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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=4><FONT
size=5><U>boletín informativo - red solidaria</U></FONT><BR><FONT color=#800000
size=6><EM>Correspondencia de Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 15 de junio
2007<BR>Redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Uruguay</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Motines
carcelarios</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Volver a punto
cero</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Cada vez que los presos se suben a
los techos del algún penal, el tema de las cárceles se trepa a las primeras
planas de los diarios y encabeza los titulares de los
informativos.</FONT><BR><BR>Daniel Erosa</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Semanario Brecha, Montevideo,
15-6-2007</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.brecha.com.uy/"><STRONG>http://www.brecha.com.uy/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Motines, hacinamiento, falta de comida, agua y servicios
higiénicos, escasa atención médica, ocio compulsivo, cortes, rehenes, destrozos,
boquetes, intentos de fuga, transas, drogas, violencia, reyertas y asesinatos
son sólo algunos de los problemas más frecuentes. Las palabras y las imágenes
generan alarma pública y la sensación de estar detenidos frente a una misma
realidad sin resolver.<BR><BR>Existen dos alternativas para interpretar en forma
global semejantes “fallas”: se las puede entender exclusivamente como fruto de
una crisis del régimen carcelario, o como rasgos propios e inherentes de todo
sistema de reclusión moderno. El carácter casi universal de estos problemas
tiende a inclinar la balanza hacia la segunda llave explicativa, dejando así al
descubierto la existencia de una doble moral social que por un lado defiende los
derechos humanos de los ciudadanos pero por otro cierra los ojos, o incluso
considera legítimo vulnerar todos los derechos de los individuos que han sido
tocados por la varita mágica de la justicia. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La cuestionada ley de humanización de cárceles, tan
defendida por el ex ministro José Díaz, parece ahora incendiarse junto a los
colchones de las celdas repletas, inútil ante la evidencia de media decena de
presos ajusticiados. “Pero las noticias no quieren ver al Rambo plantando
boniatos, las cámaras lo enfocan sólo cuando arma bardo”, dijo a Brecha una
fuente de la guardia del penal de Libertad. Quizás esa mirada tuerta que atiende
sólo el conflicto, pierde de vista algunos avances humanitarios de nuestro
sistema penitenciario, pero a la vez documenta un mundo oscuro donde el código
es sobrevivir. Un mundo sometido cada vez más a una presión mayor debido al
ritmo frenético de ingreso de nuevos presos (en Uruguay la proporción de
reclusos es 216 cada 100 mil habitantes, cifra que lo ubica tercero en el
ranking de América Latina), lo que permitió ocupar rápidamente tanto las plazas
desocupadas por los 800 liberados (gracias a la ley de humanización), como las
nuevas, creadas durante estos últimos dos años. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El gélido frío otoñal nos encuentra así paradójicamente
en el punto de partida. Actualmente hay unos 7.200 reclusos y a este ritmo se
calcula que para fin de año se llegue a unos 8 mil. ¿Cuáles son las alternativas
para frenar los motines? ¿Sobre qué ejes debe repensarse la política carcelaria
uruguaya? ¿Basta con aprobar una ley interpretativa para resolver el problema?
