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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 19 de abril 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Francia</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Entrevista a Daniel
Bensaïd</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>"Nos encontramos
ante el desafío de una reconstrucción social y política"</FONT> <BR><BR><FONT
size=3>Frank Gaudichaud (1)</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial size=2></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Enlace original:
</STRONG></FONT><A
href="http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article5642"><FONT face=Arial
size=2><STRONG>http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article5642</STRONG></FONT></A></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Rebelión y La
Haine</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducido del francés para
Rebelión por Beatriz Morales Bastos</STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><BR></FONT><FONT face=Arial
size=2>Daniel Bensaid es profesor de filosofía en la Universidad de París 8.
Participó en el movimiento de Mayo del 68 cuando estudiaba en la Universidad de
Nanterre y desde su fundación en 1969 es dirigente de la Liga Comunista
Revolucionaria (LCR – sección francesa de la IV Internacional). Pensador
marxista internacionalmente reconocido, es autor de una treintena de obras,
entre ellas una autobiografía titulada Una lenta impaciencia, que también es el
relato de toda una generación de militantes anticapitalistas. Durante una
entrevista realizada uos dias antes de la primera vuelta de las elecciones
presidenciales francesas, abordamos con él la situación política francesa, pero
también el sentido de su compromiso político tras más de cuarenta años de
actuación política y de pensar a contrapelo de la lógica del
capital.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Franck Gaudichaud: Hace poco en una entrevista
publicada en el periódico italiano Il Manifesto, el filósofo Alain Badiou [2]
reivindicaba todavía la idea del comunismo como un «sentido común» que hay que
defender. Si embargo, hoy en día, tras la caída del muro de Berlín, frente a la
mercantilización del mundo y a la expansión del neoliberalismo algunos han
creído ver en la democracia liberal un horizonte insuperable. En estas
condiciones, ¿cómo seguir reindicando la idea del comunismo y también la de la
«revolución» ?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Daniel Bensaid: Finalmente no es muy difícil de defender
hoy la idea de la revolución, con o sin la palabra,. Lo que da miedo en general
es la asociación de la idea de Revolución con la de violencia. En cambio, si por
«Revolución» se entiende la necesidad de cambiar el mundo y, más precisamente,
de cambiar las relaciones sociales, la lógica de producción y de distribución,
esta noción sigue siendo plenamente actual. En todo el ascenso del movimiento
crítico del liberalismo, de las privatizaciones, de la desmesura del mundo desde
mediados de los años noventa, en líneas generales, desde la insurrección
zapatista y las manifestaciones de Seattle en 1999, esta idea ha reconquistado
una legitimidad. La duda se refiere mucho más a las vías y a los medios.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En otras palabras: ¿existen estrategias para lograr este
objetivo que sean válidas en el marco de la globalización? Así pues, una
pregunta es la de los efectos de la globalización en la reorganización de los
espacios políticos. Porque cambiar el mundo no es una idea que esté flotando en
el aire, se inscribe en unos territorios y unas relaciones de fuerza. El campo
estratégico dominante en el siglo XX fue el del Estado nación y no está
obsoleto. La prueba de ello está en las relaciones de fuerzas que se constituyen
a este nivel en Venezuela o Bolivia. Pero también es válido en Europa, con los
"No" francés y holandés al tratado constitucional europeo. Sin embargo, al mismo
tiempo, estos espacios nacionales que conservaron una pertinencia estratégica
ahora están estrechamente imbricados en lo que llamo «una escala móvil de los
espacios»: regional, nacional, continental, incuso mundial, según los temas y
las cuestiones abordadas. El Estado sigue siendo uno de los nudos de las
relaciones de fuerza, pero las relaciones de poder económico y político se han
reorganizado en el plano espacial. Por consiguiente, la dificultad está más bien
en una redefinición de los actores y de los espacios, es decir, más en el plano
estratégico que en la actualidad de una revolución.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Respecto a la idea del comunismo, A. Badiou tiene, desde
luego, una interpretación particular, como todo su análisis político, por otro
parte… Simpatizo con este pensamiento a contracorriente del orden liberal, pero
su interpretación está cercana de una especie de «metafísica del comunismo». Una
metafísica que evita ampliamente el problema histórico y el examen crítico de la
historia (por ejemplo, el examen crítico del maoísmo, de China o incluso de la
burocracia). En Badiou se trata más de una sucesión de secuencias, cortadas por
unos acontecimientos «surgidos del vacío», como diría Slavoj Zizek [3], y, por
tanto, más cerca de una concepción milagrosa del acontecimiento. Este credo
filosófico es lo que Badiou llama «comunismo».</DIV>
<DIV align=justify><BR>Después de todo, aún así considerada la palabra tiene
todavía una historia y un sentido. En todo caso, mucho más que muchas actitudes
actuales. Pero esta matriz teórica hace difícil lo que, por mi parte, considero
un proceder político, de acumulación de fuerzas y de inscripción en la duración.
