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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria</U></FONT><BR><FONT color=#800000 size=6><EM>Correspondencia de
Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 16 de setiembre 2007<BR>Redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Argentina</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Cartoneros: reciclar la
desocupación</STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Laura Caniggia</STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Información Social
Alternativa (ISA)</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.agenciaisa.com.ar/"><STRONG>http://www.agenciaisa.com.ar/</STRONG></A></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>Cuando al trabajo lo convirtieron en
basura, ellos tuvieron que salir a la calle para recuperarlo, reciclarlo. Pasó
un lustro del estallido de la crisis. A los cartoneros ya no se los considera un
“símbolo nacional” pero, aunque ahora se los ignore, siguen sobreviviendo con lo
que le sobra a los demás.<BR><BR>El silencio común en la noche de un lunes, se
interrumpe. El ruido de las ruedas girando sobre el asfalto se hace cada vez más
fuerte, hasta que se apodera del lugar. <BR><BR>En la esquina de O´Higgins y
Manuela Pedraza, en Núñez, estacionan los changuitos y en medio de la multitud
está el motivo que incentiva la convocatoria: una gran olla.<BR><BR>Es junio, un
lunes frío del invierno argentino del 2002, ocho integrantes de la Asamblea de
Vecinos Núñez - Saavedra se paran detrás de la ofrenda y les piden a los
cartoneros que formen fila. <BR><BR>Justo en la esquina, sobre una pared gris
que está a espaldas de los vecinos y ante los ojos cartoneros, se lee: “Con la
democracia se come, se cura y se educa”. Los comensales van avanzando, se van
acercando a lo que para muchos es su única alimentación diaria, y esa profecía
alfonsinista expresada cuando la ilusión de la justicia social parecía tangible,
se hace cada vez más nítida frente a sus ojos y más difusa en su
realidad.<BR>Esta ceremonia, esta comunión entre cincuenta argentinos, se daba
todos los lunes. Cuando la crisis estalló, hace ya un lustro, una parte de la
clase media se organizó en asambleas y tuvo –por primera vez- contacto con
quienes padecían las consecuencias de 25 años de un modelo económico orientado a
la concentración de la riqueza y el desempleo.<BR><BR>En el intento de
solucionar la cobertura de las necesidades básicas de la mitad de la sociedad,
las ollas populares, la separación de residuos y las viandas para el cartonero
de la cuadra, se hicieron rutina.<BR><BR><STRONG>Moda de
cartón</STRONG><BR><BR>Ayudar a los cartoneros, filmar a los cartoneros,
escribir sobre los cartoneros, darles un sándwich a los cartoneros, separarle la
basura a los cartoneros, poner en subasta a los cartoneros, era lo in. El
discurso represivo deja de escucharse y se pone de moda; es bien visto apoyar
“la causa cartonera”.<BR><BR>Una encuesta publicada por el diario Página/12
refleja que el 90 por ciento de los porteños tiene una actitud favorable ante
este nuevo fenómeno social, y una revista de moda los identifica como símbolo de
“identidad nacional”.<BR><BR>“Quinientas familias de Palermo clasifican la
basura para los cartoneros”, informaba un titular de octubre de 2002. La
solidaridad entre los argentinos emocionaba, se creía que era un quiebre, una
etapa de concientización y transformación.<BR><BR>“Prefiero facilitarles la
tarea antes de que rompan las bolsas y quede desparramada la basura por toda la
vereda”, explicaba, unos párrafos más abajo, una macanuda propietaria de un
departamento que está en las alturas de ese verde barrio.<BR><BR>Muchos les
daban comida; hasta Mirtha Legrand almorzó con varios de ellos. Los sentó en las
sillas de pana, ante la mesa de madera de roble y los hizo llevarse a la boca
unos finos bocadillos transportados por cubiertos de plata.<BR><BR>"Hay gente
que come de la basura”, aseguró, en medio de la conversación televisiva, María
Julia Navarro (cartonera de Villa Soldati de 54 años) y le contó a la Chiqui que
el padre de sus cuatro hijos era alcohólico y le pegaba. "Yo viví en casas
tomadas, me desalojaron y estuve diez años bajo un puente", recordó, y la diva
de los almuerzos le preguntó: "¿Nadie te veía?". "Hay mucha gente que vive así",
apuntó Cristina (de la cooperativa El Ceibo) y la conductora replicó: "Me da
mucha rabia porque yo pago muchos impuestos”.<BR><BR>Pero la moda de cartón no
limitó su expansión al territorio argentino. Muchos artistas y estudiantes
extranjeros venían a observar la vida de los cartoneros, y se creó un comercio
que convirtió a la miseria en arte.<BR><BR>¡Subasta on line de los objetos de
los cartoneros del Tren Blanco! Un holandés se llevó de la Argentina 64 objetos
(desde juguetes y tupperware hasta filmadoras viejas y platos) encontrados por
los cartoneros entre los desperdicios de Belgrano, Colegiales y Villa Urquiza;
grabó las voces de los recolectores y las puso en venta en la Web. <BR><BR>Se
escribieron tangos dedicados al oficio de los “recuperadores urbanos”, se
organizaron congresos y debates, y hasta se aprobó una Ley que pretendía regular
la actividad.<BR><BR><STRONG>Infancia corrugada</STRONG><BR><BR>Cinco de Octubre
de 2002: La ley Nº 992 crea el Programa de Recuperadores Urbanos y Reciclado de
Residuos Sólidos en la Ciudad de Buenos Aires (PRU). “Esta propuesta está
destinada a crear las bases de una política pública orientada a consolidar la
recuperación y el reciclado en la Ciudad, mejorando las condiciones y medios de
trabajo de los recuperadores urbanos y fortaleciéndolos como actor social y
agente económico. Al mismo tiempo, se pretende favorecer la práctica de
separación domiciliaria y fortalecer los circuitos de reciclado sin afectar la
limpieza e higiene urbana”, la describe bondadosamente el Gobierno de la
Ciudad.<BR><BR>A pocos meses, el juez en lo contencioso administrativo Augusto
Kersman, la declaró inconstitucional porque -entre otras atrocidades- esta
regulación amparaba el trabajo infantil.<BR><BR>“El Gobierno de la Ciudad deberá
darles a los chicos de entre 15 y 17 años, que trabajan como cartoneros, la
opción de abandonar la actividad para estudiar con una beca escolar más un
subsidio que iguale lo que ganan recogiendo basura por las calles”,
ordenó.<BR><BR>La sentencia también establecía la "caducidad inmediata" de las
credenciales de cartoneros que se le hubiesen otorgado a menores de 14 años.
