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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><EM><U>boletín informativo -
red solidaria de revistas</U></EM></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 4 de mayo 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Cuba</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Los dilemas de la segunda transición
cubana<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Hora de cambios
revolucionarios</FONT><BR> <BR>“¡Comandante en Jefe, ordene!”. La consigna
de la crisis de los misiles de 1962 sigue vigente. Sin embargo, ni Cuba ni el
mundo son los mismos que en aquella época de Guerra Fría y entusiasmo
desbordante ante una revolución que daba sus primeros pasos. A 48 años de esa
gesta, la “generación heroica” se va extinguiendo y las nuevas camadas y los
imaginarios y valores de la sociedad son muy diferentes que en
1959.<BR> <BR>Pablo Stefanoni *<BR></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Le Monde Diplomatique-el
dipló- Nº 94</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial size=2>Edición Cono Sur, abril
2007</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial
size=2><STRONG></STRONG><BR> </DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>La enfermedad y el retiro “temporal”
de Fidel Castro –anunciado el 31 de julio de 2006 debido a una grave dolencia
gástrica– fueron asimilados con calma por los cubanos. La evolución de su estado
de salud es caratulado como secreto de Estado (1) y la escasa información
proviene de austeros anuncios de su hermano, vicepresidente y sucesor
constitucional, Raúl Castro: “Fidel está al tanto de todo y mejora día a día”
(8-2-07), o desde Venezuela, donde se originan “partes médicos” de Hugo Chávez o
intervenciones del líder cubano en el programa Aló Presidente. En La Habana,
pocos se animan a arriesgar escenarios y los cubanos se dividen entre la
resignación de perder a quien los gobernó durante casi cinco décadas y la
esperanza de ver nuevamente en su despacho del Palacio de la Revolución al
caudillo socialista de 80 años.<BR> <BR><STRONG>Economía “de
servicios”</STRONG><BR> <BR>El dinamismo actual de la capital cubana
contrasta con los días negros del “período especial en tiempos de paz” que
siguió a la desaparición de la URSS y provocó un derrumbe del PBI del 35% en
sólo cuatro años, en medio de un embargo-bloqueo de Estados Unidos que dura ya
casi medio siglo. Eso se nota en las calles: se ven pocas bicicletas, no hay
apagones y la “revolución energética” impulsó el cambio, organizado casa por
casa, de los vetustos electrodomésticos rusos por los chinos, de menor consumo.
Cuba produce hoy alrededor del 50% de su consumo de petróleo, extraído en
asociación con empresas extranjeras, frente a la importación de casi el 100% en
los primeros años ’90. El déficit se cubre con los 100.000 barriles diarios
enviados por la Venezuela bolivariana, en el marco de un acuerdo de cooperación,
firmado en octubre de 2000, que da un plazo de pago de 15 años con una tasa de
interés anual del 2%.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>Uno de los grandes déficits es el transporte urbano:
quienes no tienen auto ni dinero para un taxi, la enorme mayoría, deben
hacinarse en autobuses o “camellos” –una especie de remolque con espacio para
300 personas– de escasa frecuencia para una ciudad de más de dos millones de
habitantes. Esa crónica falta de transporte –que ahora se intenta paliar con
buses chinos– está haciendo fracasar la campaña para aumentar la disciplina
laboral, iniciada en enero de este año. “Nosotros hacemos como que trabajamos y
el Estado hace como que nos paga”, dice uno de los dichos populares que traducen
las aristas más difíciles de la vida cotidiana en ácido humor callejero. Que en
este caso apunta a otro de los problemas de los cubanos: mientras el Estado paga
en pesos “moneda nacional” –el salario mínimo que cobran 1,2 millones de
trabajadores es de 225 pesos, unos 12 dólares– cada vez más productos se
encuentran sólo en pesos convertibles o CUC, equivalentes a 1,20 dólares.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En los últimos años, las Fuerzas Armadas Revolucionarias
(FAR) han asumido un rol sin precedentes en el manejo de la economía de la isla,
con el objetivo de ponerla en orden al tiempo de conseguir fondos para su propio
equipamiento defensivo luego del fin de los subsidios y la ayuda soviéticos.
