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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 8 de mayo 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Venezuela</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Desafíos de la Venezuela Saudita
<BR></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Petrodólares financian
transformaciones estructurales </STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Luciano Wexell Severo</FONT>
</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Le Monde Diplomatique/El dipló/Edición
Colombia</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.eldiplo.info/mostrar_articulo.php?id=454&numero=54"><STRONG>http://www.eldiplo.info/mostrar_articulo.php?id=454&numero=54</STRONG></A><BR><BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Aunque la oposición atribuye la fortaleza de Chávez al
momento en alza que viven los hidrocarburos, lo cierto es que el sector
económico no petrolero muestra un crecimiento superior al petrolero. Se
desarrolla un mercado interno en ascenso y es innegable el progreso de la
infraestructura nacional. Asimismo, las reservas crecen hasta llegar a 36.000
millones de dólares y, sobre todo, se avanza hacia la construcción de un
“socialismo a la venezolana”, hacia un “socialismo del siglo XXI”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Una lectura fácil de la actual situación de Venezuela
hace recaer todo en el factor petróleo. Si bien éste es muy importante, hay
muchos más aspectos en juego para explicar lo que pasa en éste país de la región
Andina. Un acercamiento en ‘primer plano’ permite brindar
respuestas.<BR><BR>Según reporte del Ministerio de Energía y Petróleo, en enero
de 2007 el precio promedio del barril (159 litros) –el tipo Brent y el West
Texas Intermediate (WTI)– estuvo cerca de los 55 dólares; en julio de 2006 llegó
a superar 74 dólares. En 2003, el precio promedio era de 30 dólares, y en 1999,
al empezar el gobierno de Chávez, estaba por debajo de 9 dólares. La canasta
venezolana es siempre un 15 por ciento más barata por el alto espesor de su
crudo. Si tomamos en cuenta que el petróleo representa históricamente un alto
porcentaje de las exportaciones de Venezuela –en los últimos 10 años, un
promedio del 77,8 por ciento–, es evidente la tendencia a que los altos precios
actuales se traduzcan en fuerte activación económica. Entre el cuarto trimestre
de 2003 y el mismo período de 2006, el país acumuló 13 trimestres de alzas, o
sea, más de tres años continuos de crecimiento. Mejor: un promedio de 13 por
ciento. Hace más de año y medio que el Producto Interno Bruto (PIB) crece sobre
el 10 por ciento. Si el país mantuviese tal ritmo, dentro de ocho años la
economía representaría más que el doble de la actual.<BR><BR>Los datos
utilizados son públicos, divulgados por el Banco Central de Venezuela (BCV), el
Banco Mundial (BM) o la Comisión Económica para América Latina y Caribe (Cepal).
No hay dudas de que el PIB crece bastante. Ahora verifiquemos la primera
segregación posible del PIB: economía petrolera y economía no petrolera. La
economía no petrolera en el PIB sigue creciendo sustancialmente, mientras cae la
participación relativa de la economía petrolera. Esto es muy significativo si se
toman en cuenta los elevados precios del barril de petróleo. La tendencia
natural debería ser el aumento relativo de la economía petrolera, no su caída.
Veamos: la economía petrolera, que en 1999 representaba un 20,1 por ciento del
PIB, hoy significa un 14,3. Ya la economía no petrolera, que en 1999 significaba
un 70,5 por ciento del PIB, hoy representa un 74,7. Aun cuando el precio del
petróleo ha crecido bastante, en los últimos 30 meses la economía no petrolera
creció a un promedio de 12,2 por ciento, mientras la economía petrolera sólo a
un 1,9.<BR><BR>Es innegable que desde los años 20 del siglo pasado el factor más
poderoso y dinámico de la economía del país es el petróleo, pero se verifica
que, como nunca antes, el país destina sus ingresos petroleros a los sectores
productivos: agricultura, industria, construcción, telecomunicaciones, y al
progresivo pago de la elevada deuda social en educación, salud y vivienda.