Oficialmente, habían reconocido que 128 chicos de entre 15 y 17 años habían sido
inscriptos como cartoneros y que, de ellos, “a sólo 57 se les entregó su
credencial”. Sin embargo, la opositora denunciante Patricia Bullrich aseguraba
que los menores registrados como cartoneros llegaban a 1.700, y la calle
sustentaba su afirmación. <BR><BR><STRONG>Economía de papel</STRONG><BR><BR>Esa
norma también promete fortalecerlos “como actor social y agente económico”.
Cuando aprobaron la reglamentación, el cartón cotizaba 15 centavos y el papel
blanco 29 el kilo. El metal, dos pesos el kilo. Al año, los recuperadores
urbanos se habían duplicado y las cotizaciones de lo recolectado bajaban un 50
por ciento.<BR><BR>Cuando la desocupación y la subocupación alcanzaban a casi
seis millones de personas, la recolección de papel y cartón se transformó en la
vía de ingresos de 154.000 personas. Pero aún en ese sector, las diferencias
entre lo que perciben los que recogen los papeles de la calle y sus
intermediarios es más del doble. Y el precio final del papel reciclado es diez
veces superior a lo que percibe el cartonero. <BR><BR>Mientras los cartoneros
cobran entre 15 y 20 centavos por kilo de cartón reciclable, los depósitos
chicos ganan 50 centavos y los grandes acopiadores 56. La brecha se vuelve a
abrir para que entren más intermediarios y el precio mayorista del kilo de cajas
de cartón corrugado llega a 2,6 centavos. <BR><BR>La distancia entre unos y
otros es aún mayor si se toma en cuenta el nivel de concentración del negocio.
Tres empresas: Zucamor, Smurfit Argentina y Cartocor participan del 50 por
ciento de las ventas totales de un negocio que -según una investigación
realizada por el Ente Único Regulador de Servicios Públicos de la Ciudad-
generaba unos cien millones de pesos anuales en plena crisis.
<BR><BR><STRONG>Miradas de plástico</STRONG><BR><BR>A pesar de lo que podrían
suponer quienes no tuvieron que salir a arrastrar el carro, un relevamiento
realizado por el Gobierno porteño a fines del 2002 demostraba –sobre mil casos
encuestados- que la mayoría de los cartoneros había ingresado a esa actividad
durante ese año.<BR><BR>“Yo me había comprado el caballo porque después de
quedarme sin laburo en la construcción, me ilusionaba con ser el verdulero
ambulante del barrio; pero nunca se dio y tuve que salir a revolver las bolsas
de basura”, recuerda Francisco Monzón en el Bajo Flores y confiesa que, al
principio, le daba vergüenza salir con el carro, y por eso iba por las calles
más oscuras.<BR><BR>Son argentinos que tuvieron que salir a recolectar trabajo,
ha reciclarlo, cuando lo convirtieron en basura. Son el ejército de desocupados
que perdió con la desregulación laboral, con las privatizadas, con la
concentración de la riqueza. <BR><BR>Ya no almuerzan con Mirtha Legrand; en
Palermo la basura volvió a estar mezclada y dejaron de ser protagonistas de
galerías de arte. Pero el silencio común en la noche de los lunes, los martes,
los miércoles, los jueves, los viernes, los sábados y los domingos se sigue
interrumpiendo. <BR><BR>El ruido de las ruedas girando sobre el asfalto se hace
cada vez más fuerte y se apodera de la Ciudad. Pero en la esquina de O´Higgins y
Manuela Pedraza, en Núñez, no hay bullicio, no hay convocatoria, no está la
olla. Los changuitos no paran; le pasan de costado a la pared gris y siguen de
largo hasta la estación del Tren blanco. </DIV>
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<HR>
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<DIV align=center><EM><STRONG><FONT color=#000080 size=4>Correspondencia de
Prensa - boletín informativo - red solidaria<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></STRONG></EM><A href="mailto:germain5@chasque.net"><EM><STRONG><FONT
color=#000080 size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></EM></A></DIV>
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