desarrollaron los hechos, la orden fue hacer un barrido general
que consistía en ver placas, carros y personas que eventualmente tuvieran nexos
con los que estaban adentro. Esta operación estaba siendo coordinada desde la
Casa del Florero, ubicada en una de las esquinas de la Plaza de Bolívar, a
escasas tres cuadras del Palacio Presidencial.<BR><BR>"La situación operativa
siempre la llevó a cabo el coronel Alfonso Plazas Vega (comandante de la Escuela
de Caballería). En todo momento él fue autónomo en sus decisiones", dice en el
video el testigo. "Recibí órdenes directas de Plazas de torturar y pasarle un
informe. Si la persona fallecía, no había ningún problema, ya estaba
predestinado para eso". Cuenta que los interrogatorios se hicieron con rostro
descubierto porque siempre se supo que al final había que 'liquidarlos'. "El
primer muerto fue un error de tratamiento con el medicamento que estaban
utilizando". <BR><BR>Gámez, quien se describe a sí mismo como "personal seudo
del servicio de inteligencia", hace énfasis en los desaparecidos de la cafetería
de Palacio, quienes, de acuerdo con su versión, fueron repartidos al Batallón de
Inteligencia y Contrainteligencia Charry Solano y a las Escuelas de Artillería y
Caballería. Durante el transcurso del tiempo se ha logrado establecer que
desaparecieron 11 civiles, entre ellos ocho empleados de la cafetería. Existen
dos videos de televisión en los que se observan las imágenes de Carlos Augusto
Rodríguez, administrador de la cafetería, y de Cristina del Pilar Guarín, la
cajera, saliendo vivos del Palacio.<BR><BR>"La orden expresa del coronel Plazas
fue llevarlo (a Rodríguez), trabajarlo y darle informes seguidos de lo que el
administrador de la cafetería iba diciendo", es la versión del testigo en el
video. Muy poco se ha investigado por la suerte de los desaparecidos de la
cafetería del Palacio de Justicia. Sólo después del vigésimo aniversario de la
tragedia, la Fiscalía abrió una investigación por desaparición forzada.
<BR><BR>Gámez describe, además, en una forma aterradora, el momento en que una
mujer embarazada que fue evacuada del Palacio, dio a la luz dentro de un camión
militar. Ella desapareció y su bebé quedó en poder de un suboficial militar. "El
chico vive. Existe en Bogotá. Trabaja y tengo los documentos para probarlo".
Aunque en el video el testigo no menciona su nombre, se cree que se trata de Ana
Rosa Castiblanco, quien trabajaba como auxiliar en la cocina de Palacio. Tenía
siete meses de embarazo y dejó un niño de 4 años, que hoy ya tiene 26 años de
edad. Éste quedó atónito cuando conoció el video hace unos días (ver
recuadro).<BR><BR>Otro de los grandes misterios del Palacio es el incendio de la
noche del 6 de noviembre. No se sabe a ciencia cierta cómo empezó la
conflagración. Según Gámez, "cuando se llegó a la recuperación del Palacio, se
entró a hacer un barrido. Había un grupo que se encargó del estopaje, de recoger
las estopas que habían quedado sin quemar y que se utilizarían para avivar el
fuego". Termina Gámez su relato diciendo que el personal militar que participó,
según él, en las torturas, en la muerte y en las desapariciones, fue rotado. Los
soldados que cumplían labores de inteligencia fueron cambiados un mes después.