Algunas declaraciones de Gastón Parra Luzardo, presidente del BCV, lo confirman:
“No sólo crece la economía debido a circunstancias favorables sino que se
transforma la estructura de la sociedad al alcanzar estadios superiores de
progreso. Prueba de las apreciaciones anteriores son el crecimiento del PIB en
cifras en torno al 10 por ciento durante trece trimestres consecutivos, la
expansión más acelerada de la producción del sector no petrolero sobre el sector
petrolero, el fortalecimiento de la inversión pública y privada; el mejoramiento
de la educación, salud, vivienda, distribución del ingreso e incremento en las
remuneraciones promedio reales de los trabajadores. En el ámbito nacional, han
continuado las políticas y las acciones dirigidas a combatir la pobreza, mejorar
la salud, la educación y la alimentación, con los cuales se han obtenido éxitos
significativos que le han ganado a Venezuela el reconocimiento internacional”.
Se refiere, entre otros logros, al continuo aumento en los componentes del
Índice de Desarrollo Humano (IDH), la reducción de la mortalidad infantil y la
declaración por la ONU, como el único país latinoamericano –además de Cuba–
libre de analfabetismo.<BR><BR>Ahora disgreguemos el sector no petrolero. Como
es previsible, crecen aceleradamente comercio, y servicios e instituciones
financieras. También se activaron comunicaciones, transportes y construcción
civil, por las grandes obras realizadas: puentes, ferrocarriles, carreteras,
metros, liceos, universidades, refinerías, siderúrgicas. Acumulan más de dos
años de crecimiento elevado y sostenido. Pero la industria manufacturera es uno
de los sectores más fortalecidos, en especial desde 2003, cuando empezó el
control de cambio. En los últimos dos años, la industria ha crecido un promedio
de 10 por ciento, con lo cual representa un 16,8 por ciento del PIB. En medio
del sabotaje petrolero (2002), por ejemplo, la participación de la industria
manufacturera en el PIB fue reducida a un 14,7. El actual incremento se verifica
en el aumento de la generación y consumo de electricidad, y en la producción de
cemento, mineral de hierro, cabillas, acero y aluminio.<BR><BR>Otra variable
significativa: se fortalece desde 2003 la formación bruta de capital fijo –tasa
de inversión en la economía– que engloba los gastos para construcción,
adquisición y puesta en funcionamiento de bienes de capital orientados a la
formación de activos fijos, nuevas construcciones, instalación de maquinarias y
equipos. Según la Cepal, la tasa de inversión promedio en América Latina es de
un 20 por ciento del PIB, insuficiente para producir crecimiento económico y
mejoras en las condiciones de vida. En el paro petrolero, llegó a menos del 15
por ciento del PIB; hoy está por arriba del 32. Hoy, muy pocos países invierten
tanto en infraestructura, industrias y educación como
Venezuela.<BR> <BR><STRONG>Siglo nuevo, bonanza
nueva</STRONG> <BR> <BR>Como resultado del crecimiento económico, se
verifica un enérgico incremento de la demanda interna: un 19,7 por ciento en los
últimos dos años. Sin embargo, mayor es el esfuerzo para impulsar la oferta
doméstica (el PIB menos las exportaciones) y para disminuir la oferta externa
(demanda interna satisfecha a través de importaciones). El crecimiento de la
oferta doméstica en los últimos dos años acumula un 14,1 por ciento, impacto
directo de la reactivación del aparato industrial y del aumento de las
inversiones en nuevas unidades productivas. Respecto a esto, existe una justa y
antigua preocupación ante este hecho: como se demuestra en cualquier país
primario-exportador en un momento de alza, la demanda interna tiende a crecer