Sectores como turismo, agricultura y ganadería, tabaco, azúcar, servicios de
importación y exportación, telecomunicaciones, construcción y zonas francas
tienen una importante presencia militar. Aproximadamente el 30% de las empresas
cubanas y más del 60% de las divisas que entran al país están bajo control de
las FAR, a la cabeza de generales formados en el Grupo de Administración
Empresarial dependiente del Ministerio de las FAR (MINFAR) (2). Así, al frente
de las grandes empresas figuran desde antiguos comandantes del Ejército Rebelde
hasta jóvenes oficiales que adquirieron formación económica en escuelas de
gestión europeas (3). “Si queremos que el conjunto de la economía funcione
mejor, el problema está en que entren más empresas al sistema”, se entusiasma el
coronel Armando Pérez Betancourt, responsable del sistema de perfeccionamiento
empresarial. Dice que se trata de combinar “la organización capitalista con los
principios socialistas”, lo que no impide que analistas liberales vean en los
militares a los “pioneros del capitalismo cubano” (4).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según las mediciones oficiales –una metodología propia
que incorpora variables sociales– la economía creció un 12,5% en 2006. Con la
metodología internacional el guarismo es menor, calculado por varios economistas
en el orden del 7%. En cualquier caso, un resultado excelente, que se explica en
buena medida por los acuerdos económicos con Venezuela y China, los elevados
precios del níquel y el cobalto que Cuba exporta, el turismo y las remesas de
los emigrantes. El talón de Aquiles del modelo es que el crecimiento no incluye
a la industria –que en el “quinquenio dorado” 1976-1980 era el paradigma del
desarrollo– ni a la agricultura, que sigue en declive. “En esa época, Cuba
producía incluso bienes de capital de la agroindustria, el 95% de las piezas de
la maquinaria para la industria azucarera y el 100% de las cosechadoras de caña
de azúcar eran de fabricación nacional”, dice Pedro Monreal, a cargo del Centro
de Investigaciones Económicas Internacional (CIEI) en la Universidad de La
Habana. Monreal aporta dos datos más: un tercio de la tierra cultivable no está
sembrada y Cuba importa el 50% de los alimentos que consume. La fuerte flota
pesquera quedó en el recuerdo y el pescado se volvió un bien de lujo, al igual
que la carne vacuna. El turismo, la tabla de salvación ante el derrumbe del
bloque socialista, encontró un techo tanto en el número de visitantes (2.200.000
en 2006; 3,6% menos que en 2005), como en su efecto multiplicador sobre otras
industrias, como la construcción. La gran novedad es la exportación de médicos y
maestros, por lo que desde el discurso oficial predominante se pondera la
condición de Cuba como “economía de servicios”. No sin razón: equivalen al 76%
del PBI (5).</DIV>
<DIV align=justify><BR>“El problema es que es una economía desvertebrada, sin
base productiva, con un talón de Aquiles en los alimentos: el principal enemigo
de la revolución es la carestía de los productos de primera necesidad en los
mercados libres”, apunta Monreal.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La existencia de dos monedas –en tensa convivencia–
genera fuertes desigualdades entre quienes consiguen acceder al peso fuerte
provisto por el turismo, las empresas mixtas o las remesas del exterior y
quienes deben conformarse con lo que provee la “parte socialista” de la
economía: servicios de gas, luz y teléfono a precios subsidiados, salud y
educación gratuitas y una cartilla de racionamiento con bienes básicos que duran
entre una y dos semanas, lo que no sería poco en los países del Caribe y América
Latina, pero es un retroceso respecto a los niveles de vida cubanos de los años
’70 y ’80.</DIV>
<DIV align=justify><BR>De ahí nació otro dicho popular: “Hay que tener fe en el
socialismo”. Pero no se trata del espíritu, sino de familiares en el exterior
para acceder a las ansiadas divisas que el gobierno recibe y a cambio de las
cuales entrega pesos convertibles. Los estudios indican que si desde los inicios
de la Revolución Cubana la emigración había tenido un marcado componente
político, a partir de la década del ’90 comenzó a desempeñar un papel económico
creciente, tanto por las remesas de los emigrantes permanentes, principalmente
enviadas desde Estados Unidos, como por la “exportación de médicos” –más de
20.000 están en Venezuela– ya no con la sola finalidad internacionalista de
antaño, sino con el objetivo de generar las divisas que necesita la economía,
además de ser una fuente de ingresos en dólares para los propios
médicos.<BR> <BR><STRONG>Desigualdades y mercado
negro</STRONG><BR> <BR>Los CUC tienen un destino: “la chopin” (por
shopping); tiendas de diversos rubros, desde kioscos hasta peluquerías o
restaurantes, a precios casi europeos. “El CUC es una moneda fantasma, el Estado
–que emplea casi al 80% de la población– paga en pesos cubanos pero cada vez más