¿Fracasó la ley de humanización y modernización carcelaria?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para el comisionado parlamentario, Álvaro Garcé, no se
puede hablar de que la ley de humanización haya fracasado: “Hay un dato: se dio
sólo el 25 por ciento de reincidencia. Cerca de 600 reclusos no volvieron a la
cárcel. Sin la ley habría 600 presos más, muchos de ellos en el Compen (Complejo
penitenciario Santiago Vázquez). Además hay que valorar el segundo capítulo que
está recién en proceso de aplicación. Ha tropezado en las cárceles de mayor
población, en otras, con un número manejable de reclusos, ha funcionado. Hay
buenos mecanismos que no se están cumpliendo y deberían cumplirse, sobre todo
aquellos que buscan la reinserción laboral. La redención de la pena por trabajo
y estudio ha avanzado más en algunos lugares que en otros”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La causa de los últimos episodios carcelarios que
terminaron con cinco muertos, decenas de heridos y la suspensión de las visitas
fue un conflicto entre reclusos (véase recuadro). Según datos del comisionado
parlamentario, “unos pocos internos quisieron pasar de un módulo a otro, se
generó un incidente, luego la intervención de la guardia fue contestada y se
armó el motín”. Para Garcé los motivos “pueden ser conflictos entre los
internos, con la guardia, o entre la visita y los guardias, pero son canales por
donde emerge la situación de fondo que es independiente de los esfuerzos que
realiza en la gestión el comando del establecimiento. Es muy difícil administrar
una cárcel prevista para 1.200 internos con 3.100”. <BR><BR><STRONG>Tramas y
armas plantadas</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Por lo que se dice en el ambiente carcelario, los presos
jamás denuncian a los policías verdaderamente corruptos porque dependen de
ellos, pero sí pueden “embagayar” al que no lo es. Una práctica común es
“plantar” armas dentro de la cárcel para usarlas luego como moneda de cambio
para obtener traslados. El comisionado parlamentario dijo a Brecha que “muchas
denuncias realizadas por los reclusos son planteos de traslado encubiertos. Un
preso realiza una denuncia y luego para protegerlo hay que trasladarlo”. Esa
misma artimaña fue la que usó un recluso con el senador Víctor Vaillant (Espacio
609, fa). Para una fuente del penal de Libertad, lo que hizo “el Betito Suárez
no es nuevo, es una táctica común en los presos: plantear intercambiar
información de armas o policías corruptos por traslados y beneficios”. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El propio senador contó a Brecha cómo fue la situación
que lo llevó a renunciar el pasado martes 12 a la presidencia de la Comisión de
Seguimiento del Sistema Carcelario: “Me llamaron al celular y me informaron que
habían ingresado dos armas y combustible al penal de Libertad. Avisé al director
de la cárcel y, después de las requisas, lo único que encontraron fueron algunos
celulares y droga. Luego me llamó un recluso que dio su nombre y apellido y me
dijo que me podía decir dónde estaban las armas y quién era el policía que las
ingresó”. Vaillant fue entonces junto a Garcé al penal y pidieron una entrevista
con el preso que había llamado, y luego de esperar casi una hora se
entrevistaron “no más de tres minutos”. El preso dijo dónde estaban las armas y
el nombre del policía y pidió a cambio un traslado. El senador cuenta que llamó
a la ministra y le informó la situación. Según Vaillant, Tourné le preguntó
“¿Qué hacemos?”, él dio su opinión y luego la ministra dijo textualmente: “Si
las armas aparecen y nos da el nombre, lo trasladamos esta noche. No te
preocupes”. Las armas aparecieron con cargador y todo. Una hora después
comunicaron la orden de traslado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo el episodio no terminó ahí. La gestión del
senador fue duramente criticada por la ministra, quien aseguró que se le
“plantea el hecho consumado de que las armas están y que hay que hacer los
traslados. Yo no tuve tiempo ni posibilidad”. Enfatizó que en su cartera “no se
negocian armas por plazas” y pidió “colaboración responsable” del sistema
político y no buscando “cinco minutos de gloria en la televisión”. Hasta el
presidente Tabaré Váquez intervino haciéndole llegar a Vaillant el “malestar”
del Poder Ejecutivo por su “inadmisible injerencia”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Vaillant se defendió diciendo que “el problema real es
que los presos tengan armas como moneda de cambio. Nosotros las denunciamos a
las autoridades de la cárcel y en las requisas no las encontraron. Ahora estamos
discutiendo si fue correcto que interviniera un senador. La que ordenó el
traslado fue la ministra y después se arrepintió. Lo que hizo fue una patraña.
Integrando la Comisión de Seguimiento de la situación carcelaria como
legislador, no creo que esté impedido de intervenir. Lo hice en el marco
estricto de mis competencias. Con la certeza de la información que tenía,
volvería a actuar así. Sería un irresponsable si no lo hiciera”, dijo a Brecha.