más que la capacidad de respuesta de la oferta doméstica, forzando mayores
importaciones y presionando incremento en los precios.<BR><BR>En 1999, las
importaciones eran un 22,4 por ciento de la oferta total y han crecido más de un
70 en los últimos dos años. Hoy, un 33,3 por ciento de la oferta total se
garantiza con importaciones –es decir, un 66,6 es asegurado por la producción
nacional. Brasil, por ejemplo, importa mucho menos: sólo un 13,9 por ciento,
mientras produce un 86,1. Entre enero y septiembre de 2006, las importaciones
venezolanas totalizaron 22 mil millones de dólares, casi un 50 por ciento de los
ingresos obtenidos con las exportaciones petroleras.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A la vez, en el mismo período, las exportaciones no
petroleras (mineral de hierro, aluminio, metanol, urea, pescados, plásticos,
maderas) alcanzaron apenas 4,5 mil millones de dólares. Se trata de un clásico
problema del subdesarrollado y la mono-exportación de petróleo u otros productos
primarios: es natural que un país relativamente poco industrializado aumente sus
importaciones en momentos de fuerte entrada de divisas como el actual. Uno de
los grandes desafíos es sustituir importaciones en forma eficiente, aunque
exista una permanente facilidad para obtener divisas e importar
bastante.<BR><BR>Pero se verifica algo interesante: las importaciones de bienes
terminados (para consumo final), que en 2000 fueron de un 38 por ciento del
total importado, hoy es de un 23,6. El promedio entre 1997 y 2002 fue de 27,4.
La compra de insumos o productos intermedios también sufre importantes
reducciones: de un 64,4 del total importado en 1997 a un 43,7 de hoy. El
promedio entre 1997 y 2002 fue de 55,3. Pero es significativo que las
importaciones con mayor crecimiento son para la adquisición de maquinarias y
equipos (bienes de capital): representaban un 11,1 por ciento del total
importado en 2000 y hoy suman un 32,7. El promedio entre 1997 y 2002 fue de
17,3. Utilizamos a 2002 como marco divisorio debido a la aplicación del control
de cambios a comienzos de 2003.<BR><BR>Sobre la inflación, en 1999, al empezar
el gobierno de Chávez, el IPC fue de un 14,5 por ciento. En 2000-2001, en que la
economía creció, se redujo a 11 y 10, respectivamente. En 2002, como resultado
de las conspiraciones contra la economía nacional, se disparó a un 25. En 2003,
a pesar de los complots y del paro petrolero, fue de un 20,5. Los medios de
desinformación, cuando les conviene, hacen malabarismos para no relacionar los
resultados socio-económicos con lo político. En 2004, pese al elevado
crecimiento de la economía, la inflación cayó a un 14 por ciento, y en 2005 bajó
a menos del 13, contrariando la teoría monetarista. Lo que genera aumento
persistente de los precios no es obligatoriamente el aumento de la cantidad de
dinero circulante sino la política de los monopolios privados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La caída de 2004-2005 se asocia al aumento de la
producción industrial, apoyo a pequeños y medianos agroproductores –mediante
créditos, plantas de almacenamiento, transporte–, supresión de mercaderes
oportunistas, trabajo antimonopolios privados, control de precios sobre más de
100 productos básicos desde 2003 y establecimiento de 14 mil Mercados de
Alimentos (Mercal) en el país. El programa, que vende hasta un 30 por ciento más
barato, alcanzó unos 15 millones de consumidores, ganando adeptos de la clase
media.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 2006, ante la evidencia de otra victoria electoral de
Chávez y su reelección al menos por seis años más, la política se recalentó. El
gobierno, trabajando por la paulatina construcción de un socialismo a la
