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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U><FONT size=5>boletín informativo - red
solidaria</FONT></U><BR><FONT color=#800000 size=6><EM>Correspondencia de
Prensa</EM></FONT><BR>Año IV - 25 de setiembre 2007<BR>Redacción y
suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Colombia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>La otra mirada desde el Polo
Democrático</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Guerrilla y Estado en el callejón
con salida</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Luis Alberto
Matta</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Red Resistencia </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Argenpress</STRONG><BR><STRONG><A
href="http://www.argenpress.info/">http://www.argenpress.info/</A></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG><BR><BR>Quienes se oponen a que se alcance
un acuerdo humanitario entre guerrilla y Estado colombiano, actúan conscientes
de neutralizar posibles caminos hacia la paz, que comienzan, por aceptar la
naturaleza política y social del conflicto interno. El intercambio humanitario
es un imperativo ético. Se contempla en el Derecho Internacional Humanitario, y
no será la primera vez que se haga, como tampoco la última, mientras persista el
conflicto social y armado. Y una pregunta: ¿Por qué a un sector de la izquierda,
también le preocupa el acuerdo humanitario? <BR><BR>Los poderosos se oponen a un
Intercambio Humanitario, porque así obstruyen la posibilidad de abrir caminos
hacia un tratado de paz entre las FARC-EP y el Estado Colombiano. Washington y
Bogotá calculan, que de concretarse el acuerdo, éste visibiliza
internacionalmente la naturaleza política del conflicto social y armado que
padece Colombia. Además, amplía la interlocución local y regional de la
insurgencia, en absoluta contravía de los intereses imperiales, interesados en
reducir lo que consideran un foco de resistencia en el hemisferio occidental.
<BR><BR>A las transnacionales y sus títeres en Colombia, les inquieta un
escenario en el que las FARC desplieguen su proyecto revolucionario y
Bolivariano. A los halcones, porque deducen que beneficia el proceso de alto
contenido socialista, que avanza en Ecuador, Bolivia, y principalmente en
Venezuela, que le resta margen de acción al propósito expoliador y guerrerista
del imperio. A la ultraderecha colombiana, porque el sustento de su régimen es
la guerra. <BR><BR>Pero a la izquierda institucional de Colombia también le
preocupa, que en la coyuntura actual las FARC desplieguen su arsenal político.
Sabe que vigoriza la confianza popular en el proyecto emancipador de la
guerrilla, y no hay circunstancia que mas odien los arrepentidos, que saber
vigente la perspectiva del socialismo. Por eso vociferan contra las FARC,
mientras retan al resto de la izquierda y al movimiento social, para que se sume
a la cruzada contrainsurgente. <BR><BR>Esta es la receta de la izquierda
institucional: criticar y hacer oposición electoral al régimen sí, pero resistir
y luchar por transformar el sistema económico y social, no. Hacerse al gobierno
sí, pero luego cogobernar con quienes detentan el poder económico y militar,
haciendo llevadera la pobreza y la injusticia, con una muy bien presentada
estrategia asistencial. Para esta izquierda, las movilizaciones agrarias,
obreras o estudiantiles, son contraproducentes e innecesarias. <BR><BR>Como
antes Pinochet, hoy Uribe Vélez es el fantoche del Pentágono en América Latina.
Pero la diferencia radica, en que ahora se permite hacer oposición de izquierda.
Claro está, de esa 'izquierda políticamente correcta', cuya máxima ambición sea
profundizar la democracia capitalista. Salirse de ese parámetro es causal de
sospecha, y se corre el riesgo de ser demolido por los sicarios de la propaganda
antiterrorista. <BR><BR>Uribe como aquel dictador chileno, rodeado de genocidas,
se representa como un defensor de la democracia. Y aunque su rostro principal
sean prósperos ejecutivos de las transnacionales, alrededor suyo giran los
sectores más corrompidos y violentos del Establecimiento colombiano. Violadores
de derechos humanos, que en su conjunto representan el principal obstáculo para
el intercambio humanitario. <BR><BR>Desde el momento de su posesión, Uribe
dilata y manosea la cuestión del canje de prisioneros, tratando de ganar tiempo
en su presuntuoso anhelo de derrotar política y militarmente a las FARC.