Había un batallón de pastusos que también se desintegró. Los únicos que quedaron
en sus puestos fueron los suboficiales y los oficiales de inteligencia. "Un mes
y medio después de los hechos, fuimos remunerados con metal, con dinero. Se nos
dieron muchas prebendas. Tanto a nosotros, como a gente que estaba por nómina, a
efectivos, activos". En comunicación con SEMANA, el coronel retirado Alfonso
Plazas Vega dijo que los señalamientos de este testigo en su contra aparecen en
el proceso que se está desarrollando actualmente y que, llegado el momento, su
defensa pedirá contra interrogar a Gámez para desvirtuar cada una de sus
acusaciones. Ya en octubre de 1989 el procurador delegado para las Fuerzas
Militares, José Plinio Moreno, no halló sustento para ordenar una investigación
formal. <BR><BR>El nuevo testimonio de Gámez deja abiertos importantes
interrogantes. Gámez habla de situaciones que ocurren en distintos espacios y
momentos. La pregunta que surge inmediatamente es cómo pudo esta persona tener
acceso a tantos sitios restringidos. No es claro en el relato de cuáles hechos
fue testigo y cuáles conoció por otras personas o razones. Esa es una de las
preguntas que han estado en el ambiente desde cuando hizo su primera declaración
y que le han restado credibilidad judicial. Y por eso el interés de la fiscal
para interrogarlo. <BR><BR>Hay preguntas sobre el perfil del testigo. Según su
escrito de 1989, se trata de un policía retirado que luego trabajó como
informante de las Fuerzas Militares. ¿Puede alguien que se desempeñe como simple
informante recopilar información tan exclusiva, amplia y detallada? Una posible
explicación obtenida por SEMANA es que para la época de los hechos, Gámez se
movía con total libertad porque hacía parte de un pequeño grupo de fuerza
especial encargado del trabajo 'sucio' de inteligencia y el cual habría sido
pagado por una 'caja negra' de la institución. Queda una pregunta fundamental:
¿qué lo motiva a regresar a la palestra pública? En su declaración de 1989 dijo
que "en los organismos de inteligencia se cometen verdaderos crímenes que me han
ido creando un conflicto de conciencia cada vez menos soportable". Pero ya han
pasado 17 años y, según pudo conocer SEMANA, ha logrado rehacer su vida en el
exterior. ¿Por qué, entonces, decide romper su aparente tranquilidad y ofrecer
aportar su testimonio y adjuntar documentos que, según él, ratifican sus
afirmaciones? Un factor parece haber sido el avance de la investigación de la
Fiscalía y en particular la llamada a indagatoria al coronel retirado Edilberto
Sánchez Rubiano, ex jefe del B-2 de inteligencia militar, en agosto de 2006.
<BR><BR>Es claro que se trata de un testigo que tiene poco margen de maniobra, y
que su relato avanza por el estrecho filo de la auto incriminación en un delito
no prescriptible, como la desaparición forzada. El propio Gámez afirma que
durante el desarrollo de los hechos estaba a órdenes de quienes señala como
verdugos de los empleados de la cafetería. No es coincidencia que en noviembre
pasado, durante los fallidos acercamientos a la Fiscalía, dijera expresamente en
el oficio de reconocimiento de identidad ante el consulado de Sevilla que "no
participé ni en torturas, ni en desapariciones en cuanto al hecho sobre el cual
voy a relatar". <BR><BR>Pero a pesar de la encrucijada en la que se encuentra,
en el video Gámez vuelve a ofrecer su testimonio y pruebas a la justicia si se
dan las "condiciones". Según conoció SEMANA, él teme ser capturado durante la
diligencia.<BR><BR>Sin duda, Ricardo Gámez sabe cosas muy delicadas. De eso
nadie duda hoy. Podría dar elementos a un proceso judicial que por fin arrancó.
