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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria</U></FONT><BR><FONT color=#800000 size=6><EM>Correspondencia de
Prensa</EM></FONT><BR>Año V - 7 de octubre 2007<BR>Redacción y suscripciones:
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>40 años después...</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify></FONT><FONT face=Arial><STRONG>La leyenda del Che:
introducción al mito</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV><FONT
face=Arial size=2>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>La Pasión del Che
Guevara</FONT></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Jorge Aulicino</FONT> </STRONG></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>Revista Ñ</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Clarín, Buenos Aires,
29-9-2007</STRONG><BR><BR><BR>La conjunción de una derrota sublime, de un craso
error táctico y estratégico, y de dos imágenes que se difundieron casi
simultáneamente hicieron de Ernesto Guevara un símbolo de desinterés, coraje,
absoluto desapego, incluso por el objetivo, y emblema de una victoria
metafísica.<BR><BR>La historia debe aún decir mucho sobre las razones que
llevaron a Guevara y sus ideales al callejón sin salida de la Quebrada de Churo,
en la selva de Ñancahuazú, en el sudeste boliviano. El modo incluso en que el
Che cayó en manos del ejército boliviano, herido, andrajoso, con su arma rota,
debería ser tan significativo como su cuerpo tendido sobre una angarilla
colocada a su vez sobre dos piletones en el lavadero del hospital de
Vallegrande.<BR><BR>"No se preocupe, capitán, esto se acabó", dice Gary Prado
que le dijo Guevara al entregarse. Prado es hoy general y se mueve en silla de
ruedas, baleado por la espalda por error cuando desalojaba, años después, un
pozo petrolero tomado por comandos ultraderechistas. Ese "esto se acabó" no
significó más que la confesión casi sarcástica de una impotencia que nunca fue
explicada. No es la frase que Guevara pronuncia desde el terreno del mito, al
que lo enviaron para siempre las dos ráfagas de fusil automático disparadas por
el sargento Mario Terán, mientras estaba prisionero en una escuela del poblado
de La Higuera. Las palabras que el mito pronuncia son: "Apunte bien y dispare.
Va usted a matar a un hombre". Terán se encargó de repetirlas. Ellas resuenan
hoy de un modo extraño. Guevara parece estar diciendo: "Va usted a matar a un
valiente", pero también: "Va a matar a un hombre, no a su leyenda".<BR><BR>¿Cómo
se construyó ese mito ante el que no valían de nada ayer, y valen bien poco hoy,
las protestas de equivocación, de pertinaz error, de profunda y quizá definitiva
ceguera? <BR><BR>Hoy, los campesinos de esa región de Bolivia han hecho un
santuario no del lugar en el que fue fusilado -la escuelita de La Higuera- sino
del lavadero de Vallegrande, en el que fue exhibido su cadáver. El campesinado
que entonces no se unió a él ni lo apoyó, en parte lo tiene como un santo. Ese
es el resto de religiosidad verdadera que aún inspira el Che. El resto es un
aluvión de imágenes de las que no es posible establecer el contenido ni el
significado. Las llevan sobre sus remeras, sobre su piel o en las lunetas de sus
automóviles miles de jóvenes que no habían nacido cuando el Che murió, que no
son socialistas ni lo serán y que ignoran casi todo sobre el tipo de revolución
que el Che quería.<BR><BR>El Che partió de Cuba en 1965. Es inocultable que
había perdido allí varias batallas políticas y que no era demasiado apto para
librarlas. En 1967, el año de su muerte, el editor marxista italiano Giangiacomo
Feltrinelli, quien en 1972 murió víctima de una explosión mientras se supone
intentaba sabotear una torre de alta tensión cerca de Milán, obtuvo regalada una
foto de Alberto Korda, de 1960. El fotógrafo cubano la había tomado en un acto
callejero cuando el Che se acercó a la baranda del palco para echar una mirada a
la multitud. La descartó. Feltrinelli vio las posibilidades de esa imagen de una
especie de ángel severo y visionario. En pocas semanas alumbraba el primer
póster del Che. La imagen invadió pancartas y carteles. Meses después, el Che
moría.<BR><BR><STRONG>La construcción del héroe</STRONG><BR><BR>Casi
simultáneamente otra foto se sobrepuso: la que obtuvo el fotógrafo de UPI Freddy
Alborta en la lavandería del hospital de Vallegrande, que lo haya querido o no
recuerda a Cristo. Las fotos del Che que sacó Freddy Alborta; la pintura de
Andrea Mantegna, La lamentación sobre Cristo Muerto, de 1490, y la pintura de
Rembrandt, La lección de Anatomía del doctor Nicolás Tulp, de 1632, han dotado
aquella muerte de una iconografía de martirio. Un cierto modo de vincular estas
imágenes producidas por la pintura y la historia dieron pávulo a discusiones que
se suceden desde que el escritor inglés John Berger relacionó el cuadro de
Rembrandt con las fotografías de Vallegrande.<BR><BR>En realidad, los hechos,
las casualidades, la pintura, la religión católica, parecen haberse complotado
para que la imagen de Guevara saliera de la historia e ingresara en el terreno
del mito, en el instante preciso en que murió. El ángel en 1960 y el mártir en
1967 son dos rostros para un mismo sacrificio, puesto que la foto de Korda da la
vuelta al mundo impregnada ya del aire sacrificial de la foto de Alborta.
