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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 4 de mayo 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Trabajo/Mujer</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Detrás del empobrecimiento, la
sobreexplotación y las relaciones sociales de sexos<BR></FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Reflexiones críticas a propósito del
último informe de la OIT</FONT></STRONG><BR> <BR><STRONG>Charles-André Udry
*<BR></DIV></STRONG>
<DIV align=justify><STRONG>Revista A l´encontre (Suiza)</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.alencontre.org/"><STRONG>http://www.alencontre.org/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Traducción de Faustino Eguberri para Correspondencia
de Prensa</STRONG><BR><BR> <BR>El 7 de marzo, la OIT (Oficina Internacional
del Trabajo), publicaba su nuevo informe sobre “Las tendencias mundiales
del empleo de las mujeres”, con ocasión del 8 de marzo. (1) Constata que las
mujeres que trabajan son más numerosas que nunca, pero que disparidades de
situación, de seguridad en el empleo, de salarios y de educación entre hombres y
mujeres contribuyen a la “feminización de la pobreza entre los trabajadores”.
<BR> <BR>Según el estudio publicado, el número de mujeres presentes en el
mercado de trabajo –titulares de un empleo o en búsqueda activa de uno- alcanza
niveles desconocidos. En 2006, la OIT ha estimado que las mujeres representaban
“1,2 millardos de los 2,9 millardos de trabajadores en el mundo”.
<BR> <BR>Sin embargo, cada vez más mujeres están en el desempleo (81,8
millones), según el mismo estudio. Que añade: “Cada vez más (mujeres) están
confinadas a empleos poco productivos del sector de la agricultura y de los
servicios, o también están menos remuneradas que los hombres por puestos de
trabajo comparables”.<BR> <BR>La OIT añade que la proporción de las mujeres
en edad de trabajar que disponen de un empleo, o que buscan uno, ha dejado de
aumentar y declina incluso en ciertas regiones, en parte “debido a un mayor
número de mujeres jóvenes que se dedican a estudiar más que a buscar trabajo”.
¿Y tras los “estudios”?. ¿Y qué tipo de "estudios"?. En cuanto a las cifras
sobre el paro, parecen más que discutibles...<BR> <BR>El director de la OIT
Juan Somavia (de nacionalidad chilena, ha accedido a sus funciones en 1999 y su
mandato ha sido renovado en marzo de 2003 por una duración de 5 años), declara
en la presentación de este informe: “A pesar de algunos progresos, demasiadas
mujeres están aún bloqueadas en trabajos poco remunerados, a menudo en la
economía informal, sin casi protección jurídica, poco o nada de protección
social y una muy fuerte precariedad”. <BR> <BR>Añade: “Promover el trabajo
decente como instrumento fundamental del combate mundial por la igualdad entre
hombres y mujeres es un trabajo a largo plazo que permitirá aumentar las
remuneraciones y desarrollar las oportunidades de empleo para las mujeres y
sacar a las familias de la pobreza”. <BR> <BR>El informe indica sus buenas
intenciones y las de la OIT: “Se (¿quién?) debe dar a las mujeres la posibilidad
de trabajar para salir, ellas y su familia, de la pobreza creando oportunidades
de empleos decentes que les permitirán ejercer una actividad productiva y
remuneradora en condiciones de libertad, de seguridad y de dignidad humana. En
caso contrario, el proceso de feminización de la pobreza entre los trabajadores
proseguirá y se transmitirá a la próxima generación”. <BR> <BR>El informe
señala también que, hoy, más mujeres en edad de trabajar ocupan un empleo
asalariado (47,9%) que hace diez años (42,9%). <BR> <BR>Con una
sofisticación socio-económica muy particular, el informe pone de relieve que
“cuanto más pobre es una región, más riesgo corren las mujeres, más que los
hombres, de ocupar empleos familiares no remunerados o de trabajar por su cuenta
por pequeños ingresos”. <BR> <BR>Luego, haciendo coexistir un deseo y una