A modo de ejemplo, la corriente de Alain Badiou llega a erigir en principio la
no participación electoral, en un estilo que frisa la coquetería
intelectual…</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>FG: Y sobre esta base, ¿cómo definirías tu
comunismo, suponiendo que sea posible resumirlo en unas frases?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>DB: Se podría buscar en el repertorio de las definiciones
para responder. En primer lugar, una concepción dinámica: el comunismo no es
precisamente una utopía y un estado de una situación de los que se podría hacer
un inventario. Es más bien «el movimiento real que deroga el orden existente»,
como decía Marx. Seguramente esta definición es insuficiente por ser demasiado
«elástica», pero tiene el mérito de ser coherente y respondía a la polémica con
las teorías utopistas de los años 1830/1840. Como trato de demostrar en un libro
que estoy preparando, a éste respecto nuestra época posee ciertas similitudes
con este contexto de reacción de principios del siglo XIX. Una época bien
descrita en Confesiones de un hijo del siglo de Musset. Y en este sentido la
crítica de los socialismos utópicos de la última parte del Manifiesto comunista
es de cierta actualidad. El «socialismo feudal» descrito por Marx, corriente que
busca volver al tiempo bucólico imaginario de la sociedad medieval, se encuentra
en ciertas corrientes contemporáneas de la ecología, especialmente de la
«ecología profunda». Igualmente en el siglo XXI se vuelve a encontrar el
«socialismo verdadero» o «filantrópico», acompañado de un sentimiento de
impotencia política, por ejemplo a través de la moda de los micro-créditos. No
es que haya que demonizar el micro-crédito, pero de ahí a presentarlo como la
respuesta al fin hallada para el desarrollo del tercer mundo o hacer apología de
ello como hace Paul Wolfowitz [4]…</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los ejemplos se podrían multiplicar. Y hay también las
utopías libertarias contemporáneas, como en la época había las utopías
proudhonianas. A pesar de su innegable interés, estas ideologías tienen la
característica común de no tener en consideración la cuestión política y la del
poder. Se trata únicamente de acondicionar unos espacios de una contra-sociedad
afinitaria y de eliminar el problema del poder. Y en el otro extremo se podría
hablar de una utopía neo-keynesiana que trata -y también ahí se puede encontrar
un interés real - de desarrollar unas propuestas sobre el sector público y el
papel del Estado. Pero también ahí están ausentes el eslabón político y la
cuestión esencial de las palancas para llegar a ello. En Francia pienso en los
trabajos de autores como Thomas Coutrot o Yves Sallesse que se inscriben en este
registro.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En relación a ofrecer un esbozo del comunismo y sin
tratar de «calentar los pucheros del futuro», se puede mirar la Comuna de París.
Engels dijo: si quieren saber qué es la Dictadura del proletariado, miren la
Comuna de París. Y, ¿ qué es la Comuna ? El sufragio universal, el pluralismo,
la revocabilidad de los electos, la apropiación social, la supresión del
ejército profesional...¡y la ausencia de presidente de la República!</DIV>
<DIV align=justify><BR>Finalmente, y sea cual sea el problema principal que se
quiera abordar (por ejemplo, la ecología), inevitablemente se cae en cuestiones
de propiedad.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>FG: En tus obras, especialmente en Marx
intempestivo o La discordancia de los tiempos, reivindicas una corriente
«cálida» del marxismo, un marxismo vivo y dialéctico. Sin embargo hay muchos
intelectuales, incluidos los más críticos del capitalismo, que hablan a partir
de ahora de una era «postmarxista» o que reducen la aportación de Marx a la de
una «caja de herramientas» teórica, entre tantas otras. Se puede citar al
sociólogo francés Philippe Corcuff que ha hecho un llamamiento a superar una
lectura del «marxismo holista» o incluso insiste en la necesidad de
desembarazarse de las lecturas «marxistas» de Marx.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>DB: Creo que se trata de cuestiones serias y que a veces
estos intelectuales las tratan con una cierta ligereza: Marx sigue siendo un
«peso pesado». Desde luego, se le puede superar, no es eterno... Pero, en mi
opinión, el núcleo duro de su teoría es de una terrible actualidad, ya se tome
desde el ángulo de la globalización, de la teoría del valor, de la crisis de la
medida. Y ello por una razón de sentido común: lo que Marx analizó en estado
naciente, a partir del capitalismo europeo del siglo XIX, se ha convertido en la
ley del planeta. Y no veo ningún teórico que se haya enfrentado a esta teoría
crítica para superarla efectivamente, ya sea Castoriadis, algunos liberales u
otros.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Algunos han tratado de hacer «bricolaje» a partir de
Marx, pero sigue siendo bricolaje… Detrás de estos intentos hay un debate
epistemológico sobre el rechazo o el temor a unos sistemas y una teorías de la
totalidad. Es cierto que hay totalidades abiertas o solamente parciales, pero
esto no es razón para suprimir el pensamiento de los sistemas. El problema
ecológico, por ejemplo, prueba la validez de la teoría de los sistemas (¡de los
ecosistemas!). Como dijo un día Régis Debray: «Rechace el todo, tendrá el
montón». Esto resume bien el pensamiento post-moderno que consagra una
yuxtaposición hasta el infinito de particularidades y una incapacidad de pensar
la universalidad. Es cierto que a lo largo de la historia las universalidades
abstractas pudieron servir de coartada a la opresión colonial, nacional, de
género, etc… Pero los oprimidos supieron dar un contenido concreto a los
«universalizables» que son la libertad, la igualdad de derechos, la tolerancia.
