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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria de revistas</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 24 de mayo 2007 -
Redacción: </FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Libano</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>El Asedio de Nahr el
Bared<BR></FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Una butaca en primera fila para el baño
de sangre en Líbano <BR><BR>Robert Fisk *</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>CounterPunch</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.counterpunch.org/"><STRONG>http://www.counterpunch.org/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
**</STRONG><BR><BR><BR>Hay algo de obsceno en mirar el asedio de Nahr el Bared.
El viejo campo de refugiados palestino -hogar de 30.000 almas perdidos que nunca
volverán “a casa”- disfruta de la luz del sol mediterráneo más allá de un grupo
de huertos de naranjos. Los soldados del ejército libanés, que han recuperado
sus posiciones en la carretera principal, al norte, holgazanean a bordo de sus
viejos vehículos de transporte de personal. Y nosotros –los representantes de la
prensa mundial- nos sentamos con la misma indolencia en la azotea de un bloque
de apartamentos a medio construir, gozando del calor en el pequeño jardín
soleado o sorbiendo tazas de té hirviendo al lado de las antenas parabólicas
donde los titanes de la televisión dan zancadas con sus trajes espaciales azules
y sus cascos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y entonces llega el traqueteo -el chisporroteo del fuego
de un movimiento de balas que viene del campo-. En respuesta un tanque del
ejército libanés dispara un obús y sentimos débilmente la onda expansiva que
viene del campo. ¿Cuántos habrán muerto? No lo sabemos. ¿Cuántos estarán
heridos? La Cruz Roja todavía no puede entrar para averiguarlo. De nuevo somos
espectadores de otro trágico espectáculo: los libaneses asediando a los
palestinos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sólo que esta vez, por supuesto, hay combatientes
musulmanes suníes en el campo, en muchos casos que disparan a soldados
musulmanes suníes que permanecen en una aldea musulmana suní. Fue un colega
libanés quien pareció poner el dedo en la llaga. "Siria está demostrando que en
Líbano no tiene porqué tratarse de cristianos contra musulmanes o chiíes contra
suníes", dijo. "Pueden ser suníes contra suníes. Y el ejército libanés no puede
invadir Nahr el Bared, sería el mayor disparate que este gobierno puede hacer".
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y sigue la refriega. Para atacar a la suní Fatah
al-Islam, el ejército tiene que entrar en el campo. Así el grupo permanece, tan
potente como el domingo cuando escenificó su mini revolución en Trípoli y acabó
con sus combatientes muertos y quemados en apartamentos en llamas y 23 policías
y soldados muertos en las calles. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y sí, es difícil no ver la mano de Siria estos días. El
gobierno de Fouad Siniora, encerrado en su pequeña " zona verde" del centro de
Beirut, está siendo achicado en su poder. El ejército cada vez gobierna más en
Líbano, nunca estuvo más claro, porque también, por supuesto, alberga suníes y
chiíes de Líbano, maronitas y drusos. ¿Puede darse más tensión en este pequeño
país donde Siniora todavía sigue clamando por un tribunal de la ONU para
procesar a los asesinos del ex Primer Ministro Rafik Hariri en 2005? </DIV>
<DIV align=justify><BR>Leemos la lista de los militares muertos. La mayoría de
los nombres parecen suníes. Volvemos la mirada hacia las nubes lanosas y, a
través de la cadena de montañas, hacia la frontera siria, a menos de 10 millas
de distancia. No es difícil llegar a Nahr el Bared desde la frontera. No es
difícil reabastecerse. La geografía tiene un sentido de tipo político desde aquí
arriba. Y justo arriba, al final de la carretera, está el puesto de la frontera
siria. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Los soldados son comedidos y corteses con los
periodistas. Este debe de ser uno de los pocos países del mundo donde los
soldados tratan a los periodistas como a viejos amigos, donde despreocupadamente
les permiten emitir delante de sus posiciones, les prestan sus periódicos,
comparten cigarrillos y charlan, porque piensa que tenemos que hacer nuestro
trabajo. Pero cada vez nos preguntamos más si no estamos simplemente haciendo
inventario del triste desmoronamiento de este país. El ejército libanés está en
las calles de Beirut para defender a Siniora, en las calles de Sidón para
impedir disturbios sectarios, en las carreteras del sur de Líbano vigilando la
frontera israelí y ahora, aquí arriba en el norte lejano, sitiando a los pobres
y aporreados palestinos de Nahr el Bared y a los peligrosos y pequeños
grupúsculos que pueden -o no- recibir órdenes de Damasco.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El viaje de regreso a Beirut se complica ahora con nuevos
puestos de control militar e incluso la capital se ha vuelto peligrosa una vez
más. En Ashrafieh a una hora temprana, la explosión de una bomba -la pudimos oír
en toda la ciudad- mató a una mujer cristiana. Ningún sospechoso, por supuesto.
Allí nunca hay. Los carteles todavía piden el esclarecimiento del asesinato de
Hariri. Otros carteles exigen la verdad del asesinato de un anterior primer
ministro, Rashid Karami. Algunos en la calle que está debajo de nuestra pequeña
azotea portan con orgullo el retrato de Sadam Husein. "El mártir de Al Adha,"
proclaman, señalando la fecha de su ejecución. Así, incluso el desplome de Iraq
ahora nos afecta a todos aquí, en nuestra aldea suní donde el suní dictador de
Iraq es más honrado que detestado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Una ráfaga de cohetes ruge sobre el campo antes del
anochecer. Los soldados apenas se molestan en mirar. Y a través de los huertos
de naranjos y las calles desiertas de Nhar el Bared, el mar hace espuma y brilla
como si estuviéramos todos de vacaciones mientras esta nación tiembla bajo
nuestros pies. </DIV>
<DIV align=justify><BR><BR>* Robert Fisk es escritor, periodista de The
Independent y autor de Pity the Nation. También escribe artículos en
CounterPunch, The Politics of Anti-Semitism. Su último libro se titula The
Conquest of Middle East. </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>** Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de
Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente
a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, el traductor y la
fuente.
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>La información difundida por
Correspondencia de Prensa es de fuentes propias y de otros medios, redes
alternativas, movimientos sociales y organizaciones de izquierda. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>