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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U><FONT size=5>boletín informativo - red
solidaria</FONT></U><BR><FONT color=#800000 size=6><EM>Correspondencia de
Prensa</EM></FONT><BR>Año V - 22 de octubre 2007<BR>Redacción y suscripciones:
</FONT></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Colombia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El rol de los mercenarios israelíes
abre un abanico de extrañas complicidades</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Los agentes israelíes formaron
paras</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El entrenamiento que recibieron los primeros y
más notorios líderes paramilitares por parte de ex oficiales del ejército
israelí vinculados con los servicios de inteligencia de ese país, de Estados
Unidos y de Colombia, demuestra la injerencia oficial y la de gobiernos
extranjeros en la creación del aparato represivo.<BR> <BR>Sergio Rotbart y
María Laura Carpineta</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Página/12, Buenos Aires, 21-10-2007</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Antes de desaparecer misteriosamente, Carlos Castaño, quizás
el paramilitar más poderoso que haya conocido Colombia, escribió en sus
memorias: “Mi idea de las fuerzas paramilitares la copié de los israelíes”. La
frase pasó inadvertida, opacada por los escalofriantes relatos de las masacres
que ordenó como comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Sin
embargo, detrás de ella se esconde uno de los capítulos menos conocidos de la
historia reciente del país: los mercenarios. Los mercenarios entrenaron y
armaron a los paramilitares en sus primeros años, bajo el auspicio de los
empresarios y las fuerzas armadas. Hay muchos interrogantes con respecto a su
paso por Colombia, pero todos los testigos de aquella época coinciden en un
mismo nombre: Yair Klein.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Klein nació en 1943 en el kibutz Nitzanim, una de las
cooperativas comunales creadas por el movimiento sionista en Palestina desde
principios del siglo XX. En 1962, 14 años después de la creación del Estado de
Israel, se incorporó voluntariamente a la brigada de paracaidistas de su joven
ejército. En poco tiempo llegó a ser instructor de la escuela de paracaidistas
y, luego, oficial en un cuerpo de elite entrenado para cumplir “misiones
especiales”. En esa unidad militar, se dedicaba a asesinar árabes-palestinos que
colaboraban con las fuerzas de seguridad israelíes y eran sospechosos de haberse
convertido en dobles agentes. “Cuando un soplón fijaba una cita que no coincidía
con los planes de las altas esferas, entonces estaban seguros de que nuestros
soplones se habían convertido en dobles agentes. Era la oportunidad para
liquidarlos. Yo recibía la orden personalmente de un superior. Liquidé a
personas sin mirarlos a la cara. Al día siguiente eran recogidos por el servicio
de seguridad”, contó muchos años después al semanario Tel Aviv.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el ejército israelí, Klein llegó a ser subcomandante
de esa unidad de elite, llamada Harub. Cuando fue desmantelada, a mediados de
los años ’70, volvió al cuerpo de paracaidistas, en el que ascendió hasta el
puesto de subjefe de la zona del valle de Beit Shean, lindante con el norte de
Cisjordania. Allí volvió a sus “misiones especiales”. Comandó operativos de
captura de milicianos y refugiados palestinos que intentaban ingresar desde
Jordania al territorio dominado por Israel.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Se retiró del ejército en 1977 y, un año más tarde, montó
la empresa Spearhead (Punta de Lanza), por intermedio de la cual se dedicaba a
la exportación de armas y equipamiento militar. La compañía es casi secreta. No
aparece en Internet, excepto mencionada en artículos periodísticos, y no se
conoce ni su directorio, ni sus actuales actividades.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Mi hombre en Medellín</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Después de un frustrado negocio con las falanges
libanesas, Klein decidió probar suerte en Colombia. Las versiones varían sobre
quién lo tentó. Para la Justicia colombiana, el mercenario fue invitado por el
Cartel de Medellín de Pablo Escobar, por entonces camuflado por una asociación
que nucleaba a los grandes hacendados del Magdalena Medio. El dinero, sin
embargo, lo había puesto Uniban, la principal exportadora de bananas del país.
Aunque la empresa no estaba radicada en la zona, había acordado que una vez
formados y entrenados los grupos contraguerrilleros se expandirían a sus tierras
para garantizarles seguridad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La otra versión la difundió el propio Klein hace siete
años. “Estuve en Colombia por invitación de los norteamericanos y punto. Todo lo
que Estados Unidos no puede hacer porque le es prohibido intervenir en asuntos
de gobiernos extranjeros, lo hace pero, por supuesto, por otros medios. Yo obré
con licencia y permiso en Colombia”, le confió a la revista bogotana Semana.
