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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria</U></FONT><BR><FONT color=#800000 size=6><EM>Correspondencia de
Prensa</EM></FONT><BR>Año V - 13 de octubre 2007<BR>Redacción y suscripciones:
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Debate</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>¿Qué alternativa
socialista para el nuevo Siglo?<BR> <BR>Eduardo Lucita
*</FONT></STRONG><BR> <BR> <BR>Para nosotros, digo, para todos
aquellos que integramos la generación que se sumó a la lucha por la revolución y
el socialismo en la alborada de los años ’60 al calor de la Revolución Cubana,
el período iniciado hace más de 30 años ha sido nuestra verdadera
“medianoche en el siglo”, para ponerlo en palabras de Víctor Serge en su poema
Confesiones (1938).<BR> <BR>Digo esto no solo por las persecuciones,
torturas, desapariciones, asesinatos y exilios –externo e interno- que, conviene
recordarlo, aún nos pesan, sino también porque los profundos cambios que se
introdujeron desde entonces en el sistema mundial y también en nuestro país
concluyeron poniendo entre paréntesis el ideal revolucionario, cuestionando la
perspectiva socialista alcanzando también las propias bases teóricas del
marxismo.<BR> <BR>Para quienes atravesamos la década de los ’80 y en parte
los ’90 esos años fueron una verdadera travesía en el desierto, una permanente
lucha a contracorriente. Sin embargo la irrupción de la revolución bolivariana;
de las masas insurgentes en Bolivia y también en Ecuador; la convocatoria
del Presidente Chávez a debatir y construiir el socialismo del Siglo XXI, más
allá de sus insuficiencias, sus contradicciones y sus poco claros objetivos, han
abierto un canal para la circulación de ideas. Un espacio para ejercitar esa
conquista histórica de la humanidad que es el pensamiento crítico y para pensar
la idea misma del socialismo. Ya no en forma abstracta sino asentada en procesos
reales.<BR> <BR><STRONG>1</STRONG><BR>El Siglo XX ha sido el siglo de las
revoluciones pero no el del socialismo. Si echamos una rápida mirada a los
últimos 150/160 años nuestro balance en relación a las luchas del movimiento
obrero, por su reconocimiento, su dignificación, sus conquistas y
reivindicaciones materiales y organizativas, sigo convencido que es positivo. Si
esa misma mirada la hacemos sobre las experiencias revolucionarias bajo el
estalinismo, el post-stalinismo o el maoísmo, el balance final es relativo, sino
directamente negativo.<BR> <BR>Esta afirmación no implica dejar de
reconocer las enormes energías y esperanzas puestas en juego en cada una de las
experiencias revolucionarias, las dificultades que se enfrentaron y se
enfrentan, y el heroísmo demostrado en múltiples batallas y confrontaciones.
<BR> <BR>En estos tiempos vivimos prisioneros de una realidad
contradictoria e incontrastable que la podemos ver en clave comparativa: durante
los años del fascismo el movimiento obrero fue aplastado militarmente pero el
horizonte socialista estaba presente. Por el contrario en todos estos años el
movimiento obrero no sufrió una derrota de aquellas proporciones pero el
horizonte se ha desdibujado.<BR> <BR>En nuestra América latina esta
situación se expresa por su forma inacabada. Por un lado la iniciativa la tienen
la burguesía y el imperialismo que, sin embargo, a pesar de la fuerte ofensiva
de los ’80 y ’90, no han podido aplastar al movimiento social, por el
contrario este, en sus distintas y variadas vertientes se ha recreado una y otra
vez, ha buscado formas novedosas de organización y lucha. Por otro lado esas
nuevas formas de organización y lucha no concluyen aún en una propuesta de
solución transformadora de la realidad existente.<BR> <BR>Así la
perspectiva revolucionaria fue quedando cuando menos en suspenso. Las ideas de
la transformación radical de nuestras sociedades, del anticapitalismo, del mismo
socialismo, perdieron credibilidad. No hay convicción en las grandes masas de
que sus luchas concluyan en el anticapitalismo, en una perspectiva superadora de
la mediocridad actual. Aquí radica seguramente una de las causales, aunque no la
única, de que las luchas resulten fragmentadas, aisladas, y dispersas.