Décadas después, ubicado por el realizador argentino Leandro Katz para su
documental El día que me quieras (1997), el fotógrafo boliviano dijo: "Me
conmovió la mirada de Guevara. Tenía la impresión de estar fotografiando a un
Cristo, y en ese entorno me moví. No era simplemente un cadáver, era algo
extraordinario". Si Alborta sintió realmente que se movía en un "entorno"
místico, entonces estaba instintivamente unido a la corriente pictográfica que
desde el Renacimiento ha puesto un poder sobrenatural en las imágenes del Cristo
y del cuerpo de Cristo.<BR><BR>Ni el comando militar boliviano ni Terán que no
hirió la cara del Che ni el agente de la CIA Félix Rodríguez que le ordenó
evitar la desfiguración del rostro pudieron prever cómo la cámara del fotógrafo
cavaría en la oscuridad hasta encontrar un cuerpo humano abatido y una mirada
sobrehumana, al punto de que se comparara la escena con la de un Cristo bajado
de la cruz y con una obra de Rembrandt en la que luces y sombras unen la carne
detestable y perecedera, el olor de morgue y hospital, con un hálito cósmico.
Hay mucha poesía en eso, pero una poesía de la que se hicieron cargo y dieron
por buena sucesivas generaciones. La lente fotográfica, el arte mecánico del
siglo, produjo el efecto de todo gran arte, desde el principio hasta el final
del mito del Che.<BR><BR>El resto parece literatura. Y lo que siguió, una
reproducción al infinito de una silueta que no tiene ya contenido
propagandístico, puesto que no queda qué propagandizar, ni político, sino
meramente ideológico en términos de mistificación.<BR><BR>Que el Che se haya
estrellado contra la pared de hierro de la realidad lo hizo inmortal. En su
momento, no sólo no detuvo el guerrillerismo juvenil, sino que lo alentó. Hoy no
sirve de nada decir que su incursión en Bolivia fue un fracaso, militar y
político, un error de trágicas dimensiones para él y para el movimiento
revolucionario. La cuestión por la que el Che moría no era importante. El
estadounidense Peter Bourne en su biografía Fidel ha señalado la causa por la
que, en tanto fracaso político, la muerte del Che es éticamente estimulante: "El
Che, un revolucionario purista, romántico, creía que estar moralmente en lo
correcto era, en última instancia, más importante que lograr la
victoria".<BR><BR>Hay ideas que la imagen del Che ya no conlleva. Ideas que por
otra parte serían muy difíciles de entender para los jóvenes que portan esas
imágenes. Son de un período de la historia cuyo discurso resulta incomprensible.
En La vida en rojo (1997) el ensayista mexicano Jorge Castañeda anota: "Las
ideas del Che, su vida, su obra, incluso su ejemplo, pertenecen a otra etapa de
la historia moderna, y como tales, difícilmente recobrarán algún día su
actualidad. Las principales tesis teóricas y políticas vinculadas al Che -la
lucha armada, el foco guerrillero, la creación del hombre nuevo y la primacía de
los estímulos morales, el internacionalismo combatiente y solidario- carecen
virtualmente de vigencia. La revolución cubana -su mayor triunfo, su verdadero
éxito- agoniza o sólo sobrevive gracias al rechazo de buena parte de la herencia
ideológica de Guevara. Pero la nostalgia persiste".<BR><BR>El "clima de época"
está en toda esta historia que al correr de los años pareció desmesurada e
imposible. Tenía el sello de la revolución cubana, que también en principio
pareció imposible y que fue juzgada en todo el mundo de la izquierda como un
suceso excepcional en el que habían concurrido una incorrecta información de los
Estados Unidos, la congénita debilidad del ejército cubano, la bandera
nacionalista de fuerte arraigo en la isla y un coraje fuera de lo común. Un
golpe de dados.</DIV>
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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=4>Correspondencia de
Prensa - boletín informativo - red solidaria<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></EM></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080 size=4>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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