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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<HR>
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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT size=5><U>boletín informativo - red
solidaria</U></FONT><BR><FONT color=#800000 size=6><EM>Correspondencia de
Prensa</EM></FONT><BR>Año V - 21 de octubre 2007<BR>Redacción y suscripciones:
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Haití</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Sader y la responsabilidad de
Aristide <BR><BR><FONT size=2>Emir Sader ensaya lo que viene a ser una apología
de las tropas de ocupación, que habrían sido , según “consenso general” como
explica, responsables de los “avances en la situación de seguridad pública” y
también en la instauración de una “cierta estabilidad institucional”
</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG><FONT size=2>José Luis Vivas</FONT>
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>La
Haine</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><A
href="http://www.lahaine.org/index.php?p=25205"><STRONG>http://www.lahaine.org/index.php?p=25205</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>En el artículo Diario De Haití (1), el prestigioso sociólogo
brasileño Emir Sader se une a un nutrido coro de voces críticas de Aristide, ex
presidente de Haití derrocado en febrero de 2004 en un golpe de Estado promovido
por Francia, Estados Unidos y Canadá. Sader responsabiliza a Aristide y a lo que
califica de “fracaso” de su gobierno por el estado en que se encuentra hoy el
país.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Según Sader, Aristide “tenía las mejores condiciones para
iniciar la reconstrucción democrática del país”, entre otras cosas por la
“oposición democrática” y el “apoyo internacional” con que contaba. Si se
refiere a su primer gobierno, que duró 7 meses en 1991, hay que notar que tal
oposición “democrática” había sido aplastada en las urnas. Bazin, ex funcionario
del Banco Mundial y apoyado por Washington, había quedado en segundo lugar en
las elecciones presidenciales con solamente 14% los votos. Sus credenciales
democráticas quedaron evidenciadas más tarde cuando aceptó el puesto de primer
ministro en el llamado gobierno interino que tomó el poder tras el golpe. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Sobre el apoyo internacional y las “mejores condiciones”
de que supuestamente habría gozado el gobierno de Aristide, podríamos citar aquí
las palabras de Yanique Joseph: “Lo que surgió fue un régimen asediado y
luchando, sin el apoyo de una izquierda institucional fuerte, por introducir
reformas populares tras casi 200 años de corrupción y dictadura firmemente
establecidas, y enfrentándose a la hostilidad de los poderosos grupos
dirigentes, así como a la indiferencia y el sabotaje de actores
internacionales.” No parece por lo tanto haber sido una situación muy idílica
para Aristide, como parecen sugerir las palabras de Sader. Las condiciones para
el segundo gobierno de Aristide fueron, si cabe, aún peores.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sader también ensaya lo que viene a ser una apología de
las tropas de ocupación, que habrían sido , según “consenso general” como
explica, responsables de los “avances en la situación de seguridad pública” y
también en la instauración de una “cierta estabilidad institucional” . Nada se
dice acerca de las acusaciones hechas en importantes informes internacionales de
que esas mismas tropas habían sido uno de las principales causantes de la
inseguridad pública que reinó en el país después del golpe, dando cobertura a
inúmeras matanzas protagonizadas por la policía nacional haitiana y a veces
participando directamente en ellas. Tampoco se mencionan las recientes
declaraciones de Aderson Bussinger Carvalho, consejero de la Orden de los
Abogados de Brasil, que tras visitar Haití en junio pasado declaró que “hay un
estado permanente de coacción y tensión causado por la presencia de las fuerzas
militares”, lo que muestra claramente los limites de tales “avances en la
seguridad pública” y de la “estabilidad institucional” a la que alude
Sader.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sobre el segundo período de gobierno de Aristide, de 2001
a 2004, cuenta Sader que “Aristide fue perdiendo el control del país” porque
“fueron creciendo las movilizaciones populares contra él”. Aquí Sader se hace
eco del principal argumento esgrimido por los responsables de la invasión para
legitimar el golpe. De nuevo se omite apuntar algún tipo de evidencia, al
parecer asumiendo que se trata de un juicio poco controvertido. No obstante, si
tratamos de averiguar quiénes estaban por detrás de esa oposición, nos
encontramos básicamente con dos coaliciones políticas, ninguna de ellas
extremadamente “popular”: Convergencia Democrática y Grupo 184, ambas
generosamente financiadas por el gobierno de Estados Unidos a través del
Instituto Internacional Republicano. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El Grupo 184 estaba liderado por el empresario