venezolana, trata de aumentar el rol del Estado, con mayor poder para planificar
e implementar políticas, buscando intervenir –con creciente participación
popular– en los principales medios de producción. En 2006, la inflación
acumulada alcanzó un 17 por ciento, nada escandaloso para un país en acelerado
crecimiento. En enero de 2007, el IPC acumuló un 2 por ciento y según
‘analistas’ internacionales finalizaría el año por encima del 25. El gobierno se
prepara para enfrentar este problema, que aún tendrá desdoblamientos. La palabra
de orden es aumentar la producción, combatir la especulación y el acaparamiento,
y garantizar la mayor variedad de productos básicos nacionales o importados en
los anaqueles.<BR><BR>Al analizar el mercado laboral, se ve que en siete años
(junio de 1999-junio de 2006), fueron creados más de dos millones 100 mil
empleos –60 por ciento en servicios, comercio y establecimientos financieros, 15
por ciento en construcción civil (más de 300 mil puestos de trabajo) y un 5 en
la industria (100 mil empleos generados, un promedio de 13 mil-año). En 2002,
hasta las conspiraciones, el número de desempleados venía cayendo. Las medidas
golpistas elevaron el desempleo a un 21 por ciento de la Población
Económicamente Activa (PEA), unos 2 millones 300 mil venezolanos. Para tener una
idea del colmo de la situación, en diciembre 2002-enero 2003 ni siquiera fue
medido el índice de desempleo (por esto los gráficos sobre el tema tienen dos
espacios vacíos). En diciembre de 2006 existían cerca de un millón de
desempleados, que suman un 8,4 por ciento de la PEA.<BR> <BR>En Venezuela,
el sueldo mínimo es de 238 dólares, por encima del promedio latinoamericano, y
son comparativamente pequeños los gastos en electricidad, gas, agua, combustible
y transporte. Otro dato: en los últimos tres años, el sector formal de la
economía ha crecido considerablemente, con un 55,5 por ciento de los ocupados (6
millones 257 mil 642 personas); a fines de 2005 sumaba un 52. Los datos son del
Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Ministerio de Planificación y
Desarrollo (MPD).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay que relacionar los mejores indicadores con la
decisión de instituir el control de cambios en 2003. Las reservas
internacionales ya suman 36 mil millones de dólares –con el golpe de Estado y el
paro petrolero, la fuga de capitales derribó las reservas a 14,9 mil millones de
dólares, 47 por ciento abajo del nivel actual. Ignorando la teoría neoliberal
–que pregona el estancamiento de las reservas internacionales en el Banco
Central bajo riesgo de generar inflación y desequilibrios en el sistema–, en
julio de 2005 se aprobó una reforma de la Ley del BCV, estableciendo de un techo
anual para las reservas (30 mil millones de dólares); todo lo que esté por
encima pasa al Fondo de Desarrollo de la Nación (Fonden), que ya acumula 18 mil
millones de dólares. A través de aquél, los ingresos petroleros sirven para
iniciar un proceso de reindustrialización, en especial en agricultura,
petroquímica, industrias básicas y ligeras, y de transformación.<BR><BR>Los
grandes medios de comunicación, asociados a los monopolios industriales y
financieros, buscan tachar las políticas independientes y soberanas como
irresponsables o populistas. Pronto dirán que la inflación es fruto de las
“incertidumbres y preocupaciones del mercado” ante la propuesta de un país
justo, libre y soberano. Sobre esto, el Ministerio de Comunicación e Información
(Minci) notificó que un canal involucrado con el golpe de 2002 –que recibe
dinero de Estados Unidos y no cesa de agredir a la democracia venezolana en