<BR> <BR>Porque no cuentan con un objetivo político compartido por el
conjunto, que articule los fragmentos de resistencias y las diferentes
iniciativas aisladas. Estamos entonces en un largo período de
transición.<BR> <BR>Hay no obstante puntos de apoyo. Por un lado con la
caída del Muro y la implosión de la URSS que pusieron fin al período de la
guerra fría, del enfrentamiento entre bloques con formas de propiedad,
relaciones de producción y organización social diferentes, quedó en claro el
verdadero antagonismo: explotadores y explotados, países opresores y países
oprimidos.<BR> <BR>Más aún el derrumbe del marxismo soviético, del
estatalismo como ideología, del determinismo carente de incertezas, ha levantado
la pesada lápida colocada sobre el marxismo. Del marxismo tanto como crítica
sistemática y completa del sistema capitalista, como concepción del mundo y
perspectiva de vida. Numerosos aportes teóricos en las últimas dos décadas dan
cuenta de esta vitalidad recuperada.<BR> <BR>Por otro lado en América
latina lentamente está cayendo el velo que ocultaba la realidad, la polarización
social impuesta por el neoliberalismo, ha hecho a nuestras sociedades mucho más
clasistas, si se quiere es un capitalismo más puro donde no hay espacios
duraderos para formulas de conciliación como en el pasado. Además América
latina es hoy el principal bastión de resistencias al imperialismo.
<BR> <BR>Estas tendencias confluentes abren nuevas perspectivas y
posibilidades.<BR> <BR><STRONG>2</STRONG><BR>En este contexto la tarea
central de los socialistas revolucionarios en los inicios de este Siglo XXI es
aportar a recuperar la credibilidad en la idea del socialismo, ha reponer su
condición de horizonte histórico y sobre todo en el carácter emancipador del
mismo.<BR> <BR>El socialismo, esa transformación histórico cultural que
acordamos en llamar socialismo, si es que alguna vez a de serlo, ha de ser
crítico. No solo crítico de toda realidad existente en las sociedades bajo
la dominación del capital, sino también crítico de nuestras experiencias
históricas. Crítico también de nuestros propios actos y consecuencias en el
presente.<BR> <BR> Sin embargo esta recuperación/reposición de la idea
transformadora y de su carácter crítico, no puede hacerse encerrado en los
círculos áulicos de las ideas, al margen de la intervención en la lucha de
clases. <BR> <BR>El punto de partida deben ser las principales necesidades
de las masas, en cada momento y con las especificidades de cada lugar. Toda
propuesta alternativa a la actual situación de dominación del capital debe
necesariamente partir de esta cuestión.<BR> <BR><STRONG>3</STRONG><BR>Pero
hay mucho que ha cambiado. Como respuesta al agotamiento del período dorado, ese
ciclo único e irrepetible que va desde 1945 a 1975, el capital lanzó una
profunda reestructuración de sus espacios industriales, productivos y de
servicios, que contemplaba una fuerte ofensiva del capital sobre el trabajo.