Y de Toussaint Louverture a Olympe de Gouge han sabido apropiarse de ellos para
sus luchas emancipadoras.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Finalmente, la retórica posmoderna ha causado muchos
estragos. Si se relee lo que escribía Deleuze a propósito de los «nuevos
filósofos», es formidable. Sin embargo, lo que se hace hoy de su pensamiento –
un «deleuzismo» ideológico - merece algo más que servir de máscara a retóricos
post-modernos isomorfos al discurso liberal.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>FG: En uno de tus textos confirmas la idea de
Foucault de que hemos pasado del intelectual total, comprometido, sartriano a la
figura del intelectual especifico, incluso al tiempo de los intelectuales
colectivos. Sin embargo, la aparición de algunos intelectuales mediáticos,
dominantes y postmodernos o también el hecho de que los intelectuales
«específicos» parezcan cada vez más cerrados en sí mismos y situados fuera de la
esfera política tiende a hacer que se eche de menos la figura de los grandes
intelectuales críticos.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>DB: Esta cuestión forma parte de la controversia con
Bourdieu. Bourdieu rechazaba, de manera explícita, la fórmula del intelectual
orgánico, por el rechazo de hecho de la relación perversa entre intelectual y
partido que se pudo conocer en la tradición staliniana (sobre todo en Francia),
en la que el intelectual es un valedor peticionario del partido. Pero para
Gramsci, el intelectual orgánico no es necesariamente un intelectual
profesional. Es ante todo el intelectual que produce una clase social en su
desarrollo, como pudo hacerlo el movimiento obrero en los siglos XIX y XX, con
incontables intelectuales orgánicos obreros.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hoy bajo el pretexto de que se borra la figura del
intelectual total, pensador y consciente del mundo - y no hay que lamentarlo -,
nos encontramos con una colección de especialistas, con frecuencia competentes,
pero completamente desenganchados del proyecto político y militante: no hay
coagulación en torno a una fuerza, en torno a un proyecto común. Nos
encontramos, pues, frente al riesgo de una tecnocracia intelectual, de un
peritaje, incluso de un contra-peritaje que acaba por tener los mismo defectos
que la oligarquía que cuestiona. En relación a este riesgo, mi opción personal a
estado relacionada con la figura del «Príncipe», en el sentido de Gramsci, es
decir, al Partido político como intelectual colectivo, que comparte y socializa
diferentes fuentes y formas de saberes militantes. No es populista decir que una
organización política puede permitir entretejer estos diferentes saberes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por mi parte, aprendo mucho del contacto con los
militantes, porque tienen otros enfoques, proceden de otros horizontes, de otras
generaciones, como es el caso de Olivier Besancenot [5]. Nos alimentamos los
unos de los otros y, sobre todo, se piensa y se actúa colectivamente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sé que la idea de partido está muy desacreditada: el
partido sería la burocracia, la jerarquía, la disciplina … Todos estos peligros
son reales, pero la burocratización no se limita a la forma del partido, ¡al
contrario! Desde Max Weber se sabe que ésta es una tendencia de peso de las
sociedades contemporáneas, que se expresa también en los sindicatos, en las
administraciones, en las ONGs y en diversos colectivos. En estas condiciones, y
paradójicamente, la forma de partido más bien es una protección y una defensa
democrática contra el peligro burocrático. Las burocracias informales, la
cooptación de los portavoces, la ilusión de la libertad fuera del partido no son
las menos peligrosas. Porque, si se permanece vigilante, una organización
política permite crearse un espacio de debate democrático en el que los
militantes se dotan de un medio de discusión que no depende - o que no debería
depender - de las potencias del dinero o de la presión mediática. ¡Es siempre
una posición difícil porque históricamente la relación intelectual/partido ha
esterilizado a más de uno!</DIV>
<DIV align=justify><BR>Así, Henri Lefebvre [6] pareció liberarse cuando abandonó
el Partido Comunista, como demuestra su abundante obra tras esta partida. En su
introducción a Para Marx Althusser [7] escribe su sufrimiento por no haber sido
reconocido por sus semejantes y haber sido descrito como un ideólogo al servicio
de una línea (algo que, además, no era falso). Por mi parte no me parece que mi
compromiso militante haya refrenado mi curiosidad, mi deseo de reflexión y la
expresión de mis ideas, todo lo contrario.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>FG: Hablando de tu compromiso militante, propongo que
abordemos la situación política en Francia. Tras cinco años de una gobierno de
derecha, de una ofensiva liberan brutal y, como reacción, varios movimientos