constatación, la OIT revela toda la ambigüedad de este tipo de informe y, más
generalmente, de sus estudios: “Acceder a un empleo asalariado y remunerado es
una etapa esencial hacia la libertad y la autodeterminación para numerosas
mujeres. Sin embargo, en los países más pobres la proporción de mujeres que se
desempeñan como trabajadoras familiares auxiliares es mucho más elevada que la
de los hombres, y tienen menores oportunidades de convertirse en trabajadoras
remuneradas y asalariadas. En África Subsahariana y en Asia Sudoriental, cuatro
de cada 10 son clasificadas como trabajadoras familiares auxiliares, en
comparación con dos de cada 10 hombres. En Asia Meridional las proporciones son
de seis de cada 10 mujeres trabajadoras y nuevamente dos de cada 10 hombres,
mientras que en Medio Oriente y África del Norte es de tres de cada 10 mujeres y
uno de cada 10 hombres”.<BR> <BR>El resumen del informe subraya que: “En
las últimas “Tendencias mundiales del empleo de las mujeres (2004)”, se estimaba
que al menos 60 % de los trabajadores pobres en el mundo que, a pesar de tener
un empleo, no ganan suficientemente para ponerse, ellas y su familia, por encima
del umbral de 1 dólar por persona y por día, eran mujeres”. Según el estudio
actual de la OIT: “No hay razón para creer que esta situación ha evolucionado
considerablemente”. <BR> <BR><STRONG>Detrás del empobrecimiento, la
sobreexplotación y las relaciones sociales de sexos</STRONG><BR> <BR>Todas
estas constataciones del estudio de la OIT son cuidadosamente separadas de dos
procesos. <BR> <BR>- <STRONG>El primero</STRONG>: La desestabilización de
la situación esencial de los/as asalariados/as a escala mundial. Esto bajo los
golpes de la puesta en competencia de los trabajadores y trabajadoras, casi en
tiempo real y en un mercado mundial de trabajo cada vez más efectivo y sobre el
que pesa con todo su peso un ejército de reserva mundializado (el desempleo en
todos sus grados), cuyas componentes son explotados, sometidos, esclavizables (y
asesinables) a discreción. <BR> <BR>Esta puesta en competencia se opera por
procedimientos (a menudo complementarios) como: las deslocalizaciones, la puesta
en competencia organizada en el interior por las sociedades transnacionales; el
empleo masivo de una mano de obra sin derechos -3 millones en Italia según el
último estudio de la CGIL (Il Manifesto, 6 de marzo de 2007), de ellos 500.000
inmigrantes; la subcontratación en cascada; los retrocesos de la “protección
legal”, dicho de otra forma la nivelación por abajo del “derecho del trabajo”
que, en sustancia, fué producto de las conquistas directas o indirectas de las
luchas de los asalariados/as; por la multiplicación de los estatutos, que llega
hasta a la vuelta del trabajo por jornada, incluso en los países europeos; el
lugar adquirido por las firmas de trabajo temporal en el mercado de trabajo
(desde Adecco, Manpower hasta las oficinas que están al borde de la ilegalidad
más absoluta); la crisis del “mundo agrícola” que conduce a la expulsión de
centenares de miles de personas de sus pequeñas propiedades agrícolas o de su
empleo (en este sentido, el auge del bioetanol –bajo el impulso de las firmas
occidentales y del agrobussines –ilustra uno de los mecanismos que golpean a las
familias campesinas de los países de la periferia). <BR> <BR>Las figuras
sociales de estos trabajadores y trabajadoras pueden declinarse sin fin y
trágicamente: la del obrero de la construcción chino –concurrente del bengalí-
que construye un palacio en los Emiratos Unidos o en Arabia Saudita; la de la
mujer que proviene de las Filipinas y sirve de mano de obra semiesclava en una
familia de Beirut; la de la “dependienta” de un bar especializado de Zurich, que
viene de Moldavia; sin nombrar a las “limpiadoras portuguesas” que aseguran en
las oficinas y las familias respetables que la “limpieza helvética” sea perenne
y que efectúan esta tarea tras haber trabajado ya toda la jornada.