Donde las nuevas tecnologías, los cambios en los procesos productivos, la
descentralización y deslocación de unidades y procesos, desempeñaron (lo hacen
aún) un papel central. <BR> <BR>Esta ofensiva del capital ha sido
generalizada y sostenida. Sostenida en el tiempo porque se desplegó sin solución
de continuidad desde los primeros años ’70 hasta la actualidad, generalizada
porque ese despliegue lo fue sobre el conjunto de las conquistas sociales que la
clase obrera y el conjunto de las clases subalternas fueron levantando,
generación tras generación, como barreras contra la voracidad del
capital.<BR> <BR>La desregulación de los mercados, las privatizaciones, el
desmantelamiento de importantes bastiones del movimiento obrero, la aparición de
una enorme masa de trabajadores desocupados y otra de trabajadores precarios,
las oleadas de migrantes y su fuerza de trabajo barata, han debilitado los
sindicatos y al propio movimiento obrero.<BR> <BR>Más aun, prisionero de
una crisis de sobreacumulación desde los años ’70, e incapaz de acumular bajo
las formas de la reproducción ampliada bajo la hegemonía financiera, el capital
ha vuelto a ciertas formas propias de la acumulación primitiva, lo que autores
como David Harvey denominan acumulación por desposesión. Apropiación de tierras,
de los recursos naturales, del capital social acumulado (privatizaciones), del
robo de los derechos de las personas (salud, educación, vivienda, espacios
públicos…).<BR> <BR>Cobran así significado los movimientos campesinos, de
los pueblos originarios, de la sociedad civil en general por la defensa de la
soberanía alimentaria, de la biodiversidad, del equilibrio ecológico, de los
recursos energéticos, del agua, contra la mercantilización de los servicios
públicos, contra el libre comercio, contra la guerra...<BR> <BR>Estos
movimientos son muy diferentes de los que había y de los que conocimos y
aportamos a construir en los años ‘60 y ‘70. Aquellos se constituían alrededor
de los sindicatos, en las fábricas en torno a la órbita de la producción,
incluso la unidad obrero-estudiantil era mucho más clara. Por el contrario los
nuevos movimientos se mueven más en la esfera del consumo y la distribución; de
la sociedad civil en general y de la cuestión democrática.<BR> <BR>Las
luchas obreras en este período, fragmentadas y dispersas, se dan en el marco de
este abanico de resistencias. Así se ha mostrado en los Foros Sociales
Mundiales. El movimiento obrero allí aparece solo como una parte más de una
lucha mucho más amplia contra el neoliberalismo. En este abanico de resistencias
las luchas obreras aparecen diluídas, ¿Cuál es el resultado? Que se ha puesto en
duda la hegemonía del proletariado para todo proyecto de cambio y
transformación.<BR> <BR>Pero nosotros sabemos que la globalización
–eufemismo que no hace mas que encubrir esa tendencia histórica a la
mundialización del capital- no significa la superación de las leyes y
contradicciones del capital, por el contrario es la confirmación de las mismas,
su verificación a nivel mundial, en una escala inédita, que nunca antes
conocimos, En este sentido es necesario reivindicar el carácter anticipatorio
del Manifiesto Comunista.<BR> <BR>El capital trata de hacer del mundo
entero una mercancía, pero el motor de esta avaricia sigue siendo la lucha K/T.
Es el propio capital el que reconoce la centralidad del trabajo en la sociedad
capitalista, esa centralidad que es fundamental y a partir de la
cual es posible construir la alternativa socialista para el nuevo
siglo. <BR> <BR>En estos últimos años un cambio se ha operado
en el mercado de trabajo mundial. El capital ha ingresado en una fase de
crecimiento con una recuperación del capital productivo. Claro que este
crecimiento es débil, y la actual crisis financiera global amenaza con
desembocar en una recesión mundial. En paralelo la recuperación para el mercado
capitalista de China y los países de la ex URSS ha significado el ingreso de mil
millones de nuevos proletarios.<BR> <BR>La desocupación ya no es hegemónica
–ha descendido (al menos por ahora) en la UE, en los EE.UU y en AL- ese lugar lo
ocupa ahora la precarización de las relaciones laborales y de la vida misma. En
muchos países el movimiento obrero comienza a recuperarse, en nuestro país los
asalariados son ya más de once millones, claro que más del 40% trabaja en negro.