sociales importantes, algunos analistas hablan - en el momento del final del
lago reinado del presidente Chirac - de una crisis de la V República. A unas
semanas de las elecciones presidenciales, ¿qué panorama haces sobre el contexto
político del hexágono [8]?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>DB: Indudablemente hay una crisis de régimen: la herencia
ideológica y el sistema institucional surgido del gaullismo están en plena
descomposición. Están en crisis los dos pilares de este sistema, es decir, el
gaullismo como fuerza política dominante y el Partido Comunista (PC) en sus años
de prosperidad. En el partido mayoritario de la derecha, dirigido por Sarkozy
[UMP – liberal/neoconservador], no queda gran cosa del gaullismo. Y el PC podría
obtener los resultados más bajos de su historia, incluso en relación a las
presidenciales de 2002, cuando ya estaba en lo más bajo. Así pues, nos
enfrentamos a un paisaje político transformado. Evidentemente las razones de
esta transformación hay que buscarlas en primer lugar en las relaciones
sociales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Algunos sectores de la sociedad se ha reducido, incluso
desmoronado, especialmente los que alimentaban la base social del PC. Hay que
recordar que el electorado comunista representaba en Francia hasta un 25% de los
votos emitidos (en 1969). Incluso en las capas medias, parece que el PS y la
social-democracia pierde una parte de sus apoyos electorales, incluidos los
docentes. A través de las privatizaciones y de la contra-reforma liberal se han
cuestionado todos los valores del servicio público, de la función de Estado, que
fueron una de las bases de sus apoyos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta evolución también se puede observar en el seno de
las elites socialistas, cuyas relaciones con el mundo de la empresa y los
consejos de administración de los grandes grupos capitalistas son ahora mucho
más estrechas. Este contexto regresivo crea un problema de desafiliación social,
de atomización, alimentada por las políticas de flexibilización laboral, de
individualización de los salarios, de destrucción de las solidaridades y de las
seguridades sociales en beneficio de los intereses privados. En el plano
electoral esto implica un fenómeno que los politólogos denominan la
«disonancia», es decir, una distancia cada vez mayor entre los partidos y el
electorado; lo mismo que una relación cada vez más aleatoria entre ambos. Y,
finalmente, la privatización no sólo de los servicios públicos sino también de
la violencia, la sustitución de la ley por el contrato, etc., todo ello ha
desembocado en vaciar el espacio público de sus retos políticos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Aunque no sea el más importante, entre los aspectos
perversos del edificio institucional de la V República se podría citar el
alucinante sistema de los apadrinamientos de candidatos a las elecciones
presidenciales, ampliamente comentado últimamente en la prensa [9]. Globalmente,
estas instituciones representan el propio tipo de la herencia bonapartista. Marx
designaba Francia como la fundadora de este tipo de funcionamiento político que
se encuentra desde Napoleón I hasta De Gaulle, pasando por Mac Mahon o
Clemenceau [10]. Además, si gana Sarkozy, ¡corremos el riesgo de tener durante
cinco años al «Napoleón pequeñín»!</DIV>
<DIV align=justify><BR>En estas condiciones, el dilema que se presenta para el
partido que gane las elecciones es muy apremiante. Una opción es no tocar la
estructura institucional y proseguir con la idea de instaurar un régimen
presidencial clásico marcado por el bipartidismo. Esta opción incluye excluir
aún más a quienes ya no se sienten muy representados por el sistema actual,
puesto que de hecho excluye de toda representación a más de la mitad del
electorado. La otra opción posible sería la de una reforma del modo de
escrutinio, limitado a la introducción de la proporcionalidad. En este caso se
abre la «centrifugadora» a la italiana, en la que los partidos dominantes
practican unos compromisos superestructurales que, por ejemplo, tienen como
resultado el hecho de que Prodi tenga más de cien ministros en su
gobienro.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por supuesto, estamos a favor de una proporcional
integral, por regiones y con cálculo nacional de restos, para representar lo
mejor posible la realidad electoral. Pero para ser coherente una verdadera
reforma institucional debería suprimir la presidencia de la República, el
Senado, conceder el derecho de voto a los residentes extranjeros, suprimir la
tutela de los prefectos en la Comunas, reconocer el derecho a la
autodeterminación de los departamentos y territorios de ultramar, en una
palabra, ¡emprender un verdadero proceso constituyente!</DIV>
<DIV align=justify><BR>El hecho de que en Francia los grandes partidos no hayan
logrado imponer un bipartidismo que sería el complemento lógico de la evolución
