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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria</U></FONT><BR><FONT color=#800000 size=6><EM>Correspondencia de
Prensa</EM></FONT><BR>Año V - 8 de octubre 2007<BR>Redacción y suscripciones:
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>40 años después...</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>La historia de Régis
Debray<BR> <BR>Eduardo Febbro, desde París</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Página/12, Buenos Aires,
7-10-2007</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>Han pasado tantos años y ha corrido
tanta tinta... pero muchos pliegues de la historia quedaron envueltos en la
corriente del tiempo y de las sucesivas versiones del episodio que condujo al
Che a Bolivia, al arresto y condena en Bolivia del intelectual francés Régis
Debray, a la posterior detención del Che, a su asesinato y a la liberación de
Debray. Biógrafos, comentaristas, agentes de la CIA y hasta algunos compañeros
del Che que sobrevivieron a la expedición boliviana han dado de este episodio y
de la captura del Che argumentos siempre renovados, contrapuestos,
contradictorios, a veces delirantes, otras lejanos a toda forma constatada de la
verdad. De la media docena de biografías válidas que existen del Che ninguna
ofrece la misma explicación. ¿Quién entregó al Che? La versión más sólida apunta
a Debray como el culpable de haber indicado dónde se encontraba Guevara en su
periplo mortal por Bolivia. El 31 de agosto de 1996, en Buenos Aires, la primera
hija del Che, Aleida Guevara, acusó a Debray de haber “hablado más de lo
necesario”.</FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>El acusado encontró un defensor inesperado en Benigno,
uno de los ex compañeros del Che en Bolivia, que negó que Debray fuera el
responsable directo del arresto. Dos años más tarde, el mismo Benigno iba a ser
protagonista de una de esas escenas dignas de un circo: ya exiliado en Francia,
Benigno viajó a Miami para encontrarse con Feliz Rodríguez, un agente cubano de
la CIA que pasó años persiguiendo al Che por medio planeta. Ambos posaron juntos
en una foto para promover la paz entre cubanos. Enemigos de antaño,
reconciliados por la vejez y los intereses políticos del momento.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Rodríguez no comentó en ese entonces las confidencias que
le había hecho en 1989 al periodista norteamericano John Weisman, publicadas
luego en el libro Shadow Warrior. Allí, el ex agente de la CIA afirma que luego
de la captura de Debray –20 de abril de 1967– el intelectual francés,
interrogado por la CIA, dijo lo esencial: “Fue el testimonio de Debray lo que
convencido a la CIA de concentrar sus esfuerzos en la captura del
revolucionario”. En 1996, el periodista norteamericano John Lee Anderson
escribió una de las biografías de referencia –Che Guevara, A Revolutionary Life–
en la cual también desarrolla el argumento de que fueron las palabras de Debray
las que sellaron el destino del Che. Otras versiones, en especial la del
intelectual y político mexicano Jorge Castaneda –Compañero. Vida y muerte del
Che Guevara– y la del francés Pierre Kalfon –Che Guevara, una leyenda del siglo–
dan vuelta esas acusaciones y acusan a Ciro Bustos de haber hablado demasiado.
Bustos era uno de los compañeros del Che en Bolivia arrestado al mismo tiempo
que Debray. Leídas a través del tiempo, cada biografía parece responder a una
voluntad personal de buscar un culpable: Bustos, Debray o algún otro.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Los bolivianos que participaron en aquella caza a los
revolucionarios sonríen con cierta condescendencia cuando evocan. Uno de ellos
dijo a Página/12: “A Debray no teníamos necesidad de torturarlo para que
hablara. Tenía tanto miedo que cuando le soplábamos los ojos se ponía a llorar.
Pero lo que él pudo decir no cambia la historia, no nos servía de mucho.
Nosotros ya sabíamos por dónde andaba el Che cuando capturamos a Ciro Bustos y a
Régis Debray. La CIA nos había dado un respaldo decisivo”. Los bolivianos
aseguran hoy que no les hacía falta ni que Bustos, ni que Debray les confirmara
que el comandante Ramón era el Che.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El año pasado, el general Gary Prado, el hombre que el 9
de octubre de 1967 capturó al Che en La Higuera al mando de la compañía de los
Rangers, contó a Página/12 las condiciones del arresto, la lástima que le daba
tener al Che cercado desde hacia algunas semanas, observándolo como palomas
prisioneras hasta cerrar para siempre el diario de esa aventura. “Esos últimos
días son totalmente surrealistas. Sabían que el ejército se les estaba viniendo
encima, nos habían visto, sabían que mi compañía tenía 160 hombres. ¿Y qué
hicieron? En vez de dispersarse y decir, bueno, hasta otro día camaradas,
dejamos los fusiles, nos compramos un pantalón y una camisa, nos sacamos la
barba y sálvese quien pueda, no, siguieron marchando ¿rumbo a qué? ¿Al
sacrificio? Había combatientes muy buenos, de mucha experiencia, pero totalmente
desubicados dada la realidad del país. Estaban perdidos en una zona donde las
características son difíciles, ahí en pie de monte, al comienzo del Chaco, donde
no hay ni mucho que comer y donde la gente es muy especial”. Prado narró a este
diario la forma en que el grupo del Che se dividió en dos –en uno de ellos
estaba Debray– y cómo esa división los llevó a la pérdida.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Régis Debray fue juzgado y condenado a 30 años de cárcel.