<BR> <BR>- <STRONG>El segundo</STRONG>: en una economía mundial fuertemente
jerarquizada, – es decir en la que los países imperialistas y en transición
hacia economías dominantes (como Corea del Sur) dictan las “reglas del juego” y
extraen directa o indirectamente recursos importantes de los países de la
“periferia”–, la situación de las mujeres trabajadoras (pues todas lo son,
incluso si no son asalariadas) adquiere configuraciones que ponen más
visiblemente de relieve su pobreza. <BR> <BR>En última instancia,
esta pauperización no es sino la expresión fenomenológica (y engañosa) de su
sobreexplotación y de su opresión. Una sobreexplotación que es, de hecho,
camuflada por el término de “empobrecimiento mayor de las mujeres, entre otras
monoparentales”. <BR> <BR>Dos ejemplos. Una mujer que vende buñuelos
en una carretera en Bolivia, en México o en otra parte participa de un proceso
de reproducción de la fuerza de trabajo cuyo precio ha alcanzado el mínimo
físico. Este mínimo fisiológico, de forma artificiosa y reificada, está
representado por la referencia del Banco Mundial a un dólar por día para fijar
el “límite” de la indigencia y a dos dólares para el de la
pobreza....<BR> <BR>Aclaremos. El trabajador (masculino) que va a comprar
este buñuelo, al precio más bajo, va a poder “alimentarse” (sobrevivir) y a
partir de ahí buscar un trabajo de jornalero o precario, pero más “regular”, que
le permitirá subsistir y hacer vegetar a su “familia”. <BR> <BR>La
mujer que ha producido ese buñuelo ha movilizado a menudo a su hija para
ayudarle, de ahí una desescolarización precoz o parcial de una parte de las
niñas. Esta movilización de la hija se inscribe en el lugar del “trabajo
doméstico” que supone una especie de disponibilidad del tiempo de las mujeres al
servicio de la familia (con marido o monoparental). <BR> <BR>La hija o la
hermana puede también fabricar y vender buñuelos, bajando su precio de venta al
máximo (consiguientemente el valor de su fuerza de trabajo) a fin de encontrar
un comprador o compradora, en un mercado en tensión. El comprador es un o una
asalariada precarizado/a. Estas mujeres (adultas, adolescentes o niñas) efectúan
este trabajo para “completar” una renta muy débil de una hermana o de una madre
que, por su parte, está “confinada” (según el término de la OIT) a un trabajo
subpagado, por tanto que sufre una sobreexplotación evidente, puesto que no le
permite reproducir su fuerza de trabajo para ella y su progenitura.
<BR> <BR>Igual que estas relaciones sociales de explotación que se
articulan con las relaciones sociales de sexo (la asignación a toda la gama de
los trabajos domésticos, en y fuera del hogar), el sustrato de la
sobreexplotación de las mujeres no es puesto de relieve. A partir de ahí, la
doble lucha contra la explotación, la opresión y la emancipación no será puesta
al orden del día, política y prácticamente. Lo que hará la “dicha”, o al menos
la renta, de las buenas almas asalariadas por las ONGs (Organizaciones No
Gubernamentales) que son, cada vez más, COG (Casi organizaciones
Gubernamentales) <BR> <BR><STRONG>¿Qué empleos
“decentes”?</STRONG><BR> <BR>En cuanto a la “creación de empleos decentes”
para las mujeres, gran tema conclusivo del Informe de la OIT, habría en primer
lugar que plantear una pregunta: ¿los empleos creados en el mundo, entre otros
en los llamados servicios o la industria, no implican, cada vez más,
flexibilidad, en el sentido más amplio del término?<BR> <BR>Y esto tanto en
los países del “centro” como en los de la “periferia”, incluso si existen
diferencias cuantitativas y cualitativas en las modalidades de explotación del
trabajo asalariado entre estos dos espacios (“centro” y “periferia”).
<BR> <BR>Sin embargo, se expresan convergencias a escala mundial bajo los
golpes de la restauración conservadora. La flexibilización está en el centro de
la reorganización de las “relaciones de trabajo”. Sin embargo, la flexibilidad
está en relación estrecha con las relaciones sociales de sexos. En efecto, el
“estatuto de las mujeres” facilita la expansión del trabajo a tiempo parcial
obligado (no elegido), con un salario de miseria y, conjuntamente, las formas de
trabajo flexible de los hombres, pues “la intendencia sigue”, es decir, la carga
del trabajo doméstico (en sus diversas facetas) asumida, bajo forma de
obligación también (incluso si lo niegan las interesadas) por las mujeres.
