<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.2900.2523" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria</U></FONT><BR><FONT color=#800000 size=6><EM>Correspondencia de
Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 31 de julio 2007<BR>Redacción y suscripciones:
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT
size=3>Imperialismo</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El Pentágono contra el colapso
petrolero<BR></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT
size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>Michael T.
Klare</FONT> </STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Revista Sin Permiso</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.sinpermiso.info"><STRONG>www.sinpermiso.info</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción de Oriol Farrés
Juste</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR> <BR><STRONG>16 galones de petróleo [1 galón
norteamericano equivale a 3’785 litros]</STRONG> </FONT></DIV><FONT face=Arial
size=2>
<DIV align=justify><BR>Ésta es la cantidad que un soldado medio consume
diariamente en Irak y Afganistán, ya sea directamente, mediante el uso de
“Humvees”, tanques, camiones y helicópteros, o indirectamente, ordenando ataques
aéreos. Multiplicad esta cifra por 162.000 soldados en Irak, 24.000 en
Afganistán y 30.000 en los alrededores (incluyendo a los soldados a bordo de
barcos de guerra en el Golfo Pérsico) y llegaréis aproximadamente a 3’5 millones
de galones de petróleo: el consumo diario de petróleo en operaciones de combates
norteamericanas en la zona de guerra del Oriente Medio. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Multiplicad este consumo diario por 365 y obtendréis 1’3
miles de millones de galones: el gasto anual estimado de combustible en
operaciones de combate norteamericanas en el sureste asiático. Esto es mayor que
el uso total de petróleo en todo un año por parte de la población de Bangladesh,
150 millones de habitantes. Y aun así, es una gran subestimación del consumo
real del Pentágono en tiempos de guerra. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos números no pueden hacer justicia al extraordinario
gasto de combustible en las guerras de Irak y Afganistán. Después de todo, por
cada soldado estacionado “en la zona”, hay dos más de camino, entrenándose o en
la cola para una despliegue final en el área de guerra, soldados, todos ellos,
que también consumen unas cantidades enormes de petróleo, aunque sean menos que
las cantidades de sus compañeros de ultramar. Además, para sostener un ejército
“expedicionario” situado alrededor del mundo, el Departamento de Defensa tiene
que movilizar millones de toneladas de armas, municiones, comida, combustible y
equipamiento cada año en avión o en barco, consumiendo adicionales tanques de
petróleo. Añadid esto a la cuenta y el presupuesto de petróleo del
Pentágono destinado a la guerra sube de forma considerable, a pesar de que no
hay modo de saber cuánto exactamente. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y las guerras extranjeras, triste es el decirlo, cuentan
sólo como una pequeña fracción del consumo total de petróleo del Pentágono. Al
poseer la mayor flota del mundo de modernos aviones, helicópteros, barcos,
tanques, vehículos blindados y sistemas de apoyo, todos los cuales funcionan con
petróleo, el Departamento de Defensa (DoD) es, de hecho, el consumidor de
petróleo líder en el mundo. Es difícil obtener precisos detalles del gasto
diario de petróleo del DoD, pero un informe de abril de 2007,
<http://www.boston.com/news/nation/washington/articles/2007/05/01/pentagon_study_says_oil_reliance_strains_military/>,
elaborado por un contratista de defensa, LMI Government Consulting,
<http://www.lmi.org/>, sugiere que el Pentágono podría consumir tanto como
340.000 barriles (14 millones de galones) cada día. Esto es mayor que el consumo
nacional de Suecia o Suiza en su totalidad. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>No se trata de “armas contra comida”, sino de
“armas contra petróleo”</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>Para cualquiera que conduzca un vehículo de motor en
estos días, todo ello tiene amenazadoras implicaciones. Con el precio de la
gasolina ahora entre 75 centavos y un dólar por encima de lo que estaba hace
seis meses, es obvio que el Pentágono se está enfrentando a una crisis
presupuestaria potencialmente seria. Como cualquier familia norteamericana, el
DoD tiene que tomar decisiones difíciles: Puede usar su cantidad normal de
petróleo y pagar más para el Pentágono, mientras recorta el gasto en otros
bienes básicos; o puede recortar el gasto en combustible pera proteger el gasto
en sistemas de armamento en desarrollo. Por supuesto, el DoD tiene una tercera
opción: Pude ir al Congreso a pedir un aumento suplementario en sus
presupuestos, pero esto seguro que provocaría nuevas llamadas a fijar un
calendario para la retirada de las tropas en Irak, y por tanto es una opción
poco probable por el momento. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero tampoco se puede estar seguro de los pronósticos.