Consultado sobre una posible inocentada de su parte al desconocer que ese tipo
de denuncia se trata de una artimaña típica de los presos, dijo: “¿Qué tendría
que haber hecho, les tendría que haber dicho quédense con las armas? Si el
director de cárceles dice que esta práctica es habitual y que los presos
‘plantan’ armas para obtener traslados, tendría que renunciar. Que pongan un
detector de metales”. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Garcé dijo que tenía “información general” acerca de
actos de corrupción de guardias que permitían el ingreso de armas en los
penales. A su juicio las armas de fuego son difíciles de ingresar si “no hay
algún tipo de colaboración” de la guardia. Pero no sólo la Policía puede
ingresarlas, el confuso episodio de la abogada defensora del Betito y el
Carlinho que entró al penal de Libertad una pistola calibre 38, lo ha dejado en
evidencia. Cabe consignar que la profesional declaró a la prensa que había
actuado bajo amenaza ya que habían tomado a su hijo de rehén.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta semana un grupo de delegados de los presos del
Compen planteó al comisionado que están dispuestos a colaborar en situaciones de
crisis y ofrecieron la posibilidad de ser convocados cuando haya alguna
situación que requiera el uso de la fuerza para actuar como factor disuasorio.
Además se mostraron preocupados por la restricción de la visita, medida que fue
tomada por el clima de inseguridad que se vivía en los últimos días en el
Compen. Para Garcé “de la visita depende el mantenimiento del lazo familiar y
sobre todo la provisión de alimentos y artículos de primera necesidad. Prolongar
la restricción podría generar consecuencias importantes, porque se generaría un
gran malestar entre los presos”. Lo último que le planteó la delegación fue que
los internos “recibieron insultos en tres oportunidades durante el fin de
semana, por parte de grupos de apoyo policiales que fueron convocados por la
situación de emergencia. Además varios refieren que les pusieron la marcha ‘25
de Agosto’”. Según el comisionado, es una versión confiable, que fue ratificada
por los familiares que estaban siguiendo de cerca la situación. </DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Hacinados</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Casi todos coinciden en que el principal problema que tienen
que enfrentar quienes administran las cárceles es el hacinamiento. Y el
paradigma es el Compen, caldo de cultivo que genera condiciones objetivas de
violencia, corrupción, intentos de fuga, ingreso de drogas y armas. De la reja
para adentro funciona, grabado a fuego, un sistema de equilibrios donde algunos
ejercen su cuota de poder sin que nadie pueda hacer nada para evitarlo. Según un
experimentado asesor parlamentario en el tema, consultado por Brecha, “en las
cárceles hoy las autoridades no tienen el timón, mandan los presos. Si vos no
ejercés el poder, alguien lo ejerce. La señal es que si renunciás posiciones,
las toman los ‘brazos gordos’. En este momento, el poder interno está en mano de
los presos. Y las cárceles estallan cuando a ellos les conviene”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En ese submundo donde funcionan bandas que cometen los
mismos delitos que cometieron en la calle, se dan rapiñas, copamientos y
violaciones. “Entra una banda de tipos armados a una celda y le llevan todo lo
que tiene otro preso que está durmiendo la siesta, eso es un copamiento. O
asaltan un sector a los gritos y rastrillan todo lo que pueden, en especial
drogas, cigarrillos, teléfonos, ropa y comida. Pero nadie lo denuncia”, explica.