productos se venden en CUC”, dice un habanero de unos 35 años que acaba de
ingresar a trabajar en una línea aérea internacional, pero que utiliza su auto
como taxi en el tiempo libre. El gobierno argumenta que los elevados precios en
el mercado libre –gravados con altos impuestos– sirven para subsidiar a quienes
no pueden acceder a la moneda convertible. Incluso dicen que prohibir la
circulación del CUC sería una medida impopular porque quienes no los tienen
aspiran a conseguirlos. Algunas estimaciones indican que la libreta de
racionamiento aporta alrededor del 50% de los alimentos, el mercado libre en
moneda nacional el 25% y el mercado libre en CUC el 25% restante. “Los cubanos
inventan formas de conseguir CUC”, dice el conductor de un “cocotaxi” –motoneta
que lleva dos pasajeros, de propiedad estatal– que recorre cada día el Malecón
habanero. Y entre los “inventos” figura en primer lugar la corrupción masiva, en
mayor o menor escala, que emerge por todos los poros de la economía planificada
y llevó a Fidel Castro a alertar, en noviembre de 2005, de que “este país y esta
revolución pueden autodestruirse”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Antes de enfermarse, el Presidente cubano organizó grupos
de “trabajadores sociales” muy jóvenes a quienes, entre otras tareas, puso a
controlar las estaciones de servicio, donde grandes cantidades de combustible
eran desviadas al mercado negro. Hasta había gasolineras ilegales en casas de
familia… </DIV>
<DIV align=justify><BR>La decisión se tomó en el marco de la “batalla de las
ideas” y siguió a un estudio que demostró que muchos jóvenes no trabajaban ni
estudiaban y que la universidad mantenía una lógica elitista que los dejaba
afuera. Así, miles de cubanos de 18 o 19 años se transformaron en trabajadores
sociales, con un año de preparación en sociología, psicología, historia y
bastante de política (6). Según Celia Hart –hija del histórico dirigente Armando
Hart y simpatizante de la crítica de León Trotsky a la burocracia– los
trabajadores sociales son una especie de “partido de Fidel, sin mediación del
Partido Comunista Cubano (PCC)”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Otra de las alternativas para los jóvenes que no
accedieron a las aulas universitarias es inscribirse como maestros “emergentes”
–con menos formación que los viejos docentes y a cargo de todas las asignaturas–
cuyo destino es cubrir el déficit provocado por la deserción de muchos
profesionales hacia la economía en el CUC. Pero esta modalidad está poniendo en
duda uno de los mayores orgullos de la revolución: la calidad educativa. “Yo
avisé boca a boca que daba clases y en pocos días me llamaron 20 alumnos”,
cuenta una trabajadora del Ministerio de Cultura con título universitario.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los “inventos” –desde la prostitución hasta el
comercio de productos robados– son visibles y en gran medida tolerados. En las
puertas de tiendas de distintos rubros, como materiales de construcción o
repuestos para automóviles, grupos de jóvenes ofrecen a los potenciales
compradores “el mismo producto, pero más barato”. Son en efecto los mismos
productos, desviados hacia el mercado negro. Por ejemplo, es relativamente fácil
conseguir los famosos cigarros Cohiba a un precio cuatro veces inferior. Allí
también se consiguen los decodificadores para ver la televisión satelital y, más
que todo, las telenovelas que pasa el canal 23 de Miami, con mayor aceptación
que la propaganda contrarrevolucionaria. “Un vecino se conecta y le vende el
servicio al resto de la cuadra, que está obligada a ver el canal que pone el
dueño de la antena, quien normalmente elige de acuerdo a los gustos de la
mayoría”, explica una universitaria que viajó a Venezuela y Bolivia en el marco
de la cooperación que se abrió con el ALBA (Alternativa Bolivariana para las
Américas).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Muchos coinciden en el carácter sistémico de las
actividades ilegales, a lo que algunos suman un papel político: al estar casi
todos los cubanos “en algo”, ello los obliga a mostrar una permanente adhesión a
los “valores de la revolución”, como la participación en marchas o en las tareas
barriales en el marco de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR)
(7).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Detrás de la abrumadora propaganda oficial pueden
percibirse elevados niveles de “evasión” de la política, sobre todo entre los
jóvenes, muchos de ellos embarcados en experiencias musicales en expansión, como
el rap y el reguetón. Al mismo tiempo, en los ámbitos estatales de producción de
ideología, se procesa una fuerte reafirmación simbólica del nacionalismo
revolucionario en detrimento del marxismo-leninismo y del clasismo obrero con
fuerte predominio en los ’70 (8). Los autores del Manifiesto Comunista y el
creador del Estado de los soviets no son nombrados en las declaraciones