Hace dos años, el Departamento norteamericano de la Energía (DoE) predecía, con
toda seguridad, que el precio del crudo se estabilizaría en los 30$ por barril
durante un cuarto de siglo más, llevando a que los precios de la gasolina fueran
de 2$ el galón. Pero luego vinieron el Huracán Katrina, la crisis en Irán, la
insurgencia en el sur de Nigeria, y un montón de otros problemas que tensaron el
mercado de petróleo, apresando al DoE a aumentar su proyección de precio a un
promedio de 50$ por barril. Esta es la cantidad que figura en muchas de las
actuales previsiones de presupuesto incluyendo, presumiblemente, los del
Departamento de Defensa. ¿Pero cómo de realistas son estas previsiones? El
precio del barril de crudo hoy oscila en un promedio de 66$. Muchos analistas
energéticos dicen que un precio de 70$-80$ por barril (o posiblemente todavía
mucho más) es más posible que sea nuestro destino en un futuro próximo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Un aumento de precio de estas magnitudes, cuando se
traduce en el coste de gasolina, combustible para aviones, diesel, energía para
la calefacción doméstica y petroquímicos, hará estragos en los presupuestos de
familias, granjas, empresas y gobiernos locales. Tarde o temprano, forzará a la
gente a hacer profundos cambios en sus vidas diarias tan benignos como comprar
un vehículo híbrido en lugar de un SUV o tan dolorosos como recortar el gasto en
calefacción o sanidad simplemente para poder hacer un inevitable desplazamiento
al trabajo. Tendrá un efecto igualmente severo en el presupuesto del Pentágono.
Como consumidor número uno en el mundo de productos petrolíferos, el DoD estará
obviamente afectado desproporcionadamente por una duplicación en el precio del
crudo. Si no puede dirigirse al Congreso para reequilibrarlo, tendrá que reducir
su consumo derrochador de petróleo y recortar el gasto en otros bienes, incluida
la compra de armas.<BR><BR>El aumento de precio del petróleo está produciendo lo
que el contratista del Pentágono LMI llama una “desconexión fiscal” entre los
objetivos a largo plazo del ejército y las realidades del mercado de la energía.
“La necesidad de recapitalizar equipamientos dañados u obsoletos (de las guerras
de Irak y Afganistán) y de desarrollar sistemas de tecnología punta para
implementar futuros conceptos operacionales está creciendo”, explicó en un
informe de abril de 2007
<http://www.lmi.org/NewsandEvents/news/News07_006.aspx>. Sin embargo, una
incapacidad para “controlar los costes de energía incrementados de combustible e
infraestructura de apoyo desvía los recursos que de otro modo estarían
disponibles para proveer nuevas capacidades.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y ésta es presumiblemente la última de las preocupaciones
del Pentágono. El Departamento de Defensa es, después de todo, la organización
militar más rica del mundo, y es esperable que recurra a cuentas ocultas de un
tipo u otro para pagar sus facturas de petróleo y financiar sus proyectos
armamentísticos favoritos. Sin embargo, esto asume que habrá suficiente petróleo
para satisfacer las necesidades siempre crecientes del Pentágono, lo cual es sin
duda una conclusión inevitable. Como todos los demás consumidores de petróleo,
el DoD tiene que hacer frente a la, amenazadora pero difícil de admitir,
realidad del “Colapso Petrolero” <http://www.peakoil.net/>; la posibilidad
muy real de que la producción global de petróleo esté cerca o en su límite
máximo de sostenibilidad y que pronto comience un declive irreversible. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La producción global de petróleo alcanzará finalmente un
máximo y luego el declive dejará de ser una cuestión de debate; ahora las
principales organizaciones energéticas ya comparten esta perspectiva. Lo que
permanece abierto a discusión es precisamente cuando llegará este momento.