hacia un presidencialismo fuerte es reflejo de una relación de fuerzas indecisa
y fluctuante entre las clases. Tenemos un panorama en el que los movimientos
sociales pierden, desde luego, pero en el que resisten, lo que tiene efectos
políticos. Además, todas sus resistencias dividen a la burguesía respecto a la
manera de responder a ellas. El hecho de que el dirigente de centro-derecha,
François Bayrou [UDF – demócrata-cristiano], no se una a una gran coalición de
republicanos conservadores, a la estadounidense, recuerda que las
contradicciones de la sociedad trabajan también el campo político.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>FG: A propósito de las contradicciones del campo
político, también existen las de la izquierda radical. En estos últimos meses ha
habido en Francia muchos debates sobre la posibilidad o no de presentar
candidaturas «unitarias» a las presidenciales uniendo a militantes surgidos del
PC, de la LCR, pero también a sindicalistas, miembros de asociaciones,
ecologistas, etc… Escribes en un artículo que el militantismo es una «escuela de
la modestia». Sin embargo, algunos militantes reprochan hoy a la LCR el no
haberlo sido suficientemente y el haber defendido ante todo su aparato en el
momento de la discusión sobre una posible «unidad antiliberal». ¿Qué les
respondes?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>DB: Sin querer ser polémico, no creo que la inmodestia
haya estado particularmente en nuestro lado durante estos debates. Incluso
tendería a pensar lo contrario. ¿ Qué ha ocurrido ? Salimos de una victoria. Una
de las raras victorias de la última década: el rechazo del tratado
constitucional europeo en el referéndum de 2005. Y ello con el elemento esencial
del hecho de que el no mayoritario era de izquierda, con un marcado carácter
social, un «no» surgido de los medios populares, sin xenofobia, en solidaridad
con los inmigrantes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este acontecimiento creó una esperanza y, al mismo tiempo
una ilusión, ambas comprensibles y articuladas en torno a la idea de a partir de
ahora se podía prologar este «no» en el terreno político y electoral. Además, a
esta idea le tendió una trampa la lógica presidencialista del gobierno
socialista precedente que invirtió el calendario electoral para que las
elecciones presidenciales fueran las primeras en el orden cronológico y
distribuyeran las cartas para las siguientes elecciones [las legislativas y
después las municipales en 2008]. En este marco electoral bastante desfavorable
hubo la esperanza - y la ilusión - de que la elección presidencial sería la
prolongación natural del «no» al referéndum. Ponerse de acuerdo para rechazar un
tratado liberal es una cosa; proponer un proyecto al país y, por consiguiente,
un proyecto gubernamental, ¡es otra!</DIV>
<DIV align=justify><BR>El problema durante los debates en torno a una
candidatura común antiliberal no se refería principalmente a la plataforma
política porque si bien había puntos importantes de desacuerdo, seguramente se
habrían podido superar, incluso abordado más tarde. Pero lo que nosotros sobre
todo queríamos era un debate político claro sobre la cuestión de las alianzas,
es decir, sobre la necesaria independencia respecto a la futura mayoría
parlamentaria y gubernamental que surgiría de las urnas. Este problema es
crucial y forma parte de la campaña electoral. Si se rechaza regular
inmediatamente esta cuestión se crean ilusiones y decepciones futuras.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por nuestra parte estábamos dispuestos a hacer campaña en
trono a un candidato único que no fuera surgido de la LCR, aun cuando yo crea
que Olivier Besancenot [portavoz de la LCR] demostró durante la campaña del
referéndum que probablemente era el mejor portavoz. Además, es lo que parece
confirmar la actual campaña y ello por varias razones: su claridad en el
discurso, su experiencia de militantismo social, el no ser político profesional
y, finalmente, por un efecto de generación. A pesar de todo, la LCR estaba
dispuesta a sacrificar estas bazas en beneficio de una dinámica unitaria. Pero
en contrapartida exigimos no hacer campaña por un candidato o una candidata que
al día siguiente negociara una poltrona en un gobierno bajo hegemonía del
Partido Socialista. ¡Un PS unificado en torno a su mayoría que había llamado a
votar «sí» en el referéndum europeo! Tanto más cuanto que no hemos dejado atrás
la cuestión del tratado constitucional: volverá para 2008.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Queríamos una respuesta política clara que, en todo caso,
no era exorbitante y no la obtuvimos. Era indispensable un acuerdo político
sobre este tema con las distintas corrientes que participaban en esta discusión
y especialmente con el PC, lo cual no excluye a los individuos que entraron en
la batalla del «no» sin tener afiliación política. También era preciso respetar
la escuela de la democracia que hubiera debido representar estas discusiones.