<BR> <BR>Además, es un poco cínico hablar de “creación de empleos decentes”
cuando múltiples investigaciones sociológicas demuestran que, por ejemplo, en la
industria electrónica –en donde las mujeres tienen un empleo “estable” y
asalariado- las condiciones de trabajo y de salario son execrables.
<BR> <BR>Es lo que explicaban, el 27 de febrero de 2007, las moderadas
organizaciones de asistencia helvéticas, Pan para el prójimo y Acción de
Cuaresma: “Tras la pantalla de nuestros ordenadores se encuentra una realidad de
otra época”, ha declarado Chantal Peyer, responsable de la política de
desarrollo en Pan para el prójimo. Para los empleados de este sector,
esencialmente mujeres, son “horarios demenciales, salarios bajos y una
exposición a productos tóxicos”. <BR> <BR>Jenny Chan, miembro de
SACOM (Estudiantes y universitarios contra la mala conducta de las empresas), ha
citado, en la conferencia de prensa del 27 de febrero de 2007, algunos casos de
“abusos” contabilizados por su organización: trabajo de niños de menos de 16
años, horas suplementarias obligatorias, salario mínimo no respetado y ausencia
de seguridad social. En período de alta producción, las obreras trabajan 12
horas al día, siete días a la semana, con horas suplementarias obligatorias. Las
empleadas no son pagadas más que 50 céntimos suizos la hora e inhalan sustancias
tóxicas. <BR> <BR>La industria electrónica es “una de las más tóxicas del
mundo”, según la SACOM. Utiliza el plomo, el bario, el cromo o el ácido nítrico.
La inhalación y la manipulación de estos productos provocan problemas
respiratorios y “una tasa anormalmente alta de cánceres y de abortos entre las
obreras”. <BR> <BR>Responder a las necesidades de empleos “decentes” y,
conjuntamente, a la dignidad de las mujeres en todas sus dimensiones –esa
dignidad invocada en el preámbulo de la Declaración universal de los derechos
humanos de 1948 (2) - implica una ruptura con esas relaciones sociales de
explotación y las relaciones sociales de sexos. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Plantear esta exigencia –y no caer en la trampa, de hecho,
semicaritativa el informe de la OIT- implica: <BR> <BR>1º hacer emerger el
contenido real de las exigencias (explícitas o implícitas) de las mujeres
trabajadoras y a lo que esas necesidades/exigencias se enfrentan efectivamente,
consiguientemente qué formas y tipos de dominación reinan en la sociedad, en los
planos de las múltiples relaciones sociales y de propiedad; <BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>2º superar el anticapitalismo. Es decir, el pensamiento
primitivo que permanece en el terreno de una negación negativa. Dicho de otra
forma, que no parte de las necesidades y reivindicaciones así como de las
potencialidades (negadas, rotas a veces) existentes hoy en las sociedades que
permitirían romper y superar el capitalismo. <BR> <BR>Esto a fin de hacer
emerger una concepción de negación positiva, una revalorización del socialismo
como una modalidad de organización y de gestión de la sociedad, en la que los
derechos sociales y democráticos así como una dignidad ampliada se convierten en
los elementos de una emancipación que hace de los seres humanos los actores
comunes e interactivos de una mundialización construida por las y los que la
producen efectivamente, mientras que ellos/ellas no son sino sus objetos
despreciados y por tanto sin dominio sobre su propia vida. <BR><BR><BR>*
Economista marxista, militante del Movimiento Por el Socialismo (MPS) y del
movimiento en defensa de los trabajadores inmigrantes en Suiza. Redactor de La
Breche (mensuario del MPS) y director de la colección Cahiers libres, Editions
Page deux (Lausanne). Es profesor en la cátedra Economía de la Globalización en
la Universidad de Venecia (Italia) y miembro de
ATTAC.<BR> <BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG><BR> <BR>1. Ver el informe
de la OIT: <A
href="http://www.ilo.org/public/spanish/employment/strat/download/getw07.pdf">http://www.ilo.org/public/spanish/employment/strat/download/getw07.pdf</A></DIV>
<DIV align=justify>2. “Considerando que el reconocimiento de la dignidad
inherente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e
inalienables constituye el fundamento de la libertad, de la justicia y de la paz
en el mundo” (1948). <BR>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información
difundida por Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios,
redes alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda.
Suscripciones, Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><BR><BR> </FONT></DIV></BODY></HTML>