Algunos expertos lo sitúan confortablemente en el futuro, es decir, en las dos o
tres décadas siguientes, mientras otros lo sitúan en esta misma década. Pero si
hay un consenso emergente, es que esto ocurrirá el 2015. Sea cual sea el
calendario real para este acontecimiento, es evidente que el mundo se enfrenta a
un cambio profundo en la disponibilidad de energía, al movernos de una situación
de relativa abundancia hacia otra de relativa escasez. Es importante, no
obstante, hacer notar que este cambio se aplicará, por encima de todo, a la
forma de energía que el Pentágono demanda: los líquidos de petróleo que se
utilizan para abastecer aviones, barcos y vehículos blindados. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La doctrina Bush se enfrenta al colapso
petrolero</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>El Colapso Petrolero no es una de las amenazas globales
que el Departamento de Defensa haya combatido antes; y, como otras agencias
gubernamentales de los Estados Unidos, tiende a evitar el asunto, viéndolo hasta
hace bien poco como una cuestión periférica. Pero desde que las estimaciones de
la llegada inminente del colapso petrolero se han incrementado, se ha visto
obligado a sentarse y tomar nota. Estimulado, a lo mejor, por la subida de
precios de combustible, o por la atención creciente que se ha dedicado a la
“seguridad energética” <http://www.iags.org/es.html> por parte de
estrategas académicos, el DoD se ha interesado súbitamente por el problema. Para
guiar la exploración del tema, se ha creado la Office of Force Transformation
<http://www.oft.osd.mil/> con la Office of the Under Secretary of Defense
Policy, comisionada por LMI
<http://www.lmi.org/NewsandEvents/news/News07_006.aspx> para dirigir un
estudio de las implicaciones de la futura escasez energética en la estrategia
del Pentágono. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El estudio resultante <http://www.oft.osd.mil/>,
"Transforming the Way the DoD Looks at Energy," fue una auténtica bomba.
Determinando que la estrategia militar global del Pentágono es incompatible con
el declive de producción mundial de petróleo, LMI concluyó que “el actual plan
presenta una situación en la que la agregación de la capacidad operacional de la
energía podría ser insostenible a largo plazo.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>El LMI llegó a esta conclusión a partir de un cuidadoso
análisis de la doctrina militar actual de los Estados Unidos. En el corazón de
la estrategia militar nacional <http://www.whitehouse.gov/nsc/nss.html>
impuesta por la Administración Bush, la doctrina Bush, hay dos principios
básicos: “transformación”, o la conversión del pesado y estancado aparato
militar estadounidense de la Guerra Fría en un máquina de guerra futurista, de
tecnología punta, capaz de saltar ágilmente de continente a continente; y
“prevención”, o el inicio de hostilidades contra “estados gamberros” como Irak e
Irán, sospechosos de poseer armas de destrucción masiva. Lo que los dos
principios suponen es un incremento sustancial en el consumo de productos
petrolíferos por parte del Pentágono, ya sea porque tales planes confían, cada
vez más, en poder aéreo y marítimo, o porque implican un “tempo” acelerado de
operaciones militares. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Como resumió el LMI, la implementación de la doctrina
Bush requiere que “nuestras fuerzas se expandan geográficamente y sean más
móviles y expeditivas para que se puedan implicar en más zonas y estén
preparadas para el despliegue en cualquier parte del mundo”; al mismo tiempo,
“tiene que haber una transición desde posiciones de fuerza reactivas hacia
posiciones activas para detener las fuerzas enemigas en la organización de
ataques potencialmente catastróficos.” De ahí se sigue que “para llevar a cabo
estas actividades, el ejército estadounidense necesitará intensificar el uso
energético... Considerando la tendencia de consumo operacional de combustible y
las futuras necesidades de su capacidad, este ‘nuevo’ constructo de uso
energético requerirá más combustible.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>El incremento resultante de consumo de petróleo es
probable que sea dramático. Durante la operación Tormenta del Desierto en 1991,
el promedio en el uso energético de un soldado norteamericano era sólo de cuatro
galones de petróleo al día; como resultado de las iniciativas de George W. Bush,
un soldado norteamericano en Irak está empleando ahora cuatro veces más
<http://www.boston.com/news/nation/washington/articles/2007/05/01/pentagon_study_says_oil_reliance_strains_military/>.