estadounidense de padres haitianos André Apaid, dueño de varias maquiladoras y
una de las mayores fortunas del país. Ya el líder de Convergencia Democrática,
Evans Paul, no había logrado más que el 14% de votos como candidato a la
alcaldía de la capital en 1995, a pesar de haber sido apoyado por Washington, y
en las presidenciales de 2006 no pasó de los 2,5% de los votos. Comparemos la
presunta popularidad de esos líderes con la de Aristide. Según la única encuesta
fiable realizada durante ese período por Gallup, en marzo de 2002 el partido de
Aristide era cuatro veces más popular que toda la oposición junta. Ya después
del golpe, el corresponsal de la BBC en Puerto príncipe, Daniel Lak, declaraba
acerca de Aristide que “la gente que le apoya son los pobres de este país. Hay 8
millones de haitianos, y probablemente el 95% de ellos son desesperadamente
pobres […] Son los ricos y la pequeña clase media los que apoyan a los opositor
es de Aristide, y los pobres los que en general apoyan a Aristide.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>Cabe por lo tanto cuestionar la presunta popularidad de
esas “movilizaciones populares” contra Aristide. De hecho, nada indica que hayan
sido más populares que las movilizaciones orquestadas contra Chávez en Venezuela
y que sirvió de pretexto para el golpe fallido de 2002.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sader no se molesta por lo tanto en fundamentar esas
acusaciones. Por otro lado, hay que reconocer que se trata de una actitud muy
habitual. Aparentemente tenemos aquí un “consenso general” tan amplio sobre esas
acusaciones que se supone que no necesitan pruebas ni argumentos sólidos que la
corroboren. Es un fenómeno que merece un análisis más detenido.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tomemos como ejemplo la observación hecha por Sader de
que Aristide “a lo largo del segundo semestre de 2003, continuaba disponiendo de
grupos populares armados por él.” Esa también es una opinión muy extendida. Pero
si nos empeñamos en buscar algún tipo de evidencia que las avale podemos dar
muchas vueltas sin llegar jamás a un destino. Un buen ejemplo es Alex Dupuy,
autor de varios ensayos sobre la situación política del país. Su libro sobre
Aristide, muy influyente, intitulado “El Profeta y el Poder: Jean-Bertrand
Aristide, la Comunidad Internacional y Haití”, es quizá el que analiza esos
temas más detenidamente. Dupuy, a semejanza de Sader, también acusa a Aristide
de armar a sus partidarios con el objetivo de atacar e intimidar a la oposición.
Al ser un estudio más pormenorizado, quizá podíamos esperar aquí la presentación
de algún tipo de argumento o presentación de hechos que apoyen esas acusaciones,
o al menos alguna referencia donde encontrarlos. Pero tampoco aquí se ve nada de
eso. En lugar de pruebas, lo que autor ofrece esta sorprendente afirmación: “es
inmaterial la cuestión de si Aristide tuvo un papel directo en la creación y
dirección” de esos grupos armados. En román paladino: es irrelevante si Aristide
verdaderamente tuvo alguna responsabilidad en el presunto suministro de armas
del que Dupuy le acusa. Responsable o no, es el culpado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Peter Hallward, profesor de filosofía británico, acaba de
publicar un estudio minucioso del libro de Dupuy (2), en el que cuidadosamente
desmantela cada una de sus tesis principales. Entre otras cosas, presenta el
testimonio de dos observadores que tenían un conocimiento directo lo que estaba
ocurriendo en esa época en los barrios pobres de la capital y de sus grupos
armados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El primero de ellos, Guy Delva, experimentado periodista
haitiano sin afiliación, declara “desconocer la existencia de una campaña de
violencia deliberada o un esfuerzo coordinado” para armar a grupos partidarios
de Aristide. “No hay ninguna evidencia. Por supuesto es posible que durante 2004
algunas armas hayan sido entregues a grupos leales al régimen, después de todo
se estaba llevando a cabo una insurrección armada, y es posible que el gobierno
quisiera fortalecerse contra los rebeldes. Pero de hecho el gobierno contaba con
pocas armas…”</DIV>
<DIV align=justify><BR>El otro testimonio, ofrecido por Eléonore Senlis, que
dirigía la ONG más importante de Cité Soleil durante ese período y contaba con
la confianza de varios líderes de los grupos armados ubicados en Cité Soleil,
corrobora lo que dice Delwa. Senlis declara que “no estaba claro en absoluto que
el gobierno estuviera armando a grupos en Cité Soleil. Parece que en general
estos grupos obtenían sus armas por intermedio de robos a la policía, a los
guardias de seguridad, o a otros moradores. Las armas más pesadas eran siempre
adquiridas, a menudo en la República Dominicana, con dinero que era robado de
las tiendas o ocasionalmente donado por varias partes interesadas en calidad de
“contribución a la seguridad de Cité Soleil”. Pero que yo sepa jamás hubo una
distribución de armas a gran escala de parte del gobierno o de sus partidarios.