Klein no se refería a permisos legales. Tanto el gobierno israelí como el
colombiano le negaron la licencia para vender armas y asesorar en ese país. Sin
embargo, el extranjero tuvo alguna ayuda oficial.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un informe del servicio de inteligencia colombiano, el
DAS, aseguraba ya en 1990 que todos los mercenarios que llegaban a Puerto Boyacá
–sede de los campamentos de entrenamiento– lo hacían escoltados por oficiales o
personal civil del ejército. Esto fue confirmado más tarde por Luis Meneses, un
capitán retirado, condenado por pasarse al bando paramilitar. Según testificó,
fue el ejército el que invitó al mercenario israelí y a sus compañeros de armas
a entrenar a los incipientes paras. No sólo eso. La institución habría puesto
los 80 mil dólares que costaban los “seminarios” y las armas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por el contrario, nunca se pudo comprobar la
participación de Estados Unidos en esta historia. Sin embargo, una serie de
documentos desclasificados del Departamento de Estado y de Defensa demuestran
que los servicios de inteligencia norteamericanos sabían quién era Klein y qué
estaba haciendo en Colombia. Incluso dedican todo un informe a desarrollar su
perfil y sus posibles contactos con el poder económico y político del país
sudamericano. Su nombre también aparece en una larga lista de “conocidos
narcotraficantes” de la región. El azar hizo que sobresaliera por quedar en
medio de dos nombres famosos: el entonces todopoderoso Pablo Escobar y el actual
presidente Alvaro Uribe.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La mala educación</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>De lo que no hay ninguna duda, en cambio, es sobre los
“seminarios de capacitación” que impartió durante su estadía en Colombia. El
folleto de su empresa, Spearhead, prometía entrenamientos físicos, clases
teóricas y ejercicios reales sobre el uso de explosivos, armas de guerra y
equipo de espionaje. El primer curso lo dictó, junto a otros dos ex compañeros
del ejército israelí, a principio de 1988. Duró dos meses y se realizó en una
granja del Cartel. El propio Escobar y los otros jefes narcos pasaban de vez en
cuando por la estancia para controlar su inversión. Pagaron 2500 dólares por
alumno, aunque de los 80 que empezaron sólo 34 aprobaron. El resto abandonó o
murió en alguno de los ejercicios de combate. La mayoría de los que
sobrevivieron se ganaron un lugar en el segundo curso.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta vez eligieron la Ciénaga de Palagua –también en
Boyacá–, justo al lado de los campos de la empresa petrolera norteamericana
Texaco. Eran sólo 22 alumnos y se especializaron en explosivos. Les enseñaron
todos los tipos de bombas más o menos caseras –de control remoto, con reloj, con
cables, baterías, etc.–. El costo fue de entre 75 y 80 mil dólares y sólo cuatro
lograron aprobarlo. Klein también aprovechó estos meses para incluir unas clases
sobre tortura. “Se colgaba a la víctima de los pies y debajo de la cabeza se
hacía una fogata, dejando que se queme de a poco”, testificó el paramilitar
Alonso Baquero, alias Vladimir.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los egresados de estos campamentos –entre ellos los
hermanos Castaño, Carlos y Fidel, para muchos los padres de las fuerzas
paramilitares– fueron responsables de más de una decena de masacres y atentados.
En su haber se cuentan los ataques en los noventa contra la central del DAS, la
revista El Espectador, el asesinato del gobernador de Antioquia Antonio Betancur
y las masacres campesinas en Magdalena Medio. En 2001, una Corte colombiana
condenó a Klein y al resto de los mercenarios a diez años de prisión en
ausencia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La cooperación militar entre Israel y Colombia continúa
hasta el día de hoy. Recientemente la prensa de Tel Aviv reveló que un general
del ejército (en reserva), Israel Ziv, es uno de los asesores de asuntos de
seguridad del gobierno de Alvaro Uribe. Sin embargo, Bogotá sigue sin poder
pasar el mal trago de Klein. En agosto pasado, el mercenario fue detenido en el
aeropuerto de Moscú por Interpol. En menos de 24 horas, la Cancillería
colombiana ya tenía listo el pedido de extradición, que probablemente no
prospere debido a las presiones del gobierno israelí. El ex coronel sigue
manteniendo muy buenos contactos en su país, entre ellos la actual presidenta de
la Corte Suprema, Dorit Beinish, la misma que evitó que lo condenaran por su
participación en el escándalo mundial Irán-Contras. Para muchos analistas, Uribe
quedó bien por intentarlo, pero tampoco se esforzó demasiado por sacar a la luz
el caso. Después de todo, Klein todavía representa un capítulo de la historia
colombiana que muchos en Bogotá quieren dejar atrás.</DIV>
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</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=4>Correspondencia de
Prensa - boletín informativo - red solidaria<BR>Ernesto Herrera (editor):
</FONT></EM></STRONG><A href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><EM><FONT
color=#000080 size=4>germain5@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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