Casi cuatro años después salió en libertad gracias a una negociación secreta con
Francia cuyos compromisos nunca fueron cumplidos por París. Hace casi cuatro
décadas, los diplomáticos bolivianos se enteraron de que Debray había sido
puesto en libertad leyendo el diario Le Figaro. Sólo al día siguiente les llegó
de La Paz un telegrama con la confirmación y el anuncio de que llegaría un
agregado militar en misión especial, el general León Kolle Cueto, hermano del ex
primer secretario del Partido Comunista de Bolivia. En los años en que Debray
estuvo preso en Bolivia el personal diplomático boliviano era la oveja negra de
los círculos diplomáticos: “No nos invitaban ni a un cóctel de beneficencia”,
recuerda uno. El general Kolle Cueto fue acreditado debidamente en la
cancillería francesa y pidió cita con el ministro de Defensa, Michel Debré. Este
jamás lo recibió. Cueto había sido enviado a París a cobrar la recompensa
pactada en la negociación destinada a abrir las puertas de la cárcel de Régis
Debray. El acuerdo era amplio. Francia se había comprometido a entregar lanchas
fluviales para la Fuerza Naval boliviana, equipamiento completo para un batallón
de ingenieros, entrenamiento a pilotos de la Fuerza Aérea y un hospital militar.
Nunca hubo ni lanchas, ni hospital, ni equipos de ningún tipo. Cueto refirió el
problema de la cita con el ministro a la cancillería francesa y obtuvo una cita
con el canciller Maurice Schumann. El canciller lo recibió y cuando el general
le reveló el acuerdo, Schumann le dijo: “Es imposible. Francia no negocia esas
cosas”. Cueto se quedó sin el tributo que su país había negociado en medio de
circunstancias políticas nacionales muy especiales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Bolivia estaba gobernada entonces por el general Juan
José Torres, un militar del ala izquierda de las fuerzas armadas que había
llegado al poder mediante un golpe de Estado y luego fue derrocado por otro
golpe lanzado por Hugo Banzer. Uno de los hombres que negociaron el acuerdo con
los franceses, que desempeñó un papel preponderante en la posterior liberación
de Debray, el ex vicecanciller Fernando Laredo, no recuerda los hechos con
ningún encono: “Los franceses no cumplieron pero eso fue culpa nuestra. Nosotros
manejábamos el asunto de la liberación de Debray pero como el gobierno de Torres
no controlaba todo en algún lado se nos fue de la mano. Había otros grupos que
también negociaban con los franceses. Francia no nos engañó. Había mucha
confusión y demasiados negociadores. Eso fue lo que pasó”. Laredo refirió a
Página/12 que la liberación, con o sin acuerdo, fue una decisión política de
Torres. “Sabíamos que si nosotros no lo sacábamos otros militares lo iban a
liquidar. Para ellos, Debray era un apoyo sustancial de las guerrillas de
América latina, lo que no era cierto. Era una cuestión de principio”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La decisión de extraer a Debray de la cárcel la tomó
Torres en persona. Pero no fue simple. Ciertos sectores castrenses no querían
soltar a Debray. Para conseguirlo se montó una operación al mando del mayor
Rubén Sánchez, comandante de los Colorados de Bolivia, el regimiento de escolta
presidencial, militar de izquierda y miembro del MNR. Fue con un comando a
Camiri, donde Debray estaba detenido en una división del ejército desde la cual
se dirigían las operaciones contra la guerrilla del Che. Sánchez tomó el
edificio y liberó a Debray. “El avión ya estaba listo para llevárselo. Cuando el
comando entró en Camiri Debray pensó que venían a matarlo”, cuenta Laredo. El
avión partió rumbo a Chile.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Debray escribe numerosos ensayos y, como muchos otros ex
aventureros de izquierda, sus ideas huelen a salones para damas elegantes y
asustadizas que acuden de vez en cuando a los confesionarios. París no entregó
jamás las piezas del intercambio. Debray nunca pagó sus deudas. Ni con Bolivia,
ni con la historia de América latina.</DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=4>Correspondencia de
Prensa - boletín informativo - red solidaria<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></EM></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080 size=4>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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