[…] Calculo que había a lo sumo 250 armas de fuego en poder de los grupos que
actuaban en Cité Soleil durante los desórdenes de febrero de 2004, y muc ho
menos en el período anterior.” Hallward apunta que se estimaban en 210.000 las
armas de fuego entonces existentes en el país, al menos 170.000 de ellas en
manos de familias pertenecientes a las elites. En ese contexto esas 250 armas
serían como una gota de agua en un océano.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Informes de Amnistía Internacional estiman el número de
asesinatos políticos en Haití durante el período 2000-2003 en 20 o 30,
incluyendo a miembros de la policía y partidarios de Aristide. Comparado con los
5.000 asesinatos que se calcula ocurrieron entre 1991-1994, los 5.000 a 8.000
que se han estimado solamente en la capital durante los 22 meses de gobierno
interino, y los 50.000 que se atribuyen a Duvalier, resulta difícil compartir la
visión del gobierno de Aristide que nos ofrecen sus críticos. Cabe preguntarse,
por lo tanto, cómo ha surgido ese “consenso general” sobre el gobierno del
presidente derrocado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A juzgar por los hechos, la estrategia militar y política
de los países invasores tras el golpe, dentro y fuera de Haití, parece haber
sido la siguiente. A Aristide se le considera ciertamente el enemigo más
temible, el único político en Haití que debido al apoyo popular es capaz de
representar una amenaza para el control del país . Dentro de Haití, la táctica
empleada para combatirlo parece haber sido simplemente la represión policial y
militar pura y dura contra sus partidarios. Fuera del país, todo indica que se
ha optado por un esquema propagandístico que busca justificar la invasión como
un mal menor que hubo que adoptar ante una situación de caos e ingobernabilidad
cuyo mayor responsable hubiera sido justamente Aristide. Ese es el mensaje que
se quiere vehicular. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Tal propaganda está naturalmente empaquetada para un
público de izquierda, que es quién mayormente podría llevar a cabo
movilizaciones contra la invasión. Eso explica el amplio apoyo logístico y
financiero otorgado a grupos presuntamente de izquierda, dentro y fuera de
Haití, como PAPDA y el vociferante Batay Ouvriye. Representantes de esos grupos
han sido los más ubicuos y actuantes en reuniones internacionales. A los
invasores no les molesta su retórica izquierdista, de hecho necesaria para sus
fines. Lo importante es difundir la imagen de un Aristide dictatorial y sin
apoyo popular que desacredite cualquier tipo de movilización en favor del
retorno al orden democrático. En ese sentido el mencionado libro de Dupuy es
ejemplar: comienza acreditándose ante un público de izquierda con una crítica
corrosiva del neoliberalismo y la de la globalización, y luego pasa a demonizar
a Aristide, que es lo que cuenta en este contexto. El texto de Sader se insiere
plenamente dentro de es a línea.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un buen ejemplo de este fenómeno es el importante informe
preparado por Jubileo Sur y otras organizaciones sociales a raíz del golpe de
2004, que llevaron a cabo una visita al país como miembros de la llamada Misión
de Investigación y Solidaridad con el Pueblo Haitiano. Esta misión estuvo
integrada por representantes de diversos países de América Latina, África,
Canadá y EE.UU., y fue presidida por Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo, y
Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz y Presidente del Servicio Paz y
Justicia. En el informe se hace una dura crítica a la invasión, con gran
despliegue retórico del tipo “deuda histórica”, “condenados de la tierra”,
etc.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La misión se lleva a cabo poco más de un año después del
golpe, entre el 3 y el 9 de abril. Se entrevistaron “con el Presidente