Lejos de ello, la manera como los animadores de los colectivos unitarios
gestionaron este movimiento es anti-escuela de Democracia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La Democracia es saber hacer las cosas juntos, lo que
quiere decir que lo que se decide nos compromete de manera colectiva. También
quiere decir fijar unos criterios estrictos de voto. Sin embargo, en nombre de
un improbable «doble consenso» no se crearon estos criterios y esto es lo que
permitió al PC crear múltiples colectivos de último minuto y son control alguno.
Algunos clamaron contra el hold-up de los comunistas contra los colectivos
unitarios. Por mi parte creo que es difícil reprocharle tales prácticas cuando
ningún criterio común se lo impedía. El PC todavía tiene 60.000 adherentes y ¡no
se le puede prohibir que haga intervenir a sus militantes en el seno de los
colectivos!</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por consiguiente, el problema que había que solucionar
con el PC era efectivamente una cuestión po-lí-ti-ca. Por el contrario, los
responsables nacionales de los colectivos contribuyeron a enterrar el debate
político y, sobre todo, la cuestión de la alianza con el PS, para centrar los
debates en cuestiones personales, a saber, quién iba a ser el candidato.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Respecto a la candidatura de José Bové, dirigente
sindical campesino, sin ser unitaria es confusa. José Bové primero retiró su
candidatura, en el momento de las discusiones en el seno de los colectivos
unitarios, para relanzarla después tras el fracaso de los colectivos, tras un
«plebiscito» electrónico vía internet.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Creo que todo esto participa de la misma deriva que la
evolución del PS, en la que Ségolène Royal fue designada por la opinión pública
y no al término de debates militantes internos del partido. El hecho de que el
PS haya creado los famosos «adherentes a 20 euros», que da a cualquiera la
posibilidad de designar a la candidata del PS, representa una degradación del
debate democrático en el seno del PS.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por consiguiente, reafirmo la fórmula según la cual
militar en un partido, que tiene sus reglas y sus estatutos, es, en efecto, una
escuela de responsabilidad y de modestia. De modestia porque es una aventura
colectiva y porque no se puede pensar solo. De responsabilidad porque tenemos
cuentas que rendir a los militantes. Esto no es el caso de todo el mundo …</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>FG: Afrontemos el momento después de las
presidenciales: en Francia hay una izquierda radical y anticapitalista
relativamente importante (en todo caso, en comparación con los demás países de
Europa) ; y también un nivel de conflictividad social real. Marx decía que
Francia es el país de la política, Alemania el de la filosofía e Inglaterra el
de la economía: ¿verdaderamente es éste el caso y cómo pensar el momento después
de las presidenciales en Francia, desde tu punto de vista?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>DB: En primer lugar, depende mucho del resultado
electoral. Tanto más cuanto que para estas elecciones salimos un poco de la
«rutina». Me parece poco probable la presencia de François Bayrou en la segunda
vuelta ; y si estuviera en ella, sería un seísmo político, con la adhesión de
una parte del PS a un especie de Partido Demócrata de centro izquierda, una
especie de «prodismo» a la francesa; y grandes readaptaciones en la
derecha.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En la izquierda, si el PS pierde las elecciones,
seguramente habrá ajustes de cuentas muy violentos en el interior de este
partido: ¡las distintas corrientes que se habían dividido en relación al
referéndum europeo se preparaban ya para ello! Por otra parte, si el PC es
derrotado por segunda vez por los candidatos de la izquierda radical cuando este
partido más bien se había recuperado con ocasión de la campaña europea, esto
confirmaría que el PC se encuentra de pleno en un impasse histórico, que ya no
es capaz de remontar la pendiente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay vida tras la segunda vuelta de las elecciones
presidenciales y tras las legislativas que vienen a continuación. Y todo el
mundo va a estar obligado a reflexionar. Sin embargo, para abordar seriamente
esta nueva secuencia, cuantas más fuerzas hayamos acumulado más preparados
estaremos, más capaces seremos de afrontar esta nueva reconstitución política
que nos espera. Porque no estamos más que al principio de esta nueva etapa y hay
que medir los defectos y estragos de los últimos 25 años.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Respecto a [la idea de] «Francia, país político», por
supuesto se trata de una simplificación cómoda, pero aun con todo existe una
singularidad francesa (más que una «excepción francesa»). Esta singularidad
sigue siendo relativa. Por ejemplo, en varios países europeos encontramos
también una izquierda radical fuerte, como el Bloque de Izquierda en Portugal,
el PS holandés (que no es un partido social-demócrata), le PS escocés,
Refundación Comunista en Italia (al menos hasta hace poco), «Respeto» en
Inglaterra, etc., …</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es cierto que se trata de fenómenos de radicalización
extremadamente inestables. El caso de Refundación Comunista (RC - Italia) es
elocuente al respecto. En el momento de los grandes Foros Sociales Europeos esta
organización era mucho más radical que el PC francés y fue uno de los pilares
del movimiento altermundista. Sin embargo, en sólo tres años y en un país que
conoció el más fuerte de los movimientos europeos contra la invasión de Iraq, RC
se ha inscrito en una coalición de gobierno en la que la solidaridad
institucional hace que sus electos voten como un solo hombre (con una o dos