Una consigna gana espacios en varios continentes: “Tengo trabajo, ahora quiero
salarios y mejores condiciones”<BR> <BR>Sin embargo a pesar de que se
mantienen los componentes esenciales del capitalismo, y sin los cuales el
capitalismo no seria lo que es –me refiero a la explotación asalariada, la
extracción de plusvalía, la dominación imperialista, el fetichismo de la
mercancía…- los cambios, las mutaciones operadas en las últimas tres décadas,
han modificado muchos de los parámetros en que se fundaban los presupuestos de
la izquierda, y esto nos lleva a reformular la estrategia para el socialismo del
futuro. <BR> <BR>Mas aún cuando la ofensiva neoliberal y el fracaso de los
socialismos reales han desdibujado el horizonte de cambio
histórico.<BR> <BR><STRONG>4</STRONG><BR>Entonces junto con la recuperación
de la credibilidad y la esperanza en la capacidad transformadora del socialismo,
se nos hace imprescindible recuperar también los debates estratégicos. Esos
debates que hoy entre nosotros aparecen desdibujados. Tengo la impresión de que
al menos en nuestro país la izquierda ha quedado, hemos quedado, prisioneros del
coyunturalismo, del economicismo y el estatalismo, de esa conjunción perversa de
populismo y escolasticismo estalinista que atravesó más de medio siglo de
nuestra historia política. <BR> <BR>Si algún aporte sustancial destaca del
surgimiento de la llamada Nueva Izquierda en los años ’60 y ‘70 – en abierta
ruptura con el reformismo de los viejos partidos comunista y socialista- no fue
otro que poner en el centro de los debates y de la práctica política el análisis
de la estructura de clases en nuestros países y el problema del poder y de sus
vías.<BR> <BR>¿Porque, como acercarnos al movimiento y accionar de las
clases y sus fracciones sin un conocimiento más preciso de su composición, sus
interrelaciones, sus proyectos y grados de organización y
enfrentamiento?<BR> <BR>Por el contrario hoy hemos retrocedido respecto a
aquellos años. Nuevamente las formulaciones pendulan entre el sindicalismo y el
reivindicacionismo por un lado y el ideologismo por el otro. El baricentro del
poder no esta presente.<BR> <BR>Recuperar los debates estratégicos
significa reponer, en clave actualizada, la cuestión del poder, pero también el
carácter y los ritmos del proceso revolucionario. La cuestión del sujeto, y como
resultado de esto de la organización política y la forma
partido.<BR> <BR>Está también el debate y la política concreta acerca de la
construcción de hegemonía. La constitución de un bloque de los trabajadores y el
conjunto de las clases subalternas que se oponga al bloque dominante. No otra
cosa es que la “polis”, recuperar la capacidad de hacer política, que la
izquierda pareciera haber perdido.<BR> <BR>Es en este marco que debemos
pensar el Socialismo del Siglo XXI.<BR> <BR><STRONG>5</STRONG><BR>Hay
algunas precondiciones no taxativas que pueden enunciarse:<BR> <BR>Que ha
de ser democrático y plural, autogestivo, feminista y ecologista, que impulse el
protagonismo social, y todas aquellas formas de empoderamiento por parte de las
clases subalternas, que favorezcan y estimulen a pensar, decidir y hacer por su
propia cuenta y decisión. <BR> <BR>Que las experiencias del partido
único muestran cómo las contradicciones inevitables en la sociedad en
transición terminan volcándose en su interior neutralizándolo. Por el contrario
mantener el carácter creador e innovador de todo proyecto socialista requiere
libertad de organización y expresión para las distintas tendencias
revolucionarias. <BR> <BR>Que es necesario una nueva relación entre las
masas y el partido –sea cual sea la forma política que este adopte-, entre
representantes y representados, y entre aquellas y el Estado (la experiencia del
Che en los primeros años de la Revolución Cubana es orientadora en este
sentido).<BR> <BR>Que el socialismo no es posible aislado en un solo país.