Provisional de la Nación, el Primer Ministro, el Ministro de Justicia,
funcionarios del gobierno, el Comandante de las fuerzas de la MINUSTAH,
representantes consejeros de la UE., el Rector y los Vice-Rectores de la
Universidad Nacional de Haití”. Visitaron también “la cárcel, hospitales y
centros de Derechos Humanos, sindicatos de Educadores y organizaciones
campesinas y de mujeres“. Naturalmente, una misión de ese porte en una situación
de extrema inseguridad, cuando se estaba llevando a cabo una terrible represión
contra los partidarios de Aristide, no podría haber sido realizada sin el
beneplácito y la colaboración de las fuerzas invasoras.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las conclusiones de la Misión son las que cabría esperar
según el modelo expuesto arriba. Escriben lo siguiente: “En febrero 2004 se
truncó la celebración del bicentenario de su independencia política con la
inauguración de un nuevo período de ocupación extranjera. Intervinieron primero
las tropas de EE.UU., Francia y Canadá, fulminando un intenso proceso de
movilización social y política contra el gobierno cada vez más desacreditado de
Jean Bertrand Aristide y llevándole a un nuevo exilio…” La visión que el informe
ofrece del golpe es por lo tanto básicamente, retórica aparte, la misma de los
países invasores. También se afirma, siguiendo la línea oficial de Washington,
que Aristide habría pedido la intervención de los Estados Unidos y firmado su
renuncia, supuestos que habían sido puestos en entredicho. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El informe reconoce especialmente “a los y las colegas de
la Plataforma de Lucha por un Desarrollo Alternativo (PAPDA), del Instituto
Cultural Karl Lévèque (ICKL) y de la Plataforma de Organizaciones Haitianas de
Derechos Humanos (POHDH), quienes coordinaron nuestro programa en Haití y
aseguraron con su dedicación y cariño, la posibilidad de un contacto amplio y
diverso con su país.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>A la luz de esto no es de extrañar que las conclusiones
del informe hayan sido las que querían los países invasores. PAPDA recibía
fondos del gobierno canadiense, uno de los países invasores, a través de la
agencia canadiense para el desarrollo (CIDA), que ha jugado un papel clave en la
ocupación del país. Lo mismo POHDH y ICKL, que recibieron financiación del
gobierno de Canadá a través de la agencia Rights and Democracy, el equivalente
canadiense del National Endowment for Democracy de los EE.UU. A la luz de estos
hechos, es de suponer que los países invasores tuvieron un gran interés en
vehicular esta versión de los hechos a la opinión pública latinoamericana. Si es
así, no cabe duda de que la operación ha sido un éxito total.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cabe indagarse, finalmente, si la misma táctica habría
funcionado si se hubiese tratado de un golpe a otro gobierno latinoamericano. Es
difícil imaginar a alguien como Sader refiriéndose al golpe de Estado contra
Chávez, por ejemplo, en los términos que lo hace aquí, sin que hubiese perdido
toda su credibilidad como intelectual de izquierda. Pero Haití, por lo visto, es
diferente, por motivos sobre los que solo cabe
especular.<BR><BR><STRONG></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>(1) <A
href="http://www.rebelion.org/noticia.php?id=57431">http://www.rebelion.org/noticia.php?id=57431</A></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>(2) haitianalysis.com</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><EM><STRONG><FONT color=#000080 size=4>Correspondencia de
Prensa - boletín informativo - red solidaria<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></STRONG></EM><A href="mailto:germain5@chasque.net"><EM><STRONG><FONT
color=#000080 size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></EM></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify></FONT> </DIV></BODY></HTML>