oficiales; el líder nacional José Martí se adueñó completamente de la escena. De
esta forma se encaró una eficaz resistencia política y simbólica luego de la
caída de la URSS, que se entronca con la realidad del mundo popular, donde el
“fidelismo” y el “antiyanquismo” siguen siendo la principal fuente de
legitimidad de la revolución cubana. Y también es un puente con la “revolución
bolivariana” en Venezuela, de fuerte tinte nacional-popular. La duda actual es
cuánto del capital político personal de Fidel podrá heredar su hermano Raúl,
asentado en el fuerte prestigio del que aún gozan las Fuerzas Armadas
Revolucionarias. Pero con menor liderazgo carismático fuera de los ámbitos
militares.<BR><STRONG> <BR>“Fortaleza sitiada”</STRONG><BR> <BR>“La
actitud de los cubanos ante la enfermedad de Fidel es esperar. Muchos creen que
no es momento de abrir debates para no dejar flancos abiertos al enemigo”, dice
uno de los participantes de la reciente “revolución de los mails”, un movimiento
nacido como reacción de varios referentes culturales –como el premio Nacional de
Edición Desiderio Navarro– contra la aparición en las pantallas de TV de Luis
Pavón, director del Consejo Nacional de Cultura entre 1971 y 1975. Esos años son
conocidos como el “quinquenio gris” y recuerdan el predominio del realismo
socialista en el arte, la persecución de homosexuales y el silenciamiento de
intelectuales. Varios jóvenes que forman parte de esta experiencia novedosa
coinciden en marcar la ausencia de espacios para socializar los debates
sobre la coyuntura que vive la isla y hablan del fracaso del “socialismo de
cuartel”. “Esta es una sociedad acostumbrada a no reclamar por sus derechos, ya
que los canales están oxidados. Ni siquiera funcionan los sindicatos, que son
apéndices de las direcciones de las empresas. Cualquier huelga es inmediatamente
considerada contrarrevolucionaria”, dice uno de ellos, que trabaja en un
instituto de investigación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La información es uno de los bienes escasos de la isla y
son dominantes los criterios de que cualquier revelación sobre los problemas del
socialismo cubano “le hacen el juego a Miami”. El acceso a internet se limita a
los hoteles (más de cuatro dólares los quince minutos) y a algunas empresas y
centros académicos. Según el gobierno, esto se debe al bloqueo, que impide el
acceso a los canales internacionales de fibra óptica que próximamente proveerá
Venezuela. La cadena Telesur –de la que Cuba es copropietaria– no transmite por
canal abierto más de una hora diaria, en un compendio previamente editado. Entre
los pocos espacios de discusión se cuentan revistas como Criterio, Temas o El
Caimán barbudo, que abordan cuestiones otrora tabúes como la homosexualidad o la
discriminación racial contra los afrocubanos. La paradoja es que ese
anquilosamiento mediático choca con los propios éxitos de la revolución: la
creación de una sociedad instruida, potencial consumidora de información de alta
calidad. Por otra parte, el “lenguaje de madera” predominante limita severamente
la credibilidad de los medios.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay además un hecho biológico: la mayoría de la población
–nacida con posterioridad a 1959– no sólo no conoció la Cuba prerrevolucionaria,
sino que vivió una gran parte de su vida en la crisis. Así, en el imaginario
colectivo “socialismo” se asocia con penuria económica y relaciones sociales
verticales. “Con las reformas de los ’90, se instaló en mucha gente la sensación
de que el capitalismo funciona mejor que el socialismo. La evidencia eran
pequeños emprendimientos privados como los paladares (restaurantes de algunas
pocas mesas) o actividades por cuenta propia, como los plomeros, todo ello
bastante exitoso en términos monetarios. Lo mismo ocurrió entre los ejecutivos
de los sectores abiertos a la inversión extranjera. Para ellos el modelo
alternativo ya está inventado: es el capitalismo”, explica Monreal. Por eso, en
2003, el gobierno volvió sobre sus pasos, eliminó varias de las medidas que
liberalizaron las actividades de los cuentapropistas –que subsisten en el
mercado negro– y recentralizó la gestión empresarial.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En este contexto, la transición es un secreto de Estado
aun mayor que la salud de Fidel Castro. Lo único cierto es que casi nadie baraja
la posibilidad de una “perestroika caribeña” y que, a diferencia de la URSS y
Europa Oriental, hay menos ingenuidad en la población respecto de los efectos de
una restauración tout court del capitalismo sobre “las conquistas de la
revolución y la dignidad nacional”. Distintas declaraciones oficiales elogiosas
del modelo chino o vietnamita permiten entrever que una parte de la
“nomenclatura” vería con buenos ojos una combinación de control político fuerte
–vía el PCC y las FAR– articulado a enclaves capitalistas. “Las reformas que
hizo el compañero Deng Xiaoping en China son muy positivas para el pueblo chino.