De acuerdo a datos del servicio de atención médica del Compen, el nivel de
violaciones y episodios de violencia sexual creció en forma alarmante en los
últimos tiempos. “Nos llama la atención cuando matan a uno o a dos presos, pero
que haya dos o tres heridos graves diarios no trasciende. Muchas veces son
luchas por el poder y otras para sobrevivir. Tenés que pelear por todo: por tu
vida, para que no te roben la comida, por el rancho, por los medicamentos, por
la celda y por poder caminar en el patio”, cuenta. El comisionado parlamentario
admite la existencia de esta realidad: “La proporción de policías por número de
internos es muy baja. En la medida que aumenta la población reclusa y se
mantiene la cantidad de guardias, es posible que los conflictos intragrupales y
los episodios de violencia con la guardia aumenten”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si bien resolver el hacinamiento no necesariamente
elimina esa cultura carcelaria, disminuir el roce entre los internos puede
minimizar los conflictos. Hay algunas celdas de cinco metros cuadrados donde 18
reclusos cocinan, comen, duermen, se bañan y hacen sus necesidades. “Si tenés
600 tipos compartiendo un patio de 18 por 36, en donde no pueden hacer deporte
sino sólo caminar pechándose, se va a armar lío”, asegura este asesor que conoce
la interna de las cárceles desde hace años. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Además, el sistema de ingreso a la mayoría de las
cárceles favorece el abuso de los “viejos” sobre los nuevos. “Tenés un accidente
de tránsito, matás a uno y el juez te manda preso, terminás en el módulo 5 del
Compen. Es el peor módulo de todos. Son primarios de 18, 20 años, sin códigos,
todos arruinados por la pasta base”, asegura la fuente consultado por Brecha.
“Ahí es donde se da la mayor parte de los delitos internos porque no hay presos
viejos y no tienen quién les enseñe códigos. Ahí te van a robar, violar,
lastimar y vas a hacer una cana desastrosa. Sólo te respetan si entrás con buen
pie, le metés el peso a dos o tres, ‘bailás’ (pelear con cuchillo) un par de
veces y lastimás a alguno. Pero vas a ser reprocesado por lesiones y te
convertís en uno más”. De todas formas, agrega, nunca dejás de “bailar”, tenés
que armar tu “cuadro” y tener “perros” que te cuiden las espaldas, que te avisen
cuándo va a haber “camorra” o si alguno “te la quiere dar”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hay varios tipos de arma blanca o “corte carcelario”,
pero de acuerdo a una clasificación interna se pueden especificar tres formatos
típicos que de alguna manera se relacionan con la intención de quien la empuñe.
Un “corte” normal, de hoja de 25 centímetros, es para matar, igual que la
“espada”, que es como una especie de mandoble medieval que se usa cuando la mano
viene “pesada”. El tercero es “un cuchillito garronero que no te mata, sólo te
lastima”. A veces, dice un ex recluso, “se transa una herida con el garronero
para ir a la enfermería o al Maciel, estar unos días internado y despejar la
cabeza. Hay presos que te lastiman a pedido. Eso también se transa”.
<BR><BR><STRONG>Policías y ladrones</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Así como se pueden clasificar los cortes, también existen
modalidades de presos. Están los “viejos chorros” que en general empezaron a
delinquir por opción, que no provienen de zonas marginales y que querían vivir
bien sin trabajar. Son parte de colectivos barriales con códigos. Después
apareció “una camada nueva de chorros por necesidad”. Y más recientemente, la
última vertiente, que son “los que no tienen nada en el balero y para ellos todo
vale. Les da igual robarle al que no conocen como a la madre, o pegarte tres
tiros para sacarte cien pesos o las pipas de los Nike”. Además se dan otras
diferencias, como los narcos, los violadores y los “tipos que nunca tiraron un
tiro y robaron millones de dólares de un banco. Los más famosos son los más
violentos, pero no los más bandidos”, cuenta este experto. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero luego de aprender a “caminar” adentro de la cárcel,
algunos presos no se acostumbran a vivir en libertad, porque en el penal “son
alguien, son un personaje. Algunos tienen guardado el recorte de prensa donde
salió la noticia del delito que cometieron. Se sienten orgullosos de ser tapa de
diario. Eso les da identidad. Los conocen en la planchada, y con suerte los
conocen en varios pisos y hasta los milicos”. Además conocer la interna también
ayuda a conseguir posiciones de poder: “Para el liberado, que mal o bien
aprendió cómo es la cosa, la cárcel no es un lugar tan hostil. Un tipo que hace
una cana larga y tiene código, no se pelea todos los días, por ahí le toca una
vez al mes. Pero es natural para él. Es más hostil el barrio, donde es un gil
cualquiera y un pibe lo mata por tres pesos”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Trabajar en la cocina para un preso es clave porque
consigue mercancía para la “transa”. Cambia carne por cigarrillos o por ropa o
por droga y además se transforma en alguien poderoso: “Si querés comer bien
tenés que hablar conmigo, soy el dueño de la carne. Y a vos te vendo y a vos
no”. Cuentan que hasta la visita a veces se va con carne de adentro de la
cárcel. El preso transa y compra carne mucho más barata que afuera. Por ahí un
quilo y medio de asado cuesta una cajilla de cigarros. El Nevada adentro vale 30
pesos, está cotizado más barato que en los quioscos. La unidad de cambio es una
caja de Nevada. Es el cigarro que más se consume. Se fume o no, porque es un
bien de cambio, como una moneda interna. La otra son las tarjetas de teléfono.