Mientras tanto, con el ELN pretende la desmovilización y el desarme, soslayando
la posibilidad de pactar transformaciones sociales. <BR><BR>Aún así, esos
sectores de izquierda aspiran a que el ELN firme rapidito la paz, aunque Uribe
haya asumido los diálogos como táctica contrainsurgente; y lo peor, que pretenda
igualar a la insurgencia con bandas paramilitares. Por el otro lado, vociferan
una diarrea de injurias y diatribas contra las FARC, para golpear socialmente
todas sus iniciativas políticas, y especialmente aquellas conducentes al
intercambio humanitario. <BR><BR>Entretanto, Uribe le sostiene la caña a Bush y
este a los contribuyentes Estadounidenses, primero, con la bien preparada farsa
de Uribista de la desmovilización paramilitar, ocultando la legalización del
narco-paramilitarismo y su dinero manchado de sangre. Y segundo, con la fábula
de que Colombia no vive un conflicto interno, sino que enfrenta una amenaza
terrorista. <BR><BR>En el plano nacional, a Uribe le está saliendo el tiro por
la culata. Contradicciones internas de los narcotraficantes, ajustes de cuentas,
y principalmente el temor a ser traicionados por la oligarquía, empujó a varios
de ellos a destapar la olla podrida, en que se cocina a fuego lento su
'seguridad democrática'. En un espiral de señalamientos muy típicos del hampa,
los narcoparamilitares comienzan a delatar a sus socios, desatándose el fenómeno
conocido como la 'parapolítica'. <BR><BR>Reconocidos ladrones, todos ellos
políticos profesionales, y por alguna razón, que supongo de Estado, solo unos
cuantos altos y medianos oficiales de inteligencia, policía y ejército, son
sometidos a investigación. Finalmente, el jefe de inteligencia y algunos barones
políticos son encarcelados. Todos ellos, pertenecientes al partido del
presidente. <BR><BR>Consecutivamente estallan otros escándalos, pero hay uno que
llama la atención. Se trata de la antigua disputa entre policía y ejército,
desatada por manejo de recursos del Plan Colombia, y presumiblemente por asuntos
relacionados con el narcotráfico. Numerosos policías son asesinados por el
ejército en acciones de 'fuego amigo'. El gobierno trata de desviar la atención
pública, mediante la publicidad de una serie de falsos 'positivos' contra la
guerrilla, pero la policía contribuye a esclarecer que fueron actos terroristas
cometidos por hombres del ejército. <BR><BR>Posteriormente, se descubre que la
policía ordenó interceptar a funcionarios del gobierno, y también a los
paramilitares que gozan de comunicaciones modernas en su lugar de reclusión o
protección. Se sabe entonces, que los paramilitares siguen desde allí ordenando
crímenes y controlando el narcotráfico. A los pocos días, Uribe destituye
fulminantemente a nueve altos oficiales de la policía. El gobierno de EEUU
advierte su inconformidad, pero se tranquiliza una vez conoce que Uribe nombró
como jefe de la policía nacional, a un general del que no pocos creen, desde
hace mucho trabaja con la CIA. En el marco de este torbellino de
acontecimientos, Uribe trata de escapar al juicio de la opinión pública,
haciendo propuestas desatinadas, y dilatorias, en relación con el intercambio
humanitario. <BR><BR>A su turno, la Corte Suprema de Justicia ordena la
detención de más políticos adeptos al gobierno, algunos acusados de haber
ordenado horrendas masacres, y otros haber financiado sus campañas con dineros
del narcotráfico. Es oportuno reconocer que la Corte Suprema de Justicia, como
antes la Corte Constitucional, han demostrado un significativo margen de
independencia. Estas no han sido totalmente avasalladas por la corrupta