excepciones) a favor del envío de tropas a Afganistán, del presupuesto de
austeridad, de que se prosiga con las privatizaciones y, probablemente, del
nuevo refrito del tratado constitucional, uno de cuyos padres es Prodi …</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este ejemplo es muestra de la fragilidad de los
movimientos de desplazamiento político hacia la izquierda. Se trata de un
fenómeno muy fluido, debido especialmente al hecho del desajuste que existe
entre un ascenso de las luchas sociales, una reactivación de las resistencias y
la ausencia de victorias políticas. De ahí la facilidad con la que una parte de
los militantes que han luchado hagan zapping sobre su compromiso social en
beneficio de una ilusoria política del «mal menor». Éste fue el caso del «todo
menos Berlusconi» en Italia, cuyo reflejo podemos comprender perfectamente. En
Francia es un escenario que da el «todo menos Sarkozy». Algunos electores,
llevados por esta lógica dudan entre votar en la primera vuelta a O. Besancenot
siguiendo sus convicciones o a … ¡François Bayrou, según un cálculo que les
haría considerar a Bayrou como el candidato mejor situado para oponerse a
Sarkozy!</DIV>
<DIV align=justify><BR>Así, existe una duda entre un voto, desde la primera
vuelta, por Royal o Bayrou, decretado voto «útil» o del «mal menor», y un voto
de convicción política. En estas condiciones el espacio de la radicalidad de
izquierda sigue siendo extremadamente inestable y sigue estado él mismo
atravesado por proyectos políticos bastante diversos. Así, seguimos sin saber si
el PC estará dispuesto a entrar una vez más en un gobierno de la izquierda
plural bajo la hegemonía del PS (o a apoyarle), y hay ciertas posibilidades de
que reitere esta opción si gana Royal. En todo caso, la hipótesis queda abierta
y el PC no ha respondido todavía…</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>FG: Hace más de 40 años que militas en el seno de
la izquierda revolucionaria. En una obra autobiográfica describes tu trayectoria
militante y hablas de esta «lenta impaciencia»… ¿Racionalmente piensas que a
medio plazo existe una posibilidad real para una gran fuerza política
anticapitalista en la Europa de hoy?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>DB: Si no lo intentamos, ¡nadie sabrá si era posible o
no! Lo posible no siempre se vuelve real, pero es una parte de la realidad e
históricamente siempre hay posibilidades ganadas… En relación a esta «larga
marcha», en la que, en efecto, en los años sesenta-setenta éramos jóvenes con
prisa, hemos aprendido que «el futuro dura mucho tiempo» [11] y, por lo tanto, a
ser pacientes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Al mismo tiempo, como muestra el estado del planeta, nos
enfrentamos a una situación de urgencia: el contexto actual es mucho más
preocupante de lo que lo era en los años setenta o durante los gloriosos
treinta. Entonces éramos «revolucionarios felices», por parafrasear a Roland
Barthes cuando habla de Voltaire como un «escritor feliz». Éramos
revolucionarios anticolonialistas y se trataba de luchas importantes que en
ningún caso eran «una cena de gala» (como decía Mao). En cambio, estábamos
inmersos en la idea de que el comunismo estaba al final de la prosperidad y del
crecimiento. A partir de ahora, ante la urgencia ecológica y ante la urgencia
social, las razones de rebelarse y de resistir son mucho más fuertes y
apremiantes.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>FG: Indudablemente, pero si a vuestra generación
podía parecer que «la historia os mordía la nuca», este gran relato parece hoy
un poco mellado, ¿no?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>DB: Efectivamente, ¡la historia se ha debido de dejar
varios dientes por el camino! Somos unos vencidos, pero hay derrotas de las que
se aprende mucho. Hemos perdido muchas batallas políticas, de diferente
naturaleza, especialmente en el 68 y después. Pero sobre todo ha habido una
derrota principal a escala planetaria, es la caída del muro de Berlín, aun
cuando - en ningún caso - se pueda lamentar el fin del régimen burocrático
soviético. Esta derrota es la reintroducción brutal en el mercado mundial de una
tercera parte de la fuerza de trabajo planetaria y, por lo tanto, de decenas de
millones de trabajadores. Evidentemente se trata de una derrota puesto que
significa (durante varias décadas) una presión considerable a la baja sobre las
condiciones de resistencias del trabajo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Nos enfrentamos al reto de una reconstrucción social
hecha de pequeñas resistencias y de victorias parciales. También es un reto
político en el que tenemos que redefinir un horizonte estratégico que se ha
desmoronado. Tenemos incluso que repensar las categorías, porque todas las
revolucione de los siglos XIX y XX se inscribieron en un paradigma, en el mismo
dispositivo de categorías políticas, que nació en el siglo XVII: ciudadanía, sí,
pero social; guerra, pero popular; París Comuna contre Versailles ; etc...</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los términos del debate reforma o revolución entre Lenin,
Rosa Luxemburgo, Kautsky y otros hoy no dejan de ser interesantes, pero no son
suficientes. Esta necesaria reconstrucción teórica debe afrontar el borbotón
ideológico del pensamiento post-moderno, que nos relata la «sociedad en añicos»
o «líquida» y que mantiene la confusión entre realización de las
individualidades y repliegue individualista. Porque también los pensamientos
críticos del orden establecido han sufrido 25 años de derrotas frente a las
contra-reformas liberales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, desde principios de los noventa ha habido un
inicio de renacimiento: 1994 con la insurrección zapatista en México, 1995 con
las grandes huelgas en Francia, después 1999 con Seattle y los Foros Sociales.