Son mercancías de fácil ingreso que están permitidas. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Otro de los problemas que junto al hacinamiento jaquea
los equilibrios dentro de las cárceles es la baja proporción entre guardias y
reclusos. Los policías que trabajan en el sistema penitenciario, además, cumplen
jornadas muy pesadas, con guardias de hasta 18 horas y pueden pasar más de 20
días separados de su familia. Trabajan en forma rotativa: una semana en la
cárcel, otra cumpliendo el servicio 222, la tercera de nuevo en la penitenciaría
y la cuarta descansan en su hogar. El 80 por ciento de los guardias están
divorciados y muchos viven en asentamientos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Están constantemente tentados de corromperse y se da un
tironeo permanente por los espacios de poder con los reclusos. La inmensa
mayoría intenta mantenerse al margen, informó a Brecha una fuente del Ministerio
del Interior, “pero los bolsones de corrupción los tenés y surten contagio. A
los que arreglan les cambia la vida y vos seguís viviendo en el cante, se te
pudre la cabeza”. Además, dice, “socialmente, si hay algo peor que ser preso en
este país, es ser policía. Acá nadie quiere ser policía. Los únicos que agarran
son los que no tienen formación para otra cosa”. De hecho, Garcé asegura que de
las 500 vacantes que se generaron para reforzar las guardias del sistema
penitenciario sólo se pudo llenar la quinta parte, porque “no existe interés por
parte de la población de pertenecer a la guardia del sistema penitenciario. Hay
un rechazo por la función”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y además hay un porcentaje importante que termina
padeciendo enfermedades psiquiátricas. La conducta habitual es que “jamás piden
atención psicológica, aunque estén pasando mal, estén tomando pastillas para
poder dormir, porque si la piden, lo primero que hacen las autoridades es
sacarle el arma. Y si entrega el arma se le terminó la posibilidad de llegar al
barrio y se les termina el servicio 222. Entonces aguantan, y si pueden
transan”. <BR><BR><STRONG>Números entre rejas</STRONG><BR><BR>En el último año
fueron procesados 17 policías de cárceles por diversos delitos y atraparon a 12
agentes por introducir armas de fuego o drogas a los celdarios. Los guardias
cobrarían el 30 por ciento de la venta de la droga en los penales o 1.500 pesos
por cada paquete ingresado. Un arma puesta adentro por un guardia vale entre 750
y 1.500 dólares, un celular 300 dólares, y un traslado desde 3.500 hasta 7.500
dólares, según fuentes consultadas por Brecha y datos publicados por distintos
medios de prensa. En el último año la Policía requisó 21 armas de fuego, 233
celulares, decenas de “cortes” carcelarios, dos quilogramos de marihuana y 300
gramos de pasta base.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si continúa el ritmo de procesamientos con prisión como
hasta ahora, a fin de año habrá 3 mil reclusos más tras las rejas. La Suprema
Corte de Justicia niega el 75 por ciento de las solicitudes de libertad
anticipada. Hoy habría en todo el sistema carcelario 4.609 presos sin condena.
</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>Correspondencia de Prensa, difundido por
la red solidaria de información. Los artículos firmados no comprometen la
opinión editorial del boletín. Redacción (Ernesto Herrera). Suscripciones:
</FONT></EM></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080 size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
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