Pero tiene que entenderse estas reformas dentro del contexto de la revolución
china… Para hacer reformas a la China hacen falta muchos chinos. Ese país con
esa enorme población tiene unas características que nosotros no tenemos. Las
tradiciones y la mentalidad de ellos son muy particulares, son muy trabajadores,
muy esforzados. Nosotros tenemos esas características, pero diferentes”, dijo
Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular (9). Para
comunistas críticos como Celia Hart, los procesos abiertos en Venezuela y
Bolivia podrían servir para evitar la vía China. “Los índices de mortalidad
infantil en la Cuba bloqueada son más bajos que en China, que es una potencia.
El modelo chino se basa en la superexplotación del trabajo. El gran rol de
experiencias novedosas como la venezolana o boliviana es mostrar que hay otros
caminos, con participación popular”, añade en su casa del barrio de Miramar de
La Habana.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No hay duda de que Cuba está en una época de transición.
La incertidumbre es si será una transición del socialismo al capitalismo o de un
proyecto socialista construido en el molde de la Guerra Fría y de la dependencia
de la Unión Soviética –obligada en parte por el embargo-bloqueo estadounidense–
a un socialismo construido al calor de la discusión desde abajo. A diferencia de
los años ’90, cuando Cuba era una “fortaleza sitiada” y la democratización de la
vida política y social parecía abrir las compuertas a un capitalismo triunfante
y salvaje, hoy el cambio de clima ideológico y los proyectos de integración
latinoamericana como el ALBA permiten pensar una transición no catastrófica, en
el marco de la cual pueda comenzar a discutirse –de manera más abierta– temas
como el rol del mercado, la democracia, los medios de comunicación y la
participación social. Un investigador del Centro de Estudios sobre América (que
depende del Comité Central del PCC pero contiene a algunos intelectuales
críticos), lo explicaba así en un reciente seminario de la Unión de Jóvenes
Comunistas: “Es cierto que todavía somos una fortaleza sitiada, pero era el
mismo José Martí quien sostenía que aun en la guerra es necesario crear los
embriones de instituciones democráticas que regirán en el período de paz”.
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Periodista e investigador social. Corresponsal del diario
Clarín (Argentina) en Bolivia. Autor, con Hervé Do Alto, de "La revolución de
Evo Morales", Capital Intelectual, Buenos Aires 2006.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Notas</U></STRONG><BR> <BR>1) A pesar de los
escandalizados comentarios de la prensa internacional, este tratamiento no es
diferente al que recibieron otros Jefes de Estado en la misma situación. Por
ejemplo, el cáncer que afectó al presidente francés François Mitterrand.<BR>2)
Juan Jesús Aznárez, “El ejército controla la economía cubana”, El País, Madrid,
11-2-07.<BR>3) Janette Habel, “Le castrisme après Fidel Castro: une répétition
générale”, Risal, 29-12-06,
http://risal.collectifs.net/article.php3?id_article=1967<BR>4) The Economist,
05-8-06, citado en Habel, op. cit.<BR>5) Granma internacional, La Habana,
18-2-07.<BR>6) Jean Castillo, “La succession à la tête de la révolution sous le
sceau de la continuité”, Imprecor, Francia, Número 523-524, diciembre 2006-enero
2007.<BR>7) Vincent Bloch, “L´imaginaire de la lutte”, en Problèmes d´Amérique
Latine, París, Número 61-62, verano-otoño 2006.<BR>8) Rafael Rojas, “L’idéologie
du postcommunisme”, Problèmes d´Amérique Latine, París, Número 61-62,
verano-otoño 2006.<BR>9)Clarín, Buenos Aires, 12-3-07.
<HR>
<STRONG><FONT color=#000080 size=3><EM>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </EM></FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><FONT color=#000080
size=3><STRONG><EM>germain5@chasque.net</EM></STRONG></FONT></A>
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>