nombre de la libertad de expresión– no tendrá su concesión renovada en mayo
próximo. Algunos afirmarán que es otra “acción autoritaria del régimen
chavista”.<BR><BR>Contrario a los murmuradores que sirven a Washington, el
gobierno tiene un claro proyecto nacional. La idea de una economía artificial y
miserablemente asistencialista –propagada por algunos medios– es una falsa
quimera que busca desorientar. En verdad, existe una visión de desarrollo de
mediano y largo plazo, plasmada en el Plan de Desarrollo Económico y Social de
la Nación 2001-2007. Basados en estas orientaciones se impulsaron los sectores
productivos, sobre todo con el dinero logrado de las exportaciones petroleras,
sin tener que endeudarse ni someterse a paquetes de organismos financieros
internacionales –de hecho, hace algunas semanas el FMI cerró sus oficinas en
Caracas. Vale decir que las deudas externa e interna se han reducido
colosalmente: son apenas 17,5 y 9,6 por ciento del PIB, respectivamente, y cuyo
total significa un 27,1 por ciento del PIB, el nivel más bajo de los últimos 30
años y hoy uno de los menores de la región.<BR><BR>Venezuela busca romper la
dependencia externa –económica, tecnológica, cultural– con el desarrollo
integral del enorme potencial del país y su pueblo. Pero es complicado salir del
laberinto neoliberal, desprenderse de las ataduras de las transnacionales y
destrabar los infernales mecanismos de endeudamiento –elaborados durantes siglos
para perpetuar la subordinación y el despojo de los países periféricos, en
beneficio del centro capitalista. Súmese a esto la carga de ser un país
petrolero, la Venezuela Saudita, monoexportadora, importadora de alimentos y
productos terminados, con sus contradicciones estructurales, económicas,
sociales, políticas y culturales. Para 2007-2013, el gobierno ya trabaja con las
líneas estratégicas del Proyecto Nacional Simón Bolívar.<BR><BR>¿Qué país ha
definido un proyecto de desarrollo para los próximos seis años? ¿Cuántos tienen
suficientes recursos para sus planes? Lo importante es cumplir efectivamente con
estos proyectos: mejorar los resultados de los gastos, romper las amarras del
Estado aún retrógrado –transformarlo radicalmente– y neutralizar a los enemigos
internos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los conservadores tachan de “populistas” a los gobiernos
populares, pero ¿qué pasó con los ingresos petroleros de los 70, cuando el
chorro era igual o superior al de hoy y la población era de apenas 12 millones,
menos de la mitad de la actual? Los gobiernos anteriores desaparecieron con
miles de millones de dólares de los dos shocks petroleros de 1973 y 1979. Hoy, a
pesar de los errores y dificultades, que son muchos, los petrodólares se
depositan en la transformación de la realidad social y la economía venezolana
–de rentista e importadora, a productiva y generadora de mercado interno.
También sirven para ayudar a los países de América Latina. Según Chávez,
Venezuela incluso “estaría dispuesta a depositar en el futuro Banco del Sur al
menos un 10 por ciento de sus reservas internacionales, para iniciar así uno de
los proyectos que forman parte de la integración latinoamericana”. La idea es
crear una opción propia y solidaria para financiar proyectos de desarrollo
productivo e infraestructura en la región, sobre todo en los países más
necesitados. Igualmente, avanzan las conversaciones y los acuerdos en el marco
del Alba, de la Comunidad Sudamericana de Naciones y del Mercosur.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Desespero de los
privilegiados</STRONG><BR> <BR>La energía generada por la elección de
Chávez hasta 2013 le impone un nuevo ritmo a la dinámica política de Venezuela.