Si esto sigue así, la siguiente guerra podría conllevar un gasto de 64 galones
al día por soldado. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Fue la insostenible lógica de esta situación lo que llevó
al LMI a concluir que hay una severa “desconexión operacional” entre los
principios para las guerras futuras de la Administración Bush y la situación
energética global. La compañía señala que la administración “ha ligado la
capacidad operacional del ejército a una soluciones de alta tecnología que
requieren un crecimiento continuo de fuentes energéticas”, y lo ha hecho en el
peor momento histórico posible. Después de todo, lo más probable es que el
abastecimiento de energía empiece a disminuir en vez de crecer. Claramente, como
se puede leer en el informe de abril de 2007 del LMI, “podría no ser posible el
ejecutar las capacidades y conceptos operacionales para alcanzar nuestra
estrategia de seguridad si no se consideran las implicaciones energéticas.” Y
cuando se consideran estas implicaciones energéticas, la estrategia deviene
“insostenible”. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El Pentágono como “Servicio Global de Protección
de Petróleo”</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Cómo responderá el ejército ante este inesperado reto?
Una aproximación, favorecida por algunos del DoD, es “volverse verde”, esto es,
enfatizar el desarrollo acelerado y adquisición de sistemas armamentísticos
“sostenibles”, de modo que el Pentágono pueda mantener su compromiso con la
Doctrina Bush, pero consumiendo menos petróleo mientras lo hace. Esta
aproximación, en caso de que sea factible, entrañaría la obvia atracción de
permitir al Pentágono una apariencia “respetuosa con el medio ambiente” mientras
preserva y desarrolla su estructura de fuerza intervencionista existente. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero también hay una posibilidad más siniestra que puede
ser mucho más conveniente a los oficiales superiores: para asegurarse una fuente
fiable de petróleo a perpetuidad, el Pentágono aumentará sus esfuerzos para
mantener el control sobre fuentes de suministro extranjeras, notablemente campos
de petróleo y refinerías de la región del Golfo Pérsico, especialmente en Irak,
Kuwait, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes. Esto ayudaría a explicar
las recientes declaraciones sobre los planes de los Estados Unidos de mantener
bases “durables” <http://www.tomdispatch.com/post/174807/> en Irak, junto
con una impresionante y elaborada infraestructura de bases en estos otros
países. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El ejército estadounidense primero empezó procurando
productos petrolíferos de proveedores del Golfo Pérsico para sostener sus
operaciones de combate en el Medio Oriente y Asia durante la Segunda Guerra
Mundial, y desde entonces lo ha estado haciendo. Fue, en parte, para proteger
esta fuente vital de petróleo para propósitos militares que, en 1945, el
Presidente Roosevelt fue el primero en proponer el despliegue de presencia
militar norteamericana en la región del Golfo Pérsico. Más tarde, la protección
del petróleo del Golfo Pérsico llegó a ser más importante para el bienestar
económico de los Estados Unidos, como se articuló en la “Doctrina Carter” del
presidente Jimmy Carter
<http://www.jimmycarterlibrary.org/documents/speeches/su80jec.phtml>,
sobretodo en su discurso del 23 de enero de 1980, así como también en la
decisión de agosto de 1990 del presidente George H. W. Bush de parar la invasión
de Kuwait de Saddam Hussein, que llevó a la primera Guerra del Golfo y, como
muchos dirían, la decisión del joven Bush de invadir Irak una década más tarde.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>Así las cosas, el ejército norteamericano se ha
transformado en un “servicio global de protección de petróleo”
<http://www.tomdispatch.com/post/1888/michael_klare_on_oil_wars_and_the_american_military>
para beneficiar a las corporaciones y consumidores estadounidenses, luchando en
ultramar y estableciendo bases para asegurar que saquemos nuestra cantidad fija
de petróleo al día. Sería a la vez triste e irónico que el ejército
norteamericano luchase en guerras sólo con el propósito de garantizar el
combustible suficiente para abastecer a sus propios aviones, barcos y tanques,
consumiendo centenares de miles de millones de dólares al año que se podrían
destinar al desarrollo de alternativas al petróleo. <BR><BR> <BR>* Michael
T. Klare es profesor de Paz y Estudios de Seguridad Mundial en el Hampshire
College, también es autor de Blood and Oil: The Dangers and Consequences of
America’s Growing Dependency on Imported Petroleum
<http://www.powells.com/cgi-bin/biblio?inkey=65-0805073132-2>. Artículo
procedente de Tomdispatch.com <A
href="http://www.tomdispatch.com/post/174810">http://www.tomdispatch.com/post/174810</A>.
<HR>
<STRONG><EM><FONT color=#000080 size=3>Correspondencia de Prensa, difundido por
la red solidaria de información. Los artículos firmados no comprometen la
opinión editorial del boletín. Redacción (Ernesto Herrera). Suscripciones:
</FONT></EM></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080 size=3>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><BR> <BR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>