maquinaria de Uribe, pese a la inclusión de algunos magistrados de muy dudosa
reputación. <BR><BR>Siguiendo una tendencia histórica, siguen en la impunidad
los jefes del ejército involucrados en crímenes contra líderes populares, y
quienes participaron en el genocidio contra la Unión Patriótica, un hecho que
marcó el agravamiento del conflicto interno colombiano. A unos cuantos a quien
se les inició alguna investigación, fueron absueltos sea por la justicia
militar, o por la Fiscalía General de la Nación. <BR><BR>En esta vorágine, otro
asunto queda al descubierto. Se trata de la tenebrosa guerra entre los antiguos
carteles narcotraficantes de Cali y Medellín, que persiste a través de sus
remanentes y herederos, y se agudiza durante el gobierno de Uribe Vélez. En este
sentido llama la atención, que una parte de los narcotraficantes sea extraditada
a EEUU, mientras la otra, 'mejor relacionada', se convierte en comandancia
paramilitar. Fuera de eso, el gobierno promete conferirles status político de
rebelión. Es decir, de amigos y socios del régimen, pasar a considerarlos
opositores. <BR><BR>Las amenazas crecientes no amilanan al movimiento de
víctimas, ni a las organizaciones sociales, y de defensa de los derechos
humanos, quienes se movilizan contra el proyecto Uribista de Impunidad. Es en
este torbellino de acontecimientos la lucha por el canje humanitario avanza, y
gana respaldo nacional e internacional. <BR><BR>Uribe lo sabe, y desprestigiado
ante la opinión internacional, aunque no en la nacional conforme a la estrategia
de las encuestas, insiste en el rescate militar de los prisioneros. Por su
irresponsable aventura, hoy lamentamos los trágicos sucesos en que murieron los
11 diputados cautivos por las FARC, un suceso que está por aclararse. Se trata
de una desgracia similar a la sucedida en Urrao, cuando murieron en el intento
de rescate, un ex ministro de defensa, un ex gobernador, y varios militares
cautivos. <BR><BR>La negativa de Uribe a ceder en el intercambio humanitario,
radica en acuerdos con la Casa Blanca, orientados a no reconocer la naturaleza
política y social del conflicto colombiano. El gobierno estima que a través del
intercambio envía un mensaje de debilidad a los ciudadanos, incluso a los
alzados en armas. <BR><BR>Pero un acuerdo humanitario en Colombia, que implique
el intercambio de prisioneros, es un imperativo ético. Se contempla en el
Derecho Internacional Humanitario, y no será la primera vez que se haga un
acuerdo de esa naturaleza en Colombia, como tampoco la última, mientras persista
el conflicto armado. El libertador Simón Bolívar sentó un precedente en
Noviembre de 1820, durante la independencia, al firmar un acuerdo de
regularización de la guerra con el general Morillo, jefe de las tropas
Españolas. Entre otros arreglos, dicho acuerdo posibilitó el intercambio de
prisioneros. <BR><BR>En 1997 el gobierno de Ernesto Samper y las FARC-EP
firmaron el 'Acuerdo de Remolinos del Caguán', gracias al cual, fueron liberados
60 soldados y 10 infantes de marina, prisioneros de guerra en manos de la
insurgencia. Posteriormente, en el año 2001, sucede el 'Acuerdo de los Pozos',
firmado entre el gobierno Pastrana y las FARC, justo en la zona de despeje del
Caguán, mediante el cual finalizó el cautiverio de 42 policías y soldados
enfermos, a cambio de 15 guerrilleros. Más tarde, el 27 de junio de 2001, sin
contraprestación, las FARC liberan en La Macarena, departamento del Meta, área
integrada a la zona despeje del Caguán, 300 policías y militares de diversos
rangos. <BR><BR><STRONG>Las agendas ocultas, y los intereses distintos de