El líder bolivariano ganó los comicios defendiendo públicamente el rumbo al
socialismo; los electores decidieron que se debe avanzar por ahí. Ahora, “todo
lo sólido se desvanece en el aire”. La radicalización propone acelerar aún más
la corrección de la distorsionada estructura económica: estatizar empresas
estratégicas ayer privatizadas y concentradas en grupos extranjeros,
nacionalizar las principales riquezas del país, crear unidades productivas bajo
control estatal y comunal, profundizar la reforma agraria y aumentar la
producción agrícola, concretar el nuevo proceso de industrialización pesada;
aumentar la participación popular en la elaboración, control e implementación de
políticas públicas, y exorcizar las corruptas e ineficientes estructuras del
Estado.<BR><BR>En este sentido, hace poco la Asamblea Nacional aprobó en acto
público, en la Plaza Bolívar de Caracas, una Ley Habilitante que autoriza al
Presidente a dictar, por un lapso de 18 meses, decretos con rango, valor y
fuerza de ley en diversos ámbitos: económico, social, financiero, tributario,
científico, tecnológico y energético, además de ordenación territorial,
infraestructura, y seguridad y defensa. Según el artículo 203 de la Constitución
venezolana, “son leyes habilitantes las sancionadas por la Asamblea Nacional por
las tres quintas partes de sus integrantes, a fin de establecer las directrices,
propósitos y marco de las materias que se delegan al Presidente o Presidenta de
la República, con rango y valor de ley”.<BR><BR>Es la séptima vez que se le
otorga este mecanismo a un Presidente, segunda para Chávez. Como todo cambio
estructural que afecta los sectores históricamente privilegiados, tiende a
generar reacciones. El portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Sean
McCormack, afirmó en tono de espantajo: “Veremos cómo ejerce esos poderes el
señor Chávez”. La Asamblea venezolana emitió un comunicado declarando que “muy
rara es la fuente de legitimidad democrática en la que se basan los Estados
Unidos para intervenir en los asuntos internos de Venezuela, para decidir
invadir países, para imponer políticas económicas destructivas a las naciones
del Sur y para creerse con el derecho de someter al mundo a su extraña
dictadura”.<BR><BR>No obstante, parece lejana una directa intervención
estadounidense. Son muy agudas las actuales coyunturas latinoamericana y
mundial. En el Nuevo Mundo se fortalece la ascensión de líderes nacionalistas,
respaldados por sectores populares y progresistas. La ola de dictaduras
reaccionarias de los 60 y 70, sucedida por las no menos criminales aperturas
neoliberales de los 80 y 90, cedió ante emancipadores estallidos sociales.
Quienes previeron el “fin de la historia” se equivocaron. El siglo XXI empezó
muy mal para el imperialismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La idea de rumbo al socialismo gana creciente apoyo
popular y respaldo financiero. Se unen idea y posibilidad, dinero e ideología –
aunque aquél genere muchos daños y ésta deba aún perfeccionarse. Incluso así, es
difícil que las tropas imperiales se aventuren. Quizá depositarán sus arrojos en
destruir la Revolución por dentro, en el mediano plazo, con la contribución de
la oligarquía criolla y de ‘neochavistas’ y ‘neobolivarianos’ infiltrados o sin
consistencia ideológica. Ejemplos: desabastecimiento de algunos productos
básicos, aumento de la inflación e ineficiencia en la aplicación de políticas
gubernamentales. Estos problemas, si no fuesen atacados de inmediato, podrían
generar insatisfacción popular.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Además, Estados Unidos sabe que no será fácil desplazar a
Chávez: hay un progresivo paso de crecimiento económico a desarrollo social.
Según el INE, la pobreza se reduce. Si en 1999 la pobreza general era del 44 por
ciento, hoy es del 32. La pobreza extrema cayó de un 16,6 a un 10,6 por ciento.
Además, el gasto en educación con Chávez es 35 por ciento superior al promedio
de los 90. En 2005, por ejemplo, fue un 91 por ciento mayor que en 1996, sin
contabilizar la masiva inversión en los programas sociales del área educacional:
Misión Robinson (1,4 millón de alfabetizados con el método cubano “Yo sí
puedo”), Misión Ribas (760 mil, concluyendo bachillerato), Misión Sucre (240 mil
nuevos universitarios). <BR><BR>Otro ejemplo: el gasto en salud es 13 por ciento
más elevado que el promedio de la década neoliberal y un 115 por ciento superior
al de 1996, también sin contar los proyectos sociales en el área (Barrio Adentro
y Misión Milagro, con desprendido apoyo de Cuba), que acumulan millones de
beneficiados en Venezuela y miles en otros países de Latinoamérica.
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>