Su dimensión es internacional, y en esta coyuntura latinoamericana debe tener al
menos una dimensión regional.<BR> <BR>Que no hay un modelo de revolución,
que cada experiencia nacional, parafraseando al peruano Mariátegui, “no ha de
ser calco ni copia, sino creación heroica”. <BR> <BR>Que en la actual
coyuntura la emergencia de la revolución bolivariana en Venezuela y su
influencia en la región; el triunfo popular en Bolivia y la reciente
recuperación de su renta petrolera; la propuesta del ALBA y el reciente Tratado
de Comercio entre los Pueblos firmado por Cuba, Venezuela y Bolivia, muestran
que hay otra forma de comerciar, de relacionarse solidariamente, por fuera del
mercantilismo de la época. Y que tal vez estén inaugurando un nuevo tiempo en la
región.<BR> <BR>Que al compás del ciclo expansivo que transita la
economía latinoamericana parecieran abrirse ciertos espacios de acumulación para
las burguesías locales, una suerte de neodesarrollismo, lo que se
contrapone con las visiones ultimatistas que confundiendo tendencias históricas
con fenómenos coyunturales dan por agotados este tipo de movimientos cíclicos
del capital.<BR> <BR>Es en este contexto complejo y contradictorio es que
debemos intervenir, buscando abrir caminos y senderos para el socialismo del
nuevo siglo.<BR> <BR><STRONG>6</STRONG><BR>En nuestro país nada de esto
será posible si la izquierda –orgánica o no- no se constituye como una fuerza
nacional. Si continua en el debate de pequeñas parcialidades, de confrontaciones
estériles entre sí. De disputas menores que la muestran en un infantil juego de
espejos, donde las distintas fracciones o tendencias solo alcanzan a
superarse asimismas.<BR> <BR>Por el contrario se trata de aportar a la
recomposición y reorganización del movimiento social en su conjunto sin que la
política de autoconstrucción (y las disputas tendenciales) se anteponga a las
necesidades del propio movimiento. En última instancia se trata de reformular la
forma de intervención política según las nuevas condiciones impuestas por el
capital.<BR> <BR>El reagrupamiento de la izquierda anticapitalista forma
parte de la construcción del socialismo de este siglo en América latina y
también en Argentina. Pero es necesario comprender que la lucha por el
socialismo no es una imposición dogmática de objetivos preestablecidos, de
verdades reveladas, sino que por el contrario es un inmenso laboratorio de
experiencias sociales y políticas, donde estamos en condiciones de aportar pero
que también tenemos que aprender.<BR> <BR>Así la unidad no puede sostenerse
simplemente en una cuestión aritmética, o solo en pautas programáticas. Por el
contrario la unidad tiene que ver con la capacidad colectiva de pensar la
realidad. Esa realidad que demasiadas veces nos es tan inasible.<BR> <BR>La
construcción del socialismo requiere pensar esa realidad desde una perspectiva
estratégica pero también desde la intervención cotidiana. Para orientar la
política practica de todos los días. <BR> <BR>Pero para hacer política hay
que tener visibilidad, romper el cerco de la marginalidad, no se puede construir
en abstracto. Y la política no soporta el vacío, no se puede abandonar el
terreno donde dominan los dominadores. No alcanza con la sola intervención en
las luchas cotidianas, no se puede renunciar a las batallas electorales, estas
son parte constitutiva del reagrupamiento de las fuerzas anticapitalistas y de
la construcción de una identidad socialista. Aún a sabiendas de lo que estas
significan y de los riesgos de caer en un electoralismo vacío.
<BR> <BR><STRONG>7</STRONG><BR>Es apenas un conjunto de enunciados plagado
de interrogantes y de dudas, seguramente incompleto, y cuyas interpretaciones
pueden ser de lo más variadas, pero tal vez intentando dar respuestas este
inicio del Siglo XXI nos permita proyectar un futuro socialista
esperanzado.<BR> <BR>Como en la vida misma quedan abiertos más
interrogantes que respuestas, pero como dijera el filósofo francés Daniel
Bensaïd mas vale admitir lo que se ignora, o los obstáculos y peligros a vencer,
que teorizar una y otra vez con viejas formulas. Lo que no otra cosa es que
teorizar sobre nuestra impotencia.<BR> <BR></FONT><FONT face=Arial
size=2>Buenos Aires, septiembre de 2007.<BR> <BR></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2>* Integrante del colectivo
EDI-Economistas de Izquierda.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=4>Correspondencia de
Prensa - boletín informativo - red solidaria<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></EM></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080 size=4>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><BR> </FONT></DIV></BODY></HTML>