hoy</STRONG><BR><BR>La principal dificultad para llegar al intercambio
humanitario radica en las agendas ocultas. El gobierno, aunque lo niegue, ha
intentado sin desmayo el rescate por la vía militar. Además, ha ensayado la
eficacia de los informantes, un millón según Uribe, para delatar los vínculos de
la guerrilla con el movimiento social. Un congresista ha pretendido ganar el
favor electoral, asumiendo de hecho la jefatura de los informantes. <BR><BR>Las
FARC insisten, que para avanzar en el canje humanitario, habrá de decretarse un
área desmilitarizada, comprendida en los municipios de Pradera y Florida, Valle
del Cauca. Por su parte, el gobierno se niega a despejar dicha área, y sostiene
que los guerrilleros a ser liberados, deben abandonar la insurgencia, incluso
establecerse en otro país. <BR><BR>La insurgencia espera que el intercambio
humanitario, haga visible el conflicto, además de liberar a centenares de
insurgentes presos. Según analistas y conocedores de la insurgencia, esta busca
la posibilidad de replantear un proceso de paz de cara al país, pero anticipan,
que con Uribe no se alcanzará dicho anhelo de los colombianos. O sea, que las
FARC plantean la inevitable sustitución del régimen. <BR><BR><STRONG>El Polo
Democrático Alternativo y el acuerdo humanitario</STRONG><BR><BR>Expresamente
señalado en la declaración final del Congreso de Unidad, el Polo apoya las
iniciativas tendientes a buscar y concretar el acuerdo humanitario. Pese a ello,
Gustavo Petro, uno de los congresistas más visibles del PDA, ha declarado su
interés particular en la derrota política de las FARC. Esta situación ha
desatado una interesante polémica al interior del PDA, en la cual Petro no
obtuvo respaldo. Carlos Gaviria, presidente del Polo, refiriéndose a Petro
manifestó recientemente, que no es aceptable romper la unidad del PDA, con esta
clara intención de fundar el ala Uribista del Polo. <BR><BR>Con la participación
del presidente de Francia, y posteriormente del presidente Venezolano Hugo
Chávez, asesorado por una dinámica congresista liberal, la posibilidad del canje
humanitario ha recobrado inusitado interés. Chávez ya se reunió con Uribe en
Bogotá, y se espera que pueda reunirse con el legendario comandante de las
FARC-EP, Manuel Marulanda Vélez. Dicha reunión, según afirmaron las FARC, deberá
hacerse en Colombia. Por su parte, Francia, Suiza y España, como grupo de países
amigos, han renovado el ofrecimiento de mediar en la búsqueda de un posible
acuerdo humanitario. <BR><BR>En mi opinión, coincidente con la mayoría de
asistentes al foro político organizativo del Polo Democrático Alternativo en
Toronto Canadá, el canje humanitario constituye un imperativo ético. <BR><BR>El
acuerdo puede sustentarse en normas humanitarias, y podría abrir caminos hacia
la búsqueda de una solución política del conflicto interno colombiano. Colombia
reclama un acuerdo nacional de paz, que implique transformaciones sociales y
políticas de fondo, concertado con el conjunto de la insurgencia ELN y FARC-EP,
y que implique de manera activa, primero a la sociedad colombiana, en todos sus
componentes, sin excepción; y segundo, a la comunidad internacional como
garante. <BR><BR>Estamos frente a un callejón con salida. Solo falta un
ingrediente: voluntad política.</DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT color=#000080 size=4><EM>Correspondencia de
Prensa - boletín informativo - red solidaria<BR>Ernesto Herrera (editor):
</EM></FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
color=#000080 size=4><EM>germain5@chasque.net</EM></FONT></STRONG></A></DIV>
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