En doce años el paisaje se ha vuelto a colorear bastante rápido, pero aún
estamos lejos de la verdad. Personalmente, no pensaba que hubiera rebrotes tan
rápidos tras la amplitud del choque de la ofensiva neoliberal. Se «vuelve a
empezar desde la mitad», como repetía Deleuze. Y no es más que el
principio…<BR><BR><U><STRONG>Notas</STRONG></U></DIV>
<DIV align=justify><U></U><BR>1. Doctor en Ciencias Políticas, Franck Gaudichaud
es miembro del colectivo de información alternativa Rebelión y del comité de
redacción de la revista Dissidences (www.dissidences.net).<BR>2. Alain Badiou es
un filósofo, escritor y dramaturgo francés contemporáneo. Profesor de filosofía
de la Universidad Paris VIII y en el Collège international de philosophie. Muy
influenciado por Louis Althusser, también ha sido militante maoísta. Sigue
dirigiendo una pequeña organización política post-maoísta, «L’Organisation
politique», activa en su apoyo a las luchas de los inmigrantes sin
papeles.<BR>3. Filosofo y ensayista esloveno contemporáneo, próximo al
movimiento altermundista. Escritor iconoclasta, aplica el psicoanálisis a los
problemas de la sociedad contemporánea y critica las derivas del capitalismo.
Principalmente es autor de Plaidoyer en faveur de l’intolérance (2004).<BR>4.
Político estadounidense, secretario de Estado adjunto a la Defensa entre 2001 y
2005 en el gobierno de George W. Bush y presidente del Banco Mundial desde el 1
de junio de 2005.<BR>5. Olivier Besancenot es portavoz de la Liga Comunista
Revolucionaria (LCR) et candidato de esta organización en las elecciones
presidenciales. Se trata de la segunda candidatura de este joven cartero de 33
que ya llevó los colores de la LCR en 2002 y obtuvo el 4,3% de los votos (esto
es, aproximadamente 1.300.000 votos). Véase http://besancenot2007.org.<BR>6.
Henri Lefebvre (nacido en 1901 y muerto en 1991) es uno de los intelectuales
marxistas francés más prolíficos. Resistente durante la Segunda Guerra Mundial,
en 1962 se convirtió en profesor de sociología en la universidad. Su pensamiento
influyó no sólo en el desarrollo de la filosofía sino también en el de la
sociología, la geografía, las ciencias políticas y la crítica literaria.<BR>7.
Louis Althusser (nacido en Argelia en 1918 y muerto en 1990) es un filósofo
marxista francés. Se le considera un actor principal de la corriente
estructuralista de los años sesenta con Claude Lévi-Strauss, Jacques Lacan,
Michel Foucault. Según él, hay que volver a la lectura científica y determinista
de la teoría marxista, lo que explica en su libro Pour Marx (1965).<BR>8. Nombre
popular que se le da a Francia debido a la forma hexagonal de su territorio
nacional, similar a la "piel de toro" de la Península Ibérica.<BR>9. En Francia
para poder ser candidato en las presidenciales hace falta ser «apadrinado» por
500 electos locales, que dan una autorización administrativa al candidato para
que se presente. Esta ley permite a los grandes partidos institucionales
presionar a los alcaldes y a otros electos locales para que no apadrinen a
candidatos surgidos de partidos contestatarios del orden establecido y en
particular de la izquierda anticapitalista.<BR>10. Patrice de Mac-Mahon:
mariscal del Segundo Imperio y presidente de la Tercera República francesa de
1873 a 1879 ; Clemenceau: político francés y periodista (1841-1929), se le apodó
«el primer poli de Francia» por sus métodos represivos como Presidente del
Consejo.<BR>11. El futuro dura mucho tiempo [L’Avenir dure longtemps] es el
título de una obra autobiográfica del filósofo marxista Louis Althusser (Paris,
Stock, 1992).
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
<BR><BR></FONT></DIV></BODY></HTML>