Se está investigando la responsabilidad de la Fuerza Pública en las
desapariciones y ya hay varios militares vinculados judicialmente. Entre ellos,
el coronel retirado Edilberto Sánchez está detenido, y el coronel retirado
Alfonso Plazas ha rendido indagatoria en varias sesiones. La Fiscalía parece
empeñada en esclarecer las desapariciones del Palacio de Justicia y cerrar un
capítulo oscuro de la historia colombiana. Gámez podría aportar una necesaria
luz para llegar, por fin, a la verdad. Así sea 21 años después. </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>El coronel Plazas Vega nos dio la
orden de torturar y matar</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>"En la Casa del Florero se estableció un centro de
comando alterno que tenía comunicación con el Comando Ejército, en el CAN. La
situación operativa la llevó a cabo el coronel Alfonso Plazas Vega. La orden de
los que trabajaban en la cafetería era reseñarlos en el segundo piso e ir
repartiéndolos. Unos a Caballería. Otros, al Charry Solano (Batallón) y otros a
Artillería. En el caso del administrador de la cafetería, el coronel dio la
orden precisa y en presencia del sargento viceprimero Juan Rodríguez del S2
(inteligencia) de la Escuela de Caballería, de llevarlo, trabajarlo y darle
informes seguidos de lo que iba diciendo. Lo mío era hacer labores de
inteligencia. Yo recibí órdenes directas de Plazas Vega de torturar y pasar un
informe. Y si la persona fallecía, no había ningún problema. Ya estaba
predestinado para eso. Era simplemente sacarle información, evaluarla, si se
podía justificar, bien, o si no, desaparecerla. En los días posteriores a la
toma, yo fui destinado al Bapom N° 1 (Batallón de Policía Militar) y ahí
empezaron a ver qué hacer con la gente que tenían".</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>El Ejército fue el que dio la orden
de iniciar el incendio</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>"Posteriormente, cuando se llegó a la recuperación del
Palacio, se entró a hacer un barrido, hablo de nosotros, del personal seudo del
servicio de inteligencia. Hacer un barrido de documentación. Había un grupo que
se encargó del estopaje, de recoger las estopas que habían quedado sin quemar,
recoger bolsos y papeles. Porque a nivel de documentación casi nadie salió con
documento en mano. Simplemente se tenía un primer dato: yo me llamo... yo
trabajo... Pero con los de la cafetería ya se tenían identificados. Luego la
política era siempre negar. Era una acción militar desarrollada por el M-19 y
financiada por el narcotráfico, cuando la verdad de la orden de guerra de quemar
archivos y todo fue del Ejército. El incendio lo iniciaron agentes del 2 del
Charry Solano y fue posterior al asesinato de la gente".
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>El niño que nació en el camión se lo
llevó un suboficial del Ejército</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>"Dentro de todos los muertos, entre comillas, en acción,
hubo una mujer que rompió aguas dentro del Palacio de Justicia, por la presión o
porque estaba en tiempo, no lo sé. Cuando fue evacuada, el parto fue
prácticamente hecho en el camión. Un suboficial se apersonó y aprovechó la
oportunidad de no tener hijos y se quedó con el bebé. Fue una decisión de cinco
personas, igual llevárselo no importa. Supongo yo que fue la misma mujer que
después llevaron a Caballería. El suboficial existe. Tiene una casa que le fue
dada por el Fondo Rotatorio del Ejército y tiene tres hijos. Uno que es el mayor
y se verá si es o no la persona que se dice y dos que son sus hijos propios de
nacimiento. El chico vive. Existe en Bogotá, trabaja y se aportarán los
documentos para probarlo". </DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Almarales sólo recibió una herida
leve</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>"Andrés Almarales (comandante del M-19 y de la toma del
Palacio) salió vivo y fue llevado al Charry Solano herido en una pierna,
simplemente. Fue asesinado y regresado a Palacio con el fin de que apareciera
como muerto en combate. El doctor Cristóbal Sastoque, jefe del Pabellón de
quemados del Hospital Simón Bolívar, también recibió personal quemado que fue
recuperado por el servicio de inteligencia".</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>El primer muerto fue por un error de
tratamiento con el medicamento</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>"El primer muerto de Palacio, de los que decían que
pertenecían a la cafetería (para mí siempre han sido seis o siete), fue por un
error de tratamiento con el medicamento que estaban utilizando en la enfermería.
La orden que hubo era simplemente sacar lo que sabía porque los interrogatorios
se hicieron a cara descubierta y el operativo se montó desde un principio para
aniquilarlos. Había órdenes de barrer y fumigar, simplemente. <BR><BR>Tres o
cuatro días después de la toma, tuvimos que llevar del Batallón de Intendencia a
Artillería unas camionetas con cal y unas canecas de ácido para hacer el lavado
de cuerpos porque tenían que tratar de borrar cualquier trazado. El comandante
del S2 (Inteligencia) fue el que recibió todo esto y nos retiramos. Lo hicimos
también al Charry Solano (Batallón). No a Caballería, porque allá tienen su
propio sistema. Allá se utilizan terrenos por fuera".
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
<BR> </FONT></DIV></BODY></HTML>